Coda agridulce

El proceso de conteo de votos está resultando ser intrigante y tedioso a la vez. Una a una, las papeletas se acumulan sobre las mesas en el salón de música, organizadas por el número del ensamble correspondiente al orden en que interpretaron. Con el fin de agilizar el proceso, los líderes de sección y los altos mandos de la banda estamos en esta labor, divididos entre la votación general y la interna. Al supervisar la general, me doy cuenta que mi predicción está siendo parcialmente acertada. Los grupos de papeletas más abultados están siendo los que corresponden a nuestro ensamble, al sexteto de Mirei, el cuarteto de clarinetes y, de forma algo sorpresiva, el dueto de contrabajos.

Por otra parte, si bien desde mi posición no puedo ver de quiénes se trata, sí noto cuatro grupos relativamente grandes de papeletas en el lugar donde Kumiko revisa la votación interna. Quiero ganar. Quiero que el octeto que Yume y yo hicimos sea el que represente a Kitauji, pero no puedo negar que los otros ensambles que lideran la votación, al menos la popular, hicieron un excelente trabajo, en especial el cuarteto de clarinetes. A decir verdad, habría votado por ellas de no ser por mi orgullo y deseos de ganar.

—¡Uf! Por fin terminamos de organizar las papeletas —exclama Inoue a mi lado, estirando sus brazos hacia arriba.

—Bien, entonces procedamos con el conteo —indico—. Para garantizar la transparencia, ninguno de nosotros podrá tocar los grupos correspondientes al ensamble en que participamos.

Dicho esto, nos ponemos de nuevo manos a la obra. Tomo con cuidado el grupo de votos a favor del dueto de contrabajos, los organizo y comienzo a contarlos. El proceso transcurre en silencio. Aquellos que eligieron los ensambles menos votados hacen el conteo de más de uno, anotando los resultados en papel para no distraer al resto. El proceso termina en menos de cinco minutos, tanto para las votaciones generales como para las internas.

—Bien, es hora de ver los resultados —dice Tsukamoto, tomando una tiza y haciendo en el tablero una tabla con los catorce ensambles, dejando espacio para la cantidad de votos obtenidos en ambas encuestas—. Empecemos con el número uno, el septeto de percusiones.

Midori levanta su mano.

—El septeto de percusiones obtuvo dos votos en la votación general.

—A su vez, obtuvo cuatro votos en la votación interna —anuncia Kumiko.

—Bien… —Tsukamoto anota los datos en la tabla—. Ahora el número dos, el sexteto de metales.

—Cuarenta y tres votos en la votación general —indica Inoue.

—Y once en la interna —habla Morimoto.

Vaya, también entre nosotros fue bastante considerable el apoyo al sexteto de Mirei. Dado lo bien que lo hicieron, no es algo que me sorprenda, en especial sabiendo que los mejores integrantes de primero estaban ahí.

—Ahora el número tres, el trío de cornos franceses.

—Cinco votos en la votación general —anuncia Ririka, quien está con nosotros por ser la líder de la sección de los instrumentos de doble lengüeta, al no haber nadie de segundo que toque un instrumento de ese tipo.

—Cinco también en la interna —dice la líder de la sección de flautas.

—Vale. Ahora el número cuatro, el cuarteto de clarinetes.

Ririka suelta una discreta risilla ante esta pequeña casualidad, a la vez que Inoue levanta su mano.

—El cuarteto obtuvo veintisiete votos generales.

Vaya, son menos de los que esperaba. Creí que superarían los treinta, aunque sigue siendo una cantidad considerable.

—Y a su vez obtuvo doce votos internos —indica Kumiko.

Con esa cifra, ahora ocupan el primer lugar en la votación interna. Esto sin duda es interesante. El recuento de votos continúa al mismo ritmo sin mayores novedades. Ririka suelta un suspiro lastimero al enterarse de que su quinteto de maderas obtuvo dos votos en la votación general y otros tantos en la interna, de la que un trío de saxofones integrado por chicos de segundo obtuvo diez votos, siendo algo que me tomó por sorpresa. Ellos tres lo hicieron bien, pero no esperaba que recibieran tal apoyo por parte de sus compañeros.

—Treinta votos en la votación general para el dueto de contrabajos —anuncio—. Nada mal, Midori.

La contrabajista me sonríe en respuesta, aunque noto cierto aire de tristeza en su rostro. Algo me dice que ella quería ganar la votación general, al ser la única en que competía.

—Bueno, continuamos con el número doce, el octeto de metales y percusiones de nuestra tambor mayor —habla Tsukamoto.

—Si algo aprendí en estos días conviviendo con ustedes es que Kumiko y Tsukamoto son presidenta y vicepresidente de una monarquía —interviene Inoue de forma burlona, desencadenando algunas risas. Kumiko la mira con el ceño fruncido.

—¡Oye!

Inoue se encoje de hombros, manteniendo su sonrisa.

—Vamos, ambos son bastante dóciles ante las órdenes de Kousaka.

Tsukamoto baja la mirada ante esas palabras. A su vez, Kumiko aparta la suya, y un leve rubor se asoma en sus mejillas. La sonrisa de Inoue se agranda con soberbia.

—Bu-bueno, es verdad que Reina tomó las riendas de la dirección musical del ensamble… —Kumiko vuelve a encarar a Inoue, mostrando determinación en su mirada—, pero esa es una de sus funciones como tambor mayor. Además, ella puede ser dócil a mis órdenes de vez en cuando.

Pese a la firmeza en las palabras de mi novia, la sonrisa en el rostro de la líder de la sección de percusiones no solo no desaparece, sino que se torna sugestiva.

—Vaya, ustedes dos son más versátiles de lo que pensé.

El tono rojizo en el rostro de Kumiko aumenta y yo misma siento mis mejillas arder. Tsukamoto aclara su garganta, ganando de nuevo nuestra atención.

—¿Podemos continuar con los resultados de las votaciones, por favor?

—Ah, claro. —La líder de la sección de clarinetes toma el papel donde tiene anotada la cifra que Tsukamoto pidió antes de la interrupción de Inoue—. El octeto de vientos y percusión obtuvo cuarenta y seis votos generales.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras saboreo esta victoria. A falta de saber los resultados de otros dos ensambles —cuyos grupos de papeletas no se ven muy voluminosos—, hemos obtenido la mayor votación general, lo que me alegra bastante. Pero…

—A su vez, obtiene nueve votos internos —indica la líder de la sección de flautas.

Y nuevamente esa sensación de victoria vacía me invade. Se siente similar al oro simbólico, pero en menor medida. Es frustrante, pero no es algo que me haga rabiar a morir. No sé si sea porque los ganadores son conocidos nuestros a quienes vemos en los ensayos generales, o por ser un evento escolar, pero no me siento tan mal como con los oros simbólicos que obtuve antes. Viendo a Kumiko, Tsukamoto, Morimoto e Inoue, puedo notar que el sentimiento es mutuo.


Han pasado dos semanas desde nuestro concurso de ensambles. Ha sido un tiempo en que nuestra concentración ha pasado del ambiente competitivo amistoso a enfilar nuestros esfuerzos en el siguiente gran evento de la banda: el concierto anual de Kitauji que tendrá lugar en marzo, así que, salvo el cuarteto de clarinetes, la banda ha tomado un tiempo para relajarse un poco.

Kumiko, Katou, Midori y yo nos estamos tomando un tiempo el día de hoy para departir juntas antes de regresar a casa. Como es habitual, ellas tres conversan de forma amena mientras yo las escucho, haciendo algún comentario ocasional. Llegando a un parque, Midori y Katou aprovechan para ir a columpiarse mientras Kumiko y yo nos sentamos en una banca cercana. De repente, Katou salta desde el columpio, cayendo con perfección atlética. A su vez, Midori abre sus brazos mientras se eleva.

—Tengan cuidado —advierte Kumiko, quitándole la envoltura a un bollo de carne que compró en un local cercano.

A mí me apetecía algo dulce, así que compré un bollo de chocolate, el cual degusto en este momento. Entre nosotras se hallan dos latas de café helado que adquirimos en una máquina en las afueras de aquel local, una elección extraña en un día frío como este, pero no nos apetece tomar algo caliente ahora.

—¿Quieres una mordida, Kumiko? —ofrezco de mi bollo de chocolate.

Mi novia no duda y acepta mi oferta. Su ceño se frunce cuando aparta su boca del bollo, al parecer analizando la mezcla del chocolate con el sabor de la carne de su bollo, el cual me lo ofrece para que experimente también aquella mezcla de sabores. Pruebo su bollo y, por alguna razón, encuentro agradable esa combinación.

—¡Se están dando besos indirectos! —exclama Midori de forma repentina. Kumiko y yo nos sonreímos con complicidad.

—Ya nos hemos dado bastantes besos directos como para tomarle importancia a los indirectos, pero sí —hablo.

Katou ríe al notar que Midori se desilusiona de que le hallamos quitado romanticismo a los besos indirectos, algo que en los mangas de romance a los que ella es aficionada suele ser parte de alguna trama episódica antes de que los protagonistas se besen por primera vez.

—Ahora que lo pienso, esas chicas deben estar regresando a esta hora —reflexiona la tubista, al parecer refiriéndose al cuarteto de clarinetes.

—Parece que ellas pasaron a Kansai —complementa Midori—. Realmente son especiales.

—¿Lo son? Nosotros también somos bastante buenos—. Katou patea el suelo, aún frustrada por nuestra derrota. Su patada levanta una nube de polvo que hace que Kumiko cierre sus ojos.

—Ellas han mejorado en estas dos semanas —intervengo—. Realmente le están poniendo empeño en conseguir el oro en las nacionales de ensambles.

—Pero nosotros ganamos la votación general —insiste la frustrada tubista.

—Bueno, eso fue una votación popular. En parte me alegra haberla ganado, pero no por ser los más populares significa que somos los mejores —opina Kumiko.

—Nosotros, por desgracia, perdimos con el grupo de Kanade. Midori cree que realmente merecíamos ganar el primer lugar.

—Habría sido increíble que el dueto de contrabajos ganara la votación general —reflexiona Katou.

—Como era una votación del público, Midori pensó que una presentación de ensueño de nuestra parte podría ganar el primer lugar, pero es realmente difícil. Perder ante su grupo también es frustrante, chicas.

Pese a sus palabras, Midori muestra su habitual sonrisa optimista.

—Nosotros también deberíamos estar frustrados con el grupo de Kanade, ya que ellas ganaron el segundo lugar en ambas votaciones. La pieza que interpretaron me parece buena, pero no la veo como una pieza capaz de ganar una competencia. Además, las chicas del cuarteto de clarinetes son bastante talentosas.

Mis palabras reflejan una parte de lo que siento. Mi admiración por las clarinetistas es auténtica y en verdad pienso que su victoria es merecida. Sin embargo, nuestra presentación también fue buena, así que no entiendo por qué solo obtuvimos el cuarto lugar entre nuestros compañeros. Quizás sí fue un error juntar en el mismo ensamble a los altos mandos de la banda y a dos líderes de sección, lo que podría indicar que el comando de la banda es potencialmente problemático.

—Midori cree que fue una decisión correcta seleccionarlas en la votación interna. Después de todo, ellas están mostrando resultados.

—Ellas pasaron a Kansai, ¿eh?

Puedo notar ciertos sentimientos negativos en la voz de Katou, y no quisiera que eso afecte tanto a su rendimiento personal, como a las relaciones dentro de la banda.

—No importa —aseguro—. Mientras vayamos juntas a Kansai y más allá la próxima vez, todo estará bien.

Una corriente de aire nos acaricia con suavidad, moviendo nuestros cabellos.

—¿Próxima? —pregunta la tubista con incredulidad.

—Sí, en el verano, en el concurso de bandas.

Noto que Kumiko sonríe mientras digo aquello, al igual que Midori, cuyo entusiasmo se ve intensificado.

—¡Ganemos el oro en las nacionales! —exclama la contrabajista.

—¡Sí! —Exclamamos las cuatro, chocando nuestras palmas en el aire.

Continuará…