Concierto de ensambles
Kumiko, Tsukamoto y yo permanecemos con la mirada fija en una hoja de papel que contiene los catorce ensambles inscritos para nuestro concurso interno. Una variopinta selección tanto de temas como de alineaciones se presenta ante nuestros ojos, dándonos la responsabilidad de elegir en qué orden se presentarán ante el público.
—Creo que el orden de inscripción es ya lo suficientemente justo, ¿qué opinan? —habla Kumiko sin apartar la vista del papel.
—No lo sé. —Tsukamoto se lleva su mano a la quijada, en actitud pensativa—. Siento que los ensambles de vientos metales están muy juntos. Creo que es mejor intercalarlos de algún modo.
—Estoy de acuerdo con Tsukamoto —concedo. Kumiko me mira sorprendida—. Aunque ordenarlos de forma aleatoria podría también dar como resultado que los ensambles de vientos metales queden agrupados.
—Buen punto, pero podríamos hacer un resorteo si eso llega a pasar —insiste el chico.
—Tienes razón.
—No sé qué planetas se alinearon para que ustedes dos estén de acuerdo en algo —interviene Kumiko con una sonrisa—, pero ya que se dio ese milagro, no puedo oponerme a ustedes.
Tomando unas tijeras, mi novia corta la hoja en catorce partes, cada una con uno de los ensambles en ella. Luego las dobla con cuidado de no romperlas y las deja de nuevo sobre la mesa, revolviéndolas con suavidad. Tras esto, ordena los trozos de papel en una hilera y los desdobla, dejándonos ver el nuevo orden que tienen los ensambles. Mirándonos entre nosotros, unas sonrisas afloran en nuestros rostros. Los tres asentimos, aprobando este nuevo orden de presentación.
Sin saber a ciencia cierta cómo, el consejo que Kumiko le dio a Kayama de sincronizar su respiración con la de los demás ha dado resultado. En estas semanas, su ritmo ha sido más consistente gracias a ese detalle, lo que ha magnificado la belleza de su sonido, tanto en el vibráfono como con los otros instrumentos percutivos que ella interpreta en Follow Me. En consecuencia, Katou ha adquirido mayor seguridad al tocar, lo que hace que sus notas tengan mayor claridad. Pese a esto, no puedo sentirme confiada. He oído algo de los ensayos de los otros ensambles y puedo decir que también tienen un buen nivel. Debo admitir que este ambiente competitivo me agrada. Pese a que las posibilidades de ganar de nuestro ensamble se reducen con ello, saber que todos mis compañeros están dando lo mejor de sí en este concurso me llena de orgullo. Si logramos mantener este entusiasmo y transmitirlo a los venideros nuevos miembros, estoy segura de que el oro en las nacionales será una realidad el próximo año.
—Ubiquen las sillas dejando espacio suficiente para que las personas puedan caminar entre ellas. Siete en cada fila para un total de seis filas —ordeno.
Es el día previo a nuestro concurso. Para ahorrar tiempo, decidimos sacrificar esta tarde de ensayos para organizar el gimnasio de la escuela y dejar todo listo para mañana. La banda se dividió en tres equipos, liderados por cada uno de los dirigentes, repartiéndose la limpieza y la organización del gimnasio, así como el transporte de los pesados instrumentos de percusión desde el salón de música.
—No olviden cambiar el agua con la que limpian los pisos —indica Tsukamoto. Un grupo de chicas sobre el escenario responden con un sí colectivo bastante animado.
—Parece que tienes algunas admiradoras por ahí, Tsukamoto —comento. El chico aparta la vista ruborizándose un poco.
—No sabía que ya nos lleváramos así, Kousaka.
—Solo comento lo que veo —hablo encogiéndome de hombros y sonriendo victoriosa.
—Quizás ves cosas donde no las hay.
—Vamos, eres amable, bondadoso y guapo. No es de extrañar que haya chicas y algún que otro chico que gusten de ti.
El tono rojizo en las mejillas de Tsukamoto aumenta. Ahora entiendo qué le gustó de él a Kumiko cuando salieron hace un tiempo. Se ve tierno de esa forma.
— No quisiera malinterpretar esto, señorita Kousaka —interviene Asakura a mi espalda—, pero ver al joven Tsukamoto sonrojado al hablar con usted no es muy difícil de ignorar.
—¡No, no, no, no es lo que parece, señorita Asakura! —La exagerada reacción de Tsukamoto, moviendo sus manos de lado al lado al hablar, me hace soltar una carcajada— ¡No te burles, Kousaka!
—Perdón, pero toda esta situación es risible. Aunque no lo creas, me agradas, y quiero que nos llevemos bien ahora que estamos en el equipo Oumae, por el bien de Kumiko.
Aún sonrojado, Tsukamoto me brinda una sonrisa, la primera desde que nos conocemos, y extiende su puño hacia mí, con la intención de chocarlo con el mío, gesto que imito.
—Por el bien de Kumiko —dice cuando nuestros puños entran en contacto.
A lo lejos veo a Kayama y a mi novia llevando el vibráfono hacia la tarima del gimnasio. Si bien este instrumento tiene ruedas que facilitan su transporte, su tamaño y peso dificultan su desplazamiento cuando hay escaleras involucradas. Me apresuro a llegar junto a ellas, notando que Tsukamoto me sigue.
—¿Necesitan ayuda? —pregunto al alcanzarlas.
—Sí, gracias. —Kumiko sonríe al hablar—. Subir esta cosa a la tarima será complicado solo entre dos personas.
—También fue complicado bajarlo del salón de música, ¿verdad? —comenta Tsukamoto. Kumiko asiente.
—Por suerte Hazuki y Michiyo nos ayudaron —interviene Kayama.
Mi novia y la percusionista se ubican en el extremo agudo del instrumento, mientras que Tsukamoto y yo lo hacemos en el grave. A la cuenta de tres, los cuatro levantamos el vibráfono y, con cuidado, subimos la pequeña escalera que comunica a la tarima con el área designada al público. Una vez arriba, posamos con suavidad al instrumento en el piso, exhalando aliviados al librarnos de aquel peso.
El gimnasio está prácticamente lleno. Un montón de chicos de las secundarias cercanas han asistido, supongo que en plan de investigación de nuestra banda antes que solo por el hecho de disfrutar nuestra música. También hacen acto de presencia los alumnos retirados de tercero. Debo admitir que me causa curiosidad ver a Yoroizuka en el público.
—Creí que estaría en el ensamble que armó Yuuko —le susurro a Kumiko, señalando a la oboísta.
—Ella se está preparando para sus exámenes del conservatorio, así que rechazó la invitación.
—Ya veo.
Tiene sentido. Por más talentoso que seas, no es recomendable abarcar muchas cosas, con tal de no cargarte de demasiadas responsabilidades.
Uno a uno, los diferentes ensambles van desfilando por la tarima, llenando de música el ambiente con diferentes géneros. La versión de la Tarantela de Satoshi Yagisawa hecha por el sexteto de metales liderado por Mirei Suzuki es muy buena. Noto a los asistentes bastante animados al escucharla, y me sorprende el buen equipo que Asakura y Yoshisawa hacen en las trompetas. También me llama la atención de forma particular la interpretación que el cuarteto de clarinetes hace de Revolucionario, de Astor Piazzolla. Son bastante buenos y su versión de aquella mezcla de música académica y tango llega al público de una forma única. Si bien los otros ensambles también hacen un buen trabajo, estos dos realmente son un fuerte contendiente para la victoria.
Es el turno del dueto de contrabajos. Midori y Tsukinaga tocan el minueto en sol mayor de Beethoven con elegancia, sin mayores pretensiones al no estar compitiendo por representar a la escuela en el Concurso nacional de ensambles. Casi nos toca, y Kumiko está embelesada por el sonido de los contrabajistas.
—Kumiko —llamo mientras el público aplaude al dueto, cuya interpretación acaba de terminar.
Tomo su mano y juntas nos dirigimos a la parte de atrás del escenario, donde nuestros seis compañeros están formando un círculo. Yume tiene una expresión seria en su rostro, que parece algo pálido. Tsukamoto frota sus manos con nerviosismo. Katou golpea con suavidad sus mejillas, queriendo ahuyentar sus temores. Kayama juguetea con sus mazos. Inoue y Morimoto intercambian miradas silentes.
—Hemos tenido unos ensayos maravillosos —hablo—, y me alegra por fin mostrar los frutos de nuestro esfuerzo a todos. ¡Apuntemos a ganar las preliminares!
—¡Sí! —responde Tsukamoto, poniendo su mano al frente, en el centro del círculo.
Casi de inmediato, Yume pone su mano sobre la del vicepresidente, seguida por Kayama, Katou Inoue, Morimoto y Kumiko. Si bien este tipo de actos no es mi estilo, sonrío y pongo mi mano sobre la de los demás. Tsukamoto inhala profundamente.
—¡Vamos, Kitauji! —exclama tratando de no subir demasiado su voz, forzándonos a subir nuestras manos.
—¡Sí! —respondemos los demás de igual manera.
Yume suelta la risa y noto con beneplácito que su rostro ha recuperado su color. Los demás también reímos, mandando nuestros nervios lejos de nosotros. Una de las personas de logística nos indica que es nuestro turno de subir al escenario.
—A continuación, el ensamble número 12: un octeto de vientos metales y percusiones, interpretando Follow me, de Tadashi Adachi.
Mientras el anunciador nos presenta, nos ubicamos en nuestros lugares. Veo varios rostros conocidos en las primeras filas, lo que me lleva a sonreír. Es nuestra ocasión para lucir lo que hemos ensayado en estas semanas. Inoue y Kayama inician con esa pequeña melodía al unísono, una en un glockenspiel —un pequeño instrumento de percusión melódica— y la otra en el vibráfono. Un golpe a un platillo marca mi entrada, haciendo un pequeño solo con el fiscorno junto al acompañamiento de las percusiones melódicas. Kumiko hace una pequeña melodía que antecede a la entrada de Katou, conduciendo a un acorde sostenido por parte de la tuba, el bombardino, el trombón y el corno francés. Kayama da unos golpes al gong a un ritmo lento, sirviendo como base a una serie de acordes que hacemos los vientos, una melodía lenta que concluye con las percusiones marcando un ritmo rápido sobre el que la tuba, el bombardino, el trombón y el corno hacen un patrón armónico que sirve de base a mi segundo solo con el fiscorno. Tras este, Yume, con una sordina en su trompeta, y Kumiko tocan una melodía juntas, a la que los demás vientos nos unimos, respaldados por el vibráfono de Kayama mientras Inoue marca el ritmo en el redoblante. Luego de esto, el ritmo se ralentiza. Esta era la parte que más problemas nos daba al inicio, pero ahora fluye sin inconvenientes. Kumiko, Katou y Kayama tocan con una coordinación perfecta, siendo la base para mi tercer solo, esta vez con la trompeta, seguido de un dueto entre Yume y Morimoto al que luego me les uno con la trompeta pícolo, siendo la antesala a un bello solo de bombardino que concluye con un acorde de los metales. Las percusiones vuelven al ritmo rápido para finalizar el tema con una fanfarria de los metales.
El aplauso del público no se hace esperar. Sonriéndonos entre nosotros, hacemos una venia y nos retiramos del escenario, prestos a escuchar a los ensambles restantes. Estoy más que satisfecha con nuestra actuación, y espero que nuestro sonido haya llegado tanto al público como a nuestros compañeros. Siendo lo más objetiva que puedo, presiento que la victoria estará entre nosotros, el sexteto de Mirei Suzuki y el cuarteto de clarinetes, aunque solo el tiempo dirá si tengo o no la razón.
Continuará…
