Tú, yo y nosotros

Disclaimer

Todos los personajes le pertenecen a S. Meyer, pero la trama es mía.


Capítulo 4: Jared el predispuesto.

EPOV

El día anterior había ido bien, de hecho muchísimo más que bien. Muchas de las amistades de Irina se nos habían acercado a saludarnos efusivamente, contentos de que por primera vez en mucho tiempo mostráramos nuestra relación en público y sin ataduras.

Yo estaba vagamente consciente de que era la primera vez en el año y medio de relación que había tenido con ella en que las cosas se sentían seguras y como si se fueran afianzando a pasos agigantados. El problema llegó cuando al día siguiente conocí a Isabella Swan y su adorable hija.

Era lunes por la mañana y había pasado un rato agradable con Jared en la oficina, él no había ido al kínder ese día, pues yo le había prometido pasar la tarde conmigo y cumplí. Recuerdo que llegamos al edificio y entramos como siempre, hasta que un torbellino menor a un metro de estatura con esponjosas coletas rubias se nos acercó corriendo. Y luego estaba la mujer que venía detrás de ella.

Era simplemente hermosa.

Se veía joven, estaba seguro de que apenas había pasado de los veinte años, y la pequeña niña la llamaba mamá. En ese momento traté de no mostrarme sorprendido por eso y las saludé a ambas, con Jared ayudándome para presentarme. Parecía que él las conocía de años, pues se portaba muy amistoso y abierto a su alrededor; incluso había hablado conmigo de ellas en el trabajo. Él casi nunca hacía algo como eso, siempre se mantenía cerrado si de estar conmigo se trataba, pero podía notar como la presencia de ellas hacía que su personalidad tímida y un poco hosca desapareciera.

La niña, que ahora sabía que se llamaba Rebecca pero prefería que le dijeran Fresita, era simplemente adorable; no necesitaba ni siquiera esforzarse. Se había acercado a mí diciendo que era muy alto y cuando yo me había agachado para saludarla se había fundido conmigo en un caluroso abrazo. Yo nunca había sido bueno con los niños, mi propio hijo era la muestra de ello, y esa pequeña acción de su parte me sorprendió.

Resultó que Isabella era tan cálida como yo había supuesto. Tenía un toque aún algo infantil en la manera en la que se movía y hablaba, pero era segura cuando se trataba de su hija y era completamente dulce alrededor de Jared, con un instinto maternal tan palpable que parecía que salía de sus poros.

Ella nos había invitado a comer en el momento en el que nos conoció. Me sorprendí tanto que me tardé en responder y ella se había sonrojado, balbuceando unas palabras de disculpa por su «atrevimiento», pero yo me apresuré a sacarla de su error; la invitación me había encantado.

Ahora estaba sentado aquí con ella, en medio de una sala llena de cajas, con Rebecca y Jared jugando animadamente en algún cuarto del departamento; al parecer ella tenía una nueva torre de bloques que era lo suficientemente de «niño» para que él quisiera jugar.

Carraspeé para tratar de llamar su atención, Bella levantó su vista de la caja de donde estaba sacando algunos libros. Yo estaba sentado en posición india, ayudándola a acomodarlos en un librero cercano. Me había cambiado y ahora llevaba unos sencillos pants en lugar del incómodo traje que había estado usando hacia un rato.

—Y bien, Bella, eres amiga de Rose, ¿no?

—Sí, somos amigas desde hace varios años ya. Sus abuelos viven en el pueblo en el cual nací.

Eso me sorprendió.

—No sabía eso, bueno en general mi relación con Rosalie no es muy estrecha, pero desconocía de ti hasta hace unos días. Mi mamá también estaba muy feliz con tu llegada, aunque no te conocía aún.

—Oh, sí, ya conocí a la señora Esme. Es una belleza. De hecho— se mordió el labio nerviosa—, bueno, Rebecca y yo conocimos a toda tu familia ayer.

Asentí sin realmente verla, fijando mi atención en su gastado libro de Orgullo y Prejuicio. Me preguntaba si le gustaba la versión de zombies.

—Sí, eso me comentó Esme ese día.

—Ella me dijo que te quedarías a cenar, pero nadie se veía muy entusiasmado con la idea.

Hice una mueca incómodo; por supuesto que no lo harían, todos en esa casa me habían dado la espalda y prácticamente me odiaban. Vi cómo la expresión de Bella cambiaba a una de horror y vergüenza, y se sonrojaba de manera profunda. Se había quedado con un libro verde entre las manos, apretándolo fuerte.

—Lo lamento, no debí haber dicho eso. Dios, ¡qué horrible! Debes pensar que soy una entrometida.

La obvia pena de su cara borró mis rastros de incomodidad y me reí. Tal como un niño, ella lo había dicho sin maldad; sólo estaba constatando un hecho.

—No te preocupes, conozco la manera en que mi familia se comparta cuando se trata de mí estando a su alrededor.— Viré los ojos, tratando que no se notara mi enojo. Ella no tenía la culpa.

—Sí, lo siento. Aún así soy una entrometida. Yo y mi bocota… Nunca sé cuando parar.— Se encogió de hombros, no tomándole importancia realmente, y me sonrió avergonzada.

Le di una sonrisa de regreso.

—A veces pasa. Lo entiendo.

—Y bueno…— ella obviamente era una persona curiosa pero tímida, me daba cuenta por la manera en que parecía poner especial atención al elegir las palabras que usaría para preguntarme algo—, Jared es muy buen niño, me ha encantado pasar tiempo ayer con él. Y hoy, por supuesto. Nadie había alagado tanto mi espagueti antes.

Eso no había sido una pregunta.

Me reí.

—Oh, sí, pero no te dejes engañar. Es muy travieso.

Sonrió.

—Incluso si llegara a ser así, me alegra que esté aquí. Es bueno que fresita lo haya tomado como su amigo, espero que con esto no sienta tanto el cambio de la mudanza. Hemos estado haciendo tantos cambios que me da miedo que ella se sienta mal al respecto.

—¿Por qué se mudaron?

En el segundo que hice esa pregunta, pude sentir el ambiente cambiar. Ella se tensó.

—Lo siento, ahora yo estoy siendo entrometido. Ignora lo que pregunté.

Bella sacudió la cabeza torpemente.

—No, no te preocupes. En realidad no fue por nada escandaloso; solo necesitaba cambiar de aires. ¡Y vaya que lo hice! Seattle es tan frío incluso ahorita en mayo.

Pude sentir cómo claramente no me estaba diciendo la verdad; ahora también notaba que Isabella Swan era una pésima mentirosa. Lo ignoré, no quería hacerla sentir incómoda.

Arqueé una ceja hacia ella, divertido.

—¿Tú llamas a esto frío?

—Bueno— me sonrió avergonzada—, es frío si lo comparamos con el caluroso Jacksonville. Perdóname, técnicamente soy del sur.

No pude evitar la mirada sorprendida en mi rostro.

—Literalmente cruzaron el país.— exhalé.

Ella se rio.

—Sí, y fue realmente cansado. Intenta viajar durante siete horas en un pequeño asiento de avión con una niña de tres años, es horrible. Una mezcla para el desastre.

—Lo puedo imaginar, aunque fresita se ve muy tranquila.

Ella sonrió cuando dije el meloso apodo.

—En realidad en cierto sentido lo es, pero algunas veces es muy brusca. Le encanta la atención y las muestras de afecto.

Sonreí. Esa niña era justo todo lo contrario a Jared y aún así parecían encajar bien.

—Sí, eso pude notar.

Se encogió de hombros avergonzada. —Sí, bueno, tendrás que acostumbrarte.

—No tengo problemas con ello.

En ese momento dos cabelleras rubias salieron corriendo del cuarto, los pude ver desde mucho antes de que llegaran hacia donde Bella y yo estábamos sentados. Podía ver los ojos de borreguito comenzando a formarse.

—Mami, ¿sabes que te quelo?— fue lo primero que Rebecca dijo acercándose a Bella y plantando un sonoro beso en su mejilla. Jared, tan tímido como era, se había quedado detrás del sillón mirando la escena. No pude no notar que durante una fracción de segundo la tristeza pasó por sus ojos verdes.

En ese momento me perdí. Me recordé a mí mismo el por qué estaba intentando que todo el asunto de Irina funcionara: quería que él tuviera una madre. Quería que él también tuviera la suficiente confianza para acercarse a alguien como Isabella y decirle que la quería, quería que alguien con ese amor maternal que ella tenía lo abrazara y le dijera que ella también lo hacía, justo como lo estaba haciendo en ese momento.

Aunque también quería que él tuviera la confianza de poder hacer todas esas cosas conmigo. Estaba triste, muy frustrado, y todos los días podía sentir el dolor en mi corazón, con una poquísima de esperanza en los bordes. Había visto cuantas veces mi hijo había intentado acercarse pero con el poco sentido del amor que me había quedado cuando mi exesposa me había dejado me era difícil abrirme. Y ahora él sufría por todas mis malas decisiones.

Como dije, yo nunca había sido bueno con los niños alrededor, pero no había sido un mal padre tampoco; había cuidado de Jared, le había dicho cuánto lo quería antes de que Tanya me dejara. Y luego ella se había ido y había destruido nuestra pequeña familia. Y lo peor es que ahora me daba cuenta de que yo me había quedado, pero no del todo. No sabía cómo demostrarle que las cosas ya no eran así, que iba a cambiar… que quería hacerlo con todo mi corazón.

Un par de ojos verdes se posaron frente a mí, mirándome ansiosos.

—Papá, di que sí.— Jared dijo.

Entonces me di cuenta de que, atrapado en mi ensoñación, me había perdido completamente la plática. Y ahora no sabía lo que mi hijo quería, otra maldita vez.

Bella me miraba desde atrás, con la mirada llena de comprensión. Tenía a Rebecca entre sus brazos.

—Queríamos saber si dejarías a Jared ir conmigo y Fresita al cine y al parque después de que regrese de la escuela. Te prometo que lo cuidaré. Esta semana aún no trabajo así que puedo hacerme cargo de los dos sin ningún problema.— me dijo, explicándome nuevamente sus planes.

Volteé mi mirada hacia Isabella.

—Si no es molestia para ti, Bella, por supuesto que sí— luego me dirigí hacia mi hijo—. Si recuerdas de lo que hablamos el otro día, ¿verdad?

Pude ver pasar por la mirada de Jared el entendimiento y los recuerdos de guerra de él luchando con la escoba intentando recoger el talco de su cuarto.

Luego sonrió inocentemente y por primera vez en su vida no me rezongó. Ni siquiera un poco.

—Sí, papá. Nunca haría nada malo con Bella. Ni con Fresita.

Asentí a su dirección y me levanté del piso, estirándome. Estar tanto tiempo en esa posición había hecho que la sangre se fuera de mis piernas y sentía el familiar cosquilleo pasar por todo mi cuerpo. Odiaba esa sensación.

—Bueno, entonces con esa promesa creo que sí, te dejaré ir— sacudí el cabello de Jared y no se inmutó ni hizo ningún comentario al respecto. Él realmente quería salir con ellas—. Bella, fue una estupenda cena, desearía poder seguirlas acompañando pero Jared y yo tenemos algunas cuantas cosas que hacer.

Fruncí el ceño.

—Me temo que salgo del trabajo hasta las cinco, así que no podré traerlo mañana—continué—, pero la señora Cope estará puntual para dejarlo aquí a las dos, en cuanto salga del kínder y se haya aseado.

Bella me sonrió comprensiva.

—Sí, no te preocupes. Llevaré a Jared contigo más tardar a las 7.

Ella bajó a Rebecca de sus brazos para que pudiera despedirse de Jared. Ellos hicieron un extraño "saludo/despedida" y se abrazaron. Sonreí, eran un par de locos.

Isabella se dirigió a la cocina y regresó con un papel y un bolígrafo, en el que anotó algo. Me lo tendió.

—Es mi número, puedes llamarme por cualquier cosa.

Asentí.

—Sí, mañana mismo te llamo para que puedas guardar el mío e igual llamarme por si pasa alguna emergencia. No dudes en decirme nada, Bella.

Ella me sonrió y me guiñó un ojo.

—No te preocupes, será pura diversión.

Finalmente después de 20 despedidas más entre Jared y Rebecca, él y yo estuvimos en el elevador dirigiéndonos hacia nuestro departamento.

—¿Te divertiste?— le pregunté finalmente cuando entramos a la casa. Él ya había salido corriendo y tenía un pie en las escaleras cuando volteó a verme. Se regresó lentamente.

—Sí, papá, me la pasé muy bien con Bella, su comida sabe bien. Y fresita es muy divertida.

Asentí.

—¿Sabes que te debes portar bien con ellas, verdad? No hacer nada malo, mucho menos escaparte.

Me rodó los ojos y volvió a andar hacia las escaleras.

—Sí, papá. Me portaré bien.

Le di una media sonrisa.

—Está bien, entonces. Ya puedes irte.

Jared comenzó su camino subiendo hacia su cuarto, pero cuando iba por la mitad se volteó.

—¿Papá?

—¿Sí, Jad?

—También me divertí contigo.

Luego salió corriendo y desapareció por las escaleras.

Sonreí, sintiendo como una ola cálida se formaba en mi pecho.


¡No puede ser! Qué belleza Jared y Edward limando asperezas «3 Este capítulo es extra, ¡PORQUE LLEGAMOS A LOS 100 REVIEWS! ¡GRACIAS!

Ahora sí se vienen muchísimos momentos más Ed/Bella :)

Mil gracias a: Eri Castelo, NaNYZ SANZ, Twilightforever7878, catita1999,Noriitha, Lizzye Masen, saraipineda44, aliceforever85, maries24, danidommm56, alejandra cullen stewart, Xochitl215, MariXastillo, IgniTrafford, natiercullen, erialmanza26, bbellezca, Natasha Pattinson, Anachavezzz, Dreams Around The World, AJM Cullen, Cleme1765, cinthyavillalobo, mapi-pili, cary, Car Cullen Stewart Pattinson y alex (guest) por sus comentarios en el capítulo anterior. ¡Los quiero!

SpicyDreams