Capítulo 4

En el departamento que comparten Irisviel y Kiritsugu, la albina se encontraba en el baño mirándose al espejo terminando de maquillarse, había llegado el día de la cena, donde iniciaría su plan para juntar a Arturia y Shiro.

Kiritsugu ya había llegado del trabajo, y fue directamente a saludar a la albina.

- Siento llegar tarde amada mía – le dijo para después darle un beso en la mejilla, pues Irisviel se estaba pintando los labios en ese momento – te ves espectacular – alabo viendo lo sexi que estaba su esposa. Usaba un pantalón de pitillo negro que se acentuaba a su cintura y denotaba sus torneadas piernas, y una blusa sin mangas en V color violeta suave.

- ¿Qué tal tu día? - pregunto esta aun viéndose al espejo, mientras el pelinegro se dirigía al inodoro a vaciar la carga u orinar.

- Renunciare – respondió este aun sabiendo que no podría hacerlo aunque quisiera.

- Siempre dices eso – le dijo la albina, no sería la primera vez que se queja de su trabajo, pero él seguía ahí solo porque su trabajo les daba estabilidad y una vida cómoda.

- Mírame, un día lo hare – él seguía en su asunto mientras hablaba – les diré que no me agradan, ni su dinero, aunque sí quiero su dinero – esa sería la razón principal para seguir en él, pues le pagaban muy bien por cada víctima que conseguía – como sea, diré algo y me iré – una vez termino su necesidad se fue a su habitación a vestirse para la cena.

- Te esperare con champagne – Irisviel siguió dando los últimos retoques, y el hecho de que se estuviera arreglando tanto no tenía nada que ver con querer impresionar a la ojiverde, no, claro que no, simplemente, todo tenía que salir perfecto esa noche, si, esa era la razón.

- Desearía que solo estuviéramos los dos esta noche – le dijo Kiritsugu desde la habitación.

- En definitiva le coqueteara – respondió la albina, ya habiendo terminado de maquillarse, no prestando atención a lo anterior dicho por su esposo – Shiro conquistara a Arturia– prosiguió, una imagen mental de los dos juntos hizo que el malestar volviera y que se arrepintiera de sus planes, pero ya no podía cancelar la cena, al fin y al cabo eso era lo mejor.

- Ella es difícil ¿no? – Kiritsugu dio su punto de vista.

- No, pero bueno… ¿tu si lo harías? – le pregunto, refiriéndose a si sería capaz de coquetearle.

- Bueno, ella no es de mi estilo nena, pero si, supongo que sí – fue la respuesta de Kiritsugu, que era sincera, la rubia era hermosa no lo podía ignorar y tal vez en su tiempo de soltería habría intentado tenerla, al menos una noche, pero no se veía en una relación duradera con ella, no serían para nada compatibles - ¿Ahm? ¿Qué opinas? – pidió la opinión de su esposa ya una vez vestido.

- De ella, la verdad yo no creo… – se apresuró a decir Irisviel.

- No, la camisa – le corto este señalando la camisa roja con rayas verticales que se había puesto. La albina lo observo ligeramente ruborizada por su error.

- Ara mmm… me encanta – le dijo con una sonrisa – eres atractivo – termino mientras se ponía unos botines aun en el baño.

- ¿Si? – Kiritsugu asomo su cabeza por la puerta del baño – ¿quieres tener sexo? – qué bonita forma de pedirlo (léase el sarcasmo) pero el timbre sonó arruinando sus planes – salvada por la campana, pero después tendrás problemas – se limitó a decir moviendo las cejas sugestivamente, luego se dirigió a abrir la puerta principal – Hola –

- Hola – saludo Arturia mientras Kiritsugu le permitía la entrada.

- Pasa, te ves espectacular – le alabo y era cierto, la rubia tenía puesto un pantalón jean azul, un vividi negro y una chaqueta de cuero igualmente negro.

- Gracias, adivina que traje – dijo y luego levanto su mano donde había un ramo de flores que simbolizaban paz y armonía.

- Ahh gracias, Iris no tarda - Kiritsugu las tomo con cuidado – cariño – llamo, levantando un poco la voz.

- Aquí estoy – respondió mientras llegaba a la sala donde estaban, en cuanto vio a Arturia sonrió con alegría – Hola – se ubicó al lado de su esposo, y este la abrazo por los hombro.

- Hola – saludo con una sonrisa apreciando la belleza de la mujer con discreción, por su lado Irisviel hacia lo mismo.

- Ven pasa a ver el nuevo sofá – dijo algo apresurada para evitar perderse otra vez en ese mirar esmeralda, luego tomo la mano de su esposo y prácticamente lo llevo a rastras.

- Nuestro caro sofá – aclaro Kiritsugu, no olvidando lo que gastaron en él, mientras era jalado por su esposa.

- No puedes valuar la comodidad – Arturia dio su punto de vista observando el bonito sofá de piel sintética.

- Lo ves, una mujer que piensa igual – exclamo Irisviel agradeciéndole internamente.

- ¿Crees en la reencarnación? – Pregunto Kiritsugu a Arturia queriendo zanjar el tema – Iris cree que ya se conocen – Irisviel solo sonrió con un ligero rubor en su rostro mirando a la rubia.

- Eso no es lo que… - quiso aclarar, pero la misma Arturia la interrumpió.

- La recordaría, si… creo… – hablo sinceramente, en definitiva nunca podría olvidarse de una mujer como ella.

- Bueno pongamos las flores por allá, traeré agua – dijo Kiritsugu, quien no tomo atención a las miradas que se dirigieron, si lo hubiera hecho habría notado un brillo diferente en ambas.

- Yo lo hago – dijo Irisviel tomándolas, para luego darle una sonrisa a la rubia – gracias –

- Gracias nena – dijo el pelinegro, al ver que Irisviel se encargaría de ese asunto.

Mientras Irisviel se ocupaba en eso, Kiritsugu mantenía una conversación con Arturia, sentados en el caro sofá

- Básicamente el libro que quiero escribir es una guía de "cuáles son los lugares más frescos del planeta en cada época", si es Febrero es el carnaval de Rio, y si es… no se Mayo seria los toros de pamplona – el pelinegro relataba la meta que se había impuesto hace 1 año y que aún no podía cumplir – así que si quieres unas vacaciones de fiesta, entonces abrirás el libro y te diré a donde ir –

- ¿Ya estuviste ahí? – se interesó la rubia.

- Bueno ese era el plan, pero ya sabes Irisviel… la vida… el trabajo… Irisviel – termino con una sonrisa, no se arrepentía de aplazar su meta por Irisviel.

- Algún día – dijo Arturia con entendimiento.

- Si, tal vez – finalizo deseándolo en su fuero interno, por su lado Irisviel fue a la cocina a alistar todo para servir la cena – y que me dices de ti ¿casada? O ¿piensas casarte algún día? – quiso saber para ayudar a Irisviel con su plan.

- Ahh no, no, tal vez las leyes han cambiado – dijo mirando al techo intentando recordar.

- ¿Cómo dices? – pregunto el pelinegro, no entendiendo a que se refería.

- Soy gay – le dijo calmadamente, no se avergonzaba de decirlo.

- Jajaja – rio un poco pero al ver a la rubia seria se detuvo – bueno impresionante – fue lo único que se le ocurrió decir, en definitiva el plan estaba arruinado. Afortunadamente el timbre sonó sacándolo de esa incómoda situación.

Irisviel, que todavía estaba en la cocina y no escucho nada de la conversación que ellos mantenían, fue a abrir sabiendo quien estaría en la puerta, era hora del show.

- Debe ser Shiro – dijo Kiritsugu para sí mismo, pero en voz alta.

- Y vendrá Shiro – hablo Arturia con ironía, entendiendo entonces el porqué de la invitación.

- Si – fue lo único que pudo decir el pelinegro, no sabiendo cómo darle a conocer a su esposa la nueva información.

Momentos después, ya estaban los 4 en la mesa comiendo, y si, cocino Kiritsugu.

- Kiritsugu – llamo Shiro a su amigo mientras masticaba un bocado de la cena – esto es repugnante –

- ¿Eso crees? – pregunto el mencionado.

- Lo es cariño, es atroz – le siguió Irisviel. Mientras Arturia reía discretamente cubriéndose con su mano.

- En fin, ahora, ya pasaron 3 semanas, díganme ¿es mejor el sexo después de la boda? – pregunto Shiro.

- Oh, por favor – respondió Irisviel con gracia.

- Porque cuando he tenido sexo con personas después de que se casan dicen que es "fantástico" – hizo las comillas con los dedos – Irisviel – miro a la albina.

- Ara cásate y averígualo – respondió, por su parte, Arturia agradecía internamente que la albina no respondiera esa pregunta.

- Shiro no podría comprometerse hablamos de dos o tres años de su vida – dijo Kiritsugu con sorna.

- No soy hombre de una mujer – hablo el mencionado, intentando defenderse.

- ¿Crees que exista tu otra mitad? – pregunto el pelinegro sirviéndose vino.

- ¿Quizás aquí? – dijo Irisviel señalando a Arturia con la mirada.

- De hecho Irisviel… - quiso abogar Kiritsugu para que ya no se haga ilusiones.

- ¿Qué? Hay mujeres preciosas aquí – interrumpió a su esposo, Arturia solo la miro sospechosa.

- Sí que las hay – dijo Shiro – e intento dormir con todas las que pueda – tal vez le guste Arturia pero su único deseo era llevársela a la cama, no quería prometer algo que no podría darle.

- Jamás fallas ¿o sí? – dijo el pelinegro con una mirada de burla.

- Bueno les enseñan con aves y abejas por mí – comento Shiro mirando a la rubia.

- Jajaja – rio Arturia, esta situación sin duda era muy graciosa.

- Todo cambia cuando conoces a la indicada – hablo Irisviel, lo que para ella era un hecho.

- ¿Y cómo sabré, cuando la conozca? – se interesó Shiro.

- No lo sabes enseguida, solo sientes… calor y comodidad, te quedas ahí, intentas y de pronto dirás… "Si, eso es – respondió Irisviel y después miro a Kiritsugu – debe ser amor"

- Estoy de acuerdo – dijo Kiritsugu.

- También yo – luego Shiro – dame eso – pidió Shiro tomando el plato de comida de Irisviel recibiendo un "gracias" de parte de esta.

- No estoy de acuerdo – contradijo Arturia después de meditar lo dicho por la albina – creo que sabes de inmediato, sabes en cuanto sus ojos… - suspiro dando a entender a lo que se refería – entonces todo comienza ahí y solo pruebas que tuviste razón desde el primer momento, cuando te das cuenta que estabas incompleto y ahora estas entero – finalizo con una sonrisa. Los demás analizaron lo dicho por la rubia.

- De hecho, apoyo lo que dice – cambio su opinión Kiritsugu.

- También yo – apoyo Shiro.

- Listos y ¿Quién quiere pudin? – pregunto el pelinegro.

- Yo – respondió Arturia.

- No – hablo, un poco fastidiada, la albina.

- ¿No? – se extrañó Arturia, a su percepción eso era exactamente lo que deberías sentir por la persona amada.

- No, si crees eso, entonces crees que todos los que no lo tienen… – se detuvo un momento sopesando sus ideas luego la miro con seriedad – solo aman por interés – Arturia tenía que estar equivocada.

- No… me refiero a eso – se defendió Arturia sin entender cómo es que la albina llego a esa conclusión.

- Creo que es lo que estás diciendo – insistió la albina.

- Creo que ella lo dijo más lindo – quiso intervenir Shiro, también confundido por el comportamiento defensivo de Irisviel.

- ¿Ahh? ¿Trufa? – dijo el pelinegro, sosteniendo un bol en la mano, queriendo aligerar el ambiente.

Minutos después, la cena había concluido y Kiritsugu estaba en la cocina tirando los desperdicios con Shiro a su lado.

- Te ves cansado amigo, ¿tuviste un buen día? – pregunto el rubio.

- No… voy a renunciar – le respondió el pelinegro.

- Viste a la florista – cambio de tema Shiro, a uno que si le interesaba – dijo eso para mí, y esta noche nos alojaremos en la cama – finalizo con confianza.

- No está saliendo bien para ustedes – le replico Kiritsugu.

- Yo creo que va bien – le corto el rubio. Kiritsugu con una sonrisa burlesca se acercó a su amigo.

- Es lesbiana – le informo lo que hace unas horas se había enterado y después se rio al ver la cara estupefacta de Shiro.

- ¿En serio? – Pregunto este, incrédulo – genial – luego su morbosa mente hizo su trabajo –

- ¿No crees que eso llega a impedir tus planes para seducirla? – dijo el pelinegro lo que para él era obvio.

- Puedes cambiar de equipo – le contesto encogiéndose de hombros, a su percepción no había problema.

- Ahh… uf – Kiritsugu se resignó su amigo era todo un caso.

- No cualquiera porque yo no… – le aclaro Shiro – Amm ya sabes –

Por otro lado, Irisviel se dirigía a la azotea del departamento donde se encontraba Arturia. Quería disculparse con ella por su actitud anterior. No es de actuar así, pero en ese momento sintió que Arturia le restregaba en la cara que ella no amaba a Kiritsugu realmente, y eso debía ser imposible; aun así eso no le daba el derecho de actuar de forma grosera con ella.

Cuando llego, se dio cuenta que estaba lloviendo, pero Arturia no parecía molestarse por eso, pues tenía un paraguas sobre su cabeza mientras observaba la ciudad sentada en el murito de seguridad. Dicha imagen hizo que la albina riera ligeramente.

- ¿Qué estás haciendo? – le pregunto alzando la voz para ser escuchada por sobre la lluvia.

- Es preciosa – respondió la rubia desde donde estaba, señalando la vista que daba el lugar.

- Está lloviendo – le replico la albina.

Segundos después ambas mujeres ya estaban adentro, Arturia a pesar de haber tenido un paraguas, no pudo evitar mojarse en algunas zonas.

- Kiritsugu no subiría aquí, dice que tu miedo subconsciente hará que te avientes – comento la albina – se paraliza cuando me acerco a la orilla –

Ambas quedaron en un silencio algo incómodo mientras observaban la lluvia caer frente a la puerta de cristal, entonces Irisviel se decidió hablar.

- Perdón por la cena – se disculpó sintiéndose avergonzada.

- Mmm… he probado peores – bromeo Arturia para calmarla.

- Jajaja – se rio Irisviel más relajada, pero luego se puso seria – creo que exagere –

- No, claro que no – quiso replicar, pero la albina la miro como diciendo "di la verdad" – solo un poco – finalizo con una sonrisa, no tenía caso seguir pensando en ese tema. Ambas rieron mirándose a los ojos, luego Irisviel froto los brazos de Arturia.

- Te mojaste – regaño la albina con una sonrisa, para después quitarse la chaqueta que traía puesta.

- Estoy bien – le dijo la rubia también sonriendo, intuyendo las intenciones de Irisviel.

- Y estas helada – siguió Irisviel.

- Estoy bien – insistió Arturia viendo a la albina ya con la prenda en mano, dejando al descubierto sus hombros.

- Ponte esto – le pidió Irisviel en un tono que no permitía replicas.

- Ahora tú te helaras – le dijo la rubia resignada y con la chaqueta sobre sus hombros.

- Estoy bien, no importa – ambas sonreían divertidas, sus cuerpos estaban más pegados y Irisviel seguía con sus manos en los hombros de Arturia.

- Oigan ¿Qué hacen allá arriba? – pregunto Kiritsugu con curiosidad desde el piso inferior al escuchar risas.

- Nada – respondió la albina recordando que no estaban solas.

- Shiro quiere jugar póker desnudo o desnuda a Shiro, y yo quiero que se vaya a casa – dijo con una sonrisa cansada.

Y minutos después, teníamos a Arturia y Shiro despidiéndose de la pareja.

- Que descansen – les deseo Arturia dándole a Kiritsugu dos besos en la mejilla y de Irisviel solo se despidió con la mano – gracias por la cena – finalizo.

- Adiós – le dijo la albina con una sonrisa.

- Adiós Shiro – despidió el pelinegro a su amigo que ya estaba en la puerta de salida.

Shiro dejo que la rubia saliera primero y cuando lo hizo miro a Kiritsugu levantando su pulgar derecho, gesto correspondido por el pelinegro. Al estar afuera decidió poner su mejor jugada en acción.

Lectores anónimos: Muchas gracias

Pd: Tengo pagina de facebook por si quieren leer doujin traducidos de love live, symphogear, Mai Hime, los espero con ansias, me pueden encontrar como: Mapache Curioso, espero su visita ansiosamente.

Pd: Si quieren otra historia adaptada o traducida no duden en pedirla.