Capítulo 6: Mejillas Encendidas
Era tarde, el cielo destallaba reflejos rosas, celestes y amarillos, la brisa era fría, pero agradable, provocaba querer abrazar a alguien. Fue por eso que se dirigió entre los árboles, como si ellos, como guías naturales, lo dirigieran hacia esa persona que él necesitaba con urgencia, quisiera o no asumirlo.
De pronto empezó a escuchar su voz, cantaba entre los árboles, que dejaban caer una lluvia de hojas marchitas, el olor a tierra húmeda seducía completamente, junto con esa voz…
- Hermione - murmuró con suavidad, haciéndose paso - Hermione – volvió a llamarla.
Solo quedaban unos pasos y la vería, y podría abrazarla…
- Hermione – y su voz se heló. Hermione estaba allí, si, pero no estaba sola. – …Krum… – dijo, y sintió como la sangre le hervía de furia, ella no debería estar traicionándole de esa manera, no podía estar mirándolo con esos ojos, con esa mirada pura, ni él tomándola de esa forma, como si fuese dueño de su cuerpo.
Fue así como repentinamente vio una escena desde arriba, el paisaje había cambiado y ahora estaban en una habitación, en una cama con sábanas aterciopeladas, de color bronce, y debajo de él había una muchacha que lo miraba con grandes ojos marrones, al tiempo que deslizaba su suave mano por una espalda llena de doradas pecas. Ese movimiento provocó que un temblor se adosara a la columna del pelirrojo… al tiempo que se sonrojaba, y dejaba escapar de entre sus labios – Hermione…
- ¡Ron! – le gritaron de pronto.
Abrió los ojos lentamente, "todo fue un sueño" pensó malhumorado, mientras la vista se le normalizaba de la común neblina matutina.
- Llevabas media hora dando vueltas en la cama con una sonrisa gigante – le dijo Ginny, ya vestida, ordenando la pieza que compartía su hermano con Harry - ¿qué soñabas, eh? – la pregunta lo incomodó tanto que se sonrojó hasta las orejas. Ginny, que también era una Weasley y se sonrojaba a esas escalas dedujo que debía ser uno de "esos" sueños masculinos – mira, mejor no me des detalles – respondió con una sonrisita – yo sólo venía a despertarte para que bajes a desayunar.
- ¿Y Harry? – preguntó cuando se dio cuenta que la cama de su amigo estaba vacía y hecha.
Ginny permaneció callada por unos minutos, mientras seguía ordenando la ropa botada en el suelo.
- Harry… - comenzó –… está con Luna, desde la mañana – Ron no se percató que el ánimo de su hermana había cambiado bruscamente – sabes? – dijo hartándose de recoger la ropa – ya estás grande para hacer esto tu mismo, te espero abajo – y cerró la puerta, de un golpe.
No sabía cuanto tiempo llevaba mirándola, juntando valor para acariciarle el mentón, el cabello, lo que fuese para demostrar que estaba ahí.
Luna miraba por la ventana con los ojos empañados, grises, el fulgor azul se había ido a otra parte, al igual que la vivaz locura que estos emanaban.
Sabía que su amigo estaba con ella, podía sentir su calor, la vida que él trataba de traspasarle, pero no tenía ánimos de esforzarse por vivir en esos momentos…
- Luna – la llamó, con un tono de voz muy bajo. Ella se dio vuelta a mirarle – ven, bajemos a comer algo – le dijo estirando su mano, con el afán de invitarla a levantarse. Sintió como un balde de vida se apoderaba de él, cuando sintió chocar su delgada mano con la suya.
- Gracias – le dijo, pudo verse reflejado en su mirada, y se dio cuenta que tenía una expresión demasiada impactada.
Se dio vuelta rápido, todavía sintiendo su mano apegada a la de ella, sintiendo como el frío de su piel tersa le perforaba los sentidos.
Abrió la puerta, con las mejillas encendidas.
En el primer piso, Tonks hurgaba las repisas de la cocina en busca de cubiertos y platos para el desayuno, ahora que tenían a los chicos viviendo en el cuartel. Vio que había un juego de vasos en la repisa más alta, por lo que se acercó una silla y se subió a esta para alcanzarlos. Ya tenía varios vasos en las manos cuando quiso bajarse de la silla, pero al intentar dar vuelta, piso el borde de sus jeans. No alcanzo a reaccionar cuando ya estaba cayendo. Cerró los ojos con fuerza esperando en choque contra el suelo, mas sintió unos brazos fuertes que la atajaban en el aire. Los vasos resbalaron de sus manos y se hicieron añicos contra el suelo. Tonks se agarró con fuerza del cuello de quien la había atajado. Dio vuelta la cabeza y vio que era Remus Lupin quien la tenía entre sus brazos.
- ¡Vaya Nymphadora! Tienes suerte que yo estuviera aquí, ¿no te has hecho daño? –preguntó Remus con una sonrisa, mientras ayudaba a Tonks a incorporarse.
La muchacha no pudo evitar sonrojarse hasta la punta de la nariz.
- Gracias Remus, disculpa, soy muy torpe –dijo tartamudeando mientras se arremangaba el dobladillo del pantalón –Y ya te he dicho mil veces que no me llames Nymphadora…
Remus sonrió aun más abiertamente y pareció por un momento que tenía el aspecto de un joven veinteañero. Con un simple movimiento de su varita, los cristales rotos se levantaron del suelo, uniéndose nuevamente y dejando los vasos en perfecto estado. Tonks se acercó a la mesa, fingiendo ordenar los cubiertos, mientras en realidad miraba por el rabillo del ojo como Remus la ayudaba a poner la mesa.
No podía evitarlo. Sabía que tenía el doble de edad que ella, y que era un hombre de vida muy complicada, pero por Dios, no existía alguien como el. Podría estar el mismísimo Voldemort lanzando Avada Kedrabras afuera de la casa, pero con el cerca se sentía…segura.
En esos momentos aparecieron los chicos en la cocina. En medio del gentío apareció también Mundungus con una provisión de bolas de cristal fraudulentas, y al rato aparecieron Bill y Charlie Weasley (quien había viajado especialmente desde Rumania) junto a sus padres.
Molly tuvo que hacer un encantamiento para crear más puestos en la mesa.
Mientras todos comían y conversaban sobre el futuro de la guerra del mundo mágico, Ron y Hermione se lanzaban miradas asesinas el uno al otro.
Por otro lado, Harry, sentado al lado de Luna, sentía que el corazón le bombeaba con la fuerza de una estampida de elefantes. Luna a su lado miraba por sobre su tostada con mermelada, con la vista tristemente perdida. Más allá, Ginny le lanzaba miradas furtivas a Harry mientras lanzaba pequeños bufidos. Tonks intentaba comer con gracia sus huevos revueltos, pero debido a su torpeza natural se atragantó, y Lupin tuvo que palmearle la espalda. Ella no pudo evitar esta vez que hasta sus cabellos rosas se tornaran de un rojo intenso.
Parecía que el resto de los presentes no se percataban de tales actitudes, y el desayuno pasó con tranquilidad.
Cuando Hermione terminó sus tostadas, dejo la servilleta sobre la mesa, se disculpó ante todos y se dirigió hacia su habitación. Se encerró ahí mientras ordenaba algunas ropas que habían quedado tiradas en el piso, mientras suspiraba con desconsuelo.
De pronto, un haz de luz se formo en la oscuridad de la pieza, junto a un chirrido de los goznes de la puerta. Hermione se dio vuelta, y ahí estaba Ron, quien cerraba la puerta tras de si y la miraba fijamente.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó Hermione secamente.
- Vine a ver… si dejé mi sweater aquí –contestó Ron con el labio inferior tembloroso.
- Ron, ni siquiera has entrado a esta pieza desde que llegamos, tu sweater no está aquí –le espetó con un tono casi violento, pero sin subir la voz –Ahora vete.
Ron se acerco a ella con rapidez sin darle a la chica tiempo de reaccionar, cuando el la tomó por las manos.
- ¡Ron, déjame tranquila! –suplicó Hermione mientras sus ojos se inundaban y parecían hechos de cristal.
- No, no te soltaré hasta que me cuentes todo…-susurró el pelirrojo, mientras cada palabra que decía sentía que le desgarraba la garganta, y salían de su boca destilando odio. Hermione lo tenía dominado absolutamente, no podía dejar de pensar en ella, y no podía dejar de odiarla. Debía lastimarla, y así tal ves ella pudiera entender su dolor.
- ¡Ron, no hay nada que contar, tu te estás imaginando cosas! –Hermione se contoneaba tratando de librarse de Ron, lo que provocó que ambos cayeran de rodillas.
- ¡Si, me imagino! –gritó Ron muy alterado –¡Me imagino como tu y Krum se revolcaron como animales en aquel bosque! –el pecho de Ron subía y bajaba violentamente, mientras seguía aferrando sus manos contra las muñecas de Hermione, tan fuerte que ya le había clavado las uñas en su piel, dejándolas con restos de sangre.
- ¡¡¡Ron, me haces daño, suéltame! –rogó Hermione mientras ríos de lagrimas corrían por sus mejillas.
- ¡¡¡Dime por que! ¡¡¡Porque me haces esto!.
- Yo no te he hecho nada…
- Nada, eso dices… puta mentirosa…
Hermione dejó de forcejear. Ya no podía sentir más que odio, y dolor, dolor por aquellas palabras que le perforaban el corazón. La muchacha, impulsada por una fuerza violenta, zafó una de sus manos de las de Ron, y con ella libre, le atestó a Ron una cachetada con todas sus fuerzas, tan violenta que dejo marcada perfectamente su mano sobre la mejilla de Ron con un tono rojo candente.
Ron se quedó quieto y la soltó, mientras se llevaba lentamente una mano a la mejilla. Hermione respiraba con dificultad, mientras lo observaba con ojos entrecerrados.
- ¡Ron, quieres saber lo que hice esa noche con Krum? –susurraba Hermione acercándose peligrosamente a Ron, mientras este seguía quieto -¿En que nos ocupamos…toda la noche…hasta el amanecer? –Ron cerró los ojos con fuerza, mientras una lágrima le brotaba de los ojos –Esa noche… Krum me tomó por la cintura con esos brazos fuertes que tiene… me levantó como si yo fuera una pluma… y me enseño a montar una escoba.
Ron abrió los ojos sorprendido. Hermione se apartó de él observándolo fijo. Ron no lo podía creer, ¿acaso ella estaba mintiendo? ¿Acaso le había hecho tanto daño a causa de una lección de vuelo?
- Mientes… -musitó el muchacho casi sin voz.
- Si te hubieras tomado el tiempo para seguir leyendo mi diario, lo sabrías –sentenció Hermione con altivez, mientras se levantaba.
Ron la miraba con los ojos desorbitados, mientras sentía que el estomago se le llenaba de algo caliente y viscoso que empezaba a saturarlo. La culpa ahoga.
Hermione se dirigió hasta la puerta, y mientras sostenía el pomo, le dirigió una última mirada con los ojos brillantes, y luego salio de la habitación.
Ron estaba abatido. Sus pensamientos se arremolinaban con desorden y todo quedaba en confusión. Sólo una idea se le presentaba clara, pero al mismo tiempo, intimidante, pues de solo pensar en aquello era restregarse su equivocación en la cara. Y aquello era que Hermione y Krum no tuvieron ningún acercamiento más romántico que el de subirse a un par de escobas y volar durante la noche.
Se sentía estúpido, completamente inútil. Le había provocado a la muchacha más dolor del que ella se merecía en su vida, y de paso, él también se sentía desfallecer.
Sacudió la cabeza y se levantó torpemente, como si el cuerpo no le reaccionaria bien. La marca de la mano en su mejilla ya comenzaba a desvanecerse, pero ardía como fuego.
Ya era de noche, alrededor de las 0 horas. En la casa sólo se escuchaba el sonido de un cepillo lavando los platos y vasos ocupados durante el día, seguramente hechizados por la señora Weasley.
Era una bonita noche, estrellada a más no poder, con una blanca luna menguante adornándola en un extremo.
En la habitación de Harry y Ron reinaba el silencio, ninguno de los dos se atrevía a confesar sus angustias, a Harry se le habían olvidado las preguntas de su amigo, lo único que tenía en la cabeza llevaba por nombre "Luna", y su amigo, estaba muy apesadumbrado por la estúpida escena de celos de la tarde, tanto que no despegaba su vista del techo, aún cuando la habitación estaba sumida en la oscuridad.
Por otra parte, en la habitación de las chicas, Hermione trataba de ser racional y no echarse a llorar como una niña pequeña, la palabra "puta" aún resonaba dentro de sus oídos, al cabo de un rato no pudo evitar que una lágrima se le resbalara por la mejilla. Y Ginny, Ginny estaba ausente.
A los pies de la escalera, una concentrada Tonks intentaba leer con su varita, no conseguía conciliar el sueño en esa casa, era demasiado tétrica, con cabezas encogidas adornando las paredes, el retrato de la Señora Black chillando y aullando al menor indicio, la suciedad, el vaho producto del frío.
- Deberías estar en tu cama.
A Nympahora se le cayó el libro de las manos, puesto que trató de levantarse lo más rápidamente, y cuando vio quien era el intruso se sintió aún más torpe.
- Remus… - dijo horrorosamente sonrojada mientras trataba de arreglarse la ropa que se le había subido producto del susto – ya deja de reírte – agregó cuando vio como el castaño se daba la vuelta para disimular las carcajadas.
- Lo siento – dijo tratando de mantener la compostura - ¿Qué haces a estas horas afuera de tu cama? – le preguntó mirándola.
El simple hecho de hacer contacto visual la ponía nerviosa, y no entendía porqué sentía que eso él lo sabía perfectamente.
- Eeeeh… - dijo tratando de controlar sus mejillas y buscar una respuesta inteligente – nopodiadormir- pero no venían a ella en esos momentos.
- ¿Qué dices? – preguntó el hombre, todavía risueño – no entendí, dilo más lento.
- No podía dormir – poco a poco controlaba que sus mejillas bajaran de tonalidad hasta el blanco normal de su piel.
- ¿Pesadillas? – preguntó Lupin, mirándola a los ojos, otra vez.
- N… no – ¿porqué me pongo tan nerviosa? se preguntaba, al ver como otra vez se le encendían las mejillas.
- Ven, acompáñame a mi habitación – la invitó Lupin, haciendo que ésta abriera tanto los ojos que parecieron salirse de sus cuencas.
- P… para qué… - susurró a modo de pregunta, mientras observaba como el castaño se encaminaba hacia arriba en la escalera.
- Quiero mostrarte… algo – y se perdió de vista en el segundo piso.
Lejos de la vida de Grimmauld Place, una sombra amenazadora se gestaba en una casa aun más amenazadora y tenebrosa que el hogar de Sirius, no debido a su decoración y su oscuridad, si no debido a quien la habitaba y sus terribles intenciones.
Voldemort estaba ceremonialmente sentado en una antigua butaca de terciopelo azul marino con ribetes dorados, acariciando lentamente con su mano izquierda la cabeza de Nagini, su fiel serpiente compañera.
Un brillo tétrico destellaba en sus ojos rojos, y observaba fijamente a un hombre joven que se encontraba de pie frente a él.
-Mi amo… -comenzó el joven con voz trémula
-¡Silencio! –espetó Voldemort, con una voz que más bien parecían silbidos de un reptil –¿Has conseguido infiltrarte? –las palabras retumbaban en el frío de la habitación, haciendo que el polvo negro adherido a las paredes se despegara y flotara suavemente sobre sus cabezas.
-Si, mi señor...
-¿No tiene sospechas?
-No señor, ninguna. Están convencidos de que soy la persona indicada para el trabajo –dijo él con un tono de autosuficiencia.
Voldemort intercambió un par de silbidos con Nagini, claramente en pársel, y luego volvió a mirar al hombre, mientras la línea de sus labios casi inexistentes se curvaba en una atroz mueca.
-Me alegra escuchar estas noticias. Serás recompensado en su debido tiempo. Ahora retírate.
Dichas estas palabras, el hombre salió de la habitación con una reverencia, agradeciéndole a su amo su infinita generosidad.
No pasaron un par de segundos luego de que el joven se fuera, cuando Bellatrix entró a la habitación, mientras sus vacíos ojos reflejaban la oscuridad.
-Esperó que sus planes ya estén en marcha, mi amo…-dijo la mortifaga, adoptando en su voz un tono mas suave, pero que no le restaba lo terrorífico.
-Si Bella…cuando uno quiere que las cosas funcionen, debe hacerlas uno mismo. Tu ya sabes eso querida… -contestó Voldemort mirándola con cierto desprecio, pero sonriendo.
-Le he dicho, amo, que siento muchísimo no haber podido matar al mocoso Potter… -Bellatrix se quejó frotándose las manos con miedo.
-Callate Bellatrix. No necesito escuchar más explicaciones. Ahora, déjame aclararte algunos detalles del nuevo plan…
Bueno queridos lectores, esperamos que les haya agradado este último capitulo. Se sorprenderán por la rapidez con que hemos actualizado…será porque estábamos de vacaciones XD. Muchas gracias a nuestros incondicionales lectores que nos han dejado sus comentarios
Si les gusto, dejen un review….si no les gusto…también dejen review XD
Se despiden
Amma & Vika
