RESCATA MI CORAZÓN

Capítulo 1: "Nueva Vida"

-Llegué… - Murmuró la joven de 12 años, soltando un suspiro. Su cabello era lacio de color castaño claro, sus ojos de color grisáceo azulado, su tez ligeramente bronceada. El viento movió con sutileza sus cabello largo y suelto, al igual que su falda de tablones color lila. - Bahía Aventura. - Dijo para sí misma, bajando del autobús en el que había llegado, quedando frente a la ciudad.

La calma en la ciudad se quebró en unos segundos, cuando una explosión se escuchó en un local cercano, llamando su atención. La castaña tomó sus maletas y comenzó a caminar lo más rápido que podía hacia el lugar, interesada en saber qué había sucedido.

Un grito salió de sus labios cuando vio repentinamente a un coche patrulla a punto de golpearla, pero se había detenido justo a tiempo. Seguido a eso, un cachorro que conducía se asomó a verla, asegurándose de que estuviera bien.

-¡Lo siento, no te había visto! - Se disculpó el cachorro. -¿Estás bien? -

La joven asintió lentamente, procesando lo que veía… ¡¿Un perro policía conduciendo?!

-¡Perdona, tengo prisa, te compensaré después! - Exclamó el cachorro, regresando al volante para esquivar a la joven y seguir con su camino hacia el restaurante donde se había escuchado aquella explosión.

-¿Exactamente qué fue eso…? - Se preguntó a sí misma, sacudiendo la cabeza para regresar a la realidad. Sacó su celular y revisó su ubicación, activando las indicaciones para llegar a su destino caminando.

Su nuevo hogar se encontraba en la esquina de una calle, casi frente a lo que parecía ser un spa para mascotas. Sacó las llaves que había encontrado entre las pertenencias de su madre y abrió con cierto nerviosismo la puerta. Esta sería su nueva casa a partir de ahora. Soltó un suspiro antes de abrir lentamente la puerta, intentó encender la luz, pero parecía no haber suministro eléctrico, "quizá no lo han activado" pensó, después de todo, su madre había comprado esa casa apenas unas semanas atrás y no se habían mudado. Sacó una pequeña libreta de su mochila, una pluma y comenzó a hacer anotaciones.

PENDIENTES

-Hablar con el alcalde o alcaldesa de la ciudad para presentarme.

-Solicitar ayuda con el suministro eléctrico.

Guardó todo de nuevo en su lugar y entró en la casa. Era algo espaciosa para ella sola, pero era normal, su madre la había elegido pensando en las dos. Iniciaba en una pequeña sala, en el centro un comedor y al fondo la cocina. Había un pequeño pasillo que desembocaba en tres puertas: la primera era un baño, y en cada extremo del pasillo al fondo se encontraban las dos habitaciones. Cada una tenía una recámara individual y un closet, el baño incluía una cortina y el resto de la casa tenía los muebles básicos para empezar: un refrigerador mediano, una alacena, una estufa, una mesa de 4 sillas, un sofá individual, un sofá de 3 personas y una pequeña mesita. De igual manera había una televisión pequeña sobre un mueble frente a la sala, aunque no podía comprobar si funcionaba o no debido a la falta de electricidad.

-Bueno, supongo que deberé ir de una vez, antes de que oscurezca. - Dijo para sí misma, dejando sus maletas en una de las habitaciones.

Se colocó nuevamente su mochila en la espalda y salió de la casa, cerrando con seguro. Buscó en su celular la ubicación del ayuntamiento, caminando hacia allá siguiendo al pie de la letra las indicaciones para no perderse.

El ayuntamiento tenía un hermoso jardín frontal, dónde destacaban dos estatuas de oro: una de un hombre mayor que, según la inscripción de la placa, decía ser el fundador de Bahía Aventura. La segunda era de una gallina, algo que la dejó con muchas dudas en su mente. Siguió caminando hacia el interior del edificio, intentando encontrar alguna señal de dónde podía encontrar al mayor de la ciudad.

Perdida entre los pasillos, se encontró con una mujer de tez morena y atuendo formal de tonalidades azules. Decidió preguntar por indicaciones, así que rápidamente alcanzó a la señora y tocó suavemente su brazo, llamando su atención.

-Disculpe, señora. - Dijo la joven, mirando la dulce expresión de la mujer.

-¿Sí? ¿En qué puedo ayudarte? - Preguntó amablemente, girándose a verla.

-Me llamo Rinslet, soy nueva en la ciudad y me gustaría hablar con la persona a cargo. - Explicó la joven, guardando su celular por respeto, su madre siempre le había dicho que era de mala educación tener el celular en la mano cuando alguien estaba contigo.

-Mucho gusto, Rinslet, yo soy la alcaldesa Goodway. - Respondió amablemente la mujer, extendiendo su mano para saludarla. - ¿Dónde están tus padres? Con gusto los ayudaré en lo que necesiten. -

Rinslet correspondió el saludo de mano, pero negó con la cabeza. - No, estoy aquí sola, mis padres fallecieron hace poco y lo único que dejaron para mí es algo de dinero y una casa en esta ciudad. - Explicó, soltando la mano de la alcaldesa. - Fui a ver mi nuevo hogar, pero no hay suministro eléctrico, así que quería hablar con usted para ver si podía ayudarme con eso. -

-¡Oh, cuánto lo siento! - Exclamó la alcaldesa, afligida por la situación de Rinslet. - Una niña tan pequeña como tú totalmente sola, pero no te preocupes, todos en Bahía Aventura siempre te recibiremos con los brazos abiertos. - Dijo con una sonrisa, tomándola del hombro con suavidad. - Déjame hacer una llamada para resolver tu problema. - Agregó la mujer, seguido a eso sacó su celular e hizo una llamada.

-¿Hola? - Dijo una voz masculina del otro lado del teléfono.

-Hola Ryder, necesito ayuda para activar un suministro eléctrico en una casa, ¿crees que los Paw Patrol y tú puedan venir a ayudarme con eso? - Pidió la mujer, sin apartar su mano del hombro de Rinslet.

-Por supuesto, alcaldesa, vamos para allá. ¡Ningún suministro eléctrico es tarea difícil para un Paw Patrol! - Exclamó el joven Ryder, colgando la llamada.

-Muy bien, entonces ven conmigo a mi oficina pequeña, esperemos a que Ryder y los Paw Patrol lleguen. - Sugirió la alcaldesa, comenzando a caminar de regreso por dónde venía.

-Gracias. - Asintió Rinslet, siguiendo a la mujer. - ¿Y quiénes son ellos? -

-Los Paw Patrol son quienes cuidan de todos aquí en Bahía Aventura, es un grupo de cachorros guiados por Ryder, ¡siempre podemos contar con ellos! - Exclamó la alcaldesa con emoción, recordando las innumerables veces que esos perritos los habían salvado.

-¿Ca…cachorros? - Cuestionó Rinslet confundida, ¿cómo que unos cachorros eran los protectores de esa ciudad? ¡Era una locura!

La alcaldesa soltó una risita. - Lo entenderás cuando los veas en acción. - Respondió la mujer, siguiendo su camino.

-Bueno… - Murmuró la castaña, no muy segura del todo.

Pasaron unos cuántos minutos dentro de la oficina de la alcaldesa, hasta que la puerta fue abierta por un chico de tez clara, ojos marrones y cabello castaño, usando una chaqueta con una insignia que parecía ser una especie de uniforme, por su altura, no aparentaba ser más que un niño de unos 12 años. Junto a él entraron dos cachorros: una especie de dálmata con traje de bombero rojo y uno de pelaje grisáceo con ropaje verde.

-Ya llegamos, alcaldesa Goodway. - Dijo el joven con una sonrisa, dirigiéndose a ambas mujeres en el lugar.

-Gracias por venir, Ryder. - Respondió la alcaldesa, poniéndose de pie. - Quiero presentarte a Rinslet, es nueva en la ciudad, acaba de mudarse a Bahía Aventura. -

-Es un placer, me llamo Ryder, soy el líder de los Paw Patrol. - Se presentó el joven, extendiendo su mano hacia La chica. - A tus órdenes. -

-Mucho gusto, Ryder. - Respondió Rinslet, apretando la mano del chico de forma amistosa. - Soy Rinslet, espero que nos llevemos bien. -

-Los llamé porque la nueva casa de Rinslet no tiene suministro eléctrico todavía, y todos sabemos lo importante que es tener electricidad para vivir. - Explicó la mujer mayor, mirando a Ryder. - ¿Creen que puedan resolverlo? -

-¡Por supuesto! - Asintió Ryder, haciendo una seña a los cachorros para que se acercaran. - Ellos son Marshall y Rocky, nos ayudarán a resolver el problema. -

-¡Woof! Siempre es un placer ayudar. - Asintió Marshall, sentándose al lado de Ryder.

-Lo arreglaremos sin problema. - Apoyó Rocky, sentándose al otro lado del castaño.

-Bueno, andando. - Dijo Ryder, mirando a Rinslet. - Puedes venir conmigo en mi cuatrimoto, así nos guiarás hasta tu casa. -

-Bueno, todavía no me guío muy bien por este lugar. - Confesó Rinslet, jugando con un mechón de su cabello, ligeramente nerviosa. - Solo sé que frente a mi casa hay una especie de spa. -

-¡Debe ser la tienda de Katie! - Exclamó Rocky, poniéndose de pie.

-Tienes razón, Rocky. - Apoyó Ryder, regresando la vista a la chica. - No te preocupes, nosotros sabemos llegar, ¿nos vamos? -

-Eh, bueno… - Murmuró preocupada, no sabía si era bueno confiarle su seguridad a dos cachorros y un niño.

Miró de reojo a la alcaldesa, quien le sonrió e hizo una seña de que fuera con ellos, sin ninguna preocupación. Rinslet soltó un suspiro y asintió, ¿qué más daba? Si así eran las cosas en Bahía Aventura, debía comenzar a intentarlo. Siguió a Ryder y los cachorros al exterior, donde Rocky subió a un camión de basura verde y Marshall a un camión de bomberos, ambos adaptados al tamaño de los canes. En medio de los vehículos estaba un cuatrimoto, que supuso sería propiedad del chico por lo mencionado antes.

-No planeaba llevar compañía, así que solo he traído un casco. - Dijo Ryder apenado, extendiendo su casco rojo a la chica. - Así que deberías usarlo tú. -

-¿Y qué usarás tú? - Preguntó preocupada, sabía lo peligroso que podía ser conducir un vehículo como esos sin protección.

-Tranquila, tu seguridad es primero. - Insistió Ryder, entregándole el casco.

-Creo que tengo algo que puede servir. - Interrumpió Rocky, comenzando a buscar en la parte de atrás de su camión hasta sacar un casco desgastado de color negro (algo descolorido). - ¡Sí, lo sabía! -

-¡Estupendo! Gracias, Rocky. - Dijo Ryder, tomando el casco para colocárselo. - Bien, asunto resuelto. -

-Para no contaminar, hay que reciclar. - Dijo Rocky, regresando al volante de su camión.

-Muy bien, Paw Patrol, ¡andando! - Exclamó Ryder, girándose hacia Rinslet. - Ven, te ayudo. - Dijo, ayudando a la joven a subir con cuidado al cuatrimoto, subiendo después él frente a ella, encendiendo el vehículo. - Sujétate fuerte. - Pidió, comenzando a andar con rapidez, siendo seguido por los cachorros.

Rinslet apretó con fuerza sus brazos entrelazados en la cintura del chico, al tiempo en que recargaba su cabeza en la espalda de Ryder. Era la primera vez que subía a un cuatrimoto, así que el miedo que sentía era claramente notorio. Supuso que el chico se había dado cuenta por la fuerza de su agarre, ya que había disminuido la velocidad con la que conducía.

En pocos minutos llegaron a la tienda de mascotas, en donde se detuvieron.

-¿Cuál es tu casa? - Preguntó Ryder, mirándola por el retrovisor.

-Esa de la esquina. - Respondió ella, apuntando con su mano hacia su hogar.

-Entendido. - Asintió Ryder, conduciendo lentamente hacia el pórtico de la casa, donde los cachorros descendieron también.

El castaño bajó primero, después extendió su mano para ayudarla a bajar con cuidado. Comenzó a inspeccionar con la vista los postes de luz y cableados eléctricos, analizando detenidamente la situación.

Ryder comenzó a dar instrucciones a ambos canes, que inmediatamente comenzaron a trabajar con eficacia. Después de unas horas de verlos trabajar bajo las órdenes del castaño, Rinslet entendió por qué los consideraban tan buenos. El tiempo pasó y cayó la noche, la joven miró la hora en su celular: 9:30pm.

-Lo siento, Ryder, creo que habrá que reemplazar todo el cableado de la caja por uno nuevo. - Explicó Rocky, dando el reporte del problema. - Es lo único que hace falta para que haya electricidad en la casa. -

-Entiendo. - Respondió el castaño, mirando la hora en su pup-pad. - Hmmm…supongo que lo haremos mañana, ya es muy tarde, deben estar cansados. -

Rinslet suspiró. - Bueno, tal parece que me tocará dormir en la oscuridad esta noche. - Dijo con pesar, estirando sus brazos y espalda, estaba agotada a pesar de haber pasado la mayor parte del tiempo sentada en el cuatrimoto de Ryder. - Gracias por todo. -

-Woof, ¿por qué no te quedas a dormir con nosotros esta noche? - Sugirió Marshall, acercándose a la castaña. - Así no la pasarás en la oscuridad. -

-Es una buena idea, Marshall. - Apoyó Ryder, mirando a la chica. - ¿Qué opinas? -

-Oh, no, no es necesario, no quisiera molestarlos… - Dijo Rinslet nerviosa, jugando con sus dedos.

-No es ninguna molestia, además, el cuartel es lo suficientemente espacioso para uno más. - Insistió el chico, acercándose a ella. - Pero no te obligaré si no quieres. -

Rinslet se quedó pensativa. Por un lado, le daba vergüenza y temor quedarse a dormir en el "cuartel" de un total desconocido, pero tampoco le agradaba la idea de dormir totalmente a oscuras. Miró la pantalla de su celular, notando que solamente le quedaba un 3% de batería antes de que muriera, necesitaba un cargador con urgencia. Suspiró resignada, aceptando que solamente tenía dos opciones, y claramente había una que era más aceptable que la otra.

-Está bien, iré. - Respondió la castaña ligeramente avergonzada como para verlo directamente a los ojos.

-De acuerdo, entonces volvamos al cuartel. - Dijo Ryder mirando a los cachorros, pero siendo interrumpido por el fuerte rugido de un estómago, proveniente de la castaña a su lado. Rinslet se sonrojó por la pena que sentía, cubriendo su rostro con las manos totalmente apenada.

-Qué vergüenza… - Murmuró la joven sin descubrir su rostro, escuchando las carcajadas de los cachorros y de Ryder.

-Tranquila, prepararé algo de cenar en cuanto lleguemos. - Agregó el castaño, colocando su mano sobre el hombro de la chica. - Andando. -

Rinslet asintió, sin poder controlar la vergüenza que sentía. Siendo incapaz de mirar a Ryder a la cara, simplemente tomó el casco y se subió en la parte trasera del cuatrimoto, dejando el espacio que ocuparía el conductor. El joven sonrió de ternura, pero decidió no decir nada más al respecto, solamente subió y se colocó el casco. Estuvo a punto de pedirle que se sujetara, pero fue sorprendido por Rin, quien inmediatamente lo rodeó con sus brazos de la cintura, pegándose a su espalda.

Ryder dio la orden de regresar a casa, y comenzó a conducir en una dirección junto a los cachorros. La castaña estaba sorprendida por la vista nocturna, que definitivamente era más linda que durante el día, no sabía exactamente hacia dónde iban, pero decidió confiar en Ryder y los Paw Patrol.

-"Mamá…la vista es muy linda. Gracias por el regalo." - Pensó Rinslet, aferrándose más al cuerpo de Ryder de manera inconsciente. - "Será difícil comenzar de nuevo sin ti, pero sé que puedo hacerlo. Además, las personas aquí parecen ser muy amables…así que no tienes que preocuparte por mí, sé que estaré bien." -

Pasó un rato para que una torre alta fuera divisada a las afueras de la ciudad, cerca del bosque. Rinslet intuyó que ese sería el cuartel que Ryder había mencionado, ya que tenía una insignia enorme idéntica a la que había en los collares de los cachorros y la chaqueta del chico.

Una compuerta se abrió en medio de los dos carriles que rodeaban la torre, y los tres vehículos entraron por ahí. Una vez dentro, los cachorros bajaron de sus camiones, despojándose de sus uniformes, quedando únicamente con sus collares.

-¡Qué hambre tengo! - Exclamó Marshall, corriendo hacia la puerta de entrada al cuartel.

-¡Yo también! - Lo apoyó Rocky, siguiendo al otro can.

-Prepararé la cena, pueden ir a descansar con los demás en lo que está lista. - Sugirió Ryder, ayudando a bajar a Rinslet del cuatrimoto. - Bienvenida al cuartel de los Paw Patrol. -

-Wow… - Soltó la castaña, era bastante impresionante. Había sobrepasado mucho sus expectativas. - Es…increíble. -

-Y espera a verlo por dentro, ésta solo es la cochera. - Respondió Ryder, tomándola del hombro para invitarla a seguirlo al interior del lugar.

El lugar era una maravilla, y se quedaba corta la palabra. Rinslet estaba emocionada con cada detalle que descubría con la guía de Ryder, quien parecía divertirse mostrándole cada zona del cuartel. Marshall y Rocky bajaron por un elevador junto a otros 4 cachorros: un pastor alemán, una perrita mezcla de poodle con cocker, un labrador color chocolate y un Bulldog inglés.

-Cachorros, tenemos compañía. - Dijo Ryder mirando a los canes, quienes corrían directamente hacia ellos. - Ella es Rinslet, es nueva en Bahía Aventura y debemos ayudarla a sentirse como en casa. - Agregó, después giró su vista a la castaña a su lado. - Rinslet, ellos son mis cachorros, Chase, Skye, Zuma y Rubble. - Continuó, presentando a los canes recién llegados. - Todos forman parte de los Paw Patrol. -

-Woof, es un placer conocerte. - Dijo Chase con una sonrisa, dirigiéndose a Rinslet. - Nos gusta hacer amigos nuevos. -

-Bueno, entonces espero que seamos grandes amigos. - Respondió la castaña, sonriéndole mientras acariciaba la cabeza de cada cachorro.

-Voy a subir al segundo piso a preparar la cena. - Dijo Ryder, dirigiéndose al elevador por el que momentos antes habían llegado sus pequeños.

-Te acompaño. - Agregó Rinslet, siguiendo a Ryder.

-Tranquila, puedo encargarme solo, si quieres puedes quedarte aquí a jugar con ellos. - Dijo el castaño, deteniéndose en la puerta del elevador.

-Insisto, me sentiría mal dejándote todo el trabajo a ti solo, suficiente es con que me dejes dormir aquí. - Respondió la joven, parándose a su lado. - Además, dos manos extra no te caerían nada mal. -

Ryder esbozó una sonrisa y asintió. - Tú ganas. -

Ambos chicos subieron en el elevador hacia la segunda planta de la torre, en donde se encontraba la cocina y el comedor principal de los Paw Patrol.

-¿Hay alguna comida que no te guste? - Preguntó Rinslet, abriendo el refrigerador para analizar los ingredientes de los que disponía.

-Solamente las coles de Bruselas, pero descuida, no encontrarás eso jamás en este lugar. - Dijo el castaño, soltando una carcajada mientras tomaba unas cosas de la alacena. - Por lo demás, puedo comer de todo. -

-De acuerdo. - Asintió la chica, sacando algunas cosas del refrigerador. - No soy la mejor cocinera, pero sé hacer un poco de diferentes comidas, incluso conozco algunas recetas internacionales. -

-Wow, entonces sorpréndeme. - Respondió Ryder, comenzando a preparar la cena de los cachorros. - Es emocionante la idea de comer algo preparado por otra persona, como puedes ver, soy el único humano en el cuartel, así que me toca ser la persona responsable de mis cachorros. - Explicó, sin dejar de prestar atención a su preparación. - No soy para nada un profesional gastronómico, así que mis comidas suelen ser sencillas y comunes. -

-Aun así, haces un trabajo increíble para ser solo tú. - Agregó Rin, lavando las verduras que usaría antes de cortarlas. - A mamá le gustaba la cocina, nunca estudió para ser chef, pero se divertía aprendiendo recetas nuevas, sin importar de dónde eran. - Relató, recordando aquellos momentos en los que solía cocinar junto a su madre. - Por supuesto, yo era su fiel ayudante. -

-Entonces deben de ser un gran equipo, puedo ver que eres hábil con el cuchillo. - Agregó Ryder, observando cómo cortaba los vegetales con rapidez y precisión.

-Sí, lo éramos… - Murmuró Rinslet, con una mirada melancólica. - Bueno, ¿puedes enseñarme cómo usar la estufa? -

-Sí, claro. - Respondió él, explicándole cómo funcionaba la estufa eléctrica del cuartel.

Un rato pasó, los chicos conversaban de cosas triviales mientras preparaban la cena de todos. Ryder, sin mencionarlo, mantenía la incertidumbre de dónde estaban los padres de la chica, ya que en todo el rato había evitado mencionarlos, y no había recibido ninguna llamada de alguien. Al comienzo, había pensado que sus padres la habían enviado primero a Bahía Aventura, y que ellos la alcanzarían ahí, pero la forma de hablar de la chica como si estuviera ella sola en su vida lo hizo dudar de esa posibilidad. Aun así, se abstuvo de mencionarlo, no quería incomodar a la recién llegada.

Una vez que todo estuvo listo, Ryder llamó a los cachorros, quienes subieron entusiastas al comedor. Cada can ubicó rápidamente su plato de comida y agradecieron a su dueño antes de empezar a cenar. Por el otro lado, el chico ayudaba a colocar la mesa para dos, mientras Rinslet servía la cena que había preparado: un guisado de verduras y pollo, acompañado de un poco de arroz blanco. La cena prosiguió de manera tranquila, llena de risas y conversaciones casuales entre todos, algo que hizo sentir a la joven una tranquilidad que no había tenido desde que su madre había fallecido.

Una vez que todos habían terminado de comer, Ryder se dedicó a lavar los platos de sus cachorros, mientras que Rinslet se enfocó en los trastes que ellos dos habían ensuciado.

-Bueno, ya es tarde, deberíamos ir a dormir. - Sugirió Ryder, indicándole con la mano que lo siguiera al elevador. - Mi dormitorio está en la tercera planta, normalmente no recibo visitas, así que solo hay una cama. -

-Oh, no te preocupes, una sábana y una almohada es suficiente para mí, puedo dormir en el suelo. - Respondió Rinslet, entrando al elevador junto a él.

-No, tranquila, no lo decía por eso. - Negó Ryder, saliendo del elevador cuando se detuvo. - Podrás ver qué hay un sofá aquí, así que tú dormirás en la cama y yo en el sofá. -

-No, tranquilo, no quiero molestar. - Agregó ella, mirándolo de reojo.

-No me molestas, tranquila, no sería la primera vez que duermo en el sofá. - Insistió Ryder, tomando una almohada de la cama, una sábana de una cómoda y dejándolos sobre el sofá. - ¿Necesitas que te preste algún pijama? -

-Si tienes uno extra… - Murmuró la castaña, ligeramente sonrojada de la pena, ¿no había sido suficiente con el hospedaje, la cena y la cama? Ahora incluso hasta un pijama de Ryder tendría.

-Veamos… - Dijo en voz baja el chico, revisando la ropa en su closet. Sacó una playera blanca de manga corta y un pantalón rojo con huellas de perrito. - Puedes usar este. - Agregó tomando su pijama azul y entregándole la otra a Rinslet. - El baño está por allá, iré a cambiarme y después puedes hacerlo tú, así tendrás más privacidad. -

-Eres muy atento, gracias. - Respondió la joven con dulzura, tomando la ropa que Ryder le había entregado.

El castaño se dirigió al baño, tal como había dicho, y a los pocos minutos salió vistiendo un pijama de tonos azulados de manga larga y pantalón con huellas de perrito, similar al que había prestado a la chica. Ryder se despidió con un "buenas noches" y se dirigió al sofá, el cuál acomodó de tal manera que le diera la espalda a la chica para darle privacidad.

Rinslet sonrió ante aquel acto de caballerosidad, segura de que Ryder era uno de esos pocos que todavía había en el mundo. Entró al baño a cambiarse su ropa por la muda limpia que el chico le había dado, percatándose de que aun cuando la playera le quedaba algo floja y ligeramente grande, el pantalón le quedaba a la perfección de la cintura (aunque un poco holgado del resto). Soltó una risita de pensar que Ryder tuviera el mismo tamaño de cintura, segura de que no sería algo que le gustaría escuchar al joven (¿Y a quién le parecería bueno tener la cintura de una niña?).

Cuando regresó al dormitorio, el chico ya se encontraba recostado en el sofá. Con cuidado de no hacer ruido, Rin se metió entre las sábanas de la cama y abrazó una de las almohadas, extrañando a su peluche que la acompañaba todas las noches desde la muerte de su madre. Cerró los ojos, intentando conciliar el sueño, pero incluso el silencio del cuartel resultaba incómodo para ella. "Será una noche larga…" pensó la castaña, quedándose dormida entre recuerdos de sus días más preciados.


¡YAHALLO! xHimemikoYukix aquí~

Bueno, esto es raro, aunque no mucho, considerando que ya anteriormente había escrito historias sobre caricaturas (? y weno...hoy les presento mi fanfic sobre Paw Patrol JAJAJAJAJA ahora que soy madre mi hija me ha hecho ver tanto esta serie que avivé mi anterior crush en Ryder y bueno...esta historia nació xD sin nada más que agregar, ¡espero que les haya gustado!

¿Qué les depara en el futuro a Rinslet y Ryder? ¡Esperen el próximo capítulo!

PD: Portada dibujada por mí :3 espero que les guste! Dudas, opiniones y comentarios son bien recibidos!

¡NOS LEEMOS!