HIJO DE LA LUNA

Por Maytelu

Disclaimer: Inuyasha y todos sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi. La canción 'Hijo de la luna' es interpretada por Mecano. Yo solo los tome prestados para hacer esta obra sin ningún fin de lucro.

Advertencia: Esta historia es un AU, así que los personajes pueden estar algo fuera de lugar. La pareja Sesshomaru/Kagome NO existe, pero esto es un fanfic y aquí muchas cosas pueden lograrse. ¿Nombres japoneses en la edad media Europea? No, tampoco existe eso, pero es más bizarro si a Inuyasha le cambio el nombre por Esteban y a Sango por Isabel. AGREGUEN 25 AÑOS A LOS ACONTECIMIENTOS DEL PROLOGO O SE PERDERAN EN EL TIEMPO.

Es NECESARIO que presten atención a los cambios de escena marcados con: OoOoOoOoO. Gracias por su atención y disfruten la lectura

CAPITULO 2: YO NO SOY

El sonido de metal contra metal hacia eco en sus oídos, esa simple resonancia le alentaba a continuar con sus tareas. No había nadie que no estuviese cumpliendo sus labores y ella no seria la excepción. Buen día aquí, buen día allá. Kagome Higurashi se dedicó a saludar con amabilidad a todo integrante de su comunidad que se cruzaba en su camino, tal como era su costumbre, desde que tenia conciencia.

El sol estaba en su esplendor, acababa de colocarse por encima de sus cabezas y esa era la señal que la joven había estado esperando. Y es que la noche anterior su amigo desde la infancia, Inuyasha, le había pedido una charla, circunstancia que la intrigaba de sobremanera, ya que regularmente si él quería platica se acercaba a ella y el habla se daba, nunca era tan formal. Aunque últimamente se comportaba raro…

La chica Higurashi soltó un gritito. Entre sus cavilaciones, no notó el momento en el que Inuyasha se había colocado frente a ella, sentado sobre la punta de sus pies, apoyando su barbilla entre sus manos y mirándola fijamente.

-¿Tan ocupada estas mujer? Pensé que estarías así tantito más atenta a mi llegada.- le dijo mientras hacia una seña juntando sus dedos índice y pulgar.

Kagome le miró con algo de reproche, si que se había llevado un susto, pero solo sonrió y le mostró la lengua a aquel calé de pelo largo azabache y ojos castaño. -Me asustaste, sabes que me molesta cuando haces eso.-

-¡Feh! No es mi culpa –contesto él con un mohín –siempre has de estar en las nubes.- Inuyasha se levanto y le tendió la mano a Kagome, quien juguetona acepto el gesto. -¿Nos vamos?-

-Solo tengo una pregunta antes.- dijo ella

Él alzó una ceja en signo de interrogación -¿Ahora me vas a poner pretextos?-

Kagome intento no reírse por la actitud de su amigo –No, pero quería saber porque me has estado evitando los últimos días y ahora, de buenas a primeras, me PIDES charlar, cuando sabes que nunca te negaría una conversación.- soltó la chica con un dejo de mal humor. Sin duda Inuyasha olvidó lo astuta que a veces podía ser ella.

-Err…- el chico vaciló antes de dar su respuesta –Es justo eso de lo que quisiera hablarte, pero no aquí.- dijo él tomándola delicadamente del brazo y llevándola rápidamente hacia las afueras del campamento, mientras continuaba hablándole –Sé que tus hermanos te cuidan, pero siento que a veces te celan más que de costumbre.-

-Miroku y Hoyo solo tienen ideas raras sobre nuestra relación Inuyasha, eso lo sabes desde que teníamos 10 y aunque ya pasaron 10 años más, siguen con lo mismo.- Kagome emitió una risilla –Esos dos aún no procesan que tu eres como un hermano más para mi.-

Inuyasha bufó –Y yo sé porque no lo hacen.- dijo más para si mismo.

-¿Qué?-

Él detuvo en seco su caminar y negó lentamente con la cabeza –Olvídalo, mira, hemos llegado.-

Kagome miró extasiada aquella acuarela de castaños y anaranjados que apenas contenían un tinte de verde. Los árboles y arbustos que daban entrada a la floresta gritaban con fuerza que el otoño se iría pronto e incluso, una brisa de aire frió que agitó su colorida falda, dio el punto final a aquel anuncio.

-Ya tenia tiempo sin venir a este lugar, estaba cubierto de flores entonces.- comentó la chica sin dejar de mirar el paisaje en frente. Inuyasha se aclaró la garganta, de pronto había recordado el motivo de su paseo y eso le provoco cierto nerviosismo.

-Oye… Kagome.- susurró el joven, situación por la que ella no lo escuchó, es más, de pronto echo a correr como si tuviese la edad de Rin. -¡Oye! NO, Kagome, espera ¡Necesitamos hablar¿Recuerdas?- el pobre Inuyasha intentó detenerla, pero no tuvo más remedio que seguirle los pasos.

Sin embargo, el éxtasis de la chica fue demasiado, tanto que en su loca carrera se perdió de la vista del de cabellos azabache.

"¡Maldición¿En donde te metiste Kagome?" pensó él con un dejo de angustia.

Si Miroku o Hojo se enteraban, él no estaba muy seguro de que su honor quedara intacto. Pero si algo le pasaba a ella… él mismo, él mismo no se lo perdonaría.

¡NO!

No podía pensar así. No podía. Porque Kagome no era para él solo su amiga desde la infancia, mucho menos algo parecido a una hermana, Kagome, era la mujer que él había elegido para su futuro.

Y nada le iba a impedir estar con ella. NADA

OoOoOoOoO

Caminante sin rumbo fijo, con andar lento y penoso. Era eso tal vez lo que definía al joven que reposaba bajo la sombra de un árbol y de cualquier forma, no era algo que le importara. Su cabello, originalmente plateado, se cubría por una capa de barro y polvo que solo enredaban cruelmente cada hebra. Algunos mechones ocultaban a propósito sus ojos de inusual miel y las finas puntas de sus orejas… siendo esto último la única característica en su ser que le distinguía de un ser humano común. Por que él, aún con su pálida piel, podía aparentar ser un albino y las marcas en sus mejillas y frente, podrían pasar por cicatrices caprichosas, pero no sus orejas, no, ellas eran la causa de que día tras día recorriera las forestas de un lado a otro, buscando asilo y comida, sencillamente, sobreviviendo.

Sesshomaru, ese era su nombre. Así le había susurrado el viento una noche que huía de un hambriento lobo. La noche en que la redonda luna brilló con una inusitada candidez y se reveló como su única protectora, mientras en el delirio de una fiebre, observaba la figura de un alto hombre con una apariencia, para sus tiernos cinco años, que lo proyectaba a él mismo en un futuro.

Una corriente de aire le hizo salir de aquel recuerdo. Las hojas de los árboles comenzaban a caer, provocando que los suelos de los bosques se vistieran de tonos anaranjados. Un año más se estaba yendo. Otro año sin respuesta a sus preguntas, existentes desde hacia dos décadas¿Quién o que era realmente él¿De donde venia? Y lo más importante¿hacia donde se dirigía?

Que miserable.

Alguna vez, estaba seguro de ello, había tenido algo similar a una familia. Él había formado parte de los 'otros'. Vagos recuerdos de una mujer anciana ofreciéndole amablemente de comer y un hombre viejo enseñándole a trabajar metales, eso era lo único que su mente podía evocar antes de su vida errante. Y después, después supo que era diferente a los demás, porque nadie, en ningún sitio, le aceptaba.

Siempre se teme a lo desconocido.

Sesshomaru se levantó sin prisa y como pensando calculadoramente cada uno de sus movimientos. Era medio día, así que seria preciso comenzar con la búsqueda del alimento de aquella jornada. Sus sentidos se agudizaron y sus orejas percibieron un sonido proveniente de unos arbustos cercanos. En un parpadeo el joven tenia sujeto a su presa.

El dilema comenzó al percatarse que su presa no era un despistado conejo o cualquier otro integrante de la fauna del bosque, sino una joven, de piel nívea, cabellos oscuros y ojos profundos chocolate. Casi de inmediato su agarre se debilitó, pero no cedió a soltarla.

La chica se mostró temerosa al principio, incluso su cuerpo tiritaba, pero no pasaron ni un par de minutos para que su rostro se contrajera en una mueca de sorpresa e inmediatamente después, soltara una contagiosa risa. Esta reacción multifacética, solo logró confundir a Sesshomaru.

¿Cómo entender la complejidad del ser humano cuando no eres precisamente uno¿Cómo comprender una reacción como aquella, si ni siquiera se sabe lo que es un sentimiento?

-¡Discúlpeme!- la mujer se expresó sorprendida mientras le observaba con curiosidad –Discúlpeme…- repitió –creí, creí que se trataba de un amigo jugándome una broma.-

Sesshomaru no hizo ni un solo gesto, su rostro estaba impasible, mucho menos dijo algo, en realidad nunca había entablado algún tipo de conversación.

-Mi-mi nombre es Kagome.- dijo la chica algo insegura por no obtener respuesta de su captor -¿Podría soltarme?- preguntó mostrando una tímida sonrisa. Lo primero que le vino a la mente es que aquel… hombre, era extraño.

Kagome Higurashi sintió que su brazo era liberado por pausas y agradeció internamente aquello, que ya comenzaba a ponerle de nervios. Sin embargo ninguno de los dos hizo algún otro movimiento. La chica notó que Sesshomaru miraba fijamente hacia el frente, como perdido en algún punto tras de ella y fue de esa forma en que sus mirada descubrió, tras algunas hebras de cabello descuidado, un par de ojos dorados.

-¿Es usted de por aquí?- Por alguna extraña razón la joven se sintió atraída a conocer algo de aquel personaje. –No recuerdo haberle visto en otra ocasión, no es que yo salga seguido de mi campamento, pero…-

Sesshomaru apuntó su mirada hacia el rostro de la chica, con un fino contraste que mostraba curiosidad, un gesto que nadie hubiese podido notar y que Kagome apenas captó por la fija atención que dirigía hacia él.

-¡Oh! Pero que vergüenza, no es mi costumbre charlar con cualquier persona que encuentre en mi camino.- la mujer emitió una risilla que ya denotaba un total nerviosismo. –Mucho menos con un payo.- agregó.

El joven de pálida piel solo alzó una ceja ¿Ella le había considerado como persona¡Vaya! Eso era nuevo para él, que en 20 años solo había recibido muestras de despreció por parte de 'ellos'. Parpadeó una vez lentamente y entonces sus labios se entreabrieron. – ¿Payo?-

Kagome se sorprendió al escuchar hablar a aquel hombre, incluso se había ideado la posibilidad de que no tuviese el don del habla. Esa voz, le resultaba fuerte, pero le daba la impresión de que escondía un profundo pesar en el fondo. Asintió, retomando la pregunta de él –No es usted un gitano, por supuesto.-

Sesshomaru se giró en respuesta dándole media espalda a la mujer.

Kagome se sintió algo ofendida con el acto y fiel a su fuerte carácter a poco estuvo de gritarle algunas cosas, mas se contuvo al pensar que desde un principio se había entrometido mucho con aquel joven y que quizás estaba abusando ya de aquello.

-No.- la respuesta de él había sido firme, pero apenas perceptible para el oído humano. Y es que probablemente Sesshomaru habría querido agregar que él no era nada, pero guardó eso para si mismo. Converso para si, como siempre lo hacia, después de todo ¿Para que gastar saliva inútilmente si nadie nunca le escuchaba y nadie pretendía llevarle una conversación? Si. Por supuesto que sabia hablar, pero no lo hacia.

Kagome parpadeó un par de veces pues no esperaba una palabra más. Tal vez aquel joven no le había expresado sus pensamientos, pero ella de alguna forma, había percibido un dejo de misterio en su respuesta y no se debía precisamente a que el tipo, ahora lo tenía en claro, era alguien de pocas palabras. En sus labios se formuló la próxima pregunta.

-¡KAGOME!-

El gritó proveniente de algún sitio inespecífico del bosque, alertó a ambos jóvenes. Sin embargo el motivo fue distinto en cada uno. Kagome sintió la angustia de un niño al que le pillan haciendo alguna travesura y se frotó con intranquilidad las manos, pensando en que diría Inuyasha (seguro que era él) al verla con un… ¿payo? Sesshomaru, por otro lado, sin externarlo se sintió aprehensivo; había tenido más confianza de la que podía aceptar hacia aquella mujer, pero cosa distinta era con un varón de 'ellos', la experiencia se lo gritaba.

-¡KAGOME!-

El grito fue más claro y se adivinó de detrás del arbusto del que había salido Kagome anteriormente.

-Yo…- la chica entonces se mostró indecisa entre despedirse o correr a donde seguro estaba Inuyasha, antes de que algo más sucediera. Pero no tuvo tiempo de hacer nada. Antes de que diera algún paso, su amigo, de cabello azabache, la miraba con enojo.

Sesshomaru apenas respiró un poco más rápido. No estaba acostumbrado a tanta gente, le molestaba de sobremanera.

-¿Estas loca mujer¡NO eres una niña¡Ni siquiera Rin echa a correr en un bosque que esta lleno de…!- Inuyasha detuvo su perorata al percatarse de que Kagome no estaba sola. Y fue así que sus castaños ojos pasaron del arrepentido rostro de la mujer, a la del joven que les daba la espalda y comenzaba a retirarse a paso lento. -¿Quién es?- preguntó el recién llegado a la chica, sin dejar de mirar al otro.

-Yo… no, yo no sé, no pregunté su nombre.- contestó ella titubeante. No le estaba gustando la actitud de Inuyasha y por otro lado, no se había puesto a pensar que se encontraba 'conversando' con un hombre del que no sabia ni su nombre.

Inuyasha entonces alzó su rostro, mostrándose altivo -¡Hey¿Quién eres? Payo o no, no es amable que rondes nuestro campamento entre las sombras de un bosque. Será mejor que te presentes.-

Sesshomaru solo detuvo su andar, no giró, ni emitió palabra. Kagome respingó. Ella era paciente, pero bien conocía a su amigo y él no era así, seguro no entendería que aquel joven poco hablaba.

Pasaron algunos segundos de incomodo silencio. Nada, no hubo ninguna respuesta.

El chico de cabello negro apretó sus puños con fuerza y dio un paso al frente. Esa fue la advertencia necesaria para que Kagome interviniera.

-Inuyasha, déjale. Debe ser un viajero y parece que no habla el idioma. Él… él me ayudo hace unos minutos con un arbusto que me tenia atrapada.- exclamó la chica con algo de prisa y tratando de sonar convincente ¿Qué la había llevado a mentir de aquella forma? Era quizás la expresión en el rostro de su amigo o la agradable sensación que experimento al charlar con aquel joven misterioso.

-Pero…- los ojos castaños del calé por fin dejaron de apuñalar la espalda del de cabellera descuidada y se dirigieron hacia al rostro de la mujer.

-Vamonos ¿si? No podemos tardarnos demasiado o mis hermanos y mi padre comenzaran a buscarme. Además debo ayudar a mi madre con la comida.- Inuyasha asintió, aunque sus razones no tenían que ver con los deberes inconclusos de Kagome, sino con el motivo que les había llevado en un inicio al bosque.

Sesshomaru simplemente reanudo su marcha y se perdió, entre la espesura de la floresta, con su paso lento, como si flotara sobre la alfombra naranja que cubría el suelo.

OoOoOoOoO

Kagome e Inuyasha caminaban entre los árboles, ninguno decía nada. La chica estaba sumergida en sus pensamientos.

Pensaba.

Pensaba en aquel hombre. Lucia descuidado, pero no dejaba de tener cierto porte. ¿Seria algún noble exiliado de su mundo de riqueza? No. Había algo en él, algo que lo hacia distinto. No era su pálida piel, Kagome no recordaba haber visto una piel tan blanca, quizás porque en su etnia no abundaban las pieles claras y la más cercana era la de Kikyou, la nieta del patriarca. Sus ojos, dorados como el sol o la miel, tampoco había visto unos así, pero quizás entre los payos era más común. ¿Y que había de esas extrañas marcas? Cuatro líneas adornaban sus mejillas, dos en cada lado y la más interesante, una luna menguante en su frente. ¡Entonces lo recordó! Kagome había vislumbrado por una fracción de segundo, unas orejas en punta, demasiado irreales para creerlo cierto. Pero las había visto ¿verdad?

-Kagome- Inuyasha le trajo de vuelta a la realidad. Habían salido del bosque, pero aún estaban alejados del campamento. Habían pasado quizás dos horas de su salida a medio día.

-¿Qué sucede Inuyasha¿Ya no estas molesto conmigo?-

El chico bufo -¡Feh! NO vuelvas a hacer algo así, no puedes darme una preocupación como esa nuevamente.-

La joven sonrió traviesa -¿Te preocupaste por mi?- preguntó con algo de sorna.

Inuyasha suspiró y bajó su cabeza, haciendo que algunos mechones de negro cabello ocultaran su rostro. Kagome frunció el seño entonces, ese no era su amigo. –No vuelvas a hacerlo. Yo… yo no sé, no sé que haría sin ti.-

La chica se conmovió con estas palabras. Últimamente Inuyasha estaba extraño, incluso más sentimental. Miró rápidamente y de reojo hacia ambos lados y se aproximó a su amigo rodeándolo con sus brazos. Solo esperaba que nadie los viera así o tendría serios problemas. –Discúlpame Inuyasha.- susurró ella con dulzura.

-Kagome…- el chico finalmente alzó su rostro, pero aún una sombra opacaba su mirada –Kagome, yo ya no te quiero como una amiga y no puedo verte como hermana.-

Esta declaración hizo que la mujer soltara de inmediato al calé. Esas palabras le habían herido y rápidamente las lágrimas se agolparon en sus ojos. –Pero…-

Inuyasha trago saliva –Tonta.- él mostró una sonrisa a medias –No te quiero. No te veo más como amiga, sino como mujer. Yo te amo.-

Kagome no pudo emitir respuesta. Un nudo obstruía sus cuerdas vocales.

FIN DEL CAPITULO 2

POR

MAYTELU

OoOoOoOoO

Notas de la autora (11 de Mayo de 2006):

Creo que es necesario aclarar algunas cosas sobre la apariencia de Sesshomaru -¡Que por fin apareció!-

1) NO es un Inu Taiyoukai, por lo tanto en este fanfic nuestro querido Sess-sama NO tiene cola (o lo que sea que le cuelgue del hombro y que para mi es su cola). ¿Qué es él? Bueno no es tan complicado, pero se aclarara en capítulos después.

2) NO me golpeen por ponerlo tan descuidado en su aspecto. ¿Ustedes que apariencia le darían a alguien que se la pasa andando de un lado a otro? El tipo se baña en cuanto lago, laguna, río o lo que se le parezca se le cruza en su camino, pero eso, créanme, no lo hace muy seguido. Para el caso, esto esta en pañales y las cosas cambian.

3) No describí su ropaje, no pude acomodarlo a la redacción. Pero al igual que su apariencia, no esta muy bien cuidado.

Otra aclaración, ahora respecto a Inuyasha. Él TAMPOCO es un Inu hanyou, es un gitano bien trabajador y malhumorado, por lo tanto su aspecto es el que luce cuando en la serie se encuentra como humano.

Ahora si, esperó de corazón que les haya agradado este capitulo que en lo particular, me gustó hacerlo. Lo tenía desde hace un par de días, pero me faltaba afinar algunos detalles. Algunas confusiones mentales muy personales no me permitieron concentrarme para ello, así que una disculpa.

Una vez más mi agradecimiento a Laura y sus constantes amenazas para que continué con este proyecto. Otro agradecimiento, por supuesto, a quienes amablemente me dejaron un comentario del capitulo anterior. Esas cosas son las que me hacen meterle velocidad a esto. ¡Gracias! Sus comentarios y demás son bien recibidos en maytelu15hotmailcomo si me dejan un review.

Visita a la cultura gitana:

En el capitulo anterior se me olvido decirles un par de cosas:

-El honor es algo de suma importancia para el prestigio y es una condición masculina que se puede perder frente a otro hombre. Es por esta razón que Miroku hace un comentario al respecto de ello.

-Vara: todo hombre o muchacho con capacidad de luchar. La fuerza de una familia se mide por el número de varas que dispone. Miroku también hace un comentario sobre esta palabra. Se me hizo gracioso colocar al buen Miroku con un dialogo digno de él.

-Tía y tío: No se refiere a la cuestión familiar. Es un gitano de edad que, por sus años, su poder y su comportamiento conlleva el respeto de los demás.

- Patriarca: el jefe reconocido y cabeza visible de una familia extensa.