Capitulo X: ¿Parejas…disparejas?
"No
se acaba el amor solo con decir adiós
hay q tener presente
q el estar ausente no anula el recuerdo
Ni compra el olvido ni nos borra del mapa.
Y el q tu no estés no te aparta de mí
Entre menos te tengo mas te recuerdo aunque
Quiera olvidarte estas en mi mente"
Tenía quince minutos hablando con la rectora de la universidad a la que asistía, estaba consiente que un traslado era difícil, pero como solo tenía tres semanas de clases era más factible que se realizara el trámite, solo debía intentar… intentar mucho.
- Sra. Rectora, le recuerdo que la situación se ha escapado de mis manos, mis padres me solicitan en Londres y quiero ir, un pariente cercano esta muy enfermo y debo regresar inmediatamente.-dijo. Talvez, solo talvez con esa pequeña mentira podrían agilizar los tramites y poder irse pronto, rezaba que fuera así.
- Tenga presente de que si se va ahora perderá un año completo de clases, no solo aquí en Japón, sino también en Inglaterra.
- Lo se, esa es la razón de mi llamada, usted como rectora puede interceder por mi para que me acepten en la otra universidad sin problemas. Yo sinceramente se lo agradecería mucho, mi familia pasa por una situación bastante difícil y yo tengo que volver…
- ¿Qué carrera esta estudiando Sr.…?
- Hiragizawa, estudio Administración de Empresas y Finanzas.- dijo, y sinceramente al decirlo se sintió un poco orgulloso.
- Perdón ¿dijo usted Hiragizawa?- sintió la pregunta con mucho entusiasmo.- ¿Usted es miembro de la familia Hiragizawa, la que vive en Inglaterra?
- Si, ¿Por qué la pregunta?
- Pero como reconocerlo antes, usted no se preocupe por el traslado- a través del teléfono se escuchaba como regateaba en algunos papeles, como buscando algo entre ellos.- Le prometo que mañana a primera hora será transferido a la Universidad Principal de Londres y podrá empezar las clases dentro de una semana. Por favor, pase a recoger sus documentos esta misma tarde.
- Gracias, muchas gracias… ¿Conoce usted a la familia Hiragizawa?
- Pero por supuesto, su madre y su padre estudiaron conmigo Sr. Hiragizawa, eso suponiendo que usted sea Eriol.- pregunto con duda.
- Si lo soy, nuevamente gracias.- y colgó el teléfono.
A veces le resultaba sorprendente como las relaciones familiares y el poder hacían cambiar de opinión a muchas personas. Nunca le había agradado, totalmente, el apellido que le había tocado, no por la responsabilidad que este contenía, si no por ser considerado como una persona diferente a las demás y con privilegios incontables.
De repente el timbre empezó a sonar copiosamente, no paraba de sonar. Se levanto del mueble y se encamino casi corriendo hasta la puerta. Giro la perilla y no tuvo tiempo de saludar, pues su invitado inesperado, lo sorprendió al entrar gritando a la casa.
- ¡¡¡¡Que mierda es esta Eriol!- grito mientras se hacia paso por la casa de su amigo a la vez que zarandeaba con fuerza un papel, al parecer escrito a máquina.
- Creo que es una hoja…
- ¡No me vengas con juegos! ¿Qué es esto de que renunciaste?- agarró el documento entre sus manos y la puso de frente al rostro de Eriol, como para que debido a la cercanía pudiese ver mejor el texto.
- Ahh…sí, renuncie a la Inmobiliaria Leifman ayer en la tarde, la señora Hakoro debió darte todos los detalles.- dijo tratando de sonar los mas serio posible, dándose cuenta de cuanto esto le afectaba a su amigo.
- Eriol, no se que te traes, pero no puedes renunciar a la empresa.- replico mientras se tiraba en el mueble mas cercano al níveo y dejaba caer la hoja al suelo.- ¡Es que ni siquiera diste una razón!
- Claro que le di una razón.- se acerco al piso y tomo el papel.- Le dije que en estos momentos no me es posible continuar en Japón, y que por tal razón me retiro de la empresa… eso ya lo debes saber.- le contesto el níveo.- Me voy a Londres.
- ¿A que te vas a Londres? Allí nadie te espera, y nadie te necesita.- le pregunto con interés Brian, tratando de descifrar lo que su amigo tenia en mente.- Tus padres tienen todo el dinero del mundo para mantenerse sin tener que trabajar, no tienes hermanos y nadie, absolutamente nadie te espera, eso sin contar a tus 'amigos'.
- Tienes razón, pero no voy a Inglaterra por mi familia sino por mi, necesito salir de aquí, quiero continuar mi carrera en otro país, y no podré hacerlo si continuo trabajando aquí.- dijo tomando asiento junto al güero de su amigo.
- ¿Salir de aquí? Viejo, pero si esto es el paraíso; aquí tienes a unos amigos que meten la mano por ti en lo que sea, estas comenzando tu carrera, tienes trabajo, tienes casa y aquí esta el amor de tu vida… ¿dime una sola cosa que no te guste?- le pregunto Brian.
- En Londres tendré mas beneficios en cuanto a mi carrera, la casa se la queda Nakuru y… Brian, no se si te has dado cuenta pero… TERMINE CON MEILING. Esa relación no tiene que ver con mi decisión, simplemente quiero tener la oportunidad de pasarme una temporada en Londres, y mi carrera seria el tiempo perfecto.- dijo muy despacio, como queriendo que cada palabra sea captada por su amigo - Entiende que desde hace mucho tiempo nada me ata a Japón.
- ¿Todavía te sientes mal por Meiling?- dijo con mucho cuidado, ya no estaba enojado, estaba mas bien apenado por todo lo que sucedía. Aunque su amigo le dejo en claro su situación amorosa, él estaba seguro que esta era la razón de su tan repentino viaje.
Cuando escucho la pregunta por dentro sintió como una especie de explosión de emociones contradictorias que lo estremecieron de repente, en su mente la imagen de aquella china surgió con su acostumbrada sonrisa y sus hermosos ojos rojos que parecían emitir una maravillosa luz que de repente lo hacia sentir bien. Pero en su exterior ni se inmuto. No parpadeo, ni se movió, y mucho menos hubo variación en su respiración, simplemente desvío un poco la mirada de la imagen de su amigo.
- Yo estoy tranquilo, y no me siento mal. Las personas solemos adaptarnos rápido a las situaciones que van surgiendo, y yo me adapte lo mas que pude.- dijo como respuesta, y hasta en un cierto momento él mismo llego a creerse esa respuesta, pero los recuerdos y una pequeña punzada en su corazón lo hizo volver a la realidad.
- Discúlpame hermano pero ustedes terminaron por nada, ella no te dio una explicación. ¿No crees que deberías luchar por ella?
- No me gusta obligar a las personas, y si ella dijo que no, es no. Entiende quiero respetar su decisión como ella me lo pidió, simplemente quiero relajarme y salir de Japón por un tiempo, míralo por esta forma: voy a ir a Londres a tomar unas vacaciones largas…bien largas.
- ¿Y cómo por cuanto tiempo?- pregunto con cuidado. "Talvez dos o tres meses" pensó.
- Lo que dure mi carrera, de cuatro a cinco años…- no pudo terminar pues fue interrumpido por los gritos de su amigo.
- ¡Te estas volviendo loco! ¡CINCO AÑOS! ¡Es demasiado tiempo Eriol!- grito, como queriendo a gritos hacerlo entrar en razón.
- Y tú de que hablas, si cuando cumplas el año aquí te vas a Londres. No se porque te aterras tanto, piénsalo: nos encontraremos nuevamente en el viejo Londres.- dijo el níveo, como tratando de darle un giro positivo a su viaje mientras esbozaba una sonrisa.
Sintió que por mas que intentara no haría cambiar de opinión a Brian, y tuvo la sensación de que era él dueño de su vida y que no tenia que pedirle permiso a su amigo para sus decisiones. Irse de Japón era algo que nunca se le ocurrió, ese lugar se había convertido en una casa, en su casa, algo que no sentía del todo en Londres.
Fue un niño rico, que asistió a los más caros colegios y con los mas caros tutores privados, rodeado de pequeños hipócritas que eran obligados a hablar con él solo por su apellido y su fortuna; esa fue la razón principal, la falta de sinceridad, que lo obligo a aprender como ver a través de los ojos de las personas, ha analizar las acciones y las verdades intenciones de sus cercanos.
Fue por eso que nunca se mostraba totalmente hasta estar 100 seguro de la sinceridad y del cariño de la persona. Solo en Japón, lo pudo lograr, ser él, sin condiciones o prejuicios.
- Brian, quieras o no me iré en pocos días…y por favor total discreción.- dijo mientras se levantaba de su sofá.- Cierra la puerta cuando salgas tengo que ir a la universidad a recoger unos papeles.
------------------------------
La pared al fondo se notaba un poco borrosa, pero no se molesto en parar, simplemente se apretó con fuerza los ojos para evitar que ligeras gotas resbalaran por su rostro. Se obligaba a escribir lo más rápido posible. La universidad siempre la definió como una escuela pero mucho más grande, ahora se daba cuenta de que se había equivocado, que esto requería más coraje de ella.
Pero no estaba arrepentida, al contrario se sentía contenta, porque estaba dando uno de los pasos más importantes para lograr uno de sus más anhelados sueños: Tener su propio Spa. Lo que nunca se imagino era las carreras que tenia que cursar para llegar hacerlo realidad teniendo la aprobación de su familia.
De la puerta de su habitación salieron unos sonidos secos, señal de que alguien estaba tocando la puerta. Sin pensarlo mucho dijo Adelante.
- Meiling, estas estudiando perdona la interrupción.- dijo la castaña mientras entraba a la habitación con un teléfono inalámbrico negro entre sus manos.
- ¡Sakura! Ya te he dicho que puedes entrar a mi cuarto sin tantas formalidades.- dijo la china con una sonrisa.
- Lo se, es la costumbre.
- Pronto esta será tu casa, acostúmbrate a sentirte dueña y señora de ella…- objetó Meiling, mientras recordaba la boda venidera.-…y a que pronto yo saldré de ella.
- Mei, no tienes necesidad de mudarte, esta casa es totalmente tuya aunque me case con Syaoran. Además de que cabemos los tres sin problemas, aquí sobra el espacio…-dijo mientras se sentaba en la orilla de la cama de, la que pronto será oficialmente su cuñada.
- No, no, no. Yo pienso que un matrimonio joven debe vivir solo.- dijo mientras se sentaba sobre su cama y le echaba un vistazo a un libro de leyes. Al mirarlo se sintió sorprendida; siempre se sintió con la necesidad de planificar su futuro y ella estuvo clara con la carrera que elegiría para lograr todas sus metas, pero, al ver ese libro, que se hundía en la cama por su peso, se dio cuenta que la mayoría de las cosas que eligen las personas esta en manos del destino…como alguien diría: "No existen las coincidencias, solo lo inevitable".- Esta carrera, nunca me lo imagine…
- Nadie, Meiling, nadie se imaginaba que ibas a tomar la carrera de Derecho, todos pensamos que iba hacer Administración de Empresas.
- Yo también pero ya ves, la familia Li tiene como deber de que las decisiones que tome los miembros de esta sea acertada, y convertirme en abogada para demostrarle a mi familia a través de las leyes y de mi empeño en esta carrera, que puedo tener un Spa que sea una empresa digna de llevar el sello Li, va hacer todo un reto y una diversión total- una sonrisa ligera se marcaba en sus labios al ver la cara de extrañes de Sakura.
- ¿Diversión total?- pregunto la castaña totalmente extrañada "Pero…si ella va hacer una carrera muy diferente a lo que quería".- No te entiendo.
- El solo hecho de verle las caras a todos aquellos que se opusieron a mi sueño, con la idea de que no seria capaz de lograr un Spa, y terminar la carrera de Derecho, me da fuerzas.- y soltó una carcajada como si acaba de decir lo mas gracioso del mundo- Cuando no creen en mi, me vuelvo un poco impotente, pero esta vez es diferente
-Ahh… ¡¡¡Ahh! Olvide decirte que una compañera de tu clase te llamo.- dijo muy apenada la joven al darse cuenta que la razón que la empujó a dirigirse a la habitación de la china la había dejado de lado.- Te dejo dicho que el profesor adelanto el examen hora y media antes.- dijo mientras le pasaba el teléfono a su amiga.
- No me sorprende que ese viejo lo haya hecho, ese señor siempre busca hacernos la vida imposible.- dijo con una sonrisa.
Ver como la castaña salía con suma cautela teniendo en cuenta de que ella estaba haciendo una llamada telefónica, le dio un poco de risa; esa niña pequeña e ingenua de 12 años con grandes ojos verdes había cambiado, ya era toda una mujer que empezaba su carrera y que dentro de poco sería parte de la familia Li. Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar sonidos que provenían del aparato telefónico.
- Hey, soy Meiling…ya me entere… ¿a las 4:30 entonces?...ya falta poco, te veo allá, bye.
Recogió sus libros con rapidez entrándolos en una pequeña mochila que le servia de cartera, al mismo tiempo que maldecía quienquiera que halla inventado 'Introduccion al Derecho'. Antes de salir de su habitación se dirigió a su espejo de pie para verse completa, sus zapatos blancos y bajos resultaban cómodos para caminar por el gran campus de la universidad; su jeans azul y la camiseta blanca eran totalmente prácticos. Pero por un momento dejo de concentrarse en su ropa y observo sus ojos, más rojos que de costumbre, se vio a ella misma romper su promesa de llorar cuando vio que sus ojos se aguaban de repente. Cerro los ojos y respiro profundo.
- Ya Meiling Li, tienes toda una vida por delante y debes seguir con ella…tienes el valor de hacerlo.- dijo al tiempo que se frotaba los ojos.
Lista al fin, bajó las escaleras para encontrarse con una escena que ella califico como propia de 'tortolitos', dos castaños cerca de la puerta principal demostrando su amor de la mejor manera posible y que ellos conocían muy bien: con un beso.
- Ahh… que lindos!- dijo mientras se reía.- Se ven divinos!
- Lo se, lo se, nos vemos de película.- dijo Syaoran con torno sarcástico mientras tomaba una pequeña mochila y abría la puerta principal.- Adiós y cuídense.
- Me voy contigo.- anuncio la china mientras salía por la puerta principal para alcanzar a su primo. Subió al auto y miro hacia atrás solo para ver como Sakura agitaba la mano y les gritaba 'Buena Suerte' desde la puerta de la mansión. "Es totalmente perfecta para Syaoran…son la pareja perfecta".
------------------------------
Caminaba de un lado para el otro, hasta llegó a pensar que haría una zanja en la recepción del campus. De repente se detuvo al darse cuenta de cómo algunas personas presentes lo miraban con cara de asombro y otros con cara de extrañes; decidió sentarse en uno de los tantos sillones vacíos del lugar. El zapateo constante de la señorita a su lado, el tecleado con rapidez de la secretaria y la desesperación por la espera estaban jugando con su imaginación, se impresiono él mismo al darse cuenta de su situación: Estaba nervioso.
Al principio desaprobó esa idea, pero el ligero sudor de sus manos y el constante movimiento de sus pies avalaron el pensamiento; no podía continuar así, en esa situación de espera. Escucho como a lo lejos el sonido distintivo de la voz de una mujer que al parecer lo llamaba a él.
- Sr. Hiragizawa… ¿me escucha?- pregunto una mujer a través de una ventanilla.
- Ehh.- carraspeo un poco antes de contentar.- Si, dígame.
- Aquí tiene sus papeles.- dijo la señora. Eriol se paro y camino hacia ella hasta que pudo alagar el brazo a través de una rendija que permitía el intercambio de papeles por la ventanilla.- Perdón de la tardanza, es que estas computadoras no son de todo perfectas…yo sigo prefiriendo los archiveros.
- No se preocupe, solo es la alegría del traslado.- dijo dando media vuelta y dirigiéndose con rapidez a la salida que daba hacia el campus.
"Londres…Londres…es la mejor capital del mundo, nuevos amigos, nuevas oportunidades, ver a mis padres…" Cavilaba profundamente mientras sus pies apoyaban todo el peso de su cuerpo en la verde y vasta hierba. "Pero de lo que estoy seguro es que nunca encontrare una vista como esta" Pensó al ver el paisaje que tenia al frente, hermosos árboles apunto de morir, con aquella tonalidad rojiza en sus hojas que anunciaba la llegada del otoño; pero aun así seguían siendo bellos, cubriendo el pasto con hojas caídas unas rojas, otras amarillas.
El campus entero parecía cobrar vida con el continuo decaimiento de las hojas, con algunos bancos dobles NA: son bancos de metal que están hechos para 2 personas, pero que en vez de sentarse uno al lado de otro tienen que sentarse despalda negros repartidos de una forma igualitaria por todo el lugar. Sin darse cuenta él seguía caminando con suma tranquilidad hasta llegar al banco más cercano; necesitaba sentarse para analizar su situación, para leer aquellos papeles que le daban luz verde para salir del país sin problema. Eso era lo que él quería. O no?
Hojas blancas que notificaban sus materias, sus excelentes calificaciones (que reportaban un ligero decaimiento que solo él notó), las cartas de buena conducta de todos sus profesores y de la rectora de la universidad, y el documento que notificaba su traslado (el cual requería su firma) lo distrajeron tanto que no noto la presencia de una la mujer que estaba a detrás de él hasta que la misma se sacudió algunas hojas que cayeron sobre ella.
Con discreción el albino giro la cabeza para poder verla, pero solo noto la extensa cabellera negra colocada a un lado de su espalda, en combinación con la blancura de su blusa; no la reconoció pero el sutil perfume que emanaba de ella le hacia recordar a la mujer que todavía era dueña de de su corazón y que se le hacía difícil olvidar. Se volteo y paso sus manos con desesperación por toda su cabeza. "Me estoy volviendo loco…comienzo imaginar personas que no son" Cerro los ojos y esbozo una sonrisa misteriosa. "Meiling Li". Se levanto de prisa tomando sus papeles en mano, sin darse cuenta que la joven despaldas a él había hecho lo mismo, pero en dirección contraria.
Los dos cuerpos chocaron al tener los dos sus mentes ocupadas en sus pensamientos; ella se sintió avergonzada al ver como sus libros caían sin la menor preocupación sobre papeles, al tiempo que los arrugaban sin piedad.
- Ay Dios mío… Discúlpame, no te vi.- pidió perdón al notar sus libros en el suelo junto con los papeles del joven con quien había chocado. Rápidamente se inclino hacia el piso para levantar las pertenencias- Perdón.
- No te preocupes, yo tampoco te vi.- dijo al agacharse mientras subía la mirada para ver a la persona con quien había chocando.
- ¿Eriol…?- la voz que venia de aquel hombre le pareció conocida, no estaba segura, echo hacia atrás el pelo que le caía libremente por la frente para ver el dueño de aquella voz. Sus ojos se dilataron al instante, su sorpresa era más que evidente, sabia que estudiaba allí, pero no se imagino encontrárselo de esa forma…tan inesperada.
- Meiling, ¿como estas?- dijo mientras le pasaba un libro a ella y volvía a pararse. Después de tanto tiempo- según él- era magnifico volverla a ver, sus ojos seguían iguales tan rojos como él los había dejado, tan impactantes, tan llamativos, tan…
- Bien, con examen, pero bien.- empezó a pararse lentamente mientras el ingles ofrecía su mano como ayuda, la cual ella acepto.- Y tu como estas?- dirigió la vista con mucha cautela a los papeles que tenia Eriol, no eran muchos pero por la forma de agarrarlos parecían importantes.
- Mejor viéndote…y… ¿de que es el examen?
- Introducción al derecho.- sintió un ardor en su pecho desde que lo vio, seguía igual como la última vez que lo vio, su suéter rojo lo hacia ver tan atractivo…el corazón le dio un vuelco que le removió todos esos sentimientos que ella recordaba como enterrados; se vio equivocada al sentir la repentina sensación de besarlo.- Increíble no, voy a ser abogada.- Pero en cambio a su interior, su actitud cortante y su voz seca parecían delatar incomodidad frente al níveo, lo cual este lo notaba.
-Si, increíble…
- Y tu, que haces aquí?- "Estudiando Meiling, que mas puede hacer aquí" pensó al darse cuenta del que al no tener nada que decir pregunto algo demasiado obvio. "Idiota" se recriminó, tanto, que sintió como la ardían los ojos a causa de las lagrimas venideras.
- Estudio Administración de Empresas y Finanzas.-dijo con ironía.-…y vine a resolver unos asuntos.- respondió con cierta inquietud al ver la actitud secante de la china.- Escucha…
- Ahh!- lo interrumpió con brusquedad.- Lo siento 'el examen' tengo que tomarlo…Nos vemos Eriol.- y antes de que el níveo pudiera contestar se retiro con prisa, al sentir como una gota resbalaba por un costado de su rostro y a la vez le quemaba la mejilla.
Rápidamente la extinguió con el dorso de su mano, mientras caminaba a prisa hacia al área de Derecho y se dirigía veloz hacia el aula donde tendría el examen. Agradeció en silencio el hecho de que solo cinco personas estaban presentes en el aula; se sentó en la butaca al lado del ventanal que ofrecía el maravilloso paisaje de colores propios del otoño. El cielo de la tarde, con un magnifico color oro totalmente claro junto con los vibrantes tonos rojizo-amarillentos de los árboles…era perfecto…tan perfecto como era ellos dos, como era su relación.
Las lágrimas descendían sin su consentimiento, cuando ella borraba dos de su rostro, otras tres aparecían nuevamente. Se sentía tan mal, lo extrañaba completamente, sus palabras tiernas, sus besos, sus caricias, sus ojos sobre ella, lo extrañaba a él, con locura, con desesperación.
- Termine con él porque nuestra relación le hacia daño a alguien.- susurro para ella como para recordar por que lo había hecho.- Yo y Eriol juntos le hacíamos daño a Tomoyo…esa es la verdad. Aunque me este muriendo por dentro…por…volver con él
'Buenos días, tienen 1 hora y 30 minutos…'
El examen había empezado y sus penurias no terminaban…
------------------------------
Giro la llave y recibió el ronroneo del motor, volvió a girar la llave a la vez que pisaba el acelerador con mas fuerza que antes, solo para recibir nuevamente el murmullo del auto. Estaba decidido el auto no quería prender; observó con detenimiento la grafica del motor, solo para darse asegurarse de que, según lo que ella veía, el auto estaba bien, tenía el nivel de agua adecuado y el tanque de gasolina estaba lleno. Abrió la puerta del carro con cuidado teniendo en cuenta que se encontraba en una avenida. "Bonito lugar donde viniste a quedarte" pensó.
La combinación del blanco de sus manos con el negro azabache de su auto, se hizo presente mientras abría con cuidado la capota del mismo; no reparaba autos, pero por lo menos tenia conocimientos básicos de mecánica. Miró hacia adentro del motor y no noto nada raro, todo en su lugar como siempre.
- Algo tiene que estar suelto, y yo no lo estoy percibiendo…- paso su mano por la frente perlada después de tener 5 minutos ahí parada, tratando de resolver su pequeño problema. Bajó la capota mientras sacaba su celular, era obvio que pasaría una eternidad hasta que ella encontrara la falla de su auto, falla que no la dejaba continuar rumbo a su casa. Empezó a marcar los números de su mecánico de confianza, el que siempre la sacaba de apuros como este.
Al terminar la llamada siguió con sus amatistas un hermoso auto plateado que venía en el carril contrario de donde ella estaba parqueada, lo que realmente le sorprendió no fue que el automóvil de repente doblara en U, sino que este venía hasta su ubicación y se detenía justo al frente de su carro. Se imaginó que era alguna buena persona que vio a una joven de algunos 20 años que se había quedado varada en plena avenida; y celebró su acertada idea cuando distinguió la figura masculina que descendía del auto; por su pantalón negro, su camisa azul celeste a rayas blancas y su corbata negra a medio quitar supuso que era empresario, pero las gafas negras que le adornaban la cara contradecía la idea, pues le daba a este hombre un aire mas casual. Se acercó a ella como si ya la hubiera visto antes, como si la conocía.
- ¿Qué le pasó a tu auto Tomoyo?- pregunto mientras al tiempo que se quitaba las gafas y abría la capota del automóvil.
- …Brian…no te reconocí.- dijo al tiempo que lo miraba un poco extrañada, siempre que se lo encontraba estaba vestido casual o deportivo, pero esta vez era diferente, parecía el empresario que realmente era. Verlo como se remangaba la camisa hasta los codos y se ponía a trabajar en el auto le resulto… ¿sorprendente?- ¿Y sabes de autos?
- Todo joven ingles debe saber algo de autos.- respondió con una sonrisa, rápidamente noto el problema era visible, con ese desperfecto el auto nunca prendería, y mejor que no prendiera pues podría causar un accidente.- La bujía esta tapada, no es nada grave, pero estos mecanismos evitan que el auto se encienda cuando esto sucede.- dijo mientras notaba al fondo el color rojo chillón de lo que parecía una grúa.
- ¿Ya llamaste a tu mecánico?
- Si, es el de la grúa.- respondió al ver donde se posaban los ojos del castaño. La grúa se estaciono justo detrás del carro de Tomoyo, el mecánico descendió de esta y hablo un poco con la nívea, en pocos minutos el auto era remolcado hacia el taller para arreglarle el desperfecto.
- Ven te llevo a tu casa.- le dijo de improviso después de ver como el auto de la nívea se alejaba y se colocaba los lentes de nuevo.
- No, como va hacer, vas en el camino contrario.- dijo poniendo sus lentes en la correa de la cartera.- No te preocupes, yo tomo un taxi y llego en seguida.
- Yo me desvió, te llevo a tu casa y de paso te invito un café.- la vio ladear un poco la cabeza y como toda la melena de su pelo negro se deslizaba con suavidad hacia la izquierda. Posó la mano en el aire como esperando que ella la tomara.- Insisto.
Lo pensó un poco, en realidad no estaba de ánimos para tomar un taxi, además, el café y la compañía del hombre sonaban excelentes.- Bien…acepto.
Caminaron hasta el auto gris plateado, él le abrió la puerta y ella la acepto con gusto y se acomodaba mientras él entraba en el auto. Encendió el auto y se puso en marcha sobre la avenida, no sabía que tan lejos vivía pero no le importaba, hoy no fue el mejor día de su vida y necesitaba de algo bueno, que por lo menos lo alegrara. Los minutos corrían, pero el silencio entre ambos, muy lejos de ser perturbador, era tranquilizador.
- ¿Venias de la empresa hacia el hotel?- preguntó mientras observaba la chaqueta que estaba en el asiento trasero del automóvil, junto con unas carpetas con papeles.
- Si venia de la inmobiliaria pero no iba al hotel, iba para mi casa.- despego los ojos del camino por unos momentos para ver el rostro de su acompañante que denotaba asombro y le sonrió.- Hace poco compré una casa muy cerca del hotel donde estaba hospedado, como pasare mucho tiempo aquí era preciso tener una casa.
- Ya entiendo, ¿y es difícil el trabajo que tienes en la empresa?- sintió la necesidad repentina de saberlo todo, quería saber todo sobre la empresa, todo sobre su vida. Una curiosidad… ¿desesperada?...por saber todo sobre lo que rodeaba a ese hombre.
- ¿Difícil, no, nada es difícil cuando estas acostumbrado desde pequeño a este tipo de negocios, lo que si es un poco agotador en sentido mental.- Aumentó la velocidad del auto al ver como el semáforo le daba la luz ámbar.- Yo mismo recomiendo tener algo o alguien que te haga olvidar por tiempos el trabajo.
- ¿Y tú sigues tus recomendaciones?- preguntó después de ver como el semáforo había cambiado a rojo y ahora el automóvil permanecía estático.
- Trato en lo más posible.- giro la cara hacia ella mientras se quitaba las gafas para verla mejor. El sonido de los cláxones de los autos detrás de él, lo hicieron darse cuenta del cambio de la señal.- ¿Y de donde venias tú?
- De la universidad, entro a las 10 de la mañana y salgo a las 5 de la tarde, es mucho trabajo pero de esa manera adelanto mucho más.- empezó a reconocer las calles por donde iban, estaban llegando a su casa justo cuando ella quería seguir platicando.
Giró hacia la izquierda con una sonrisa en el rostro; al mismo tiempo tomo el guía con una mano mientras con la otra terminaba de quitarse la corbata y desabrochaba 3 botones de la parte superior de la camisa.- Entonces te dirigías con todo el cansancio del mundo para tu casa, deseosa de comer algo y darte un baño, cuando a mitad de camino tu hermoso auto se apago y no volvió a encender.
Aquella frase la hizo estallar a carcajadas, pensó que era toda una catástrofe esa situación, pero mirándolo de forma que él lo hacia no parecía tan malo.
- En esa forma suena muy chistoso.- y en ese momento recordó la vez que la socorrió en la casa de Eriol, sin pedirle nada a cambio, simplemente por ayudarla y ella lo había tratado tan mal, de una forma que él no se merecía. Espontáneamente soltó una carcajada al ver la cómica situación.- Es la segunda ocasión que me salvas.
- Dicen que a la tercera es la vencida…- respondió mientras estacionaba el auto en una pequeña cafetería al aire libre y mantenía sus ojos dorados clavados en los ojos de su acompañante.
Tomó la llave en sus manos y salio del auto, paso que repitió la nívea que lo acompañaba, se aseguro que el auto estuviese bien cerrado y se dirigieron al café-bar, el cual portaba un aire de libertad por estar casi en el medio de un parque. Se sentaron en la mesa frente a un árbol, que le aportaba sombra.
-Sabes mucho de mi, pero yo no se nada de ti…dime algo de ti.
- Que te puedo contar…déjame ver.- y puso cara de pensar en algo mientras ladeaba la cabeza.- Mi mami se llama Dorothy Leifman, mi padre es John Brian Leifman, nací en Londres el 17 de diciembre, estudie en la Universidad Estatal de Londres la carrera de Administración de Empresas. Mi padre quiere volver la inmobiliaria internacional y por esa razón estoy aquí.
- OK y…
- Disculpen desean algo de beber.- preguntó la camarera que se acercaba a ellos con libreta en mano.
- Para mi un café negro con leche… ¿y para la señorita?
- Un capuchino helado por favor.- al ver que la camarera se alejaba retomo la pregunta que tenía en mente, se tomó su tiempo, la pregunta podría parecer indiscreta "O talvez no" pensó.- Y… ¿Por qué no te has casado?
Esbozó una pequeña sonrisa y bajó la vista hacia sus manos en la mesa, antes de contestar.- Las mujeres me encuentran poco agraciado, no soy dotado de hermosura.
Trató de reprimir la carcajada, pero lo único que pudo hacer fue aminorarla. Como un hombre con la piel ligeramente bronceada, con un físico de envidia, con un trabajo estupendo, con una alma tan pura y tan generosa, con una actitud increíble para con los problemas del otro y con aquellos ojos que se tornaban en diferentes tonalidades que reflejaban su humildad y sencillez, se le ocurre decir que las mujeres se lo encontraban poco agraciado.
"Tonta la mujer que no se de cuenta del Adonis que eres" pensó. Tenía poco tiempo conociéndolo, pero algo había en él que le otorgaba confianza, no sabia si era su ayuda incondicional o si era su habilidad para hacerla reír, pero estaba segura que estaba conociendo a uno de los mejores hombres en el mundo.
- ¿Te ríes por que tú consideras lo mismo?- preguntó al tiempo levantaba las cejas dejando ver el espectacular acto de cambio de color de ojos…de mieles a dorados.
- No…es…es que me da risa que digas eso.- apenas hablaba, su risa la interrumpía a cada instante.- ¡Mira a tu alrededor! ¡Hasta las mas maduras están embobadas mirándote!- discretamente le señalo a cada representante del sexo femenino que, algunas con timidez y otras con audacia le coqueteaban desde lejos.- Vuelvo a preguntar, ¿Por qué no te has casado? y quiero la verdad.
Suspiró- No me he casado porque esta es la hora en que todavía no he encontrado mi media naranja, mi diosa, la mujer de mis sueños, la madre de mis hijos, la mujer con quien quiero envejecer frente a una chimenea los dos sentados en mecedoras mientras ella teje y yo leo un libro. Todavía no la he encontrado.
- ¿No crees que pides mucho, es difícil encontrar eso en estos días.- dijo mientras tomaba en mano el capuchino que le traía la mesera.
- Ese es el problema de la humanidad en estos días, las personas en relación con lo material nunca se conforman pero en cambio, lo espiritual, los sentimientos que es lo más importante, ni siquiera luchan por encontrar algo decente. Yo no me conformare con menos que amor.- finalizó dándole un sorbo a su café.- ¿Y tu, con quien te casaras?
- Yo….- después de aquellas palabras era difícil pensar con quien se iba a casar, trató de elegir las mejores palabras para expresarlo de la mejor forma.- Yo…yo me casare con quien me haga sentir el corazón acelerado cada vez que lo vea venir, que siempre este ahí, con quien me de cariño, aquella persona que perdone y que yo pueda perdonar todos sus errores solo porque me importa. Para mi eso es amor.
- Te equivocas, acabas de describir los síntomas del nerviosismo, de la soledad, de la confianza y de la amistad. Eso no es amor.
- ¿Y que es amor entonces? ¿Cuándo estas realmente enamorado?- le retó, él acababa de decirle que no había encontrado el amor, entonces no podría decirle lo que es. Lo miró a los ojos y bebió un largo trago de su café.
- El amor es…-se acerco hacia ella a través de la mesa y clavo sus claros ojos, ahora ámbares, en los de ella.- Es… Cuando la tristeza de la persona amada te hace sufrir…Cuando su pena aunque ella sea fuerte te hace llorar…Cuando una ciega e incomprensible conexión te atrae y te mantiene a su lado…Cuando su ausencia te sume en la melancolía… Cuando sus ojos son capaces de ver tu alma y de tocarla tan profundamente que te extasía y te hace comprender tu existencia en esta tierra. Eso es amor.
Por un instante entendió lo que dijo, se quedo paralizada mientras miraba, sin parpadear, sus ojos. Las milésimas se le hicieron segundos y la garganta le reclamo líquido, pues la sintió reseca y automáticamente bebió de un solo golpe el contenido del capuchino. Algo frío se le poso en la nariz, pero ella hizo caso omiso.
- Tienes espuma en la nariz.- dijo al recostarse en la silla mientras con un dedo retiraba de la pequeña nariz un poco de burbujas.- Pareces una niña.
- Gracias.- paso la mano por la nariz y de repente observo el cielo, estaba oscuro, miró su reloj que le apuntaba las 6:50 p.m. y a pesar de la hora sonrió.- Tenemos una hora haciendo nada.
- Sip…son las siete de la noche, creo que es hora de que tú comas algo y de que yo termine mi trabajo. Let΄s go (vamos).-Dijo mientras dejaba dinero para pagar las bebidas y se paraba.
- Of course (por supuesto).- el ingles no lo hablaba a perfección pero si se defendía. Abrió la puerta del automóvil y en pocos segundos estaba en marcha.
- You speak english very good (hablas muy bien el ingles).- dijo en su lengua natal, al notar que la nívea tenia una gran fluidez en el idioma.
- I don΄t think so,
------------------------------
Cogió el plato azul con blanco que se encontraba en la meseta, el cual tenía adherido una especie de mancha roja-anaranjado evidencia de la reciente comida que hubiera estado servida en el mismo. Al tiempo que sostenía el plato y lo enjabonara con la mano libre cubierta de un guante de plástico amarillo, tenía en cuenta en cerrar la llave; parte de su enseñanza como joven en su familia fue la clara idea de que no era correcto desperdiciar el agua, además de entender que tanto como el hombre y la mujer tienen el deber hacer los quehaceres de la casa; la palabra machista no era parte de su personalidad y mucho menos de su actitud.
Al poner el último plato en su lugar correspondiente, se retiro los guantes y se seco las manos. Dio media vuelta y se apoyo en la superficie del desayunador con los brazos cruzados mirando hacia el espacio, mas bien, hacia su sala, aquella sala que años o meses atrás él no encontraba interesante hasta que aquella mujer de ensueño vino a adueñarse de ella. Allí sentada en jeans y blusa en combinación con aquella piel que él se la encontraba mucho mas suave que la propia seda, aquella mujer que le había robado el aliento desde que la conoció, aquella mujer que mas que humana parecía diosa con la perfecta combinación entre mujer amorosa y apasionada que provocaba conquistarla, y, de niña ingenua e inocente que era imposible no tratar de protegerla.
"La amo…Estoy mas seguro que nunca". Se acercó con lentitud tratando de seguir viéndola así, al tenerla en frente cerró todas las revistas que tenía al frente y quitó de sus manos la que ella estaba leyendo.
- ¡Hey! Estoy viendo.- le reclamó al ver que le arrebataba de golpe la revista, pero parecía que no la escuchaba, pues las estaba poniendo en el piso.- Mi amor tengo que verlas.
- Antes de cenar las estabas viendo, durante la cena también y ahora no vas a seguir.- dijo sin mucho entusiasmo mientras se sentaba al lado de ella.
- Si es que me quieres ver frente al altar contigo dentro de 3 semanas tengo que ver las revistas.- trató de alagar la mano para tomar una pero este la detuvo.
Para sorpresa de ella el castaño la hizo acostarse encima del mueble colocando su cabeza encima de sus piernas. La miró largamente sin decir palabra, después de minutos esbozó una sonrisa.
- ¿Por qué sonríes?
- Porque eres hermosa.- respondió mientras deslizaba sus dedos entre el cabello castaño y desaliñado de la ojiverde.- Eres preciosa.
- Eres un mentiroso, no ves lo fea y cansada que estoy.- sintió escalofríos al ver aquella mirada ámbar que la penetraba con tanta dulzura y tanto amor, pero al mismo tiempo preocupada.- ¿Qué pasa?
- Sakura… ¿Cuando tenías 7 años pensaste alguna vez en casarte?- mientras preguntaba no perdía contacto visual y mucho menos la grata sensación de sus cabellos entre sus manos.
- Claro que si, que niña no sueña con casarse.-respondió con alegría al recodar aquellos momentos de la infancia.- ¿Por qué la pregunta?
- ¿Cómo te imaginabas tu boda?- decidió pasar por alto la pregunta, una idea estaba clavada en su mente y no se detendría hasta llegar a su final.- ¿Dónde te la imaginabas?.
- ¿Dónde?...- cerró los ojos y esbozo una grata sonrisa al imaginarse otra vez esa boda que tanto interpretaron sus juguetes.- Cada vez, cada momento que imaginaba mi boda, en vez de ser en la iglesia como lo hacían muchas, me imaginaba que era en la playa, en pleno atardecer…
- Mi amor… ¿Desearías casarte conmigo en la playa con un magnifico atardecer dentro de 3 semanas?- preguntó con ansiedad, veía a Sakura muy esforzada para que la iglesia en la boda fuera hermosa, pero no le gustaba verla asi, cansada, preocupada todo el tiempo.
- ¡¡¡¿¿¿Qué!- automáticamente se paró y volvió a sentarse, no estaba segura de lo que había escuchado.
- Que te cases conmigo en la playa…como una vez soñaste.- se detuvo para mirarla profundamente mientras acariciaba sus cabellos castaños con delicadeza.- Claro…solo si quieres.
- Quiero, quiero…pero ¿Qué dirá tu familia?- estaba entusiasmada, casarse en la playa era algo tan diferente, tan romántico, tan…pero que diría su familia, una familia tan estricta en cuanto a las bodas y no cualquier boda.- Y ya tenemos reservada la iglesia…
- No dirán nada, eso tenlo por seguro.- la abrazo con ternura, y la atrajo hacia él, lo que más quería en este mundo es que aquella niña de ojos verdes, que ahora era toda una mujer adoptara su apellido para y por siempre.- Sakura, detengamos todo y vamos a casarnos en la playa, con el mar y un hermoso atardecer de testigos.
Sintió como un calor extraño se apoderaba de su cuerpo y se anidaba completamente en su rostro. Este hombre realmente la amaba, estaba convencida que él haría todo por ella.- Eres el hombre perfecto…no…no puedo pedirle nada a esta vida.- Una sensación reconocible para ella, la arropo y no tuvo otra salida de prácticamente comérselo a besos, besos profundos, apasionados, con ternura, con verdadero amor.
- Si, acepto casarme contigo en la playa, descalzos y mojados.- las palabras le rozaban entre sus labios, era magnifico tenerlo de esa forma, todo suyo. Sintió por enésima vez la sensación de que podría morir siendo feliz, con él, junto a él.- Te AMO.
- Y yo a ti.
N/A: PPPPPPEEEEEERRRRRRRRRRRRDDDDDDDDDDDDOOOOOOOONNNNNNNNN…mis mas sinceras disculpas por tal letargo, se que estas explicaciones estan de mas porque es imposible que una persona dure tanto para actualizar… MI MALDITA INSPIRACION se fue de vacaciones y cuando regreso (:p) una tremenda vagancia se apodero de mi que no me dejaba escribir.
Y… TAN TAN TAN TANNNNNNNNNNNNNN….q le parecio estre TREMENDO capitulo, el rencuentro de Eriol y Meiling fue algo pesimo, parecía q los dos querian pedir disculpas pero no c atrevian…o no podían…BUENO…y esa petición tan romantica de nuestro kerido Syaoran, UNA BODA EN LA PLAYA, simplemente maravilloso, solo Syaoran hace algo así. Y para culminar kkkkkk chistoso fue esa escena entre Tomoyito y Brian…mientras la escribia me moria de la risa, y cuando la relei, volvi a explotar…
¿Avances? Tengo para decirles que ERIOL C NOS VA para Inglaterra, el hombre esta decidido, kiere olvidar todo lo malo…y la boda en la playa va…y ke esa boda destapara secretos, confesiones, y escenas inolvidables e importantes para esta historia.
SIGAN LEYENDO, PLIS MAS REVIEWSSS K ME HAGAN SENTIR BIEN…AGRADECIMIENTOS A: Jenny y Morgana Riddle…como c llaman tus fic pa tambien leerlos Y C LES KIERE MUCHO DESDE LA REP. DOMINICANA.
LadyAtenea
