Tú, yo y nosotros
Disclaimer:
Los personajes pertenecen a S. Meyer; la historia es mía.
Capítulo 18: Pausa y continúa
EPOV
Esperé paciente a que la sensación de persistente vacío en mi pecho desapareciera, pero no se fue. Se mantuvo conmigo y me obligó a recordar diariamente lo que había perdido sin siquiera tenerlo.
Estaba cansado, muy malditamente cansado. Me había pasado toda la vida echando a perder todo lo bueno que se aparecía frente a mí.
¿Cómo es que no pude verlo antes? ¿Cómo es que dejé que todo se convirtiera en un desastre? ¿Por qué siempre había dejado que otras personas tomaran decisiones por mí?
Fui manipulable y actué como un idiota y el castigo de todos mis actos estaba dándome de bruces en la cara. Esto ya había pasado antes, por supuesto, pero esta vez dolió más.
—No puedo. — murmuré hastiado y huraño. No me sentía compasivo conmigo mismo; ahora quería golpearme. ¿Había borrado todas mis oportunidades para ser feliz? Probablemente sí.
¿Por qué carajo no me apegué al plan original?
La idea era simple: terminaba mis asuntos con Irina y corría con Bella esperando que por algún motivo divino ella se sintiese de la misma forma que yo. Pero no. Había hecho todo al revés.
Yo jamás hice las cosas simples. No de la manera en que debería, al menos.
—¿Cómo que no puedes? ¿A qué te refieres con eso, Edward?
Levanté la vista del piso de mármol al escuchar la respuesta furiosa de mi hermana. En estos momentos, la detestaba. No quería ser grosero, nunca lo había sido. Sólo quería estar solo.
—Vete.
El rostro de Alice se desfiguró en una mueca de sorpresa.
—¿Qué?
—Quiero estar sólo, Alice. ¡Lárgate!
Ni siquiera me inmuté cuando vi las lágrimas comenzando a formarse en sus ojos. Ella también era así. ¿Por qué no vi la personalidad de mi hermana desde antes?
¿Por qué siempre me dejé engañar?
Había dejado solo a Jared los primeros años de su vida, ¡mi propio hijo se sentía incómodo estando conmigo, por Dios! Y decidí muy maduramente que le conseguiría una madre nueva, una que él no pidió. Lo dejé de lado. Siempre lo dejé de lado y me mentí a mí mismo diciendo que era una prioridad para mí cuando no actué como tal.
Yo no quería a Irina. Nunca lo hice.
Le tuve respeto y cariño porque estuvo ahí para mí y cometí el error de pensar que eso era suficiente, pero no lo era. Ahora que sabía todo lo que el amor significaba, me daba cuenta de que todo lo que pude haber sentido por ella era triste y palidecía.
Yo, con mis decisiones, había herido a mucha gente. A mi familia, a Irina, a Bella, a mi hijo.
Necesitaba corregirlo, necesitaba pedirle perdón a Bella.
Repetirle que la amaba.
Y esta vez hacerlo bien; sin presiones, sin angustia, sin desesperación ni ataduras con tal de hacerla sentir mejor. No la hice sentir bien con mi declaración inesperada, si acaso la confundí más.
Pasé más de tres días encerrado en mi casa, sintiéndome triste y afligido. Me sentí culpable de nuevo cuando Esme pasó por Jared para cuidarlo. Mi cumpleaños pasó y ni siquiera lo noté.
No había nada que celebrar.
Tenía más de veinte llamadas perdidas de Irina en mi teléfono y bastantes correos de voz exigiendo explicaciones que no pude darle antes. Necesitaba hablar con ella, necesitaba hablar con Bella.
—Hice todo mal. — me quejé con mi tío Marcus al día siguiente. Él estaba frente a mí, con las manos cruzadas sobre su fino escritorio de cedro, viéndome de manera atenta. La expresión de su rostro era neutra; no me dejaba ver lo que pensaba. No sabía si eso me hacía sentir aliviado.
—Cuéntame. — pidió.
—No me tomé bien lo que dijo Alice. — suspiré cansino, tomando una mata de mi cabello entre mis manos y jalándolo de manera inconsciente.
¿Pero quién se habría tomado bien lo que había dicho mi hermana? Nadie. Esme estaba furiosa. Yo lo estaba. Me rehusé a hablar con ella desde que eso pasó y ya perdí la cuenta de cuántos mensajes de ella tengo en el buzón de voz.
Afortunadamente, mi pequeño periodo de tristeza no me superó; Marcus me arrastró de nuevo al trabajo y eso me sacó del letargo. Incluso fui a mi sesión familiar de psicología con Jared. Él había estado preocupado por mí y yo, de manera egoísta, como siempre, había sido ignorante al respecto.
Por suerte para mí, el perdón es una de las tantas cosas que se tocan en terapia. Y estaba tratando de hacerlo conmigo mismo.
La doctora Ellis me había dejado qué pensar: una tarea muy importante. Cuando terminamos de hablar sobre Jared y cómo él se sentía, yo compartí un rato más con ella. Le hablé sobre todo lo que me aquejaba.
Ahora tenía una nueva lista de prioridades que atender:
Primero, necesitaba estabilizar mi vida amorosa. Lo que incluía no sentir que por gratitud debo corresponder a los sentimientos de otras personas. Eso es prácticamente imposible.
Y vaya que lo es.
Lo que me lleva a hablar con Irina, lo cual es una conversación que he estado aplazando por más de dos semanas porque he sido un completo cobarde.
Nunca fui de los que podían herir a otras personas a consciencia. Terminar con ella – hablarle de mis verdaderos sentimientos – la lastimaría. Pero eso era una decisión que debía ser tomada.
El segundo paso a la redención es conocerme a mí mismo en mi soledad.
¿Por qué no había podido estar solo durante años? ¿tenía problemas de dependencia?
Después de que Tanya se fue necesité conseguir un reemplazo casi inmediatamente. Me puse a pensar que, durante mi adolescencia, antes de casarme, siempre había tenido novias. Y cuando digo siempre, es siempre. Victoria, Daniela, Jane, Lauren… y la lista seguía.
La doctora Ellis me habló sobre la dependencia emocional. Y, aparentemente, yo la sufro. Me gustaba saber que otras personas llevaban el control por mí, excepto en el ámbito de los negocios. Era por esa razón por la que toda la vida había sido tan jodidamente manipulable.
Resultaba que el problema siempre fui yo.
Irónico, ¿no?
Aún así, con todo eso, las personas tienden a aprovecharse de esa situación. Un claro ejemplo de ello es mi hermana, Alice. Habíamos peleado un día antes de su fiesta de bienvenida en la que todo se alteró porque le conté sobre mis planes de terminar mi relación con Irina. Lógicamente, no lo tomó bien.
Ella era la única en la familia que estaba completamente a favor de que yo rehiciera mi vida con la hermana de mi ex. Incluso si lo digo así suena risible. Es decir, eso desde el principio fue una relación condenada al fracaso, por muchos motivos. Yo sabía que en algunos casos el corazón no se manda y todo eso, pero esa no era mi situación.
Yo no quería a Irina. Al menos no de la manera en que ella quería ser querida, de todos modos.
Mi tío Marcus me sacó de mis pensamientos.
—Alice no fue precisamente delicada— asintió a lo que yo había dicho—. Bueno, fue más que eso… pero no quiero ser yo el que lo diga. Dejó a todos conmocionados.
—Está toda histérica— rodé los ojos—. No sé que tipo de problemas tenga con Jasper.
Lo que me llevaba al siguiente punto. Jasper Hale se había acercado a mí después de que Bella me dijera que no quería estar conmigo.
La plática había sido por demás interesante.
—Cullen. — el rubio se había acercado a mí unos minutos después de que Bella había salido corriendo después de que le dije que le amaba.
Me levanté de mi asiento y caminé frente a él, mirándolo fijamente. Jasper era alto, bastante alto, en realidad. Muchísimo más de lo que yo lo era, pero eso no me importó.
De todas las personas que había en el mundo, el Hale mayor era al que menos respeto le tenía.
—No sé qué quieras— comencé—, pero lo que sea no me importa. No estoy de humor.
Eso era cierto, mayormente. Aunque agradecía la interrupción a mis pensamientos. Bella acababa de salir corriendo lejos de mí; prácticamente me rechazó. ¿Eso significaba que lo nuestro jamás tendría una oportunidad? ¿ni siquiera para poder ser amigos?
No podía concebirlo.
—¿Qué es lo que tienes con Isabella?
—¿Qué tengo de qué? — levanté mi cabeza de nuevo hacia él y me erguí, inmediatamente poniéndome a la defensiva.
Jasper suspiró.
—Escucha, no estoy aquí para decirte qué es lo que tienes que hacer— alzó la ceja—, incluso aunque lo necesites desesperadamente; no soy quién para hacerlo.
Crucé los brazos frente a mi pecho.
—¿A qué te refieres?
¿Por qué tenía la sensación de que me estaba hablando entre líneas?
Había visto a Jasper bastante de cerca en la fiesta y estaba completamente seguro de que él no estaba interesado en Bella. Al menos no de la forma en la que yo lo estaba.
Él se había pasado toda la tarde viendo a Alice como si fuese algo que estuviese demasiado lejos para ser tocado.
Francamente no sabía que era peor. ¿Él pretendiendo a mi hermana, a la mujer que lastimó tanto que terminó huyendo lejos en la primera oportunidad? ¿O que tal Bella, la única persona con la que realmente me he sentido conectado?
Aunque, después de la forma tan cruel en la que Alice se había portado, una pequeña parte de mi cabeza me decía que yo no tenía la historia completa. Nunca la había visto ser de esa manera tan mezquina; especialmente porque ella no conocía a Isabella de nada. Me pregunté brevemente si Irina había tenido algo que ver con esto; ellas dos estaban en constante contacto.
—Escuché todo— dijo finalmente—. Sé que la quieres.
—¿Y eso qué?
—Elegiste un momento terrible para decirlo.
¿Y de qué manera esta conversación estaba siendo de ayuda?
—Eso ya lo sé. — expresé irónico. Comenzaba a ponerme de mal humor.
Lo bueno del enojo es que te aleja de la tristeza, así que sí, gracias, Jasper.
—Ella te quiere, ¿sabes? — comenzó—. No sé qué tan al corriente estás con eso, pero te estás portando como un idiota.
—Jas…
—No, déjame terminar— alzó la mano deteniendo mi contestación—. Edward, te conozco desde hace años. Sé que no soy tu persona favorita y que jamás lo seré.
Contuve mi sonrisa burlona ante lo inverosímil del asunto.
» También estoy consciente de que me odias por lo que crees que le hice a Alice. Y sé que no te debo nada, pero te daré mi explicación. Yo no terminé el compromiso— explicó—. Jamás lo haría, ¡por Dios! Yo la amaba, veía mi futuro con ella, pero tu hermana no estaba lista. Nunca estuvo lista para mí. Y sé que crees que la dejé como el peor de los cobardes, pero no. No sé que te haya dicho ella y francamente ya no me interesa, eso está el pasado de ambos y a ti no te compete.
Tenía razón, de algún modo. Alice me había contado cómo Jasper la había forzado a la formalización; él era unos cuantos años mayor que ella. Cuando ella se sintió asustada, él prefirió dejarla, rompiéndole el corazón en el proceso, pero ¿y si no había sido así?
Fue mi deber de hermano en su momento creerle, y lo seguía haciendo ahora, pero mi confianza no podía evitar flaquear. Alice se había estado comportando tan mal los últimos años que no podía dejar de pensar en que tal vez fue ella quien mintió.
¿Pero por qué mentirle a tu hermano mayor? Yo nunca la hubiera juzgado.
Asentí hacia Jasper, entendiendo lo que me estaba tratando de decir.
—Tienes razón— acepté—. Trataré de no meter mi nariz en el asunto.
Él hizo un movimiento de afirmación con su cabeza y cambió su peso de un pie a otro, por su posición deduje que se sentía incómodo y nervioso. No le estaba gustando esta plática más de lo que me estaba gustando a mí.
—A mi tampoco debería importarme lo que pase entre tú y Bella— continuó diciendo—, tengo poco tiempo de conocerla, después de todo. Y tú ni siquiera me caes bien — dio una media sonrisa y negó divertido—, pero ella es una buena persona. No se merecía todo lo que dijo Alice y debí haberla defendido o tú, en todo caso.
» A lo que voy es que, como dije, te daré un consejo que nadie pidió, porque quiero a Bella y sé que tú no vas a mejorar a menos que alguien te lo grite en la cara. Necesitas madurar, Edward, ¿eso que hiciste? ¿gritarle tus sentimientos cuando estaba triste y abrumada? Fue terrible. Ahora ella se fue con Rose y se estaba aguantando las ganas de llorar para que Rebecca no la viera. No te echo toda la culpa a ti, porque ciertamente Alice ganó buen terreno en ello primero, pero ciertamente no fuiste de ayuda.
Me contuve de golpearme a mí mismo; en ese momento me sentí muchísimo peor de lo que ya de por sí me sentía. Jasper tenía razón; había sido impertinente y mi necesidad de expresarle cómo me sentía me había abrumado, dejando todo sentido de la lógica de lado. No estuvo bien.
—Haz algo bueno por ti y por ella— continuó diciendo—, rompe tu compromiso y sé un buen hombre, porque Bella no es la clase mujer que se quedará esperando hasta que decidas entrar en razón. Ella es muy joven aún, recuérdalo. Le queda mucho por delante y a ti… bueno, ya no tanto.
Auch.
Eso había dolido, no obstante, me ayudó.
Sólo me revolqué tres días en mi miseria después de aquella conmovedora plática y luego decidí que tenía que "madurar" como tan floridamente me había indicado Jasper.
No estaba haciéndolo muy bien; aún me quedaba la conversación con Irina.
Parpadeé saliendo de mi letargo y regresé al tiempo actual. Marcus estaba sentado frente a mí, todavía esperando pacientemente una respuesta sobre su pregunta de si mi compromiso continuaba.
—No he hablado con ella— confesé—, no he tenido el valor, yo…
—Eso es algo cruel.
—Lo sé.
¿Es que cómo lo hacía? ¿Cómo le decía a la mujer con la que estaba comprometido que ya no la amaba? O la peor parte, ¿que tal vez nunca la amé?
—Edward, debes poner en orden tus prioridades.
¿Cuántas veces no me habían dicho eso ya?
Ya lo sabía. Estaba consciente, joder.
Sólo que odiaba la idea de herir.
—Estás hiriendo a Bella con tus decisiones.
—¿Estás leyendo mi mente? — pregunté apesadumbrado; él prácticamente había contestado uno de mis pensamientos.
—No, pero puedo ver las ideas revolotear por tu cabeza. — Marcus sonrió divertido, como siempre. Era uno de esos raros días en los que él se encontraba en la oficina a tiempo completo y la razón era, de nuevo, por mi culpa. Yo descuidé el trabajo durante unos días así que él había tenido que venir a suplirme. No sólo estaba poniendo mi vida de patas para arriba, sino también la de los demás. Eso debía de cambiar.
—Hablaré con Irina hoy— murmuré decidido—. Podré pasar a verla y…— paré en seco.
—¿Qué le dirás?
—La verdad. Que no estoy listo para un compromiso tan grande— suspiré—, al menos no con ella.
Era cierto; el matrimonio no me daba miedo. Nunca me había dado miedo. Toda mi familia lo sabía, yo era un hombre chapado a la antigua. Ni siquiera me molestó la idea de casarme cuando estaba más joven y conocí a Tanya. En ese entonces, me equivoqué de mujer. Y repetí el error con Irina.
¿Pero Bella? Se sentía correcto. No estaba pensando en casarme con ella, por supuesto. No aún, al menos. Pero podía verlo perfectamente en mi futuro; ella era tan maternal, tan dedicada a Rebecca y cuando estaba con Jared eso se extendía a él. La admiraba aún más ahora que sabía que eso nunca fue su decisión; lo tomó con valor, aunque no quería, por el bien de su hija.
Probablemente ella nunca volvería a querer tener hijos y, sorprendentemente, la idea no me molestaba. Estaba bien con el pensamiento de que sólo fuéramos ella, nuestros hijos y yo. ¿Cuántas familias no eran de esa manera hoy en día?
—Eso es una buena decisión— Marcus se echó para atrás en su silla, palmeándose el estómago en el proceso. Llevaba un traje de sastre gris y una corbata roja borgoña—, aunque creo que has estado aplazándolo demasiado. — repitió.
Era como si tratara de correrme o de que yo saliera corriendo en dirección a Irina. Incluso aunque quisiera hacerlo, sabía que este momento exacto no era el adecuado. Estábamos a miércoles, mitad de semana, y sería despiadado de mi parte darle una noticia como esa sabiendo que tendría que trabajar por dos días más estando así.
—Le diré el viernes— decidí en voz alta. Miré a mi tío y de repente sentí como todos los músculos se aflojaban un poco ahora que había tomado la decisión—. Dos días más.
Era lo correcto; para mí y para ella.
Toda la vida había antepuesto lo que otras personas querían por sobre lo que yo deseaba, pero me negaba a que siguiera siendo de esa forma. Tenía treinta y cinco años y un hijo, por el amor de Dios.
Era mi momento de ser feliz. Lucharía por Bella y no dejaría que nadie se interpusiera, ni mi familia, ni Irina, ni nadie.
La única persona por la que podría parar sería por Jared y tenía la ligera sensación de que él no me pondría ninguna traba. Sonreí ante ese pensamiento.
—Dos días más. — me repetí a mí mismo.
Como podemos ver, Ed hizo muchos avances aquí; sólo le tomó que todo se le viniera encima para darse cuenta xd. Y a veces eso pasa, eh, es de lo más común, en realidad.
Intenté escribir este capítulo en forma de memorias de las tres semanas que pasan desde el cap 17, espero que no haya sido muy enredado:(
El siguiente capítulo será interesante e Irina saldrá en escena, ¿qué creen que suceda?
Muchas gracias por sus comentarios :)
