RESCATA MI CORAZÓN
Capítulo 5: "Siempre a tu Lado"
Otro día había pasado en Bahía Aventura, aunque un poco más ajetreado de lo usual. Había estado lloviendo desde muy temprano, y debido a eso la marea había subido demasiado, provocando que Alex Porter quedara flotando en medio del mar en su inflable de tiburón, pero gracias a Zuma y Ryder se encontraba bien. Chase tuvo que ayudar con el tráfico en las calles, asegurándose de que no ocurriera ningún accidente debido al fallo de uno de los semáforos, el cuál fue reparado por Rocky con rapidez (odiaba trabajar bajo la lluvia, así que entre más rápido terminara, mejor).
El mal clima había ayudado bastante a la pequeña panadería de Rinslet, la venta de chocolate caliente y pan dulce eran la combinación favorita de todos en un día como ese, y ella no perdió la oportunidad. Se encontraba un poco nerviosa y no dejaba de ver el reloj, esperando que se hiciera la hora de ir a ver a Ryder al cuartel para la sorpresa que le había preparado. Observó por la ventana de su habitación, la lluvia había cesado y parecía que pronto se despejaría el cielo.
La alarma en su celular sonó, indicando que era hora de alistarse. Se colocó su conjunto de tonos morados usual y soltó su cabello con una diadema, tomó su mochila blanca para guardar sus cosas y caminó hacia la cocina, guardando en una bolsa de papel unas cuántas galletas en forma de huesos y una charola pequeña de plástico con un trozo de pastel de chocolate y fresas dentro. Selló muy bien ambas cosas antes de guardarlas dentro de su mochila y, por si acaso, guardó su paraguas pequeño también.
Cerró la puerta con seguro y salió en dirección a la torre de los Paw Patrol, pero una persona la llamó, atrayendo su atención.
-¡Hola, Rin! - Saludó Katie desde el interior de su tienda, tenía en sus manos a Gallileta, la mascota de la alcaldesa Goodway. - ¿Estás ocupada? -
-Hola, Katie. - Respondió, caminando hacia ella. - Un poco, sí, voy a ver a Ryder al cuartel. -
-¿Te verás con Ryder? - Preguntó, con cierto tono de angustia en su voz. - ¿Y eso por qué? -
-Tranquila, ya te dije que Ryder no me interesa en ese aspecto. - Dijo la castaña, con una risita. - Ayer fue mi cumpleaños y se sintió mal por no haberme dado nada, así que me pidió que fuera hoy porque me tenía una sorpresa. -
-Oh, si, ayer Marshall lo mencionó. - Murmuró la rubia, pensativa. - Feliz cumpleaños atrasado. -
-Gracias. - Respondió con una sonrisa. - La verdad es que no me parecía importante mencionarlo, digo, era la fiesta sorpresa de Marshall, hubiera sido desagradable ir por ahí diciendo "también hoy es mi cumpleaños". - Explicó, rascando su nuca algo nerviosa. - Le dije que no era necesario, pero él insistió. -
-Sí, entiendo, Ryder suele tomarse los cumpleaños muy en serio. - Agregó Katie, bajando la mirada. - Supongo que así es él, lo hace con todo el mundo. -
-¿De verdad? - Preguntó la castaña, curiosa por aquella afirmación.
-Sí, lo ha hecho por todos en Bahía Aventura, incluso también por Ace. - Respondió la rubia, diciendo con un tono diferente el último nombre.
-¿Quién es Ace? - Cuestionó Rinslet, no creía haber escuchado ese nombre en la ciudad.
-Es una piloto reconocida y buena amiga de Ryder, no vive en Bahía Aventura, solo viene a visitarlo de vez en cuando, así que todavía no la conoces. - Explicó Katie, acariciando a Gallileta. - Créeme, es mejor que no esté por aquí. -
-¿No te agrada? - Preguntó Rin, notando el claro disgusto de su amiga.
Katie negó con la cabeza. - Entenderás mejor el día que la conozcas. -
-De acuerdo... - Murmuró Rinslet, no muy convencida. - Bueno, tengo que irme, ¡te veo después! - Se despidió, continuando con su camino.
-¡Que se diviertan! - Respondió Katie, despidiéndose antes de regresar al interior de la tienda.
-¿Quién será Ace? - Murmuró la castaña, pensativa. - ¿Por qué será que a Katie no parece caerle bien? - Se cuestionó, dejando de caminar. - ¿Será que a Ace también le gusta Ryder? - Dijo en voz baja, continuando su camino, ahora deseaba con más razón llegar a conocer a esa chica.
Estaba atardeciendo cuando llegó al cuartel. Vio como los cachorros competían para ver quién guardaba más rápido los juguetes en la carretilla que Ryder sostenía con una mano. Marshall corrió a dejar una cuerda, pero tropezó cuando la pisó. Rodó por el suelo, chocando contra su dueño y tumbándolo en el suelo de espaldas, cayendo sobre él.
-¡Marshall! - Lo llamó Ryder, soltando una carcajada.
-Lo siento, Ryder, esa cuerda no quería que la saltara. - Respondió el dálmata con una risita, haciendo que todos rieran por la situación.
-No tienes remedio, Marshall. - Dijo Rinslet con una sonrisa, acercándose a ellos.
-¡Rinslet! - Exclamó el cachorro, corriendo hacia ella emocionado. - ¿Qué haces aquí? -
-Yo la invité. - Respondió el castaño, poniéndose de pie mientras sacudía su ropa. - Me alegro de que vinieras. -
-Bueno, casi me amenazaste para hacerlo. - Replicó Rinslet con una sonrisa pícara, cargando a Marshall en sus brazos. - Pero siempre es bueno verlos a todos. - Agregó, caminado hacia el resto de los cachorros para acariciarlos.
-Oh, sí, justo ahí... - Murmuró Zuma, moviendo su pata frenéticamente.
-¡Me toca, me toca! - Exclamó Rocky, quitando a Marshall para que lo rascaran a él ahora.
-¡Vamos, Zuma! ¡Es mi turno! - Exigió Skye, intentando quitar al labrador para tomar su lugar.
-Calma cachorros, no saturen a Rinslet. - Interrumpió Ryder, acercándose a salvarla con una risita. - La cena está servida, vayan. -
-¡Woof! - Exclamaron los cachorros, corriendo hacia sus respectivos platos para cenar.
-Pensar que los protectores de Bahía Aventura sean tan solo unos pequeños cachorritos. - Murmuró la chica, enternecida por la escena ante ella. - Has hecho un gran trabajo con ellos. -
-Sí, son mi orgullo. - Respondió Ryder con una risita, rascando su nuca algo nervioso. - Bueno, ¿me acompañas adentro? -
-De acuerdo. - Asintió Rinslet, acompañándolo al interior del cuartel.
-Antes que nada, espero que tengas en cuenta que solo soy un niño independiente con seis cachorros, así que no esperes una maravilla. - Confesó el castaño, rascando su mejilla en clara señal de vergüenza. - Pero hice mi mejor esfuerzo. -
-Te dije que no tenías qué hacerme nada. - Dijo la chica, tomándolo de la mano. - Pero gracias por hacerlo de todos modos. -
-Bueno, ahora cierra los ojos. - Le indicó en el momento en que el elevador se detuvo. Rin obedeció al instante, por lo que presionó el botón para abrir la puerta. - Con cuidado, sígueme. - Dijo caminando al frente, guiándola con sus manos tomadas.
Rinslet, en una mala pisada, resbaló hacia el frente y tumbó a Ryder en el suelo, cayendo sobre la espalda del chico.
-Lo siento. - Se disculpó avergonzada, abriendo los ojos. Notó la luz tenue que iluminaba el comedor, la vajilla acomodaba para una cena de dos en la mesa que estaba adornada con un mantel cuadrado rojo con patitas blancas y un pequeño florero de cristal con unas ramitas de flores de salado. - Qué lindo... -
–Me alegra que te guste. - Dijo Ryder, mirándola de reojo. - Ya puedes bajarte, Rinslet. -
-¡Ay, lo siento! - Exclamó apenada, poniéndose de pie. - ¿Te lastimé? -
-No, descuida. - Negó el chico con una sonrisa, sacudiendo su ropa. - Tome asiento, señorita. - Agregó engrosando su voz mientras le ofrecía una silla.
-Qué bobo eres, Ryder. - Dijo Rin con una risita, sentándose en la silla, dejando que la ayudara a acercarse a la mesa.
-Ya, perdón. - Respondió el chico con una carcajada. - Te he preparado mi especialidad. - Agregó, sacando dos platos tapados del horno y colocándolos en la mesa. - Filete de res en gravy y spaghetti. - Dijo, quitando las tapas para dejar ver los platillos.
-Vaya, creí que lo mejor que hacías eran los huevos estrellados. - Agregó Rin con una sonrisa burlona, mirándolo de reojo. - Me has sorprendido. -
-Te dije que no era un genio gastronómico, pero me sé defender. - Respondió Ryder, sentándose a su lado. - Espero que lo disfrutes. -
-Veamos si cocinas tan bien como construyes. - Murmuró ella con una sonrisa. - Provecho. - Agregó, tomando un bocado de comida. - ¡Está delicioso! Tienes mi respeto, Ryder. -
-Gracias, me alegra saber que te gusta. - Dijo con alivio en su voz, comenzando a comer en silencio, contento de que todo estuviera marchando bien.
-Ryder, ¿puedo hacerte una pregunta? - Murmuró Rinslet, mirándolo de reojo. El castaño asintió en silencio sin dejar de cenar, permitiendo que continuara hablando. - Bueno... ¿Hay alguna chica que te interese de manera romántica? - Preguntó, bajando la mirada a su plato. Si lo que Katie le había dicho era cierto, tenía que ser demasiado detallada en sus preguntas para obtener la información correcta de él.
Ryder se quedó pensativo unos cuántos segundos, golpeando su labio inferior suavemente con el mango de su tenedor.
-No, la verdad es que no. - Respondió, tomando otro bocado de comida antes de continuar. - Creo que siempre he estado tan enfocado en mis cachorros y todos mis proyectos que nunca me he interesado en ese tipo de cosas. - Explicó, dando un sorbo a su jugo. - ¿Y a ti? -
-¿Eh? ¿A mí? - Dijo de manera inconsciente, como si no hubiese esperado esa pregunta. - Supongo que no. - Continuó, comiendo un poco de spaghetti antes de seguir. - La enfermedad de mi madre solía mantenerme ocupada todo el tiempo, mientras ella trabajaba yo debía estudiar y ayudar en la casa. - Explicó, bajando levemente la mirada, claramente afligida. - Y después de su muerte mi corazón se siente muy triste como para pensar ese tipo de cosas. -
-Es comprensible, mi madre suele decir "para poder amar, primero hay que sanar". - Apoyó el castaño, colocando su mano sobre el hombro de la chica. - Y tú todavía estás en ese proceso, sé que encontrarás a la persona indicada cuando lo hayas logrado. -
-Sí, supongo. - Respondió ella, con una risita suave. - ¿Y qué me dices tú? ¿Cuándo planeas buscar a la indicada? -
-Tengo doce años y seis cachorros, no hay ninguna prisa. - Dijo él con una sonrisa pícara, tomando un bocado de filete. - ¿Cómo terminamos hablando de esto en primer lugar? -
-Los misterios de la vida. - Contestó Rinslet, encogiéndose de hombros, restándole importancia. - Simple curiosidad, quizá la chica indicada ya está a tu lado y ni siquiera lo has notado. -
Ryder miró a la silla vacía a su lado, pensativo. - No, aquí no hay nadie. - Agregó, soltando una carcajada.
-¡Qué bobo! - Exclamó ella, imitando a su compañero. - Gracias por la cena, estuvo deliciosa. - Dijo, agachándose hacia su mochila. - Por cierto, traje unas galletas para los cachorros y un postre para ti. - Agregó, entregando la bolsa con las cosas al chico. - Espero que les guste. -
-No tenías qué haberte molestado. - Respondió Ryder, tomando la bolsa para guardarla en el refrigerador. - Y hablando de postre... - Murmuró, sacando una tarta de manzana del refri. - Nunca he sido bueno para hacer pasteles, pero he participado en los concursos de tartas de la ciudad. - Explicó, colocando el postre sobre la mesa. - Feliz cumpleaños. -
-Ryder, que lindo detalle... - Murmuró, enternecida por las acciones del chico.
-Espero que te guste. - Dijo, entregándole un cuchillo. - La cumpleañera parte "el pastel". - Prosiguió, haciendo comillas con los dedos al mencionar las últimas dos palabras.
-Gracias. - Respondió, tomando el cuchillo para cortar dos partes iguales de la tarta, sirviendo en los dos platos pequeños que el chico había dejado en la mesa junto a dos tenedores de postre. - ¡Buen provecho! - Exclamó, tomando un bocado de la tarta. La mezcla de manzana, azúcar y canela estaba perfectamente equilibrada: ni muy dulce ni muy salada. - ¡Es perfecta, Ryder! Me ha encantado el sabor. -
-Una preocupación menos. - Soltó aliviado, comiendo un poco de su postre. - No sabía si te gustaría, me tranquiliza saber que mi cocina ha sido un éxito. -
-Vaya que sí. - Murmuró ella, continuando su postre hasta terminarlo. - Bueno, supongo que será pronto hora de irme. -
-Sobre eso... - Dijo Ryder en voz baja, desviando la mirada, ligeramente apenado. - ¿Te quedarías a dormir? -
-No tengo problema con eso. - Respondió Rinslet, encogiéndose de hombros. - Supongo que hay algunas ventajas cuando se es huérfana. -
-Yo tengo padres y también puedo decidir por mí mismo. - Interrumpió él, levantando los trastes sucios para llevarlos al fregadero.
-Porque eres tú, un tipo raro de humano. - Replicó ella, levantándose para ayudarlo a lavar la vajilla sucia. - No cualquier persona logra hacer todo lo que haces tú. -
-Todo el mundo es especial a su manera. - Agregó él, mirándola de reojo. - Pero no todos logran darse cuenta de ello. -
-Bueno, quizá en eso tengas razón. - Murmuró, soltando repentinamente un quejido. - Ay... -
-¿Sucede algo? - Preguntó preocupado, secándose las manos.
Ella negó con la cabeza. - Me duele un poco la cintura, quizá sea el cansancio porque no he descansado desde el ajetreo de la fiesta. - Respondió, pasando el brazo sobre su cintura, como si se abrazara a sí misma. - Pasará pronto. -
-Vayamos al dormitorio para que te acuestes. - Sugirió el castaño, tomándola del hombro. - Ven, te ayudo. -
-Sí, gracias. - Asintió ella, siguiéndolo al elevador para subir al dormitorio del chico. Cuando la puerta se abrió notó que había dos colchonetas inflables en el suelo frente a la gran ventana, supuso que sería parte de la sorpresa de Ryder. - ¿Dormiremos ahí? -
-¿Eh? Ah, sí. - Respondió él, ayudándola a sentarse en la cama. - ¿Te sientes mejor? -
-Sí, gracias. - Mintió sutilmente, no quería arruinar los planes de Ryder por su dolencia. - ¿Tienes algo para cambiarme? -
-Sí, toma. - Dijo, entregándole el pijama rojo con blanco que le había prestado la primera vez. - Bajaré rápido por algo que olvidé en el taller, no tardaré. -
-Te espero. - Respondió ella, viéndolo irse hacia el elevador.
-¡Ya vuelvo! - Dijo Ryder, activando el elevador.
-Ay... - Se quejó la chica, pasando su mano sobre su estómago. - ¿Por qué duele...? Y justo ahora. - Reprochó al aire, quitándose la ropa para cambiarse. - Al menos no es un dolor fuerte, supongo que puedo soportarlo. - Se dijo a sí misma, vistiéndose con el pijama que Ryder le había prestado. - Definitivamente es muy cómoda...un día de estos me la terminaré llevando. - Dijo con una risita, caminando hacia una colchoneta para acostarse, asombrada del hermoso cielo estrellado que podía verse desde ese lugar.
-Estoy de vuelta. - Anunció Ryder, saliendo del elevador que acababa de abrirse. Se acercó a ella rápidamente con un ligero sonrojo, ocultando sus manos en su espalda. - Tengo algo para ti. -
-¿De verdad? - Preguntó curiosa, sentándose con cuidado mientras lo veía. - ¿Qué es? -
-Sé que mis responsabilidades y proyectos me consumen mucho, y no suelo estar ahí para ti la mayor parte del tiempo. - Explicó, sentándose en el suelo frente a ella, su mirada seguía fija en la castaña. - Así que quise hacer para ti algo que me permita estar siempre a tu lado. -
Rinslet lo miró en silencio, esperando que terminara de hablar. No quería interrumpirlo, su mirada nerviosa y el sonrojo en su rostro le decía cuán apenado estaba en ese momento.
-Toma. - Agregó Ryder, extendiendo su mano hacia ella, mostrando una pequeña cajita negra.
Rin la tomó con cuidado en sus manos, viéndola por unos segundos antes de abrirla. En su interior había un collar de listón negro con una insignia idéntica a la de Ryder, la que lo identificaba como parte de los Paw Patrol. La única diferencia era que en lugar de tener el fondo de color rojo como la de él, era de color lila, mientras que la huella y el borde seguían siendo de color plateado.
-¿Un collar para perro? - Preguntó, tomándolo en su mano.
-No...bueno, lamento que parezca uno, mis intentos por hacerlo más "humanizado" fallaron. - Dijo apenado, desviando la mirada mientras rascaba su nuca. - Es un comunicador al igual que el de los cachorros, nos permitirá estar en contacto en cualquier momento. - Explicó, sacando su pup-pad de su bolsillo. - Ya está enlazado a mi comunicador, así que solo necesitas decir mi nombre para que se active, de igual manera puedes llamar a cualquiera de los cachorros cuando los necesites. - Agregó, guardando nuevamente su pup-pad. - Además puedes enlazarlo a tu celular, de esa manera podrás enviar o recibir ubicaciones si alguno de nosotros está en problemas, tiene una señal de peligro que puedes activar cuando sea necesario. -
-¿Y no es más sencillo usar solo mi celular? - Preguntó, sin apartar la mirada del collar.
-Bueno, este comunicador funciona a largas distancias y bajo tierra, incluso si llegaras a perder tu celular podríamos seguir en contacto. - Respondió Ryder, tomando el collar en sus manos. - No soy bueno pensando regalos para chicas, así que perdóname si ha sido algo tonto. -
Rinslet negó, sonriendo. - Muchas gracias, es un detalle muy lindo. - Dijo, dándose la media vuelta en su lugar. - ¿Me ayudas? -
-Claro. - Respondió el castaño, colocando el collar en su cuello con cuidado y atando las puntas fuertemente en un pequeño moño. - Listo. -
-Gracias. - Dijo ella, tocando con sus dedos la insignia. - Rinslet a Ryder. - Agregó, activando el comunicador. El pup-pad del chico sonó en su bolsillo, indicando la llamada entrante.
-Aquí Ryder, te escucho. - Respondió el chico, contestando la llamada. - ¿Cuál es la emergencia? - Preguntó, siguiéndole el juego.
-Creo que alguien intenta matarme de diabetes con su dulzura. - Agregó, soltando una carcajada.
Ambos comenzaron a reírse, cortando la comunicación. Ryder se puso de pie para tomar su pijama e ir al baño a cambiarse, regresando a los pocos minutos para sentarse sobre su colchoneta, mirando el cielo estrellado del otro lado de la ventana.
-¿Crees que seremos amigos siempre? - Preguntó Rinslet, sorprendiendo a Ryder.
-No veo por qué no. - Respondió él, mirándola de reojo.
-Sí. - Asintió ella, acostándose en la cama sin dejar de ver el cielo. - Me gustaría tenerlos a todos siempre a mi lado. -
-Jamás nos perderás. - Dijo Ryder, imitando su acción. - Ahora todos en Bahía Aventura somos tú familia, y la familia nunca te abandona. -
Rinslet asintió decaída, incapaz de creer en esas palabras. Su padre, aquél de debía amarla siempre la había abandonado cuando era una bebé, sin preocuparse en buscarla de nuevo. Su madre, aquella que estaría a su lado siempre, había fallecido más pronto que tarde, dejándola totalmente sola. Se preguntaba si realmente Ryder estaría en lo correcto al decir que todos en Bahía Aventura estarían a su lado siempre, o si terminarían abandonándola al igual que las dos personas que, por naturaleza, deberían ser las únicas que jamás lo harían.
Se dio la vuelta, quedando frente a frente con el chico, quien le sonreía de manera cálida, como todos los días desde que se habían conocido. Pensó en las palabras de Katie, entendiendo un poco mejor por qué parecían haber tantas chicas interesadas en él, aun cuando Ryder no se daba cuenta. Sí, era demasiado amable y dulce, tanto que sus acciones fácilmente podían ser confundidas con coqueteos. Entonces lo vio todo con claridad...el chico no se daba cuenta de los sentimientos de Katie porque creía que ella era simplemente amable, tal como lo era él.
-"Creo que ya sé cómo ayudar a Katie." - Pensó, correspondiendo la sonrisa de Ryder. - Buenas noches, Ryder. -
-Buenas noches, Rinslet. - Respondió el chico, cerrando los ojos.
La castaña cerró sus ojos también, dispuesta a descansar para librarse de aquellas dolencias que sentía en su cuerpo. Tocó con la yema de su dedo el collar en su cuello, sintiendo por primera vez (desde que su madre había fallecido) que no necesitaba dormir abrazada de su peluche. Era la primera noche que no se sentía sola en absoluto, y entendió que el regalo de Ryder había logrado su cometido: sentirse siempre a su lado.
¡YAHALLO! xHimemikoYukix aquí~
¡Llegó la actualización! ¿Qué les ha parecido el capítulo? El siguiente será uno con cierto tema tabú que me pareció interesante mencionar, así que espero no causar controversias con eso :'v Sin más qué agregar, ¡espero que les haya gustado!
¡Dudas, opiniones y comentarios son bien recibidos!
¡NOS LEEMOS!
