Fanfarria de nuevos retos
Algo habitual en estar en la escuela mucho antes del inicio de clases es el silencio casi sepulcral que impera, en especial por esta época en que las actividades extracurriculares han bajado su ritmo, tanto por la finalización de los grandes eventos como por el progresivo retiro de los alumnos de tercero para enfocarse de lleno en su preparación para entrar a la universidad. El eco de cada paso dado llena el ambiente en el familiar camino a la sala de profesores. La llave del salón de música no es el motivo principal para visitar aquel lugar el día de hoy, sino ver a aquel hombre que, tal como suponía, ya se encuentra ahí, tan devoto a su trabajo como siempre.
—Buenos días, señorita Kousaka y señorita Oumae —saluda con una sonrisa cordial—. Sabía que ustedes dos serían las primeras en llegar, pero me sorprende que lo hagan tan temprano.
—A decir verdad, necesitamos hablar con usted, profesor Taki —hablo—. Mejor dicho, que nos aconseje sobre nuestros nuevos roles en la banda.
Manteniendo su sonrisa, el profesor ladea su cabeza, pasando su mano derecha por detrás de esta. A mi lado, Kumiko suelta un discreto bostezo.
—Supongo que podría decirles que aprendan un poco más la una de la otra, dado lo bien que se complementan juntas. Señorita Oumae, debes ser un poco más asertiva. Está bien que escuches a los demás y tomes en cuenta sus opiniones, pero la última palabra la tienes tú. —Kumiko asiente en respuesta a las palabras del profesor—. Señorita Kousaka, no seas tan estricta como yo. Un buen tambor mayor conoce a sus compañeros, sabe qué pueden dar y cómo lograr incentivarlos para que den su máximo sin que la presión propia de todo este mundo se sienta demasiado intensa para ellos. Por supuesto, señalar los errores es importante, pero debe hacerse buscando la forma de que los músicos mejoren, no haciéndolos sentir que la música no es su camino.
—Entendido, profesor. Haré lo que pueda para no ser tan estricta.
—Otra cosa, ser líder de cualquier grupo es bastante estresante, así que procuren tener un tiempo destinado a relajarse. Las señoritas Yoshikawa y Nakagawa solían ir de karaoke juntas al menos una vez por semana, por poner un ejemplo.
—¡¿En serio?! —Si antes Kumiko se sentía aún adormilada, creo que aquel comentario de nuestro profesor ha terminado de despertarla—. Sabía que ellas dos son más cercanas de lo que quieren admitir, pero no pensé que llegaran a ese nivel.
—Tampoco deben olvidar sus estudios —interviene la profesora Matsumoto, llegando junto al profesor Taki con dos humeantes tazas que, a juzgar por el olor, son de café—. Ya que ustedes ocupan los cargos más importantes dentro de la banda, deben ser un ejemplo para sus compañeros. Además, me preocupa tu indecisión respecto a tu futuro, señorita Oumae. Puedes pedir una asesoría vocacional si así lo prefieres, pero no te quedes estancada, que un año pasa volando.
—Lo tendré en cuenta. Gracias profesora.
Kumiko acompaña sus palabras con una venia que se nota algo nerviosa. Parece que su incapacidad de verse a futuro será su mayor obstáculo este año.
Si bien es cierto que hay un aire nostálgico al ya no ver a los de tercero entre nosotros, la energía de la banda permanece casi intacta entre sus sesenta y cinco miembros actuales. Dando un vistazo rápido, las diferentes secciones siguen balanceadas. Seis flautas, un oboe, un fagot, un contrafagot, once clarinetes (incluidos los bajos), once saxofones (entre altos, tenores y barítonos), seis cornos franceses, seis trompetas, seis trombones, dos bombardinos, tres tubas, dos contrabajos y nueve percusionistas. Con estas cifras, podemos permitirnos ser un poco más estrictos a la hora de aceptar nuevos miembros el próximo año, priorizando a quienes tienen experiencia y/o su propio instrumento sobre los demás. La escuela, si bien está bien equipada, podría no poder abastecer a más de cien músicos en las diferentes secciones, por no hablar de que algunos de los instrumentos que tenemos están cerca del final de su vida útil, y tanto la restauración como la adquisición de unos nuevos puede llegar a salirse de nuestro presupuesto.
—¡Atención, chicos, vamos a comenzar nuestra reunión! —llama Kumiko, sacándome de mis pensamientos. El ambiente, ruidoso hasta hace unos instantes, se torna silencioso, con todas las miradas puestas en mi novia, quien parece haberse acostumbrado a ello tras estas tres semanas desde que asumió la presidencia de la banda—. Vamos a hacer unos anuncios acerca del calendario de este mes y del concurso de ensambles. Por favor, den un vistazo a los folletos que vamos a repartirles.
Ni bien Kumiko termina de decir eso, Tsukamoto y yo comenzamos a repartir los mencionados folletos a nuestros compañeros. En ellos se detalla nuestra rutina de ensayos para un par de eventos venideros, dejando espacio para la semana de exámenes que se aproxima, y una idea aprobada recientemente por el profesor Taki para seleccionar a quienes competirán en el concurso de ensambles. Una vez terminamos de repartir los folletos, mi novia retoma la palabra.
—Tendremos conciertos en el evento de música para vientos de este mes y en el centro comercial el próximo mes. El esquema de ensayos está detallado en los folletos que acaban de recibir. Y como tenemos exámenes a finales de noviembre, no olviden seguir estudiando.
—¡Sí, señora!
—Bien, el siguiente punto es el concurso nacional de ensambles.
Los clarinetistas, visiblemente emocionados por aquel punto, mueven sus torsos hacia el frente, acto que parece intimidar a Kumiko. A su izquierda, Tsukamoto la mira con algo de preocupación. Mi novia respira profundamente y retoma el tema.
—Este será el primer año que Kitauji participe en el concurso de ensambles, así que pregunto: ¿alguno de ustedes ha participado? —Unos pocos levantan la mano—. Ah, por participar no solo me refiero a las nacionales en sí. También en las preliminares o en un evento similar en sus anteriores escuelas. Ya saben, organizarse, elegir una canción y tocarla juntos en un ensamble. —Con esta nueva información, cerca de la mitad de los chicos levantan la mano—. Muy bien, bajen su mano, por favor. Yo también he tocado en ensambles, pero no a nivel competitivo. Así que empecemos explicando de qué se trata este concurso para quienes no lo sepan. Adelante, por favor, señorita tambor mayor.
Kumiko me dirige la mirada. Asiento y doy un paso al frente.
—Hay varios eventos que podrían clasificarse como concursos de ensambles, pero en el que participaremos será el patrocinado por la Asociación Nacional de Bandas. Este comenzó en 1978, cuando se celebró su primera edición en la Sala Beethoven del campus de la Musicae Academia de Musashino. Al igual que en la competencia de bandas, está dividido en secundarias, preparatorias, universidades y bandas generales, y el sistema de clasificación es igual: primero prefectural, luego regional y luego nacional eligiéndose los representantes de cada etapa entre quienes ganan oro. Sin embargo…
Hago una pausa, mirando a mis compañeros con algo de intensidad.
—La clara distinción entre una banda sinfónica y un ensamble es el número de integrantes. Un ensamble puede tener entre tres y ocho integrantes y se le permite tocar una pieza de hasta cinco minutos de duración, sin ninguna otra restricción. Se admiten metales, maderas, percusiones y contrabajos, pero no se permiten grupos exclusivamente de contrabajos ni el uso de flautas dulces, tampoco que más de dos personas toquen el mismo instrumento ni que haya un integrante cuya única función sea ser conductor. Y lo más importante es que solo se permite un único ensamble por escuela.
Varias miradas de preocupación se dejan notar entre los miembros de la banda. Dando un vistazo hacia atrás, le indico a Kumiko que es de nuevo su turno de hablar.
—El concurso de ensambles de Kioto tendrá lugar a mediados de diciembre, el de Kansai en febrero y el nacional en marzo. Debido a esto, los retirados de tercero no participarán, así que solo nosotros, los de primero y segundo aquí presentes, tendremos la oportunidad de actuar. Para hacer las cosas más interesantes, el profesor Taki ha decidido que haremos nuestro propio concurso de ensambles abierto al público para determinar a quienes nos representarán en las competencias.
Un "oh" colectivo es la respuesta al anuncio que Kumiko acaba de hacer. Sé que antes yo había mencionado que el concurso de ensambles empieza en noviembre, y lo hace con una etapa interdistrital en las prefecturas más grandes del país, etapa que en Kioto, al ser una prefectura relativamente pequeña, se omite.
—Tienen hasta el próximo viernes para decidir los miembros de sus ensambles. Una vez que los hayan decidido, hagan que un representante informe a su líder de sección. Una vez hecho esto, pondremos sus nombres en una hoja que cualquiera puede consultar para ver quién ya ha sido escogido. Son libres de elegir la pieza que quieran, aunque me pregunto si los de segundo estarán bien si los de primero toman la iniciativa.
Kumiko sonríe, indicando que no habla en serio, aunque no hay una buena respuesta por parte de los demás. Parece que su intento por ser como Yuuko fracasó.
—Creo que lo mejor es que seas tú misma. Ese tipo de humor no es tu fuerte —le murmuro al oído. Ella suspira con pesadez, pero asiente.
—¿Alguien tiene alguna duda?
—Aquí. —Una de las percusionistas de segundo levanta la mano—. Si hay alguien que quiera tocar en múltiples grupos, ¿podría hacerlo? Nuestras preliminares son una actividad interna después de todo. De ser así, no habría problemas…
—Ya que nuestro concurso interno no es una competencia formal, puede que haya situaciones en que se permita saltarse alguna regla. Siempre que no haya más de dos personas tocando el mismo instrumento, que no haya grupos formados por solo contrabajos y que se cumplan con las demás normas del concurso de Kioto, no hay problema. Sin embargo, no se permite formar parte de varios grupos. Esto es para evitar que un solo músico tenga demasiada carga. Sería horrible que eso causara un mal desempeño.
—Entendido, muchas gracias.
A juzgar por la seriedad en su rostro, parece que aquella chica no está satisfecha con la respuesta que recibió, pese a ser por el bienestar físico y mental de todos los integrantes de la banda.
—¿Alguien más? —Esta vez nadie levanta la mano. Tras unos segundos, Kumiko da una palmada—. Bien, con esto concluimos con nuestra reunión. Pueden pasar a sus ensayos individuales, y no dejen que estos sean interrumpidos por el asunto de los ensambles.
Y con esto, se hace de nuevo el bullicio en el salón de música. Entre propuestas y estrategias para conseguir miembros, los chicos parecen bastante entusiasmados con nuestro concurso interno. Mientras, Kumiko, Tsukamoto y yo salimos del salón. Una vez cerrada la puerta, mi novia exhala aliviada.
—Ah, estaba muy nerviosa.
—¿Por qué te pones nerviosa cada vez que tenemos estas reuniones? —pregunta Tsukamoto.
—Aún no termino de acostumbrarme a esto. Estaba bien mientras les hablaba, pero cuando termina siento que se me fue toda la energía.
—Pues buena suerte hasta que te acostumbres, presidenta.
—No me quejo para que me desees buena suerte.
Si bien Kumiko acompaña esas palabras con un puchero, no parece que las palabras de Tsukamoto le molesten. De hecho, él sonríe ante su reacción, sonrisa que se borra cuando nota que los observo. Poniendo una expresión nerviosa, el chico ralentiza su paso. Me es inevitable lanzar una sonrisa victoriosa ante ese acto.
—¿Planeas tocar con alguien, presi? —pregunto.
—Bueno, no he decidido nada en particular. Probablemente me una a un grupo que no haya podido hacer su propio ensamble y los siga. ¿Qué hay de ti, majestad?
—Aún no me decido. Sin embargo, si quiero tocar con alguien, no quiero a nadie que se limite a decir "bueno, bueno".
—Típico de ti, majestad.
—¿En serio? Pensé que eso sería natural para cualquiera.
Kumiko ríe, sacándome una sonrisa. Verla de esa forma es alentador, en especial con el estrés que manejar a la banda comienza a significar.
—¿Alguna pieza que quieras tocar en el concurso? —pregunta mi novia.
—Si son piezas que me gustan, sería el octeto de metales The Bell of Westernizations, o Forgotten Castle Ruins o un arreglo flexible de White Lily's Noble Bloom. —Un arreglo flexible es una pieza en la que el autor deja cierta libertad acerca de los instrumentos que pueden interpretarla, a diferencia de una pieza tradicional, cuyas partes están pensadas para ciertos instrumentos en específico—. ¿Qué hay de ti, Tsukamoto?
—Yo… —El pobre chico me teme tanto que su voz se quiebra al intentar responderme—. Bueno, me gusta el trío de trombones Starlight Highway, pero no sé cómo tocarlo. Cuando tocaba el corno francés en secundaria, me divertía tocar la versión de quinteto de The Hill of Mécénat.
—Ah, eso me trae recuerdos… —interviene Kumiko con tono nostálgico.
—¿De cuando ustedes dos salían? —pregunto curiosa. Kumiko y Tsukamoto salieron durante unos meses hace unos años, pero ella nunca estuvo del todo segura de lo que sentía hacia él, así que la relación no duró mucho.
—Sí, pero no solo por eso. En esa época los escuchaba ensayar, y es divertido escuchar todas las diferentes combinaciones de instrumentos en los ensambles.
—Entiendo a lo que te refieres —afirmo.
En ese entonces, Kumiko solía juntarse con su amiga Azusa Sasaki cuando nuestra escuela organizaba eventos de ensambles, más por iniciativa de aquella talentosa trombonista que hoy estudia en Rikka. Si bien no era algo fuerte, sí tenía curiosidad por tocar con ellas, pero nunca tuve la oportunidad. Así que ahora debo pensar bien en qué pieza quiero tocar, para tener a Kumiko en mi ensamble.
Continuará…
