Fred sentía que había hecho algo estúpido.
No, decir ''sentir'' era muy poco. Fred estaba seguro de que acababa de hacer algo estúpido. Más seguro que cualquier otra cosa en su vida. Lo pudo sentir en el momento en que las palabras salieron de su boca.
Sólo somos amigos
Las palabras habían sonado falsas, incómodas; como una cachetada a su propia persona. Sólo lo había dicho para que Ron se callara de una vez y ahora no podía lidiar con la inmensa sensación de vacío en su interior.
Sólo amigos
Al inicio no lograba comprenderlo. No fue hasta que Hermione se fue de la sala común enfurecida y que todo se calmó que finalmente Fred pudo sentarse y procesar lo que pasaba por su cabeza.
No tiene sentido que esté molesto, mucho menos que me afecte tanto. Lo que dije era la verdad. No puede afectarme a menos que...
Oh.
Oh no…
Ahora lo comprendía todo.
¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¿Qué demonios le pasaba? ¿Acaso alguien le había puesto una venda en los ojos o qué? Ahora Fred se sentía más ciego que Harry, lo cual era decir mucho.
Y lo peor no era eso, sino que justo hacía unos minutos había dicho ante todo el mundo que…
—Ah, mierda —murmuró Fred queriendo golpearse contra una pared —. ¿Por qué Dios?
Fred se sentó en uno de los sofás al lado suyo, ahora más que nunca necesitaba pensar.
Hermione era todo lo contrario a él. Siempre pensando en el futuro, preocupada por hacer todo perfectamente y con una mentalidad preparada para los retos. A primera vista eran tan diferentes como el yin y el yang. Algunos pensarían que era imposible que fueran amigos.
Pero lo eran, eran amigos. Lo que había empezado como un simple trato se había convertido en algo más. Disfrutaba de pasar tiempo juntos, tal vez más que otra cosa.
Eran pequeñas cosas, pequeños momentos; como las cortas charlas que tenían en la sala común o las lluvias de ideas que hacían para crear nuevos productos. Pequeños momentos felices que él no cambiaría por nada.
Podía sonar absurdo, pero simplemente… Le hacía feliz. Ella le hacía sentir como si no hubiera nada de que preocuparse, como si una simple sonrisa pudiera arreglar todo.
Hermione le hacía sentir feliz, y por eso mismo, él quería hacer lo mismo por ella. Pasase lo que pasase quería verla feliz.
Siempre quería verla sonriendo...
Le preocupaba Hermione. Pero más que eso, quería a Hermione.
Y lo último que había logrado (gracias a la ayuda del insufrible de Ron) era hacerla molestar.
Enseguida Fred sacudió la cabeza y se levantó del sillón de la sala común. No podía permanecer ahí con sus pensamientos. Necesitaba ayuda y sólo dos personas podían dársela.
De esta forma, terminó abriendo bruscamente la puerta de su dormitorio, asustando levemente a George y Lee, quienes se encontraban acostados en sus camas hablando sobre tonterías.
—Creo que acabo de hacer algo estúpido.
—¿Qué?
Ahora tanto George como Lee le miraban como si estuviera loco, y no es que pudiera culparlos. Fred estaba bastante seguro de que se veía como un completo loco.
—Eso mismo. Que creo que hice algo estúpido.
—Bueno, eso no sería una novedad —comentó Lee como si nada.
—Vaya, muchas gracias —Respondió Fred rodando los ojos.
Mientras tanto, su gemelo no hizo más que mirarle con ojos confundidos.
—A ver, tranquilo. Cuéntanos, ¿qué hiciste?
Fred tragó saliva.
Una parte de él se sentía muy tonto por atemorizarse en este momento, pero estaba seguro. Tal vez lo más seguro que había estado de algo en su vida. Lo mejor era soltar todo de una vez.
—Creo que me gusta Hermione —repitió Fred.
—¿Hermione? —respondió Lee al escuchar aquello —. ¿Te gusta?
Fred negó con la cabeza.
—No, no creo que simplemente me guste —comentó él pensándolo nuevamente, ahora sus pensamientos tenían mucha más claridad —. Estoy… Estoy bastante seguro de que estoy enamorado de ella.
Ante todo esto, su hermano y amigo no hicieron más que mirarle fijamente y quedarse callados.
Demasiado callados.
—¿Uh? ¿Chicos? ¡Hey, reaccionen!
Al parecer sus palabras surtieron efecto, porque finalmente ambos reaccionaron. Aunque no de la forma que él esperaba:
Ahora, tanto George como Lee se encontraban riendo y gritando con euforia en el suelo, como si lo que acababa de decir era la cosa más alucinante del mundo.
Fred rodó los ojos.
Par de exagerados...
—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —exclamó George al borde de las lágrimas —. Siempre lo supe, y tú decías que no. Idiota.
—¡No es mi culpa! —repuso Lee cruzándose de brazos —. Fred se esmeraba en aparentar que simplemente lo hacía por ''ayudar''
—¡Ja! Ayudarse a sí mismo tal vez.
Fred los miró a ambos con indignación.
—Un momento, ¿ustedes ya sabían de esto?
—Lo sospechábamos al menos —comentó George asintiendo.
—George más que yo —aclaro Lee mirando al nombrado con molestia —. Por supuesto.
—No lo entiendo, ¿cómo se dieron cuenta? —preguntó Fred frunciendo el ceño.
Una parte de él no podía evitar sentirse ofendido.
Apenas acababa de darse cuenta hacía unos minutos, tras causar un alboroto en la sala común y reflexionar por un buen rato. Mientras tanto, su amigo y su gemelo siempre habían sabido sobre sus sentimientos.
Ahora se sentía aún más estúpido, si es que eso era posible.
—¿Cómo tú no te diste cuenta? —repuso George perdiendo la paciencia —. Ay Hermione, déjame ayudarte con eso, no importa si me desvelo toda la noche muerto de cansancio. Todo con tal de ver tu sonrisa bebé.
—¡Yo no hablo así!
—Si como no —respondió Lee al borde de la risa —. Y ni hablar de como tus ojos brillan cada vez que la ves. Ay Hermione, sígueme hablando sobre las interesantísimas leyes mágicas. No te preocupes, te ayudaré con todo lo que pueda.
Ante esto, tanto George como Lee explotaron en risas. Otra vez.
Sobra decir que esto no le causó mucha gracia a Fred, quien pensaba en nuevas alternativas para dejarlos ''accidentalmente'' en la enfermería.
—JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
—¡Es lo que haría un buen amigo! —trató de defenderse Fred.
—¡Es lo que hace alguien enamorado, idiota! —respondió Lee sin dejar de reír.
—¡Claro que… que…!
Ah, demonios. No podía negarlo. Claro que tenía razón.
Las palabras sentimentales, la constante compañía, las ideas para ayudarla. Por eso había estado tan triste cuando de repente dejó de verla tan seguido. Y por eso mismo había estado tan feliz de invitarla al baile antes que Krum.
Todo este tiempo, consciente o no, lo había hecho porque estaba enamorado de ella.
—Está bien —admitió él soltando un suspiro —. Ustedes tienen toda la razón. ¿Felices?
Fred dijo esto último con una seriedad nada usual en él.
Y por eso mismo George y Lee le miraban con suma atención. Después de todo, muy pocas veces Fred Weasley admitía equivocarse. Era casi como un milagro.
—¿De verdad no te habías dado cuenta? —preguntó Lee sin creérselo.
Fred negó con la cabeza.
—Realmente no… —dijo él soltando un suspiro —. Por el amor a Merlín. ¿Cómo no pude hacerlo? Todo este tiempo, lo único que he hecho es buscar excusas para estar con ella y ayudarla. De verdad que he sido un ciego.
George parecía estar de acuerdo con esto último.
—Ciego no, cieguisimo. Más que Harry.
—Y eso es decir mucho, él usa lentes —agregó Lee.
—Pero mira el lado positivo: al fin te quitaste la venda de los ojos —dijo George sonriendo levemente —. ¿Qué te hizo darte cuenta ahora?
—Pues… Pues dije que era sólo mi amiga en frente de todo el mundo hace un rato.
Al escuchar esto último George se cubrió la boca con sus manos, como si hubiera dicho la mayor calamidad en la faz de la tierra.
Fred rodó los ojos, George siempre había sido un dramático de primera.
—Ay no puede ser…
—Estás demente, ¿cómo pudiste matar tus oportunidades antes de que siquiera nacieran? —intervino Lee.
—¿¡Y qué más se suponía que hiciera!? —exclamó Fred perdiendo la paciencia —. Ron estaba molestando con sus preguntas y yo aún no lo sabía en ese momento. Sólo dije lo primero que pensé. Comprendí todo cuando la llamé amiga y sentí… Que algo estaba mal.
Por supuesto que las cosas estaban mal, había hecho todo lo contrario de lo que se suponía que debía hacer. No tenía que ser un experto para saberlo.
Realmente había sido un completo tonto. ¿Ahora cómo lo iba a remediar?
—Definitivamente está mal —dijo George.
—Muy mal —comentó Lee.
—Pero tranquilo. Aún tienes una oportunidad.
—¿La tengo? —preguntó Fred sin creérselo —. Yo no estaría tan seguro de eso.
—¡Por supuesto! —exclamó George —. Si de algo estamos seguros es de que tienes esperanza. Tú siempre quieres pasar tiempo con ella, y ella siempre quiere pasar tiempo contigo.
—Es dolorosamente obvio —dijo Lee llevándose la mano al corazón.
—Eeehh…
Fred no estaba tan seguro al respecto. No después de ver la mirada sombría de Hermione.
Ella siempre le había parecido inalcanzable, una joven con una determinación imparable que la llevaría lejos. Mientras tanto, George y él seguían batallando para hacer su sueño realidad; una batalla cada vez más difícil de pelear.
Lo que menos quería es que algo saliera mal.
—Lo que pasó fue un pequeño desliz, pero no es tarde —comentó George sacándolo de sus pensamientos —. De hecho, tienes todo un camino por delante.
—La invitaste al baile y ella dijo que sí, ¿no?
Fred asintió, se había olvidado por completo de ese detalle.
—Pues sí.
—Entonces la fortuna sigue de tu lado —dijo Lee sonriendo —. Sólo tenemos que crear un plan para esa noche.
—El mejor plan de todos —agregó George siguiéndole la corriente —. Un baile de navidad inolvidable.
Fred los miró a ambos, sintiendo como una sonrisa se dibujaba en sus labios.
De repente, no todo parecía perdido. Lo que sea que hubiese hecho hacía unos minutos en la sala común no podía detenerlo. Iría con Hermione al baile de Navidad, aún tenía una oportunidad.
Sólo tenía que saber cómo aprovecharla.
—Muy bien, soy todo oídos.
Hermione quería que la atropellara un carro.
O bueno, tal vez no un carro. Mejor un tractor. Sí, un tractor sería mucho más eficiente. De esta forma podría aplastar sus sentimientos de una vez por todas y tal vez, con un poco de suerte, volver a la normalidad.
La idea sonaba cada vez más tentadora… Aunque no tenía idea de donde podría conseguir un tractor.
—¿Hermione? —dijo una voz sacándola de sus fantasías.
—¿Ah?
—Te estaba hablando...
Ahora de regreso a la realidad.
La joven pestañeó varias veces, encontrándose con la mirada atenta de sus compañeros. Como todos los viernes, se reunían en el salón del club de literatura y escritura para discutir sobre trabajos literarios y pedir retroalimentación.
Al parecer le habían hecho una pregunta, porque todos la miraban con ojos expectantes.
—¿Te encuentras bien? —preguntó su compañero Matthew, el líder del club y quien la había llamado en primer lugar, parecía algo preocupado por ella —. Te estaba preguntando que piensas sobre el ensayo de Hannah.
Hermione ni siquiera sabía qué responder.
—Oh. Pues, la verdad… La verdad es que…
—Está bien, no te preocupes —respondió Mathew amablemente, negando con la cabeza —. Puedes responderlo en la siguiente reunión, ¿te parece?
Ella agachó la mirada, no tenía sentido discutirlo. Lo cierto es que no había prestado atención en toda la reunión, su mente estaba demasiado revuelta. Ni siquiera podía escribir una misera línea.
Qué vergüenza, ¿qué demonios le estaba pasando?
Esto se le estaba saliendo de control. Una cosa era admitir que estaba enamorada, otra muy distinta era dejar que ese sentimiento abrumara su vida y no le permitiera concentrarse en las cosas más sencillas.
Tenía que hacer algo.
Después de aquello, la reunión terminó y todos recogieron sus cosas para irse por donde vinieron. Afuera del salón se encontraba Ginny Weasley esperándolas para ir juntas al Gran Comedor.
—¡Chicas! —exclamó Ginny al verlas —. Ya era hora, al fin salieron.
—La reunión de hoy duró un poco más de lo normal —comentó Luna sonriendo levemente.
Mientras tanto, Hermione apenas y levantó la mirada para saludar a Ginny, cosa que la pelirroja notó enseguida.
—Hermione, ¿te encuentras bien?
Por el amor a Merlín, ¿hasta cuando le preguntarían eso hoy?
—Por supuesto, ¿por qué no lo estaría?
—Porque llevas comportándote muy extraña desde hace unos días —comentó Ginny como si fuera algo obvio.
—Y parecías muy perdida en tus pensamientos en la reunión de hoy —dijo Luna pensativa.
—Sin contar tu cara de amargura.
—Además tienes muchos Dinkles en la cabeza —agregó Luna señalándola —. Eso siempre es mala señal.
Hermione soltó un suspiro.
Lo cierto es que no tenía muchas ganas de hablar de eso ahora. Ni nunca, aunque tampoco lo iba a admitir.
—Estoy bien.
—No pareces muy segura —comentó Luna.
—No… La verdad es que no —admitió Hermione al ver la preocupación de la joven Ravenclaw. Lo que menos quería es que los demás se preocuparan por ella —. Creo que me voy a volver loca.
Ante esto, Ginny y Luna se miraron entre sí, como ya era usual. Como si estuvieran titubeando entre decir algo o quedarse calladas.
Desde que había descubierto sus sentimientos Hermione no había hecho más que cerrarse a sí misma. De un momento a otro había vuelto a ser la Hermione que todos conocían: serena, centrada y correcta. Ninguno de sus pensamientos podían salir a la luz.
Excepto porque se sentía totalmente miserable…
Hermione miró a sus dos amigas, ambas seguían observandole con preocupación. Fuese lo que fuese querían ayudar, y ella valoraba eso.
Tal vez lo mejor era soltar todo de una vez.
De esta forma, empezó a contar la razón de sus problemas: un enamoramiento estúpido que la había dejado con el corazón destruido gracias a un rechazo indirecto hacía días. Un enamoramiento hacia Fred Weasley, el hermano de Ginny.
—¿Fred? ¿Cómo es posible? —preguntó Ginny con la boca abierta tras escuchar todo —. No entiendo, ¿de qué me perdí?
—Los he estado ayudando desde hace meses —explicó Hermione nuevamente —. Sé que suena absurdo, por no decir imposible. Pero… Quise hacerlo. Un día en las vacaciones de verano me encontré con Fred y sus sortilegios y no pude evitar sentir que sería una buena idea.
—¿Es decir que las nuevas bombas fétidas...? —preguntó Luna recordando la explosión de hacía unas semanas.
—Bueno, no todo —aclaró Hermione —. Solamente las cosas que no son necesariamente para generar el caos.
—¿Y lo has hecho de forma voluntaria? —preguntó Ginny sorprendida.
—Ha sido… Más agradable de lo que pensaba.
—Puedo darme cuenta por qué. Jamás hubiera pensado que...
—Por favor, ni siquiera lo menciones —dijo Hermione cubriéndose el rostro de la vergüenza —. No más de pensarlo quiero que me pase un tractor encima.
—¿Qué es un tractor? —preguntó Luna sin comprender.
Ginny, quien conocía lo que era un tractor gracias a su padre, le dio unas palmaditas a su amiga. Tal vez otro día podría explicarle los distintos tipos de vehículos muggles, pero no hoy.
—Luego podemos hablar de eso —le dijo Ginny amablemente —. Lo que no entiendo es… ¿Por qué estás tan mal?
Hermione agachó la mirada, dejando que las amargas palabras de Fred resonaran de nuevo en su memoria.
Sólo somos amigos…
Somos amigos…
Amigos...
Había tratado de reprimirlo lo máximo posible, apartándose de los demás y distrayéndose cada que podía con la esperanza de olvidarlo. Pero era inútil, el sentimiento seguía ahí. Más fuerte que nunca.
De repente, un abrumante dolor llenó su pecho, ni siquiera podía pensar en otra cosa. Las palabras seguían soliendo tanto como aquel día.
Lo odiaba. Vaya que lo odiaba.
—¿Cómo se le llama a sufrir por un amor que ni siquiera sucedió?
—Estupidez —respondió Ginny enseguida.
—¡Hey! —exclamó Hermione ofendida.
—¡Yo sólo digo!
—Ni siquiera sé por qué hablo de esto con ustedes...
—Porque tu otra opción sería Harry y Ron y ni tú estás tan loca para pedirle ayuda a ellos —respondió Ginny cruzándose de brazos —. Al menos no para estos temas.
Hermione chasqueó la lengua.
—Tienes un punto.
—Así que todo este tiempo… ¿Has estado enamorada de él? —preguntó Luna con curiosidad.
—No te sabría decir si todo este tiempo —admitió Hermione negando con la cabeza —. Al inicio sólo había sido un trato, un intercambio equivalente. Quería probarme a mí misma y creí que ayudarlos con su proyecto sería una buena idea. Jamás pensé que… Que esto terminaría pasándome.
—Supongo que ha funcionado, ¿no? Lo de probarte a ti misma. Te has visto diferente estos días.
Hermione sonrió levemente al escuchar esto, era bueno saber que algo había cambiado para bien durante todo este tiempo. Lastima a qué costo.
—Y un momento, si han estado reuniéndose todo este tiempo… —empezó a decir Ginny pensativa —. Esa caja musical que tienes… ¿Te la dio él no es así? —El silencio de Hermione fue más que suficiente para responder —. ¡Sabía que la había visto antes!
Hermione apartó la mirada.
—Fue un regalo. Se podría decir que fue el comienzo de todo...
—¿Es por eso que siempre la llevas contigo? —preguntó Luna con curiosidad.
Hermione cerró los puños de la molestia.
¿Qué punto tenía ya? La caja musical había sido un regalo inesperado hecho en una situación espontánea. Fred se la había entregado porque a ella le había gustado, era lo que haría cualquier persona amable.
Lo peor es que la llevaba de arriba a abajo como una tonta, aferrándose a lo que significa para ella; como si los amuletos de la suerte realmente existieran. Si de algo servía, la caja era la prueba irremediable de lo desesperada que estaba.
Qué patético era.
—Igual ya no importa.
—Claro que sí —repuso Ginny frunciendo el ceño.
—¿No lo entienden? Él sólo me ve como su amiga. Lo dijo fuerte y claro en medio de la sala común, ante todo el mundo. Incluso lo repitió dos veces para tranquilizar a Ron. ¿Saben lo que se siente que te rechacen sin siquiera confesarte? —Hermione las miró a ambas con ojos tristes —. Duele, y mucho ¿ok? Ni siquiera tengo necesidad de perder el tiempo.
De ahora en adelante lo único que quería era que todo volviera a ser como antes.
Volver a aquellos tiempos donde su única meta era estudiar y ser la mejor. Porque ser la mejor era más fácil y cómodo que pensar en las palabras de Fred. Mucho más fácil que pensar en el dolor que le provocaba recordar su indirecto rechazo.
Hermione no quería saber nada más.
—No creo que estés perdiendo el tiempo —intervino Luna esta vez —. Puedo ver que Fred disfruta pasar tiempo contigo.
—Eso no es nada.
—¿No es nada? —respondió Ginny tomando un paso al frente —. Hermione, eso es todo. Tienes que verlo.
Pero Hermione no podía verlo.
Fred siempre le había parecido tan brillante como una estrella fugaz. Su sonrisa podía darle ánimos cuando no los tenía y sus palabras le habían ayudado a creer en sí misma. Era algo fuera de este mundo.
Pero ahora la inseguridad la detenía, simplemente no quería arriesgarse. Unas simples palabras la habían lastimado ya, ¿y si pasaba algo peor? No importa cuantas veces lo pensara, seguía sonando demasiado imposible; demasiado inalcanzable.
Hermione ya no podía ver ninguna estrella...
—No lo sé… —murmuró ella finalmente.
—¿Estás bien? —preguntó Luna colocando su mano en su hombro —. Lo siento si nos sobrepasamos...
—Tranquila, por supuesto que lo estoy.
—Hermione. De verdad no lo pareces —dijo Ginny sin dejar ir el tema aún.
—Eso no importa. Estoy bien. Tengo que estarlo.
—¿Tienes que estarlo? Así no es como funciona.
Hermione frunció el ceño.
¿Hasta cuándo iban a seguir molestando? ¿Tanto les costaba entender que lo único que quería era un momento de paz? ¿Un momento sin la incesante voz de Fred Weasley rechazándola en su cabeza?
Estaba harta. Lo único que quería era estar sola.
—Pues así tendrán que ser.
—Hermione… —trató de decir Luna.
—¿No lo entienden? —preguntó Hermione apartándose finalmente de las dos —. No estoy hablando de una simple idea en mi cabeza, son mis sentimientos. Los cuales ya fueron lastimados con una simple frase antes de que siquiera tuvieran una oportunidad. Ni siquiera puedo verlo a la cara...
—Eso- Eso no lo sabes —comentó Ginny —. Aún no estamos del todo seguras sobre...
—Pues yo sí lo estoy —le interrumpió Hermione, sintiendo la furia subir por sus venas —. Y por eso mismo no puedo dejar que se me note. Yo no… No puedo permitirme mostrar debilidad, ¿ok?
Dicho esto, la joven se volteó y ajustó su bolso para empezar a encaminarse en dirección contraria al Gran Comedor. Había sido suficiente, ya no quería estar ahí.
—¡Hermione! —dijo Ginny tratando de detenerla, pero ya era tarde.
—¡Las veré después chicas!
Y finalmente, Hermione se fue.
Días después, la vida había seguido su curso.
Sólo faltaba un día para el baile de navidad, y todos estaban entusiasmados. Se podían ver personas caminando de un lado a otro hablando alegremente sobre el tema y haciendo preparaciones de último minuto.
Entre esas personas estaba Fred Weasley, quien simplemente estaba tratando de tranquilizarse, aunque sin mucho éxito.
Su mente, su cuerpo y sus emociones estaban algo… Inestables. Por no decir otra cosa. Lo cierto es que si bien siempre había aparentado ser un joven tranquilo que fluía con la corriente, en este momento se sentía nervioso. Mucho más de lo que se había sentido en toda su vida.
El baile se acercaba y eso sólo significaba una cosa: era su única oportunidad. Su momento de corregir su fatídico error y con un poco de suerte, obtener lo que más anhelaba.
Si es que no le daba un infarto primero.
Tampoco es que tuviera de otra, George y Lee habían pasado toda la tarde de aquel día apoyándolo y no podía vivir con esta incertidumbre toda su vida. No, pasase lo que pasase tenía que intentarlo, era todo o nada.
Antes de que pudiera seguir dándole vuelta a sus pensamientos, un papel arrugado pasó al lado suyo, apenas rozando su cabeza.
Fred rápidamente se volteó, sabiendo muy bien con quién se iba a encontrar. Sólo una persona sería capaz de lanzar un papel arrugado con semejante fuerza:
Hermione Granger.
La joven se encontraba sentada en una mesa en medio de la sala común, sola junto a un montón de libros y papeles a su alrededor. Totalmente perdida en su mundo.
Fred ahogó un suspiro.
No la había visto desde hacía unos días, cuando pasó toda la escena en medio de la sala común. La joven se veía igual que siempre, con el pelo alborotado y una mirada de concentración impenetrable, ni siquiera se había dado cuenta de que la estaba mirando...
Mientras tanto, él seguía sin saber exactamente qué hacer. Había estado tan absorto en sus pensamientos respecto al baile y sus preparaciones que jamás se le pasó por la cabeza encontrársela antes de esta forma. Pero ahí estaba, justo frente a sus ojos.
Nunca algo había sido tan obvio
Pero eso no era lo importante ahora, o al menos eso quería pensar. Hermione estaba justo al frente suyo, quería hablar con ella así fuese un instante.
—Vaya, y yo que creí que ya habías superado esa etapa. ¿Sigues maltratando papeles indefensos?
Al escuchar su voz, la joven levantó la cabeza alarmada.
Ambos se quedaron mirando por un instante, mucho más largo de lo que era usual. Era… Extraño. La situación no era nada del otro mundo, pero volver a verse después de admitir sus sentimientos hacía que todo se sintiera diferente.
Tal vez demasiado diferente.
—¡Fred! ¿Desde hace cuánto estás ahí?
—No mucho, voy llegando —respondió Fred acercándose a ella —. ¿Por qué? ¿No te agrada mi presencia?
—Sólo... Sólo es curiosidad.
—¿Siempre es curiosidad, no? —comentó él sonriendo —. ¿Te molesta si me siento aquí?
Hermione le miró con duda.
—¿Para qué?
—Para evitar que sigas maltratando papeles indefensos, por supuesto —respondió él como si fuera algo obvio —. Aunque si quieres… Puedo irme.
La joven alzó la mirada enseguida al escuchar esto. A pesar de su dificultad para expresar sus palabras y el nerviosismo que le provocaba la presencia de Fred, su mirada fue más que clara:
No, para nada quiero que te vayas
—No te preocupes, sólo bromeaba —respondió Hermione tratando de disimular —. Creo que no me caería mal algo de compañía.
Fred sonrió.
—Puedo ayudarte con eso.
Dicho esto, el joven agarró la silla más cercana y se sentó cómodamente.
Ambos se miraron por un segundo. Ahora, uno al frente del otro, era muy fácil olvidarse de todo lo que había pasado hacía unos días. Probablemente podrían sentarse a hablar sin problemas. Todo se sentía exactamente igual a como siempre había sido.
Todo era igual excepto por...
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Fred mirando la inmensa pila de papeles en la mesa.
Hermione negó con la cabeza.
—No es nada, estoy bien. Sólo estoy un poco, amm… Ocupada.
—¿Lanzando papeles?
Ante esto, la joven le dio un leve codazo.
—¡Auch!
—Haciendo mis deberes —respondió Hermione con firmeza —. No puedo permitirme tener un descuido sólo porque estamos de vacaciones.
—Bueno, por algo se les llama ''vacaciones'' ¿no? Pareciera que quieres enterrarte en este montón de libros.
Hermione se encogió de hombros.
—No sería la primera vez que lo hago.
—Eso no significa que esté bien —repuso Fred acercándose a ella —. Trabajas demasiado.
—Y tú trabajas muy poco.
Fred sonrió levemente.
—Touché.
Ella también le sonrió y tal vez fueran ideas suyas, pero de repente el ambiente se sentía mucho más tranquilo.
Era agradable.
—Así que… ¿Deberes?
—Bueno, no todos —respondió Hermione regresando a la realidad —. Estos son mis deberes de Historia de la Magia, estos son algunos de Pociones —ella le enseñó unas pilas de libros —, estas son lecturas pendientes del club. Estas son notas personales que tengo que revisar. Y estos son borradores para mi noveleta.
—Ah, ¿y no tienes tu testamento ahí de casualidad?
Hermione rió un poco al escuchar esto.
—Tal vez, quién sabe.
—No te ofendas, pero no mentí cuando dije que llevas más de quince minutos sin poder escribir nada. No creo que te esté haciendo bien.
Ella se encogió de hombros.
En el fondo sabía que sólo había hecho esto para distraer su ociosa cabeza. Sus sentimientos se salían de control cuando no tenía nada que hacer y por eso había decidido ocuparse de la forma que mejor conocía: los libros.
Aunque ahora que Fred estaba a su lado tampoco es que importara mucho.
—Vale, lo admito —dijo ella soltando un suspiro —. No he logrado escribir más de una línea, ¿contento?
Fred sonrió.
—Déjame adivinar, ¿bloqueo mental?
—No… Creo que es algo peor.
Por tu culpa
Ando distraída por tu culpa
Estás todo el tiempo en mi cabeza y simplemente no puedo pensar...
Pero no podía decir eso.
La joven levantó la mirada, posando rápidamente su vista en Fred. El muchacho se encontraba sentado con los brazos apoyados sobre la mesa y con una gran sonrisa en su rostro.
No era difícil ver cómo se había terminado enamorando de él. Fred Weasley reflejaba encanto por donde se le mirase, era una persona que brillaba por cuenta propia gracias a sus ideas. No por nada ella siempre había dicho que era como una estrella fugaz.
Lástima que ya no podía ver ninguna estrella...
Dios, ¿cómo alguien tan increíble había logrado lastimarla con tanta facilidad? Y lo peor es que ni siquiera había sido su culpa. Jamás podría ser su culpa. Ella había sido la que había caído enamorada como una tonta y...
Simplemente quería que todo volviera a la normalidad.
—Déjame adivinar otra vez, ¿se trata del baile de navidad? —preguntó Fred sacándola de sus pensamientos.
Hermione se paralizó ante la mención del dichoso evento y Fred no pudo evitar tomar este gesto como un sí.
—¡Con qué es eso!
—No es nada.
—¿Ah no? Cuéntame, ¿cómo te preparas para el baile? ¿No estás nerviosa?
—Ya quisieras —respondió Hermione apartando la mirada —. Simplemente me siento... Normal. No es nada del otro mundo.
Fred no terminaba de creerse eso.
No le agradaba la idea de que a Hermione le pareciera algo ''normal'' la idea de ir al baile. Por qué para él era diferente; muy diferente.
Para Fred, el baile era su oportunidad de obtener lo que más quería. Cambiar su destino y finalmente arreglar las cosas; si es que todo salía bien respecto a su plan.
Realmente soñaba con tener una oportunidad.
—Tus compañeras de cuarto no parecen pensar lo mismo —comentó Fred casualmente —. George y yo las escuchamos bastante emocionadas el otro día cuando pasamos por el pasillo.
Oh, cómo olvidarlo... Parvati y Lavender habían estado tan entusiasmadas cuando se enteraron de que iría al baile con Fred que pegaron un grito al cielo que fácilmente despertó a media sala común.
—Se podría decir que están algo emocionadas.
—¿Y tú no? —repuso Fred con curiosidad —. Porque yo si lo estoy, pienso que será divertido.
—Creo que emocionada no sería la palabra.
—¿Y cuál sería entonces? ¿Sorprendida? ¿Curiosa?... ¿Nerviosa?
Todas y cada una de esas.
Pero Hermione no se atrevió a decir eso, aún tenía algo de dignidad.
—Para nada —respondió ella finalmente —. Tengo todo bajo control.
—¿Todo?
Hermione asintió.
—Absolutamente todo.
Fred le miró incrédulo.
Vaya… Al parecer Hermione realmente no sentía nada respecto al baile, a diferencia de él.
O al menos eso pensó al inicio. Hasta que de un momento a otro Fred apartó la mirada de la joven y divisó un libro muy particular, justo al lado de la mano de Hermione.
—Un momento, ¿qué tienes ahí? —preguntó él.
—Nada —respondió Hermione enseguida, apartando el libro.
—¿Acaso eso es lo que pienso?
—¡Te dije que no es nada!
Pero Fred no le prestó la más mínima atención. Rápidamente se levantó y le quitó el libro de las manos, ignorando por completo las amenazas de Hermione.
No le tomó más de un segundo leer el título y comprender todo.
—¿No que no estabas nerviosa, eh? —preguntó Fred conteniendo la risa.
—¡No digas nada!
—¡No lo puedo creer! ¿Un libro sobre baile, Hermione?
Efectivamente, en sus manos Fred tenía un libro titulado nada más y nada menos que:
Un siglo de baile: el entrenamiento esencial.
Hermione Granger, la joven brillante que se jactaba de tener todo bajo control estaba leyendo un libro sobre bailes. Y no sólo eso, ahora que se fijaba había otros libros sobre etiqueta, eventos y demás en la mesa. Hermione estaba estudiando y preparándose para el evento de mañana.
Sobra decir que la muchacha sintió su alma desfallecer.
—¡¿Estoy nerviosa, ok!? No sé nada sobre… Esto. ¡Nada de nada! No quiero cometer un error, de por sí nunca he sido buena en las cosas prácticas como volar escoba, y ahora… ahora...
Y ahora iré al baile contigo sólo como amigos a pesar de que estoy enamorada de ti y me duele y… y...
Demonios, ¿por qué demonios tenía que pasarle esto ahora? Por esto mismo no había querido volver a hablar con él otra vez, hacía todo demasiado confuso para ella.
—Hermione, lo siento. Tranquila. Yo… Te entiendo.
—¿Me entiendes? —respondió ella molesta —. Tú eres Fred Weasley, tú nunca estás nervioso.
—Gracias por el halago, supongo —comentó Fred cruzándose de brazos —. Pero hey, todos estamos un poco nerviosos, jamás hemos tenido un baile en Hogwarts; no eres la única. Aunque sí reconozco que me siento algo ofendido. ¿Acaso se te olvidó que soy tu pareja de baile?
Hermione apartó la mirada, sintiendo como el calor subía lentamente a sus mejillas.
—Claro que no, eso ya lo sé.
—Pues al parecer no —respondió Fred —. Los libros no son siempre suficiente, eso ya lo sabes muy bien. Yo debería ser quien te ayude con eso.
—Simplemente no quería molestarte…
—A mí jamás me molestaría ayudarte —repuso él.
Fred dijo esto con completa seguridad.
Pasase lo que pasase, él siempre haría lo que fuera por ayudar a aquellos que le importaban.
Y Hermione le importaba.
No quería que ella estuviera aprendiendo por su cuenta, llenándose de preocupaciones. Después de todo lo que habían vivido, lo menos que podía hacer era ayudarla.
Y eso iba a hacer.
—Entonces tú… ¿Me enseñarás?
—La duda ofende —respondió Fred mientras se levantaba de su silla —. Ven, vamos. No hay tiempo que perder.
Ella miró a su alrededor, sintiendo el nerviosismo crecer en su cuerpo.
Era medianoche, así que la sala común estaba casi vacía. Sólo había unos pocos estudiantes sentados en los sofás al otro extremo de la sala, bastante lejos de ellos. La mayoría de las personas habían optado por acostarse temprano para estar listos para el baile de mañana. A diferencia de ellos dos.
Al final, Hermione no tuvo de otra que seguirle la corriente y levantarse también. En silencio ambos se apartaron a una esquina de la sala común.
Sobra decir que Hermione estaba temblando como un chihuahua.
—Ammm, ¿si sabes algo sobre esto?
—Por supuesto —respondió Fred con seguridad —. Mamá nos obligó a aprender todo sobre estas cosas durante nuestra infancia.
—Creí que a tu mamá no le importaban las antiguas costumbres sangre pura...
—Pues no, pero ella decía que las antiguas costumbres no tenían nada que ver con aprender modales y ser ''caballeros'' —comentó él haciendo unas comillas con sus manos —. Así que aquí estamos.
Por un instante Hermione se imaginó a un pequeño Fred Weasley aprendiendo lecciones de baile y etiqueta junto a sus hermanos mayores, seguramente nunca prestaba atención y se la pasaba molestando a Ron junto a George.
La imagen mental era ciertamente divertida.
—Ah, ¿así que en el fondo eres un caballero?
—El mejor de todos después de Bill —dijo Fred señalándose a sí mismo —. Así que deberías sentirte halagada, es un gran honor.
Hermione se llevó la mano al pecho dramáticamente.
—Oh no, qué presión. ¿Y ahora qué haré?
Ella decía esto en broma, por supuesto.
Aun así, a Fred no le tomó ni siquiera segundo extender su mano hacía ella con una mirada amable, como si no existiera ni una pizca de duda en su cuerpo.
—Pues… Tomar mi mano puede ser el primer paso.
Hermione miró la mano extendida frente a ella, sintiendo como su corazón latía con más y más fuerza.
Tal vez con demasiada fuerza.
¿Por qué haces esto?
No te entiendo, ya no lo puedo hacer
Tengo miedo, ¿y si las cosas salen mal?
La joven sacudió la cabeza, no tenía sentido pensarlo. No encontraría las respuestas que buscaba, así que sin decir más tomó la mano de Fred.
Sujetar su mano era… Era cálido y reconfortante, mucho más de lo que hubiera pensado.
Era como una especie de calmante para su caótica cabeza.
Con cuidado Fred le explicó todo lo que iban a practicar y lo que tenían que hacer; nada del otro mundo. O al menos así lo hacía parecer él: un paso al frente, uno al lado, luego un giro. Tampoco tenía que ser perfecto.
Al inicio Hermione no lograba entenderle y más de una vez le pisó el pie, pero aquella mano sujetándola lograba calmarla; pasara lo que pasara estaría bien. Sólo tenía que dejarse llevar.
—Un paso a la derecha primero. No un paso grande, sino uno más pequeño —le explicó Fred sin soltarla al mismo tiempo que ella seguía sus instrucciones —. Exactamente así, ¡perfecto!
—Lo haces ver tan fácil...
—El punto es fingir que sabes hacerlo hasta que en un momento te olvidas de que estás fingiendo.
Hermione rodó los ojos, aunque se le podía ver una pequeña sonrisa.
Poco a poco logró agarrarle el ritmo. Seguía siendo un poco extraño para ambos, pero se sentía… Natural. Sus manos encajaban perfectamente y podían seguirse el ritmo sin problemas. Rápidamente ambos se olvidaron del mundo a su alrededor.
Tal vez Fred tenía razón, tal vez sí estaban hechos el uno para el otro.
—¡Buen trabajo! —exclamó él después de un rato.
—Deja de mentirme. Esto es terrible, perdí la cuenta de cuántas veces te he pisado.
—¡Hey, estoy diciendo la verdad! Es tu primer intento y has podido seguirme el ritmo sin problemas. A diferencia de Ginny y Ron que no lo lograron hasta el tercer intento.
Hermione le miró sorprendida.
—¿Ayudaste también a Ginny y Ron?
—Hace unos años. Mamá no nos daba otra opción, los mayores teníamos que ayudar a los menores —comentó Fred para luego soltar un suspiro —. Aunque como pudiste ver, no sirvió de mucho en el caso de Ron...
—Eso no fue muy amable —respondió ella frunciendo levemente el ceño.
Fred se encogió de hombros.
—Bueno, nunca dije que lo fuera.
—No, no lo dijiste, pero… Realmente lo eres. Mucho más de lo que piensas.
Fred sintió su corazón detenerse por un momento.
Las palabras de la joven resonaron varias veces en su cabeza. Mejor persona de lo que él pensaba… Sus palabras sonaban reconfortantes, como un consuelo que siempre había estado esperando.
No fue hasta segundos después que lo comprendió.
George y tú no están pretendiendo ser buenas personas —había dicho Hermione hacía un tiempo ya —. Tú... Tú eres genuinamente una buena persona. Una de las mejores personas que he conocido.
Poco a poco una sonrisa se dibujó en sus labios.
Aún recordaba lo frustrado que se había sentido en aquel momento y cómo de un momento a otro todo pareció calmarse gracias a sus palabras. Siempre se había esforzado en hacer sonreír a las personas a su alrededor, pero era la primera vez que alguien le hacía sonreír a él de esa forma. Tanto en ese momento como ahora.
Era… Era agradable. Quería seguir sintiendo esto, quería seguir amando. Pasase lo que pasase, no quería echarse atrás.
—¿De verdad lo piensas? —preguntó Fred mirándola a los ojos —. ¿De verdad piensas que soy una de las mejores personas que has conocido?
Ella asintió, sintiendo como el calor subía a sus mejillas.
—Por supuesto.
De repente, cualquier sensación de inseguridad desapareció de su cuerpo.
De por sí la situación en la que estaba, tan cerca del uno del otro, sólo ellos dos, era… Era demasiado para él.
Al diablo el plan, y al diablo el miedo. De nada servía seguir posponiéndolo.
Por un momento quería permitirse soñar. Tal vez tuvieran una oportunidad.
—Hermione, mira. El baile es mañana y sólo quería decirte que…
¡CLASH!
Enseguida ambos se voltearon alarmados por el ruido.
A unos metros de ellos se encontraban Harry y Ron, quienes estaban semi cubiertos por la capa de invisibilidad y con una bolsa de comida derramada en el suelo.
Tremendo par de inoportunos…
—¿Hermione? ¿Fred? —preguntaron Harry y Ron apenas los vieron.
—¿Harry? ¿Ron? —dijo Hermione sin creérselo.
Fred se cubrió el rostro con sus manos intentando contener su frustración.
—Ay no puede ser…
—¿Qué hacen despiertos? —preguntó Harry con curiosidad.
—Eso deberíamos preguntarles a ustedes, ¿no? —repuso Fred bastante molesto —. Al parecer vienen de afuera, en medio de la noche. Nosotros al menos estábamos aquí en la sala común.
—Bueno... Ya sabes, sólo salimos a buscar algo de comida —respondió Ron tratando de disimular —. Nada del otro mundo.
Hermione sintió sus mejillas arder de la rabia al escuchar esto.
—¿Fueron a pedirle comida a los elfos domésticos cuando les he dicho más de mil veces que ellos se encuentran trabajando en condiciones inapropiadas y que no es correcto aprovecharse de su gentileza?
—Pues...
—¡Ron!
—¡Ok, tal vez no fue una buena idea! —admitió Ron.
—¿¡Buena idea!? Estamos hablando de derechos-
—Hermione, tranquila —dijo Fred tratando de intervenir. A pesar de lo molesto que estaba, no quería ver como Hermione terminaba asesinando a su hermano —. Creo que lo mejor es que todos nos vayamos a dormir.
—Pero-
Fred colocó su mano sobre su hombro, mientras le miraba con gentileza.
Una parte de él no podía evitar sentirse algo triste. Si tan sólo no los hubieran interrumpido, tal vez él...
—El baile es mañana, ¿no? —continuó diciendo Fred —. Y ya es algo tarde, creo que todos necesitamos descansar, especialmente nosotros.
Poco a poco, la mirada de la joven se relajó, y finalmente no le quedó de otra que soltar un suspiro.
Un amargo suspiro.
—Sí, tienes razón… —admitió ella para después mirar a sus amigos —. Supongo que lo mejor es irnos a dormir, ¿no?
Dicho esto, con un movimiento rápido de su varita Hermione guardó todos sus libros en su bolso y se encaminó hacia las escaleras.
Sólo por un instante se detuvo a mirar a Fred, y sólo ese momento fue más que suficiente para que una sonrisa triste se dibujara en sus labios. Gesto al cual Fred respondió con lo mismo.
Realmente era tan frustrante...
—Amm, ¿qué fue eso? —preguntó Ron apenas Hermione acababa de irse.
Pudo haberlo sido todo, pero gracias a ustedes, nos quedamos en nada
Pero ya no tenía sentido pensarlo, no era bueno para él. De todas formas el baile de navidad era mañana, aún tenía algo de tiempo.
Sólo esperaba que un error como este no volviera a pasar.
—Eso, querido hermano, es algo que no te incumbe —respondió él negando con la cabeza —. Ahora si me disculpan, nos vemos mañana chicos.
Y sin decir más, Fred se fue. No sin antes preguntarse, una y otra vez, qué pudo haber pasado si él hubiera sido más rápido.
Siquiera un poco más rápido.
Ains, se siente lindo regresar.
¿Me creen si les digo que tenía este capitulo listo desde hacía semana y media? No me maten, pero a pesar de tenerlo listo no estaba conforme, seguía corrigiendolo y corrigiendolo, pero tampoco puedo atascarme de esta forma. Si no lo publicaba no iba a poder trabajar en el siguiente capitulo, y realmente estoy entusiasmada con el siguiente capitulo.
Fred no tardó en darse cuenta de lo que siente, de hecho, el capitulo empieza con eso jaja aunque no todo es tan fácil como parece. Hermione quedó bastante herida después de las palabras de la última vez y Fred quiere compensarlo haciendo algo en el baile. Ninguno de ellos esperaba encontrarse antes del baile y luego sucedió esto... Espero que ninguna se haya querido matar con la conclusión de este capitulo jaja ya casi llegamos a lo bueno
Espero que les haya gustado, o al menos sacado una sonrisa o un aawww. No olviden decirme su opinión, si quieren claro.
Besooos!
