Cuarteto peculiar
El concierto anual de Kitauji, como su nombre indica, es un evento que nuestra escuela organiza cada año, en el que los integrantes de la banda se encargan de la organización y algunas cuestiones logísticas. El año pasado, Yoroizuka fue la líder de la organización del concierto, siendo asistida por Kumiko, dando buenos resultados a mi parecer. Organizar todo un concierto de dos horas de duración es más complicado de lo que podría parecer desde afuera. Sabiendo eso por experiencia propia, Kumiko convocó a los altos mandos de la banda y a los líderes de sección a una reunión para iniciar el proceso de planeación.
—Como recordarán, el año pasado organizamos varios ensambles de acuerdo al año que estábamos cursando —inicia mi novia—. Éramos más pocos, así que a Mizore le pareció una buena idea agruparnos de esa manera. Sin embargo, ahora somos más integrantes y venimos de nuestro concurso de ensambles, así que podríamos mantenerlos como base y no tener la restricción de que sean integrados solo por miembros de un mismo año, así como la restricción del número de integrantes por ensamble que tuvimos para el concurso por ceñirnos a las normas de la competencia de ensambles. ¿Qué opinan?
Veo varios rostros sonrientes, lo que indica que la idea de Kumiko tiene una buena aceptación por parte de los líderes de sección. Morimoto levanta su mano, pidiendo la palabra.
—Algo que me gustó del año pasado fue que elegimos primero el repertorio de temas y luego los ensambles a cargo de interpretarlos. Quizás deberíamos repetir eso este año, aceptando las nuevas reglas que estamos estableciendo aquí.
—Ah, claro. En la próxima reunión general estaremos repartiendo el formulario para que los miembros de la banda anoten sus sugerencias.
—Una pregunta —interviene Inoue—. ¿Ustedes tres, como altos mandos de la banda, estarán a cargo de toda la organización del evento o delegarán a alguien más como se hizo el año pasado?
—Bueno, en principio mi idea es que todos nosotros, incluyéndolos a ustedes los líderes de sección, seamos quienes tomemos las decisiones más importantes, como el repertorio que tocaremos o la vestimenta que usaremos durante el concierto. Sin embargo, hemos decidido confiar en Midori para cuestiones logísticas que requieran una acción más inmediata.
Una sucesión de aplausos se escucha en el saló donde estamos reunidos, mientras que la contrabajista hace una venia hacia nosotros con una sonrisa.
—Es un honor que confíen en Midori para tal responsabilidad. Midori promete no defraudarlos.
Si bien esta es una época en que la banda puede relajarse un poco, mis ambiciones me impiden darme ese lujo. Mi ensayo personal es un momento sagrado en el que aprovecho para pulir lo más que pueda lo que haya aprendido recientemente sin descuidar lo básico. Suelo pasar un par de horas en el estudio insonorizado de mi casa, desconectada del resto del mundo, practicando escalas, ejercicios de respiración, piezas que quiera perfeccionar o repasar, e incluso improvisando un poco, tanto con mi trompeta como con el viejo piano que adorna el estudio con su elegancia, instrumento en cuyo mantenimiento mi padre ha invertido bastante dinero para tenerlo siempre listo para cualquier necesidad. Justo cuando termino de ensayar en el piano, alguien toca la puerta del estudio.
—Reina, disculpa que te interrumpa, pero la cena ya está lista.
—Ya voy, madre.
Es normal que mis padres respeten mis tiempos de ensayo, pero para ellos también son sagradas las horas de comer y el momento familiar que estas representan, algo con lo que tampoco tengo problemas. Mientras cenamos, mi padre habla de lo bien que han ido sus ventas en estos días. Desde que entré en la adolescencia, él ha dejado de lado su carrera musical para dedicarse de lleno a su familia y a su otra gran pasión, la piscicultura. Tengo algunos conocimientos sobre la crianza y el cuidado de los peces gracias a esto, pero no es algo que me apasione en demasía.
Al terminar de cenar, me dirijo a mi cuarto. Mi intención es estudiar un poco, pero al entrar, lo primero que hago es revisar las notificaciones en mi teléfono, descubriendo que Kumiko me envió, hace cerca de una hora, un archivo de audio junto a un mensaje:
19:50 Kumiko O.
Holi, estaba escuchando de nuevo el disco que me regalaste hace un año, y encontré algo que quizás te sea familiar
El año pasado, mientras nos preparábamos para las nacionales, Kumiko tuvo un resfriado. Por tal motivo, la visité en su casa, y aproveché para regalarle un disco de música para bombardino interpretada por Masakazu Shindo, un reconocido bombardinista que ha sido juez en las competencias de bandas sinfónicas, y que, por azares de la vida, resultó ser el padre de Asuka. La metadata del archivo indica que la pieza se titula Cuatro piezas para un cuarteto peculiar, número 4: trompeta solitaria. Me causa cierta curiosidad que haya una pieza para trompeta en un disco para bombardino, así que investigo al respecto. Estas cuatro piezas fueron escritas por Namie Horikawa, la autora de La danza de la luna creciente, cuando aún estaba en el conservatorio, inspirada por su grupo de amigos de la época. Al señor Shindo le gustó tanto esta obra que decidió grabarla. Los nombres de cada pieza van acordes a las personalidades de los amigos de la autora, y lo peculiar del cuarteto salta a la vista al ser mayoritariamente integrado por instrumentos bajos: Bombardino conciliador, Contrabajo soñador, Tuba energética y Trompeta solitaria.
Concluida mi investigación, decido escuchar la pieza. Nada más al darle play me doy cuenta de por qué Kumiko escribió que podría serme familiar. Es la melodía que había estado tocando en momentos de soledad y de la que desconocía su procedencia hasta ahora. Sigo sin recordar dónde la escuché antes para que se quedara en mi mente y eventualmente aprendiera ese inicio por mi cuenta, pero, de cierta forma, me alegra saber de dónde salió aquella melodía.
21:11 Reina K.
¿Recién te diste cuenta de que esa es la melodía que he venido tocando todo este tiempo?
21:12 Kumiko O.
Tenía sospechas desde hace un tiempo, majestad, pero solo hasta ahora puedo preguntarte
Recién hoy pude copiar los archivos del disco en mi compu y mi teléfono, y así pude enviártelos en buena calidad.
Leer ese mensaje me saca una sonrisa. Kumiko sabe que me molesta la calidad de audio con la que graban las aplicaciones de mensajería, así que el hecho de haberse tomado la molestia de pasar el archivo y no una grabación apresurada es un detalle que me agrada.
21:14 Reina K.
Te lo agradezco, pero podrías habérmelo mostrado en alguna de las tantas ocasiones que he ido a tu casa
21:15 Kumiko O.
Bueno…
Tienes razón
En mi defensa, hemos estado algo ocupadas con nuestros estudios y las piezas para la banda, y como eres tan disciplinada, pues…
Creí que te enojarías si te distraía con algo que parece tan trivial :(
Una leve risilla escapa de mis labios al leer esto. Quizás sí me habría molestado, pero no sería para tanto. Mientras Kumiko y yo seguimos chateando, decido escuchar la obra en su totalidad, lo que hace que una idea surque mi mente.
21:28 Reina K.
Kumiko, ¿qué te parece si tocamos las cuatro piezas en el concierto anual?
21:28 Kumiko O.
¿Tú y yo?
21:29 Reina K.
Sí, junto a Midori y a Katou
21:30 Kumiko O.
¿Crees que podamos? El formato del concierto anual está pensado para ensambles más grandes
21:31 Reina K.
Midori siempre ha querido tocar con nosotras en un ensamble, pero la escasez de piezas que incluyan al contrabajo ha sido un impedimento para ello. No creo que ella desaproveche esta oportunidad
22:32 Kumiko O.
Puede que tengas razón. Se lo comentaremos mañana, a ver qué dice
—¡Por supuesto! ¡Hagámoslo! —exclama una emocionada Midori ni bien Kumiko y yo terminamos de contarle nuestra idea. Katou, a su lado, se muestra pensativa.
—¿Realmente podremos hacerlo? ¿Los demás líderes de sección estarán bien con eso?
—Midori está segura de eso. Son solo quince minutos para nosotras cuatro, aún quedarían otros noventa y cinco para otros ensambles. Ya verás que todo estará bien.
La brillante sonrisa optimista de Midori respalda sus palabras. Katou y Kumiko se relajan un poco, dejándose contagiar del entusiasmo de su amiga. Espero que el poder de persuasión que he notado en ella esté de su lado.
—Por cierto, ¿no creen que es una suerte que esas cuatro piezas para un cuarteto peculiar existan? —pregunta Katou.
—Bueno, es verdad que es una alineación inusual, pero la autora las escribió como un divertimento —comenta Midori—. Como curiosidad, hay un fragmento en la pieza centrada en el contrabajo que ella retomó en La danza de la luna creciente.
—¿En serio? —Midori, Kumiko y yo asentimos en respuesta a la pregunta de Katou—. Parece que soy la única que no las ha escuchado.
Kumiko saca su teléfono y unos audífonos del bolsillo y se los da a su amiga, poniendo a reproducir la pieza Contrabajo soñador. Katou escucha con sus ojos cerrados, quizás creyendo que se trata de alguna melodía oculta. De repente, vuelve a abrirlos a su máxima expresión.
—¡Oh, es verdad! ¿Quién diría que una de las ideas de La danza de la luna creciente vendría de aquí?
—Bueno, es normal que ciertas ideas ronden en las mentes de los autores por bastante tiempo, y no es que esté mal que se usen más de una vez, aunque su uso repetido podría ser contraproducente —explico.
—A Midori le gusta imaginar en esa parte a la autora viendo al cielo nocturno y recibiendo la inspiración para componer aquella danza bajo la luna creciente.
—Me gusta esa visión de la historia —comenta Kumiko—. Aunque algo que me parece curioso es que los títulos de las piezas parecen encajar con nosotras.
—Es verdad, es como si hubiera sido compuesta para nosotras. —Los ojos de Midori tienen un brillo especial mientras menciona aquello.
—Aunque ya saben lo que dicen: la personalidad del músico se ve reflejada en el instrumento que elige tocar.
Las cuatro reímos ante el comentario de Katou, aunque no deja de haber razón en que los títulos de las cuatro piezas nos representan de una u otra forma.
—Bueno, pero hay que decirlo, nuestra Reina ya no es tan solitaria como lo era el año pasado —afirma Midori.
—Es verdad —concuerda Katou—. Si bien sigues siendo retraída, ya estás bastante integrada a nuestro grupo, incluso para decir que quieres tocar con nosotras.
Siento mis mejillas calentarse un poco ante esas palabras. Aún me cuesta creer que esté en un grupo de amigas pese a que no me interesaba realmente pertenecer a uno. Siempre sentí que estaría mejor por mi cuenta, sin hacer muchos lazos que consideraba innecesarios. Es innegable que he cambiado desde que ingresé a Kitauji, gracias a cierta persona.
—Si a alguien tienen que agradecerle por eso, es a Kumiko. Ella ha influido bastante en mí y me ha cambiado para bien.
Noto que Kumiko se sonroja mientras hablo, dándome un beso en la mejilla cuando termino. Katou y Midori sonríen y aplauden a mis palabras.
—Es un placer servirte, majestad.
Continuará…
