—29—. DETALLES.
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Hermione se había llevado una gran desilusión al salir con Samuell pues no había resultado como esperaba. En ningún momento había surgido una conversación en la que ella se hubiera sentido cómoda o que realmente le hubiera interesado.
Samuell hablaba mucho de sí mismo alardeando de sus éxitos como si con eso la fuera a impresionar, recordándole muchísimo a la cita que tuvo con el también apuesto y atlético pero idiota Cormac McLaggen en la fiesta de Navidad del profesor Slughorn en sexto año para el Club de las Eminencias, quien tampoco había dejado de hablar sobre sí mismo y sus habilidades en el Quidditch.
Luego había sacado el tema de la situación política del distrito en el que vivían despotricando contra unas medidas que había tomado el gobierno local asegurando que, si estuviera en sus manos, él habría actuado diferente. A ella le interesaba el tema pero no sentía que fuera un tópico para hablar en una primera cita.
Por último, le había contado por qué había terminado con sus ex-novias echándoles la culpa de todo cuanto había pasado.
Tampoco tenían gustos similares en pasatiempos; es más, él odiaba leer y amaba los deportes extremos. Todo lo que había dicho la había aburrido tremendamente, además de que había hecho un gran esfuerzo por evitar comentar algo relacionado con el mundo mágico y así no romper el Estatuto del Secreto; debido a eso también había tenido que mentir un poco en algunos aspectos que él había preguntado sobre su etapa de estudiante.
De los modales mejor no opinaba y en varias ocasiones se descubrió comparándolo con Draco en todos los aspectos por lo que al final del postre casi estaba agradecida por haber terminado la cita, cita que ni siquiera había tenido un mínimo de tinte romántico. Él no había coqueteado con ella, en ningún momento sintió que hubiera querido saber algo de ella, algo de su vida; tampoco había propiciado al menos un roce de manos y se sintió decepcionada ¿o más bien aliviada?, no lo tenía claro.
No es que ella esperara que su primera cita terminara en un beso a la luz de una farola camino a casa, pero definitivamente no era lo que tenía en mente para la primera salida romántica de su vida pues había caído en cuenta que nunca había tenido una con Ron, pero eso ya era cosa del pasado. Ahora tenía muy claro que Ron y ella jamás habrían funcionado juntos ya que eran de personalidades distintas; siempre había sido consciente de que él no era el más seguro de los hombres, tampoco era el más brillante y quizá tenía algo de mal carácter y sacaba lo peor de ella con más frecuencia de la que deseara aceptar; sabía que tampoco tendría una conversación de libros mágicos, mucho menos muggles con él y quizá eso era en cierto modo frustrante, pero era sincero, no trataba de impresionarla siendo quien no era y sobre todo, la hacía reír. Era una lástima que a nivel romántico no hubieran podido congeniar, que fueran incompatibles, pero extrañaba al amigo.
Resopló con alivio cuando por fin llegó a casa y se encontró de nuevo en la paz de su hogar. Se soltó el cabello y se rascó el cráneo con tal de relajarse pero un dolor en los hombros le confirmó lo tensa que había estado esa noche y definitivamente no quería repetirlo, al menos no con Samuell. Jamás había esperado que su experimento de salir con alguien terminara con ella tomando un relajante muscular para aliviar su espalda y poder dormir bien.
Harry se había reído cuando a la mañana siguiente ella le había contado los pormenores de la cita y sobre todo cuando lo había comparado con el grosero y fanfarrón de McLaggen, aunque contrario a Samuell, Cormac sí había intentado «algo más» cuando la había llevado adrede debajo de un muérdago.
—La verdad es que estaba extrañado de tu repentino interés por salir con alguien.
Hermione carraspeó. No se había atrevido a contarle a su mejor amigo el conflicto sentimental que tenía, y por ende, su intento por sacar a Draco de su mente saliendo con Samuell.
—Tú pasas muy ocupado, y quería distraerme —le dijo intentando sonar convincente—. Me aburro últimamente.
—¿Te aburres? —preguntó sorprendido—. Nunca imaginé escuchar que tú pudieras aburrirte…
Hermione se sonrojó. Odiaba ocultarle cosas a Harry pero contarle a su amigo lo que Draco estaba provocando en ella, a sabiendas que era una locura, no era factible.
—Bueno, en este autoaislamiento que nos impusimos, prácticamente no tenemos vida social, Harry. O al menos yo, pues tú sales con Ginny los fines de semana, Malfoy ocasionalmente sale con sus compañeros de trabajo. Soy la única que va de la casa al trabajo, al centro geriátrico o adonde mis padres y nada más… Y de pronto te das cuenta que… que le falta algo a tu vida…
—Estás filosofando, Hermione. Y eso significa que algo te pasa.
¿Por qué tenía que ser tan transparente?, o más bien, ¿por qué era que Harry la conocía tan bien?
—Yo me entiendo… —respondió evadiendo su mirada inquisidora.
—¿Y Samuell? Supongo que no volverás a salir con él.
—Por supuesto que no.
—Si quieres salir entre semana, nada más dime qué día y pido la noche.
—No quiero molestarte, Harry. Pides la mayoría de los fines de semana libres para poder verte con Ginny.
—A Frank no le molesta cambiarme los turnos pues son mejores las propinas los fines de semana, y con eso de que se va a casar, el dinero extra no le cae mal. Además, ahora que empiezo más temprano, compenso y el jefe no se queja. En todo caso, si necesitas despejar la mente, podemos ir al cine un día de estos. Creo que ya tienen en cartelera la nueva de Julia Roberts y la de Star Wars. Tú sabes que en este pueblo todos los estrenos llegan semanas después. O vas con Malfoy. Después de mí, es lo más cercano que tienes a un amigo; de hecho, creo que pasas más tiempo libre con él. Podría asegurarte que le gustará ver hasta dónde llega la imaginación de un muggle como George Lucas y ni para qué hablar de los increíbles efectos especiales.
—Malfoy viendo una película muggle, ¿conmigo? No lo creo. —Y si fuera el caso, se pensó que preferiría ver Notting Hill, pues sabía que era del género romántico. Imaginarse viendo una película romántica con Draco agolpó la sangre en sus mejillas por lo que fingió buscar algo en la despensa.
—Me parece que se acopló bastante bien a este estilo de vida. Quizá le resulte interesante lo que sucedió «hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana» —dijo sonriendo—. A lo mejor hasta quiera tener un sable de luz en lugar de una varita —añadió blandiendo un sable imaginario de un lado a otro como lo haría Luke Skywalker.
—O quizá ver ese tipo de películas le dispare algún gatillo y tenga una crisis de pánico en medio de todos —comentó con preocupación pellizcando un bollo de pan.
—Puede que tengas razón —murmuró frunciendo los labios y robándole un trozo de pan para él—. No había pensado en eso. Los poderes de los Sith son bastante parecidos a la magia oscura. Nosotros hemos visto las tres anteriores y quizá veamos la situación diferente a pesar de nuestra experiencia con Voldemort; pero él no, y puede que Darth Vader o cualquier otro le provoque malos recuerdos.
Hermione sintió que su corazón se le hacía un puño de solo imaginar la escena.
—En todo caso, me has dado una buena idea. Quizá debiéramos comprar un televisor y alquilar películas, sobre todo de comedia. Sería una manera diferente de pasar el tiempo y reír puesto que al final no estamos yendo a terapia. He leído sobre la risoterapia y sus beneficios, y creo que aún nos rodea algo de energía negativa a los tres. Pero también quiero ir contigo a ver Star Wars. Le diré a papá y te unes a nosotros.
A Hermione no le ayudaba a su situación que Draco prácticamente la esperaba para cenar todos los días con el fin de que le diera el visto bueno de lo que había preparado, esto porque se había motivado cuando ella le había dicho que le gustaba lo que cocinaba. Cada tarde la sorprendía con un platillo diferente y sus ojos se iluminaban al describir cómo lo había hecho. Ante esta situación, había llegado a la conclusión de que no importa con quien saliera, ninguno sería Draco.
Todo se complicó cuando una tarde de viernes, a mediados de agosto y después de trabajar, él comentó:
—¿Has visto lo bonitas que son las tardes en esta época del año? Callum me contó que llevó a su prometida a un parque cercano y que lo habían disfrutado bastante. Hace mucho calor como para quedarse en casa este fin de semana y he estado pensando en que quisiera compensar el mal rato que te hice pasar cuando sugeriste ir de pic nic hace unos meses y yo me comporté como un verdadero idiota. ¿Te gustaría ir a algún lado conmigo?
Hermione abrió los ojos con asombro y su corazón parecía que se le iba a salir del pecho ante esa invitación. ¡Por supuesto que le encantaría! Y quería abrazarlo por la emoción, por lo que tuvo que hacer un gran esfuerzo para contenerse.
—¡Qué buena idea!
—Déjame encargarme de todo. Le pregunté a Callum sobre los detalles que debo tomar en cuenta para hacer un buen pic nic. Estaba extrañado de que nunca hubiera ido a uno. Le dije que mis padres odiaban la naturaleza y creo que lo convencí. Me habló de un lugar, Hyde Park. Busqué fotos en internet y creo que te gustará.
—¿Hyde Park? ¿Un lugar concurrido por miles de muggles?
—Bien sabes que eso ya no es problema para mí, Granger —respondió frunciendo el ceño—. Nos apareceremos en un punto cercano y buscaremos un buen lugar con calma. —Hermione asintió y en su pecho la ansiedad por la situación hizo que el corazón empezara a latir aún más rápido—. Llevaremos a Kraus y Crookshanks para que también se diviertan —añadió Draco lo que sorprendió aún más a la bruja—. He visto que los llevan a esos lugares en unos bolsitos. Compraré uno para los dos.
En Hyde Park, famoso por su belleza y por ser el lugar donde se habían realizado varios «duelos entre caballeros» en los que se sumaban sesenta y tres víctimas mortales durante el siglo XVIII, Draco y Hermione visitaron la Standing Stone y otras esculturas, el «árbol al revés», la rosaleda y admiraron los Jardines de Kensington.
Hermione se negó a que Draco alquilara una barca de remos en el lago Serpentine, y prefirió que caminaran un poco por la orilla para ver los cisnes y después, eligieron el lugar para tumbarse sobre el césped bajo un frondoso árbol y refrescarse con lo que él había comprado o preparado, y que traía en una canasta que agrandó luego de extraerla del bolsillo del pantalón: sándwiches de jamón y queso cheddar, huevos a la escocesa, pastel de cerdo y de postre, dos trozos de shortcake de fresa. Varias botellas de cerveza de raíz mantenidas frías con magia fueron colocadas también sobre la manta. Hermione estaba asombrada por cada detalle que él había tomado en cuenta y quiso imaginar que era especial para él si se había tomado tantas molestias.
No había podido pasar por alto los lentes oscuros que él llevaba para la ocasión, además de la fresca camiseta de algodón gris oscuro y un pantalón negro, que le hacían lucir tan relajado y que no pasaba desapercibido para otras mujeres del lugar. En cambio, ella había tenido problemas para decidir qué ponerse, diciéndose con frecuencia que eso no era para nada una cita y no tenía por qué intentar impresionarlo pues simplemente la había invitado para pasar una tarde diferente, por lo que al final se había decidido por un pantalón capri holgado color blanco con rayas verticales azules y una camisa tipo polo azul. Complementaba su atuendo con un sombrero ridículamente grande color paja del que Draco no había dejado de burlarse.
—De haber sabido que querías una carpa, hubiera traído una —le dijo cuando ella lo sacó de su bolso de cuentas y se lo puso al llegar al lugar—. Hay un objeto que no me deja ver más allá de ti —bromeaba—. Todos los que estamos acá cabemos debajo de tu sombrero —insistía, y ella reía eufórica ante su jocosidad, faceta que le desconocía por completo.
De pronto, algo relacionado con sus mascotas lo hizo reír como nunca lo había visto, tanto, que su cara se había puesto roja. A Hermione le gustó verlo en ese momento, tan distinto al chico que había conocido y supo que llevaba camino a enamorarse perdidamente de él, de esta nueva faceta, de quien era cuando estaban juntos.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —le preguntó con la idea de despejar la mente de su descubrimiento.
—Cinco de junio.
—¿Y no dijiste nada? —Él se alzó de hombros.
—¿Para qué?
—Pues…
—Fue un cumpleaños diferente —respondió Draco con la mirada fija en aquellos inmensos árboles—. Mi madre me envió algunos dulces, mis amigos más cercanos me enviaron su felicitación… Lo pasé conmigo mismo; una experiencia muy diferente pero que disfruté bastante.
—Me gusta celebrar a mis amigos de alguna forma. Es una lástima que deba esperar hasta el otro año.
—¿Eso significa que somos amigos? —preguntó él con asombro.
—Creo que después de este pic nic, podría catalogarte como un amigo —dijo ella con su corazón latiendo muy rápido. Draco sonrió y ella sintió que se iluminaba aún más el lugar.
—¿Empezaremos a usar nuestros nombres de pila?
—Solo si te hace sentir cómodo. Creo que yo podría llamarte Draco sin ningún inconveniente pero si no te gusta…
—Pues… —titubeó pasándose con nerviosismo las manos sobre el cabello, el cual, por el calor del verano sumado al que hacía en el invernadero, había cortado y lo llevaba casi como años atrás.
—Tampoco me molesta que me sigas diciendo Granger —aclaró algo desilusionada, intuyendo que quizá él no se sentiría cómodo llamándola por su primer nombre. Rápidamente decidió no darle importancia a la situación. Se había recostado en la manta y veía las nubes siendo arrastradas por el viento y formando enigmáticas figuras—. ¡Mira! —señaló al cielo en una dirección—. ¡Un delfín! Pareciera brincar sobre las olas del mar.
—¿A qué te refieres? —inquirió extrañado alternando entre verla a ella y el cielo.
—Las nubes —dijo volviendo a señalarlas. Draco había fruncido aún más el entrecejo.
—No te entiendo.
—¿Nunca jugaste a ver qué figuras forman las nubes? —El joven negó probablemente pensando en que se había vuelto loca, por lo que ella empezó a reír—. Lo siento; a veces olvido lo diferentes que son las familias mágicas. Con mis padres jugábamos a ver figuras en las nubes todo el tiempo.
Draco elevó los ojos al cielo y Hermione deseó saber qué pasaba por su mente pero prefirió no preguntar. Rato después, el ocaso teñía de naranja sus rostros y el ambiente no podía parecerle más romántico. Internamente se lamentó que no tuviera el valor suficiente para acercarse a él y besarlo. Ella jamás podría hacer algo así y por supuesto que él jamás lo permitiría, y por eso, intentó desviar nuevamente su mente hacia otro tema.
Viendo cómo oscurecía y empezaban a encenderse automáticamente todos los faros del lugar, de repente sintió algo de frío por lo que se abrazó las piernas y apoyó la barbilla en sus rodillas. Draco murmuró un hechizo que aumentó ligeramente la temperatura a su alrededor. Ella le agradeció y él le sonrió.
—¿Puedo hacerte, como amiga, una pregunta algo personal? —inquirió con cautela minutos después que había caído la noche. Él bebió un poco de su cerveza de raíz y luego asintió aunque a ella le pareció que se había puesto nervioso—. No estás obligado a responder… —Hermione fijó su mirada en la distancia para darle algo de intimidad a Draco y continuó—. Hace un tiempo me dijiste que no podías perdonarte a ti mismo por todo lo que pasó… ¿Aún piensas lo mismo?
—Si hablo con la verdad, hay días en los que no recuerdo nada de esa época o que soy un mago y que alguna vez cometí errores. Y creo que eso es un gran avance; siento que con el paso del tiempo, todo eso quedará atrás.
—Perdón por remover esas heridas, entonces…
—No hay problema —aclaró empezando a arrancar la etiqueta de la botella que tenía entre las manos—. Tampoco duele como hace unos meses, y supongo que eso significa que esas heridas han sanado un poco. Me enfoco en vivir el día, Granger, en cuidar de las plantas imaginando que harán feliz a alguien y quizá eso me ha ayudado a expiar culpas… —Alzó los hombros con despreocupación—. Quizá no es lo que hubiera querido hacer con mi vida, lo de ser un empleado más y no el jefe o dueño de toda la empresa, pero tampoco está mal. Me permite ser yo mismo, no tengo que demostrarle nada a nadie, no me siento como si tuviera que interpretar un papel en la función para la que mi padre me crió. Además, sé que él probablemente desaprobaría todo lo que estoy haciendo y eso me motiva más a dar lo mejor de mí en ese lugar.
—Eres muy distinto ahora.
—Lo sé, pero distinto no es malo.
—No; distinto es mejor.
Ella le sonrió. Quizá en algún momento de su época colegial realmente había odiado al niño Malfoy, pero esa época estaba ahora muy lejana y por eso no parecía tan descabellada la idea de enamorarse del hombre en que se estaba convirtiendo aunque él nunca llegara a corresponderle.
Un silencio los envolvió por unos minutos, ella se encontró sumida en la idea de lo diferente que había sido su salida con Samuell a la que había tenido esa tarde con Draco y los deseos de repetirla.
—¿Cómo te has sentido tú? —le sorprendió minutos después. Ella, aún sin creer que él realmente le estuviera devolviendo la pregunta, sonrió ligeramente.
—No he vuelto a tener pesadillas y eso es realmente un alivio, así que en términos generales, puedo decir que últimamente me he sentido muy bien. Gracias por preguntar. —Ella le sonrió con gratitud y no pudo evitar preguntarse internamente qué diría él si supiera que era una de las razones, sino la más importante, en esa mejora de su ánimo.
—¿Qué pasó con Weasley? Me intriga no verlo alrededor de los dos cuando antes eran inseparables.
La pregunta la tensó; Draco se percató de la incomodidad porque susurró un «lo siento» que a ella la tomó completamente por sorpresa. ¡¿Malfoy disculpándose?! Y de repente sintió que debía apresurarse a responder para dejar en claro su posición ante Ron. Trató de controlar su perplejidad y como si estuviera hablando del clima, respondió:
—Va a ser un año que no sé mucho de él, la verdad. Harry y yo tuvimos un malentendido con él… Ron y yo teníamos… una especie de relación —¿por qué era tan incómodo hablar de Ron con Draco?—, y bueno… no funcionó… terminamos y nos distanciamos…
—Así que una relación… —Draco esbozó su típica sonrisa burlona—. ¿Cómo hacías para besar a ese idiota y no vomitar?
—¡Malfoy! —frunció el ceño y le lanzó una mirada que deseó pudiera prenderlo en llamas, pero vio que él simplemente intentaba provocarla para hacerla enojar. Conocía bien su enemistad con la familia Weasley, algo más que todo relacionado con Arthur y Lucius o incluso puede que de más antes, por ser los Weasley abiertamente conocidos traidores a la sangre y por ende, enemigos de los supremacistas, traspasando ese odio a las siguientes generaciones por mera costumbre—. Podría preguntarte lo mismo por Parkinson —sonrió a su vez, lo que hizo a Draco dramatizar que ella lo había ofendido.
Así era ahora su amistad…
