Preludio del nuevo año

Aún no daba crédito a lo que estaba viviendo. Cada mañana, desde que Kumiko y yo nos hicimos novias, compruebo que lo que estoy viviendo es una realidad y no solo una maravillosa fantasía romántica. Si alguien me hubiera dicho hace un año que dejaría atrás mi enamoramiento platónico hacia el profesor Taki y que comenzaría a salir con aquella chica que me preguntó si realmente creía que iríamos a las nacionales hace un par de años, le tildaría de loco. Y es que todavía me parece una locura todo lo que viví el año pasado, una que me alegra haber vivido.

Siendo el primer día del nuevo año lectivo en Kitauji, a mi mente llegan las diferentes expectativas respecto a lo que depara el futuro. ¿Llegarán a la banda nuevos músicos talentosos? De ser así, ¿alguno estará a mi nivel o logrará superarme? ¿Lograremos el oro en las nacionales? Sonrío de solo imaginar que este sea nuestro año, pero quito con rapidez esa expresión de mi rostro. Ya una vez tuve altas expectativas al respecto y la decepción fue enorme. No quiero volver a tener esa frustración.

Al llegar a Kitauji, reviso las listas de alumnos para verificar en qué grupo estaré este año. Continúo en la clase 7 del preuniversitario, donde tomo clases especiales a fin de prepararme mejor para entrar al conservatorio. Sé bien que esto lo hago con miras al futuro, pero eso no evita que me sienta algo mal por solo ver a Kumiko en horas libres y en los ensayos y reuniones generales de la banda.

Tras la introducción hecha por nuestro profesor a cargo, me dirijo al salón de música para la primera reunión del año, donde hablaremos sobre nuestra estrategia para reclutar nuevos miembros. Sin los que se graduaron el año anterior, solo somos unos treinta integrantes, así que necesitamos reclutar al menos otros treinta músicos a fin de poder competir. Una vez en el salón, ubico un par de sillas desocupadas. Sentándome en una de ellas, pongo mi mano sobre la otra, como muestra de que está reservada. A los pocos minutos, Kumiko y sus amigas ingresan al salón. La llamo y le indico que puede sentarse a mi lado.

—Gracias por la silla —dice tras darme un discreto beso en la mejilla, a modo de saludo.

—No hay de qué. —Le sonrío mientras paso mis dedos por mi cabellera—. ¿En qué clase estás ahora?

—2-3, igual que Midori y Hazuki. ¿Sigues en la clase 7?

—Pues sí. Las clases preuniversitarias no cambiaron en lo absoluto.

—Estoy algo celosa de que no tengas que cambiar de clase.

—¿En serio?

—¿No es molesto preocuparse cada año de que mis amigos estén o no en mi misma clase?

Kumiko es mucho más sociable que yo, así que es normal que ella se preocupe por esa clase de cosas, a diferencia de mí.

—Tener amigos en mi misma clase sería bueno, pero no es algo que me preocupe. Estoy bien por mí misma.

Mi indiferente respuesta parece dejar a Kumiko sin palabras. Si bien ambas compaginamos bastante, nuestras personalidades son muy diferentes, por lo que en ocasiones tenemos esta clase de roces.

—Eso fue muy propio de ti, Reina —comenta tras unos segundos de silencio.

—¿Que fue propio de mí?

—Es algo que sabía que dirías.

—¿A qué te refieres?

Doy un suspiro mientras ella sonríe y cambia de tema, comentando que una de las percusionistas de la banda está este año en su clase. Seguimos esa conversación hasta que una fuerte voz nos interrumpe.

—¡Atención, por favor! ¡Comenzamos la reunión!

Se trata de Yuuko Yoshikawa, la presidenta de la banda. Desde la pizarra, ella indica que tomemos asiento y nos saluda, a lo que respondemos dándole los buenos días, una costumbre que el profesor Taki nos inculcó.

—Vaya, somos muy pocos. ¡Levante la mano el que no esté!

—Qué graciosa —ironiza la vicepresidenta, Natsuki Nakagawa.

—¡Cállate! —ordena Yuuko, haciendo que se escuchen algunas carcajadas—. Finalmente, el año ha comenzado para nosotros. Con los de primero ya matriculados, estaremos ocupados invitándolos y realizando conciertos. ¡Demos lo mejor de nosotros!

—¡Sí, señora!

—Lo siguiente que haremos es repartir el horario de este mes. Por favor, informen a los líderes de sección con antelación si estarán ausentes en algún ensayo. Los de tercero tendremos días en los que no podremos participar debido a sesiones de información y simulacros de exámenes para la universidad. Si ocupan un cargo en la banda, avísenme a mí o a la vicepresidenta cuando tengan que ausentarse, y se lo haremos saber al profesor Taki.

Observo con seriedad a Yuuko mientras habla. Su voz es enérgica y fácil de entender, perfecta para liderar un grupo. Los recuerdos de lo que pasé el año pasado con ella llegan a mi mente, haciéndome preguntar si realmente ella era la misma loca fanática de Kaori Nakaseko que tantos dolores de cabeza me causó. Si bien ahora estamos en buenos términos, no dejo de tenerle algo de desconfianza.

—¡Hey, Kumiko! —La voz de la vicepresidenta me saca de mis pensamientos, haciéndome dar cuenta de que la chica sentada a mi lado tiene sus ojos puestos en mí—. ¿Qué estás mirando?

Kumiko parpadea mientras dirige su mirada hacia Natsuki, quien tiene los horarios impresos en su mano en espera de que tomemos uno, algo que hacemos de inmediato.

—Ah, lo siento. Gracias —dice Kumiko mientras Natsuki le sonríe. Al ambas tocar el bombardino, se llevan bastante bien y confían la una en la otra.

—Entonces, ¿sabes de alguien talentoso que venga de la secundaria Kita?

Esta pregunta deja a Kumiko algo desorientada. La secundaria Kita es la escuela donde Kumiko y yo estudiamos antes de entrar a Kitauji. Al parecer mi novia anda desentendida de su paso por esa escuela.

—Que si sabes de algún estudiante menor que tú de la secundaria Kita que pueda venir a Kitauji —insiste Natsuki—. Quizás dejaste turulato a algún eufonista.

Debo admitir que la forma de hablar de Natsuki y la expresión de Kumiko me parecen tan graciosas que estoy reprimiendo la risa lo mejor que puedo. Yuuko le llama la atención a la vicepresidenta por haberse puesto a charlar. De manera despreocupada, Natsuki palmea el hombro de Kumiko y le dice «hagámoslo de nuevo este año» —imagino que refiriéndose a las nacionales— antes de volver junto a la presidenta.

—Ella dijo eso tan fácilmente… —murmuro soltando la risa.

Kumiko, avergonzada por lo que acabó de pasar, patea mi pantorrilla, lo que hace que recupere la compostura. Creo que resulté teniendo una novia golpeadora.

—¿Todos tienen un horario? Si no es así, levanten su mano —pide Yuuko, asegurándose de que Natsuki haya hecho bien su trabajo. Al mirar la hoja, noto que hay muchas cosas programadas para cada día—. Como está permitido observar durante el periodo de prueba, espero que muchos de primer año vengan a vernos ensayar. Probablemente habrá algunas preguntas y otras molestias, así que respondan amablemente.

—Sí, señora —respondemos en coro.

—La asignación de instrumentos y demás se determinará en la fecha oficial de integración. Para asegurarse de que no tengamos ningún problema, como que no haya suficientes personas en una sección o que alguien se olvide de cuántos instrumentos tiene y tenga demasiados aspirantes, verifique el número de solicitudes permitidas para cada sección. Además, confirmen si el aspirante tiene su propio instrumento.

Si bien lo habitual es que los estudiantes usen los instrumentos pertenecientes a la escuela, no es raro que algunos poseamos los nuestros, especialmente flautistas, clarinetistas, saxofonistas o trompetistas.

Tras asegurarse de que no tengamos ninguna duda, Yuuko ordena que nos dirijamos a nuestros ensayos por secciones. Mientras los de segundo obedecemos, los de tercero permanecen hablando en una esquina del salón con expresión seria, probablemente planteándose cómo conseguir nuevos miembros para afrontar el reto de este año de ganar el oro en las nacionales.

—Yuuko ha cambiado bastante respecto a como estaba en segundo, ¿verdad? —comenta Kumiko.

—Bueno, la graduación de Kaori probablemente tuvo mucho que ver —respondo sin inmutarme.

—Ella era especial entonces.

—Yuuko realmente la amaba. Siempre decía lo mucho que la admiraba.

No puedo evitar sentir algo de nostalgia por la forma en que los sucesos del año pasado llegan a nuestra conversación. Caminar por los pasillos de Kitauji sin ver a quienes se graduaron genera cierta sensación de vacío. Pero no es el momento de sentimentalismos.

—¿Crees que Yuuko será una buena presidenta? —pregunto mientras acomodo mi cabello hacia la espalda—. Para bien o para mal, ella es del tipo de persona que arremete a toda velocidad, pero bueno, creo que ese aspecto agresivo es una de sus fortalezas.

—De alguna manera, la forma en que hablas de ella es convincente, Reina.

—¿En serio?

Sip. Parece que tienes experiencia en hablar de ella.

Kumiko voltea su cabeza para evitar la mirada furiosa que le lanzo. Suspiro resignada, admitiendo en el fondo que me alegra hablar así de Yuuko. Después de todo, de su gestión depende que logremos llegar más lejos que el año pasado.


Aprovechando que los ensayos seccionales son más cortos por estos días, decido irme al puente que une los dos edificios de Kitauji y practicar a solas. Me va a costar desacostumbrarme a la paz que vive la sección de trompeta. Sin la presión de las competencias ni las peleas por quién es mejor con el instrumento, los cinco trompetistas que integramos el grupo hasta ahora convivimos sin mayores problemas. Pero algo me dice que todo eso cambiará con la llegada de los de primer año. Puede que llegue alguien talentoso que divida las opiniones sobre quién debería ser solista en algún momento, y no estoy muy segura de que Tomoe Kabe o Junichi Takino lleguen a apoyarme cuando ellos preferían a Kaori, y ni hablar de Yuuko. Probablemente ella siga odiándome por impedir que su amada ídolo fuera la solista el año pasado, así que sería natural que ella apoye a alguien más con tal de verme derrotada.

—¡Kousaka!

Hablando del rey de Roma… Giro a ver a la presidenta que, a juzgar por su respiración agitada, parece que llegó corriendo mientras me buscaba.

—¿En qué puedo ayudarte? —pregunto con un tono cordial.

—Necesito que seas quien presente la trompeta a los nuevos miembros.

—Creí que te encargarías de eso al ser la líder de la sección.

—Pensé en ello, pero cierta persona logró convencerme de delegar esa responsabilidad a alguien más y centrarme en mi discurso como presidenta. Y quién mejor que la trompetista estrella de Kitauji para presentar al instrumento, ¿no crees?

Trompetista estrella… Que Yuuko haya usado esa expresión para referirse a mí es algo verdaderamente inusual y una muy grata sorpresa. Quizás esté subestimando su capacidad de superar hechos del pasado y ella no sea tan rencorosa como creo que es.

—Me alaga que uses esa expresión hacia mi persona, presidenta —comento altiva.

—No creas que me agrada llamarte así, ya que considero que la única estrella que ha pasado por esta escuela es Kaori. Pero mentiría si negara que eres una virtuosa con la trompeta y que fue en parte gracias a eso que ganamos bronce el año pasado. Además, se rumora que eres bastante popular entre los de primer año, así que no queda otra que darte ese título. Espero que no se te suba a la cabeza y comiences a actuar más engreída que de costumbre.

Quedo sorprendida al saber ese rumor. Suponía que habría alguien que admirara mis habilidades con la trompeta, pero mi personalidad no es muy atractiva que digamos y no tengo el carisma que Kaori, Asuka o incluso Kumiko tienen a la hora de tratar a la gente, así que la popularidad no estaba en mis planes, ni es algo que me interese en particular.

—Entonces, ¿cuento contigo para presentar la trompeta? —insiste la presidenta.

—Seguro. Será un placer.

Yuuko sonríe y se retira. Sigo guardando recelo hacia ella, pero debo admitir que su hostilidad hacia mí ha bajado bastante en los últimos meses. Supongo que la tregua que tenemos desde el año pasado está rindiendo frutos. No obstante, no voy a bajar la guardia con ella. No aún.

Continuará…