Interludio Opus 43

En estos días tan agitados, tener algo de tiempo para compartir con los seres queridos es algo que siempre se agradece, en especial si esos momentos son dentro de la escuela, como ahora que Kumiko, Midori, Katou y yo estamos almorzando juntas. Extrañaba juntarme con ellas, escuchar sus animadas conversaciones y ocasionalmente hacer algún comentario. Si bien ellas manejan un montón de temas de conversación, no es de extrañar que algo relacionado al concurso de ensambles saliera a la palestra.

—Convencer a Tsubame de unírsenos fue más difícil de lo que pensé —comenta Katou tras dar un gran suspiro.

—Es verdad —concede Midori—. Tsubame estuvo un buen rato intentando convencernos de buscar a alguien más. Al parecer, estar en un mismo ensamble que Reina es algo intimidante.

—Bueno, al estar junto a alguien tan talentoso en un grupo pequeño, sientes miedo de no poder apoyar y complementar correctamente su sonido; de equivocarte y arruinarlo todo. —Katou lanza un suspiro que, de una u otra forma, se siente nostálgico—. ¿Recuerdan los ensambles que hicimos a principio de año para el concierto anual? —Todas asentimos en respuesta—. Kumiko y Midori saben lo insegura que estaba respecto a fallar ante ti, Kousaka. Ellas me ayudaron un montón a superar esas inseguridades y, al final del concierto, cuando todo salió bien, me sentí muy orgullosa de mí misma. Le conté a Tsubame sobre esto y creo que eso fue lo que la convenció de unírsenos.

—Ya veo… —A decir verdad, escuchar el testimonio de la tubista me causa cierta incertidumbre. Lo que opinen los demás de mí es algo que no suele importarme, pero eso no quiere decir que no me afecte saber que el rendimiento de los demás pueda verse afectado por mi sola presencia—. Menos mal tenemos en nuestro ensamble al centro de consejería.

—Creí que eso había quedado atrás con el retiro de Yuuko —protesta Kumiko, causando risas por parte de sus amigas.

—Quizás el nombre sí, pero la presidenta de la banda también debe dar consejos a los demás miembros cuando lo necesiten, ¿verdad? Es por esto que, en la práctica, el centro de consejería sigue abierto, al menos hasta que nos retiremos en un año.

Kumiko suspira, recostándose sobre la mesa.

—Definitivamente tengo que aprender a decir que no antes de tomar más responsabilidades de las que puedo.

—Lo estás haciendo bien, y estamos aquí para apoyarte —decimos a la vez Midori y yo. Debo darme prisa.

—¡Feliz helado! —exclamo justo antes de que Midori pueda decirlo. Ella hace un puchero que se ve bastante tierno.

—¿Qué se siente ser derrotada en tu propio juego, Midori? —se burla Katou.

Las cuatro reímos y el tema de conversación se torna más trivial.


—Eh, se siente un poco extraño hacer este tipo de presentaciones a estas alturas, pero soy el trombonista Shuuishi Tsukamoto. Es un gusto que nos encontremos aquí.

Debo admitir que Tsukamoto tiene razón en que se siente extraño, pero considero que, dado que no todos los que estamos aquí solemos interactuar entre nosotros a menudo, es algo necesario que hagamos al reunirnos aquí, en el salón de economía del hogar, para ultimar detalles acerca de nuestros roles, horarios de ensayo y todo eso.

—Ah, yo soy la trompetista Yume Kohinata. Estoy agradecida de ser la única de primero aquí.

La menor acompaña sus palabras con una venia bastante pronunciada.

—Soy la percusionista Junna Inoue. Es un gusto estar aquí con ustedes.

—Ah, soy la percusionista Tsubame Kayama.

En cierta forma, Inoue y Kayama me recuerdan a Yume y a mí: una talentosa chica segura de sí misma junto a otra más insegura y con un aparente potencial oculto.

—Soy Kumiko Oumae y toco el bombardino. Es un placer estar aquí.

—¡Soy Hazuki Katou! ¡Toco la tuba!

La forma enérgica en que la tubista levantó su mano y se presentó hizo que Morimoto, a su lado, soltara una risa discreta.

—Soy Mi… —No sé si es debido a su risa o a sus nervios, pero la voz de Morimoto se quiebra un poco al hablar—. Michiyo Morimoto y toco el corno francés. Estar rodeada por los altos mandos me hace sentir algo nerviosa.

—¿Estás nerviosa con tus compañeros de clase? —interviene Inoue.

—¿No estás nerviosa, Junna?

—Para nada.

Riendo, Inoue da una palmada por la espalda a Morimoto, en plan bromista. Por lo que puedo notar, ellas dos son bastante cercanas.

—Y yo soy la trompetista Reina Kousaka. Perdón por pasar inmediatamente a nuestro tema principal, pero tenemos menos de un mes antes de nuestro concurso preliminar interno, así que me gustaría que enfoquemos nuestros esfuerzos en esto. Dicho esto, procederé a entregarles sus partituras.

Dicho y hecho. Un par de segundos después, ya todos están revisando sus partituras.

—¡¿Qué?! —exclama Kayama con expresión aterrada—. ¿Por qué tengo que tocar tantos instrumentos? ¿Y por qué el vibráfono?

—Escuché que tienes un talento especial para las percusiones melódicas —respondo, tratando de no sonar demasiado fría—. ¿Puedes hacerlo?

—Bueno, no diría que soy inútil en eso.

Mientras habla con bastante inseguridad, Kayama codea con insistencia a Inoue.

—Bueno, Tsubame no está acostumbrada a cambiar constantemente de instrumento —comenta Inoue, rascando su mejilla— Aunque, viendo la partitura, yo soy quien más instrumentos tiene que manejar. Además, tenemos partes en las que tocamos juntas, así que, con mi guía, sé que estarás bien.

—Pero el vibráfono es importante en esta pieza —insiste Kayama—. Y también tengo que tocar los timbales, y no tengo independencia de pies y manos para manejar los pedales.

—Oh, no te preocupes por eso. Esta pieza no requiere que los timbales cambien su afinación, por lo que no tienes que usar los pedales, así que estarás bien. —Inoue acompaña sus palabras con una sonrisa—. Respecto al vibráfono, eres realmente buena con él, al igual que con la marimba. ¿No crees que todos podremos tocar mejor si tú muestras tus verdaderas habilidades?

—Si tú lo dices, Junna, está bien.

Tal parece que Inoue le dio a Kayama la suficiente confianza para quedarse. Con esto resuelto, ya puedo entregarle a Kumiko la hoja con los miembros de nuestro ensamble, para formalizar todo.

—Presi —llamo. Kumiko parecía estar distraída viendo a las percusionistas conversar, lo que explicaría la leve expresión de sorpresa que tiene al mirarme—. Te entrego esto.

—Ah, gracias, majestad.

—Con esto, ya todos los cornos están ocupados, ¿verdad? —comenta Tsukamoto, viendo la hoja sobre el hombro de mi novia.

—Por cierto, ¿por qué aceptaste unirte a este ensamble? De seguro hay otros grupos necesitando un trombón.

Hay cierto tono de hostilidad en la voz de Kumiko, algo que me causa curiosidad.

—Bueno, Kousaka tiene una expresión realmente aterradora, así que dije que sí cuando me preguntó.

Mi novia emite un sonido de m alargada con algo de incredulidad en respuesta.

—De hecho, pensé que me habías dicho que sí por cortesía, pero que no te aparecerías por aquí —comento en son de burla.

—¡Oye! Ante todo, soy un hombre de palabra, ¿sabes? —Kumiko ríe ante la protesta de Tsukamoto—. Y tú, Kumiko, como presidenta, ¿no crees que Kousaka sabe que soy lo suficientemente bueno como para encargarme de esto? Además… —El chico golpea el papel que le di a mi novia con sus dedos—, la mitad de los miembros de la banda ya formaron sus ensambles.

—Ya lo sé, no tienes que decírmelo.

Tras afirmar aquello, Kumiko guarda la hoja en una carpeta junto con las demás hojas de los ensambles ya establecidos. Durante este tiempo, Katou nos ha estado observando, y no es hasta que Tsukamoto se aleja de nosotras que ella aparta la mirada y se pone a conversar con Kayama.

—Me pregunto si a Hazuki aún le gusta Shuuichi —murmura mi novia.

Aquellas palabras hacen que llegue a mi mente el recuerdo de hace más de un año. En esa ocasión, una desprevenida Kumiko me sujetó por la muñeca mientras le decía a Tsukamoto que ya tenía planes conmigo, sin ser verdad ni darse cuenta de que era a mí a quien había agarrado. Katou llegó y pidió hablar con el chico, quien solo accedió por insistencia de mi ahora novia. Gracias a ese incidente fue que decidí llevarla por primera vez al Monte Daikichi, y en consecuencia nos hicimos amigas. Tiempo después, Kumiko me confesó que lo hizo no solo para evadir posibles avances de Tsukamoto por reconquistarla, sino también porque Katou poco antes le había dicho que a ella le gustaba el chico y que aprovecharía para declararse durante el festival Agata, así que optó por dejarla avanzar y hacerse a un lado. Como es de suponer, Tsukamoto rechazó a Katou en esa ocasión, mientras ella decidió ayudarlo en su idea de reconquistar a Kumiko.

—De ser así, ¿por qué ella no ha hecho ningún movimiento para intentar conquistarlo tras enterarse de que tú y yo somos novias? —pregunto susurrando en el oído de mi novia, que cubre su boca con rapidez, indicando que estaba pensando en voz alta—. Sea como sea, esta es la oportunidad para comprobarlo.


Tras un arduo día en Kitauji, dirigirnos a casa da cierta sensación de alivio. Debido a que estamos en plena hora pico, Kumiko y yo estamos de pie buena parte del trayecto en el vagón del metro. Por suerte, a medida que este avanza, el número de personas a bordo disminuye hasta el punto en que podemos sentarnos por unos minutos antes de llegar a nuestra estación de destino.

—¿Por qué invitaste a Shuuichi, majestad? —pregunta mi novia. Hago contacto visual con ella apoyando mi rostro sobre mis manos.

—Porque él, después de todo, es talentoso.

—¿En serio?

—¿No me crees, presi? —cuestiono algo risueña.

—Eso no fue lo que quise decir.

Me causa gracia ese puchero con el que Kumiko acompaña sus palabras, que más que acompañarlas, parece contradecirlas.

—Más te vale que me creas, porque lo es. Además, también lo hice para crear lazos de fraternidad con él, con el fin de hacer un buen trabajo en equipo ahora que los tres estamos al mando.

—Incluirlo en tu ensamble es un movimiento muy astuto de tu parte, como es de esperarse de una reina como tú.

—Gracias por el alago, pero creo que lo correcto es decir que el ensamble es de Yume.

—¿En serio? —Kumiko abre sus ojos a su máxima expresión. Asiento en respuesta—. Qué sorpresa. Pensaba que habías sido tú la que le habló primero.

—Según sus palabras, ella quería tocar Follow Me conmigo desde secundaria y vio la oportunidad perfecta de hacerlo aquí, además de que las otras trompetas ya están en otros ensambles. Fue por eso que me invitó.

—Yume ha avanzado bastante. Se necesita mucho coraje para que un menor invite a un mayor.

—Tienes razón. Por eso, y por su enorme talento, fue que le dije que sí.

—¿Entonces priorizas tus invitaciones basándote en el talento, majestad?

—Más que en el talento, simplemente le pregunté a aquellos con quienes tenía una idea clara para tocar, aunque hubo quien me rechazara, como Mirei Suzuki.

Kumiko toma una actitud pensativa al escuchar esto, mientras que su mirada se torna triste.

—Entonces, cuando me preguntaste, ¿significa que fuiste rechazada por Kanade?

De todas las preguntas que ella podría hacerme, esa no estaba en las posibilidades que me habría planteado. ¿En serio Kumiko pensó que le preguntaría a otra bombardinista antes que a ella?

—¿Lo odiarías? —pregunto, aún consternada.

—No diría que lo odiaría, pero… —Kumiko aparta la mirada, aferrándose a su bolso. Suspirando, añade—: Sí lo odiaría.

—¿Por qué?

—Me gustaría ser la mejor, para que tú me elijas, majestad.

Noto un leve rubor en sus mejillas. Poco a poco Kumiko comienza a tener ambiciones, y eso me gusta. No quisiera que mi novia se quede estancada sin saber qué hacer con su vida, así que estos pequeños avances me hacen sonreír.

—Con toda honestidad, nunca invité a Kanade. Tú siempre fuiste mi primera opción.

Kumiko voltea a mirarme con algo de incredulidad.

—Te tardaste en preguntarme.

—Es porque sabía que no te unirías a ningún otro ensamble, presi.

—¿Qué? Estás mintiendo.

Ahora es mi turno de apartar la mirada. Intento actuar despreocupada, pero sentir la mirada insistente de mi novia hace que me resigne. Es justo que yo también revele mis miedos, aunque el tiempo haya demostrado que estos eran infundados. Dando un suspiro, vuelvo mis ojos hacia ella y le acaricio con suavidad su esponjoso cabello.

—Admito que temía que sí te unieras a otro ensamble. Cuando lo conversamos por primera vez, dijiste que podría seguir lo que otros hicieran. Y en secundaria siempre eras de las primeras en ser escogida. Por eso dudé.

—¿Por qué?

—Odiaría que me rechazaras.

Siento mis mejillas arder tras decir aquellas palabras. Kumiko me da una brillante sonrisa que me hace lamentar estar en el metro y no poder besarla a gusto.

—A decir verdad, también quería tocar contigo, majestad. —Diciendo eso, Kumiko se recuesta sobre mi hombro. Nuestras manos se juntan y nuestros dedos se entrelazan—. Gracias por pedírmelo.

—No tienes que agradecerme. Después de todo, eres la mejor de las bombardinistas.

—Escuchar eso me hace feliz.

A mí también me hace feliz este momento. Quisiera que no terminara nunca, pero la vida continúa su curso sin detenerse, y ser la mejor del mundo no da espera.

Continuará…