Tú, yo y nosotros
Disclaimer:
Los personajes pertenecen a S. Meyer; la historia es mía.
Capítulo 23: Anuncios importantes
EPOV
Extasiado. Esa era una buena palabra para definir mi estado de ánimo.
Mientras caminaba con Bella a mi lado nada podía sentirse más perfecto ni seguro. Durante toda mi vida había tenido momentos felices, nerviosos, donde me sentía ansioso o emocionado, pero ninguno se había comparado con este. Sólo el nacimiento de mi primer hijo.
¿Esto? Era el comienzo de mi familia. Nuestra familia.
Bella y yo habíamos pasado cosas muy duras para llegar hasta aquí, y por fin se sentía correcto. No iba a dejar que nada se interpusiera entre nuestra felicidad. Ella estaba bastante nerviosa, pensando en que Jared no la aceptaría. Chica tonta; eso jamás pasaría.
Jared amaba a Bella ya como si fuera su mamá, aunque como siempre, era lo suficientemente tímido como para no hacer comentario alguno al respecto. No habíamos hablado mucho de eso, pero no se me habían pasado por alto sus miradas curiosas cada que los cuatro estábamos juntos. Él era bastante perspicaz para su edad, pero lo ocultaba demasiado bien. Jared era la clase de niño que observaba todo desde lejos sin hacer comentario alguno hasta que la ocasión lo ameritase. Hoy era el día.
También por otro lado estaba Rebecca; ella era muchísimo más pequeña que Jared. Su mente infantil aún no asimilaba los hechos de la manera en que él lo hacía, pero ciertamente no se perdía de los momentos importantes. Yo la quería, de la misma forma en que quería a Bella. Ellas eran un paquete completo, uno que estaba dispuesto a cuidar y conservar lo que me restaba de vida. Y estaba bastante seguro de que mi hijo se sentía de la misma forma en ese sentido.
Minutos más, minutos menos, pero ¿qué importaba? Seríamos una familia pronto.
Y aunque sabía que no todos lo tomarían bien, me daba igual. Este era mi momento. Nuestro momento.
—¿Te veo en unos minutos? —me preguntó Bella. Estábamos en la entrada de su departamento donde sabía que Rose estaba cuidando a Rebecca.
Eso también era bastante curioso. Rose seguía sin quererme, pero me soportaba. Al parecer su amistad con Bella había hecho maravillas acerca de su opinión sobre mí.
—Estaré aquí en media hora, amor —prometí, tomando sus manos que habían estado jugueteando en sus jeans desde hacía un rato. Las junté con las mías y las besé, mirando sus ojos inquietos mientras lo hacía—. Bella, no tienes nada de qué preocuparte, lo prometo. Jared y Rebecca se aman, y aman estar juntos. No lo tomarán a mal.
—Lo sé —suspiró, mirándome tiernamente. Al menos me daba un poco de gusto saber que de alguna manera lograba tranquilizarla con mis acciones—. Creo que en el fondo no son ellos quienes me preocupan… sino los demás.
Ah, sí. Mi familia.
Todos estarían contentos, yo era consciente de eso. Pero ¿mi hermana? Justo ahora no estábamos en los mejores términos. No desde que terminó mi relación con Irina.
No es como que me importara. Ya había pasado por la etapa de hacer las cosas sólo para beneficio de los demás, gracias. Ahora se trataba de mi felicidad.
Y esa estaba justo frente a mí, en forma de una morena de metro sesenta demasiado nerviosa para su propio bien.
—Cuando llegue el momento lidiaremos con ello, amor —le dije, acariciando su pómulo que se sonrojó al instante—, pero no te deben importar las opiniones de nadie más, ¿lo recuerdas? Solo tú y yo. Nosotros.
Qué bien sonaba eso.
Bella asintió, luciendo un poco más animada.
—Ve por Jared, anda —me dio un beso en la mejilla, pero me volteé rápidamente para que lo terminara depositando en mis labios. Sonrió contra ellos—. Te amo.
—Yo también te amo. No tardo.
Subí rápidamente a mi departamento y encontré a la señora Cope en la cocina, despotricando algo sobre sus gatos frente a la estufa.
—Buenas tardes, señora Cope.
Ella saltó en cuanto escuchó mi voz.
—¡Señor Cullen! No haga eso —exclamó poniéndose una mano en el corazón—. Casi me da un infarto.
Sonreí arrepentido.
—Lo siento, la próxima vez haré más ruido. ¿Dónde está Jared?
—En su habitación —achicó los ojos—. No ha salido de ahí desde el desayuno.
Asentí y caminé a paso lento para subir las escaleras. Jared estaba de vacaciones aún y entraría a la primaria en un par de días.
No le había contado a Bella que él estaba enojado conmigo porque quería acompañarme al trabajo, pero no lo había dejado. Las cosas habían estado algo complicadas en VyC y ciertamente no tendría tiempo para él si lo llevara.
Esperaba que las buenas nuevas lo contentaran porque, ciertamente, el estar encerrado en su cuarto era un claro sinónimo de berrinche. Algo muy típico de Jared, que se había medio arreglado con nuestro acercamiento, pero, bueno, algunas cosas nunca cambiaban.
Toqué suavemente la puerta de madera blanca y entré cuando escuché el "ajá" desde adentro. Abrí y me encontré a Jared acostado en la cama, con la vista pegada en el televisor. Me senté a su lado, pero no se inmutó.
—Hola, Jad.
No me volteó a ver.
—Hola, papá.
—¿Sigues enojado conmigo?
Eso pareció llamar su atención.
—No estoy enojado contigo, papá.
Sonreí.
—Sí, bueno, ambos sabemos que eso no es así —revolví su cabello rubio y él hizo una mueca, pero no se quejó—. La señora Cope dice que has estado aquí todo el día.
—Estoy aburrido.
—Lo sé —asentí en comprensión. Pobre, estaba consciente de que estar solo algunos días – especialmente si estos eran días de vacaciones – no era o mejor para un niño, pero yo tenía que trabajar. Tal vez se alegrara un poco en cuanto le contara mis planes—. Oye, Jad, ¿qué te parece si vamos a ver a Bella y Rebecca?
Sus ojos verdes se iluminaron inmediatamente.
—¡Sí! Tengo el nuevo juguete que me dio el abuelo Carlisle para mostrárselo a fresita.
—Genial, iremos en unos minutos más, cuando ellas estén listas —me recosté a su lado cuando me hizo espacio en la cama. Su perdón fue fácil de conseguir—. Pero, Jad, antes de que vayas con Rebecca a hacer cualquier cosa, primero Bella y yo vamos a tener una plática con ustedes.
Él frunció el ceño.
—¿Plática de qué?
—Bueno, no te lo puedo decir aún. Es sorpresa.
—¿Es sobre que Bella y tú son novios?
Lo miré boquiabierto durante un segundo.
—¿Quién te dijo eso?
Me echó una mirada.
—Bueno, los vi juntos el otro día, pa —frunció el ceño—, fui por agua y estaban abrazados, como el abuelo Carlisle con nana Esme. Fue raro. No le dije a Fresita, ella es muy pequeña.
Me quise reír porque él también era pequeño. Sería un excelente hermano mayor si algún día Bella y yo llegásemos a ese punto. Ciertamente, ese era uno de mis planes que, con algo de suerte, se realizaría a corto plazo.
» Y antes me habías dicho que la señorita Denali y tú ya no eran novios —continuó diciendo, pegándose más a mi costado para que acariciara su cabello como cuando era pequeño—. Papá, eso fue una buena decisión. Me gusta Bella. Siempre me ha gustado Bella. Es buena conmigo, me lleva al parque y deja que Rebecca y yo juguemos.
Oh, sí. Recordaba perfectamente la charla que Jared y yo habíamos tenido acerca de Irina. Fue de las cosas más difíciles que había tenido que hacer y sólo iba por detrás de cuando le dije que Tanya se había ido.
Aparentemente, siempre que me sentaba con Jared a platicar eran malas noticias. Hoy por fin era una buena.
Como había supuesto antes, él no se tomó mal la ruptura de Irina y mía. Él no la quería; eso era una cosa que yo había estado obviando hasta que se hizo imposible tapar el sol con un dedo. Ellos compartían un lazo sanguíneo, pero nunca fue uno emocional. Nunca.
Sólo me había dicho «está bien, papá» y ya, más nada. Esta era la primera vez desde ese entonces en que él volvía a tocar el tema y sólo venía a colación porque Bella estaba involucrada.
—Me alegra que te sientas bien con eso, campeón —le contesté. Él no vio mi sonrisa; su mirada continuó pegada en la televisión. Sabía que me estaba escuchando y que no era necesario que me mirara—. Quiero que sepas que quiero a Bella, así como tú la quieres. Y a Rebecca. No les queríamos ocultar nada, pero era necesario.
—Fingiré estar sorprendido por Bella.
Me reí. Me sentí como si mi hijo tuviera cincuenta años y no casi siete.
—No es necesario, cariño. Deberías decirle que la quieres, de hecho. Ella estaba muy nerviosa pensando en que no lo hacías.
Se sentó rápidamente cuando escuchó lo que dije.
—Pero yo la quiero, pa. Se lo he dicho.
Asentí.
—Lo sé, y ella en el fondo también. Sólo necesita escucharlo mucho más.
Sonrió mostrándome los espacios faltantes de sus dientes.
—Bien, se lo diré. Lo prometo.
Lo atraje a mis brazos dándole un abrazo. Él no se quejó y se pegó más a mí.
—Qué bueno.
—¿Y papá?
—¿Sí?
—Fresita también te quiere.
No creí sentirme nervioso después de la plática motivadora con Jared, pero ciertamente lo hacía. Aunque eso se evaporó rápidamente cuando el elevador del piso de Bella se abrió y él salió disparado hacia ella enrollándose en un fuerte abrazo por su cintura.
—¡Woop! —ella se rio, trastabillando un poco debido a la emoción de la carrera de mi hijo. En cuanto se recuperó le devolvió el gesto efusivamente—. Hola, osito Jad.
—Hola, Bella —le sonrió mirándola desde abajo—. Te quiero.
Aparentemente alguien se había tomado en serio su promesa.
Los ojos de Bella se llenaron de emoción y una sonrisa cubrió su rostro.
—Yo también te quiero, osito Jad —se agachó para besar su mejilla rápidamente—. ¿Qué hiciste hoy? ¿Te portaste bien?
—Sí, estuve viendo la tele tooodo el día —contestó, estirando la "O" y volteando hacia mí con los ojos achicados cuando lo dijo. Al parecer no había sido perdonado el todo—. Fue muy aburrido.
—Me imagino que sí, corazón —le contestó, acariciando su cabello—. ¿Tienes hambre? ¿Ya comiste?
Su gesto maternal me encogió de ternura el corazón y me quedé ahí parado viéndolos como idiota. Mi niño negó.
—Nop, la señora Cope hizo sopa —hizo una mueca y casi hago lo mismo recordando la mirada que la señora Cope me dio cuando me disculpé por no avisarle que saldríamos. Ella me obligaría a comer sopa toda la semana, estaba seguro. Esa mujer no se tentaba el corazón—. Papá dijo que podíamos ir a comer afuera hoy porque es un día especial.
—Ah, ¿sí? —me alzó una ceja antes de voltear su atención otra vez a Jared—. ¿Te dijo por qué?
—No —sonrió, pero se vio demasiado fingido—. ¿Y fresita? Quiero verla.
—Está en su cuarto viendo televisión, ¿por qué no vas y ahora los alcanzamos?
Él asintió y se despegó de ella.
—Okey.
Cuando Jared salió corriendo hacia la puerta rosa chillón y desapareció detrás de ella, Bella se volteó hacia mí con los brazos en las cintura.
—En mi defensa —comencé a decir antes de que me dijera algo— él ya lo sabía.
Me frunció el ceño.
—¿Cómo?
—Bueno, aparentemente no somos tan buenos fingiendo como quisiéramos, amor —sonreí, acercándome para tomarla en brazos—. Ven aquí, ¿no me vas a saludar?
Ella se rio ligeramente pero no tardó mucho en relajarse dentro de mi agarre y aproveché ese momento para besarla. Amaba los besos de Bella. Sabían a ella; a lavanda, un poco de fresa y a futuro. Prometedor futuro donde no tendría que preocuparme nunca más, porque el hecho de que ella y los niños estuvieran conmigo era más que suficiente para no tener ningún motivo para volver a quejarme en la vida.
Mis manos se trasladaron a la parte baja de sus caderas y nuestro beso se profundizó, haciéndose más hambriento y apasionado. Aún no habíamos llegado a otros terrenos más físicos en nuestra relación, pero estaba ansioso por comenzar. Sin embargo, esperaría todo lo que fuera necesario por ella.
Unas risitas infantiles hicieron que nos separamos de sopetón, y Bella y yo volteamos para encontrarnos a Rebecca tapándose la boca para evitarse reír y a Jared luciendo culpable detrás de ella. Culpable, pero sonriendo.
Pequeño travieso.
—Lo siento, papá —se disculpó—. Le dije a fresita que íbamos a salir y no la pude detener.
Asentí hacia él; realmente no estaba enojado. Sólo me había tomado por sorpresa que tendríamos que decir todo ahora, aquí, sin ponerme de acuerdo con Bella. A veces las cosas no me salían meticulosamente planeadas como estaba acostumbrado.
—Está bien, campeón —le sonreí para infundirle confianza y él me devolvió el gesto—. ¿Nos sentamos? Tenemos que platicar con ustedes.
Bella tomó a Rebecca en sus brazos, quien parecía demasiado feliz, y se sentó en el sillón grande. Yo hice lo mismo a un lado de ella y Rebecca se puso entre nosotros.
» Bueno, como ya saben, Bella y yo queríamos darles un anuncio —miré atentamente los dos pares de ojos infantiles frente a mí. Verde y azul, ambos brillando de emoción—. Quiero que ambos sepan que ella y yo nos queremos mucho, y que hemos decidido estar juntos.
Jared estaba prácticamente vibrando en su asiento.
—¿Cómo una familia?
Sonreí ante la idea, pero le di una mirada a Bella para saber su opinión. Ella estaba deslumbrante e irradiaba felicidad, emocionada ante la feliz reacción de nuestros hijos. Contestó por mí.
—Sí, osito Jad, como una familia —le dijo—. Vamos a pasos chiquitos, pero el más importante es que ustedes dos estén de acuerdo en que nosotros estemos juntos. Ambos son lo más importante para Edward y para mí.
Rebecca gorgojeó feliz en los brazos de Bella.
—¿Entonces Jaded sedá como mi hedmano?
Bella me miró sorprendida ante la pregunta, sin saber que decir. Y Jared ni se diga.
Me quedé mudo por un momento también, pero cuando encontré mi voz por fin pude contestar.
—Sí, como hermanos.
Esa simple frase pareció cambiar la animosidad de todos en la habitación porque Jared se echó a mis brazos y a los de Bella, todos haciendo un sándwich humano en el que aplastamos a Rebecca, que se no se quejó y se rio en medio del abrazo.
Se sentía correcto. Esta era mi nueva familia y la cuidaría siempre.
Un par de días después ambos estuvimos listos para darle las noticas a la familia.
—Lo tomarán bien, amor. Debes de calmar tus ansias —le susurré a Bella que estaba centrada al otro lado del coche. Ella tenía la vista perdida en la ventana y no se daba cuenta, pero estaba mordiendo sus uñas. Prácticamente saltó cuando escuchó mi voz.
—¿Eh?
Sonreí ante su pregunta confusa y eché una mirada al retrovisor. Jared y Rebecca ni se inmutaron mientras veían alguna clase de video en el iPad.
—Que todo saldrá bien, amor. Ellos te quieren, lo sabes.
Íbamos de camino a la casa Cullen. Era domingo y todos estaban reunidos; las últimas semanas Bella y yo habíamos faltado y se entendía por qué. Alice.
—Sabes por quién estoy preocupada, Edward.
Asentí con mis manos apretándose en el volante. Tendría una plática muy seria con ella si decidía abrir su boca y empañar mi felicidad; no la dejaría. Lo único malo que pudiera salir de ahí es que iría con el chisme volando hacia Irina y aunque esto ciertamente me tenía sin cuidado, no podía dejar de sentirme un poco culpable.
» Casi puedo oír tus pensamientos —Bella murmuró a mi lado. La miré, quitando una de mis manos de la palanca de cambios para ponerla en su pierna izquierda y apretar su muslo cariñosamente.
—No pienses ni de por de cerca que algo me importa más que tú y nuestros hijos, Bella —sus ojos brillaron cuando dije eso y mi pecho sintió calidez al decir nuestros. A veces se sentía que íbamos demasiado rápido, otras como si fuéramos a pasitos de bebé—. A la primera grosería nos vamos, lo sabes, ¿verdad?
—No quiero ser la razón por la que te alejes de tu familia otra vez.
Suspiré.
Bella sabía del historial que los Cullen habían tenido con Irina. No me sentía orgulloso de ese comportamiento, especialmente porque después de todo ella no lo merecía. Pero eso había sido toda mi culpa.
—Como dije, tú y nuestros hijos son más importantes, Bella —repetí—. Además, ellos te adoran. Empieza a creerlo, por favor.
Estacioné justo al frente de la entrada principal y me apresuré al lado de Bella para abrir su puerta. Luego me fui detrás y saqué a Rebecca del asiento de bebé, quien no dudó en ir a mis brazos para que la cargara. Me gustaba esto; cargarla. Era tan pequeña y se pegaba a mí demostrándome su confianza.
Fresita tenía el dedo pulgar metido en la boca y su cabeza recargada en mi hombro cuando tocamos el timbre. Jared y Bella estaban tomados de la mano.
Esme no tardó en abrir la puerta y sus ojos brillaron en cuanto nos vio, especialmente por la manera en la que llegamos. Fue obvio para ella en ese momento, pero no hizo comentario alguno. Casi me la imaginé mordiéndose la lengua.
—¡Bella, cariño! Hola —se apresuró a besarla en la mejilla—. Te extrañábamos mucho por aquí, no es lo mismo sin ti.
La mirada de pesadumbre en la cara de mi madre era obvia y Bella no tardó en darse cuenta.
—Hola, Esme. Yo también los extrañaba —sonrió, ocultando su ligera incomodidad, pero a mí no me pasó desapercibida—. Es bueno estar de vuelta.
Antes de que Esme pudiese contestar, Jared llamó su atención.
—¿No hay saludo para mí, abu?
Ella volteó hacia abajo y lo atrajo en un abrazo.
—Oh, mi osito. Perdón, corazón —le sonrió y aceptó gustosa el beso que Jared le ofreció. Luego se volteó para por fin mirarnos a Rebecca y a mí—. Hola, cariño y hola, princesa, ¿te acuerdas de mí? ¿cómo estás?
Rebecca se sacó el dedo de la boca para contestar.
—Nana Esme —aparentemente, en las veces en las que Rebecca y Jared se habían quedado con Esme, ella se había ganado un nuevo apodo—. Bieñ.
—Qué bueno, corazón —le sonrió maternalmente, acariciando su alta coleta rubia—. Pasen, pasen. Están todos en la sala.
Le di una significativa mirada a mi madre, que no le pasó desapercibida. Se acercó hacia mí.
—No te preocupes, cariño. No dejaré que Alice sea grosera de nuevo; ya tuvimos una discusión acerca de eso.
Asentí imperceptiblemente y me dirigí con Bella y Jared hacia la sala de estar donde todos estaban reunidos. Como siempre Emmett y Rose estaban en las sillas más lejanas mientras que Marcus, su hija y mi tía se encontraban sentados en el sillón principal frente a Carlisle.
Lo que me sorprendió fue ver a Jasper sentado frente a la chimenea con una mirada rara, la cual se disolvió en cuanto nos vio a Bella y a mí. Se acercó rápidamente a nosotros y bajé a Rebecca al suelo cuando ella se empezó a revolver para ir con Jared.
—Gracias a Dios que están aquí —comentó poniéndose a nuestro lado—. Creí que moriría de incomodidad o algo.
Le di una media sonrisa de comprensión.
—No te esperábamos.
Rodó los ojos.
—Ni yo, pero Rose me obligó. Ella sabía que hoy le dirían a la familia así que estoy como apoyo moral por si las cosas se ponen… ya sabes, difíciles.
Bella hizo una mueca.
—Lo siento, Jas. Yo le conté a Rose que estaríamos aquí ayer.
Él sonrió.
—No te preocupes, Bells. Es mi placer.
Ni a Bella ni a mi nos dio tiempo de contestar porque en ese momento apareció Alice quien, aunque no se veía demasiado animosa, no nos dirigió más que una pequeña mirada. Pude ver el dolor en sus ojos verdes, tan parecidos a los míos, cuando se fijó en mí. Ella siempre había sido mi hermanita, y era la primera vez que peleábamos. Pero no la iba a perdonar esta vez, no mientras ella no se disculpara por sus malas acciones.
Suspiré porque ese era el momento indicado para darles las buenas nuevas a todos. Estaba toda la familia reunida y sería mejor hacerlo ahora y no durante la cena. Después de todo, si alguien hacía un comentario grosero siempre podríamos ir con los niños a un McDonalds o algo así, ¿no? Estaba seguro de que a Jasper, Rose y Emmett no les molestaría acompañarnos.
Di un paso al frente, tomando a Bella por la espalda baja. Eso pareció llamar la atención de todos.
Vi la sonrisa complacida del tío Marcus mientras asentía hacia mí en comprensión. Bueno, uno más.
—Familia, tengo un aviso importante que contarles —sonreí, mi felicidad infundiéndome valor más que todo. Los Cullen éramos unidos, y sabía que estarían contentos por mí—. Bella y yo hemos decidido iniciar una relación hace poco, y queremos hacerlos parte de ello haciéndoselos saber.
La sala entera se quedó en silencio por unos segundos, pero no tardaron pronto en saltar las sonrisas. Sentí cómo la tensión en el cuerpo de Bella a mi lado desaparecía en ese instante y unos segundos después tuvimos a Esme, Carlisle, Marcus y Dídime frente a nosotros.
—Oh, cielo, ya me lo imaginaba —mi mamá saltó dándonos un abrazo—. Estoy tan feliz por ustedes; hacen una pareja encantadora. Lo supe desde el primer momento, ¿verdad, Carlisle? ¿Si o no te lo dije?
Mi papá rio entre dientes detrás de ella.
—Sí, cariño, lo hiciste —me sonrió antes de ofrecerle un abrazo a Bella—. Bienvenida a la familia, Bella. Me alegra de que tú y Edward estén juntos por fin; a nadie se le pasó desapercibido que entre ustedes habría algo.
Esa frase que vino de mi papá causó en Bella el más hermoso de los sonrojos. Le dirigió una sonrisa tímida cuando se separó de él y se pegó a mi costado, con mi mano aferrándose a su cintura.
—Gracias, señor Cullen.
—Puedes decirme suegro, eso soy, ¿qué no? — le dio un mal guiño que nos hizo reír y ella asintió.
—Claro, suegro.
Marcus y Dídime también se acercaron a felicitarnos.
—Enhorabuena, hijo —Marcus me dio un abrazo y unas palmadas en la espalda—. Me alegro de que hayas entrado en razón.
—No eché en saco roto los consejos de mi viejo —le contesté. Él rio.
Emmett, Jasper y Rosalie nos asintieron y sonrieron desde sus lugares, pues ellos ya sabían de antemano la noticia.
Mi único problema llegó cuando vi a Alice en la esquina de la habitación, con la mirada llena de desaprobación y los brazos cruzados. En cuanto vio que le estaba poniendo atención, dio la vuelta y se fue.
Suspiré.
—Será mejor que la busques —Bella dijo al lado mío. Su ceño estaba fruncido y puso su mano en mi antebrazo, apretándolo—. Tal vez si le explicas tus sentimientos pueda comprenderlo.
—No tengo por qué explicarle nada, Bella —hice una mueca—. Ella ha tomado su decisión y esa es no estar feliz por mí. Debería ponerse de mi parte, siempre he sido su hermano favorito, ¿acaso eso no cuenta ya?
Me miró triste.
—A este pasó jamás volverán a hablarse.
—Ella se debe disculpar. No daré mi brazo a torcer esta vez.
—No quiero que te sientas triste.
Negué con la cabeza y la acerqué a mi cuerpo, enredando ambos brazos a su cintura. Ella se recargó en mí, tomándome de los hombros.
—¿Cómo podría estar triste si tengo al amor de mi vida al lado mío?
Era la primera vez que admitía eso y sus ojos brillaron. Las dudas que tenía se esfumaron rápidamente.
—Te amo.
Sonreí.
—Y yo a ti.
Acerqué mis labios a los suyos y la besé, ignorando las risitas poco disimuladas de mi familia ante mi poco habitual muestra de cariño en público.
¡Hola! Primero que nada y antes que todo, perdón por el retraso. Ahorita mismo me estoy concentrando mucho en Moose y Mosaico porque ambas historias están en su recta final, así que por eso estoy dejando apenas una actualización por semana con esta. Una vez que ambas historias terminen regresaremos a las dos actualizaciones semanales de siempre jeje
¿Les gustó la reacción de los niños? ¿Y la familia?
¿Merece review?
¡Nos leemos la siguiente semana!
