Rapsodia preocupada
Conforme los días iban avanzando, la tensión dentro de la sección de trompetas se hacía más latente. Usualmente dentro de un ensamble, banda u orquesta donde hay varios interpretes del mismo instrumento, se suelen dividir en dos o incluso tres grupos para ampliar la presencia a través del rango sonoro, siendo el primero para las notas altas y melodías en general, el segundo para las notas medias y el tercero para las bajas. Si bien este año ninguna de las piezas con las que competiremos tiene un solo de trompeta, casi todos tenemos la firme intención de pasar las audiciones y, de ser posible, ser una de las primeras trompetas. Y digo casi porque Kabe se ha estado ausentando de los ensayos en los últimos días, aunque sigue desempeñando con devoción su rol de asesora de los de primero, lo que me confunde un poco. Tengo el presentimiento de que ella renunciará en algún momento, pero eso la llevaría a dejar algo que ella parece amar como lo es ayudar a los demás en la banda.
Por otra parte, la relación entre los hermanos Takino continúa tensa. En la escuela se muestran bastante distantes, aunque puedo notar cierta expresión de tristeza cuando cruzan miradas, y desconozco por completo como sea en su casa. Sayaka ha mejorado bastante, pero aún sigue sin llegar al nivel de Asakura o Takami, así que ella está prácticamente descartada de pasar la audición este año.
—Señorita Kousaka, ¿estoy tocando esta parte bien?
La pregunta de Asakura me saca de mis pensamientos. Ella tiene una personalidad seria, pero no le cuesta socializar, así que es más cercana con los demás que yo. Amablemente le pido que vuelva a tocar y ella lo hace sin dudarlo. Está intentando perfeccionar una sucesión de notas altas y rápidas de la parte de la tormenta en Liz, pero…
—Siento algo inestable tu afinación, y estás ligando algunas notas. ¿Te cuesta hacer staccatos rápidos? —Asakura asiente algo apenada. Sonrío para tranquilizarla—. Creo que podrías mejorar eso si piensas en "takataka" en vez de "tatatata" a la hora de ejecutarlos. Eso me ayudó bastante cuando aprendí a hacerlos.
—Oh, ya veo. Muchas gracias, señorita Kousaka.
Sonrío al ver el entusiasmo con el que Asakura retoma su ensayo. Ella me recuerda un poco a mí de niña, cuando recibía los consejos de mi padre para mejorar poco a poco. No sé si ella pueda pasar la audición, pero veo probable que sea así, aun sin estar al mismo nivel que Kohinata.
Ya es costumbre compartir mi tiempo libre en la escuela junto a Kumiko y sus amigas, en especial a la hora del almuerzo. Usualmente las escucho mientras ellas conversan sobre sus vivencias dentro y/o fuera de la banda, aunque suelo intervenir si me preguntan algo. No soy la única no perteneciente a la sección de bajos que está presente en estos momentos. La oboísta Ririka Kenzaki también está presente junto a Kanade, con quien parece ser particularmente cercana, y a las Suzuki. Mirei tiene una actitud silente, similar a la mía, y parece disfrutar de la compañía, lo que indicaría que esa fractura dentro de la sección de bajos ha cerrado.
—Hazuki, tú no lees muchos libros, ¿verdad? —pregunta Kawashima luego de que su amiga contara que se estaba quedando dormida mientras leía la tarde anterior.
—Nop —responde Katou, suspirando de forma algo pesada—. Me da sueño con solo leer los libros de texto de la escuela, lo que hace que me asusten los exámenes que se aproximan.
Kumiko asiente mientras lleva un bocado de su almuerzo a su boca, al parecer empatizando con su amiga. En lo personal, los estudios se me facilitan bastante y siempre saco buenas notas, aunque tampoco soy una ávida lectora. He leído más partituras que obras literarias.
—Tanto que Midori se esforzó en traerles sus copias de Liz and the blue bird —lamenta Kawashima.
—Agradezco que te esforzaras en traerlo y prestármelo, pero sinceramente no entiendo ese libro. Parecía que iba a tener un final feliz, pero… —Katou da una mordida a su hamburguesa antes de proseguir—. ¿Qué fue ese final?
—A Midori le gustan un poco esas historias conmovedoras.
—Más que ser conmovedora, ¿no se trata más de que Liz haga lo que quiera? —interviene Kumiko con algo de duda en su voz—. Creo que estaría bien que ellas estén juntas si así lo quisieran, pero no sé en qué piensa ella.
—Midori también siente que no hay una forma clara de entenderla. Al final, ¿no es la historia de Liz salvando al ave azul, convirtiéndose en una familia y, al final, separándose?
—Esa es una forma burda de decirlo, pero sí, así es. —Katou toma un sorbo de su bebida y me observa—. ¿Qué opinas, Kousaka? Eres inteligente, así que, ¿cuál crees que sea el mensaje de la historia?
Medito un instante, tratando de poner en orden mis pensamientos.
—Esto es una teoría personal —hablo—, pero creo que la historia se basa en el dilema de la felicidad.
—¡¿Dilema de la felicidad?! —exclama Katou con tanta emoción que su voz alcanza a romperse. Kumiko parece impactada por mis palabras.
—¿Qué es eso? —pregunta Midori.
—Es cuando las personas que han obtenido felicidad adquieren la determinación para deshacerse de ella. Bueno, yo le llamo así, pero desconozco el verdadero significado de esas palabras. —Mi mirada se centra en Kumiko, que parece asustarse un poco por lo que estoy diciendo—. Mi yo actual también es bendecido con felicidad, pero me asusta pensar en que eso algún día terminará. Pensar en ello puede arrinconarte mentalmente. Hay personas que, ante la incertidumbre de no saber cuándo terminará su felicidad, prefiere terminar con ella por sí misma. Al menos eso creo.
—Después de pasar por tanto esfuerzo para ser felices, ¿y aun así terminan con eso por sí mismos? —pregunta Katou con incredulidad—. ¿Qué clase de bichos raros son ellos?
—Midori no cree que sean raros en absoluto. No es raro ver a personas que quieren ser infelices.
Ante las palabras de Kawashima, Katou se rasca la cabeza con intensidad, visiblemente confundida. A decir verdad, concuerdo un poco con la contrabajista. Sé que hay personas que quisieran ser los protagonistas de una tragedia: chicas que se alejan de sus amigos y se lamentan a solas; chicos que, estando en maravillosas relaciones sentimentales, engañan a sus parejas para luego lamentarse porque los abandonan. Se dice que esa clase de personas absorben la felicidad de quienes los rodean, y también que esos pensamientos son comunes en quienes se mantienen alejados y se mofan de las vidas de los demás. Sea como fuese, creo que sucumbir a aquellos pensamientos depende de la voluntad de cada quien. Pienso en ello mientras limpio mis manos con unas toallitas húmedas antibacteriales.
—Liz dejó ir a su símbolo de felicidad, el ave azul, por su cuenta. Creo que la historia transmite el mensaje de que, si bien puedes obtener la felicidad, nada te garantiza que la conservarás por siempre —concluyo.
—Vaya que piensas cosas difíciles —me dice Katou antes de proseguir comiendo su hamburguesa. Al parecer, se rindió de tratar de comprender lo que estábamos hablando.
—Midori cree que Liz es una historia que representa el amor libre.
—¿Amor libre? —pregunta Kumiko con asombro.
—¡Sí! —responde Kawashima con entusiasmo—. Midori cree que lo más importante para Liz es el ave azul. Si ella quería que el ave fuera feliz, debía dejar que regresara con sus amigos. Liz pensó en su propia felicidad y en la del ave y sintió que la de ella era más importante que la suya propia. Hay momentos en los que sacrificas tus propios sentimientos para hacer feliz a alguien importante para ti. Midori piensa que Liz representa ese tipo de situaciones.
—Esa forma de ver las cosas es muy propia de ti, Midori —digo con voz suave—. Aunque si me pusiera en el lugar del ave azul, no me sentiría muy libre si la persona que dice amarme es quien decide que debo irme y no soy yo quien toma esa decisión.
—Puede que tengas razón, Reina, pero Midori cree que el ave también quería irse. Si no, habría rogado por quedarse…
Las palabras de Kawashima se ven interrumpidas cuando a Kumiko se le cae un tomate Cherry de sus palillos.
—Qué desperdicio —habla Katou con tono burlón.
Kumiko toma el tomatito con sus dedos y lo lanza a su boca, haciendo caso omiso a las burlas de sus amigas.
—Así que esta vez sí hiciste caso a la regla de los tres segundos, ¿eh? —digo con una sonrisa. Kumiko me codea rodando los ojos y la conversación cambia a temas más triviales.
Cada vez se acerca más el día de las audiciones, y con cada día que pasa es más notoria la ausencia de Kabe en los ensayos seccionales, mientras que en los generales apenas y toca algunas notas. Además, cada vez pasa más tiempo con el profesor Taki, quien no le ha dado un llamado de atención directo en ningún momento, como lo suele hacer mientras ensayamos. Confío en que él no haya cambiado su filosofía de cero favoritismos, pero realmente esto es muy sospechoso. Por otra parte, Kohinata continúa con su extraño comportamiento de no sacar a relucir todo su talento en los ensayos en conjunto, reservándolos para cuando practica a solas. Me preocupa que ella no pase la audición. Sería injusto que una talentosa trompetista como ella quedase fuera del grupo competitivo. Además, desde mi posición habitual en la parte trasera de la banda he podido notar que en las otras secciones hay ciertas irregularidades.
—¿Pasa algo, majestad? —pregunta Kumiko a mi lado mientras viajamos en el metro camino a Kitauji.
—Estoy preocupada por las audiciones y lo problemáticas que puedan llegar a ser.
—¿Temes que Yume te quite el puesto de trompetista estrella?
Veo de reojo que tiene una sonrisa burlona en su rostro. Niego con la cabeza, aunque me permito sonreír levemente.
—No es eso. Este año somos ochenta y ocho, por lo que cerca de la mitad van a quedar fuera del grupo competitivo cuando pasen las audiciones. Temo que eso pueda generar algunas discusiones.
—¿Algo como el año pasado?
—No creo que llegue a ese nivel, al menos no con Yuuko al mando, pero sí he notado algunas diferencias entre los integrantes de la banda, tanto en la sección de trompetas como fuera de ella. Sin ir más lejos, he podido ver que la vicepresidenta y Kanade no se llevan muy bien que digamos, y te noto tensa estando entre ellas dos.
Kumiko baja la mirada. Hay cierto tono triste en su aura, uno que no veía en ella desde todo el problema con Asuka el año pasado.
—Kanade parece que no respeta a Natsuki como su superior. Más de una vez la he oído quejarse por el hecho de que Natsuki le pida consejos o cosas por el estilo. —Mi novia suelta un suspiro y vuelve a levantar su mirada—. Quisiera que ellas dos se llevaran bien, tal como las tubas ahora, pero no sé si sea posible.
—¿Crees que Kanade pasó por alguna mala experiencia con un superior, al igual que te pasó a ti en secundaria?
Hace unos años, Kumiko tuvo un altercado con una de sus superiores, a quien derrotó en una audición. Esta chica la arrinconó una vez en el salón de música, acusándola de creerse superior solo por quedar en el grupo competitivo estando en primero. Ese encuentro dejó secuelas en la mente de mi novia por años. Gracias a Natsuki, ya logró dejar todo aquello en el pasado.
—Puede ser —medita Kumiko por un instante—. Quisiera poder hablar con ella al respecto.
—Es lo mejor. Dale una consulta gratis en el Centro de consejería Oumae para evitar problemas a futuro.
—¡Yo no cobro! —La indignación en la voz de mi novia me hace soltar una pequeña risa—. ¿Y de dónde sacaste lo del Centro de consejería Oumae?
—De Yuuko, cuando alguien acude a ella en busca de ayuda.
Kumiko suspira con una mezcla de pesadez y resignación. El metro llega a nuestra estación de destino y frena, causando que el cuerpo de mi novia, por inercia, se fuera hacia adelante. Tan rápido como puedo uso mi brazo para detener su movimiento, justo antes de que ella se golpeara con la puerta del vagón. Ella me agradece con algo de vergüenza.
—Deberías tener más cuidado —advierto mientras las puertas se abren y nosotras salimos del vagón.
Entre la cantidad de gente en la estación, también hay otros estudiantes de Kitauji, mayoritariamente chicos de los clubes deportivos quienes, al igual que nosotras, llegan temprano a la escuela para tener algo de práctica antes del inicio de las clases.
—Ahora que lo pienso, eres amiga de Kabe, ¿verdad? —pregunto cuando comenzamos a salir de la estación.
—Bueno, ella y yo estamos a cargo de los de primero, así que nos hemos vuelto cercanas. ¿Por qué la pregunta?
—¿No crees que ella ha estado actuando extraño últimamente?
Kumiko parece meditarlo por un momento.
—¿En serio?
—Pues las audiciones se aproximan, pero ella apenas ensaya. Parece que dedica más tiempo a asesorar a los de primero. Además, últimamente ha estado yendo muy seguido a la sala de profesores.
—Tomoe ha puesto bastante energía ayudando a los principiantes —defiende Kumiko.
—Sí, pero no necesita estar yendo y viniendo a la sala de profesores para eso —insisto meditabunda—. ¿Y si solo va para ver al profesor Taki?
—Ni que ella fuera como tú, Reina —replica mi novia entre risas, a lo que respondo golpeándola con mi bolso.
—Por si todos los besos que nos hemos dado en estos meses no te lo han dejado claro, hace tiempo que superé mi obsesión por él —reclamo indignada.
Kumiko intenta replicar, pero la risa se lo impide. Risa que, para cuando llegamos a la entrada de Kitauji, ya se me ha contagiado.
—¿Sabes? Me hubiera encantado que tocaras el solo de bombardino del cuarto movimiento de Liz, pero esa parte fue quitada del arreglo para las competencias.
Kumiko suspira mientras nos cambiamos de zapatos.
—Debo confesar que me alivia un poco no tener esa presión de preparar un solo. ¿Recuerdas el desfile conjunto con Rikka que tuvimos en el parque Dream en marzo?
Eso sucedió poco antes de que Kumiko y yo iniciáramos nuestra relación. El desfile de reapertura del parque Dream fue un evento al que nos invitaron a participar junto a la preparatoria Rikka. Ahí tocamos una pieza titulada Noah's Ark, que inicia con un dueto entre la trompeta y el bombardino. Fue la primera vez que Kumiko y yo tocamos juntas en público teniendo roles principales. Estaba realmente feliz de poder hacerlo, y quiero volver a vivir esa experiencia.
—¿No estabas feliz de haber sido puesta como solista y tocar ese dueto conmigo? —pregunto cuando comenzamos a caminar hacia la sala de profesores, por si somos las primeras de la banda en llegar.
—Claro que lo estaba, pero también estaba intimidada. Cuando ensayamos a orillas del rio Uji y Azusa se nos unió, me di cuenta que ustedes dos están a otro nivel, y tuve miedo de cometer algún error y arruinar toda la presentación.
—Tú no estás tan lejos de mi nivel, ¿sabes? Técnicamente eres bastante hábil, pero te falta seguridad en ti misma.
—Lo sé, y créeme que estoy trabajando en ello. Pero también conozco mis límites y no quiero colapsar por presionarme demasiado.
Esas palabras causan un mayor impacto del que pude imaginar. No solo por el sentimiento de impotencia que me genera no poder ayudar a Kumiko como quisiera hacerlo. También siento miedo de que, de una u otra forma, nuestra relación fuese otra causa de presión para ella. La sola idea de que sea así me aterra, y eso me impide preguntarlo a viva voz.
Al subir las escaleras, el sonido de un oboe y una flauta llegan a nuestros oídos. De momento solo se oyen notas aleatorias, probablemente solo estén calentando.
—Como siempre, Yoroizuka llegó temprano —comento.
—También Nozomi. Me da envidia de que ellas vivan tan cerca de Kitauji.
—Quizás ellas no puedan ensayar en sus casas.
—Tú tienes un estudio insonorizado en tu casa, ¿verdad, majestad? —Asiento en respuesta a la pregunta de mi novia—. Eso debe ser genial.
—¿Te gustaría conocerlo?
—¿Puedo?
—Claro. Te llevaré cuando tengamos nuestra sesión de estudios para los exámenes.
Kumiko sonríe y asiente. A medida que nos acercamos al salón de música, es de esperar que los sonidos de la flauta y el oboe se hagan más fuertes. Sin embargo, se hace un silencio por un par de minutos. Alcanzo a pensar que salieron del salón o que llegó alguien más y las interrumpió, cuando la música vuelve a sonar. Esta vez están tocando el dueto entre ambos instrumentos del tercer movimiento de Liz, pero hay algo raro.
—La flauta parece estar desafinada —comenta Kumiko. Puedo ver algo de preocupación en su rostro—. En contraste el oboe suena tan bien como siempre. Mizore es una prodigiosa oboísta.
—Lo sé.
Quizás sea por el clima. Los instrumentos de viento hechos de metal suelen variar su tono dependiendo de la temperatura del lugar, pero me sorprende y preocupa que Nozomi no tomase en cuenta ese factor antes de tocar. Ella no es una principiante para cometer ese error. Espero que las cosas entre ellas estén bien y que sus diferencias hayan quedado en el pasado.
Continuará…
Yamianna: me alegra ver que continúes.
Chobits3: me laegra tenerte de vuelta. Aqu+i está la continuación.
Gracias por leer.
