Hola a todos, aquí SilentDrago. Continuamos con un nuevo capítulo del viaje de Honoka por la región Otonokizaka. Les adelanto que un hecho importante ocurrirá en esta ocasión, pero eso véanlo ustedes mismos. Nos vemos abajo con más información.


La génesis de los problemas

Tras una larga caminata, Honoka, Alisa y Yukiho decidieron hacer un alto para descansar y comer algo. El escenario: la orilla de un lago de montaña sumamente prístino y rodeado de césped verde.

―Espero que te haya gustado, Alisa-chan ―dijo Yukiho con un leve sonrojo y agachando un poco la mirada.

―Estuvo delicioso, Yukiho-chan. ¿Qué opinas, Iney?

―¡Vul, Vulpix!

La castaña sonrió ante el cumplido.

―Se parece a la comida de Honoka-san, pero tiene un toque diferente.

―¡AH! ¡No puedo comer más!

―¡Ursa!

―Buah.

La mayor del grupo estaba echada sobre el pasto sobándose la panza. A su lado, Teddiursa hacía lo mismo, mientras que Komala descansaba apoyado en su tronco.

―Shroomish…

Con respecto al Pokémon que Hanayo les había confiado, se mostraba reticente a comer. Todavía desconfiaba de las chicas, pero ya no trataba de huir de ellas: lo que pasó con los ladrones fue demasiado para él.

Onee-chan, deja de holgazanear. Tienes que entrenar para volverte más fuerte ―reclamó Yukiho mientras se acercaba a su hermana.

―Cinco minutitos más…

―Sa…

―Tsubasa-san nunca se fijará en ti si no demuestras ser una buena entrenadora.

―¡¿Tsubasa-san?!

Honoka abrió los ojos como platos y recordó a su salvadora. Le había parecido tan genial que se había prometido ser igual de buena que ella, pero allí estaba, flojeando y tirada sobre el pasto.

―¡Hora de trabajar! ¡Faito dayo! ―exclamó mientras se levantaba casi como impulsada por un resorte―. ¡Teddiursa, vamos!

―Sa.

El osezno no parecía interesado en abandonar la comodidad de la hierba.

―Teddiursa, te prometo que te haré de esos bocadillos que tanto te gustan si entrenamos un poco.

―¿Sa?

―En serio.

A Teddiursa comenzó a caérsele la baba del hocico.

―¡Teddiursa! ―exclamó mientras se levantaba.

La sesión de entrenamiento, sin embargo, terminó antes de empezar.

―¡Deerling!

Un Pokémon con apariencia de cervatillo que corría a toda velocidad derribó a Honoka. Persiguiéndolo, estaba un joven con lentes y bata de científico.

―¡Ursa!

―¡Honoka-san!

―¡Onee-chan!

―¡Deerling, ¿cuántas veces te he dicho que no te escapes?!

―Deerling…

―¡Ay, me duele el trasero!

―¿Estás bien?

―Eso creo.

El joven ayudó a la pelijengibre a levantarse.

―En verdad lo siento. Deerling suele ponerse inquieto a veces.

―¿Deerling?

«Deerling, el Pokémon Estacional. Tipos normal y planta. Si presiente peligro, se esconde en el follaje. Su color y olor cambian con las estaciones».

El pelaje de aquel ejemplar tenía la tonalidad primaveral.

―Tienes un Pokémon muy lindo ―señaló Alisa.

―Gracias, aunque técnicamente Deerling no es mi Pokémon. Más bien, es un sujeto de estudio.

―¿Sujeto de estudio? ―preguntaron las tres chicas al unísono.

―Verán, mi nombre es Darwin. Soy un científico que estudia a los Pokémon en el laboratorio que se ubica junto a este lago.

―¿Hay un laboratorio? ―preguntó Yukiho.

―Sí, por allá.

Darwin apuntó a un edificio en la otra orilla que apenas se distinguía.

―¿Lo ven?

―Creo que sí ―dijo Honoka mientras entornaba los ojos.

―¿Y cuáles son sus nombres?

―Yo soy Honoka, y estos dos son mis Pokémon. ―Señaló a Teddiursa y a Komala.

―Mi nombre es Alisa. Mucho gusto.

―¡Vulpix!

―Ella es Iney, mi Vulpix.

―Soy Yukiho. Honoka es mi onee-chan.

―¿Ese Shroomish es tuyo?

―No, no. Nos pidieron que lo entregáramos en ciudad Nyanya. Está a nuestro cargo mientras tanto.

―Ya veo.

―¿Y qué tipo de investigación haces, Darwin-san? ―preguntó Yukiho.

―A grandes rasgos, estudiamos por qué se producen cambios fisiológicos en ciertos Pokémon y habilidades diferentes en Pokémon de la misma especie. También nos interesa saber la manera en la que aprenden ataques que en circunstancias normales no aprenderían. Tu Vulpix sería un buen sujeto de estudio, pequeña ―le dijo a Alisa.

―¿Iney?

―Sí. Seguramente sabes que Vulpix por lo regular es un Pokémon de fuego. Los Vulpix de hielo no son tan comunes, y son cosas como esas las que vemos en el laboratorio.

―Eres especial, Iney.

―¡Vulpix! ―exclamó la aludida alegremente.

―¡Quiero ver lo que investigan! ―gritó Honoka―. Por favor.

―¡Onee-chan, de seguro no entiendes nada de lo que habló Darwin-san!

―Pues no mucho, pero quiero aprender.

―¿Y el entrenamiento?

―Dejémoslo para después. Anda, Yukiho, no seas mala.

La menor lanzó un resoplido.

―¿No será un problema?

―Si prometen comportarse, no lo creo. Mi jefe siempre está dispuesto a compartir sus conocimientos con los entrenadores jóvenes. Además, tómenlo como una compensación por lo de Deerling.

―¿Jefe? ―preguntó Honoka.

―No trabajo solo.

―¡Ursa! ―exclamó el Pokémon, molesto.

―Tranquilo, pequeño. Ya entrenaremos en otro momento, ¿sí?

―¡Sa! ―reclamó el osezno haciendo un puchero.

Su molestia no tenía que ver con haberse saltado el entrenamiento, sino con el hecho de que ya no tendría bocadillos.


―Bienvenidas a nuestro laboratorio. Soy Lamarck, el director de este lugar.

―Muchas gracias por dejarnos entrar.

Lamarck era un hombre viejo y barbudo. Se veía algo serio, pero no parecía ser una mala persona.

―Lamento los problemas que les causó Deerling. Por favor, siéntanse libres de mirar y consultar. Eso sí, procuren no dañar nada: lo que hay aquí es muy valioso; la base de nuestro trabajo, de hecho.

―Como diga.

El laboratorio no era demasiado grande, pero parecía haber un montón de máquinas en él. También se veían botellas, matraces y estantes llenos de libros y carpetas: definitivamente tenían bastante material.

―Disculpe, Lamarck-san, ¿puedo sacar este libro? ―preguntó Yukiho.

―Claro, no hay problema.

El libro al que se refería la castaña era uno que hablaba sobre las variantes regionales de algunos Pokémon. Hojeándolo, se dio cuenta de que había especies que no solo cambiaban de forma, sino también de tipo y habilidad. Se enfocó aún más en su lectura cuando llegó a la parte de Vulpix. Como lo dijo Darwin, Vulpix era un Pokémon de fuego, pero la especie era un Pokémon de hielo en Alola, donde incluso tenía un antiguo nombre nativo: Keo-Keo…

No pudo evitar echarle un vistazo a Alisa, quien conversaba con Honoka sobre algunas cosas que había en el lugar.

«Quiero ser más cercana a ella».

La voz de Darwin la sacó de sus pensamientos.

―Chicas, ¿quieren una visita guiada? Creo que será mucho mejor que andar dando vueltas a ciegas.

―¡Sí!

―Sí. Gracias, Darwin-san.

―Genial, vayamos entonces.

―Asegúrate de que no traspasen los límites permitidos.

―Como ordene, jefe.

Darwin comenzó a guiar a las chicas a través del laboratorio.

―Por aquí está la biblioteca. Sé que vieron algunos libros en la sección de entrada, pero aquí tenemos los ejemplares más importantes.

Alisa y Yukiho parecían realmente interesadas en aquellos gruesos tomos. Ambas eran sumamente estudiosas sobre todo lo que se refería a los Pokémon y trataban de aprender lo más que podían respecto al tema.

«Este se ve interesante», pensaron las dos a la vez. Sus manos se dirigieron al mismo libro, produciéndose un ligero contacto.

―¡Lo siento, lo siento! ―exclamó Yukiho, retirando la mano y sonrojándose.

―Tranquila, no pasa nada ―respondió la rubia con una sonrisa genuina.

«¡Cálmate, corazón!», pensó la castaña nada más ver el rostro de la de ciudad Harasho. Sentía fuertes latidos en su pecho y sabía quién era la causante.

―Sa…

Teddiursa se estaba durmiendo en los brazos de Honoka; la excursión por el laboratorio lo estaba aburriendo. En cuanto a su entrenadora, parecía querer ver más cosas que una simple biblioteca.

―Parece que a tu Pokémon no le gusta esto.

―Es que es muy inquieto, Darwin-san.

Honoka recordó que fue en un laboratorio donde conoció a Teddiursa, aunque claro, el interés del osezno era la comida almacenada allí.

―Tal vez si seguimos con el recorrido, pueda encontrar algo que le interese.

―Tal vez. Chicas, sigamos.

―Bien, Honoka-san.

«No puedo creerlo. Toqué su mano».

Mientras se retiraban de la biblioteca, otros científicos aparecieron caminando por los pasillos. Darwin los saludó amablemente y les presentó a las chicas, quienes también saludaron.

―Esta de aquí es el área secreta. Solo personal autorizado puede entrar.

―¿Podemos echar un vistazo? Aunque sea uno pequeñito.

Onee-chan, dijo que solo personal autorizado puede entrar ―le reprochó Yukiho.

―Buu.

El grupo siguió caminando.

―Y aquí es donde están todos los Pokémon que estudiamos.

―¡Guau!

El científico llevó a las muchachas a la parte trasera del laboratorio, en el que Pokémon de diversas especies y formas pululaban libremente. Había varios Deerling, Pokémon con variante regional, Nidoran hembra y macho, entre otros.

―¡Es increíble! ―exclamo Honoka―. ¡Hay muchos!

―¡Ursa!

El escandaloso grito de su entrenadora despertó a Teddiursa. Verse en un área diferente a la cerrada del edificio principal definitivamente lo empezaba a animar.

―¡Sa, Sa!

―¿Quieres caminar un poco, pequeño?

―¡Ursa! ―respondió alegremente.

―Muy bien.

Nada más poner un pie en el suelo, el Pokémon Osito comenzó a correr por todos lados.

―Típico de Teddiursa ―señaló Alisa con tono animado.

―Es una versión Pokémon de onee-chan ―comentó Yukiho con cierto dejo de sarcasmo.

En lo que respecta a la pelijengibre, también se dedicaba a dar vueltas, consultando en su Pokédex sobre cada Pokémon que veía. No podía evitarlo: estaba extasiada.

―¡Onee-chan, cálmate!

―¡Yukiho, no sabes la alegría que siento de ver esto! ¡Hay montones y montones de Pokémon!

―¡Se supone que la menor soy yo! ¡Deja de comportarte como una niña!

Alisa veía la escena y sonreía.

«Son diferentes a onee-chan y a mí, pero se nota cuánto se quieren las dos».

Sus azules ojos pasaron después a enfocarse en todos los Pokémon del lugar. Durante su época de estudios en ciudad Harasho, Eli le había hablado mucho sobre los cambios que existían entre los Pokémon, incluso entre los de la misma especie.

«Aparte de las variantes regionales, Onee-chan me habló sobre cosas bastante curiosas, como lo que pasa con los Meowstic: no solo las diferencias físicas entre macho y hembra son notorias, sino que también cada uno aprende movimientos totalmente diferentes».

Para ella, todo lo que había en ese lugar era digno de verse, no solamente los Pokémon.

«Llevamos poco tiempo conociéndonos y es como si las conociera de toda la vida», pensó mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.


―¡¿Quién es usted y qué es lo que quiere?!

―Eso no es de su incumbencia.

―¡Aria!

Tres científicos, dos hombres y una mujer, encaraban a un misterioso hombre vestido con un traje azul oscuro y una especie de boina. Un símbolo similar a una G estaba dibujado en su pecho y un Pokémon con apariencia de araña se ubicaba a su costado.

―¡Váyase ahora!

―Parece que no soy bienvenido. Bueno, lo siento por ustedes. ¡Ariados, usa Telaraña!

―¡Ariados!

Los tres terminaron enredados en tela de araña, prácticamente amortajados. Solo sus ojos quedaron al descubierto.

―No toleraré interrupciones, y menos de gente que no sabe absolutamente nada sobre Pokémon.

―Mmm… Mmm…

―Sigan murmurando, no puedo oírlos. Vamos, Ariados, tenemos trabajo que hacer.

―Aria.

―¡Oiga, nadie puede entrar sin invitación!

El misterioso hombre vio que una científica que de casualidad pasaba por ahí lo estaba encarando.

―Otra impertinente más. Qué se le va a hacer. ¡Ariados, Telaraña!

Antes de que el ataque hiciera contacto, la mujer alcanzó a apretar un botón que había en la pared más cercana a ella. Tras eso, terminó exactamente igual que sus compañeros.

―No podemos seguir perdiendo el tiempo. ¡Vamos, Ariados!


«Siempre es bueno que los jóvenes aprendan sobre cosas nuevas, en especial sobre los hechos que tienen importancia en este mundo».

El director Lamarck se encontraba en su oficina revisando los últimos resultados que le habían entregado sus empleados

«Definitivamente no me equivoqué al dedicar mi vida a esto. El mundo Pokémon es demasiado interesante como para no investigar estos fenómenos».

Aparte de los resultados, Lamarck ojeaba un libro que tenía en su escritorio, escrito nada más y nada menos que por la profesora Minami, a quien tenía el gusto de conocer personalmente.

«Estoy convencido de que tanto mi investigación como la suya servirán para entender mejor a los Pokémon y también para llevarnos bien con ellos, aun cuando no siempre es fácil convivir con ciertas especies».

El sonido de la alarma lo sacó de sus pensamientos.

«¡Alguien activó la alarma! Parece que hay problemas».

Inmediatamente, dejó su asiento y se dirigió a ver qué pasaba.


―¡La alarma!

―¿Qué pasa, Darwin-san?

―Creo que hay problemas en el edificio. Será mejor que vaya a investigar.

―¿Y nosotras qué hacemos?

―Quédense aquí y esperen.

Darwin se fue corriendo en dirección al laboratorio, dejando a las chicas atrás.

―¿Qué hacemos, Honoka-san?

―No podemos quedarnos de brazos cruzados. Vamos a ayudar.

Onee-chan, ¿no aprendiste nada de lo que pasó con los ladrones? Quién sabe lo que está pasando ahora.

―Yukiho, no me gusta no hacer nada si tengo la posibilidad de ayudar ―afirmó la comepan en un inusual tono serio―. ¡Vamos, Teddiursa!

―¡Teddiursa!

Los dos se dirigieron de vuelta al laboratorio.

―¿Qué hacemos, Yukiho-chan?

―No nos dejó opción: hay que seguirla.

―Bien.

Ambas se pusieron en marcha.


―¡No se atreva a poner sus manos en esos archivos!

―Usted no puede decirme qué puedo o no puedo hacer.

Darwin y Lamarck encaraban al hombre en el área restringida del laboratorio. No había nadie más enfrentándolo: todos los demás científicos habían sido incapacitados por Ariados.

―¡Darwin-san, ¿qué pasa?!

―¡¿Tú aquí?! ¡¿No te dije que te quedaras afuera?!

―Quiero ayudar.

¡Onee-chan, tú siempre tan impulsiva!

―¡Chicas, no pensé que vendrían!

―No importa cuántos sean: estoy aquí por algo y no me iré sin eso. ¡Ariados, Telaraña!

―¡Aria!

―¡Teddiursa, usa Arañazo y corta esos hilos!

―¡Ursa!

Las garras del osezno hicieron pedazos los pegajosos hilos que el Pokémon bicho lanzó.

―Bien hecho, pequeño.

―¡Teddiursa!

―No es momento para felicitaciones. Este sujeto está detrás de los archivos.

―¿Archivos?

―Son los resultados más importantes que hemos obtenido en nuestras investigaciones ―informó Lamarck―. Nadie puede acceder a ellos sin mi autorización.

―Basta de palabrería. Ariados y yo nos llevaremos esos archivos; hay alguien que les dará un mejor uso.

―Aria.

«Ariados, el Pokémon Patas Largas. Tipos bicho y veneno. Puede lanzar hilos desde su boca y su parte posterior. Inmoviliza a sus presas con esos hilos antes de clavar sus venenosos colmillos».

―No creo que quieran combatir conmigo; los archivos podrían dañarse. Mejor simplemente dejen que me los lleve y no haré ningún escándalo.

―Debemos detenerlo, pero… tiene razón: si los archivos se dañan, nuestro arduo trabajo habría sido en vano ―dijo Lamarck.

«Tal vez eso pueda servir», pensó Alisa, tras lo cual llamó a su Pokémon a la acción: «¡Ve, Iney!»

―¡Vulpix!

―¡Chiquilla tonta, gracias a ti tendré que llevarme los archivos a la mala!

―No lo creo. ¡Iney, Rayo de confusión!

―¡Vul!

Varios orbes de energía dorada aparecieron rodeando a Iney, que después fueron lanzados contra Ariados, dejándolo confundido.

―Grrr.

―Muy lista, utilizó un movimiento no ofensivo contra Ariados para evitar dañar los archivos ―señaló Yukiho.

―Hay que aprovechar que Ariados no está en condiciones ―señaló Honoka a los demás, quienes asintieron―. Vamos, Teddiursa, hay que terminar esto rápido.

―¡Ve, Chimchar!

―¡Ve, Girafarig!

―¡Chimchar!

―¡Giii!

«Chimchar, el Pokémon Chimpancé. Tipo fuego. Es capaz de escalar acantilados escarpados con gran agilidad. Cuando duerme, la llama de su cola se apaga».

«Girafarig, el Pokémon Cuello Largo. Tipos normal y psíquico. Su cola tiene un pequeño cerebro y muerde a los enemigos que se acercan por detrás».

―¡Teddiursa, Arañazo!

―¡Chimchar, Puño fuego!

―¡Girafarig, Pisotón!

Todos procuraron usar movimientos de carácter físico para evitar daños colaterales al material.

―¡Ariados, regresa! ¡Es tu turno, Koffing!

―¡Koffing!

―¡Oh, no!

―¡Koffing, Pantalla de humo!

Una gruesa cortina de humo negro nubló todo, impidiendo que los Pokémon pudieran continuar con su ataque.

―¡Ariados, Picotazos venenosos!

Ariados había vuelto al ruedo. Ya libre de la confusión y protegido por el humo de Koffing, comenzó a disparar agujas venenosas por su boca, alcanzando a todos sus oponentes y envenenando a Teddiursa.

―¡Sa! ―soltó un grito de dolor.

―¡No, Teddiursa!

―¡Ariados, usa Telaraña!

Gruesos hilos envolvieron a Teddiursa, Chimchar y Girafarig. Para cuando se disipó el humo, tanto el hombre como sus Pokémon se habían ido. El ducto de ventilación en el techo no tenía la cubierta.

―Escapó ―hizo notar Lamarck.

―¡Jefe, mire!

―¡No puede ser!

Lo que no querían que pasara pasó: todos los archivos habían sido robados.

―Se salió con la suya. Años de investigación perdidos ―dijo el director con frustración.

―Tener que empezar de nuevo… Chimchar, usa Brasas y quema los hilos.

―¡Chimchar!

El Pokémon de Darwin pudo liberarse de sus ataduras. De paso, se encargó también de liberar al Girafarig de Lamarck y al Teddiursa de Honoka, quien de lo que menos estaba preocupada era de los archivos.


―Entonces, según lo que me cuenta, un hombre extraño irrumpió en el laboratorio y se llevó los archivos de sus investigaciones.

―Así es, oficial Jenny.

―Mmm, creo que sé de quién puede tratarse.

―¿En serio?

―Sí. Últimamente hemos recibido reportes de miembros de un grupo misterioso que se hace llamar Equipo Génesis.

―¿Equipo Génesis? Nunca había oído hablar de ellos.

―Al parecer se trataría de una organización que apareció en forma reciente, pero sus motivaciones siguen siendo desconocidas para nosotros.

―No pueden ser buenas si hacen algo como robarse nuestra investigación.


En otro lugar del laboratorio, Honoka y las chicas vigilaban el estado de Teddiursa. Afortunadamente, ya se le había suministrado un antídoto y se había curado del envenenamiento, por lo que en ese momento dormía tranquilamente.

En medio de la vigilia, la pelijengibre se levantó de su asiento y salió de la habitación.

―¿Honoka-san?

―¿Onee-chan?

Alisa y Yukiho no entendían qué pasaba.

―Alisa-chan, voy tras onee-chan.

―Te acompaño.

―No, quédate aquí y cuida a Teddiursa. Avísame si ocurre alguna novedad.

―Muy bien, Yukiho-chan.

La castaña dejó el lugar.

«¿Dónde se habrá metido?».

Tras pensarlo un poco más, llegó a una única posibilidad.

Tenía razón.

Honoka se encontraba en las afueras del laboratorio, mirando a los Pokémon que tenían como sujetos de estudio. El atardecer teñía el cielo de rojo, aunque ya había atisbos de que el negro pronto tomaría su lugar.

―Sabía que estabas aquí, onee-chan.

La mayor, que en ese momento le daba la espalda, no dijo nada.

Onee-chan

Más silencio.

―Yukiho…

El silencio se rompió de repente.

―… ¿crees que soy una mala entrenadora?

―¿Eh?

―Que si crees que soy una mala entrenadora.

―¿Por qué dices eso?

―Porque he puesto a Teddiursa dos veces en situaciones complicadas… Dos veces ―comenzó a sollozar―. Sé que soy impulsiva, no muy brillante y algo egoísta… No soy la persona ideal para ser su compañera. Teddiursa se merece a alguien mejor, alguien que de verdad pueda volverlo fuerte y cuidarlo como corresponde.

Honoka terminó quebrándose.

―Ustedes dos son tal para cual.

―¿Eh?

―No puedo responder a tu pregunta de si eres buena entrenadora o no porque no te he visto mucho en esa faceta, pero en el poco tiempo que llevo conociendo a Teddiursa, me he dado cuenta de que los dos tienen personalidades parecidas: son tercos, glotones y algo perezosos, pero a la vez apasionados y de gran aguante. Yo lo veo bastante feliz a tu lado, onee-chan, y no sé si otro entrenador podría hacerlo así de feliz.

Se produjo una breve pausa.

―Si estás pensando en deshacerte de Teddiursa y entregárselo a alguien más, olvídalo. Ese Pokémon te quiere mucho y solo tú puedes ser su entrenadora. Métetelo bien en la cabeza.

Honoka finalmente se volteó y vio a Yukiho. Los ojos de la mayor estaban aguados y enrojecidos.

Onee-chan, cálmate. Sabes que no me gusta verte llorar.

―Discúlpame ―dijo la pelijengibre, secándose las lágrimas.

―No estoy viendo a la onee-chan a la que estoy acostumbrada. Quiero de vuelta a esa onee-chan ahora.

―No sé qué haría sin ti, hermanita.

Las dos se dieron un cálido abrazo.

―Mañana a primera hora empezaremos a entrenar, ¿OK? Hay un gimnasio esperando.

―Sí.


―Es una lástima que su experiencia en el laboratorio no haya sido la mejor.

―Descuide, Lamarck-san. Sabemos que no fue su culpa.

―Buena suerte en su viaje. Cuídense.

―Igual ustedes. Ojalá puedan recuperar los archivos.

Honoka y las chicas reemprendieron el viaje a ciudad Nyanya.

―¿Ambas están con la ropa adecuada? ―preguntó Yukiho.

―¡Sí! ―respondieron Alisa y Yukiho.

―¡Ursa!

―Saquen a sus Pokémon. El entrenamiento comienza ahora.

La sonrisa de la joven intimidaba un poco.

«Creo que voy a arrepentirme de esto», pensó su hermana mayor.


Y llegamos al fin de este capítulo. Como ustedes pudieron ver, el equipo malvado de la región hizo su primera aparición en esta historia. ¿Cuáles serán sus motivaciones? Eso se verá en el futuro.

¿Les llamaron la atención los nombres de los científicos que aparecieron? No los elegí al azar. Ojalá recuerden sus clases de biología en el colegio. Sus Pokémon tampoco fueron elegidos al azar. Solo en caso de que no les haya quedado claro, Chimchar era de Darwin y Girafarig del director Lamarck.

Ahora a responder los reviews que me dejaron en el capítulo anterior:

Katengecchi: Ya te había visto en otras de mis historias, pero es la primera vez que te veo por aquí. Me alegra que te gustara la manera en la que apareció Tsubasa en este fic. Saludos.

eamendoza86: Ojalá sigas disfrutando la historia. Saludos.

bellotasarutobi: Recibí tus tres reviews. Sí, esta historia es TsubaHono, y en cuanto a la entrenadora de tipo hada, no falta mucho para que se revele. Saludos.

Waldemar16: Ya he decidido quiénes serán rivales de Honoka (podrían considerarse OCs a medias) y también qué Pokémon será el siguiente que capture. Sobre tus suposiciones sobre la Élite Cuatro, ya veremos en su momento si acertaste. Saludos.

Biso47: La relación entre Yukiho y Alisa va a ser uno de los temas recurrentes en esta historia. Con respecto a Tsubasa, ya veré cuándo hago que aparezca de nuevo. Saludos.

LenaSkaylan: Honoka no puede dejar de ser impulsiva, si no, no sería Honoka; pero tiene que controlarse un poco. En lo referente a Tsubasa, efectivamente es especialista en el tipo dragón. Saludos.

En el próximo capítulo habrá información con respecto al siguiente extra. Estén atentos.

Por último, como es poco probable que publique algo más este fin de semana, aprovecharé para desearles a todos una feliz Navidad por adelantado.

Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.