Sonata con miras al futuro
Creo que nunca antes me había alegrado tanto por el regreso a clases como lo estoy ahora. Los temas académicos están ocupando mi mente durante unas horas, quitándole espacio al oro simbólico y todo el malestar que este ha causado en la banda, por no mencionar el comportamiento ambivalente de Kumiko: por momentos distante conmigo, por otros bastante melosa. No me he atrevido a preguntarle de nuevo al respecto, respetando su petición de tenerle paciencia, pero mis temores ante un posible final de nuestra relación siguen ahí, atormentándome incluso en mis sueños. "Lo mejor es que terminemos. Estoy siendo una distracción para ti. Es mi culpa que no hayamos pasado a las nacionales". Ya son incontables las veces que he despertado luego de escuchar a la Kumiko que crea mi subconsciente decirme aquellas palabras u otras similares.
Volviendo a la banda, pese a que nuestra participación en las competencias ha terminado por este año, aún no podemos deshacernos de la rutina de ensayar Liz. No es que nos hayamos obsesionado con ella al punto de querer perfeccionarla pese a que ya no se pueda cambiar el resultado obtenido, sino que nos fue solicitada esa pieza para un par de eventos venideros. El primero, una inédita colaboración con el club de danza de nuestra escuela, que organizó una coreografía basada en dicha pieza y en el cuento que narra para presentarla en el festival escolar, queriendo que nosotros toquemos la versión completa, sumándose a nuestra propia presentación ahí, donde tocaremos algunos arreglos de temas populares. El segundo es un evento en el Jardín Botánico de Uji, donde tocaremos la versión competitiva junto con otras piezas que nos encargaron los organizadores de este evento. Pese a que todo ello significa que tenemos bastante que ensayar, el ambiente triste y nostálgico se siente en el salón de música, no solo por el oro simbólico, también porque esos dos eventos son los últimos antes del retiro de los de tercero.
Durante los ensayos, Yuuko intenta poner el mismo entusiasmo que había mostrado durante el año, pero su propia frustración se hace presente por momentos. Haber dado más de su cien por ciento en todo este tiempo para algo tan vacío como un oro simbólico debió ser devastador para ella. Y aun así sigue tratando de poner la mejor actitud para motivar a los de segundo y primero con miras al próximo año. Otra de las cosas que admiro de ella es que suele tener su vista en el futuro y procura no estancarse en el pasado, por lo que es probable que sea de las primeras en pasar página en lo que a nuestra derrota en Kansai concierne.
—Estas son las partituras para el recital en el jardín botánico —comenta Yuuko mientras Natsuki y Kabe nos entregan las mencionadas partituras.
Junto a la ya mencionada Liz, interpretaremos Hometown Sky in Swing (una adaptación de una tradicional canción escocesa), y adaptaciones para banda sinfónica del tema de Star Wars y de, vaya coincidencia, el concierto para dos trompetas en do mayor de Vivaldi. Aunque supongo que ese dueto lo tocaremos Yuuko y yo.
—¿Ya todos las tienen? ¿Alguien resultó herido? —pregunta Yuuko.
Algunos de los de primero levantan la mano, indicando que aún no reciben las partituras, mientras que otros responden que están bien.
—Los estás confundiendo —afirma Natsuki con tono burlón. La presidenta rueda sus ojos mientras que nuestra manager continúa con su labor de entregar partituras.
—Bien, ¿ya están todos? Dolerá si les falta alguna página.
—Qué preocupona eres.
Varias risas se dejan escuchar por el salón ante el intercambio de palabras entre Natsuki y Yuuko. Siempre vienen bien estos pequeños momentos donde se relaja un poco el enrarecido ambiente que tenemos por estos días.
—Supongo que ya podemos ir a los ensayos por secciones —dice la vicepresidenta, revisando una agenda ubicada sobre el piano del salón.
—No, esperen un minuto. —Tomando una tiza, Yuuko se dirige al tablero y, para sorpresa nuestra, vuelve a escribir "ganar el oro en las nacionales" en él—. Quiero discutir con ustedes acerca del futuro y las competencias.
El ambiente se tensa. Algunos murmuran que aún es pronto para tratar ese tema, pero la determinación en su voz hace que les sea imposible protestar en voz alta.
—Hasta hace poco, la trinidad dorada de Osaka había monopolizado el paso a las nacionales, siendo fuertes candidatas a ganar el oro ahí. Sin embargo, Kitauji se unió a la pelea, demostrando que es posible derrotarlas. Y este año se unió Ryuusei. —Yuuko pasa saliva, viéndose algo tensa—. Seré honesta con ustedes: pienso que nuestra presentación este año fue mucho mejor que la del año pasado. Recibimos muchos comentarios favorables por parte de los jueces. El año pasado fue inesperado debido a que fue el primero bajo la guía del profesor Taki, pero este ya es su segundo año. Teníamos ventaja a comparación del año pasado, ya que la mitad de nosotros ya estábamos acostumbrados a su estilo de trabajo, además de tener un montón de nuevos talentos con nosotros este año. Y aun así, perdimos. Y no fue porque seamos más débiles, es porque las otras escuelas son más fuertes.
Yuuko aprieta sus puños, reteniendo su frustración para continuar sonando optimista.
—Toushou había ido a las nacionales por incontables años seguidos. Honestamente, creo que nadie esperaba que su participación este año concluyera en Kansai. Pensé que a Ryuusei le tomaría más tiempo desarrollarse. El antiguo asesor de Myoujou es increíble, pero toma tiempo acoplarse con los estudiantes. Es por eso que no consideré a Ryuusei un rival, pasándolos por alto de forma ingenua. Es probable que, de manera inconsciente, tratara las competencias a la ligera. Fuimos a las nacionales el año pasado y este año fuimos mejores, así que, arbitrariamente, pensé que estaríamos bien.
Debo admitir que yo también subestimé a la academia Ryuusei, pese a la advertencia que mi padre me dio cuando se enteró que el profesor Tsukinaga se había vuelto su asesor. Creí que con solo ser la mejor versión de nosotros sería suficiente y olvidé evaluar a nuestros rivales. A pesar de esto, no me arrepiento de haber presionado a Yoroizuka para que dejara de restringirse, ni del apoyo que le he dado a Yume antes y durante su terapia.
—El año pasado fue asombroso —prosigue Yuuko—. No sabíamos quiénes iban a tocar en las competencias y por eso teníamos más agallas. Este año fue diferente. Nos relajamos y por eso calculamos mal nuestros propios talentos. En lugar de confrontar a cada uno, pusimos más énfasis en establecernos. El año pasado tuve muchas confrontaciones con mis menores cuando las cosas se complicaron—. Yuuko me mira fijamente mientras dice aquellas palabras antes de centrar su atención en Yume—. Creo que fue desafortunado que los de primero no tuvieran esas complicaciones este año. Consideramos más importantes las condiciones individuales en lugar de seguir el juicio del profesor Taki. Quise darle seguimiento a aquellos que podrían colapsar primero, pero quizás fue solo por mi propia satisfacción.
Frunzo el ceño ante la ironía que parece presentarse. En un principio, estuve reacia a permitir que Yume pasara a ser tercera trompeta cuando el profesor Taki la nombró primera. Ahora Yuuko parece darle la razón a mi yo del pasado mientras que yo tengo dudas al respecto, a sabiendas de la enorme posibilidad de que Yume pudiera haber sufrido un colapso nervioso en plena competencia, lo que habría sido un desastre en todos los sentidos.
—Si dijera todo lo que pienso, no acabaría nunca —continúa la presidenta—. Sin embargo, creo que dedicar tiempo a lamentarnos no tiene sentido. No podemos devolver el tiempo, así que no hay más remedio que seguir adelante. Por eso, desde ahora Kitauji se enfocará en las competencias del próximo año. Hasta que los de tercero nos retiremos, estaremos orientando a los de segundo y sobre todo a los de primero. Dejaremos el conocimiento que tenemos para que ustedes puedan mejorar sus habilidades. Quiero elevar el nivel de la banda y he estado hablando con el profesor Taki al respecto. Es por eso que… —Yuuko respira hondo, no sé si buscando valor o si solo se quedó sin aliento tras el discurso que nos ha dado—, desde este año, Kitauji participará en el Concurso de Ensambles.
El Concurso de Ensambles es una competencia que se realiza de noviembre a marzo, donde participan grupos de entre tres y ocho músicos. Ya que solo se permite un ensamble por escuela, tendremos que decidir con cautela quiénes serán los que participen en representación nuestra. Noto que hay cierto entusiasmo entre los de primero por esta nueva oportunidad de competir, lo que hace que una pequeña sonrisa aflore en mi rostro.
Tras el anuncio de Yuuko sobre el futuro competitivo de la banda, ella nos ordenó priorizar los eventos que tendremos en las siguientes semanas, diciendo que en los ensayos por secciones nos enfoquemos en Liz y las otras piezas que tocaremos en el festival escolar, que por suerte son arreglos de canciones populares que nos son muy difíciles de aprender.
—Bien, dado que voy a estar dirigiendo a la banda durante nuestra presentación en el festival escolar, tendremos que hacer algunos ajustes en nuestra alineación —habla la presidenta en un tono sereno durante nuestro ensayo seccional—. ¿Les parece bien que Kohinata pase a ser primera trompeta?
Nadie se atreve a decir nada. Si bien se sabía de antemano que Yuuko llevará la batuta en el festival escolar (siendo esta otra de sus funciones como tambor mayor de la banda), muchos creímos que ella respetaría la voluntad de Yume de permanecer como tercera trompeta, dándole el ascenso a Yoshisawa o al mayor de los Takino de tener el rol de primera trompeta a mi lado. Noto cierta indignación en la mirada de Asakura, quien, dado que no logró pasar la audición, ha puesto bastante empeño en su ensayo personal con el fin de mejorar aún más.
—Por mi parte, no hay problema —se aventura a declarar Takami—. Cualquiera sea la determinación de la presidenta, está bien.
—Por mi parte, tampoco hay problema —asegura Junichi—. Las notas altas nunca han sido mi fuerte. Además, Kohinata es talentosa y tocar como primera en estas presentaciones donde no hay nada en juego puede ayudar a que supere su timidez.
Todos asentimos a las palabras del mayor de los Takino, incluso Asakura, aunque noto que ella aún tiene reservas al respecto.
—Bien, ¿qué dices tú, Kohinata? —pregunta la presidenta.
Yume permanece con la mirada baja, jugueteando con sus dedos. A diferencia de otras ocasiones, esta vez su rostro permanece sereno.
—Siempre y cuando no tenga que hacer algún solo, acepto ser primera trompeta.
—Bien, está decidido. —Yuuko da un aplauso, complacida por la decisión de Yume—. Continuemos ensayando y démoslo todo en el festival escolar y en el jardín botánico.
Ha sido un viaje inusualmente silencioso en el metro camino a casa. Kumiko está en uno de esos momentos en que actúa distante, y debo admitir que me aterra siquiera intentar entablar una conversación ahora.
—¿Podemos ir al monte Daikichi antes de ir a casa? —pregunta de repente, cuando el metro está a punto de llegar a nuestra estación de destino.
—Seguro.
Pese a lo que dije, no estoy segura de ir. Tengo miedo de cómo vayan a terminar las cosas, o, mejor dicho, de que terminen las cosas entre nosotras. El metro se detiene. Las puertas se abren. Kumiko comienza a caminar y yo la sigo dubitativa. Imagino que algo parecido debió sentir ella el año pasado, cuando nos distanciamos luego de que me enterara que el profesor Taki estuvo casado. Quiero huir. No quiero que ella diga lo que su versión en mis pesadillas me ha repetido. No quiero que nuestra relación tenga un punto final, pero esto es algo que debo afrontar, y considero que es mejor hacerlo tan pronto como sea posible. Es por eso que mantengo mi paso firme tras Kumiko, con la frente en alto, ocultando mis miedos tras la fachada de seriedad que mi rostro ha de tener en este instante.
Tras una larga y silenciosa caminata, llegamos a la cima del monte Daikichi. Kumiko deja su bolso escolar sobre la banca del mirador y, por primera vez en todo este rato, hace contacto visual conmigo.
—¿Sabes?, mi hermana, antes de irse de casa, me dijo que procurara no arrepentirme de nada —inicia. Su mirada se desvía con expresión triste—. He intentado poner eso en práctica, pero la vida se esfuerza en hacerme creer que he tomado las decisiones incorrectas, por hacer que me sienta arrepentida. —Un suspiro escapa de sus labios—. Y esta vez duele en lo más profundo de mi corazón, porque no quiero arrepentirme de ser quien soy, de lo que siento, de amarte tan intensamente como lo hago.
Mis mayores temores se han confirmado. Kumiko parece estar arrepintiéndose de estar en una relación conmigo. Algunas lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos. No quiero que mi noviazgo con Kumiko termine, pero tampoco quiero que nuestra relación de una u otra forma la lastime.
—¿Estás…? —intento preguntar, mas las palabras mueren antes de que pueda pronunciarlas.
—No lo tomes personal, porque no se trata de ti. Estoy segura de que, si hubiera sido con Shuuichi o con cualquier otra persona, también tendría esta sensación de arrepentimiento. Y también estoy segura de que… —Un pequeño sollozo interrumpe sus palabras—, de que no me dolería tanto como me duele ahora. Mi mente y mi corazón están enfrentados, ya que no quiero terminar contigo, pero tampoco quiero volver a sentir la frustración de perder, ni sentir que pude haber dado más de mí.
No puedo resistir más. Rompiendo en llanto, me lanzo a abrazarla. Kumiko corresponde mi abrazo y puedo sentir cómo ella también está llorando. No estoy lista para dejarla ir. No estoy lista para que lo nuestro termine. No creo poder volver a verla como a una amiga. Kumiko es demasiado especial para mí. Sin ella a mi lado, siento que perderé el rumbo en cualquier momento. Agarro con fuerza su uniforme, sintiendo que, si llego a soltarla, se irá para siempre. Para mi sorpresa, siento que ella hace lo mismo. Permanecemos aferradas la una a la otra hasta que tengo la sensación de que no tengo más lágrimas para derramar.
—Tampoco quiero que esto termine —expreso, relajando el agarre de mis manos y acariciando la espalda de Kumiko—. Pero no me gustaría lastimarte por aferrarnos a lo nuestro.
Kumiko guarda silencio. Su respiración acompasada es lo único que mis oídos perciben durante un buen rato.
—Te debo una disculpa por haber actuado tan fría contigo.
Niego con la cabeza. El contacto del cabello de Kumiko contra mi mejilla me causa cosquillas.
—No te preocupes. —Suspiro, intentando poner en orden mis pensamientos.
—¿Sabes? También estoy nerviosa por el festival escolar. Necesito que me ayudes a ensayar mi solo en Liz para el club de danza.
—Seguro.
Sonrío cuando noto que Kumiko comienza a darme pequeños besos, recorriendo mi mejilla desde cerca de mi oreja en busca de mis labios. Justo después de darme uno en la comisura de los labios, se separa de mí, dejando sus brazos sobre mis hombros.
—Acabo de decidirlo —dice. Sus ojos muestran esa determinación que es rara de ver en ella—. No quiero arrepentirme, y estoy segura de que me arrepentiré si termino contigo ahora.
—¿Eso significa que tu corazón ganó en tu conflicto interno?
Kumiko asiente y sonríe.
—Mientras lloraba, recordé todo lo que hemos vivido juntas. Mucho de lo que soy ahora es gracias a ti y, si bien siento que pude haber dado más en las competencias, también siento que no habría podido dar tanto de mí misma sin ti, así como que podré seguir creciendo si te tengo a mi lado. Te amo, mi Reina. Démoslo todo para lograr el oro el próximo año.
Antes de que pueda responder, Kumiko junta sus labios con los míos. Correspondo su beso con pasión renovada, feliz por esta nueva oportunidad de permanecer al lado de la chica que tanto amo.
Continuará…
Yami-anna: gracias por seguir.
Gracias por leer.
