—18—. MALAS NOTICIAS.
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El sonido de un búho real en la ventana interrumpió el silencio que había caído sobre ellos luego de las declaraciones de Draco. Por un momento, Hermione pensó que podría ser una carta de Harry, pero al ver el gesto de su acompañante se dio cuenta de su error. Evidentemente, él había fruncido el ceño con desagrado pues había reconocido al ave que picoteaba con insistencia la ventana. Por lo visto, no era la primera vez que él ignoraba a la mágica criatura. Hermione también trató de ignorar lo que estaba pasando, pero al insistir el repiqueteo en la ventana y ver que Draco no se movía, colocó su plato sobre la mesa de noche y se levantó. Él casi ladró, dejando atrás el tono melancólico con el que venía hablando.
—¡Déjala! Ya se cansará y se marchará. Es mi padre de nuevo.
—Me doy cuenta de que sabes que te han estado buscando. Incluso puede que sepas que meses atrás hicieron una noticia sobre tu desaparición en El Profeta. Nada te cuesta, al menos, recibir la nota. El búho no tiene la culpa de tus rabietas.
—¡Ah, no! ¡Por supuesto! ¡La siempre perfecta Hermione Granger a favor de las criaturas indefensas del mundo mágico! —dijo con sorna arrastrando cada palabra más de lo acostumbrado.
Ella, haciendo caso omiso de las burlas, se acercó a la ventana y la abrió. El sello de los Malfoy lucía imponente en el sobre.
—¡Quema la carta! ¡No quiero saber nada de él! —ordenó con enojo, dejando su tartaleta a medio terminar en la mesa de noche para seguidamente conjurar un vaso, llenarlo de licor y tomarlo en un único trago. Mantenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
—Vas a morir si sigues por ese camino.
—Entonces no hay problema: yo ya estoy muerto.
—Al menos, piensa en tu madre.
—¡Por protegerla a ella es que me metí en ese lío! —gritó—; para que no la mataran, a ella y a mi padre, pero sobre todo a ella, y tuve que hacer muchas cosas que no quería. Debido al miedo tuve que aprender a fingir que era como ellos, tuve que conformarme con sobrevivir, viendo mi vida y la de mis padres pendiendo de un hilo demasiado fácil de romper. ¿Crees que no pensé en ella todos esos meses? No me hagas reír, Granger…
Draco hablaba atropelladamente por lo que Hermione dejó escapar un cansado suspiro, le hizo un cariño al búho antes de que el animal se alejara y decidió salir de la habitación y dejarlo solo con sus pensamientos. Draco, desde la cama, cerró la puerta con violencia en un claro mensaje de no ser molestado.
Caminó hasta la mesa de la sala, donde puso la carta y luego se sentó en el sofá a observar el sobre, estrujando nerviosamente uno de los almohadones rojos entre sus manos. Sabía que, por más que ella insistiera, Draco no la leería. Solo Merlín sabía cuántas veces se había repetido la misma escena y él no se había molestado siquiera en recibirlas; sin embargo, no se atrevía a quemarla como él había sugerido que hiciera.
Luego de varios minutos, y viendo que ya era tarde, decidió que lo mejor era acostarse, aunque sospechaba que no iba a poder dormir por la curiosidad.
Al día siguiente, cerca de las nueve de la mañana, una lechuza llegó con una carta dirigida a ella mientras desayunaba un té. Reconoció la letra de Harry y con prisa abrió el sobre cuyo contenido traía dos pliegos. Uno era una carta y el otro la primera plana de El Profeta de ese sábado donde se veía una foto antigua de la familia Malfoy luciendo los tres muy formales ante la cámara, en un bucle que repetía una y otra vez a Lucius retirando imaginarias pelusas de su túnica para luego colocar la mano izquierda sobre el hombro de un muy joven Draco sentado en un sillón de estilo gótico, y a la siempre impecable Narcissa que acomodaba el puño de su vestido para seguir el ejemplo de su esposo y colocar la mano derecha sobre el otro hombro de su hijo.
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Este viernes por la tarde, una irreconocible Narcissa Malfoy ha sido ingresada en el Hospital San Mungo por un serio quebranto de su salud, mientras seguimos sin saber del paradero de Draco Malfoy, quien ya suma al menos siete meses de ausencia en las actividades de la alta sociedad del mundo mágico. ¿Tendrá este quebranto de salud de su madre algo que ver con su desaparición?
Intentamos que el siempre elegante y amable Lucius Malfoy nos diera alguna declaración, pero los sanadores no nos han permitido acercarnos a la habitación.
Fuentes cercanas a la familia insisten en que el joven mago estaría en Noruega, lo que confirma lo previamente dicho por sus padres; sin embargo, investigaciones con nuestros colegas en ese país han revocado esa teoría: nadie lo ha visto ni hay evidencia de que se haya apersonado ante algún equipo de Quidditch, como se rumoraba en meses pasados.
Así mismo, los jóvenes Nott, Goyle y Zabini y las señoritas Greengrass y Parkinson, sus amigos más cercanos, tampoco han sabido nada de él desde hace más de medio año, como ellos en persona confirmaron a esta reportera. Recordemos que no es parte del alumnado de Hogwarts, no estuvo presente en ninguna actividad social de principio y fin de año y que su última aparición en público fue el veintinueve de junio del año pasado, cuando se dictó la absolución de sus delitos.
Algunos rumoran que la extraña desaparición del heredero pudiera deberse a su repentina muerte como consecuencia de una maldición recibida por quien fuera en vida, el mago más temido de todos los tiempos, mientras el joven Malfoy, siguiendo los pasos de su padre, militaba como mortífago, y que esa es la razón por la que su madre está ahora hospitalizada en una condición realmente mala de su estado general, físico y mental. Seguiremos pendientes de su evolución para informar a nuestros lectores.
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Hermione no salía de su asombro por las noticias del periódico. Esto era lo que probablemente Lucius quería contarle a su hijo en la carta de la noche anterior. Sin demora, leyó la carta de su amigo.
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Hermione:
Supongo que ya has leído la noticia de Skeeter. Así están las cosas por acá.
Si Malfoy insiste en no aparecer por el hospital, estoy dispuesto a visitar a su madre y al menos decirle que él está vivo. Sé que eso la tranquilizaría.
Sabes perfectamente que esa familia nunca ha sido de mi agrado, pero tampoco me siento bien de saber dónde está y callarlo. Al fin y al cabo, estoy vivo gracias a ella, cuando le mintió a Voldemort.
De todos modos, tampoco es que él esté en condiciones de que ella lo vea en el estado deplorable en el que se encuentra actualmente. Verlo así perfectamente la podría matar de la impresión o de tristeza. Ella me salvó en el Bosque Prohibido y es por eso que siento la necesidad de decirle que está vivo. Algo podría inventarme para acercarme y sé que me creería.
Dime qué opinas o qué dice el malagradecido que proteges, que por lo visto ni recuerda que tiene una madre que evidentemente la está pasando muy mal por su desaparición. En este momento estoy en Grimmauld Place.
H. P.
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Hermione entendía el punto de vista de Harry. Él no tenía padres y a como él lo veía, Malfoy los tenía pero no los apreciaba, no importa las razones que tuviera para ignorarlos. Sabía que su amigo hubiera dado lo que fuera por unos minutos con James y Lily: abrazarlos, besarlos… pero eso ni con magia era posible.
Arriesgándose a sufrir por las consecuencias de todo el enojo Malfoy, abrió el sobre de Lucius y sacó la carta. Estaba fechada el jueves por lo que probablemente el señor había dudado si enviarla o no ya que hasta el viernes en la noche había llegado, quizá después de haber llevado a su esposa al hospital. No quiso leer más y estuvo por varios minutos dudando sobre lo que debía hacer pero no había de otra: era imperioso que Malfoy leyera el contenido de la carta de su padre y la nota del periódico.
Buscó su varita por si la pudiera necesitar y se dirigió hacia el dormitorio de Draco. Abrió muy lentamente la puerta y sin pasar del marco, analizó el panorama. Él se había dormido casi sentado y la cabeza hundida en el pecho y aún mantenía el vaso en la mano; probablemente había tomado hasta perder el conocimiento y sintió aún más lástima de la que había sentido la tarde anterior cuando habían hablado de sus problemas.
Ella había sentido que los ánimos estaban mejorando hasta la llegada de la lechuza, cuando se había echado para atrás el poco avance que había tenido en lo que a la bebida se refería; incluso lo había visto más relajado y tranquilo, pero eso había quedado atrás. Sabía que esa mañana él no estaba en condiciones de recibir malas noticias, y mucho menos, de tomar alguna decisión, pero no había otro camino.
Harry tenía razón, tampoco lucía de la mejor manera. Ojeras, barba y cabello largo y desordenado, y para complementar el cuadro, extremadamente demacrado… Su madre seguro moriría de tristeza si lo viera tan deteriorado; aunque si ponía la situación en una balanza, era mejor verlo así que creerlo muerto, si es que esos rumores del periódico tenían algún fundamento. Suspiró y se acercó para despertarlo, no sin antes quitarle el vaso y buscar una poción.
—Malfoy, despierta por favor, es necesario que leas esto.
—Déjame en paz, Granger, ¡lárgate! —Manoteó sin éxito los brazos de la muchacha.
—Malfoy, esto es importante, sino ten por seguro que no te molestaría… Es algo urgente que tiene que ver con la salud de tu madre. Necesito que leas esta carta. Este reportaje salió hoy en El Profeta, y quizá esta carta de tu padre esté relacionada con ese incidente.
Al escuchar que había una carta y un reportaje que probablemente tuviera que ver con su madre, Draco se enderezó torpemente para luego llevarse las manos a la cabeza, cosa que Hermione ya había previsto por lo que le ofreció una poción que él bebió con rapidez, aunque se negaba a tocar la misiva.
—Tendrá algún hechizo de rastreo que se activará si la toco y no quiero que me encuentren.
Hermione se asombró y lo soltó como si quemara sin recordar que ya la había tocado el día anterior y no había pasado nada. Él le aclaró que solo servía si la persona que buscaban lo tocaba ya que involucraba magia con sangre y de pronto se sintió muy tonta por su reacción.
Algo avergonzada pero igualmente sorprendida por la facilidad con que Lucius Malfoy seguía saltándose las leyes a pesar de todo lo que había pasado, aunque en este caso en cierto modo se justificara pues eran sus padres urgidos de encontrarlo, asintió y con la varita hizo una copia del pergamino y el original lo metió en el bolsillo trasero de su pantalón para evitar que él lo tocara por accidente, casi segura de que no era necesario pues si de verdad había habido una emergencia, en lo último que el mago había pensado al momento de escribir era en hacer magia oscura.
Con ojos vidriosos, y para dicha de ella pues satisfacía su curiosidad, Draco leyó aunque en voz apenas audible:
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Draco, por el amor a Merlín, ya han pasado siete meses que no sabemos de ti. ¿Cuántas cartas más debo escribir para que reacciones y al menos leas una?
En las cartas anteriores no lo había mencionado pero en esta, que espero sí leas, no me dejas otra opción. Lo que tengo que decirte es muy serio: tu madre no está nada bien y me temo lo peor. No te estoy mintiendo con el fin de que regreses a casa, Draco, pero sé que no te perdonarías si le pasara algo y tú no estás con ella en sus últimos momentos de vida.
He retrasado lo más posible el tener que llevarla a San Mungo, pero los sanadores no dan otra opción. Solo en el hospital podrían vigilar de cerca su estado y la medicación, la cual tu madre se niega a tomar.
Se muere de tristeza, Draco, y todo por tu ausencia, pero ella se resiste a dejar la casa porque dice que puedes aparecer en cualquier momento.
Ten compasión de tu madre puesto que no la tienes de mí y por favor, al menos mándale una pequeña nota, si es que insistes en no dejarte ver. Hazlo por amor a ella. No vaya a ser que después sea muy tarde. Si tu lejanía tiene que ver conmigo, como sospecho, al menos perdona a tu madre y sácala de esta agonía que tiene desde que te fuiste.
Tu padre que, aunque no lo creas, te quiere y extraña, L.M.
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P. D. Es viernes por la noche y no he tenido otra opción que llevarla al hospital después de una crisis donde pensé que la perdería para siempre. Los elfos me ayudaron a llevarla a San Mungo porque no era dueño de mí y los sanadores la han sedado por esta noche. He vuelto a la mansión para enviar esta carta. Por favor, Draco, no permitas que ella se vaya de este mundo sin que sepa algo de ti. Estamos en el segundo piso. Espero que cuando leas esto no sea demasiado tarde.
