My War:
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la
Let's start a new life from the darkness
Until the light reveals the end
Sinister faces, growing curses
This is my last war
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (with devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (squeezing out their wisdom)
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (with devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling on to their)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (very last coins)
Destruction and regeneration
You are the real enemy (Rastis! Rastis! Rastis!)War!
(My) War!
(My) War!
Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!
Gerbera es de esos pueblos más alejados del centro de Plumeria. No es que sea desconocido o poco transitado, pero a sus habitantes les gustaba ser un poco más austeros en comparación, aunque no dejaban de ser como el resto de sus habitantes. Aunque creer que mantienen cierta distancia para evitar la guerra no era descabellado, después de todo, solo la Princesa Perfuma actuaba activamente con la Rebelión. Los habitantes de Plumeria podían ser muchas cosas, pero no guerreros. No mucho en toda Etheria, de hecho.
Las pequeñas villas que conforman la región son adornadas por arboles de hojas rojizas y flores amatistas, aguas cristalinas y matorrales frondosos que levantan un aroma similar a la menta al soplar el viento, el pasto brilla por las mañanas por el rocío y la tierra es fértil por lo que permite a sus habitantes a vivir de sus cosechas.
Tranquilidad, serenidad; paz.
-¡Vengan, por aquí! - Los niños se podían adentrar en los bosques aledaños sin miedo, pues las batallas de She-ra y La Horda les parecían a veces tan distantes, que no les suponían un problema.
-¡Sanik, no corras tan rápido! – Grita una niña de cabellos rubios, casi blancos a su amigo de cabello castaño y piel lila que corría a toda velocidad.
-¡Vamos! Les digo que es el tronco más grande que he visto
- Hemos venido por aquí cientos de veces. – Reclama otro niño con pecas, cabello rizado y ojos verdes. - ¿Cómo puede ser que no lo hayamos visto?
- No seas aguafiestas, Gony. Confía en mí. – Dice Sanik con confianza.
- Palmira, ¿tú le crees?
- No, pero con tal de no lavar los telares haría lo que sea. – Avanzan más, adentrándose en el bosque sin más charla. A Gony no le gustaba cuando se alejaban más allá de un árbol torcido porque significaba que ya no estaban en los límites de Gerbera, y aunque seguían en Plumeria, había escuchado cosas de más allá que le hacían tener miedo.
Un sonido llamó su atención. Un par de pies presurosos corriendo. No había nadie más que ellos y no quiso darle importancia hasta que lo escuchó un par de veces más y juraría haber visto algo por el rabillo del ojo.
Asegurándose de que sus amigos no alejaban mucho, se separa para buscar el origen de aquel sonido. Tal vez sería algún animal de la fauna del bosque y aunque tal vez fuera por el poco tiempo que lo vio, era algo bastante grande, casi de su tamaño.
Troncos y árboles. Nada más. Seguro solo eran sonidos del bosque y su paranoia jugando con él por las historias de monstruos más grandes que su casa hasta que algo más allá llama su atención, algo grande en el suelo. Un agujero oscuro y profundo.
¡Tonta! – Se reprendía a sí misma.
Aunque debió haberlo visto venir. Apartarla del pueblo, atacar rápido y apresar a los aldeanos. Era el estilo de Catra. Y para empeorar las cosas…
-Ah, claro. Se regeneran. – No estaba dispuesta a escuchar las obviedades de Swift Wind en ese momento.
- ¡YA SÉ QUE SE REGENERAN! – Alista su espada y se pone en guardia para seguir con el combate.
- Hola, Adora. – Parece que era el día de irritar a She-ra. Desde la distancia podía ver la figura en ropas negras de la felina con una fastidiosa y presuntuosa sonrisa en su rostro. Movía la cola de lado llevando algo en la misma. – Te tardaste mucho en llegar.
- Catra. – Sabía que iba a estar ahí, y aun así, seguía sin poder tolerar siquiera una sola mención de ella. Cosa que era habitual en los consejos de guerra.
- Pensé que tenía que secuestrar ¡otro pueblo! Para captar tu atención. Oh, por supuesto ¡es que estabas en una fiesta! ¿Debes haberte sentido muy especial…?
- ¿Nos ahorramos tu discurso? Ya estoy harta de tus juegos, Catra. Mucha gente salió lastimada cuando activaste ese portal. – La felina bufa con desprecio. – Espero que haya valido la pena, porque no dejaré que lastimes a mis amigos. Ni a nadie nunca más. – Catra solo ríe un poco.
- Tú fuiste quien dejó desprotegidos a los aldeanos. Eres muy buena para lastimar a tus amigos sin mi ayuda. – Los movimientos con la cola aumentaban. ¿Qué tiene ahí? – Pero sigues siendo muy mala para descubrir mis trampas. - Ay no. Las corrientes eléctricas bajo sus pies la hicieron caer de rodillas apenas empezaron a recorrerlas. Sus músculos se contraían dolorosamente y solo veía rayos rojos a su alrededor mientras Swift Wind también caía a su lado. – Bastante bien, ¿no? Saqué la idea de Shadow Weaver. Ugh, al menos sirvió para algo al final. Si tus amigos pudieran verte ahora.
¿Si pudieran verme ahora? ¿Cayendo en una trampa demasiado obvia? ¿Mordiendo el anzuelo de Catra como pececillo en un arroyo? ¿Doblegada y gritando de dolor? Se suponía que She-ra era todo lo contrario a la debilidad. Tenía la fuerza y la inteligencia y seguía siendo tan ingenua.
-¿Sabes, Adora? Todo tu asunto de heroína se está volviendo viejo. - ¿Por qué no puede callarse? – Al menos encontré ¡una forma de callarte! – Una piedra le asesta justo en la tiara que siempre llevaba.
- ¡Oye! ¡Aléjate de She-ra! – Reconoció la voz de Flutterina, luego la voz de Bow llamándola.
- Awww, tus amigos vinieron a verte. ¿Por qué no hacemos un show para ellos? – Catra chasquea los dedos y los visores de los robots se vuelven rojos, viéndola fijamente. Apuntando.
Bow lanza una flecha pequeña que choca contra uno de los robots sin hacerle daño alguno y gira por el aire, siendo seguida por la mirada de Catra. La flecha cae activando uno de los cañones hordeanos, recreados como lanza confetí. Los pedacitos de papel son suficientes para desorientar a los robots.
-¡Swift Wind! – Adora extiende su mano, intentando alcanzar a su equino compañero. Él acerca su hocico. Un simple contacto fue suficiente para bañar a ambos en una luz dorada y lo siguiente que vieron fue a She-ra a lomos de su corcel alados. El caballo da un pisotón contra el suelo liberando una onda expansiva que hizo caer a los robots como hojas secas. Sin bacilar piensa Adora.
Con su espada, lanza otra onda dorada hacia la Capitana de la Fuerza, destrozando el andamio donde estaba. Escucha un grito agudo y el sonido del metal cayendo mientras se levantaba una nube de polvo. No lo esquivó alivio y… ¿preocupación? Llenaron su mente. Sin embargo, mientras el polvo se disipaba pudo ver la delgada figura de Catra levantándose con dificultad. En su rostro ira, sus manos hechas puños y un puñal que había recogido con… ¿su cola?
¿Cómo una cola puede ser así de…?
No pudo terminar de procesar sus pensamientos al ver como la felina corría en su dirección a toda velocidad. Ella y Swift Wind emprenden la carga también. El corcel hacía resonar sus cascos sobre la superficie de metal haciendo honor a su nombre. Estando a cierta distancia ve como Catra flexiona las piernas y da un salto. El más alto que la haya visto hacer en toda su vida, da una voltereta en el aire y se da cuenta que había calculado el momento exacto y ahora se dirigía hacia ella en picado.
El mundo parecía ir lento y lo único que veía era a Catra caer con su pierna derecha extendida lista para darle una patada y tal vez desmontarla.
Adora, en un reflejo, convierte su espada en un escudo. Siente como el peso de Catra cae sobre el escudo pero lo usa para impulsarse otra vez hacia adelante y pasó tan de pronto, que apenas pudo dilucidar lo que había pasado.
Solo vio como Catra giraba su cuerpo y con un movimiento de cadera, logró hacerle un corte largo sobre el omoplato izquierdo. Y Catra cae al suelo de forma tan grácil y sin problemas.
Adora se lleva la mano a su herida y queda manchada por la sangre que brotaba. No había sido tan superficial al parecer. ¿Dónde aprendió eso? Un borrón corinto y negro pasa por el rabillo del ojo y ve como Catra usa sus habilidades para trepar otra vez al andamio, dedicarle una mirada de odio y huir. Como la cobarde que es.
Acaricia un poco a Swift Wind y voltea buscando a Bow. Y los vítores y ovaciones de los habitantes del pueblo no se hicieron esperar.
La cuenta de los años se habían perdido con el tiempo, nada más que carne podrida se adhería ahora a esos viejos huesos que debieron haberse hecho polvo hace siglos. Milenios incluso.
Pero la crueldad de Nagash y su terquedad a quedarse muerto no solo acabó con su tierra natal, sino también había condenado a cientos de generaciones a una eterna no-vida, salvaguardando los restos de lo que alguna vez fue Nehekhara, la primera gran civilización humana del Viejo Mundo que había visto sus años de gloria ennegrecidos por nigromancia, enfermedad y desolación que el desierto terminó por enterrar.
Pero esta no era su tierra. No era Nehekhara.
(Suena Assassin's Creed Origins Theme _ Sarah Schachner)
Nacido en el seno de una familia noble de Lybaras, vivió en carne propia todo el mal que El Gran Nigromante desató sobre toda Nehekhara, desde niño fue instruido para luchar y defender todo aquello que la Reina Khalida Neferher defendió en vida antes de ser asesinada por su prima, Neferata. Khalida odiaba a la estirpe vampírica creada por Nagash, y Kafele Neffasom odiaba todo lo relacionado a las artes de Nagash.
El Honorable, así le conocían. Sucumbió y resucitó para ser un esclavo de la voluntad de Nagash, pero esta nunca llegó a concretarse. Habitando en Lybaras, combatió a intrusos y abominaciones al lado de las legiones de arqueros de Khalida, siempre fiel a Settra, El Imperecedero.
Pero ahora su majestuosa tumba estaba perdida en mundo extraño, pero lejos de sentir desconcierto, siente ira. Si esta era otra obra oscura por parte del eterno enemigo de Nehekhara, aquel que devastó su propio país, no se doblegaría. Ellos nunca se doblegaban. Y menos cuando la diosa áspid, Asaph, se había manifestado ante ellos y no a través de la Reina de Lybaras.
Antes de la destrucción de Nehekhara, Lybaras era conocida como una ciudad de conocimientos, llena de eruditos, estudiosos e ingenieros que veneraban a Tahoth, el dios del conocimiento y el saber, y sus riquezas provenían de sus magníficas academias, escuelas y artífices más que de violentas incursiones o conquistas. Pero ahora, según las palabras de la diosa áspid, pronto les serían más útiles las arma. Pero el conocimiento no es algo que se rechace inútilmente.
-Nunca he sido de ejecutar a prisioneros sin dilaciones, pero me gustan las respuestas y me produce un gran desagrado que ustedes, escoria, no tengan ninguna. – Le señala con su espada curva a un reptil bípedo y otro ser con rasgos felinos y aparentemente femenino. El Rey Funerario, vestido con una rasgada túnica blanca sin mangas y un calembe real con franjas azules y amarillas sobre su cabeza representando su realeza, estaba ya impaciente por la reticencia de estos abyectos seres a responder sus preguntas. Una pequeña guardia de cuatro guerreros que no eran más que figuras óseas carentes de toda piel u órganos los tenían rodeados con lanza y escudo en mano. Pero estos dos no parecían representar una amenaza y mucho menos ser útiles.
- Ya se lo dijimos. No sabemos de qué está hablando. – Dice el reptil.
- Si. Ni siquiera sabemos significa Nagash.
- Es quien nos ha traído hasta aquí. – Habla con solemnidad. – Dejar a Lybaras desprotegida, retomar Lahmia e intentar conquistar Nehekhara otra vez. Ustedes son dos de sus abominaciones. No volverá a poner un pie en la Tierra del Rey de Reyes.
- Esto no es Nekemehara, es el Desierto Carmesí, ¡por favor! – Súplica la felina
- Si, no queríamos robar nada, solo nos enviaron a explorar. No le diremos a nadie, solo déjenos ir.
- Nunca mencioné que hubiera robado algo. – Replica Neffasom. Uno de los esqueletos levanta el chaleco del réptil para encontrar un pequeño bastón dorado con una serpiente dorada enrollándose en él. – El Cetro Ceremonial de Asaph. Hecho como una humilde representación de como la diosa áspid actúa a través de Khalida y ustedes han osado poner sus manos encima. – La mirada de terror en ambos se deformaba cada vez más a una de horror absoluto, tanto que eran irreconocibles.
Kafele blande su espada dando un corte que duraría lo que tardaría un corazón en palpitar, si aún tuviera uno. Un par de cabezas ruedan por la arena y sus espectrales ojos azules se posan sobre su pirámide, pensando. Reflexionando. Desierto Carmesí.
-Mi Señor. – Habla con un ligero eco uno de los miembros de su guardia. - ¿Qué es lo que debemos hacer? - ¿Qué haría Khalida?
- Honrar la voluntad de Asaph. Ha sido clara al respecto. ¿Cuánto tiempo hemos estado en la oscura decadencia viendo como nuestros salones se caen a pedazos? Si la diosa áspid ha elegido que alguien más sirva como herramienta para su voluntad, esperaremos a que se presente ante nosotros. Hemos malgastado siglos en esta no-vida, podemos esperar un poco más. – Encamina sus pasos devuelta al lugar de su mortuorio descanso.
She-ra había ganado una vez más. Elberon estaba a salvo, aunque hubiera estado bien que se hubiera quedado a ayudar a limpiar un poco, pero es She-ra. Hay cosas que debe de atender. Pero ella se fue y los capturaron. No importaba al parecer.
-Oye, Anid. Ayúdame con esto. – Pedía uno de los habitantes mientras intentaba llevar una mesa grande y un poco pesada.
- A ver, Joris. – Anid se coloca en un extremo y ambos empiezan a cargarla, un par de niños corriendo chocan con ellos, se disculpan y siguen jugando. – Vaya día, ¿no?
- Si, bueno, todo salió bien al final así que no me preocuparía de momento. – Ambos bajan la mesa afuera de una casa. – Pero a la próxima, a la primera señal de problemas, evacuaremos. She-ra no estará siempre cerca para ayudarnos.
- Si – Una voz profunda los sorprende. Ambos voltean hacia arriba de la casa de donde provino. El ambiente se vuelve tenso de repente. – She-ra no siempre estará cerca. Ni la rebelión. Siempre están lejos y siempre dejándoles desprotegidos. – Despliega un par de alas para aterrizar suavemente delante de ellos. La armadura negra, las alas metálicas y la máscara hacían que ver a este ser fuera un poco difícil y aun así, logró captar la atención de los habitantes, que se empezaban a aglomerar alrededor. - ¿Por qué huir con ellos cuando ustedes pueden defenderse por su cuenta? No los necesitan, ustedes tienen la fuerza para plantarle frente a La Horda. Apuesto que serían mejores que los incompetentes miembros de La Rebelión.
Su hablado era incómodo, ese eco metálico estaba lejos de ser reconfortante por más que se esforzara por escucharse como alguien comprensible.
-Te equivocas. La Rebelión ha mantenido a La Horda al margen todos estos años, y ahora con She-Ra han obtenido más victorias que nunca. Eso me hace confiar en que todo estará bien. – Joris es el primero en hablar ante la ausencia de respuesta de los demás habitantes.
- Si, ella sola derrotó a esos robots, y el maestro arquero Bow nos sacó de donde nos habían encarcelado. – Lo respalda Anid.
Eso es correcto. – Vuelve a hablar el desconocido. - Lo hizo, pero también sería prudente recordar una cosa importante... ¿qué paso con la reina anterior? Según he oído ella estaba hace un tiempo y de la nada ya no está. Y según pude ver también, ella los dejo para combatir uno de los robots de La Horda y pudieron capturarlos, lo cual fue descuidado. Y su amigo el maestro arquero Bow hizo un buen trabajo también pero ¿y si no hubiera podido sacarlos? ¿Qué hubiera pasado?
Murmullos inquietos se escuchan entre algunas personas.
-Lo que le pasó a la reina fue trágico. Y... tal vez si fue descuidado irse así. Pero lo hizo siempre pensando en protegernos. – Joris no iba a darle la razón a tan aberrante ser.
- Bow sabía lo que hacen con los prisioneros, estaba preparado. Siempre lo están. – Replica con seguridad Anid.
- ¡She-Ra es invencible! – Grita una niña que se aferraba a la pierna de su madre.
- Bravo, bravo pequeña. Admiro tu entusiasmo. Pero... díganme algo, de donde vino la herida si es invencible. Después de todo alguien invencible no puede ser lastimado o mejor dicho, nadie invencible puede sangrar porque nada puede dañarla. Y también, cuantas aldeas fueron atacadas por La Horda mientras estaba aquí. – Miradas inseguras son compartidos entre vecinos. - ¿Y quién dice que mientras ayuda a otros podrá evitar que los lastimen otra vez? después de todo ella protege el mundo pero no dice que sea solo a ustedes.
Un par de personas asienten por lo dicho.
-El héroe se preocupa por todos en general, pero no significa que podrá estar en todos lados. Cosa que La Horda si puede, después de todo ellos poseen tropas y vehículos para moverse y está en varias partes. Solo hay una She-ra y hay múltiples aldeas. Que pasara la próxima ves que ataquen una aldea y la suya al mismo tiempo... ¿los salvará o los dejará para salvar a otros? ¿No les parece injusto?
Un par de respingos airados y murmullos ahora molestos se hacían escuchar, pero no para increpar o rebatir al desconocido. Y aunque tuviera un punto, Joris no iba a darle la razón.
-Ellos me han mostrado mucho sobre esto, y les puedo asegurar algo. She-ra no es un dios, solo una guerrera. El maestro arquero Bow también es solo un hombre con gran mente. Y así sucesivamente con todas las princesas... todos pueden caer algún día. ¿Y qué pasara ese día? ¿Huirán y esperaran otra vez a alguien más? – El desconocido abre sus abrazos en un gesto casi señorial. Ya sabía hacia donde iba esto.
- Dijo que era invencible, no invulnerable. Notarás que hay una diferencia.
- Pero... tiene razón. – Como deseó que nadie pronunciara esas palabras. - Ya se han ido ¿Qué haremos si vuelven?
- ¡Están por todos lados ahora! No tenemos a donde ir.
- ¿Qué pasa con el resto de la rebelión?
- ¿Y las demás princesas?
- ¿Dónde está la reina? ¿Qué está haciendo?
El pánico se empezaba a propagar.
-Pueden elegir. Ellos me han enseñado una verdad, una verdad sobre esta guerra. Y eso es que no tienen que depender de She-ra. Pueden elegir ser continuamente las presas de La Horda... O... Ser los cazadores. Las princesas defienden sus reinos y salen cuando están seguras de que no necesitan permanecer en sus lugares. La reina solo está en su castillo decidiendo donde atacar y donde no, pero no va a la batalla. Y ellos me mostraron como siempre son las princesas y She-ra junto al maestro arquero Bow quienes luchan pero nunca los soldados de Luna Brillante. – Ahora tenía el descaro de acercarse a las personas y lo peor es que no se apartaban. - Ellos me mostraron a un prisionero de La Horda en Luna Brillante ¿y cómo creen que está?... ¿Encadenado pagando sus crímenes?... No. ¿Pagando penitencia en una mazmorra fría?... No. ¿Trabajando para reparar lugares que La Horda destruye?... Tampoco... Este prisionero está simplemente recluso en un jardín pudiendo caminar libremente y disfrutando la luz del día o la noche ofreciendo consejos sobre La Horda... ¡¿Es esto justicia?!
- ¡No!
- ¡¿Es eso cierto?!
- ¡Tiene que ser una broma!
- ¿Cómo pueden llamarse rebelión cuando sus combatientes son solo 5 personas? ¿Cómo pueden garantizar ser sus protectores cuando son solo pocos? ¿Cómo pueden decir que luchan por la justicia cuando no hacen pagar a uno de los responsables de su dolor?... Les pregunto de nuevo... ¿Qué elegirán? ¿Presa... O cazador? – Se acuclilla y extiende su mano a la niña que había hablado antes.
Pero había algo que Joris necesitaba saber.
-¿Quiénes son "ellos"? – El desconocido dirige su mirada hacia él. - Mencionaste a unas personas ¿Quiénes son? – El desconocido suelta una inquietante risa al aire.
- Ellos no son personas. – Definitivamente no era la respuesta que esperaba.
- ¿Ellos? ¿Quiénes?
- ¿De quién está hablando?
- Se llevaron a una niña para pelear. – Un hombre habla con indignación.
- Ella quiso unirse. – Intenta justificar Anid.
- ¿Qué pasará cuando necesiten más? – Respalda otra persona.
- No quiero vivir con miedo.
- Ya perdí a demasiados por culpa de los hordeanos.
- ¿Y qué podemos hacer?
- ¿No estarán considerando en serio lo que dice? – Pregunta incrédulo Joris.
- Pongámoslo a votación.
Todos iban a empezar a decidir aunque inseguros, pero antes de que pudieran hablar, el desconocido hablo con un tono que detonaba una gran fe.
(Suena Hail the Nightmare – Bloodborne Soundtrack)
- Es su decisión si quieren venir. Entonces sabrán esto, hay seres más grandes que nosotros. Seres que vieron nacer la primera vida y con poderes más allá de lo que las princesas o She-ra podrían lograr. Ellos me enseñaron el verdadero poder, un poder que no es exclusivo de nacimiento sino de todos si uno lo busca. Pueden ganar ese poder si les muestran que lo merecen, así como yo gané sus dones ustedes pueden y romper ese estatus quo que han vivido muchos años. Ya no más huir, ya no más depender de las princesas, ya no más miedo ni perder ante La Horda, pueden ser sus propios defensores y aplastar a La Horda ustedes mismos. Ellos les aceptaran si deciden seguir sus caminos, y a cambio les darán no solo el poder que buscan sino también la oportunidad de traer la justicia que merecen. Pueden cambiar el mundo no solo para ustedes, sino para vuestros hijos y los hijos de sus hijos también. Todos podrán ver el maravilloso mundo que construirán al cambiar este mundo estancado por La Horda. Ellos tienen muchos nombres pero su poder abarca todo y les aceptarán. El gran cambiador y maestro del destino. El señor de la batalla y la guerra. El príncipe de la pasión y el placer. El padre y abuelo de la entropía. Son algunos de sus títulos pero sus nombres solo podrán ser escuchados por quienes quieran saber.
-No queremos saberlos, gracias. Tal vez debería retirarte. – Sentencia Joris y pretende retirarse al decidir que este extraño no es más que alguien loco pero en ese momento dos personas pasan a su lado. Dimas, su vecino y más viejo amigo, se posiciona a un lado del desconocido. Luego Horace el granjero; Luris, la florista; Anid también. - ¿qué hacen?
-Ya no... no quiero vivir más con miedo. Quiero un futuro, una vida y si tenemos que hacerla nosotros, pues... que así sea. – Dice Dimas.
- ¡Si! – grita alguien entre la multitud.
- ¡Enséñanos a ser fuertes!
- ¡Danos el poder!
Gritaron un par de personas y se unieron al extraño.
- ¿Están locos? Nada bueno saldrá de es – Intenta razonar Joris.
- Si. Debemos confiar en que la Rebelión puede vencer a la Horda. – Intenta respalda alguien más.
- She-ra se equivocó. Tal vez la próxima sea peor.
- ¿Qué no todos nos equivocamos? – Dice inocentemente Joris.
- ¿De verdad lo justificarás así? – Reclama Horace.
- Yo digo que no hay nada que discutir. Vamos a hacerlo ¡Por Etheria!
¡Por Etheria!
¡Por Etheria!
¡Por Etheria!
Las alas del desconocido se abrieron y envolvió a los que estaban a su alrededor. La niña que antes defendió a She-ra ahora se acercaba al extraño con devoción en su mirar al ser cubierta por sus alas y este le da un ligero rose en el rostro con su mano. No había nada más que hacer.
This is War:
A warning to the people
The good and the evil
This is war
To the soldier, the civilian
The martyr, the victim
This is war
It's the moment of truth and the moment to lie
The moment to live and the moment to die
The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the Earth
It's a brave new world from the last to the first
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the Earth
It's a brave new world, it's a brave new world, it's a brave new world
A brave new world
The war is won
The war is won
A brave new world
