Trompeta reclutadora
No puedo creer que, estando en un momento que considero estable en mi relación con Kumiko, las pesadillas hallan vuelto a aparecer. Si bien esta vez no apuntan a un posible final de nuestra relación, sí muestran a Kumiko rechazando la propuesta de tocar en mi ensamble. No es ilógico pensar en que pueda pasar algo así en la vida real. Después de todo, ella no es muy buena para decir que no, así que cabe la posibilidad de que alguien se me adelante y la reclute. Incluso puede que eso ya haya sucedido. No suelo temer al rechazo de otras personas, pero tratándose de Kumiko, esa idea me aterra bastante.
El malestar que ese miedo al rechazo me genera contrasta con el placer de sentir el suave contacto de la mano de Kumiko con la mía. Desde que nos saludamos esta mañana al encontrarnos en la estación, ella no ha soltado mi mano. Hasta ahora no ha dicho nada de haber sido reclutada por algún ensamble, lo que me tranquiliza un poco.
—¿Segura que estás bien, majestad? —pregunta mientras entramos al área de casilleros de la escuela. No es la primera vez que hace esa pregunta durante nuestro viaje hacia acá, pero no quiero que mis miedos sean una distracción para ella.
—¿Tan mal me veo? —contraataco con una sonrisa divertida.
—Tú nunca te ves mal, majestad. Es solo que tu actitud está algo rara y estás más callada que de costumbre.
—Estoy bien —insisto tras suspirar—. Solo estoy algo nerviosa por todo el asunto de nuestro concurso de ensambles.
Kumiko me mira con algo de incredulidad, luego sonríe. Acercándose a mí, pone su mano sobre mi mejilla y me besa con pasión. Tan pronto como sus labios se posan sobre los míos, correspondo su beso con intensidad, sintiendo que mis temores se desvanecen. Pese a que nuestros labios permanecen unidos, moviéndose en sincronía durante un rato, se siente corto. ¿Qué puedo decir? Soy adicta a los labios de mi novia.
—Te conozco bien y sé que hay algo más que te está haciendo sentir mal —dice en voz suave. Su rostro sigue tan cerca al mío que su aliento roza mis labios mientras habla—. No voy a forzarte a hablar de eso si no quieres hacerlo, así que pensé en una forma de hacerte sentir mejor. Y esa bella sonrisa en tu rostro me indica que funcionó.
—Más de lo que crees. Gracias, presi.
—Es un placer, majestad. Cuando quieras hablarlo, ahí estaré lista para escucharte.
Ahora que lo pienso, creo que mi adicción a los besos de Kumiko me jugó en contra esta mañana. Era la oportunidad perfecta para intentar reclutarla en mi ensamble, pero en lugar de eso, nos quedamos besándonos hasta que sonó la campana de inicio de clases. Por supuesto que no me arrepiento de besarla, así que espero volver a tener una oportunidad de reclutarla pronto.
—Disculpe, señorita Reina… —Yume toca la puerta del salón donde la sección de trompetas suele ensayar, pese a que esta se encuentra abierta, sacándome de mis pensamientos—. Me preguntaba si usted ya está en algún ensamble.
—No, aún no.
A través de la mirada tímida de Yume se cuela algo de brillo, y una tímida sonrisa se dibuja en su rostro mientras camina hacia donde me encuentro.
—Entonces, ¿podría unirse a mi ensamble, por favor? Hay una pieza que quiero tocar junto a usted, pero no había tenido oportunidad antes, ya que usted siempre se rodeó con los mejores músicos en secundaria, así que alguien como yo no tenía oportunidad siquiera de imaginarlo y… creo que hablé de más, lo siento.
Me pregunto si la expresión de mi rostro es lo que hace que ese lado de Yume haya vuelto a aflorar. De ser así, me sentiría mal por hacerla retroceder. Sonrío con amabilidad mientras niego con la cabeza.
—Tranquila. ¿Cuál pieza es la que quieres tocar?
—Follow Me, de Tadashi Adachi.
Vaya coincidencia. Justo la misma pieza en la que puse mis ojos. Dice un refrán que las grandes mentes piensan igual, supongo que esto es un ejemplo de ello. Mi sonrisa se amplía, algo que le da algo de seguridad a Yume.
—Me gusta esa pieza, así que estoy dentro —aseguro—. ¿Has reclutado a alguien más?
—Aún no. De hecho, usted es la primera que me dice que sí. Los demás trompetistas ya están en otros ensambles. También me preguntaba si puede ayudarme con los músicos de otras secciones.
—Seguro, aunque mis habilidades de persuasión no son tan buenas…
Yume, al parecer llevada por la emoción, se lanza a abrazarme. Si bien su acto me sorprende, no tardo en corresponderle.
—Muchas gracias, señorita Reina. —Como si recién callera en cuenta de sus actos, Yume se separa de mí con rapidez—. Y discúlpeme por el atrevimiento de abrazarla.
—No te preocupes. De hecho, me alegra que tengas estos momentos de espontaneidad conmigo. —La menor se relaja ante mis palabras y sonríe con timidez—. Si no te molesta, tengo en mente algunas personas a las que quisiera pedirles que toquen con nosotras en el ensamble.
—Oh, no, no me molesta en absoluto. Confío en su criterio a la hora de elegir a nuestros compañeros.
Ambas nos sonreímos mientras salimos del salón. De fondo se oyen varios cornos franceses afinando y haciendo rutinas de calentamiento. Quizás sea un buen punto de partida para buscar al primero de los seis músicos que nos hacen falta, así que nos encaminamos hacia el lugar del que viene ese sonido.
Nada más tocar la puerta, el sonido dentro de aquel salón se detiene. Segundos después, Morimoto abre la puerta, sorprendiéndose al vernos.
—Señorita tambor mayor, señorita Kohinata, ¿a qué se debe el honor de su visita?
—No tienes por qué ser tan formal, ¿sabes, Michiyo? —interviene Inoue, ubicándose al lado de la cornista. Quizás pueda matar a dos pájaros de un tiro.
—Verán, Yume y yo estamos haciendo un octeto para metales y percusiones, y nos gustaría que ustedes dos se nos unieran.
Morimoto e Inoue intercambian miradas por un instante, sonriéndose entre ellas.
—Aceptamos —dicen al unísono.
—¿Cuál es la pieza que vamos a tocar? —pregunta Morimoto.
—Follow Me, de Tadashi Adachi.
Inoue toma una actitud pensativa ante la respuesta de Yume. Espero que, de conocer la pieza, no la considere muy difícil para sus habilidades.
—Esa pieza tiene un vibráfono bastante protagónico —comenta—. Si me permiten sugerirles a alguien, Tsubame Kayama, aunque no tiene un sentido rítmico muy desarrollado que digamos, tiene un talento especial para las percusiones melódicas. Estoy segura de que ella y yo podremos hacer un buen equipo percutivo.
Tsubame Kayama, ¿eh? Sé que es compañera de clases de Kumiko y sus amigas, y que no ha pasado las audiciones en estos dos años. No es un nombre que se me cruce por la cabeza a la hora de elegir con quién tocar, pero si Inoue la recomienda debe ser por algo.
—Bien, intentaremos reclutarla. Gracias por la sugerencia.
Yume hace una venia mientras hablo y ambas nos retiramos en busca de otros integrantes para nuestro ensamble.
Analizando detenidamente las partituras de Follow Me, me doy cuenta que la primera trompeta en realidad está escrita para tres instrumentos: una trompeta como tal, una trompeta pícolo y un fiscorno, que es una especie de corneta con pistones y un sonido más grabe que el de una trompeta normal. Mi padre tiene uno de esos en su colección, pero nunca en mi vida he intentado tocarlo. Espero poder acostumbrarme a él a tiempo para el concurso.
Medito sobre ello mientras camino con rumbo al salón de la sección de bajos. Es casi la hora de irnos a casa y, entre las clases, los ensayos seccionales e individuales, no he podido ver a Kumiko desde que nos despedimos en la mañana. Espero poder aprovechar la ocasión para reclutarla, y quizás también a Mirei Suzuki si logro encontrarla.
Al llegar a mi destino, es precisamente a la más alta de las Suzuki a quien encuentro, terminando de guardar sus partituras. Al parecer ensayaba a solas.
—Disculpa, ¿Kumiko está por aquí? —pregunto. Ella niega con la cabeza.
—Tengo entendido que está ensayando a solas, aunque creí que estaría con usted.
—Entiendo. Por cierto, me gustaría invitarte a que formes parte del ensamble que estoy organizando.
—Lo siento mucho, señorita Kousaka, pero ya estoy en otro ensamble junto a Kanade.
Mirei, algo apenada, hace una reverencia en frente de mí. Admito que ver a alguien tan alto haciendo eso es algo intimidante. Por otra parte, Kanade se me adelantó y reclutó para sí a nuestra mejor tubista, así que tendré que hacer algún ajuste de último momento.
—Tranquila. Suerte con Hisaishi.
Diciendo esto, doy la vuelta y regreso por donde vine. Me siento frustrada por no haber podido reclutar a Mirei. Esto limita mis posibilidades. En este punto, siento que la opción más adecuada es Katou. He sido testigo de lo mucho que ha progresado y del empeño que le pone a sus ensayos, así que confío en que pueda tocar esta pieza sin inconvenientes.
Camino a la salida de la escuela me topo con Tsukamoto. El chico me da un discreto saludo, viéndose nervioso, antes de apartarse de mi camino y continuar con el suyo.
—Tsukamoto —llamo. Él se detiene, mirándome asustado—. ¿Te gustaría participar en mi ensamble?
—Ah… Sí, seguro, estaré ahí.
Tsukamoto casi sale corriendo mientras habla. Creo que las cosas pueden ser algo incómodas si él no deja de temerme. Quizás también yo debería poner de mi parte y tratarlo con algo de amabilidad.
Al llegar al área de casilleros para cambiar mis zapatos de interiores por los de exteriores, noto que Katou está ahí sola, algo inusual.
—¿Kumiko y Midori no están aquí? —pregunto tras saludarla.
—Midori fue un momento al baño, no creo que tarde —responde la tubista con su habitual ánimo—. Y Kumiko está terminando de organizar el salón de música y devolviendo la llave. A decir verdad, creí que estarías con ella.
—Eres la segunda persona que me dice eso hoy. ¿Tan raro es que ella y yo estemos por nuestra cuenta en la escuela?
Katou adopta una pose pensativa ante mi pregunta.
—Pues ustedes dos pasan bastante tiempo juntas, ya sabes, su noviazgo y todo eso, así que no verlas juntas se está volviendo en la novedad.
—Ya veo.
—Aunque creo que es comprensible que estén algo distantes. Después de todo, estamos algo ocupados con todo el tema del concurso de ensambles… A propósito, imagino que tú ya estás en uno, ¿verdad?
—Así es. Y por cierto, ¿te gustaría ser parte de nuestro ensamble? Necesitamos una tuba.
—¿En serio? —Asiento en respuesta, lo que aumenta la emoción de Katou— ¡Estoy dentro! ¡Prometo no decepcionarte!
Sonrío ante el entusiasmo de la tubista. Midori llega junto a nosotras, también viéndose contagiada por la alegría de su amiga.
—¿Qué estamos celebrando? —pregunta la contrabajista.
—¡Kousaka me invitó a participar en su ensamble!
—¡¿En serio?! ¡Eso es genial! ¡Midori está muy feliz por ti, Hazuki!
Tomando las manos de su amiga, Midori comienza a moverse junto a Katou en círculos, para luego entablar una animada conversación que cambia de tema cada tanto. Suponiendo que todas esperaremos a Kumiko, tomo de mi bolso un libro de texto y comienzo a repasar algunas cosas para los exámenes venideros.
—¡Kumiko! ¡Buen trabajo como presidenta hoy!
Aquellas palabras de la contrabajista me sacan de mi concentración. Mi novia llega junto a nosotras con paso apresurado.
—Perdón por hacerlas esperar. —Tras decir esto, Kumiko me da un pequeño beso en la mejilla. Sonrío en respuesta.
—No hay problema —afirma Katou riendo, restándole importancia al asunto.
En contraste, Midori se torna algo seria.
—Midori cree que es extraño que te disculpes por algo así, Kumiko. —Mi novia parece paralizarse ante las palabras de la contrabajista—. Tardaste por tus labores de presidenta, ¿verdad? Entonces es raro disculparse por ello. Si querías decirnos algo por esperarte, Midori cree que podrías haber dicho algo más hermoso.
Kumiko se pone nerviosa ante las palabras de su amiga, buscando mi ayuda con su mirada. Lastimosamente no sé cómo ayudarle en esta ocasión, además de estar algo de acuerdo con Midori, así que me refugio en el libro que tengo en mi mano.
—Ah, ahora lo entiendo. Gracias —pronuncia mi novia tras un largo silencio.
—¡Sí! —Parece que esas palabras le devolvieron la alegría a Midori, quien da pequeños saltos llevada por la emoción—. Harás tu mejor esfuerzo como presidenta desde ahora, ¿verdad, Kumiko? Es por eso que Midori cree que debes pensar cuándo es mejor que te disculpes. Después de todo, ¿no se molestarán los menores si la presidenta se disculpa con ellos?
—Eso creo…
—En todo caso, ¡Midori está muy complacida de que le hayas dicho que gracias!
Kumiko sonríe, mostrándose aliviada ante la alegría de su amiga. Supongo que esa conversación terminó, así que guardo el libro en mi bolso. Las cuatro comenzamos a caminar para salir de la escuela, siendo Midori y Katou las que van al frente, al parecer hablando sobre alguna película que vieron hace poco, basándome en los sonidos que hacen imitando los efectos sonoros de aquel filme. Creo que podría ser el momento adecuado para intentar reclutar a Kumiko, pero la inseguridad ante la posibilidad de que ella me rechace me cohíbe un poco. Supongo que tocaré el tema poco a poco.
—Quise reclutar a Mirei Suzuki, pero ella ya está en un ensamble y me rechazó —comento.
—Si mal no estoy, ella está en el ensamble de Kanade.
—Ella es bastante talentosa para reunir personas.
—Para bien o para mal, lo es. Por cierto, tú también has estado reclutando gente, ¿verdad, majestad? Una de las cornistas me dijo que fuiste a su sección.
—Ah, así que lo sabías.
Sabía que algunas habladurías volaban dentro de un grupo de adolescentes, pero no pensé que ocurriera a ese nivel. Kumiko parece notar mi incomodidad, por lo que se refugia en el calendario que saca de su bolso.
—Ahora que lo pienso, ayer fueron las nacionales, ¿verdad? Vi los resultados en las noticias.
Como si la sola mención del tema fuera un ritual de invocación, Midori gira de repente, sorprendiéndonos.
—Ryuusei y Myoujou obtuvieron oro. Es una pena que Shuutou solo obtuviera plata.
Esta fue una sorpresa para mí cuando me enteré, gracias a mi padre anoche. Ryuusei logró este año lo que nosotros no logramos el año pasado, y eso me hizo sentir mal al recordar mi terrible interpretación en esa ocasión.
—¡Espera, oro! —exclama Katou—. ¿No es muy asombroso que Ryuusei lo consiguiera?
—¡Lo es! En las noticias se refirieron a ello como un "milagro para una pequeña escuela masculina".
En contraste con el impacto que la noticia generó en Katou, Midori se ve bastante emocionada, moviendo sus brazos mientras habla.
—¿No fue un poco estúpido para ese gran profesor ir y ser especial en una pequeña escuela masculina como lo es Ryuusei? —insiste Katou.
—Bueno, Ryuusei solía obtener solo bronces en las competencias prefecturales. Si te fijas en sus instrumentos, estos tienen un aire antiguo.
—Y sin embargo, Kitauji perdió ante esos instrumentos destartalados. El baño dorado de sus tubas se estaba desprendiendo.
Katou se cruza de brazos mientras habla. Aunque su queja solo tiene fundamento en el ámbito estético. Que se desprenda el baño dorado de un instrumento es el menor de los problemas que el uso exhaustivo puede traer, y que sea el único es algo que depende tanto de su intérprete como de su propietario. Mucho del presupuesto de las bandas escolares está destinado al mantenimiento de los instrumentos.
—Tubacabra también tiene algunos puntos en los que el baño dorado ha desaparecido —interviene Kumiko. Tubacabra es el nombre que Katou le dio a su tuba.
—¡Eso no es importante! —protesta la tubista haciendo un puchero. Midori, Kumiko y yo reímos.
—El año pasado Kitauji se estaba presentando en las nacionales a esta hora —comenta Kumiko, volviendo al ambiente algo nostálgico que teníamos instantes atrás.
—¿Estás frustrada? —pregunta Katou, girándose algo nerviosa y tomando la mano de mi novia.
—Estás siendo sentimental. —Una sonrisa acompaña aquellas palabras de mi novia—. Ahora no me siento frustrada, pero lo estuve cuando obtuvimos el oro simbólico en Kansai. Ahora sé que no nos queda más que dar lo mejor de nosotros.
—¡Bien dicho, presidenta!
Con energía renovada, Katou palmea la espalda de Kumiko en señal de apoyo. Midori las observa con una enorme sonrisa.
—¡Te estás volviendo más y más presidencial, Kumiko! —asegura la contrabajista.
—¿En serio?
—¡Sí! ¡Midori lo garantiza!
Este ambiente algo más optimista me da algo de valor para hacer la propuesta de que Kumiko toque en mi ensamble. Es hora de arriesgarme.
—Kumiko, ¿ya decidiste estar en algún ensamble? —pregunto.
—Aún no.
—Entonces, ¿te gustaría tocar en el mío?
Kumiko se detiene de golpe, mirándome con sus ojos abiertos a su máxima expresión.
—¿Es en serio? —Asiento en respuesta a su pregunta—. Pero creí que le habías pedido ser parte de tu ensamble a Michiyo, la líder de la sección de cornos.
—Así es, también lo he pedido a otras personas. Por ejemplo, a Katou se lo pedí mientras te esperábamos.
—¿En serio?
—Sip —interviene Katou—. Ella dijo que necesitaban una tuba, así que accedí. ¿Vas a unirte a nosotros también, Kumiko?
—Bueno, lo haré, pero… ¿Qué planeas hacer con una trompeta, un corno francés, una tuba y un bombardino? ¿Pretendes formar un quinteto de metales, majestad?
Niego con la cabeza mientras sonrío victoriosa.
—Estoy apostando a un octeto de metales y percusiones.
—Metales y percusión… —medita Kumiko—. ¿Cuál es la pieza que vamos a tocar?
—Follow Me, de Tadashi Adachi.
—Oh, esa pieza es arriesgada —interviene Midori—. Es una pena que no lleve contrabajo. A Midori le habría encantado que tocáramos las cuatro.
—¿No habías planeado hacer un dueto de contrabajos con Motomu? —pregunta Katou—. Aunque sea para ganar el premio de la votación popular.
—Sí, pero eso no quita que Midori quiera tocar con ustedes alguna vez…
—Para un octeto necesitamos ocho personas. ¿Ya las tienes todas, majestad? —pregunta Kumiko mientras que Midori y Katou se pierden en su propia conversación.
—Casi, solo me falta un percusionista.
—¿Ya le preguntaste a Junna, la líder de la sección?
—Sí, y aceptó, pero esta pieza requiere dos percusionistas. La propia Inoue me recomendó a Tsubame Kayama, de tu clase, para ese fin, pero aún no le he preguntado.
—¿Están hablando de Tsubame? —interviene Katou.
—Ustedes dos son amigas, ¿verdad? —pregunta Kumiko. Katou asiente con orgullo.
—Así es. Nos hicimos cercanas el año pasado cuando estábamos en Monaka, y ya que estamos en la misma clase este año, hemos forjado una gran amistad.
—Bien, ya que son amigas, ¿por qué no invitas a Tsubame a nuestro grupo?
—¡Déjamelo a mí! —declara la tubista con una sonrisa—. Demostraré que puedo ser útil de vez en cuando.
Aquella sonrisa brillante me dio la suficiente confianza para asegurar que ya tengo a los ocho integrantes del ensamble. Quizás no sean todos los que planeé en primer lugar, pero confío en que podamos obtener la victoria.
Continuará…
