Trompeta cumpleañera
No soy muy afín a celebrar mi cumpleaños. Tampoco es que lo odie, solo es un día como cualquier otro, con sus momentos buenos y malos. Mis padres saben eso y lo respetan en la medida de lo posible, aunque aprovechan el día para darme algunos mimos extra, como preparar mis alimentos favoritos o darme algún pequeño detalle junto a sus felicitaciones, algo que agradezco sinceramente. Hoy no es la excepción. Al bajar a desayunar, mi madre me recibe con un fuerte abrazo mientras mi padre termina de acomodar la mesa.
—De verdad no se hubieran molestado —digo con una sonrisa.
—No es ninguna molestia, hija — insiste mi madre con dulzura—. No todos los días cumples 17 años, y nos complace que podamos celebrarlo como familia.
Mi sonrisa se amplía mientras me siento a la mesa. Conversamos un poco sobre mi futuro y cómo el recital del que me habló mi padre podría abrirme las puertas para estudiar en el extranjero, idea que me emociona y aterra a partes iguales. ¿En el cerca de año y medio que me queda de preparatoria estaré lista para dejar a quienes amo atrás para seguir mis sueños? Espero hallar una respuesta para entonces.
Para mí no es extraño que de vez en cuando Kumiko y yo no coincidamos en la estación del metro en las mañanas. Ella sigue sin ser buena madrugando, así que estoy acostumbrada a que en algunos días despierte tarde. Hoy parece ser uno de esos días. No voy a negar que me entristece un poco no verla llegar antes que el metro, pero no es algo que pueda recriminarle. Suspiro y entro al vagón.
Al llegar a Kitauji me dirijo a la sala de profesores para averiguar si soy la primera persona de la banda en llegar y, de serlo, pedir la llave del salón de música. El profesor Taki me saluda cordialmente y me felicita por mi cumpleaños, algo que agradezco antes de pedir la llave.
—Te sorprenderá saber quién llegó antes que tú a pedírmela —me dice manteniendo su sonrisa.
—¿No fue Yoroizuka esta vez?
Él niega con la cabeza.
—Tendrás que ir al salón para descubrirlo. Esa persona te está esperando.
Intrigada, me despido del profesor y me dirijo hacia esa aula lo más rápido que puedo. Algunas opciones cruzan mi mente y una de ellas hace que mi corazón se acelere, aunque mi lado racional intente descartarla. La puerta del salón se encuentra cerrada, por lo que procedo a abrirla. Su sonido hace que aquella persona gire a verme y me sonría con dulzura.
—Buenos días, majestad.
Inhalo profundamente para recuperar el aliento y también le sonrío mientras me acerco a ella.
—Me sorprende que llegaras antes que yo, Kumiko.
—Tuve que hacerlo para tener un momento a solas contigo y poder darte esto. —Extendiendo sus manos hacia mí, deja ver una pequeña cajita envuelta en papel de regalo—. ¡Feliz cumpleaños!
—Eh… —Me quedo inmóvil y sin palabras. Kumiko no deja de sorprenderme cuando se lo propone.
—Es un presente por tu cumpleaños —insiste al notar mi falta de reacción— ¿Acaso me equivoqué con la fecha?
—No, no es eso. —Con delicadeza tomo la cajita y la acuno entre mis manos mientras sonrío—. Es solo que no esperaba que me dieras algo. Es la primera vez que lo haces.
—Lo sé. Es mi primer regalo para ti y quise que fuese muy especial. —Un leve rubor adorna sus mejillas—. Estuve pensando bastante en cuál sería el regalo perfecto para ti. Fue por eso que actuaba raro estos días.
—Muchas gracias, me hace muy feliz. —Deposito un casto beso sobre sus labios reafirmando mi agradecimiento—. ¿Puedo abrirlo?
—No ahora. Hazlo cuando llegues a casa. Es algo vergonzoso.
—¿En serio me vas a tener todo el día con la intriga? Al menos dime qué hay adentro.
—Es un secreto —dice largando la segunda e de la última palabra y guiñándome un ojo.
—¿Por qué es un secreto? —pregunto entre risas, aunque nuestra conversación queda en pausa con los animados saludos de Kawashima y Katou, quienes me felicitan por mi cumpleaños, lo que me sorprende—. ¿Ustedes sabían cuándo es mi cumpleaños?
—¡Por supuesto que sí! ¿Verdad, Midori? —responde Katou con su habitual entusiasmo.
—¡Así es! —complementa Kawashima—. Para ti, Reina, que das siempre tu mejor esfuerzo, ¡Midori obsequia un llavero del Señor Trompeta! ¡Esta versión con frac es super rara!
El Señor Trompeta hace parte de una colección de llaveros con forma de versiones humanizadas de los instrumentos de viento. Kumiko tiene uno con la forma de un bombardino, así que de una u otra forma estamos a juego.
—Muchas gracias, me alegra mucho este obsequio.
—¡Te traje un bálsamo labial! —interviene Katou, entregándome una pequeña bolsa de regalo—. Hidratará tus labios a la perfección, así que será bueno para cuidarlos después de tocar.
—Gracias, Katou.
—¡Toquemos hoy con más energía! —propone Kawashima, a lo que los demás accedemos de forma animada, mientras Natsuki y Yuuko entran en el salón dándonos los buenos días.
—Vaya, parece que estamos muy emocionadas con el ensayo —comenta la vicepresidenta con una sonrisa.
—Ah, Kousaka, hoy es tu cumpleaños, ¿verdad? —pregunta la presidenta, a lo que asiento en respuesta—. Entonces toma. —Yuuko también me entrega una bolsa de regalo, algo más grande que la de Katou—. Es la crema de manos que Kaori más usa. Hará que tus manos huelan delicioso gracias a ella.
—Vaya broma de papás tan floja —interviene Natsuki, sacando del bolso de la presidenta una botella de lo que parece ser la misma crema de la que hablaba, echándose un poco en sus manos y acercándolas a su rostro—. Aunque parece que en verdad funciona.
—¡Por supuesto que lo hace! —Yuuko le arrebata la botella a Natsuki y vuelve a guardarla—. ¡Considéralo un privilegio!
—Dejando a Kaori de lado, me pregunto qué privilegio tiene la crema para ti.
—¡¿Qué dijiste?!
Y así ellas dos inician otra de sus habituales discusiones, llamando la atención de los demás miembros de la banda, en especial aquellos que recién van entrando al salón. Por mi parte, me permito soltar una discreta risilla, no solo porque me haga gracia ver a las líderes de la banda discutiendo sobre temas triviales como si de una pareja de esposas se tratara, sino también por lo feliz que me siento por recibir algo de cariño por parte de Yuuko, Kumiko y sus amigas.
Un año atrás sería imposible siquiera que se me cruzara por la cabeza la idea de estar en desacuerdo con algo que el profesor Taki dijera o hiciera, pero ahora, viendo las partituras del arreglo de Liz con el que vamos a competir, no me siento del todo conforme. Y no, no es porque prácticamente todas las partes donde la trompeta destaca fueron cortadas. Simplemente ver la forma en que la pieza fue resumida no me convence, en especial por el segundo movimiento. Quizás en mis manos habría dejado más corta la parte de la tormenta para incluir algunos compases de los días de convivencia entre las protagonistas. Siento que pasar de la tormenta al solo de oboe le quita peso dramático a la decisión de Liz.
Quizás debería dejar de pensar en ello y centrarme en todo lo que tengo que aprender estos días. Fuera de Liz y de March Sky Blue Dream para las audiciones, también debo ensayar el Concierto para trompeta en Re mayor de Giuseppe Tartini, la pieza que mi profesor de trompeta seleccionó para que la interprete en el recital. Tres piezas en menos de un mes… Espero no verme sobrepasada por ello.
Hoy se decidió que nos centrásemos en ensayar individualmente, iniciando así los preparativos para las audiciones. Kabe anda yendo de un sitio a otro asesorando a los de primer año, lo que me preocupa, ya que ni siquiera ha abierto el estuche de su instrumento. No sé si esté ensayando en su casa, y de ser el caso, quizás no sea suficiente para que tenga el nivel necesario para una audición. El año pasado ella no quedó en el grupo principal, y no he notado una mejora significativa como para que este año pueda hacerlo.
Decido dejar de pensar en los demás por un momento y ensayar lo que voy a tocar. Llevo mi trompeta a la boca y comienzo a tocar lo primero que se me viene a la mente, sorprendiéndome de que sea el solo de oboe del tercer movimiento de Liz.
—Vaya, ¿así que te vengarás de que no haya solos de trompeta quitándole el puesto a Mizore? —pregunta Yuuko desde la puerta con un tono burlón.
—No es eso. Solo me dejé llevar. No creo que al profesor Taki le agrade la idea de cambiar los roles de los instrumentos.
La presidenta sonríe momentáneamente antes de dirigir su mirada a los papeles que tiene en su mano. Su rostro serio podría indicar malas noticias para ella.
—¿Todo bien? —pregunto. Ella asiente sin dirigirme la mirada.
—Estoy meditando sobre mi futuro. Tengo una carrera en mente, así que estoy viendo algunas universidades donde la enseñen para ver cuál es la mejor opción. Además, quiero comenzar a vivir por mi cuenta cuando me gradúe de Kitauji.
—Ya veo. Suerte con esa búsqueda.
Yuuko sonríe en respuesta antes de retomar su camino. Al tener más o menos claro mi futuro, siento que puedo relajarme un poco antes de tomar una decisión definitiva. Sin embargo, temo que, sea cual sea la opción ganadora, sea dolorosa. Suspiro intentando sacar esos pensamientos de mi mente.
Siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de mi falda y, al intentar sacarlo, toco la pequeña caja con el regalo que me dio Kumiko en la mañana. Tengo la tentación de abrirlo, pero no quiero que ella se enoje por no seguir sus indicaciones. Muerdo mi labio inferior mientras medito para mis adentros si abrirla ahora o no, pero la curiosidad me vence. Cuidadosamente saco la cajita de mi bolsillo, la desenvuelvo y la abro. En su interior yace una cadena delgada de la que cuelga un hermoso dije plateado con forma de trompeta. Con una gran sonrisa en mi rostro pongo la cadena alrededor de mi cuello, sintiendo una irónica calidez desprenderse del frio metal. Kumiko no pudo darme un mejor primer regalo.
El sonido de una trompeta llena el ambiente mientras lavo la boquilla de la mía. Ese sonido me transmite paz y calidez, y sus notas altas resuenan sin sentirse demasiado desafiantes. Es un contraste al sonido que transmito la mayor parte del tiempo. Ese sonido no puede ser de nadie más que de Kohinata. Esa claridad en las notas altas es propia de ella, pero únicamente la muestra cuando ensaya a solas. Tras secar mi boquilla, camino buscando la fuente de esa melodía, llegando hasta la puerta que conduce a la azotea de uno de los edificios de la escuela, aguardando ahí hasta que ella termina. Al abrir la puerta, se muestra sorprendida e intimidada por mi presencia.
—Se-señorita Kousaka, ¿qué hace aquí?
—Estaba escuchándote. Toca…
—¡Perdóneme por molestarla con mi horrible sonido!
Sin darme tiempo a responder, Kohinata se aleja corriendo. Lo último que dijo me pone en alerta. ¿Cómo se le ocurre decir que su sonido es horrible? Y más importante, ¿cómo puedo convencerla de que no lo es? Odio el sentimiento de impotencia que me invade cada vez que soy testigo de las inseguridades de la más talentosa de las trompetistas de primero. Me dirijo a la salida de Kitauji completamente frustrada. En momentos así me pregunto qué haría Kumiko. No me gusta pretender ser alguien que no soy, pero cómo quisiera poder actuar como mi novia en este tipo de situaciones.
—¿Por qué esa cara, Kousaka?
La voz de Kabe me toma por sorpresa. De todas las personas con las que podía haberme cruzado y dirigirme la palabra, ella era quizás la última opción en mi mente.
—Estoy preocupada por Kohinata. Quisiera poder hacer algo para darle confianza en sí misma, pero no sé qué.
Una media sonrisa se dibuja en el rostro de Kabe.
—Kousaka preocupada por alguien más es sin duda una novedad. —Ríe para sí misma, aunque parece dar una leve mueca de dolor—. Solo dale espacio y no la presiones. A ella hay que saberle llegar para que no se asuste, lo digo por experiencia propia. Tarde o temprano ella logrará brillar sin temor a ser reprimida, y ese brillo podría opacar el tuyo.
Sonrío levemente y le agradezco sus palabras antes de continuar con mi marcha. Mi sonrisa se amplía cuando noto que Kumiko me está esperando junto a los casilleros.
—¿Cómo terminó de ir tu día, majestad? —pregunta tras darme un pequeño beso en la mejilla a modo de saludo.
—Bien, aunque…
Un suspiro escapa de mis labios antes de comenzar a relatarle a Kumiko lo que acaba de suceder con Kohinata. Puedo notar que en su mirada también hay algo de preocupación al escuchar mis palabras.
—Parece que su falta de seguridad es más grave de lo que pensé —comenta con un tono triste—. Quisiera poder hablarle y asesorarla un poco, pero ella es muy escurridiza. Aunque he notado que Tomoe se ha vuelto cercana a ella, así que espero que logre hacer algo para cambiar un poco su situación.
Asiento mientras termino de cambiarme los zapatos. Me tranquiliza un poco que Kabe y Kohinata congenien, pero también me preocupa que hoy no haya visto a la mayor en ningún momento ensayando.
—Espero que asesorar a Kohinata y a los demás de primero no afecte el desempeño de Kabe en la banda —digo con cierto tono de tristeza.
—También yo. Creo que ella está demasiado metida en la asesoría y, si bien admiro la dedicación que le pone, me preocupa que pueda descuidar los demás aspectos de su vida. Sin ir más lejos, esta mañana la encontré dormida en el salón donde nos reunimos a hablar sobre los progresos de los de primero. Luego de despertarla, le ofrecí ayuda, pero ella de nuevo se rehusó a aceptarla.
El relato de Kumiko y lo que yo misma he podido observar me llevan a teorizar que Kabe no quiera continuar en la música, pero no sabría dar una razón. No la conozco lo suficiente como para saber si quiera por qué ella empezó a tocar en primer lugar, menos aún qué fue lo que cambió desde entonces, pero no soy tan inhumana como para no entristecerme si llegase a renunciar.
—Espero que todo salga bien para ella.
—Igual yo, majestad.
Las dos comenzamos a caminar hacia la salida de la escuela. Pensar en lo que sucede con Kohinata y Kabe me hace llevar la mano al pecho de forma instintiva, sintiendo bajo el uniforme la forma del dije que Kumiko me regaló en la mañana.
—Hay algo más que me preocupa —expreso mientras detengo mi marcha. Kumiko da unos pasos más antes de girar a verme.
—¿Qué sucede? ¿Otro problema con la sección de trompetas?
Niego con la cabeza mientras saco el dije de debajo de mi uniforme. La expresión de Kumiko cambia de preocupada a asombrada, llegando a sonrojarse un poco.
—Me preocupa que no me perdones por haberte desobedecido, pero no pude resistir mucho la tentación de ver qué me habías regalado.
El silencio se hace entre nosotras. Noto como los ojos de Kumiko alternan entre mi pecho y mi rostro, mientras que el suyo cada vez está más rojo.
—Te… ¿Te gusta? —pregunta mientras aparta su mirada de mí—. Pensé en darte algo que brillara tanto como tú lo haces y que pudieras llevar siempre contigo, pero aún no estoy del todo segura de que haya sido una buena idea.
Me acerco a ella y con delicadeza coloco mi mano sobre su mejilla, lo que hace que ella vuelva a mirarme.
—Me encanta, es perfecto. El simple hecho de que fueras tú quien me lo diera lo hace mucho mejor. De verdad, muchas gracias, amada mía.
Sin darle tiempo a decir algo más, cierro el poco espacio que nos separa y junto mis labios con los suyos. Kumiko me envuelve en sus brazos sin separarnos durante unos segundos que, como casi siempre que estoy junto a ella, se sienten eternos y efímeros a partes iguales.
Continuará…
Yamianna: sí, es una historia con bastantes interpretaciones posibles. La buena noticia para tui es que ese solo aparece por aquí. Me alegra que te siga gustando esta historia.
Gracias por leer.
