Sinfonía de un amor no correspondido
II. Trompetas colapsadas
Tras una agitada mañana de ensayos, las diferentes secciones de la banda aprovechamos la hora del almuerzo para relajarnos un poco. Las conversaciones triviales imperan entre nosotros, creando una más que necesaria distención en el ambiente. En la mesa de la sección de trompetas las cosas no son muy diferentes: Kohinata consume sus alimentos en silencio; Asakura y Yoshisawa parecen disputarse la atención del mayor de los Takino, quien se refugia en su hermana para no prestarles atención; Takami se desvive en elogios hacia la presidenta, quien está inusualmente callada.
—¿Segura que estás bien, presidenta? —pregunto con auténtica preocupación. Ella solo asiente.
—Aún no me acostumbro de ver a Kousaka preocupada por los demás —comenta Kabe, acercándose con su plato a nuestra mesa y sentándose frente a mí—. En verdad Kumiko ha influido bastante en ti y te ha hecho más abierta a los demás.
—Eso no puedo negarlo —admito con una sonrisa.
—¿Es verdad eso? Me cuesta creerlo —interviene Asakura.
—Completamente verdadero —responde Yuuko—. Kousaka era solitaria y engreída como ella sola, siempre con ese aire de superioridad que hacía difícil tratarla. Pero desde que comenzó a juntarse con Oumae, poco a poco esas actitudes han ido disminuyendo.
Kohinata asiente mientras que los demás de primero me miran asombrados. No puedo contradecir a la presidenta, así que me limito a asentir.
—Disculpen, ¿puedo decir algo? —pregunta Kohinata, sorprendiéndonos.
—Claro, adelante —autoriza la presidenta. Kohinata respira profundo antes de continuar.
—Quiero agradecerles a todos por su amabilidad conmigo. No saben cuántas veces he pensado en que no merezco estar aquí ni este trato que me dan. De verdad, muchas gracias por todo.
Si bien la mayoría de nosotros le sonríe, esas palabras me dan un mal presentimiento. No puedo ni quiero creer que ya esté en ese nivel.
—Yume —hablo. Ella me mira sorprendida por haberla llamado por su primer nombre—. Gracias a ti por seguir con nosotros a pesar de todo. Espero que sigas con nosotros hasta el final.
Ella asiente apartando la mirada. Yuuko nos observa a ambas en silencio. Me pregunto en qué pensará.
Finalizada la hora del almuerzo, el día de hoy tenemos ensayos individuales hasta cerca de las cinco de la tarde. Todos nos dispersamos por el campo que rodea a la posada para tener un espacio en que nuestros sonidos no molesten a los demás. Pese al nombre, no está prohibido que haya parejas o grupos pequeños ensayando juntos. De esta forma, los más experimentados asesoran a los demás ante cualquier duda. Y al igual que ayer, los profesores merodean de aquí allá resolviendo cualquier duda y dando consejos. Dada esta situación tan "poco estricta", grupos de amigos que no pertenecen a una misma sección se reúnen para ensayar juntos, como Kumiko y yo.
—Me parece algo curioso que las notas altas se te faciliten tanto en la trompeta, pero en la voz se te dificulten un poco —comenta ella una vez que terminamos de dar un repaso por Sky, en donde ambas tarareamos la melodía en las partes en que nuestros instrumentos no intervienen.
—¿Por qué crees que me uní a la banda sinfónica y no al coro? —pregunto de forma retórica. Kumiko sonríe.
—Porque sabes que es difícil destacar en el canto a menos que seas una virtuosa soprano.
Ambas reímos ante sus palabras. De reojo veo en la distancia a Natsuki, Yuuko y Nozomi, al parecer conversando sobre algo. Una idea cruza mi mente al recordar lo que le dije a Mizore esta mañana.
—Kumiko, ¿quieres hacer una locura?
—¿En qué estás pensando, majestad? —Hay una sonrisa traviesa en el rostro de mi novia, lo que me indica que accederá.
—Toquemos el solo de oboe del tercer movimiento de Liz, por diversión.
Kumiko medita un momento poniendo una expresión seria en su rostro.
—Esta vez soy yo quien tiene que pedir que le permitan rearreglarlo. No me sé las partes de flauta.
—No importa, será la versión KumiRei de Liz and the blue bird —declaro con una sonrisa.
—¿KumiRei?
—Es la combinación de nuestros nombres. ¿Te gusta?
Kumiko permanece pensativa un par de segundos. Y luego sonríe.
—Me encanta. ¡Hagámoslo!
Sonrío llevando mi trompeta a la boca. Con solo mirarnos a los ojos sincronizamos nuestras respiraciones para dar la primera nota. En un principio tocamos la melodía juntas en un intervalo de octava. Luego ella comienza a tocar una contramelodía sencilla que armoniza a la perfección con la melodía principal. Noto que las mayores nos observan y parece que comentan nuestro atrevimiento.
—Eso fue divertido —comenta Kumiko risueña. Yo asiento con una sonrisa.
—Definitivamente. Me encanta que podamos improvisar de una forma tan coordinada. Nosotras sí somos compatibles.
Kumiko ríe abiertamente.
—Entiendo a qué te refieres, majestad, pero no creo que sea adecuado decirlo así.
—Demasiado tarde para ello. Se lo dije a la misma Yoroizuka esta mañana.
—¿En serio?
Asiento y procedo a relatarle la conversación que tuve con Yuuko y la oboísta hace unas horas. Kumiko escucha con atención, reprendiéndome de vez en cuando por ser tan directa. De repente, los pesados pasos de Yuuko acercándose hacia nosotras nos hace guardar silencio. Se ve furiosa.
—Ustedes dos, vengan conmigo —ordena.
Asentimos y la seguimos sin decir nada. Espero que mi atrevimiento no nos haya causado problemas, y de ser así, me haré responsable de todo con tal de que Kumiko no reciba un castigo muy fuerte. La presidenta nos conduce hasta el área de descanso, cerrando la puerta tras dejarnos pasar.
—Otra vez ese maldito problema entre ellas dos —murmura—. Entiendo que Mizore sea reservada y le cueste expresarse con los demás, ¿pero Nozomi? ¿Qué le cuesta decirle que siempre no estudiará música?
—¿Pasa algo? —pregunta Kumiko con cautela.
—¡Nozomi y su estúpido secretismo hacia Mizore! ¡Eso pasa! Y lo peor es que Natsuki está de su parte, como siempre.
—A ver si entendí —intervengo—. Nozomi decidió no estudiar música sino alguna otra carrera y no planea decirle nada a Yoroizuka, ¿cierto?
—Exacto.
—¿Y nosotras qué tenemos que ver?
—Nada —admite la presidenta haciendo un puchero—. Solo necesitaba desahogarme con alguien y ustedes dos eran las que más cerca estaban.
Kumiko y yo nos sonreímos de forma irónica al escuchar esas palabras.
—¿Cómo es eso que Natsuki está de su parte? ¿Si quiera hay partes en esto? —pregunta mi novia.
—Natsuki dice que está bien que Nozomi no diga nada en este caso. Entiendo que por más cercanas que sean dos personas es normal que se guarden secretos, pero no cuando el futuro de una de ellas está en juego por la decisión de la otra. Pasó lo mismo hace dos años cuando Nozomi renunció y mira todos los problemas que causó.
—Entiendo tu punto, pero ¿qué tal que Mizore decida no seguir con la música al enterarse de que Nozomi no lo hará?
La pregunta de Kumiko deja a la presidenta sin palabras. Esta mañana, cuando le planteé esa posibilidad a Yoroizuka, se veía preocupada, desprotegida podría decir. Creo que entiendo la razón de guardar silencio ahora por parte de la flautista, pero eso se sabrá tarde o temprano, y será muy doloroso para la oboísta si sucede tarde.
—Estoy segura de que Nozomi puede convencerla de que continúe en la música aun cuando ella no lo hará —afirma Yuuko tras un largo silencio—. Las cosas serían más fáciles si ellas dos fueran abiertas la una con la otra.
Tras los ensayos individuales hubo una sesión general intensa en la que, al igual que el año pasado, tocamos las dos piezas en conjunto diez veces. No es difícil de adivinar lo exhaustos que quedamos al finalizar aquello. Los profesores hicieron recomendaciones varias sobre nuestro desempeño, haciendo especial hincapié en el dueto de flauta y oboe, que continuaba sin ser del todo satisfactorio. Pude notar que la energía de Yuuko estaba bastante más baja de lo normal y su respiración era agitada, pero supuse que era normal dado lo intenso del ensayo.
—Haremos nuestra competencia de romper sandías a las nueve de la noche, así que aprovechen para asearse hasta entonces —indica Yuuko mientras nos terminamos de acomodar en las mesas para la cena—. Dado que solo pueden estar diez personas como máximo en las duchas y que el baño de chicas estará congestionado, les recomendamos ser pacientes y entretenerse con algún juego de mesa mientras esperan su turno.
Si bien ya ha pasado un rato desde el final del ensayo, la respiración de la presidenta sigue agitada, lo que me tiene algo inquieta. En contraste, Kohinata y Kabe conversan amenamente sobre temas triviales. Me encantaría ver esta faceta de Yume más seguido y con más personas además de nuestra manager.
—¿Estás bien, presidenta? —pregunta Junichi cuando Yuuko se sienta en la mesa junto a nosotros.
—Es la tercera vez que me preguntan eso. ¿Tan mal me veo?
—Bueno, no te ves tan enérgica como de costumbre. Pareces cansada —intervengo.
—Los ensayos han sido agotadores, pero estoy bien, no se preocupen.
Pese a la sonrisa con la que respalda sus palabras, no puedo evitar preocuparme por ella. Natsuki se acerca a nuestra mesa con una sonrisa divertida.
—¿Lista para nuestra competencia anual, Yuuko?
—Más que lista. Voy a vencerte este año.
La sonrisa de la vicepresidenta flaquea un poco. Ellas dos tienen una competencia de abdominales cada año. El año pasado estuvo bastante reñida, ganando Natsuki por un abdominal extra que logró hacer. Algo me dice que este año no será tan reñido.
—¿Sabes? Hacer cien abdominales es aburrido. ¿Qué tal si hacemos una ronda corta de diez? —propone Natsuki. Al parecer también se dio cuenta de que Yuuko no está en condiciones para algo tan largo.
—¿Acaso estás asustada, Natsuki? —reta la presidenta—. Si no tienes la resistencia, perderás desde el principio. No hay forma en que yo pierda si solo hacemos una ronda de diez abdominales.
—¿No se supone que sea yo quien diga eso?
—Tonterías. Ya verás como te derrotaré.
Pese a la seguridad en sus palabras, hay señales que indican que Yuuko no logrará la hazaña que pretende. Su respiración continúa agitada, sus ojos han perdido brillo y no ha probado bocado de su cena.
No sé en qué punto me vi involucrada en todo este asunto entre Natsuki y Yuuko, pero ahora estoy viendo cómo la vicepresidenta derrota sin inmutarse a una debilitada presidenta, quien apenas lleva su cuarto abdominal mientras que su rival ya ha terminado. Natsuki, lejos de mostrarse alegre por su victoria, se ve preocupada.
—Yuuko…
—No te burles de mí, Natsuki —reclama la presidenta—. Más te vale prepararte para la revancha.
La vicepresidenta abre su boca para responderle, pero antes de que pueda pronunciar alguna palabra, Ririka llega corriendo hasta donde nos encontramos.
—Presidenta, encontramos a Kohinata desmayada en el baño.
—¡¿Qué?! —Exclamamos las tres a la vez.
—¿Dónde está ahora? —pregunta la presidenta, tratando de ponerse de pie.
—Sigue ahí. Consideramos imprudente intentar moverla sin que recuperara el conocimiento. Estamos buscando a los profesores y a la señorita Kabe para que ellos se encarguen.
—Iré de inmediato.
Yuuko da un paso, pero Natsuki la detiene sujetándola de la muñeca.
—Al único lugar que irás será a nuestra habitación. Estás enferma y no querrás ser otra desmayada como Kohinata.
—Pero…
—Sin peros. Kousaka, acompaña a Kenzaki a buscar a los profesores.
Y sin decir más ni dejar que Yuuko proteste, Natsuki se la lleva halándola del brazo. El tono de voz con el que nos habló hace que aumente mi preocupación por la presidenta, pero no puedo hacer mucho al respecto. Sigo a Ririka hasta los baños, donde puedo ver que la profesora Matsumoto ya le está dando los primeros auxilios a Yume, quien ya recuperó el conocimiento, lo que me hace respirar tranquila.
—¿Qué te pasó, señorita Kohinata? —pregunta la profesora.
—No lo sé —responde la menor con un hilo de voz—. Recuerdo que estaba preparándome para ducharme y me empecé a sentir ansiosa. Quise vencer esa ansiedad actuando con normalidad, pero parece que no funcionó.
Otra señal de alerta. Sea lo que sea que afecte su mente también lo está haciendo a nivel físico. Tomo mi teléfono y salgo del sitio para hacer una llamada.
—¿Pasa algo, hija? —pregunta mi madre al contestar.
—No directamente a mí, pero sí. ¿Cómo puedo decirle a alguien que debe ir con un profesional en salud mental?
—¿Por qué preguntas eso? ¿Kumiko está bien?
—Sí, ella está bien. Lo pregunto por una chica de primero cuya autoestima está por los suelos y acaba de sufrir un ataque de ansiedad que la dejó inconsciente por unos minutos.
—Dios, esa chica necesita revisión pronta. El problema es saber decirle que necesita ver a un especialista sin que crea que piensas que está loca. Sé que esto es especialmente difícil para ti, pero procura decirlo con tacto, explicando la importancia de la salud mental.
Suspiro. Tiene razón en que será difícil, pero debo hallar la forma de decirle a Kohinata que necesita ayuda profesional.
Continuará…
yami-anna: Ese es el punto, Chikai fue apresurada. No sé qué que pensaba Ishihara (el director) en insistir en hacer una película. Dudo que vayan a hacer lo mismo que hicieron los de Kimetsu no Yaiba de rehacer todo como una serie, pero bueh… Gracias por seguir aquí.
Gracias por leer
