RESCATA MI CORAZÓN

Capítulo 3: "Preparativos"

Algunos días habían pasado, y su vida empezaba a tener una rutina: hornear algo nuevo y llevarlo a la torre de los Paw Patrol, sus fieles catadores. Todo parecía ir con normalidad en su vida, sobre todo su amistad con Ryder que cada día era más cercana desde aquella ocasión en que se había sincerado con él en la playa.

El sonido de alguien tocando a su puerta la sorprendió, por lo que dejó los trastes que estaba lavando en el fregadero, secó sus manos y abrió, mirando a la persona del otro lado.

-Buenos días, Rinslet. - Saludó Ryder, sonriendo como siempre. - ¿Te gustaría ir a comer un helado conmigo? -

-Hola…sí, claro. - Respondió ella, la situación la había tomado por sorpresa. - ¿Me das unos minutos para cambiarme de ropa? Podrás ver qué sigo en pijama… - Dijo ligeramente apenada, no esperaba recibir visitas tan temprano.

-No te preocupes, aquí te espero. - Asintió el castaño, sentándose en su todo terreno para esperar por ella.

Rinslet volvió dentro para buscar algo cómodo, desde que comenzó a ver más seguido a Ryder descubrió que las faldas no eran indicadas para montar en un cuatrimoto. Sacó de su clóset un short de color celeste y una playera de manga corta de color blanca, se colocó un par de tenis blancos con azul y ató su cabello en una cola de caballo baja.

-Listo, vamos. - Dijo cerrando la puerta detrás de ella, guardando su celular y llaves dentro de la pequeña cangurera que estaba atada en su cintura.

-Es la primera vez que te veo vestida de esa forma, normalmente eres más…femenina. - Soltó de manera inconsciente, rascando su mejilla con su dedo índice.

Rinslet soltó una risita. - Bueno, la ropa femenina no es muy cómoda para viajar contigo en tu cuatrimoto. - Respondió, cruzando los brazos mientras arqueaba una ceja, sonriendo de manera calificativa.

-Bueno, bueno, toma. - Interrumpió Ryder, entregándole un casco similar al suyo, pero de color blanco y lila.

-Wow, ¿es nuevo? - Preguntó curiosa, colocándose el casco.

-Sí, lo hice especialmente para ti, así podrás viajar con seguridad cuando salgamos. - Asintió el castaño, ayudándola a subir.

-Eres muy dulce, ¿te lo han dicho? - Agregó con ternura, abrazándolo por la espalda con suavidad.

Ryder se sonrojó ligeramente ante esto. - Sí, pero solo mis papás. - Respondió con una risita, acariciando las manos de la joven. - Los demás solo dicen que soy demasiado amable, aunque yo me describiría mejor como "todo un caballero". -

-Qué modestia la suya, "sir Ryder". - Agregó rodando los ojos, con claro sarcasmo en su voz.

-Qué cruel eres. - Reprochó el chico, sin perder su característica sonrisa. - Sujétate fuerte, que estoy a punto de dejar de ser "dulce". -

-Si muero del susto, te perseguiré como fantasma el resto de tus días. - Murmuró Rinslet, abrazándose aún más a él.

Ryder sonrió satisfecho, acelerando a una velocidad más rápida de la que solía usar cuando salía con Rin, claramente fastidiándola. Sabía que ella tenía miedo de montar en su todo terreno, sin importar cuántas veces lo hiciera. Podía sentir cómo la castaña se aferraba a su cintura con más fuerza, así que decidió bajar la velocidad, satisfecho de haber logrado su pequeña venganza. Llegaron en poco tiempo al restaurante del Señor Porter, donde Ryder la ayudó a bajar con cuidado del vehículo.

-Definitivamente no eres un caballero. - Reprochó Rinslet, mirándolo de reojo y soltando un bufido.

El chico soltó una risita, divertido de su reacción. - Pide lo que quieras, yo te invito para compensar. -

-Mucho mejor. - Sonrió ella victoriosa, sentándose en una de las mesas con la ayuda de Ryder, quien le acomodó la silla como todo un caballero. - Gracias. -

-De nada. - Respondió él, haciendo una reverencia antes de sentarse a su lado, ambos soltaron una risita, cada día se sentían más cerca uno del otro.

-Buen día Ryder, Rinslet, ¿qué van a ordenar? - Saludó el señor Porter, acercándose a ellos.

-Un helado de chocolate por favor. - Dijeron ambos al unísono, mirándose mutuamente antes de soltar una carcajada.

-Sí que se llevan bien, jaja, enseguida. - Respondió el señor, tomando la orden y regresando al restaurante.

-Bueno, ahora sí, escupe. - Dijo Rinslet, apoyando los codos en la mesa para recargar su barbilla en la palma de sus manos, mirando a Ryder con una sonrisa delatora. - ¿A qué se debe la invitación? -

-¿No puedo invitar a mi amiga a comer un delicioso helado? - Preguntó Ryder, cruzando los brazos.

-¡Vamos, Ryder! Ambos sabemos que no es tu estilo, normalmente me llamarías para preguntar si quiero ir al cuartel a jugar con ustedes, no vendrías a sacarme de mi casa tan temprano si no tuvieras una segunda intención. - Explicó la chica, notando en la expresión nerviosa del castaño que había acertado en su deducción. - Ahora, dime, ¿de qué se trata? -

-De acuerdo, me atrapaste. - Respondió Ryder, soltando una risita nerviosa antes de continuar. - Mañana será el cumpleaños de Marshall, y estoy organizando una fiesta sorpresa. - Comenzó a explicar, sacando una lista de su bolsillo. - Los cachorros, Katie y la alcaldesa me ayudarán a decorar el cuartel, el señor Porter se ofreció a hacer el pastel y la comida, la granjera Yumi llevará las bebidas, y aquí es donde entras tú. - Prosiguió, girándose a verla. - Eres buena con los postres y los canapés, me gustaría que hicieras los bocadillos para la fiesta. -

-Gracias por tomarme en cuenta, pero no creo poder tener todo a tiempo para mañana…quiero decir, ni siquiera tengo algo en mi alacena para comenzar a trabajar. - Dijo apenada, bajando la mirada. - Lo siento. -

-No tienes que disculparte, por eso he venido hoy. - Interrumpió el castaño, tomándola del hombro. - Te ayudaré con las compras, solamente tienes que hacer una lista de lo que necesitas y yo te llevaré en mi todo terreno a dónde haga falta ir para conseguir los ingredientes. - Explicó, dándole un papel y una pluma. - Está de más decir que yo cubriré la mitad de los gastos. -

-Si no hubiera comprado ese horno industrial me ofrecería a pagarlo todo de mi bolsa, pero acepto tu ofrecimiento en esta ocasión. - Respondió con una sonrisa, comenzando a anotar los ingredientes que necesitaría para lo que tenía en mente.

-¡Genial! - Exclamó Ryder, emocionado de pensar en la cara que pondría su cachorro cuando viera su fiesta sorpresa.

-Aquí tienen su orden: dos helados de chocolate. - Interrumpió el señor Porter, dejando un postre frente a cada chico. - Que los disfruten. - Agregó con una sonrisa, regresando al interior del restaurante.

-Provecho. - Dijeron ambos al unísono, tomando una cucharada de su respectivo helado.

Disfrutaron el momento comiendo sus postres mientras conversaban sobre todo lo relacionado a la fiesta de Marshall, organizando los detalles pendientes. Una vez que terminaron Ryder pagó la cuenta y ambos montaron nuevamente en el cuatrimoto, tomando camino para comenzar con las compras necesarias para lo que Rinslet prepararía.

[...]

La noche había caído, pero afortunadamente consiguieron todo lo necesario. Ryder ayudaba a Rinslet a guardar las compras en las alacenas, mientras ella acomodaba algunas cosas en el refrigerador.

-¿Quieres cenar algo antes de irte? - Preguntó la castaña, notando en el reloj de la pared que era casi la hora de cenar. - Tengo un poco de pizza que compré ayer, podemos calentarla si gustas. -

-Claro, sin problema. - Respondió Ryder, cerrando la alacena. - ¿Necesitas ayuda con algo más? -

-Puedes ir metiendo esto al microondas, por favor. - Pidió Rinslet, entregándole la caja de pizza. - Yo terminaré de guardar aquí lo que falta. -

-De acuerdo. - Asintió el chico, tomando la caja y sacando dos platos de la gaveta, colocando dos rebanadas de pizza en cada uno para meterlos en el microondas.

La joven cerró el refrigerador una vez que terminó de guardar lo que faltaba y puso la mesa para agilizar la cena, su estómago se sentía vacío después del ajetreado día que habían tenido. Ryder colocó los dos platos calientes en la mesa para ayudarla a servir los vasos de jugo.

-Aquí tienes. - Dijo el chico, entregándole un vaso mientras se sentaba al lado de ella.

-Gracias. - Respondió ella, tomando su bebida para dejarla al lado de su plato. - Buen provecho. - Murmuró, dando una mordida a su pizza.

-Gracias por aceptar ayudarme aun cuando te dije con poco tiempo de anticipación. - Agradeció Ryder, dando otra mordida a su cena.

-No es nada, ustedes siempre me ayudan, es lo menos que puedo hacer. - Respondió ella, mirándolo de reojo. - Además, se me ocurrió una idea que puede beneficiarnos a ambos. -

-Te escucho. - Dijo el chico, curioso de saber lo que propondría.

-Bueno, es una fiesta sorpresa, así que supongo que necesitas una excusa para mantener a Marshall entretenido y que no se dé cuenta. - Comenzó a decir, notando que el chico asentía con la cabeza mientras masticaba. - Se me ocurrió que podría pedirle a Marshall que venga a ayudarme a preparar los bocadillos, así ustedes no tendrían que preocuparse de que llegue al cuartel antes de tiempo y yo tendría unas patas extras que me ayuden. -

-Es una buena idea. - Apoyó Ryder, dando un sorbo a su bebida. - Será divertido pensar que estará ayudando a preparar los bocadillos de su propia fiesta, jajaja. -

-Lo sé. - Dijo Rinslet, soltando una risita. - Bien, entonces mañana temprano comenzaré a preparar todo mientras Marshall llega aquí. -

-¡Perfecto! - Exclamó Ryder, imaginando a su cachorro bombero. - Esta será la mejor fiesta sorpresa para Marshall. -

-¡Nos esforzaremos! - Apoyó ella con una sonrisa, emocionada de poder corresponder (aunque fuese un poco) la amabilidad de los Paw Patrol.

La cena continuó un poco más calmada, con pláticas triviales sobre sus gustos. Querían conocerse más uno al otro, y ese era el momento perfecto para hacerlo.

-Pregunta. - Dijo Rinslet, dando un trago a su bebida. - ¿Por qué no asistes a la escuela? Es decir, tienes doce años y nunca te he visto subir al autobús escolar. -

Ryder soltó una risita. - Es porque ya me gradué. - Respondió, sacando su pup-pad para mostrarle una foto: era él parado en el centro de dos adultos, quienes parecían ser sus padres. Vestía una túnica negra con adornos dorados y en sus brazos cargaba a un Chase bebé. - Tenía 9 años cuando terminé la universidad, siempre fui un niño genio, así que me permitieron entrar a la universidad a temprana edad y, bueno, en tan solo un año obtuve mi título. -

-¡Te veías tan lindo! Y supongo que ese cachorrito adorable es Chase. - Exclamó Rinslet emocionada, mirando la foto con detenimiento. - ¿Y de qué te graduaste? -

-Ingeniería Mecatrónica. - Respondió el castaño, guardando su pup-pad nuevamente. - Mi proyecto final fue la creación de la torre, poco después encontré a cada uno de mis cachorros, los adopté y creé a los Paw Patrol. -

-Te respeto más que antes. - Murmuró sorprendida, mirando sus manos sobre la mesa. - Yo apenas y terminé la primaria, estuve un tiempo en secundaria, hasta la muerte de mi madre… - Explicó, su mirada había cambiado a una melancólica. - Después de eso me di de baja y, bueno, ahora estoy aquí. -

-En mi experiencia propia, puedo asegurarte que no necesitas tener un título para ser alguien increíble. - Alentó el castaño con una sonrisa dulce, colocando su mano suavemente sobre las de ella. - Sé que lograrás todo lo que te propongas, y si un día crees que necesitas regresar a la escuela, pero no tienes la economía necesaria, llámame y con gusto te apoyaré en todos los sentidos. -

-¿Y exactamente de dónde sacas el presupuesto para mantener todo lo que tienes y más? - Cuestionó, era una de las dudas más inquietantes que tenía desde que lo había conocido.

-El presupuesto inicial fue gracias a mis padres, ellos me dieron lo suficiente para construir la torre. - Explicó, soltando una risita. - El resto comenzó a hacerse con los trabajos que Chase y yo hacíamos para las personas, luego se fueron incluyendo los demás cachorros, y ahora todo esto se mantiene gracias a la venta de mercancía oficial de los Paw Patrol en Bahía Aventura y fuera. - Prosiguió, bajando el cierre de su chaleco para mostrarle que la playera de manga larga blanca que usaba debajo tenía la imagen impresa de los cachorros junto al escudo del grupo. - Se vende como pan caliente. -

-Wow…genio en tecnología, cuidado de perros y marketing, ¿hay algún otro talento oculto que deba conocer? - Preguntó con una sonrisa pícara, cruzando los brazos.

-Tengo el récord por comer más panqueques en Bahía Aventura. - Respondió con una carcajada, tomando el último bocado de su pizza.

-Ver para creer, Ryder. - Agregó con una risita, limpiando el resto de salsa de tomate que había en sus labios. - ¿Sabes? Estoy feliz de haber venido aquí. - Murmuró, levantando los trastes para llevarlos al fregadero. - He conocido a mucha gente, todos han sido amables conmigo. - Explicó, comenzando a lavar los platos sucios. - Y también estoy contenta de conocerte a ti, eres un amigo especial, siento que puedo contarte lo que sea sin temor a que me juzgues. -

-Esas son las verdaderas amistades. - Apoyó el castaño, ayudándola a secar los platos para guardarlos en su lugar. - Me hace feliz saber que he logrado ganar tu confianza, tenía miedo de que nunca llegaras a considerarme tu amigo. -

-Bueno, ya lo somos. - Repitió ella, dándole un suave golpe en el hombro. - Aunque intentes matarme de un ataque cardíaco cuando viajamos en tu todo terreno. -

-Te perdono. - Interrumpió Ryder con una sonrisa burlona. - Jajajaja, es broma. - Dijo con una carcajada, caminando hacia la salida. - Es hora de que regrese, los cachorros estarán preocupados por mí. -

-De acuerdo. - Apoyó Rinslet, acompañándolo a la salida. - Gracias por lo de hoy, me esforzaré en preparar algo delicioso para la fiesta de Marshall. -

-Te lo agradezco. - Dijo con sinceridad, colocándose su casco. - Descansa, ¡hasta mañana! - Se despidió, subiendo a su cuatrimoto para regresar al cuartel, les esperaba un día ajetreado al amanecer.

Rinslet volvió al interior de su casa, lista para colocarse su pijama y meterse en la cama, necesitaba descansar lo suficiente para el trabajo duro que le esperaba al día siguiente. Miró la fecha en la pantalla de su celular algo decaída, sucesivamente abrió una fotografía en específico: la foto de su último cumpleaños. En ella usaba el cabello en dos coletas con moños y un vestido blanco con bordes rosas, a su lado estaba una señora joven de cabello castaño y ojos del mismo color que los de ella. Ambas se veían felices, a pesar del claro desgaste en el rostro de su madre.

-Mamá…mañana será el primer cumpleaños sin ti… - Murmuró con tristeza, colocando el celular en la mesa de noche conectado al cargador después de encender su alarma. - Buenas noches, mamá… - Dijo casi en un susurro, abrazando con fuerza su peluche.

[...]

La mañana había llegado, lo que significaba un día movido para todos en Bahía Aventura. Rinslet se encontraba amasando tan rápido como podía mientras esperaba la llegada de Marshall, quien (según la llamada de Ryder) debía estar ahí en cualquier segundo. Su tarea consistía en mantener ocupado al cachorro en su casa hasta las 6pm, cuando lo llevaría al cuartel de los Paw Patrol para la fiesta sorpresa junto a los canapés que prepararían juntos.

-¡Woof! ¡Llegó la artillería pesada! - Exclamó Marshall desde la puerta, la cual estaba abierta.

-¡Marshall, llegaste! - Exclamó Rinslet, saludando desde su lugar. - Entra, te estaba esperando. -

-Ryder dijo que necesitas ayuda para cocinar una orden grande. - Dijo el cachorro, caminando hacia ella. - No soy chef, pero mis patas están listas para lo que necesites. -

-Gracias. - Respondió ella con sinceridad, colocando la masa en un bowl grande y cubriéndola con un trapo seco. - ¿Puedes ayudarme a lavar todas las verduras y frutas por favor? -

-¡Woof, entendido! - Asintió Marshall, tomando las canastas dónde se encontraban con su boca para colocarlas en un cuenco grande de plástico. - ¡Woof, cañón de agua! - Ordenó activando sus cañones, comenzando a bombear agua sutilmente al cuenco. - ¡Woof, pinzas! - Agregó, tomando con sus pinzas el jabón líquido y vertiendo un poco en el contenedor, creando una solución jabonosa. Una vez que tuvo el nivel adecuado de agua ladró para guardar ambas partes de nuevo en su mochila, comenzando a lavar con cuidado las cosas con sus patitas. - Esto es divertido. -

-Todavía no comienza la parte divertida. - Murmuró Rinslet con una risita, probando la salsa de vino tinto que había preparado para los canapés. - Esto quedó delicioso. -

-¿Puedo saber para quién son tantos canapés? - Preguntó curioso el dálmata, moviendo su cola sin dejar de hacer su tarea.

-No estoy segura. - Mintió de manera sutil, pensando en una buena excusa. - La alcaldesa Goodway me pidió que los hiciera y se los entregara a Ryder en el cuartel, que él se encargaría de repartirlos. -

-Oh, entiendo. - Respondió Marshall, comenzando a colocar las cosas en dos canastas limpias: una de verduras y otra de frutas. - ¡Entonces démonos prisa para llevarlos pronto! -

-¡Me agrada esa actitud! - Apoyó Rinslet, soltando una risita. - ¿Puedes colocar las frutas limpias en la olla de la estufa? -

-Seguro, ¡Woof! Pinzas. - Asintió Marshall, parándose en dos patas para continuar con sus tareas. Miraba con curiosidad el lugar, era la primera vez que entraba a casa de Rinslet. Le llamó la atención un calendario colgado en la pared al lado de él, sobre todo por la marca que había en la fecha de ese día. - ¿Cumples años hoy? -

-¿Eh? Ah, sí. - Respondió la chica, continuando con sus preparaciones. - Solía pasarlo con mi mamá, pero ahora que estoy sola no es más que una fecha para mí. -

-Bueno, ahora nos tienes a nosotros. - Dijo Marshall, guardando sus pinzas con un ladrido después de terminar su tarea. - ¡Y hoy también es mi cumpleaños! -

-¿Enserio? - Preguntó con una risita, acariciando la cabeza del dálmata. - Feliz cumpleaños. -

-Gracias. - Dijo con una sonrisa, dando un paso y cayendo al suelo luego de resbalar con una zanahoria que se había quedado en el suelo. - Lo siento. -

-Ten cuidado, no deberías lastimarte. - Agregó, ayudándole a levantarse. - Vamos, todavía hay mucho por hacer. -

-¡Woof! - Asintió Marshall, emocionado de poder ayudar.

El tiempo pareció volar para ellos, pero habían logrado terminar los canapés con éxito. Habían hecho pequeñas tartaletas de frutas y tapas de verduras, las cuales ya estaban en los recipientes para el transporte. Rinslet y Marshall se encontraban acomodándolos en el camión de bomberos del cachorro, dejando el espacio suficiente para que ella pudiera subir con él.

-Bueno, eso es todo. - Dijo la chica, algo cansada por el trabajo duro. - Solo me cambiaré de ropa y nos vamos. -

-Aquí te espero. - Respondió Marshall, subiendo a su vehículo para cuidar de la comida mientras ella regresaba.

Rin entró a casa para tomar la ropa que había preparado en la mañana: un vestido blanco de tirantes, un chal de gasa suave corto sobre los hombros de color rojo y zapatillas de piso abiertas rojas. Soltó su cabello y lo adornó con una diadema blanca, quedando lista para la fiesta sorpresa de Marshall.

Tomó su bolsa para guardar ahí su celular y las llaves, y la colgó en diagonal por su cuerpo. Salió de la casa y cerró con seguro, después subió con cuidado al camión.

-Andando. - Dijo la chica, mirando de reojo a su compañero.

-¡Woof! - Respondió Marshall, comenzando a conducir hacia el cuartel, sin saber lo que encontraría ahí.

-Marshall, ¿te puedo preguntar algo? - Murmuró Rinslet, jugando nerviosa con sus dedos.

-Claro, ¿qué es? - Afirmó el cachorro, mirándola de reojo.

-¿Cómo fue que terminaste con Ryder? - Preguntó curiosa, sin despegar su vista del dálmata.

-Es una historia graciosa. - Respondió Marshall, mirando el camino por el que conducía. - Tenía una familia, viajamos por vacaciones a Bahía Aventura y nos divertimos, mi dueña era una niña muy linda, jugaba siempre conmigo. - Comenzó a explicar, recordando aquellos días. - Paramos en el bosque para comer antes de regresar a casa, no recuerdo dónde vivían, pero era un viaje muy largo. - Prosiguió, bajando un poco la velocidad con la que manejaba. - Me quedé dormido mientras jugábamos, y cuando desperté ya no estaban. - Dijo, su voz se había vuelto un poco decaída. - Estuve caminando tratando de encontrarlos, tropecé y terminé cayendo encima de Ryder. - Agregó, soltando una carcajada al recordar aquel momento. - Me llevó a su casa para darme de comer, después me llevó con Katie para que me bañara y me ayudaron a buscar a mi familia. - Siguió contando, sonriendo ante el recuerdo. - Callie era una gatita pequeña, y terminó subiendo en un árbol, pero no pudo bajar, Ryder y Chase intentaron ayudarla, pero era demasiado alto para ellos, así que quise ayudarlos. Trepé por unas ramas que parecían escaleras, y rescaté a Callie, Ryder me felicitó por mi habilidad. -

-Ese es tu talento. - Murmuró Rinslet, entendiendo por qué era el bombero de los Paw Patrol.

-Sí, después de eso me cuidó por varios días hasta que vimos que no volverían a buscarme, así que decidió adoptarme. - Terminó de contar, soltando un ladrido. - Y ahora estoy en los Paw Patrol. -

-Vaya, supongo que cada uno tiene una historia igual de especial que su talento. - Dijo la castaña, pensando en cuáles podrían ser las anécdotas de los demás cachorros.

Se habían perdido tanto en la plática que no se percataron de lo cerca que estaban del cuartel. Rinslet miró la torre de los Paw Patrol, emocionada al imaginar la expresión que pondría Marshall una vez que llegaran y viera la sorpresa que Ryder le había preparado con la ayuda de todos. Miró su celular para notar un mensaje en la pantalla:

Ya está todo listo. Puedes traer a Marshall a casa.

Ryder.


¡YAHALLO! xHimemikoYukix aquí~

¡Tercer capítulo listo! ¿Qué les ha parecido? ¿La fiesta sorpresa de Marshall será un éxito o llegarán a haber problemas? ¡Espero sus teorías!

¡Dudas, opiniones y comentarios son bien recibidos!

¡NOS LEEMOS!