De todas las cosas que Fred hubiera esperado al momento de confesarse, jamás habría esperado recibir un golpe en la cara.

Ok, en defensa de Hermione. El golpe había sido accidental y él llevaba más de cinco minutos jalándola por los pasillos de Hogwarts reteniéndola en contra de su voluntad, así que se lo merecía.

Les tomó un rato y muchas miradas por parte de sus compañeros en los pasillos, pero finalmente ambos llegaron a las afueras de Hogwarts y Hermione no daba para más.

—¡Por un demonio, suéltame Fred!

—¡Ya bueno bueno! ¡Te suelto! —exclamó Fred dejándola ir —. ¿¡Qué te pasa!?

—¿¡Qué que me pasa!? —preguntó ella indignada —. ¡Si me vas a rechazar sólo tenías que decirlo! ¡No hace falta que me saques de ahí para ahorrarte el problema!

—¿¡Rechazarte!? —exclamó Fred incrédulo.

—¿¡Eso ibas a hacer, no!?

—¡Claro que no!

—¿¡Entonces!? Un momento... ¿Cómo que no?

Ahora ninguno sabía qué decir.

Aunque siendo honestos, Fred quería golpearse contra una pared.

Él simplemente había decidido sacar a Hermione de ahí porque pensó que sería mejor que lo que sea que fuesen a hablar lo hicieran afuera. De por sí la joven parecía estar al borde de un colapso y lo que menos quería es que ella perdiera la noción de sí en medio de la pista de baile.

Pero gracias a eso ahora Hermione estaba pensando que él no la quería, cosa que estaba totalmente alejada de la realidad.

Dios, ¿cómo todo había salido tan mal?

—Por supuesto que no lo haría —respondió Fred mirándole a los ojos —. ¡Jamás haría algo como eso Hermione!

Jamás podría rechazarte… Mucho menos lastimarte.

Ante esto, ella abrió la boca, luego la cerró y finalmente la volvió a abrir.

Sobra decir que aún estaba procesando la situación.

—No… No puede ser…

Hermione miró a su alrededor.

Se encontraban en las afueras de Hogwarts, donde lo único que se podía ver era la nieve y el cielo nocturno. No había nadie a la vista y si se concentraba lo suficiente fácilmente podía escuchar los latidos de su propio corazón.

Y Fred…

Fred le miraba preocupado, genuinamente preocupado por ella.

De todas las cosas que Fred hubiera esperado al momento de confesarse, jamás habría esperado recibir un golpe en la cara.

Ok, en defensa de Hermione. El golpe había sido accidental y él llevaba más de cinco minutos jalándola por los pasillos de Hogwarts reteniéndola en contra de su voluntad, así que se lo merecía.

Les tomó un rato y muchas miradas por parte de sus compañeros en los pasillos, pero finalmente ambos llegaron a las afueras de Hogwarts y Hermione no daba para más.

—¡Por un demonio, suéltame Fred!

—¡Ya bueno bueno! ¡Te suelto! —exclamó Fred dejándola ir —. ¿¡Qué te pasa!?

—¿¡Qué que me pasa!? —preguntó ella indignada —. ¡Si me vas a rechazar sólo tenías que decirlo! ¡No hace falta que me saques de ahí para ahorrarte el problema!

—¿¡Rechazarte!? —exclamó Fred incrédulo.

—¿¡Eso ibas a hacer, no!?

—¡Claro que no!

—¿¡Entonces!? Un momento... ¿Cómo que no?

Ahora ninguno sabía qué decir.

Aunque siendo honestos, Fred quería golpearse contra una pared.

Él simplemente había decidido sacar a Hermione de ahí porque pensó que sería mejor que lo que sea que fuesen a hablar lo hicieran afuera. De por sí la joven parecía estar al borde de un colapso y lo que menos quería es que ella perdiera la noción de sí en medio de la pista de baile.

Pero gracias a eso ahora Hermione estaba pensando que él no la quería, cosa que estaba totalmente alejada de la realidad.

Dios, ¿cómo todo había salido tan mal?

—Por supuesto que no lo haría —respondió Fred mirándole a los ojos —. ¡Jamás haría algo como eso Hermione!

Ante esto, ella abrió la boca, luego la cerró y finalmente la volvió a abrir.

—No... No puede ser...

Hermione miró a su alrededor.

Se encontraban en las afueras de Hogwarts, donde lo único que se podía ver era la nieve y el cielo nocturno. No había nadie a la vista y si se concentraba lo suficiente fácilmente podía escuchar los latidos de su propio corazón.

Y Fred...

Fred le miraba preocupado, genuinamente preocupado por ella.

Hasta ahora no se había fijado, pero desde que salieron del Gran Comedor él había sujetado su mano para retenerla y no la había soltado, ni siquiera ahora.

En medio de la noche y el frío invernal, lo único que ella podía sentir... Era la mano cálida de Fred sobre la suya.

Lo cual quería decir qué...

Oh, por el amor a Merlín

—Yo pensé... —empezó a balbucear ella —. Como no me dejaste terminar de hablar... Y me sacaste a jalones de ahí... P-pensé que... Yo...

De un momento a otro, cualquier rastro de seguridad desapareció del cuerpo de Hermione.

Esto quería decir que Fred sentía lo mismo que ella, ¿no? Era... Era un milagro. Y sabía muy bien que debería estar feliz, ¡al final sí había sido correspondida!

Pero siendo honestos, lo único que podía sentir ahora era una inmensa vergüenza. Incluso había golpeado a Fred en el rostro (por accidente, pero aun así...) Eran demasiadas cosas por procesar. Su corazón estaba a punto de estallar y apenas podía mantenerse de pie. Así que lo mejor que se le ocurrió fue cubrirse el rostro con una de sus manos y sentarse en una banca que estaba justo al lado. Cosa que Fred ni siquiera replicó.

Mejor que alguien me mate...

De esta forma, por varios minutos reinó el silencio.

Hermione seguía sentada cubriéndose el rostro y Fred aprovechó el momento para sentarse junto a ella aún sujetando su mano. Sabía que Hermione estaba demasiado abrumada con sus emociones, y lo mejor era dejarla respirar por unos segundos.

No fue hasta unos minutos después que Fred decidió romper el silencio.

—Tú... ¿De verdad pensabas que te iba a rechazar?

—Mejor ni me hables —respondió ella tajantemente —. Yo... Quiero que me trague la tierra.

Fred rio un poco ante esto.

La joven seguía negándose a verlo, pero él no estaba ciego. Podía notar que su rostro estaba rojo como un tomate, además de que seguía sin soltar su mano. Era una buena señal. Hermione sujetaba su mano porque lo quería a él. A Fred Weasley.

—De verdad que tienes una imaginación increíble —empezó a decir Fred para romper el hielo —. No tengo duda de que serás una gran escritora algún día.

Nada.

—Incluso te preparé una sorpresa, junto a George y Lee. Era algo que pensé que te gustaría.

Nada

Hermione seguía sin responder.

—¿Sabes? Me imaginé muchas veces este momento. Incluso ensayé mis palabras con Lee, y aun así, jamás pensé que pasaría esto.

Finalmente, la joven levantó la mirada.

Su rostro estaba completamente rojo y el maquillaje había empezado a desvanecerse tras tanto forcejeo, incluso se podían ver varios mechones de cabello despeinado cayendo sobre su rostro.

Y aun así... Fred pensó que Hermione jamás se había visto tan linda en su vida.

—¿Y qué pensabas que pasaría? —preguntó ella en voz baja.

—No lo sé, que correrías a mis brazos —comentó él casualmente —. O que al menos me mirarías a los ojos, ¿no crees?

Hermione rió levemente ante el chiste y enseguida Fred se sintió mucho mejor.

Después de tanto alboroto, no había cosa mejor que escucharla reír.

—Lo siento —respondió ella recobrando la compostura al fin —. Es que después de todo lo que pasó pensé que tú... Entonces, ¿es en serio lo que dices?

—¿Aún sigues dudándolo?

Fred frunció levemente el ceño.

Siendo honestos, aún le ofendía un poco que dudaran de él. Sobre todo cuando se había esforzado tanto. Habían pasado muchas cosas juntos y no había persona que quisiera más que a ella, ¿acaso no era obvio?

Él estaba seguro de ello. Sabía que nunca había sido más honesto en su vida, y justo ahora...

Lo iba a demostrar.

—Hermione, por supuesto que no te rechazaría. Eres... Eres alguien importante para mí —repuso Fred posando su mirada en ella —. Me haces sentir que soy mucho más que un bromista, o el gemelo de George, o un simple muchacho luchando por un sueño. Tú crees en mí, y gracias a eso siento que puedo hacer cosas que antes... Hubieran sido de algo estoy seguro es nunca me siento tanto como mi mismo que cuando estoy contigo, y eso es porque amo estar contigo —el joven dijo esto sujetando su mano con más fuerza —. No lo cambiaría por nada en el mundo.

Uno...

Dos...

Tres...

El mundo pareció detenerse.

Ni siquiera Fred podía creer lo que acababa de decir. Tal vez estaba soñando, de por sí nunca había sido muy bueno con las palabras, pero al parecer pasar tiempo con Hermione había dado sus frutos.

No obstante, era cierto. No había momentos que disfrutara más que aquellos que pasaban juntos. Aquellas tardes dónde ambos conversaban durante horas sobre nuevas ideas y proyectos; donde sólo eran ellas dos, soñando sobre todo lo que podrían hacer.

Era algo más que sencillo, pero le hacía feliz. Demasiado feliz.

De hecho, lo único que necesitaba era su compañía para ser feliz.

Sólo necesito eso, ¿acaso crees que podremos tenerlo?

—¿Nada en el mundo? —preguntó finalmente ella.

Fred asintió.

—Nada en el mundo, de verdad Hermione.

Después de aquello no se escuchó otra cosa más que el silencio del viento invernal y la nieve cayendo lentamente.

Hermione no podía terminar de creérselo.

Todo este tiempo había estado tan asustada, imaginándose escenarios catastróficos en su mente, y finalmente... Estaba aquí, con Fred sujetando su mano y diciéndole que la quería.

Bump bump... Bump bump...

Era... Era un milagro. Era tan bueno que hasta quería llorar.

De hecho, Hermione ahora estaba usando todo su autocontrol para no llorar de la felicidad.

—Pensé que era imposible —murmuró ella más para sí misma qué otra cosa —. Todo este tiempo, yo... Ni siquiera me permití soñar con la idea.

—¿Por qué? ¿Por qué piensas que era tan imposible? No lo entiendo.

Hermione ahogó un suspiro.

Podía notar que Fred estaba algo herido, y no podía culparlo. El muchacho había sido honesto con ella y ella a cambio había dudado de él debido a sus propias inseguridades.

Pero si de algo estaba segura es de que no había alguien que quisiera más que a él.

Nadie...

Y tal vez ya era momento de que finalmente dijera todo lo que sentía.

A fin de cuentas, Fred seguía sujetando su mano y no pensaba soltarla en ningún momento.

—Porque... Porque siempre has sido tan inalcanzable para mí —comentó ella posando su mirada en las estrellas del cielo —. Sé que suena tonto, pero debes entender... Desde hace años siempre he hecho lo que la gente espera de mí; era fácil, era cómodo. Pero luego te vi y tú... Eras diferente. Eres diferente. No te conformas con el mundo a tu alrededor, lo cambias a tu gusto. Y lo haces de una forma tan increíble con cosas que yo jamás podría hacer... Verte sonreír es como ver una estrella, ¿cómo podría yo compararme con eso?

Verte sonreír es como ver una estrella

¿Sabes siquiera lo que eso significa?

Ahora Hermione podía sentir como su corazón se aceleraba más y más cada segundo. Aún no terminaba de creer que realmente había dicho todo eso de un sólo jalón, ¿de verdad esa había sido ella?

Pero... ¿Por qué Fred no estaba diciendo nada? ¿Y si había dicho demasiado? ¿Y si...?

—Pues tú... Eres eso para mí.

—¿Uh?

—Hermione —repitió Fred mientras la miraba amablemente —. Eres la persona que creyó en mí y me apoyó cuando todos los demás simplemente miraban. Me ayudaste con mi proyecto sin pedir nada a cambio, me acompañaste durante noches trabajando y trabajando, ¡incluso me viste al borde del llanto cuándo llegó la vociferadora de mamá! El mundo podrá cambiar, pero tú... Tú siempre estarás ahí, ¿verdad?

Tú siempre estarás ahí, ¿verdad?

La pregunta parecía sencilla, pero en ella se escondía la respuesta a todas sus dudas y problemas. El mundo podría cambiar, siempre estaría cambiando; pero lo importante era que ellos siempre se mantendrían de pie.

Siempre, pasase lo que pasase.

—Por supuesto.

—Entonces... Eso nos debería bastar, ¿no crees?

Dicho esto, una sonrisa se dibujó en los labios de Fred.

Y Hermione no pudo aguantarlo más.

Con todo el impulso que tenía se abalanzó sobre él y lo abrazó con todas sus fuerzas; envolviéndose con su cuerpo, su aroma y su esencia. Todo mientras sentía como su corazón latía por mil.

Fred no tardó ni un segundo en corresponder el abrazo con más fuerza. Incluso aprovechó el momento para acariciarle algunos mechones de pelo, cosa que no hizo más que hacerla feliz.

Demasiado feliz.

—Te quiero tanto —murmuró Hermione en medio del abrazo —. Lamento no haberte creído. Yo... Aún siento que estoy soñando.

Fred sonrió pícaramente.

—¿Tú crees que si fuera un sueño yo haría esto?

Antes de que Hermione pudiera decir algo, Fred aprovechó la oportunidad y se apartó un segundo para darle un delicado pero rápido beso en los labios a ella.

Fue corto y Hermione apenas tuvo tiempo de procesarlo, pero el simple contacto fue más que suficiente para hacer que casi se desmaye.

Después de todo, ese había sido su primer beso.

—¡Hey! ¿¡Acaso acabas de...!?

Fred soltó una risotada.

—Diría que lo siento, pero eso sería una mentira —dijo él sin dejar de sonreír —. Llevo un tiempo esperando hacer eso.

Sobra decir que Hermione no terminaba de reaccionar.

Parecía que su cuerpo se hubiera detenido de un momento a otro. Al punto que Fred empezó a asustarse.

—Hey, ¿estás bien?

—No, creo que me voy a desmayar —respondió Hermione ocultando su rostro en el pecho de Fred —. Auxilio.

—Y luego yo soy el dramático...

Hermione apartó el rostro del pecho de Fred, aunque sólo lo suficiente para poder hablar con normalidad.

En el fondo, no quería separarse de él... Ambos estaban abrazados. Fred la estaba sujetando con sus brazos y Hermione jamás se había sentido tan feliz y tranquila en su vida.

La simple presencia de Fred era...

Era demasiado para ella.

Los brazos de Fred se sentían cómodos; como una especie de refugio. La hacían sentir segura y en paz. Encajaban perfectamente con los de ella, cómo si estuvieran hechos el uno al otro.

Simplemente quería abrazarlo por siempre.

—Creo que ambos somos unos dramáticos —comentó Hermione.

—Tal vez. Y por eso somos el uno para el otro.

Ante esto, Hermione apartó un poco más su rostro.

Ahora podía ver con detenimiento a Fred. Ante la luz de la luna podía distinguir su cabello pelirrojo despeinado, sus numerosas pecas y sobre todo su sonrisa.

Aquella sonrisa que amaba más que nada...

La joven sintió su corazón detenerse por un instante. Había visto el rostro de Fred miles de veces, conocía cada parte de él. Aun así, esta vez se sentía diferente, se sentía como... Como...

Cómo si pudiera besarlo.

Y eso hizo.

Sin decir nada, la joven unió sus labios con los suyos en un beso.

Y esta vez, todo se sintió muy diferente.

Su anterior beso había sido un beso de pico extremadamente rápido, como una estrella fugaz que aparecía y desaparecía al instante. Muy intenso, sí. Pero efímero y sin movimiento alguno. Sin embargo, esta vez...

Se sentía como fuegos artificiales, como una celebración eterna. Miles de sensaciones al mismo tiempo, cada una más intensa que la otra.

¿Cómo era posible?

Por supuesto, Fred no tardó ni un segundo en jalarla hacía él y corresponderle el beso y ahora que ambos sentían que iban a explotar.

Al inicio a Hermione le costó un poco acoplarse, pero luego simplemente se dejó llevar. Con Fred guiándola era fácil... Demasiado fácil. Sólo tenía que dejarse llevar por el sinfín de sensaciones que estaba sintiendo su cuerpo.

Así pasaron unos pocos segundos, y no fue gracias al frío de la noche que ambos se separaron.

Sobra decir que Fred estaba más que encantado.

—Nada mal, ¿eh?

Hermione apartó la mirada con vergüenza.

—No arruines el momento.

—Aaaww, yo también te quiero.

—Tonto... —murmuró ella mirándole con una leve sonrisa —. ¿Sabes? No puedo creer que nos tomara tanto tiempo darnos cuenta de esto.

—Supongo que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

—Ah, ¿ahora eres poeta?

—De alguna forma tengo que ayudarte con tu sueño de escribir, ¿no?

—Woao, muchas gracias.

Ante esto, a ambos se les escapó una pequeña risa. La risa más feliz que ambos habían compartido en sus vidas.

Fred no podía creerlo, estaban juntos al fin... Estaba más que feliz.

Sin duda, nada podía arruinar un momento como este.

—Así que... ¿Estabas preparando una sorpresa para mí?

Oh...

Tal vez había hablado demasiado pronto.

Cómo olvidarlo... Al inicio cuando Hermione aún no se atrevía a mirarlo él había mencionado lo de la sorpresa, ¿no? Y por supuesto que la joven no iba a dejar escapar el tema, Hermione siempre había sido así.

Bueno, de nada servía negarlo.

Después de todo George, Lee y él habían trabajado muy duro en la idea.

Sólo esperaba que saliera bien.

—Bueno, sí. Sólo es un detalle, supongo —reconoció Fred como si nada —. George y Lee habían propuesto algo mucho más extravagante. Fuegos artificiales ultravioleta y quién sabe qué más, peeero te conozco y sé que eso te habría espantado.

Hermione asintió.

—Bastante.

—Exacto, así que pensé en otra cosa... Algo que te acompañara y te alegrara. Me tomó bastante tiempo, pero luego pensé que no hay cosa que te guste más que, bueno, esto.

Y sin decir más, Fred metió la mano en su bolsillo y sacó...

¿Un collar? ¿Acaso Fred le estaba regalando un collar?

Hermione se detuvo a verlo un segundo.

Esperen, había algo más...

Sí, era un collar plateado. Pero ahora se daba cuenta que lo especial no era el collar, sino el dije. El collar tenía un dije en forma de esfera con lo que parecía ser el cielo nocturno en su interior: la luna, estrellas y demás cuerpos celestes. Todos agrupados y moviéndose libremente dentro de la esfera como si tuvieran vida propia.

Era...

Era exactamente como ver su caja musical...

—Esto es... —murmuró Hermione observando el objeto detalladamente.

—¿Hermione?

—Es demasiado lindo...

Fred sonrió dulcemente.

—Y eso no es todo —comentó él —. Ahora frótalo para que veas.

¿Frotarlo?

Con cuidado, Hermione colocó sus manos sobre el dije del collar y lo frotó lentamente.

Para su sorpresa, la imagen del cielo estrellado dentro del dije empezó a crecer más y más. Cómo si estuviera saliendo de su recipiente y se convirtiera en una...

—Una ilusión...

Efectivamente, ahora Hermione miraba a su alrededor y lo único que podía ver era una ilusión tamaño real del cielo nocturno. La misma que el collar le había mostrado hacía unos segundos, pero en la vida real. Justo frente a sus ojos.

Era como si ella estuviera en medio del espacio... Cómo si tuviera su propio proyector nocturno, pero mil veces mejor.

Las estrellas al brillar...

A tu amor habrá llegar

Y para siempre con su luz

Tus sueños verás hacer realidad

Tal vez fueran ideas suyas, pero Hermione podía jurar que justo en ese momento podía escuchar la canción y melodía de su caja musical.

Exactamente la misma música.

La joven se quedó anonadada por un segundo. O tal vez un minuto, o una hora. Ya no lo sabía y mucho menos le importaba.

Sus sueños...

La ilusión era increíble. A su alrededor podía ver cómo una estrella fugaz pasaba cerca de la constelación de Orión. Al mismo tiempo, podía admirar como una nebulosa oscilaba cerca de la tierra.

Era tan hermoso...

Hermione se volteó a ver a Fred, quien la observaba con una gran sonrisa.

Verte sonreír es como ver una estrella...

Después de todo este tiempo, finalmente podía ver las estrellas otra vez. Y no sólo unas pocas, sino miles. Millones de ellas.

Pero la más importante de ellas, estaba ahí frente a sus ojos.

—Las estrellas... —murmuró Hermione mirando todo a su alrededor con una sonrisa en su rostro —. Puedo ver las estrellas otra vez...

—¿Uh?

—Que puedo ver las estrellas otra vez —repitió ella aunque sabía que él no podría entenderle. Tal vez otro día se lo explicaría, pero no hoy —. Pensé que no podría hacerlo de nuevo... Gracias Fred.

Hermione dijo esto último con la sonrisa más honesta que había mostrado en su vida, y aunque Fred no entendía del todo lo que trataba de decir, sabía que esa sonrisa era respuesta más que suficiente.

Su felicidad era más que suficiente.

—Aunque no es gratis. El regalo viene con una condición —dijo Fred de la nada.

—¿Condición?

—Ajá —afirmó él frotando el collar otra vez y haciendo que la ilusión de las estrellas desaparecieran —. Quiero que siempre que las mires estés sonriendo, ¿entendido?

La sonrisa en los labios de Hermione no hizo más que crecer. Al mismo tiempo que una sensación cálida crecía en su pecho.

Por supuesto que esa sería la condición de Fred...

No esperaría menos de él.

—¿Siempre? —preguntó Hermione.

—Sin excepciones.

—¿Ninguna? —respondió ella cruzándose de brazos —. Vaya, a veces eres un dolor de cabeza, ¿lo sabes no?

—Tal vez. Pero ahora seré tu dolor de cabeza —respondió él inclinándose sobre ella —. Un encantador y adorable dolor de cabeza.

—¿Adorable? Ya quisieras.

Ouch. ¿Ves como me hieres? Apenas estamos empezando y ya me has roto el corazón.

Hermione rodó los ojos, aunque no estaba en lo absoluto molesta.

—¿Nunca te cansas de ser dramático?

—Tengo que hacer algo para encontrarle algo de sazón a la vida —respondió Fred encogiéndose de hombros —. ¿Algo más que quieras sacarme en cara?

—Bueno, eres perezoso.

—Sólo a veces.

—Terco.

—En mi defensa: tú también lo eres.

—Y a veces me vuelves loca.

—¿Sólo a veces?

—¡Y nunca te tomas nada en serio! —exclamó Hermione.

—Pero así me quieres.

Hermione sonrió dulcemente.

No tenía sentido negarlo. Fred podría tener todos los defectos del mundo y a ella no le importaría, porque Fred era Fred y no había nadie más especial que él.

Sólo él podía hacerle feliz de un momento a otro.

Sólo él había creído en ella cuando nadie más no.

Y por todo eso y más, siempre estaría junto a él.

—Pero así te quiero —repitió ella dejándose llevar por sus sentimientos —. Y mucho. Más que nada en este mundo. Creo que es el mejor regalo que alguien ha podido darme.

—¿Un collar?

Ella negó con la cabeza.

—Que creyeras en mí.

Fred sujetó su mano, como si con el simple tacto pudiera transmitir lo que pensaba.

Eso sería más que suficiente.

—En nosotros, querida Hermione.

Todos merecemos a alguien que crea en nosotros.

Cree en ti...

Cree en lo que haces

Y cree en lo que vales.

—Oh mi Dios, mira lo tarde que es —exclamó Hermione dándose cuenta de la hora —. ¡El baile! ¡Nos lo hemos perdido casi por completo!

Fred miró el reloj que tenía en la muñeca.

Woao, realmente se habían dejado llevar. Era bastante tarde, y eso que cuando estaban bailando el evento apenas había comenzado.

—Creo que aún tenemos tiempo —comentó Fred acomodándose el cabello rápidamente —. Aunque tendremos que correr. ¿Te parece una carrera?

—¿Carrera?

—No creas que va a ser como la otra vez, esta vez pienso ganar.

Hermione sonrió ante el reto.

Cómo olvidarlo, ambos habían hecho una carrera en medio de la noche para ver quién llegaba antes a los dormitorios y tratar de evitar un castigo.

Habían pasado ya dos meses desde aquel momento, y ahora estaban aquí... Misma situación, mismo lugar. Lo único diferente era el sentimiento.

—Ya quisieras —dijo Hermione poniéndose en marcha sin siquiera esperar a que él arrancara —. ¡Alcánzame si puedes, lento!

—¡Hey, eso no es justo!

—¡Deja de llorar y apresúrate!

Y sin decir más, ambos se fueron corriendo entre bromas y risas, olvidándose de todo el mundo a su alrededor.

Sólo eran ellos dos...

Y no había ningún sentimiento que se le comparara.


¡AL FIN!

Sólo me tomó 50.000 palabras, pero al fin lo logré. Fred y Hermione están juntos y felices, después de tanto tiempo. Reconozco que este capitulo es probablemente el más fluff/cursi/rosa que he escrito, pero la verdad es que ese es el tipo de historias que me gustan y yo escribo lo que me gusta asjkajsakl espero que nadie haya vomitado arcoiris ni nada jaja

En lo que respecta lo demás, este no es el final. Estimo que aun quedan dos capitulos más para terminar de acomodar ciertas cosas y que ambos muestren su relación a los demás, pero en sí Creo En Ti se acerca a la recta final y me siento rara. Quiero que termine pero a la vez no, no se si se entiende aasksjasasa

De resto, espero que les haya gustado. No olviden decirme que les pareció, ¡al fin hubo beso! eso es un logro, ¿no? y se vienen otras cosas más, así que ahí nos veremos.

Muchas gracias por leer!