Interludio tenso

Con el correr de los días, los nuevos miembros parecen estar tomando el ritmo de nuestra forma de hacer las cosas. Kohinata se mantiene aislada del resto del grupo y apenas habla cuando se le pregunta algo, lo que me parece raro. Entre tanto, cada vez hay más confianza entre los demás mayores y menores, así como lazos de amistad que se tejen y fortalecen día tras día. Sayaka y Asakura se han vuelto bastante cercanas, ayudándose entre ellas en diversos temas, aunque la relación de los hermanos Takino es distante. Por otra parte, el cambio de rol que ha tenido Yuuko gracias a Takami me hace gracia. Cada vez es más habitual ver a la presidenta sonrojarse cuando aquel chico la alaba por su forma de tocar la trompeta o por cualquier cosa que dice.

—Supongo que ahora entiendes lo que sentía Kaori el año pasado —comento.

—¡Cállate, Kousaka! —protesta Yuuko—. ¡No te atrevas a igualarme con aquel maravilloso ser que es Kaori! Además, entre nosotras dos tú eres la más popular.

—Quizás lo sea, pero hasta ahora no tengo a alguien que no tema gritar a los cuatro vientos lo mucho que me admira.

—Solo dices eso porque Oumae es más retraída en ese aspecto. De otro modo, ella estaría alardeando de ser la novia de la trompetista estrella de la banda.

Me es imposible no sonrojarme ante sus palabras. Yuuko fue la primera persona que dedujo mi atracción hacia Kumiko. Si bien no le he confirmado que estamos saliendo, la forma tan natural en que la presidenta dice esas palabras me da a entender que no tiene problema con ello. Aunque sería algo hipócrita de su parte que lo tenga. Sus sentimientos hacia Kaori nunca me parecieron muy heterosexuales que digamos.

—¿En serio estás saliendo con la señorita Oumae, señorita Kousaka? —pregunta Takami con una expresión algo indescifrable.

—Sí, desde mediados de marzo. ¿Algún problema?

—¡No, ninguno! —A la vez que responde, Takami busca refugio tras Yuuko, quien parece estar reprimiendo la risa—. Es solo que es la primera vez que conozco a alguien así en la vida real, solo lo había visto en mangas.

Yuuko y yo intercambiamos miradas y sonrisas incómodas. Creo que ni ella ni yo queremos saber qué tipo de mangas lee este chico. Por suerte, una voz femenina ajena a la sección de trompetas nos quita algo de incomodidad.

—Disculpen, ¿está por aquí la presidenta?

Se trata de Ririka Kenzaki, una de las chicas de primer año. Ella toca el oboe, pero no la he escuchado mucho para saber si es buena o no. Después de todo, ser la sucesora de Mizore Yoroizuka no será tarea fácil. Yuuko se dirige a la puerta para atenderla.

—¿En qué puedo ayudarte?

—Verás, quisiera poder acercarme a la señorita Yoroizuka, pero ella parece ser muy fría y distante. ¿Podrías aconsejarme al respecto?

Yuuko parece estar meditando sobre qué paso dar, algo que me parece inusual ya que ella es muy cercana a Yoroizuka. Quizás sus obligaciones como presidenta la ponen contra las cuerdas a la hora de tratar temas más personales.

—Quizás Nozomi Kasaki, la líder de la sección de flautas, pueda ayudarte mejor que yo. Ella es la persona más cercana a Mizore.

Ririka agradece y se despide de la presidenta con una sonrisa amable. Yuuko suspira y regresa junto a mí, hablando como si pudiera leer mi mente.

—Odio admitirlo, pero, tratándose de Mizore, Nozomi es la persona más indicada para consultarle.

—¿En serio?

Yuuko asiente y puedo notar algo de tristeza en su rostro.

—El vínculo entre ellas dos es bastante fuerte, quizás demasiado para el bienestar de Mizore. A veces me preocupa lo dependiente que ella puede llegar a ser cuando Nozomi está involucrada, como si todo su mundo girase en torno a ella.

—Pareciera que estuvieras celosa —comento.

—No es eso. Estaría igual de preocupada si le pasara lo mismo a Tomoe, a Natsuki o a ti con sus respectivas personas especiales.

—¿A mí?

Me sorprende que me incluya en ese grupo de personas. No creo ser tan cercana a ella como para que mis relaciones personales le generen interés. Yuuko se sonroja levemente, quizás recapacitando en lo que acaba de decir.

—En estos meses te he conocido mejor y te he tomado algo de aprecio. Sigues sin ser mi persona favorita en el mundo, pero estoy empezando a considerarte mi amiga. Aunque en tu caso, quizás debería preocuparme por Oumae. Ella parece ser más propensa que tú a desarrollar una dependencia emocional.

Ambas reímos ante el panorama planteado. Pese a lo mucho que amo a Kumiko, no creo que sea lo correcto volverla el centro de mi universo, ni que yo sea el del suyo. Ella es mi compañera de vida por ahora. Podemos consultarnos y aconsejarnos mutuamente sobre qué decisiones tomar, pero la última palabra en el ámbito personal debe ser la propia. Estoy segura de que Kumiko piensa de forma similar en ese aspecto.


Ya superada la etapa de acople de los nuevos miembros, comienzan los preparativos para nuestra participación en el Sunfest. Kabe, Kumiko y Tsukamoto se encargan de tomar las medidas de los de primero para la confección de los trajes que usaremos este año, que Yuuko adelantó que serán diferentes a los del anterior. Por otra parte, Samba de loves you es la pieza que interpretaremos en esta ocasión. Compuesta por Shin Kazuhara, un trompetista de sesión que ha trabajado con diversos ensambles y bandas de jazz, así como ha formado parte de la banda sonora de varias películas y programas de televisión, esta obra, si bien se presta para el concepto de una banda marcial, tiene algunas cosas interesantes que la vuelven un reto interpretativo, como que tiene un solo de trompeta (algo que no es de extrañar sabiendo que su compositor toca dicho instrumento), o una parte en que las percusiones tocan a un volumen bajo, algo difícil de hacer sin perder el paso a la hora de marchar.

Tal como el año pasado, los ensayos comenzaron a realizarse en el patio de Kitauji, dividiendo el grupo entre los músicos marchantes y la guardia de banderas, donde estarían los novatos como Sayaka junto a los contrabajistas, las oboístas y las fagotistas, cuyos instrumentos no son aptos para bandas marciales.

—Deben avanzar cinco metros en ocho pasos —explica Yuuko—. Sean conscientes de su ritmo y observen a quienes tienen al frente y a los lados para asegurarse de su fila se mueva de forma coordinada.

—¡Sí, señora! —respondemos al unísono.

Dando un soplido al silvato que cuelga en su cuello, la presidenta nos indica cuando iniciar o detener la marcha. De momento estamos sin nuestros instrumentos, ensayando nuestra coordinación a la hora de desfilar. Yuuko usa sus palmas para marcarnos el ritmo mientras observa que todos estemos en sincronía.

—Bien, tomaremos un descanso de diez minutos y luego ensayaremos sosteniendo nuestros instrumentos.

Como era de esperarse, el grupo se divide en las diferentes secciones al ser con quienes más interactuamos día tras día. Oigo que Yume suspira a mi lado y, al girar a verla, la noto algo pálida.

—¿Estás bien? —pregunto. Ella parece querer negar con la cabeza, pero termina asintiendo—. ¿Segura?

—Sí. Solo me pone algo nerviosa la idea de desfilar ante tanta gente, pero estaré bien.

Su respuesta no me es del todo convincente.

—No te gusta ser el centro de atención, ¿verdad? —Ella asiente de nuevo—. Descuida. Somos muchos y la mayoría de las miradas seguramente caerán en nuestra tambor mayor, así que pasarás inadvertida.

Sonrío intentando subirle el ánimo. Me gustaría que ella confiara un poco más en sus habilidades. La he escuchado cuando practica a solas y realmente es buena, casi tanto como yo. Pero cuando nota que alguien está cerca, su nivel baja considerablemente. Me preocupa que oculte sus verdaderas habilidades y quisiera saber por qué lo hace.

Siento a alguien codeándome suavemente. Al girar para ver de quién se trata, noto que Asakura señala discretamente hacia el otro extremo del patio, donde Kumiko ondea su mano a modo de saludo sentada junto a Natsuki. Ondeo la mía en respuesta con una sonrisa.

—¿Puedo decir que me gusta que ustedes dos no actuen como completas desconocidas la una con la otra en estos espacios? —comenta Asakura con algo de timidez.

—¿No es lo habitual? —pregunto extrañada.

—No lo sé. En secundaria recuerdo que tenía una compañera que salía con un chico de otra sección, pero siempre se veían distantes en la escuela. No pude creer que realmente estaban saliendo hasta que una vez me los encontré en una cafetería y comprobé que estaban en una cita. Ella decía que era normal que actuaran así para no generar molestias entre los demás miembros de la banda, pero nunca le hallé sentido a esa forma de pensar.

Medito un momento lo que ella acaba de contar, concluyendo que estoy de acuerdo con eso. Entiendo el punto de que una pareja no pueda estar todo el tiempo juntos y que a la hora de clases y ensayos es mejor centrarse en lo que dicen los profesores, pero no veo nada de malo en compartir momentos de descanso con la persona que dices amar. Además, no nos estamos monopolizando. Seguimos dedicando tiempo a estar con nuestras familias y amigos.

El sonido de un golpe, unas tímidas risas y un quejido de la presidenta me sacan de mis pensamientos. Ver su bastón de mando en el piso y sus manos sobre su cabeza me indica que ella acaba de golpearse mientras practicaba su rutina, pese a que ella fue la que nos ordenó tomar un descanso.

—¿Estás bien? —pregunto mientras me acerco a ella y le brindo una botella de agua.

—Un poco frustrada, pero bien. Gracias, Kousaka.

Yuuko bebe un gran sorbo y recoge su bastón, mirándolo con una expresión seria.

—Quizás deberías centrarte en tu rutina y dejar que la vicepresidenta y el profesor Taki se encarguen de dirigir los ensayos en conjunto, al menos de momento —sugiero.

—Puedo hacerlo —insiste, más para sí misma que para mí—. Sé que puedo hacerlo.


Con el correr de los días, los ensayos se hacen cada vez más intensos. Por una parte, debemos memorizar por completo la pieza, ya que durante el desfile no tendremos partituras para apoyarnos. Por otro lado, marchar una y otra vez cuidando de estar en sincronía con los demás es extenuante. Si bien estoy concentrada en la trompeta, no puedo dejar de ver el ajetreo que Yuuko y Kabe hacen, una en su rol de tambor mayor, la otra alternando los ensayos con la guardia de banderas, la guía a los novatos y su ensayo personal con la trompeta.

—Me preocupa que alguna de las dos colapse por querer encargarse de todo por su cuenta —le comento a Kumiko mientras almorzamos, hablando sobre los sucesos dentro de la banda de los últimos días.

—También yo. —Kumiko suspira fatigada por la situación—. Natsuki y yo les hemos ofrecido nuestra ayuda en más de una ocasión, pero ellas, cada una a su manera, insisten en que no es necesario. Espero que todo salga bien.

Asiento mientras llevo un bocado de alimento a mi boca. De fondo puedo oír a Sayaka practicando bajo la guía de Kabe. Si bien ha tenido avances significativos, aún le cuesta mantener la afinación en ciertas notas.

—Hablando de ayudas, ¿cómo sigue el asunto de Mirei? —pregunto, recordando a aquella chica que, por lo que he visto, sigue yéndose a casa inmediatamente los ensayos regulares terminan.

—No lo sé —medita Kumiko por un momento—. Kanade y ella se han vuelto amigas y pasan tiempo juntas, pero Mirei sigue sin integrarse con el resto de nosotros, lo que me hace sentir que la sección de bajos está fracturada. El problema es que no sé cómo resolverlo. Kanade parece que conoce el transfondo y mantiene a Mirei alejada de nosotros adrede.

—¿Crees que sea así solo por eso?

—Es que ella ha actuado así desde que la conozco. Parece que oculta lo que en verdad piensa. —Tras decir esto, Kumiko se lleva otro bocado a la boca, retomando la palabra tras pasarlo—. Como si supiera lo que pienso, y por eso actua antes que yo.

Sayaka y Kabe festejan que la menor haya logrado hacer una escala sin desafinarse, otro avance para la joven. Kabe gira hacia donde estamos y ondea su mano sonriendo. Sayaka, al percatarse, nos hace una venia. Kumiko y yo también ondeamos nuestras manos en respuesta.

Encuentro ciertas similitudes entre lo que Kumiko me cuenta que sucede entre las tubas y la situación de las trompetas. En ambos casos una de las chicas está marginada del grupo. No sé hasta qué punto Mirei quiera integrarse a los demás, pero sí he podido ver que Kohinata, al ser más retraída, prefiere mantenerse por su cuenta. Ese detalle, a parte de que entre las trompetas no hay una agente divisor como la tal Kanade parece serlo entre los bajos, hace que no pueda equiparar ambos casos; lo que funcione en uno puede que no funcione en el otro. Pensar en ello me hace sentir aún más impotente.

Continuará…


Yamianna: me alegra que te esté gustando y que continúes con la lectura.

Gracias por leer.