Flauta mentirosa
Con el correr de los días, los ensayos son cada vez más intensos. El profesor Taki está cada vez más implacable a la hora de corregir cualquier fallo que se produzca, por minúsculo que este pueda parecer: secciones fuera de sincronía, notas o golpes dados con mayor o menor intensidad de la requerida e incluso alguna pequeña desafinación que pueda presentarse. Y aún no estamos en el campamento. La buena noticia es que hoy es el último día de ensayo antes de los tres días libres que tendremos por el Obon, festividad tradicional japonesa para honrar a nuestros antepasados, aunque es cada vez más frecuente que esas fechas se usen con fines ociosos.
El tercer movimiento de Liz resuena en el salón. Ese movimiento es, en palabras del profesor, el más importante de la pieza, así que es a lo que más atención y empeño le está poniendo. Aunque la verdad sea dicha, también es la parte que más problemas nos está dando. La sensación de que Yoroizuka se está conteniendo sigue ahí y, viendo la expresión seria del profesor, parece que no soy la única que lo ha notado.
—Señorita Kasaki, ¿estás escuchando al oboe? —pregunta tras indicarnos que nos detuviéramos—. No lo estás haciendo mal, pero estás tocando con más emoción de la necesaria. En esta parte, lo más importante es escuchar el sonido de la otra persona. Debes susurrarle suavemente a la señorita Yoroizuka, no abrumarla. ¿Puedes hacerlo?
—Sí, señor —responde Nozomi.
A mi parecer, Nozomi lo está haciendo bien y su intensidad es la correcta, a diferencia de Yoroizuka —cuyo solo a veces es opacado por el resto de la banda y no solo por la flauta—, así que me extraña que esa sea la indicación que el profesor Taki marca.
—Señorita Yoroizuka, recuerda que es una discusión entre el oboe y la flauta. Si ella te habla, debes responderle. A veces una partitura no puede expresar por completo ciertos aspectos de la música. Por favor, intenta ver más allá de lo que está escrito y toca con más fuerza, tal como lo hiciste en la competencia de Kansai el año pasado. ¿Puedes hacerlo?
La oboísta dirige su mirada hacia donde se encuentran las flautas, seguramente buscando la aprobación de Nozomi, antes de responder con un «sí» apenas perceptible.
Al ser el último día antes del Obon y el campamento, tiempo en el cual no vendremos a la escuela, las directivas nos encargaron hacer limpieza de los espacios que usamos durante nuestros ensayos, tanto generales como seccionales e individuales. En el salón de música, Kumiko, Katou y Kawashima se encargan de mover las sillas al corredor y sacudir el polvo de las alfombras que usamos para reducir la reverberación del aula mientras ensayamos. Ririka y Kanade barren el piso. Nozomi y Yoroizuka están limpiando las ventanas. Yuuko limpia con un plumero el polvo de las partes altas del salón, subida en una silla que Natsuki le ayuda a sostener.
—Creo que habría sido mejor pedirle a Tsukamoto, Gotou, Asakura o Micchan que se encargaran de limpiar los sitios altos —comenta la vicepresidenta en un tono de burla.
—¡Ellos están atareados con los otros espacios que usamos!
—Aún no es tarde para que cambies con alguno de ellos.
—Ayudas más con la boca cerrada, Natsuki.
Opto por ignorar a ese par y continuar limpiando los restos de tiza del tablero. Hubiera querido no borrar el «ganemos el oro en las nacionales» que estaba escrito, pero la profesora Matsumoto insistió en que dejáramos todo como nuevo.
—¡Ay! ¡Qué hambre! —exclaman a la vez Katou y Kawashima.
—¡Feliz helado! —se apresura a decir la contrabajista.
—¿Qué dices?
—¿No lo sabes, Hazuki? Dijimos lo mismo a la vez, ¿verdad?
—Sí, es verdad.
—Cuando eso sucede, debes decir "feliz helado" de inmediato. La última que lo diga debe invitar un helado a la que lo dijo primero.
—¿Qué? Entonces, ¿debo comprarte un helado, Midori?
—Así es.
—¿De dónde saca Midori esos juegos? —murmura Kumiko, retirando de su sitio la alfombra del atril de dirección.
—No lo sé, pero me parece una forma bastante inteligente para obtener helado gratis —comento—. Quizás podríamos jugarlo cuando tengamos una cita.
—No sé si mi billetera resista.
—¿Estás asumiendo tu derrota, Kumiko?
—Solo soy precavida, majestad.
Diciendo esto, mi novia se dirige a la ventana del salón para sacudir ahí la alfombra. Sonrío y vuelvo a concentrarme en el tablero. Vaya que está sucio.
—¿En serio? —exclama Nozomi con tono alegre—. ¿Por qué no vamos a la piscina pasado mañana?
Tengo la tentación de girar a ver a quién le está haciendo esa invitación la flautista, aunque ya sepa la respuesta.
—Vale.
Nuevamente me cuesta entender lo que dice Mizore debido al volumen bajo de su voz.
—Bien, así quedamos. Me pregunto si debo comprar un nuevo traje de baño.
—Oye, Nozomi. ¿Puedo invitar a alguien?
Eso sí que es una sorpresa. Giro a ver a Nozomi, cuya expresión seria contrasta con el tono alegre que tenía hasta hace poco. Sin embargo, tan rápido como le es posible, se esfuerza por sonreír.
—¿Y eso? Es raro que preguntes eso. —A diferencia de hace unos instantes, su voz no suena con alegría natural—. Claro que puedes. ¿A quién quieres invitar?
—A Ririka. Ella me dijo que quería que nos divirtiéramos juntas.
—¡¿En serio?! —pregunta la joven Kenzaki, para luego empezar a bailar con escoba en mano por la alegría que le da escuchar que su superior la invitase a la piscina—. ¡Hurra! ¡Estoy tan feliz de poder ir a la piscina contigo, Mizo! ¿No se molestan si invito alguien más?
—Por supuesto que no —responde Nozomi—. ¿A quién te gustaría invitar?
—¡Kanade, vamos juntas!
Kanade levanta la mirada al techo. Al parecer tenía otros planes, pero se sabe incapaz de decirle que no a la joven oboísta. En lo que esta salida de amigas se hace cada vez más grande, opto por retomar mi labor con el tablero. Creo que estos días los pasaré con mi familia y quizás con…
—Entonces me gustaría que Kumiko viniera con nosotras.
—¿Por qué quieres que yo vaya, Kanade?
—¡Eso sería genial! ¡Ven con nosotras, señorita Kumiko! —ruega Ririka.
—Pero…
Mi novia intenta replicar, mas la suave voz de Yoroizuka la interrumpe.
—Si vienes, estaré feliz. ¿Vendrás?
—Si tú lo dices, Mizore.
Confirmado, ese día será día familiar para mí.
—¿De qué hablan tan alegres por aquí? —interviene Natsuki—. Si van a la piscina, nosotras también iremos. Agrega dos más.
—¿Por qué te deleitas en hacerme pasar mis días libres contigo? —reclama Yuuko.
—¿Entonces no vienes?
—Claro que iré, pero…
—Entonces está bien —interrumpe la vicepresidenta con un tono de soberbia.
—¡No me gusta que tomes decisiones por mí! Además, es algo injusto que solo vaya una persona de segundo. ¿Quieres invitar a tus amigas, Oumae?
De forma repentina, alguien sujeta mi brazo, haciéndome girar hacia el resto del grupo.
—¡Viva! —exclama esa persona, todavía sujetándome—. ¡Entonces Midori dice que nosotras también iremos!
Hablando de tomar decisiones por otras personas. Pero en este caso no me molesta. Ir con ellas significa pasar tiempo con Kumiko, y eso es algo que siempre agradeceré. Natsuki y Yuuko, tomando las riendas de este improvisado plan, acuerdan una hora para que nos encontremos, sin que nadie ponga alguna objeción. Aun así, hay cierta inconformidad en la mirada de Nozomi, sentimiento que intenta ocultar a través de su sonrisa.
Terminadas las labores de limpieza, somos libres de ir a casa o pasar un rato con los demás en otros ambientes fuera de la escuela. Algunos alumnos aprovechan para llevarse sus instrumentos y tener algo de práctica adicional.
—Así que iremos a la piscina pasado mañana… —comenta Kumiko, estirando sus brazos mientras salimos de la escuela.
—Eso me recuerda que necesito un traje de baño nuevo. El que tenía ya no me queda.
—Yo también estoy pensando en comprarme uno.
—¿En serio? —La idea de ver a mi novia en traje de baño activa mis hormonas. Poder ver algo más de la bella piel de Kumiko me emociona más de lo que pensé—. ¿Qué tal si vamos a comprar unos mañana?
—Mañana… —Kumiko medita un instante antes de sonreír—. ¡Perfecto! ¡Vamos!
Mientras caminamos, vemos en un cartel el anuncio del tradicional festival de fuegos artificiales del río Uji, que tendrá lugar mañana en la noche. El año pasado le propuse a Kumiko volver este, pero no hemos hablado de ello.
—Vaya, sí van a hacer el festival. Oí algunos rumores sobre su cancelación luego del incidente en el festival de Fukuoka.
Hace unas semanas hubo una explosión durante un espectáculo pirotécnico en un pequeño pueblo de la prefectura de Fukuoka, dejando varios muertos y heridos. Debido a esto, hay cierto temor entre las autoridades de que algo similar pueda suceder aquí.
—Tengo entendido que los organizadores pidieron un refuerzo en la seguridad, ya que los comerciantes se opusieron a la cancelación —comento.
—Ya veo.
Kumiko guarda silencio observando el cartel. Su rostro mantiene una expresión bastante seria. Supongo que analizará los pros y contras de asistir al evento. Yo misma tengo dudas al respecto, pero el deseo de ir con ella es más fuerte. Tomo la resolución de invitarla, pero ella habla primero.
—Acabo de tener una gran idea.
—¿De qué se trata? —pregunto confundida. Una suave corriente de viento agita nuestras cabelleras mientras Kumiko gira y me observa con una sonrisa.
—Ven a quedarte en mi casa mañana. Podremos ver los fuegos artificiales desde la seguridad de mi cuarto, y será más fácil ir a la piscina el día siguiente.
—¿No habrá problemas con que vaya?
—Para nada. Cuando estaba en secundaria, mis amigos más cercanos venían a pasar la noche conmigo. No creo que mis padres tengan problemas en que ahora invite a mi novia.
—Siendo así, acepto gustosa.
Ambas nos sonreímos y continuamos caminando hacia la estación del metro, ultimando detalles del par de días que pasaremos juntas.
Al llegar a la estación, nos topamos con quizás la última persona con la que pensaba que nos encontraríamos, pese al hecho de que él vive en el mismo barrio que nosotras, en el mismo edificio que mi novia.
—Creí que estarías con Takigawa, Shuuichi —comenta Kumiko al verlo.
—Mamá insistió en que tomara un curso de verano, así que iré a cambiarme y saldré a la escuela intensiva.
—Buena suerte —decimos mi novia y yo a la vez. Es mi oportunidad.
—Feliz helado.
—Sabía que esto iba a pasar —asegura Kumiko en un suspiro. Aun así, sonríe.
El metro llega al andén donde lo esperamos, así que los tres lo abordamos.
—¿Por qué no asistes a una escuela intensiva también, Kumiko? —pregunta Tsukamoto, retomando el tema—. Hay otros miembros de la banda que asisten a la que yo voy, como la vicepresidenta.
—¿Natsuki? El año pasado ella decía que iba a tomar un preuniversitario.
—Ella tenía como objetivo obtener una recomendación, pero parece que cambió a la estrategia de una escuela intensiva.
—¿Quién te dijo eso?
—La misma Nakagawa.
—Yuuko me dijo que ella y Natsuki planean ir a la misma universidad —intervengo—. Me pregunto si ese cambio de estrategia tendrá algo que ver.
—Quién sabe —murmura Tsukamoto—. Por cierto, Kasaki también va a esa escuela.
—¿Nozomi? —preguntamos a la vez mi novia y yo.
—Feliz helado —susurra Kumiko a mi oído con sonrisa victoriosa.
—Chicas, esto es serio —reclama Tsukamoto, aunque esboza una sonrisa—. Ella y yo conversamos sobre nuestras calificaciones. Parece que ella planea tomar el examen en una universidad estándar, creo que la misma a la que irán Nakagawa y Yoshikawa.
Kumiko se tensa al escuchar eso.
—Y ella que decía que iría al mismo conservatorio que Mizore.
—Quizás cambió de opinión respecto a lo que quiere estudiar. Cosas como esa pasan a menudo.
—Pero eso significa…
Significa que Nozomi le está mintiendo a Yoroizuka. Si no me equivoco, eso es lo que Kumiko iba a decir, pero prefirió guardar silencio. Su rostro refleja que no está nada contenta de enterarse de esos detalles.
—Dado que el camino de la vida de cada persona es diferente, cada quien es libre de cambiar sus planes —comenta Tsukamoto.
—Ya lo sé, no necesito que me lo digas —regaña mi novia—. Pero, dejando a Nozomi de lado, ¿no es algo cruel con Mizore?
—¿Por qué te enojas conmigo? Yo solo converso con Kasaki sobre sus planes. No sé lo que ella esté pensando en realidad.
—Entonces no debiste decir esas cosas en primer lugar.
—¡Ya cálmense ustedes dos! —exclamo. Algunos pasajeros del vagón dirigen su mirada hacia nosotros tres—. Discutir esas cosas aquí no servirá de nada. Tsukamoto, tienes razón en cuanto a que cada quien es libre de cambiar de planes, pero Nozomi debería informarle esos cambios a Yoroizuka, quien está muy ilusionada de compartir su vida universitaria con ella. Lastimosamente, nosotros no podemos hacer nada al respecto. Es decisión de ellas si lo hablan o no.
Kumiko baja la mirada, cerrando sus puños con frustración. Entiendo que quiera hacer algo al respecto de la situación entre Nozomi y Yoroizuka, pero eso es algo que se nos sale por completo de nuestras manos.
Continuará…
Chobits3: Bienvenida de vuelta. Me alegra que te parezca interesante.
Gracias por leer
