My War:

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la

Let's start a new life from the darkness

Until the light reveals the end

Sinister faces, growing curses

This is my last war

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (squeezing out their wisdom)

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling on to their)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (very last coins)

Destruction and regeneration

You are the real enemy (Rastis! Rastis! Rastis!)War!

(My) War!

(My) War!

Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!

- No volveré a dejarte atrás. – Reclama Adora, pateando el bastón eléctrico.

- ¿Por qué no te quedas? – Suplica Catra, ya cansada de toda esta situación. – Ahora tenemos lo que siempre quisimos.

- Pero no es real, Catra. – Eso ya lo sabía pero simplemente no quería aceptarlo. – Por mucho que quiera que las cosas sean tan simples como eran antes, no hay vuelta atrás. – Adora la toma de los hombros para encararla pero no puede, o más bien no quiere, volver a ese mundo donde ella la abandonó para jugar a la heroína. Catra da un manotazo para zafarse del agarre mientras suelta un grito de frustración. Empieza a correr por los Bosques Susurrantes hasta que es tacleada desde atrás, caen y giran por el suelo mientras gritos y quejidos de enojo sale por parte de las dos. Ambas vuelven a verse de frente. - ¡¿Por qué lo hiciste?! – Exclama Adora.

- No tengo idea de que estás hablando. - Quería ganar. Quería aplastarla, a ella, a la rebelión, a Shadow Weaver; a todos. Si no lo hacía lo que pasara por ese portal lo haría el portal mismo. No tenía nada que perder y aun así apostó a que podía ganarlo todo. Entrapta se lo había dicho, se lo advirtió. Pero estaba harta de que todos le dieran a Adora la razón. Porque Adora siempre tenía razón y ella siempre estaba mal.

Un ruido y un resplandor rosa pálido aparecen en el horizonte. Un resplandor que engulle todo lo que está a su paso sin importarle lo que sea. El viento sopla y los árboles desaparecen. Siente miedo, siente ira e impotencia.

-Ya no hay tiempo, Catra. Tenemos que irnos. – Catra se abraza a sí misma mientras los flashes de esa realidad a la que tanto odia pasan por su mente. Esa promesa que ahora de repente parece importarle. Esa promesa rota, que ya no valía para nada, que estaba en el pasado y que se había jurado así misma no volver a rememorar. – Todo estará bien si permanecemos juntas. Ayúdame a arreglarlo. – El día en que ella decidió irse pasa frente a sus ojos, ese momento que recuerda con amargura todos los días y que ha maldecido una y otra y otra vez. - ¡Por favor! ¡Esto no puede ser lo querías! – ¡¿Qué sabes tú sobre lo que quiero?!

- ¡¿No lo entiendes?! ¡Nunca voy a irme contigo! – Finalmente la ve a los ojos, su expresión de incredulidad en ese momento valía oro. Catra ríe. Ríe con una risa maniática, ríe como nunca lo había hecho antes. Estaba cansada, estaba harta. Incluso si el portal las destruía, las hubiera destruido juntas, pero Adora no podía concederle ni eso. La apunta con su dedo. – Siempre tienes que echarlo todo a perder, ¿verdad? – Le da la espalda solo para abalanzársele encima empujándola hacia el piso con sus pies, Catra cae a su lado, reincorporándose rápidamente mientras saca sus garras de su mano izquierda, dejándola caer con la intención de clavarlas en la piel de Adora. Ella esquiva el ataque haciendo que las garras se claven en la tierra, con su mano derecha lanza otro zarpazo que también esquiva, se levanta y lanza otro más dejando una marca en el tronco de un árbol. Ataca otra vez y otra vez, hasta que su brazo es detenido por Adora quien la empuja hacia atrás. Siente el viento proveniente del vació formándose a sus espaldas pero no le importa.

- ¡Catra, mira lo que está pasando! ¡Vas a destruir todo! – Suplica Adora.

- ¡Eso ya no me importa! ¡No te dejaré ganar! ¡Prefiero que el mundo se acabe a dejar que eso pase otra vez! – Un rayo de luz aparece en medio de ellas, la tierra tiembla y se rompe bajo sus pies. Catra siente como es absorbida hacia ese abismo luminoso que ella misma creó. Toma a Adora por el cuello de su horrenda chaqueta, si ese iba a ser su final, la arrastraría con ella. La tierra se parte separándolas, la insignia de Capitán de la Fuerza cae al vacío, Catra es succionada, intenta aferrarse al pedazo de suelo. Ahora siente miedo, mucho miedo.

- ¡Catra! – Grita Adora intentando en vano estirarse para tomarla de la mano y salvarla. Porque eso quería, ¿no? Eso es lo quería. Catra consideraba que Adora ya había obtenido demás en esta vida y si podía negarle ese último deseo ahora hacía el final, lo haría y a pesar del dolor que pudiera sentir, valdría la pena. Valdría la maldita pena. Le da un último vistazo a la que alguna vez fue la persona más importante en su vida y se suelta, dejándose llevar por la vorágine destructiva hacia lo que el destino creyera conveniente.

Adora solo la ve desaparecer con lágrimas en los ojos y se lamenta al borde de esa brecha luminosa que se ha tragado todo lo que conocía… o al menos lo que había dejado atrás hace tiempo ya.

No sintió nada. Simplemente fue tragada viendo a Adora desaparecer en medio de una luz y ahora, abriendo sus ojos, se encuentra en medio de una selva. No era un lugar que se le hiciera conocido, no era siquiera un ambiente del que tuviera registro en Etheria. Árboles altos, de tronco delgado y marrón con puntas palmeadas la rodean, siente el calor del ambiente mientras que en su manos siente la humedad de la tierra. Escucha unas aves graznar a la distancia. Se incorpora sobre sus pies y empieza a analizar con la vista el lugar ¿Qué pasó? ¿Cómo llegué aquí? No entendía nada, se sentía de cierto modo decepcionada que aún estuviera pues… viva. Y al mismo tiempo aliviada que, lo que fuera que le hubiera pasado, haya sido indoloro.

Un estruendo inunda sus oídos y ve un resplandor verde acercársele con rapidez, instintivamente se arroja al suelo mientras orbes verdes cayendo contra el suelo, destruyen los árboles a su alrededor y estos caen al suelo con troncos astillados levantando polvo y tierra. Dirigiendo su mirada al lugar de origen de estos ataques logra dilucidar entre la lluvia de proyectiles a unos seres bajos, parecían encorvados con ojos brillantes e igual de verdes como aquello que disparan, cargando artilugios grandes y notablemente pesados disparando ronda tras ronda en su dirección. Catra esquiva los grandes troncos que se precipitan sobre ella, su corazón se acelera y su cola se eriza, tropezándose cae boca abajo mientras un árbol se precipita sobre ella y cuando con un estruendo golpea el suelo se ve a sí misma intacta y sin ningún rasguño.

Los ataques cesan, una parte de la frondosa selva ha desaparecido, los troncos de los árboles derribados despiden humo y se hace un silencio. Catra vuelve a dirigir su vista hacia la dirección de origen para tratar de identificar a sus atacantes y ahora puede verlos con claridad. Ratas. Míseras ratas caminando a dos patas, las despreciaba y le gustaba tener un pequeño juego cruel cuando se proponía capturar una en la Zona de Terror. El silencio se rompe por un rugido proveniente del lado contrario del campo derruido. Ve a criaturas alzando sus rugidos al cielo, criaturas con fauces enormes con crestas y llevando mazas y escudos en sus garras. Lagartos. Lagartos caminando en sus patas, altos y fuertes con mandíbulas enormes. Desde atrás una criatura monstruosamente colosal con piel roja y cuernos aparece de entre los árboles cargando una estructura dorada con otro lagarto más delgado que el resto con cresta roja cargando una tablilla entre sus garras y otras similares a su alrededor mientras un resplandor dorado como el amanecer salía del centro esa estructura.

Gritos se escuchan mientras ambos bandos se abalanzan unos sobre otros. Vehículos con ruedas gigantes, pilotados por las ratas, rompen las filas de los lagartos con gran fuerza casi mandándolos a volar, otros de escamas naranjas se abalanzan sobre las ratas al otro lado del campo escupiéndoles algo mientras estos también rompían sus filas atrapándolos entre sus mandíbulas, sacudiéndolos y tragándolos ahí mismo. Las ratas atacan con sus armas pero los lagartos ni se inmutan ante los impactos sobre sus escamas y gruñendo esgrimen sus mazas de hueso estrellándolas con fuerza contra los cráneos de las alimañas rompiéndolos mientras la sangre brota a borbotones. Las ratas crean impulsos verdes mandando a volar los lagartos. De la estructura que carga el monstruo enorme sale un as de luz dorada que golpea el suelo barriendo a las ratas como si fueran hojas secas. Catra, en medio de toda esa locura de rugidos y chirridos, no puede entender que es lo que pasa ¿cómo llegó ahí? ¿Qué son estas cosas? ¿Por qué no pueden tocarla? Algo hace click, no podían tocarla, la sangre que brotaba de los golpes propinados por los lagartos no la tocaban y los lagartos pasaban de largo y menos mal, pues el solo pensar que ser mordida por una de esas criaturas ya le hacían sentir dolor.

Monstruos acorazados con masas de hueso en sus colas se unen, bestias aladas empiezan cubrir el cielo. Una risa maniática empieza a escucharse mientras la batalla continúa, ve a una de las ratas, que era quien reía con una armadura azul mientras una estela de humo verde sale disparada hacia al cielo para luego precipitarse hacia el suelo y al golpearlo, un brillo verde la ciega y con un estruendo, un vapor verde la cubre, las ratas y los lagartos desaparecen. Los rugidos y chirridos cesan mientras la envuelve una capa de oscuridad dejándola confundida.

Un sonido martillante y metálico hacía eco a su alrededor, se gira en todas direcciones intentando encontrar el origen. Aparece frente a una puerta de metal, el sonido ahora era más claro, desconcertada, empieza a retroceder y por el rabillo del ojo puede a sus espaldas a seres erguidos y señoriales de piel pálida, orejas puntiagudas y armaduras negras sosteniendo escudos enormes y espadas. La puerta cae con un estallido, una nube de polvo negro se levanta mientras por ella empiezan a aparecer esas ratas antropomorfas de antes mientras una, que estaba a la cabeza, reía con ojos verdes fulgurantes. Proyectiles morados disparados desde cañones cargados en las espaldas de las ratas estallan mientras los seres de piel pálida se lanzan al ataque. Se mueven gráciles, rápidos y letales mientras las hordas de alimañas caen, pero estas se mueven de manera ágil y rápida llevando espadas en ambas manos y algunos sosteniendo una tercera con la cola dando volteretas saltando por encima de las cabezas de sus enemigos.

Las explosiones empiezan a mermar las filas de los seres pálidos, criaturas con cuerpos de serpiente y rostro femenino serpentean en el campo de batalla pero estas también son repelidas por los brillos morados que hacen temblar el suelo dejando estelas de fuego sobre este. En medio de todo eso, uno de los seres pálidos de cabellos negros y largos, lanza cortes con su espada, los enemigos caen si dilaciones y sin tiempo a reaccionar. El tiempo parece ir más lento y una voz profunda y sepulcral es lo único que se escucha mientras un halo de luz púrpura la rodea.

-Me necesitas, Darkblade – Hordas de ratas se abren paso a través de las filas de los seres de armadura negra cortando, royendo y chirriando mientras la desafinada orquesta del metal contra metal se presenta como un ruido sordo que se detiene de repente. Una figura sombría aparece cruzando el halo, portando la misma armadura que el resto – Tu arrogante orgullo terminará tu miserable existencia.

- ¡Silencio, demonio! – Exclama, clava su espada en el suelo mientras saca un frasco largo con contenido azul

- Tonto. Sin mí, ambos moriremos aquí. – La figura sombría los rodea pasando por los cúmulos de cadáveres tirados en el suelo, a quien le habla parece estar considerando lo que le decía – Aprisionado en tu carne, hay un poder por el que mortales matarían por tener. – Los cuerpos de los caídos caen convirtiendo los cúmulos en montañas de cadáveres que la figura escala revelándose como un doble exacto del ser de cabello negro, excepto porque este tiene el cabello blanco. Estando cara a cara, continúa. – El odio es el regalo del uno para el otro. Malus. – El fragor de la batalla vuelve, carruajes tirados por caballos negros hacen vibrar el suelo mientras el tiempo vuelve a correr con normalidad, ahora es Catra quien encara al ser de cabello negro que mira el frasco de antes. Dentro de su cabeza escucha la voz del ser de cabello blanco. – Con odio. –

Todo es posible – Responde su doble de cabello negro. Catra maldice a su agudo sentido del olfato pues el olor a sangre es tan fuerte que la hace sentir mareada.

Ve a una de las ratas guerreras acercárseles rápidamente, esta corre y da un brinco intentando atacar desde arriba, el ser de cabello negro camina pisando los cuerpos muertos de sus semejantes y responde chocando espadas en el aire haciéndolo retroceder. El ser de cabello negro arroja el frasco y su cabello se vuelve blanco mientras marcas moradas le cubren el rostro y sus ojos también cambian de color a un morado oscuro.

La oscuridad vuelve a cubrirla viendo el destello de esos ojos desparecer como fuegos fatuos en medio de la penumbra. Ya no quería entender nada, quería que parara, quería silencio; un momento de lucidez. Echa a correr hacia a ningún lado, sus pies se apoyaban en algo pero no podía ver el piso y estaba empezando a entrar en desesperación, lo que ya había visto la había descolocado ya lo suficiente. Ella podía ser bastante sanguinaria y sucia a la hora de pelear, pasó por su mente como un flash cuando hirió a She-ra en la espalda durante la batalla de Luna Brillante con tal saña que debió haber dejado marcas profundas en su piel, pero nunca había visto un despliegue de fuerza bruta, violencia y sangre como el que había atestiguado. Los azotes despiadados que rompían los huesos con crujidos mientras trozos de piel, músculo y sangre volaban por los aires manchando el suelo u otras criaturas igual de sanguinarias y sedientas de sangre mejor adiestradas en combate que ella. Sus golpes y ataques debían ser no menos que caricias en comparación.

Con la respiración agitada seguía corriendo en la oscuridad, cerrando los ojos esperando que todo fuera una pesadilla de la cual ansiaba despertar y parecía haber funcionado. Se encuentra a sí misma en medio de un bosque, siente la hierba verde en sus pies y una ligera brisa revuelve su cabello; tal vez había regresado a los Bosques Susurrantes. Pero esa ilusión desapareció rápidamente mientras una marisma de gritos se alzaba al aire mientras filas y filas de seres femeninos de cabellos rojizos y piel blanca, cubiertas con ropajes verdes y llevando espadas en cada mano se abalanzan sobre ella, atravesándola como un polvo etéreo se enfrascan en combate con las ratas antropomorfas de antes. Estaba harta de verlos una y otra y otra vez a través de este espejismo demente de combates crueles y sin cuartel.

Los mismos seres montando criaturas astadas atacan a las ratas apartándolas con fuerza de su camino con un movimiento de la cabeza mientras abominaciones de los roedores se les tiran encima a sus enemigos engulléndolos con sus repugnantes fauces mientras monstruos cuadrúpedos que, a su vez, tiene un torso erguido con manos cubiertas de escamas verde llevando masas de piedra golpean con fuerza los cráneos de las abominaciones. Catra, cansada de todo esto, empieza a lanzar zarpazos a todos lados, indiferente de quien los recibiera. A las piernas, a la cara, a los ojos pero era inútil, simplemente los atravesaba como aire sin causarles daño. Lágrimas de desesperación empiezan a formarse en sus ojos mientras suplicaba que ese terminara ya.

Un ser con alas envuelto en un aura azul con rasgos femeninos aparece con un bastón en la mano. Haciendo un movimiento con el mismo y del suelo empiezan a salir raíces que atrapan a las ratas aplastándolas, machacándolas y arrojándolas con fuerza contra el suelo mientras otros seres alados lanzan ases de luz verde contra el suelo. Ases de luz tan brillantes que tuvo que cubrirse los ojos para que no le lastimaran.

Nuevamente vuelve a encontrarse entre penumbras, cae de rodillas implorando en su mente que todo acabara ya. Algo le decía que no iba a acabar pronto ¿era este su castigo?

Ve una llama iluminándole el camino a alguien que lleva una antorcha. Un hombre con armadura plateada, una bruma la rodea, ve a su alrededor y ve unas casa bañadas en la oscuridad tenuemente iluminadas por la antorcha. Escucha un ruido crepitante a sus espaldas, el hombre parece escucharlo también y se voltea. La luz del fuego ilumina a una monstruosidad con la mandíbula desencajada mostrando unos dientes filosos y amarillentos, sus ojos vacíos y negros dejaban ver un tenue fulgor rojo contrastando con su piel negra. Mientras se acerca a la antorcha logra percatarse de que se apoya en dos raquíticos brazos, pues sus piernas ya no existen dejando a sus intestinos colgar y contonearse de forma grotesca hacia el exterior. Emitiendo una suerte de rugido ahogado espanta al hombre y a ella mientras desde la oscuridad figuras horrendas se aproximan hacia ella moviéndose de forma desigual, sombras amorfas emitiendo chirridos y lamentos horribles y espeluznantes mientras avanzan de forma torpe. Se gira para emprender la huida pero una figura alta envuelta entre las sombras le bloquea el paso y le apunta con el cañón de un arma que sin dilaciones; dispara.

Catra cae sentada contra el suelo y ahora se encuentra en un salón de pilares de piedra tallada con incrustaciones de una piedra preciosa mientras delante de ella un salón con una puerta hacia el exterior por donde entraba una luz amarillenta. En cada columna, una estatua alta de rostro alargado sosteniendo armas en cada mano vigilan el paso. Se pone de pie y sus espaldas hay un cofre de oro brillante con acabados y figuras doradas en cada extremo y atrás del mismo, una pared con inscripciones que desconoce. Escucha el viento soplar en el exterior mientras el silencio de la sala se le hace acogedor, se recarga sobre el cofre y respira profundamente intentando darle alguna clase de sentido a todo este viaje de locura, sangre y muerte. Ella era mala pero una simple caprichosa en comparación con los seres que había visto. ¿Qué era todo esto? La Horda era una simple pandilla de bravucones en comparación con los monstruosos ejércitos acabando sin piedad con la vida de sus enemigos.

-Lo que encontrarás es nuestra maldición. – Una voz hueca y sepulcral se escucha en el lugar, Catra se voltea para ver quien es. No encuentra a nadie. Un sonido y un rugido metálico se retumba en el lugar mientras las estatuas empiezan a moverse. Los rostros de lagartos giran y fijan su mirada en ella mientras se le acercan. Catra solo les observa con una mirada cansada y respiración agitada. No me harán nada, nada lo ha hecho. Una de las estatuas lanza una tajada hacia ella, más por instinto que por otra, se hace ligeramente a un lado mientras la espada curva pasa por su rodilla abriendo una herida limpia en su piel. Oh, no. Otro ataque viene en su dirección, se agacha y puede ver como pequeños cabellos caen frente a sus ojos. Se impulsa hacia adelante cayendo sobre sus manos que a su vez usa para impulsarse y dar una voltereta cayendo de pie, da un brinco e impulsándose con una de las columnas se tira sobre la cara de una de las estatuas. Brinca hacia otra, salta otra vez, aferrándose a uno de los brazos de una estatua la hace caer mientras emprende la huida hacia la salida. Puede oír los pasos de las estatuas siguiéndola, fuerza sus piernas para correr más rápido aún a pesar del dolor que siente, ve como se empieza a cerrar la puerta que da al exterior. Da un salto y gira sobre el suelo logrando salir.

Ahora siente hierba entre sus dedos mientras estallidos dorados, rojos y verdes abren boquetes en el suelo haciendo volar a criaturas de piel verde y maquinarias de madera y hierro, bestias felinas de pelaje y melena blanca atacan con sus zarpas a las criaturas lanzando un rugido al aire. Una majestuosa ave surca el cielo sobre ella, ve a una criatura de estatura baja, pero no tanto como las otras, de piel amarillenta y enfermiza con terrible sobrepeso sobre un carruaje tirado por monstruos peludos. El ave aterriza delante del carruaje, dejándola en medio de la confrontación, abre sus alas de forma señorial dejando ver a su jinete. Un hombre alto con armadura azul y un yelmo alado se irgue con rostro serio y mirada afilada y poderosa, desde la posición de Catra parecía un gigante. Más explosiones resuenan en sus oídos levantando una nube de polvo cubriendo su vista.

El suelo desaparece y una vez más cae, cae hacia un abismo y ahora lo único que puede pedir es el final de todo. Toda luz pasa como un fugaz rayo inapreciable a la vista mientras una mancha negra empieza a acrecentarse en el fondo, toda luminosidad desaparece dejando paso a una negrura fría y sobrecogedora quedando suspendida en la nada, a merced de ese espacio muerto donde la cualquier luminosidad había dejado de existir sentía algo a su alrededor, algo grande; algo colosal. Cuatro pares de ojos fulgurantes y terribles aparecen en medio de la oscuridad observándola atentamente; unos ojos naranjas como llamas incandescentes, ojos púrpuras brillantes y deseosos, ojos azules profundos como dos mares embravecidos por la tormenta, ojos verdosos que desprendían un aura de inmundicia.

Miedo era la palabra equivocada ante aquella visión. Pavor. Horror absoluto recorría cada fibra de su cuerpo mientras su mano derecha empezaba a sentir un dolor terrible y punzante que se extendió por todo su brazo llegándole hasta el rostro. Grita, grita de horror, dolor y desesperación mientras escucha cuatro voces atronadoras como truenos susurrantes en cada rincón de su cabeza diciéndole: TE VEMOS.

Cae de lleno contra algo, arrastrándose se apoya en un árbol y de algún modo sabe que ha vuelto a Etheria, mientras se pone de pie solo hay una cosa que atraviesa su mente en ese momento Adora. Ella la había orillado a eso, ella es la razón por la que activó el portal, de no ser por ella no tendría que haber atestiguado tales horrores. Empieza caminar mientras en su brazo derecho se extiende un rastro de corrupción negro hasta su rostro. De ahí, su mente se pierde. No siente el tiempo, ni dolor, ni miedo. La realidad se vuelve un abismo de siete dimensiones donde la luz va y viene y todo va tan rápido mientras cae en ese vacío infinito donde si estaba gritando nada ni nadie podía escucharla y en medio de todo… paz. Silencio, el viento la acaricia el rostro con amabilidad, se sienta encontrándose en un altar. Unas marcas extrañas la rodean brillando de manera independiente mientras el cielo se dividía en un amanecer y una noche nocturna. El viento parece arrastrar unas voces que le susurran: Encuéntralos, únelos. Detenlos. Sálvalos. Las marcas a su alrededor se apagan y vuelve el dolor en su brazo derecho pero ahora le quema. Grita mientras su piel arde y escucha a la lejanía un grito: "Tomaste tu decisión. ¡Ahora vive con ella!

Se levanta del frío suelo del laboratorio de Hordak, un grito furioso se oye a sus espaldas mientras ve como She-ra destruye el portal con su espada de un solo mandoblazo. Escucha a Hordak ordenándole retirarse, ella voltea a verla y la furia en su mirada es algo que no había visto jamás de su parte. Sus orbes azules brillaban con una ira y determinación tal que le hace recordar a aquel ser pálido a punto de pelear contra esa rata gigante. Todo vuelve a su mente mientras se retira del lugar mientras se colapsa.

Mientras…

-Ah, esto es… interesante. – Dice con un suave gemido un ser radiante, de tipo esbelto, extremidades largas y gran elegancia, con una belleza cautivadoramente andrógina y una voz sutilmente inquietante que puede atrapar a un hombre como una araña a una mosca.

- yO tÁmbiEn EstoY ínTrig d0 – habla una forma cuya piel resulta un flujo constante que cambia de aspecto y de color y que se deforma en rostros grotescos.

- Tantas… pasiones escondidas y reprimidas en tantos seres bellos. Sería indigno no explotarlas. – Dice el ser radiante con un efímero rastro de efusión en su voz.

- ¡Conflicto! Y poca sangre. Pocos guerreros y ninguno real. Les hace falta un poco de honor a esa patética excusa de guerra. – Vocifera una inmensa criatura humanoide con la piel del color de la sangre. Su cuerpo es robusto y tremendamente musculoso, y su cabeza tiene los rasgos de un feroz y gruñente perro con labios cortados impresos sobre un rostro humano. Cuando habla, lo hace a gritos de rabia negra, incendiando el aire con chispas malditas con cada gutural sílaba.

- M€ s0rpRendE Tu ¡nT€rés eN un pObRe € ins¡gnIficAntE muNdO. CrEí qUe sp¡rabAs a mÁs. ClarAment€ mE equIvoqUé – Habla la forma, con una voz masculina y femenina al mismo tiempo.

- ¡Silencio, Tzeentch! ¡Tú y Slaanesh no van a quitarme este premio! – Brama la criatura.

- ¿Qu!tarT€? N0. Es mÁs, ib a 0fr3certE alGo má$.

- ¡¿Algo más?!

- N0s hA DadO €l cAm¡n0 nO s0lo un mUndo, s!n0 a uN Un¡vErs0 enTero sum!do en gu€rra. Un gu€rra caRent€ de vi0lenc¡a, d0nde la sumiS!ón eS la claV€ y n0 el hOnoR de m0r¡r en cOmbate. ¿nO te pArece €so ¡nsuLtante, Khorne? – La bestia hace un gesto – AunqUe n0 m€ sOrpreNde. Ell0s soN jenoS a nosOtros. Ser¡A apr0piado quE el Dios d€ l Sangre y Señor d€ l0s Cráneos sE loS hicIera sabeR. – Lanza un estridente grito que parecía más un rugido gutural como si tres volcanes estallarán al mismo tiempo, arrojando ceniza por sus fauces.

- ¡YO LES MOSTRARÉ LO QUE ES UNA GUERRA! ¡SUS ESTRELLAS SE TEÑIRÁN CON LA SANGRE QUE CORRERÁ! – Con zancadas pesadas y poderosas se aleja de sus hermanos.

- Eso lo mantendrá ocupado por un tiempo. – Dice el ser elegantemente cautivador. - ¿Crees que Nurgle esté interesado?

- L0 dUdo. EstÁ m s coNc€ntradO en brIndaR sus d0ne$ y 0cupaRse d€ sU jard/n. TEdrás v!a liBre, Slaanesh.

- Oh, preferiría que me acompañaras a ver todos los placeres que este nuevo mundo tiene para ofrecer. Curioso nombre, por cierto, Etheria.

- P€r0 v S a nEcesItaR qu€ algU!en eXpars nUestr v0lunTad.

- No te preocupes, ya sé quien va hacerlo– Dice con el erotismo susurrante de alguien hacia su dócil amante.

This is War:

A warning to the people

The good and the evil

This is war

To the soldier, the civilian

The martyr, the victim

This is war

It's the moment of truth and the moment to lie

The moment to live and the moment to die

The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world from the last to the first

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world, it's a brave new world, it's a brave new world

A brave new world

The war is won

The war is won

A brave new world