Sinfonía de un amor no correspondido
I. Oboe en ostinato
En mañanas como esta odio estar tan acostumbrada a despertarme temprano. Apenas pude dormir un par de horas luego de estar demasiado tiempo pensando en cómo convencer a Kohinata para que busque ayuda profesional. Estoy segura de que su odio a destacar y su nula autoestima tienen una razón más profunda que fallar un solo en una competencia y que eso solo fue el detonante para que su problema se manifestara. Una parte de mí piensa que lo mejor sería pedirles a Kumiko o a Kabe que hablen con ella al respecto, pero mi orgullo insiste en que debo ser yo.
Aún no es hora de desayunar. A mi lado, Kumiko todavía duerme plácidamente. Fastidiada por no poder volver a conciliar el sueño, opto por levantarme con cuidado de no despertar a mi novia y salir a caminar un poco. Respirar el aire de una zona rural me hará bien, o al menos eso creo.
—Buenos días. Como siempre, Kousaka madrugando —saluda Yuuko al encontrarnos por los pasillos que dirigen a la salida hacia el exterior.
—Buenos días, presidenta. —Doy un largo bostezo—. A veces creo que tener la habilidad de despertarme temprano es una maldición.
—No habrás hecho cosas indebidas con Oumae, ¿o sí? —pregunta moviendo sus pobladas cejas de forma sugestiva.
—¿Por quién nos tomas, presidenta? —reclamo fingiendo indignación. Al parecer mi actuación es convincente, ya que Yuuko alcanza a asustarse.
—Cálmate, Kousaka, era una broma. Y dado el humor con el que amaneciste, definitivamente no es el caso.
Niego con la cabeza a la vez que una risilla escapa de mis labios. Al cruzar junto al comedor, notamos que hay alguien sentado a una de las mesas. Yuuko entra y saluda a dicha persona, quien voltea a vernos y me indica que también entre. Con una venia agradezco la amabilidad de esa persona, Yoroizuka, camino y me siento junto a ella y a Yuuko.
—¿Estás raspando una lengüeta? —pregunta la presidenta.
—Sí. Para Ririka.
Es habitual que los músicos que tocan instrumentos de doble lengüeta, como el oboe, se tomen el tiempo de hacer las suyas de forma artesanal, dejando las prefabricadas para los más inexpertos o para casos de extrema necesidad.
Decido aprovechar la oportunidad para hacer algunos comentarios que tengo en mente acerca de la interpretación del solo de Liz por parte de Yoroizuka. Sé que lo mejor es abordar el tema de a poco, así que procedo con cautela.
—Así que decidiste estudiar música. ¿verdad, señorita Yoroizuka? —pregunto.
—Sí.
—¿Cómo van tus lecciones?
—La profesora Niiyama me presentó a un profesor de oboe particular. Además, ella también me da lecciones.
—¿La profesora Niiyama? —pregunta Yuuko con asombro.
—Sí —responde la oboísta mientras envuelve la lengüeta con un hilo rojo—. Yuuko, ¿te hace feliz que estudie música?
—Por supuesto, estoy muy contenta. —El tono con el que responde la presidenta es bastante cercano al de una madre orgullosa, lo que me saca una sonrisa—. Sé que podrás hacerlo.
—Menos mal.
—¿Entonces tus lecciones no son tan intensas? —pregunto, retomando el tema.
—Nada diferente a lo usual. —Con delicadeza, Yoroizuka corta el hilo y lo ata en la base de la lengüeta—. ¿Tú también planeas estudiar en un conservatorio, señorita Kousaka?
—Esa es mi intención —respondo con orgullo—, aunque aún no decido si estudiar aquí en Japón o en el extranjero.
—Entonces, ¿por qué no vienes conmigo al próximo campus abierto? Dijeron que cualquiera podría asistir, así que también podrías llevar a la señorita Oumae.
Mentiría si dijera que no me interesa esa invitación. Tener una buena cantidad de opciones aumenta mis posibilidades de lograr entrar a algún conservatorio. Espero poder convencer a Kumiko para que nos acompañe. Quizás ver algunas opciones le ayude a encontrar aquello a lo que quiera dedicarse en el futuro.
—Vaya, es una sorpresa que invites a otras personas a ese tipo de eventos —asegura Yuuko con una sonrisa—. Por cierto, tengo entendido que el conservatorio al que entrarás es el mismo en el que estudió el profesor Taki.
—¿En serio? —pregunta Yoroizuka, ladeando su rostro en señal de confusión—. No lo sabía.
—Creí que la profesora Niiyama te lo había dicho.
Yoroizuka niega con la cabeza.
—No es algo que me interese saber. Mientras Nozomi vaya ahí, estaré bien.
Ya se había tardado en aparecer ese nombre en la conversación. La expresión de Yuuko se enseria tan solo con escucharlo. A mi mente llega lo que alcancé a escuchar de la conversación que la flautista tuvo con mi novia hace un par de días y lo indecisa que estaba respecto a estudiar música.
—Por cierto, ¿la señorita Nozomi está tomando lecciones con alguien? —pregunto aun suponiendo que la respuesta sea un no.
—No le he preguntado —responde Yoroizuka sin mostrar emoción alguna.
—¿Cómo fue que la profesora Niiyama te presentó a un mentor? ¿Hablaste con ella sobre querer ir a un conservatorio?
Yuuko me mira con el ceño fruncido mientras hago esas preguntas, a las que Yoroizuka responde negando con la cabeza.
—Cuando entregué el cuestionario sobre mi plan de carrera, estaba en blanco —relata la oboísta—. No escribí nada más que mi nombre. Entonces la profesora Niiyama vino a nuestra escuela específicamente para hablar conmigo. Dijo que tengo talento y me presentó a un instructor de oboe.
—¡Eso es increíble! Realmente fue más allá de lo que piensas —exclama Yuuko, suavizando su rostro y con un tono de voz alegre. Parece que ella apoya la decisión de su amiga de estudiar música, mas no lo que la motiva a ello.
Yoroizuka baja la mirada y noto que se ruboriza.
—La profesora dijo que sería un desperdicio no aprovechar mi talento. Ririka se emocionó cuando se lo conté.
Yuuko sonríe con amabilidad al escuchar el nombre de la oboísta más joven. Parece que, poco a poco, Yoroizuka se está abriendo a otras personas aparte de Nozomi. Aun así, saber que su decisión depende de la de la flautista es preocupante.
—Por lo que cuentas, no pareces tener otra opción para tu futuro. ¿Qué pasaría si no eres aceptada en ese conservatorio? —cuestiono. Sabiendo lo exigentes que son, incluso alguien con el enorme talento que tiene Yoroizuka podría no ser admitido.
—Estoy segura de que seré admitida —responde Yoroizuka sin inmutarse, lo que me hace sonreír.
—Eres sorprendentemente segura de ti misma. Sin embargo, me preocupa que restrinjas tus decisiones a lo que la señorita Nozomi haga o deje de hacer. ¿Has pensado en lo que harías si ella, bien sea porque al final decida ir a otra universidad o porque no sea aceptada, no vaya al mismo conservatorio que tú?
Los ojos de la oboísta se abren a su máxima expresión y su respiración parece acelerarse.
—Nunca… Nunca he pensado en eso. —Su voz, normalmente suave y calmada, ahora tiembla. Parece que la idea de no estar al lado de Nozomi le aterra—. Yuuko, ¿qué haré si Nozomi no es aceptada?
—Mizore…
La mirada que Yuuko le dirige a Yoroizuka transmite tantas cosas que es difícil de describir. Preocupación es, sin duda, el sentimiento imperante en los orbes verdes azulados de la presidenta.
—Señorita Yoroizuka, he venido sintiendo algo preocupante sobre tu interpretación en las últimas semanas. ¿Acaso eres incompatible con la señorita Nozomi?
Yuuko me da una mirada de desaprobación tras lo que acabo de decir, algo que decido ignorar.
—¿De… de qué hablas? —pregunta Yoroizuka con los nervios a flor de piel.
—Tu dueto con ella no encaja en absoluto, ¿verdad? ¿No es esa la causa por la que ustedes dos parecen estar alejándose?
La oboísta baja la mirada.
—Kousaka —interviene Yuuko—, hay cosas que no debes decirle a los demás.
—Si no las digo, no tendremos posibilidad de ganar en las nacionales —declaro con fuerza en mi voz—. Siempre me he preocupado por decir la verdad. Y en verdad me cuestiono sin la forma en que tocamos ahora es lo suficientemente buena si quiera para pasar de Kansai. Y tú eres quien más me preocupa, señorita Yoroizuka.
—Y… ¿Yo?
—Para serte sincera, siento que el sonido que haces está encerrado, como si te estuvieras frenando a propósito.
—Eso no es verdad —replica la oboísta, aún sin mirarme.
—¿En serio? Porque yo pienso que no confías en la señorita Nozomi. No crees que ella pueda seguirte el ritmo y por eso no rindes al máximo.
—¡Kousaka! —regaña Yuuko.
Yoroizuka sujeta con fuerza el carrete del hilo con el que envolvía la lengüeta minutos atrás. Si bien mantiene baja su mirada, creo ver un par de lágrimas asomándose al borde de sus párpados. Creo que fui demasiado dura con ella.
—Perdón. No quería incordiarte de ninguna manera. Es solo que quiero escucharte dando lo mejor de ti. Quiero que todos toquemos dando nuestro cien por ciento. Siempre he querido eso. Siempre.
Un silencio tenso se hace entre nosotras. Me siento mal por provocarle un malestar a Yoroizuka, pero realmente sentí que debía decirle eso. Es lo que pienso, la sensación que me da escucharla a comparación con lo que sentía el año pasado. Yuuko nos mira a ambas con una expresión dura. Tras varios minutos, la oboísta rompe el silencio.
—No sé si pueda confiar en Nozomi. Después de todo, no sé cuándo ella vuelva a dejarme sola.
—Mizore…
Hace dos años hubo una renuncia masiva de estudiantes debido a la intransigencia de los de tercero de la época. Nozomi fue una de las que renunció y lo hizo sin decirle nada a Yoroizuka. Si bien ambas lograron reconciliarse, tal parece que ese hecho aún está fresco en la mente de nuestra oboísta estrella.
—No quiero convertirme en Liz —continúa Yoroizuka—. No quiero liberar al ave azul. Es imposible que la deje ir, más aún que sea yo quien le pida irse. Si yo fuera Liz, encerraría al ave por siempre dentro de mí. Es por eso que no puedo tocar ese solo apropiadamente. No es porque no confíe en Nozomi, sino porque no quiero dejarla ir.
Y de nuevo nos vemos envueltas en un silencio incómodo. Me es difícil leer los sentimientos de Yoroizuka. No sé si está enojada, frustrada, triste, decepcionada… El sentimiento de culpa invade mi corazón. Quería animarla para que diera todo de sí, pero el resultado fue el opuesto.
—Chicas, ¿por qué no intentamos el "abrazo del te quiero" —interviene Yuuko.
—¿Qué es eso? —pregunto. Mi tono de voz libera algo de la frustración que siento, lo que parece intimidar a la presidenta.
—E… es un juego que practicábamos cuando estudiábamos en Minami y que he notado que se ha popularizado entre los de primero aquí en Kitauji. Consiste en que dos personas se abracen mientras cada una dice lo que le agrada de la otra.
De forma inesperada, Mizore se pone de pie y recoge las herramientas con las que trabajaba en su lengüeta.
—Detesto ese juego —dice con la voz más fría que le haya escuchado mientras abandona el comedor.
Yuuko y yo miramos hacia la puerta estupefactas por su inusual reacción. Tras un rato en silencio, la presidenta libera un suspiro bastante prolongado.
—Lo arruiné —murmura.
—Fui yo quien lo arruinó todo —afirmo—. Realmente apesto a la hora de animar a las personas.
—¿Estabas tratando de animarla? —El tono burlón con el que la presidenta hace esa pregunta me hace sonrojar. Asiento en respuesta y ella se hecha a reír—. Tienes razón, apestas animando a los demás. Aunque no puedo culparte del todo. Nozomi es un tema complicado para Mizore.
—¿Por qué?
—Verás, Mizore quiere demasiado a Nozomi, incluso podría decirse que está enamorada de ella. Pero Nozomi solo la ve como una amiga más.
—¿Insinúas que la relación entre ellas es un amor no correspondido? —Yuuko asiente, lo que hace que mi gesto se endurezca—. Eso solo complica las cosas entre ellas dos.
—¿Por qué lo dices, Kousaka?
—Porque he notado que Nozomi está celosa del talento de Yoroizuka. Probablemente esos celos fueron los que la llevaron a decir que quería estudiar música sin realmente quererlo.
Yuuko me mira boquiabierta. Quizás ella estaba tan centrada en Yoroizuka que no se percató de los sentimientos de la flautista. Desde afuera, Yuuko, Natsuki, Nozomi y Mizore se ven como un grupo bastante unido, pero parece que hay serios distanciamientos entre algunas de ellas.
Un prolongado ensayo en conjunto está teniendo lugar esta mañana. Cuatro horas completamente enfocadas en las dos piezas de las competencias, las primeras dos centradas en Sky, las otras en Liz. No sé si haberse desahogado con Kumiko y conmigo anoche fue la causa, pero Kohinata está teniendo un mejor desempeño que ayer, lo que hace que el sonido de las trompetas sea más equilibrado. Junichi, Yoshisawa, Yuuko y yo hemos aprovechado los pequeños descansos que tenemos para felicitarla por su progreso. Espero que eso sea de ayuda.
Contrario al progreso que nuestra joven trompetista está teniendo, Yoroizuka continúa obstinada en no dejar salir todo su potencial. Incluso podría decir que se está restringiendo aún más. El profesor Hashimoto mantiene una actitud pensativa mientras la escucha durante el dueto con la flauta y su solo. Haciendo una señal al profesor Taki, pide que nos detengamos.
—Esto se siente como un déjà vu —comenta manteniendo la actitud pensativa—. ¿No pasó lo mismo el año pasado? —Algunos murmullos se oyen en el salón, bien sea de los mayores que recuerdan lo que sucedió el año pasado, o bien los de primero preguntando por ello—. ¿Así que de nuevo eres solista este año, chica oboe? —Yoroizuka asiente en silencio—. Como te dije el año pasado, tu desempeño en sí mismo no es malo. De hecho, se requiere ser bastante bueno para poder tocar esta pieza. Y que una estudiante de preparatoria pueda tocarla es increíble, en serio, lo es. Pero no quiero solo decir que "es bueno para una estudiante de preparatoria". ¿Puedes darnos más? Estoy seguro de que puedes.
Yoroizuka baja la mirada, notablemente apenada. El profesor Hashimoto dirige la suya hacia la profesora Niiyama, quien sonríe de una forma particular, que indica sin palabras que está de acuerdo con lo dicho por su colega.
—Esta pieza se basa en un cuento de hadas, ¿verdad? —retoma el profesor Hashimoto, regresando su mirada hacia Yoroizuka—. Entonces debería ser más fácil para ti imaginar lo que quieres expresar cuando tocas. ¿En qué piensas cuando tocas este solo? ¿Qué quieres expresar al tocarlo?
Mizore levanta la mirada con lentitud antes de dar una respuesta.
—Los sentimientos de Liz.
—Correcto. La maestra Uda dijo que compuso esta pieza centrándose en el tercer movimiento. Tu desempeño se basa en cómo interpretas la historia. No creo que puedas tocarlo sin pensar en tus sentimientos hacia Liz.
—Cierto —concede la oboísta tras un largo silencio. El profesor Hashimoto dirige su mirada hacia la sección de flautas.
—La flauta tocó magníficamente. En serio me gustan ese tipo de interpretaciones animadas. Pero en un momento se sintió demasiado emocional. El instrumento principal aquí es el oboe, así que tienes que escuchar e igualar lo que la chica del oboe está tocando.
—Sí, señor —responde Nozomi con energía en su voz.
El profesor Hashimoto alterna su mirada entre las dos solistas con los brazos cruzados.
—Creo que estaría bien si ustedes pudieran unirse. —Yuuko, a mi lado, chasquea la lengua al escuchar aquellas palabras—. ¿Quieren intentar una carrera a tres pies? ¡Nunca se sabe, podría funcionar! —Varias risas se escucharon en el salón ante las palabras de aquel hombre, que giró a mirar al profesor Taki—. Cielos, se siente como si no pudiera hablar correctamente.
—¿Eso no fue diferente a como hablas normalmente?
—No, no, mírame. Soy un hombre excelente. He dicho todo lo que pensaba. ¿Algo más que añadir, Taki?
—No. No tengo nada más que añadir a lo que dijiste, profesor Hashimoto. ¿Qué hay de ti, profesora Niiyama?
—Yo sí —anuncia la profesora, caminando hacia el frente con los brazos cruzados y mirando tanto a Yoroizuka como a Nozomi—. Aún con las preocupaciones del profesor Hashimoto, creo que ustedes dos se las arreglarán para tocar esta pieza. Sus interpretaciones han sido tan buenas que no podía creer que fueran estudiantes de preparatoria. Aunque… —La mujer hace una pausa, quizás organizando sus ideas—. ¿No les dijo el profesor Hashimoto el año pasado que la música es algo divertido? Por supuesto, eso no se limita solo a piezas con intención jovial. Por lo tanto, me preocupa que ustedes dos estén tan rígidas.
—¿Rígidas? —cuestiona Nozomi. La profesora le sonríe en respuesta.
—Ya que estamos en el tan ansiado campamento de entrenamiento, quizás deberían tomarse un tiempo para considerar sus enfoques hacia esta pieza. Especialmente tú, señorita Yoroizuka. Por lo general enfocas tus puntos fuertes en tocar con calma, pero tal vez sea mejor que la toques con algo más de emoción. Después de todo, Liz es una chica como tú. ¿Podría ella mantener la calma durante esta escena?
—Entiendo. Lo consideraré —responde Yoroizuka algo dubitativa.
A mi mente llega la conversación que tuvimos temprano. Yoroizuka está en desacuerdo con la decisión de Liz de liberar al ave azul. Es difícil ponerse en el lugar de alguien cuya opinión sea contraria a la tuya. Si ella lograra al menos entender lo que realmente sintió la protagonista del cuento al momento de dejar ir a su amada ave, quizás su interpretación mejore.
—Bien, ya con todo dicho sobre los solos del tercer movimiento, vamos a trabajar en el cuarto movimiento —propone el profesor Taki.
Todos accedemos, pasando las hojas de las partituras hasta el punto señalado. De repente, Yuuko estornuda. Todos los que estamos a su alrededor giramos a verla.
—¿Estás bien, presidenta? —pregunta Yoshisawa.
—Sí. Alguien ha de estar hablando de mí.
Pese a la sonrisa que pone, su expresión no se ve tan enérgica como se veía cuando nos encontramos más temprano. Quizás solo sea fatiga por los ensayos, algo que ya es preocupante tratándose de alguien tan entregado a su labor como lo es Yuuko.
Continuará…
yami-anna: podría decirse que este es mi desahogo por el hecho de que adaptaran el segundo año de Hibike como películas y no como tercera temporada. Amo Liz, pero Chikai la sentí demasiado apresurada y sin dar mucho tiempo a que todo lo que quisieron meter se desarrollara de forma adecuada
Gracias por leer
