RESCATA MI CORAZÓN
Capítulo 2: "El Dolor del Recuerdo"
El sonido del reloj lo despertó. Ryder estiró su mano al vacío, aún más dormido que despierto, intentando alcanzar su pup-pad para callar la alarma. Unos segundos tardó en recordar que no estaba dormido en su cama, sino en el sofá, y por ende la mesa de noche no estaba ahí. Rascó sus ojos con uno de sus puños y soltó un bostezo antes de sentarse, buscando con su mirada (aún borrosa por el sueño) su celular, encontrándolo en el suelo, cerca de donde dormía. Extendió la mano para alcanzarlo, desactivando la alarma. Ya eran las 8 de la mañana.
Se puso de pie con pesadez, colocándose sus pantuflas cafés con el rostro de Chase. Dirigió su mirada a la cama, donde Rinslet continuaba dormida. El chico se acercó a ella, cuidando de no hacer ruido, enternecido por la imagen ante él, pero el sentimiento cambió cuando la vio más de cerca. La joven abrazaba con fuerza una almohada, pero lo que lo preocupaba eran las manchas de lágrimas secas en sus ojos y la ligera hinchazón rojiza en ellos. Había estado llorando.
Con sumo cuidado removió un mechón de cabello que había en el rostro de Rin, quien se movió ligeramente al sentir su roce en el rostro. Ryder decidió que lo mejor era dejarla descansar, así que optó por mantener cerradas las persianas del dormitorio. Tomó una muda de ropa limpia de su closet (haciendo el menor ruido posible) y se dirigió al baño para cambiarse de ropa, lavar su rostro, cepillar sus dientes y arreglar su cabello. Una vez estuvo listo, bajó por el elevador a la segunda planta, comenzando a preparar el desayuno para los cachorros, sabía que no tardarían en hacerse presentes una vez que despertaran.
Rinslet abrió los ojos, atraída por el aroma de huevo y tocino que llegaba a su nariz. Se sentó en la cama mientras estiraba su cuerpo, mirando el lugar donde se encontraba. Tardó un poco en asimilar dónde estaba, recordando lo sucedido la noche anterior. Dirigió su vista hacia el sofá, notando que Ryder se había ido, dejando la almohada acomodada y la sábana perfectamente doblada encima de ella. "Un chico bastante ordenado" pensó, ni siquiera ella era tan responsable, sobre todo en un domingo en la mañana. Se colocó sus tenis para entrar al baño y arreglar un poco su cabello, cepillar sus dientes y lavar su rostro. Aún vestía el pijama de Ryder, que le parecía bastante cómoda como para quedarse así y bajar a la segunda planta, casi segura de que ahí encontraría al líder de los Paw Patrol.
Tal como lo suponía, el castaño se encontraba ahí. Los cachorros ya estaban tomando su desayuno, mientras que él terminaba de preparar su comida.
-Buenos días, Rinslet. - Dijo Ryder mirándola con una sonrisa, sirviendo los dos huevos estrellados en el mismo plato donde había unas tiras doradas de tocino. - ¿Desayunas con nosotros? -
-Seguro que sí, huele delicioso. - Asintió ella, acercándose para ayudar a poner la mesa. - Buenos días, cachorros. -
-¡Buenos días! - Respondieron los cachorros al unísono de manera energética.
-Siéntate, ya casi está listo. - Dijo el castaño, terminando con el último plato por servir.
-De acuerdo. - Respondió Rin, tomando asiento. - Gracias por ser tan atentos conmigo. -
-No es nada, todos en Bahía Aventura somos como una gran familia. - Agregó Ryder, llevando los platos a la mesa para sentarse a un lado de ella. - Cuando terminemos de desayunar iremos a terminar la reparación eléctrica en tu casa. -
-Muchas gracias, Ryder. - Murmuró ella, tomando un bocado de su comida. - Un pendiente menos. -
-Y dime, ¿cuándo llegarán tus padres? - Preguntó el chico, dando un sorbo a su jugo.
Rinslet se quedó en silencio unos segundos, algo que no pasó desapercibido por todos los presentes.
-No, ellos no vendrán. - Murmuró la castaña, dejando sus cubiertos sobre el plato.
-Perdona, ¿dije algo malo? - Preguntó Ryder, preocupado de haberla hecho sentir incómoda.
-No, descuida, son cosas mías. - Respondió ella, continuando con su desayuno en silencio.
Un sentimiento de culpabilidad golpeó a Ryder, quien decidió mantenerse en silencio para no hacerla sentir incómoda. Los cachorros se miraron entre sí, preocupados por el ambiente que se había formado tan repentinamente.
La rutina continuó con normalidad. Ryder, Rocky y Marshall salieron junto a Rinslet (quien ya se había cambiado el pijama por su ropa propia) para terminar de reparar la falla eléctrica en casa de la joven, mientras que los demás canes permanecieron jugando en el cuartel, pendientes de cualquier cosa que pudiera suceder.
[...]
Unas pocas horas habían pasado. Era más de mediodía cuando Rocky terminó de cambiar el cableado de la caja suministradora, bajando con cuidado de la escalera del camión de bomberos de Marshall.
-Todo listo, Ryder. - Dijo el can de traje verde, mirando a su líder. - Ya debería haber electricidad en la casa. -
-¿Puedes revisar, por favor? - Pidió el castaño, mirando a Rinslet, que se había mantenido en silencio sentada en su vehículo.
-De acuerdo. - Asintió la chica, buscando las llaves en su mochila para abrir la puerta. Encendió la luz de la sala, notando que efectivamente estaba reparado el suministro eléctrico. - Sí, todo luce bien. - Dijo mirándolos de reojo, entrando a la casa. - Revisaré las demás habitaciones. -
-Aquí esperamos. - Asintió Ryder, viendo cómo ella entraba en la casa y cerraba la puerta detrás de sí.
-Ha estado muy callada desde el desayuno… - Murmuró Marshall, llamando la atención de los otros dos cerca de él. - ¿Por qué le habrá molestado tu pregunta? - Cuestionó, mirando a su líder.
-La verdad no lo sé, pero espero que eso no afecte para que seamos amigos. - Respondió Ryder, soltando un suspiro. - Es nueva en la ciudad, no me gustaría que se sintiera sola. -
-Siempre pensando en los demás. - Dijo Rocky, sentándose a su lado. - Me pregunto qué habrá pasado con sus padres como para que la afecte tanto. -
-Supongo que es un tema del que todavía no quiere hablar con alguien que apenas conoce. - Murmuró Ryder, cruzando los brazos, pensativo. - Ojalá algún día pueda confiar en mí como para hablarlo, le haría bien sacar lo que sea que le esté afectando. -
-Entonces sigamos insistiendo en estar cerca de ella. - Sugirió Marshall, moviendo su cola con emoción. - Somos buenos en eso. -
-Tienes razón. - Asintió el castaño, relajándose. - Eso haremos. -
-Bueno, todo parece funcionar con normalidad. - Interrumpió Rinslet, saliendo de la casa para ir hacia ellos. - Les agradezco su ayuda, ¿cómo puedo pagarles? -
-Tranquila, no es necesario. - Negó Ryder, colocando su mano en el hombro de la chica. - Siempre que tengas un problema solo aulla por ayuda. - Dijo el chico, sacando una pequeña hoja de papel doblada de la bolsa de su pantalón. - Toma. -
-¿Qué es? - Preguntó la chica, tomando el papel.
-Mi número de celular. - Respondió Ryder con una sonrisa. - Llámame si necesitas algo. -
Rinslet lo miró sorprendida, sintiéndose mal por la forma en que había reaccionado desde aquella pregunta común que él le había hecho sin malicia.
-Perdona las molestias, Ryder. - Se disculpó, apretando el papel en sus manos. - He sido maleducada contigo, lo siento. -
Ryder negó con la cabeza, sin dejar de sonreírle o de apartar la mano de su hombro.
-Puedes llamarme cuando te sientas lista para hablar conmigo. - Respondió él, regresando a su cuatrimoto. - Tenemos que volver al cuartel, nos vemos después. -
Rinslet asintió. - Buen viaje. - Agregó, regresando al interior de la casa.
Sin más que decir, los cachorros montaron sus camiones y regresaron con Ryder al cuartel, uniéndose al resto en sus juegos de ese domingo tranquilo. Era uno de esos pocos días dónde podían descansar al no haber problemas que resolver.
Por otro lado, Rinslet tenía un día lleno de tareas. Una mudanza nunca era sencilla, sobre todo si tenía que encargarse de todo sola. Por un momento pensó en pedirles ayuda a los Paw Patrol, pero apenas llevaba un día en la ciudad y ya había abusado bastante de su amabilidad, así que se abstuvo de llamarlos.
[...]
Había pasado ya una semana desde su llegada a Bahía Aventura. Finalmente había terminado con la mudanza, algo que sin duda había sido bastante agotador. Todos en la ciudad habían sido amables con ella, ofreciéndole su ayuda cuando lo necesitara, incluso la alcaldesa le había enviado una cesta con jugos naturales, galletas y un pastel de manzana casero, todo cortesía de la gente que vivía en la ciudad. No había vuelto a ver a Ryder o los Paw Patrol desde el día en que había dormido con ellos en el cuartel, supuso que estarían ocupados ayudando a quien lo necesitaba, una noche le había bastado para ver lo dedicados y amables que podían ser, gracias a eso entendía por qué eran tan respetados por todos, incluida la alcaldesa de Bahía Aventura.
Vivir sola era difícil, pero ya estaba acostumbrándose a ello. Comenzó a hornear pequeñas milhojas con la hojaldre que había hecho el día anterior para pasar el rato, pensando en hacer algunas canastas para obsequiar a los habitantes de la ciudad, quienes la habían recibido y tratado con mucha amabilidad desde el día que llegó. Recordó que una granjera vivía a los alrededores, había escuchado de ella cuando la alcaldesa Goodway le había llevado una cesta de fruta fresca y mermeladas caseras que aquella mujer le envió como regalo de bienvenida. Decidió ir a conocerla personalmente, quería agregar algunas de esas conservas a sus canastas.
-Bueno, estas son las últimas. - Murmuró para sí misma, abriendo la ventana de la cocina para dejar la charola con los panes recién horneados al aire. - Los dejaré enfriando aquí, aprovecharé para ir a conocer a la granjera que mencionó la alcaldesa. -
Se retiró el mandil blanco que usaba y lo colgó en un perchero de la pared, lavó sus manos y salió de su casa. Era una suerte que la granjera había anexado una tarjeta con su dirección, así le sería más sencillo encontrarla.
-Jummm…eso huele delicioso. - Murmuró un hombre que pasaba cerca de la casa de Rinslet, montado en una especie de jaula móvil con 6 gatitos en el interior, que vestían exactamente igual que los Paw Patrol. - Creo que ya tenemos postre para hoy, gatitos. - Dijo con una risita maliciosa, tomando la charola. Notó que en una mesa dentro de la casa había otra charola con más postres, así que una idea llegó a su mente. - Vamos, gatitos, traigan todos esos postres. - Ordenó, abriendo la jaula.
Los gatitos asintieron mientras saltaban por la ventana, haciendo un desastre mientras sacaban todas las milhojas del interior para colocarlas en la charola que el señor tenía en sus manos. Una vez que tomaron el último postre, regresaron a la jaula y se retiraron de ahí a toda prisa.
[...]
-Muchas gracias por las mermeladas, granjera Yumi. - Dijo Rinslet con una sonrisa, tomando con fuerza la bolsa llena de conservas caseras. - Ha sido un gusto conocerla. -
-No hay nada qué agradecer, pequeña, aquí todos somos una gran familia. - Respondió Yumi, acompañándola a la salida. - Siempre que necesites puedes venir aquí. -
-Gracias, lo tendré en cuenta. - Asintió la castaña. - Nos vemos después. - Se despidió, comenzando a caminar de regreso a casa.
-¡Regresa con cuidado! - Exclamó Yumi, regresando a la granja para continuar con sus deberes.
-Regreso a casa a dejar esto y después iré a comprar las canastas para prepararlas. - Murmuró Rinslet para sí misma, emocionada por poder corresponder la amabilidad de la gente en Bahía Aventura.
El camino de regreso fue un poco pesado debido a la carga extra que llevaba con ella, pero eso no la desanimó. A pesar del cansancio de no haber parado en todos esos días, sentía que tenía aún la energía suficiente para terminar lo que había comenzado.
Abrió la puerta de su casa y entró, quedándose en shock al ver el interior…estaba hecho un caos, habían platos y vasos hechos pedazos en el suelo, cosas desacomodadas y, lo peor de todo, una de sus charolas y todos los panes horneados habían desaparecido. Dejó caer la bolsa en sus manos y corrió hacia la mesa, sin entender qué había pasado.
-Se llevaron todo… - Murmuró entre lágrimas, sintiendo que todo su trabajo se había esfumado. - ¿Ahora qué hago…? - Dijo en voz baja, mirando la charola vacía. Entonces recordó que había una persona a quien podía recurrir, no dudó en buscar el papel con su número en dónde lo había dejado y llamar rápidamente. Sonó dos veces el celular antes de que la pantalla mostrara un rostro conocido.
-Hola, habla Ryder. - Respondió el castaño del otro lado de la llamada.
-Ryder, emm, soy Rinslet. - Dijo algo nerviosa, no sabía cómo pedirle su ayuda.
-¡Hola, Rinslet! ¿Qué pasa? - Preguntó el chico, con cierta preocupación en su voz. - ¿Estás…llorando? -
Rinslet tocó su rostro, notando las lágrimas que habían salido de sus ojos sin darse cuenta. Las limpió rápidamente y respiró profundo, intentando calmar sus sentimientos.
-Alguien entró a mi casa y se llevó unos postres que había horneado, dejaron un desastre… - Explicó, con su voz ligeramente temblorosa, todavía no podía creer que hubiera sucedido algo así. - ¿Crees…crees que podrías venir? -
-Por supuesto, ¡vamos para allá de inmediato! - Respondió Ryder con su característica sonrisa.
-Gracias… - Murmuró ella, cortando la llamada. Seguía sin entender qué había sucedido.
Todos en Bahía Aventura habían sido amables con ella, entonces ¿quién había hecho algo así? No lo comprendía por más que lo pensaba. Recogió las conservas que había dejado caer al suelo y las acomodó en el sofá, sentándose a un lado de ellas mientras esperaba a que Ryder y los Paw Patrol llegaran.
Unos golpecitos en la puerta le indicaron que la ayuda había llegado, por lo que se puso de pie para abrir y dejarlos pasar.
-Vaya, si que es un desastre… - Murmuró Ryder, sorprendido del aspecto que tenía la cocina y comedor de la casa.
-Woof, ¿qué sucedió aquí? - Preguntó Chase, entrando al lugar.
-Eso es lo que quisiera que averiguaran. - Respondió Rinslet, con la mirada decaída. - Salí por un rato para ir a conseguir unas conservas con la granjera Yumi, dejé la ventana abierta para que las milhojas que había horneado se enfriaran, y cuando regresé estaba así y todo mi horneado había desaparecido. -
-No te preocupes, descubriremos lo que pasó. - Dijo Ryder, colocando una mano en el hombro de la chica. - Confía en nosotros. - Agregó con una sonrisa para después mirar a su cachorro policía. - Chase, busca alguna pista que nos diga quién estuvo aquí. -
-Woof, entendido. - Asintió Chase, comenzando a analizar el lugar.
-Rocky, ¿puedes ayudar a recoger y ver qué se puede reparar? - Pidió el castaño, mirando al cachorro mestizo.
-Woof. - Ladró de forma afirmativa Rocky, acercándose a Chase para revisar el lugar.
-Ryder, puedo sentir un aroma hacia la ventana, quizá sea del ladrón. - Dijo el pastor alemán, estornudando repentinamente.
-¿Te encuentras bien? - Preguntó Rinslet, caminando hacia él junto a Ryder.
-Sí, es solo mi alergia a los gatitos. - Respondió Chase, quedándose pensativo unos momentos. - Espera, ¿gatitos…? -
-Creo que ya tengo una idea de quién estuvo aquí. - Murmuró el chico, tocando su barbilla con uno de sus dedos, pensativo. - El alcalde Humdinger. -
-¿Quién? - Cuestionó Rin, no creía haber escuchado ese nombre antes.
-Es el alcalde de Fondo Brumoso, le gusta causar problemas con sus gatitos catastróficos. - Explicó Ryder, cruzando sus brazos. - No es la primera vez que roba los postres de alguien. -
-¿Un alcalde robando postres? ¿Es enserio? - Cuestionó la castaña, incapaz de creer en lo que estaba escuchando. - ¿Qué clase de sitio es este? -
Ryder soltó una risita, nervioso. - Te acostumbrarás, supongo. - Dijo rascando su nuca. - Vamos Chase, sigamos el rastro, Rocky te ayudará aquí. -
-Woof, entendido, jefe Ryder. - Respondió Chase, olfateando el rastro para encontrar al alcalde desde su camión patrulla.
-Volveremos pronto. - Se despidió Ryder, saliendo detrás de Chase en su todo terreno.
-¿Comenzamos? - Preguntó Rocky, mirando a Rinslet.
-Sí, supongo. - Asintió ella, acuclillándose a su altura para ayudarlo en la limpieza.
[...]
Un rato pasó hasta que Ryder y Chase volvieron. Rocky y Rinslet habían terminado poco antes de limpiar el desastre, incluso habían logrado reparar algunas cosas gracias a unos cuantos materiales reciclados (y el talento nato del cachorro mestizo).
-¿Cómo les fue? - Preguntó el can de traje verde, acercándose a su líder.
-Nuestra sospecha era cierta, el alcalde Humdinger tenía los postres. - Respondió Ryder, bajando la charola vacía de la patrulla de Chase. - Por desgracia, ya no pudimos rescatar nada… -
-Oh, no… - Murmuró Rocky, mirando a la castaña detrás de él.
-Lo lamento mucho, Rinslet. - Dijo Ryder, acercándose a ella. - Pero, si necesitas, los Paw Patrol y yo podemos ayudarte a hacer unos nuevos. -
Rinslet negó con la cabeza, decaída. - No, déjemoslo así, ya no tiene caso. - Respondió, soltando un suspiro pesado. - Gracias por su ayuda. -
-Lamento que no hayamos podido hacer más por ti. - Se disculpó Chase, sintiéndose culpable de no haber encontrado más rápido al alcalde.
-Está bien, hicieron lo que pudieron. - Agregó ella con una sonrisa, claramente fingida. - Perdón, necesito estar sola un momento, pueden irse ya si gustan. - Dijo con desánimo, saliendo de la casa.
-Creo que le afectó demasiado… - Murmuró Rocky, viéndola desaparecer del otro lado de la puerta.
-Supongo que tenían un valor especial para ella. - Apoyó Ryder, mirando a sus cachorros. - Pueden volver al cuartel con los demás, merecen un descanso. -
-¿Y tú, Ryder? - Preguntó Chase, mirándolo confundido.
-Iré a buscar a Rinslet, quiero hablar a solas con ella. - Respondió el castaño, acariciando la cabeza de ambos canes. - Los alcanzaré más tarde. -
-Woof, de acuerdo. - Asintieron ambos cachorros, regresando a sus camiones para volver a la torre de los Paw Patrol con los demás.
-Bueno, hora de comenzar la búsqueda. - Murmuró Ryder para sí mismo, cerrando la puerta para ir a buscar a la chica.
No le tomó mucho tiempo encontrarla, simplemente tuvo que ir al primer lugar en Bahía Aventura que pensó: la playa. Incluso él solía ir ahí cuando quería estar a solas, así que supuso que Rinslet habría pensado lo mismo. La joven estaba sentada en la arena, abrazando sus rodillas mientras miraba el atardecer, se acercó lentamente a ella, procurando no asustarla con su presencia repentina.
-¿Cómo te sientes? - Preguntó con suavidad, parándose a un lado de ella.
-Un poco mejor, creo. - Respondió ella, soltando un suspiro. - Tranquilo, estaré bien. -
-No pareces estarlo, y no planeo dejarte sola mientras te vea así. - Insistió Ryder, sin dejar de verla. - ¿Eran demasiado especiales para ti? -
Rinslet asintió. - Quería agradecer a todos por ser tan amables conmigo… - Explicó, hundiendo su rostro entre sus rodillas. - Me hicieron sentir en familia con su recibimiento… - Agregó, estirando sus piernas mientras soltaba un suspiro largo. - Cuando estás sola en un lugar desconocido, personas como ellos son los que te hacen sentir como si realmente estuvieras en casa. -
-¿Puedo preguntar cómo fue que terminaste aquí sola? - Agregó Ryder, sentándose a su lado en la arena, mirando la puesta del sol entre las olas del mar.
-Nunca conocí a mi papá, se fue desde que yo era un bebé. - Respondió Rinslet, abrazando sus rodillas. - Mi madre trabajó mucho para darme todo lo que necesitaba…pero tenía un corazón muy delicado, y un día simplemente falleció. - Prosiguió, intentando retener las lágrimas en sus ojos. - Cuando leyeron el testamento de mi madre, me sorprendí de saber que había comprado una casa en un lugar llamado "Bahía Aventura", y entonces recordé que pocos meses antes había hablado de vivir en un lugar pacífico y tranquilo cerca del mar…supongo que deseaba mudarse aquí para mejorar su condición de salud. - Hizo una pupsa debido a los sollozos que fue incapaz de contener, Ryder comprendió que era algo difícil de contar para ella, y se sintió culpable por haber preguntado. Sin dudarlo, la rodeó de los hombros con su brazo, acurrucándola en su pecho. Aquello hizo que Rinslet se tranquilizara, por lo que continuó hablando. - Contestando tu pregunta, vine aquí para tener la vida pacífica que mi madre quería. Usaré el dinero que me dejó para iniciar mi propio negocio en casa, me gusta la panadería y repostería, así que sé que podré salir adelante por mí misma. -
-Bueno, si un día necesitas ayuda, solo pídemela, con gusto vendré a ayudarte en todo lo que pueda. - Agregó el castaño, con una sonrisa en su rostro. - No hay nada que un Paw Patrol no pueda resolver. - Dijo con su característica amabilidad, limpiando las lágrimas en los ojos de Rinslet. - Espero que algún día nos puedas considerar tu nueva familia. -
-Vaya, ¿también me adoptarás a mí? - Preguntó Rin con una risita, sintiendo que la tristeza de su corazón desaparecía.
-¡Por supuesto! - Exclamó Ryder, mirándola fijamente. - Claro, si estás de acuerdo. -
Rinslet se quedó pensativa unos segundos, después saltó sobre Ryder, tirándolo de espaldas contra la arena, dejándose caer encima de él con una risita.
-¡Adóptame, jefe Ryder! - Exclamó con una carcajada, siendo imitada por el castaño bajo ella.
Ambos chicos se volvieron a sentar en la arena, viendo desaparecer el sol entre el agua, dando paso a la luna. Ryder la ayudó a ponerse de pie y la acompañó hasta su casa, donde su cuatrimoto permanecía estacionada.
-Bueno, es hora de regresar al cuartel. - Dijo el castaño, subiendo a su todo terreno. - ¿Estarás bien aquí sola? -
-Ya no estoy sola. - Respondió Rinslet, guiñándole el ojo. - Te tengo a ti. -
Ryder sonrió ligeramente sonrojado mientras rascaba su nuca con nerviosismo. - Sí, tienes razón. - Asintió, mirándola de reojo. - Nos vemos después. -
–¿Todavía está vigente la ayuda para hornear mañana? - Preguntó Rin con una sonrisa, jugando con un mechón de su cabello.
-Por supuesto. - Respondió Ryder, colocándose su casco. - ¡Buenas noches! ¡Hasta mañana! - Se despidió, conduciendo de regreso al cuartel.
Rinslet sonrió mientras entraba a su casa, lista para descansar. Sí, todos en Bahía Aventura la hacían sentir en familia, aun cuando hubiera personas desagradables. Y ese sentimiento cálido y acogedor no lo cambiaría por nada.
¡YAHALLO! xHimemikoYukix aquí~
Listo el segundo capítulo, ¿qué les ha parecido? ¿Qué creen que irá sucediendo a partir de ahora? ¿Cómo le irá en Bahía Aventura a Rinslet?
¡Dudas, opiniones y comentarios son bien recibidos!
¡NOS LEEMOS!
