—10—. ALCOHOL.
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A la mañana siguiente, Hermione despertó algo adolorida por la posición en la que había pasado toda la noche. Con algo de dificultad se levantó y fue cuando vio que Draco se encontraba sentado en el borde de la cama, de espaldas a ella y la cabeza hundida entre los hombros. Ella caminó hasta quedar a su lado y pudo notar que su expresión era completamente neutral, como si no se hubiera percatado de su presencia y ella no sabía si hablarle o respetar su silencio y, por unos segundos que parecieron horas, lo observó. Al final, decidió salir sigilosamente de la habitación para darle algo más de espacio, pero cuando estaba llegando a la puerta, él murmuró:
—No estoy seguro si debo agradecerte o hechizarte por sacarme de ese lugar. —Hermione se quedó estática, sin dar la cara.
—Sé que no llevas la varita contigo, así que… ¡de nada! —respondió con jocosidad pero sin voltearse y mirándolo con el rabillo del ojo.
—No la necesito… Sin embargo, no me siento con fuerzas para producir magia sin ella. —La joven iba a decir algo pero Draco no le dio chance—. En todo caso, no puedo quedarme acá. —Intentó ponerse de pie, pero antes de lograrlo, se llevó una mano a la cabeza y su expresión denotaba un profundo dolor—. Siento que me va a explotar —gruñó. La joven entendió por qué no había hecho el intento de levantarse antes.
—Será mejor que vuelvas a la cama. —Se acercó para sostenerlo.
—Dame algo de licor. Eso lo quitará… es lo único que ayuda.
—No creo que sea buena idea, Malfoy; evidentemente estos meses has abusado del alcohol y por eso estás así.
—¿Me vas a decir qué hacer, Granger? —masculló soltándose con cierta brusquedad de su agarre, lo que evidentemente provocó que el dolor en su cabeza empeorara. Hermione se alejó en busca de una poción—. Para empezar, ni siquiera tuviste que haberte cruzado en mi camino.
—Así de pequeño es el mundo, Malfoy… Mira que venir a encontrarnos en el mismo pueblo. Las vueltas que da la vida, ¿no? —Forzó una sonrisa con la idea de apaciguar la incomodidad que le generaban las palabras de su ex compañero de colegio.
—¿Por qué desearía la famosa heroína del mundo mágico vivir en este asqueroso pueblo muggle?
—Quizá por la misma razón que tú. —Se acercó para darle un frasco. Él lo tomó con desgano.
—Prefiero el alcohol y en grandes cantidades. Es más efectivo que cualquier cosa que me puedas dar. Y con magia, se logra uno de aceptable calidad a partir de agua.
—Nota mental: no darte un vaso —bromeó tratando de bajar la tensión en el ambiente mientras volvía a la caja de las pociones.
—No me hagas reír. —Con algo de esfuerzo, conjuró un vaso de tamaño mediano, murmuró Aguamenti para llenarlo hasta el tope con agua que luego convirtió en ron; posteriormente y de un solo trago, se lo tomó sin que ella lograra hacer algo para evitarlo—. Mucho mejor —declaró y recostando su cabeza en la almohada, cerró los ojos con satisfacción.
—¡No vuelvas a hacer eso, Malfoy!
—¿Me lo vas a impedir tú, Granger? ¿Crees que me puedo quedar en este lugar y soportarlo así como así?
—¿Prefieres la calle sucia y el frío invierno a una cama caliente y acogedora? —Estaba empezando a cansarse de la actitud del joven.
—¡Lo que yo prefiera, no es de tu incumbencia! —farfulló lanzando una mirada llena de repulsión. Apretaba tanto la mandíbula que debido a la delgadez, afilaba aún más su rostro—. Ya te has entrometido suficiente en mi vida, Granger. Lo que yo haga no debe importarle a nadie, mucho menos a ti.
—A tus padres les importas. Deben estar desesperados por no saber de ti.
—Nunca les importó más que su propio beneficio y lo que pudiera hacer yo para que mi padre mantuviera el poder que creía tener. A veces siento que los odio. Y sé que tú también me odias.
—El odio es mutuo, ¿no? Me lo has demostrado siempre. —Hermione se quedó viéndolo fijamente con el ceño fruncido y él parecía cohibido ante el enfrentamiento pues no rebatió. Ella suspiró y relajando el rostro, continuó luego de unos instantes—. Si no me importara, te hubiera dejado herido y a tu suerte en aquel lugar, ¿no crees? —siseó.
—Nadie te pidió que me ayudaras —replicó con enojo. Ya era la segunda vez que le decía lo mismo en menos de un día y no pudo evitar sentir una leve punzada en el corazón, sobre todo al recordar las palabras de Harry. Aún en aquel estado, no dejaba de ser un arrogante. Hermione no había esperado agradecimiento de su parte pero al menos sí un poco de empatía. Pero por supuesto, Draco Malfoy no era capaz de algo así—. Cuando este terrible dolor de cabeza se alivie un poco, me iré… no pienso quedarme acá. Despertar y ver tu cara es peor que una pesadilla.
—¿Hermione? —La aludida escuchó la voz de Harry proveniente de la sala.
—¡Acá estoy!
—¡Por la barba de Merlín! No puede ser… —Draco se incorporó para quedarse sentado—. ¡Pero si es el mismísimo salvador del mundo mágico! —gruñó más para él mismo que para los demás cuando Harry apareció por la puerta—. Esto definitivamente merece otro trago. —Y de inmediato hizo aparecer más agua en su vaso para luego transformar en ron.
—También me da gusto volverte a ver, Malfoy —dijo Harry con sarcasmo sin entrar a la habitación.
—Siempre tan agradable, Potter… —contestó sin emoción en su voz—. ¿Venciste al mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos y aún no encuentras un hechizo para hacer algo por eso que llamas cabello?
—¿Ya te viste…?
—¡Malfoy! Si tienes ánimo para hacer ese tipo de comentarios debe ser porque te sientes mejor —interrumpió Hermione haciendo un gesto de advertencia a su amigo para que no siguiera hablando; Harry rodó los ojos.
—No me digan que al fin ustedes decidieron vivir su relación y este es su pequeño nidito de amor. Y es aquí donde vine a dar; ¡no lo puedo creer…! —Nuevamente se dejó caer en la almohada y apretó las sienes—. Definitivamente, esto es peor que mis más terribles momentos junto a él —masculló.
—Te urge un buen baño, Malfoy —comentó Harry haciendo caso omiso a las miradas de Hermione. Parecía estar aún muy impresionado de verlo en ese estado tan deplorable, un sentimiento que casi rayaba en lástima.
—No voy a quedarme acá, y así como luzco me hace pasar desapercibido… —repuso lanzando un cansado suspiro y encogiéndose de hombros con indiferencia.
Harry hizo un gesto a su amiga para que saliera de la habitación. Él la siguió.
—¿Irás a trabajar hoy?
Hermione se debatía entre ir a la floristería y dejar a Draco solo la mayor parte del día, o, en definitiva, quedarse en casa y atenderlo ella misma. Temía que, de quedarse sin su cuidado, el muchacho aprovechara para irse, y él aún estaba débil; aparte de que deseaba ayudarle a salir de su adicción. Por otro lado, tenía muchas preguntas por hacer; entre ellas, qué había llevado al heredero de una de las familias sangre pura más importantes del mundo mágico a abandonar la casa de sus padres. Harry insistía en que nada evitaría que él se fuera si eso era lo que deseaba, y ella en que debían encontrar la forma de convencerlo a quedarse.
—No me verás hacer eso, Hermione. La verdad, quisiera tener el mínimo contacto con él, pero si hay algo en que pueda ayudar, nada más me avisas. Voy de compras. No sé si necesitas algo o quieres que pase por la floristería y deje algún mensaje.
—Quizá él se sienta mejor si le damos algo de espacio… Además, con lo que le acabo de dar, probablemente duerma todo el día… Tampoco puedo quedarme en casa el tiempo que se quede con nosotros.
—Si es que se queda…
—Me gustaría que se quedara… —le dijo ella volviendo su mirada hacia el dormitorio—. Me temo que está pasando por una profunda depresión. Y quizá algo de compañía podría ayudarlo.
—Y precisamente seríamos nosotros, las dos personas que más ha odiado en su vida, quienes le daríamos esa ayuda, ¿verdad, Hermione? —musitó con sorna.
—Tienes razón, Harry, parece completamente descabellado, pero aun así quisiera hacer algo… —Suspiró abrazándose a sí misma—. Nosotros tampoco lo hemos pasado bien después de la guerra, solo que la forma en que él ha intentado manejar la situación obviamente no ha sido la adecuada. El alcoholismo no sanará las heridas del pasado…
—Todos salimos afectados de esta guerra, Hermione. Unos más que otros. Y no es cuestión de bandos. Simplemente es la consecuencia, y quizá tampoco nosotros lo hemos podido manejar de la forma más óptima: de alguna manera, él, tú y yo hemos escapado. Él se refugió en el alcohol, lejos de sus padres y amigos; nosotros en este pequeño pueblo lejos de nuestros seres queridos… En fin, creo que debiéramos seguir los consejos de Shacklebolt y solicitar la ayuda psicológica que paga el ministerio. Estoy seguro que les saldría más barato si pedimos terapia grupal —bromeó intentando restarle seriedad al momento—. Toma una decisión y me cuentas. Me voy.
Harry salió de la casa y Hermione volvió al lado de Draco. Lo encontró nuevamente dormido debido a las pociones cuyo efecto se extendería por varias horas. Le quitó el vaso de las manos y lo desapareció, luego se dirigió a la cocina; con rápidos movimientos de varita preparó unos huevos, avena y té Earl Grey con leche para ella, y luego preparó algo para el convaleciente. De verdad se sentía muy bien hacer el desayuno con magia. Se dio un baño rápido y luego buscó entre la ropa de Harry, algo que su amigo ya no usara y lo dejó en el baño junto a la toalla, y el estuche con los implementos que había comprado, por si acaso Draco quisiera mejorar su aspecto, además de un jabón nuevo a la par del champú y acondicionador de su amigo. Seguidamente, se sentó a escribir una nota para él.
Harry y yo salimos a trabajar. Espero encontrarte en casa a mi regreso a las cinco de la tarde. En el baño (saliendo de tu cuarto, una puerta hacia la izquierda) te dejé ropa limpia, una toalla y un estuche con artículos de uso personal; en la cocina te dejé desayuno con un encantamiento de estasis para mantenerlo caliente y una poción que te ayudará a sentirte mejor. Traeré bocadillos, panecillos dulces y algo rico para cenar. Espero que te quedes; aún estás muy débil. En todo caso, si llego a casa y no estás, quiero que sepas que le haré saber a tu madre que te vi. Mentiré y le diré que estás bien.
El dinero que llevabas está dentro de la mesita de noche.
Hermione dejó la carta sobre la pequeña mesa junto a la cama para que Draco al despertar pudiera verla. Y para asegurarse de que él no se fuera, bloqueó la puerta principal y las ventanas con un encantamiento de impasibilidad que un Draco débil y sin varita no podría contrarrestar. Y así más tranquila, se dispuso a empezar su día laboral como cualquier lunes.
