Sinfonía de un amor no correspondido

III. ¡Vuela alto, oboe!

Cada vez tengo más sospechas de que la raíz de los problemas de autoestima de Yume Kohinata está en su núcleo familiar. Luego de su colapso por aquel ataque de ansiedad, la profesora Matsumoto insistió en llamar a sus padres para que vinieran a recogerla, algo a lo que ella se rehusó rotundamente. La profesora terminó cediendo, con la condición de que la joven trompetista pasara la noche en la habitación que compartía con la profesora Niiyama. Que esa negativa a la idea de ser recogida por sus padres se presentase por segunda vez es un posible indicador de que las cosas no andan bien en la familia Kohinata. Por desgracia, pensar en ello es lo único que puedo hacer. No puedo tomar cartas en un asunto que no me incumbe, y menos cuando solo hay sospechas.

—Esta situación está completamente fuera de nuestras manos —murmuro a solas de camino a la habitación.

Veo en la distancia que el evento de romper sandías ya terminó. Natsuki y Nozomi dan indicaciones a los demás integrantes de la banda. Al parecer la vicepresidenta logró que Yuuko descansara. Un problema menos, supongo.

Al llegar a la habitación, veo que Kumiko ya se encuentra ahí, profundamente dormida. Cerca de ella, otras chicas con las que compartimos habitación conversan en voz baja para no despertarla, comentando sobre lo divertido que les pareció el evento de romper sandías este año y otros temas sin importancia. Ellas ondean su mano a modo de saludo al notar mi presencia, gesto que correspondo con una tímida sonrisa mientras me dirijo a mi futón, al lado del de mi novia, para intentar conciliar el sueño.


Ni siquiera son las cinco y media y ya estoy despierta. A veces siento que mi cuerpo prefiere estar activo la mayor cantidad de tiempo posible. Pero eso no es lo extraño en esta mañana, sino el hecho de que Kumiko no esté en su futón. Alcanzo a pensar en la posibilidad de que solo se haya levantado para ir al baño cuando, en medio del gorjeo de las aves, comienza a sonar en la distancia un bombardino. Si bien está lo bastante alejada como para interrumpir el sueño de los demás, logro reconocer esa melodía. Kumiko la ha tocado una que otra vez en momentos de descanso o a modo de calentamiento. Según ella me contó, fue Asuka quien le dio las partituras de aquella pieza, llamada ¡Resuena, bombardino!, el día en que se graduó, siendo algo así como su legado.

Hipnotizada por aquel sonido, me levanto y salgo de la habitación en dirección a su origen. Si bien el sonido se detiene cuando salgo del edificio donde se encuentran las habitaciones, confío en que mi oído no me haya engañado en cuanto su procedencia, así que continúo caminando hasta llegar a una fuente cerca de la entrada principal del lugar donde nos hospedamos. En una de las bancas aledañas a la fuente se halla Kumiko y a su lado Yoroizuka. Ninguna de las dos parece notar mi presencia, así que tomo asiento en otra de las bancas. Sus palabras, incluso al usual bajo volumen de la oboísta, llegan a mis oídos. Esta vez es Kumiko quien plantea la posibilidad de que ella y Nozomi no estudien juntas tras graduarse de Kitauji.

—Lo que sea que Nozomi decida es mi decisión —insiste Yoroizuka.

—Entonces, si ella decide no ir a un conservatorio, ¿abandonarás completamente tus planes? ¿Aun cuando la profesora Niiyama te ha apoyado con clases de teoría musical y piano para tu examen de admisión, y te ha dado lecciones individuales? ¿Incluso cuando Yuuko ha dicho que estaría orgullosa de que seas aceptada? ¿Incluso así dejarás todo de lado si Nozomi cambia su camino?

El tono de Kumiko mezcla preocupación con algo de irritación. Yoroizuka tiene su mirada fija al frente, con esa característica inexpresividad suya.

—Eso es extraño.

—Tú no crees que sea extraño en absoluto, ¿o sí, Mizore? —Ante aquella afirmación de mi novia, Yoroizuka gira a verla. Si dada su expresión neutra ya me era difícil intentar adivinar lo que piensa, ahora que no puedo ver su rostro es imposible—. ¿Recuerdas cuando Nozomi fue al campus abierto de otra universidad? Tú misma dijiste que ella tiene muchas opciones.

—Lo recuerdo.

—Pero tú no tienes otras opciones aparte del conservatorio. Y lo escogiste solo porque Nozomi dijo que quería ir ahí. ¿No crees que es contradictorio?

—¿Contradictorio? —Yoroizuka ladea la cabeza, gesto que suele hacer cuando está confundida.

—Si realmente fueses a ir a una universidad porque Nozomi iría ahí, ¿no deberías de tener muchas opciones de dónde escoger? Pero tú sigues diciendo que quieres ir al conservatorio. ¿Realmente puedes decir que tu razón de ir ahí es que Nozomi lo eligió?

Ese es un punto en el que no había caído. Yoroizuka ha puesto todo su empeño para poder ingresar al conservatorio en el que la profesora Niiyama trabaja. Y si bien ella aún no sabe que Nozomi decidió no ir allá, sí sabe que ella ha estado viendo otras opciones, a diferencia de nuestra oboísta estrella. A este punto del año se considera que es tarde para comenzar a revisar opciones universitarias, y esa consideración se acentúa con el pasar de los meses, al realizarse exámenes de prueba y cosas por ese estilo. Eso me hace cuestionar si ella tiene su futuro tan a la deriva como lo hemos supuesto hasta ahora.

—No lo sé —dice Yoroizuka tras un rato en silencio.

—Pues piénsalo, y entenderás todo.

—¿En serio?

—¡T-tal vez!

Y ahí está de nuevo esa Kumiko que tanto me encanta. Aquella capaz de hacer grandes aseveraciones aún sin estar completamente segura de ellas. Me permito sonreír mientras la fuente comienza a arrojar agua hacia el cielo, creando un lindo espectáculo visual.

—Oye —habla la oboísta con su mirada puesta en la fuente—, me gustaría escuchar esa pieza de nuevo.

—¿Estás segura? —pregunta mi novia poniéndose nerviosa. Yoroizuka asiente—. Bien, pero sabes que no soy tan buena como tú, Mizore.

—Estoy en desacuerdo. Me encanta tu sonido. Y estoy segura de que a la señorita Kousaka también y por eso está allá.

Kumiko dirige su mirada hacia mí, siguiendo la mano señalante de Yoroizuka. Al verme descubierta, ondeo la mano con timidez, desviando la mirada.

—Creo que estás adquiriendo la costumbre de escuchar conversaciones ajenas, majestad —regaña mi novia, aunque su tono de voz es más bien burlón.

Tras esto, las notas de ¡Resuena, bombardino! llenan elambiente. Si bien esa pieza no es de mis favoritas debido a su procedencia, me encanta escuchar a Kumiko tocar, su tono suave y calmado. Podría escucharla todo el día y jamás aburrirme de ella. Cuando termina de tocar comienzo a aplaudir, notando complacida como Yoroizuka también lo hace. Mi novia nos hace una venia, guarda su instrumento y las tres nos dirigimos de vuelta a la edificación donde nos hospedamos.

—Debo admitir que tienes razón, señorita Kousaka —habla Mizore mientras caminamos, tomando a Kumiko y a mí por sorpresa.

—¿A qué te refieres? —pregunta mi novia.

—A que temo que Nozomi no pueda seguirme el paso. —Kumiko y yo nos miramos por un momento. Ella frunce el ceño cuando nota que sonrío con superioridad. Yoroizuka continúa hablando—. Verán, ayer las escuché tocando su versión del tercer movimiento de Liz. Las envidio por poder tocar juntas de esa forma, tan seguras tanto de sí mismas como de que la otra la seguirá sin importar nada. Quisiera que Nozomi y yo pudiéramos tocar así, y pensando en ello le pedí a la profesora Niiyama que me ayudara a entender el solo de oboe, a entender la decisión de Liz.

»Ella, al enterarse de mi conflicto, sugirió que cambiara la forma en que me aproximo al solo, pensando también en los sentimientos del ave azul, en cómo aceptó el deseo de Liz pese a que ello le rompiera el corazón. Gracias a ese enfoque, tengo una mejor aproximación al solo en mente, pero no pude ponerla en práctica en los ensayos generales ayer porque… —Un suspiro escapa de los labios—, como dije, temo que Nozomi no pueda seguirme y por eso volví a restringirme.

—Creo que sería bueno que siguieras el ejemplo del ave azul —reflexiona Kumiko. Yoroizuka y yo la miramos con algo de duda—. No me refiero a irte volando literalmente, sino a comenzar a tomar tu propio camino. Está bien apegarte a tus seres queridos, pero no por ello debemos dejar que ellos sean quienes tomen decisiones que nos corresponden a nosotras tomar. Ellos pueden asesorarnos, aconsejarnos y sugerirnos, pero la decisión al final es nuestra.

Las tres continuamos caminando en silencio por unos instantes. Yoroizuka se nota pensativa, quizás asimilando lo que mi novia acaba de decirle.

—Quizás sea tiempo de que abra mis alas —dice finalmente.


Yuuko se ve mucho mejor a como lucía anoche. El brillo en sus ojos ha regresado y se le ve bastante enérgica. Incluso sonríe mientras nos saluda antes de sentarse a desayunar en la silla que está en medio de Kabe y yo.

—Parece que descansar anoche te sentó muy bien, presidenta —comento.

—Odio admitirlo, pero sí. Necesitaba descansar con más urgencia de la que pensé.

Mientras Yuuko habla, Kohinata entra en el comedor, poniéndose justo detrás de donde la presidenta y yo estamos sentadas. No lleva sus lentes puestos, sino que los tiene en la mano, y su expresión es de completa tristeza.

—Presidenta, señorita Kousaka, señorita Kabe, compañeros de la sección de trompetas… —Kohinata se inclina frente a nosotros—, quiero disculparme por preocuparlos anoche.

—¿Te sientes mejor ahora? —pregunta Yuuko.

—Sí, estoy bien. Lo siento mucho.

—Entonces no necesitas disculparte. Lo que importa es que estés saludable.

No creo que "saludable" sea una palabra apropiada en este caso. A pesar de las palabras de la presidenta, Kohinata insiste en disculparse innumerables veces, llegando a derramar algunas lágrimas.

—Yume, ¿podemos hablar un momento a solas? —pregunto.

Ella me mira con asombro, al igual que los demás en la mesa, pero asiente en aprobación. Ambas caminamos fuera del comedor, sentándonos a una de las mesas del área de descanso.

—Ya sé que soy una inútil, pero ¿en qué puedo ayudarle, señorita Kousaka?

Nuevamente su nula autoestima se hace presente. Suspiro intentando poner en orden mis pensamientos.

—Verás, desde la primera vez que te escuché, cuando estábamos en secundaria, supe que tienes un talento especial. También he notado lo mucho que te esfuerzas cuando ensayas a solas. El día que te uniste a la banda aquí en Kitauji, fantaseé con que fueses mi sucesora como trompetista solista…

—Creo que tiene expectativas muy altas hacia mí —interrumpe—, en especial sabiendo que no puedo tocar cuando alguien me ve.

—Eso es parte del problema, y de la razón por la que te pedí hablar conmigo ahora. Me preocupa tu nula autoestima y que tu mente no te permita mostrar tu talento al mundo. Es por eso que quiero que consultes con un especialista en salud mental…

—¡No estoy loca! —Yume derrama algunas lágrimas mientras exclama aquellas palabras. Es la primera vez que la escucho hablar a un volumen alto.

—La locura no es lo único que afecta la mente de las personas. La depresión y la ansiedad son amenazas que pasan desapercibidas por el miedo a la locura, causando miles de muertes al año a nivel mundial. No quiero que tú seas una más de esas muertes. —Siento que un par de lágrimas se deslizan a través de mis mejillas, pero no les presto atención—. La otra noche dijiste que querías ser como yo, ¿verdad? —ella asiente mientras yo saco de mi bolsillo una pequeña libreta de apuntes y un bolígrafo, anotando un nombre, una dirección y un teléfono—. Entonces, por favor acepta mi consejo y consulta con un especialista. Este es de la entera confianza de mi familia.

Arranco la hoja con aquella información y se la extiendo a Yume, que la recibe dudosa. Espero que siga mi petición, por su propio bien.


El ensayo general está por comenzar. Los instrumentos están afinados y ya todos estamos en nuestros lugares atentos a que el profesor Taki nos indique que empecemos a tocar. Tenemos listas las partituras de Sky, suponiendo que sea con esa pieza con la que iniciaremos.

—Bien, vamos a iniciar el ensayo general con…

—Disculpe. —Para todos es una sorpresa que Yoroizuka sea quien haya interrumpido al profesor—. ¿Podríamos empezar con el tercer movimiento de Liz?

Diversas miradas de asombro se enfocan en nuestra oboísta estrella. Noto que la profesora Niiyama le sonríe con orgullo. Parece ser que Yoroizuka está lista para dar todo de sí.

—Está bien —accede el profesor Taki mientras todos reacomodamos nuestras partituras para tocar la parte solicitada.

Una vez que todos estamos listos, el profesor nos indica que comencemos. El cambio se nota desde la primera nota del dueto entre la flauta y el oboe, notándose este más seguro. Como primera impresión, diría que los roles entre ambos instrumentos cambiaron de como venían tocando anteriormente. Conforme avanza la pieza, me doy cuenta que a los demás instrumentos también les está costando seguirle el paso a Yoroizuka, llegando a tocar a un volumen más bajo de lo esperado, si no es que de plano dejan de tocar, como le sucede en más de una ocasión a Nozomi, a quien parece que le faltara el aliento por completo. Si nos ponemos con tecnicismos, este ensayo es un completo desastre, pero también el medio necesario para que Mizore Yoroizuka se desahogara. Agradezco que haya sido aquí y no en una competencia. El profesor Taki nos hace detener cuando la última nota del solo de oboe deja de sonar, siendo más un formalismo, ya que solo unos cuantos logran ejecutar el último acorde del tercer movimiento de Liz.

Estamos sumidos en un profundo silencio. A mi alrededor noto varios ojos llorosos, entre ellos los del profesor Hashimoto. Por su parte, la sonrisa orgullosa de la profesora Niiyama se mantiene. Armándome de valor para romper el silencio, me pongo de pie y, aún con mi trompeta en la mano, comienzo a aplaudir. Uno a uno, los demás integrantes de la banda me imitan.

—Has… hecho una actuación impensable —expresa el profesor Taki con una sonrisa.

—Señorita Yoroizuka, eso fue magnífico. Por favor no olvides ese sentimiento.

—Pero…

Yoroizuka intenta protestar, fijando su mirada en dirección a las flautas. Nozomi tiene su cabeza gacha.

—Si sacas a relucir tus verdaderas habilidades, los demás responderán de igual manera. Esta vez fue repentino y por eso les fue difícil, pero la próxima vez todos responderán, ¿verdad?

—Sí, señora —respondemos la mayoría a coro.

—Creo que deberíamos tomar un descanso —sugiere el profesor Taki—. Me gustaría volver a evaluar el equilibrio a la hora de tocar para ajustarnos al solo que acabamos de escuchar. ¿Puedes volver a tocar como lo acabas de hacer, señorita Yoroizuka?

—Sí puedo —responde de inmediato la oboísta, lo que me hace sonreír.

—Entendido. Bien, vamos a tomarnos diez minutos de descanso y volveremos para reajustar el tercer movimiento. Recuerden que solo tenemos hasta las cuatro de la tarde antes de volver a casa. Aunque estén cansados por ser el último día del campamento, sigan valorando cada segundo.

Tras una respuesta afirmativa de nuestra parte, buena parte de los integrantes de la banda rodeamos a Yoroizuka, deshaciéndonos en elogios hacia ella y cómo su interpretación fue tan conmovedora que nos hizo perder la concentración. La oboísta agradece cada palabra, pero su mirada se nota triste. Después de todo, la única persona de la que ella esperaba elogios había salido unos instantes antes sin decir palabra alguna.

Continuará…


Yami-anna: Eso no lo niego. Gracias por seguir aquí.

El desafío de Reina se toma un descanso la próxima semana y estará de regreso el 4 de diciembre. Gracias por leer.