(en colaboración con davidomega59)

— ¡Vamos! ¡Muévanse holgazanes! — daba órdenes el Capitán de la Fuerza Grizzlor. — ¡No nos pagan por hora!

— No nos pagan si quiera —. decía un soldado raso a su compañero con quien cargaba una caja con armas dentro.

— ¿Acaso hay algo que quiera decir, soldado? — pregunta Grizzlor.

— No, señor, solo que esta es la última —. se excusa rápidamente. Grizzlor solo da un rugido molesto.

— Voy a dejarlo pasar esta vez, solo porque estoy de buen humor. — mientras erguía su espalda haciendo crepitar un par de vértebras. — Nunca La Horda estuvo tan cerca de ganar, aunque si me lo preguntan, creo que Lord Hordak está viendo en la dirección equivocada.

— Ehm, ¿Señor?

— Él está viendo hacia Las Salinas y la Capitana de la Fuerza Catra hacia Luna Brillante, el verdadero premio es Mystacor — Lleva sus manos a la cintura. — Desde que la Capitana de la Fuerza Catra desveló esa información me he sentido intrigado por ese lugar. Todos esos hechiceros ahí atrincherados como ratas sin hacer nada, el blanco perfecto, ¿No lo creen? — Grizzlor da una amplia sonrisa.

— ¡Así es, señor! — dicen los dos hordeanos. Grizzlor se aleja de ellos.

— ¿De verdad estás de acuerdo? — pregunta uno.

— Para nada. Tú estuviste conmigo cuando atacamos Luna Brillante. Solo un puñado de princesas nos dio una paliza, imagina lo que nos harían en un lugar lleno de hechiceros. — dice el otro.

— Débiles pero sensatos — . dice una persona con rasgos de ciervo y una túnica larga y azul con un símbolo en forma de una esfera situada entre dos extraños sellos ondeantes. — Sus armas son inútiles contra el verdadero y único poder.

Su mano se ve envuelta en un aura amatista y con rápido movimiento arroja una esfera mágica al rostro de uno de los hordeanos que empieza a gritar de dolor mientras de su cara se levanta un humo gris con partículas brillantes y el olor a carne quemada se hace presente al instante. Antes de que el otro pudiera reaccionar, una onda de energía mucho más poderosa lo embiste arrojándolo al otro lado del campamento hordeano, el sonido de sus huesos partiéndose y el sabor de la sangre en su boca se hizo sentir antes de que tocara el suelo.

La alarma empezó a sonar y Grizzlor se precipitó sobre el hechicero con una de las armas eléctricas de La Horda pero lo hizo levitar y lo arrojó contra otros soldados que gimieron al sentir el peso del Capitán de la Fuerza aplastandolos. Una serie de orbes mágicos se estrellan contra los cañones láser destruyéndose al instante junto a sus operadores, los robots son aplastados como latas vacías y arrojados contra las instalaciones como chatarra sin importar si caen contra metal, tierra o personas. Rayos de color azul brillante ofuscan la vista del resto de tropas mientras los truenos subsecuentes resuenan por el lugar que se empieza a caer en pedazo.

Varios incendios empezaron a esparcirse con rapidez y los sistemas electrónicos habían fallado por lo que las puertas estaban atrancadas evitando que los soldados pudieran huir mientras sus pulmones se llenaban de humo. El hechicero estaba envuelto en un aura que cambiaba de color de un segundo a otro con los brazos extendidos mientras más y más destrucitivos hechizos brotaban de él.

— Este… el poder de Mystacor. — dirige su mirada al cielo —. ¡Atestiguame! Pues esta es tu voluntad.


My War:

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la

Let's start a new life from the darkness

Until the light reveals the end

Sinister faces, growing curses

This is my last war

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (squeezing out their wisdom)

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling on to their)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (very last coins)

Destruction and regeneration

You are the real enemy (Rastis! Rastis! Rastis!)War!

(My) War!

(My) War!

Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!


Catra revisaba una y otra vez la grabación que le fue enviada por el puesto de avanzada de Grizzlor al noroeste de los Bosques Susurrantes antes de que la cámara fuera destruida mientras ese hechicero destruía todo a su alrededor.

No le sorprendía el despliegue de magia, ya había visto varios como esos, lo que le inquietaba era la naturaleza de la misma. No era una experta en magia, ni mucho menos, de hecho la desprecia, sin embargo ver esa magia tan… cruda y concentrada y casi rabiosa ya la había visto antes, desde que era niña, hasta hace un mes cuando Shadow Weaver ayudó a La Rebelión a entrar en la Zona del Terror.

Patrullas desaparecidas, pueblos deshabitados con la estrella de ocho puntas dibujadas en los muros de las casas y el dolor constante en su brazo que casi le daban ganas de arrancárselo de tajo llevado de la mano con sus constantes jaquecas y el culmen de todos sus problemas es que sus sueños estaban siendo cada vez más frecuentes, llegando al punto de estar soñando despierta.

Siempre habían parecido reales pero ahora rozaba lo ridículamente vivido, tanto que podía tomar cosas con sus manos, sentir su peso y sus texturas. La última vez que pasó fue hace dos días, cuando caminando por un pasillo se paró sobre algo de metal y cuando se agachó a recogerlo vio que era una especie de medallón. Tres círculos soldados sobre una estructura de metal con forma de tres flechas y mientras lo observaba un tenue susurro se escucha "ellos vuelven…" sintió una dolorosa punzada en la cabeza mientras el susurro se vuelve más claro "...como muertos".

El suelo parecía moverse bajo sus pies haciendo que se tenga que sujetarse de algo mientras a su alrededor las paredes parecen cubrirse con cosas de aspecto fúngico y pútrido con un resplandor verde espectral y nauseabundo. Mientras cientos y cientos de criaturas insectos voladores y otros corriendo a trompicones en el suelo junto a criaturas parecidas a babosas enormes con rostros desagradables y otros completamente deformes con lenguas y tentáculos largos chocando contra monstruos morados parecidos a escorpiones alargados y lengua delgadas y fibrosas seguidos por mujeres delgadas y pálidas con pinzas por manos corriendo a gran velocidad.

Lo que alguna vez le había aterrorizado ahora le hacía arder en rabia, un odio tan puro que casi la hace rechinar los dientes y cuando ante ella se presenta un monstruo bípedo de gran altura con cuatro extremidades superiores de las cuales dos eran también pinzas ella solo lanza un grito que desgarraría la garganta de cualquiera y se lanza a la carga contra aquella figura dando un salto con las garras de fuera solo para chocar de lleno contra una pared y dejando rasguños profundos en un par de tuberías.

Después de eso cada día que pasaba se volvía anormalmente largo y su ansiedad se acrecentaba, algo dentro de ella aullaba y la impulsaba a ir a la sala de entrenamiento y tomar una vara de metal y entrenar. Habían pasado meses desde que había puesto un pie en aquel lugar y ahí estaba, dando golpes de arriba hacia abajo mientras que con su cola daba tajos al aire. Su especialidad era el combate cercano cuerpo a cuerpo pero ahora su instinto le decía que mientras más apartada estuviera durante la pelea mejor.

Estaba justificado si lo pensaba, Adora había arrojado a Double Trouble contra los andamios de madera como si fuera de trapo y la anatomía del réptil le había hecho aminorar el dolor de buena manera, sin mencionar que el incidente de Elberon era una buena evidencia de la eficiencia del combate a distancia media y si bien "chispitas" le dio pelea ella controló la situación gracias a este nuevo estilo al que se estaba acostumbrando.

Estás desconcentrada, estás ya muy cerca. ¡No puedes dejar que se escapen! Si las desapariciones eran una nueva táctica de La Rebelión para infundir miedo (tal vez sugerencia de Shadow Weaver) no iba a dejar que funcionara. Esta es ahora su guerra, este es su planeta y las ruinas humeantes de Luna Brillante serán el monumento al fracaso de La Rebelión y la espada de She-ra su trofeo personal.

— ¡Oye, Catra! — le llama Scorpia desde el otro lado del lugar. — Vaya, nunca te había visto entrenando, eres muy hábil… bueno ya lo sabía, se nota cuando vas a pelear y todo. — Scorpia había mantenido una cautelosa distancia desde lo de Elberon pero parece que esos momentos de paz menguaban rápidamente.

— ¿Qué es lo que quieres? — su humor era cada vez peor y no iba a tolerar los balbuceos de Scorpia.

— Bueno, al parecer Hordak se enteró ¡no a través de mi! Pues me dijiste que no le dijera a nadie, de todo este asunto de las patrullas desaparecidas y los pueblos abandonados. — dice Scorpia entrelazando sus tenazas.

— ¿Qué? — Catra estaba claramente sorprendida, era cuestión de tiempo para que se enterará pero no tan pronto.

— Sí y no parecía verse muy feliz. — Eso ya es costumbre. — Creo que dijo algo como que "ya no voy a permitir que me haga ver para otro lado" o algo así. — Scorpia se encoge de hombros esperando la reacción de la felina.

Hacerlo ver para otro lado. Claro si podía hacer ver a La Rebelión hacia otra dirección mientras al mismo tiempo guardaba sus fuerzas y recursos para su golpe maestro mataría dos pájaros de un tiro.

— Bien, dile que la próxima vez que vea serán los resultados de nuestro plan concretado al fin. — podía darse el lujo de que la vanidad fluyera por su voz, pues el plan era de ella y solo de ella, atribuir la participación de Hordak era simple condescendencia. — Avisa a todas las patrullas y puestos de avanzada a lo largo del territorio que regresen a la Zona del Terror y que dejen pequeñas guarniciones en cada puesto.

— Oh… está… bien, es solo que…

— ¿Es solo que qué?

— ¿Eso no dejaría vulnerable esas posiciones?

— Solo si lo hacemos al mismo tiempo. Que las tropas que están en el perímetro norte cerca del Reino de las Nieves vuelvan y que traigan los robots también. — ordena Catra mientras pasa su mano para acomodar su cabello.

— Si… claro, lo… que digas. — podía entender la duda en la voz de Scorpia, tal vez si le contara el plan le dejaría las cosas más claras, pero ahora ella es su superior y no le debe explicaciones a nadie salvo Hordak las cuales solo consideraba mera cortesía.


— Ha pasado mucho tiempo desde que se ha requerido nuestra presencia más allá de nuestras fronteras, sobre todo en un territorio tan próximo a las influencias de los poderes ruinosos del Caos —. La solemne y autoritaria voz de Ariel, la Reina Hechicera de Athel Loren, era escuchada atentamente por los guerreros seleccionados de la Guardia Eterna de Wydrioth arrodillados frente a ella. — Pero que tal visión me haya sido revelada de la forma en que lo hizo me hace pensar lo imperativo de nuestra intervención, aunque me es desconocido nuestro rol en todo esto. Si Athel Loren llegase a verse amenazado de una u otra manera…

— Los designios de Isha le han sido revelados porque Lileath así lo ha permitido y cumpliremos con nuestro deber a toda costa —. Habla Millhadris a su preocupada reina. — No tenemos intención de fallar —.

Ella y sus nueve compañeros elegidos por ella misma fueron convocados al Claro del Rey para alistarse para su partida, se les había permitido mantener sus uniformes de la Guardia Eterna pero las armas se les serían entregadas una vez llegados a su destino: el Bosque de Laurelon al oeste del Imperio, el reino humano más grande del Viejo Mundo.

— Sean cautelosos allá fuera, el mundo es un lugar hostil y sus habilidades serán puestas a prueba hasta más allá de sus límites —. les advierte Ariel. — Tendrán el apoyo de todo el bosque si fuera necesario. Quisiera que Orión estuviera aquí para infundirles el valor que necesitarán. Vengan, ha llegado la hora.

En sincronía se levantan y haciendo una reverencia salen del salón donde se encontraban yendo hacia el exterior en el Claro del Rey. Este lugar es un vasto y asombroso claro, rodeado de robles de gran circunferencia y antigüedad. Las ramas de los grandes robles fueron inducidas a entrelazarse entre sí para formar pasarelas, marquesinas, pabellones, galerías y bóvedas. Estos edificios y estructuras están construidos íntegramente con ramas, follaje y árboles vivos. Bajo tierra, se ha utilizado el mismo método para crear grandes cámaras abovedadas, con las paredes construidas con las raíces entrelazadas de los árboles. El acceso a éstas bóvedas se encuentra en las hendiduras del interior de los troncos de los árboles vivos.

Aunque es inmensa, esta ciudad es prácticamente invisible para el ojo inexperto. La ciudad se funde en el bosque y es difícil que sea encontrada por el viajero ocioso o el enemigo ya que una gran parte de él pasa por encima de su cabeza o bajo de sus pies. Además, el Claro del Rey se camufla como por arte de magia. Un viajero imprudente puede caminar por el Claro del Rey sin apenas ser consciente de lo que hay a su alrededor e ignora que está siendo observado por ojos élficos. Y todo esto, suponiendo que llegue a encontrarlo.

Recibidos por una multitud de los suyos que con gestos cautelosos mostraban su respeto y algunos expresando sus buenos deseos para aquellos que se aventurarían más allá de lo que alguna vez algún Asrai se habría aventurado jamás. No muy lejos del claro se encuentra el gigantesco Roble Eterno, en el que fueron hallados Orión y Ariel una vez transformados en el Rey y la Reina del Bosque.

Una vez salieron del Claro del Rey para adentrarse en el sendero que los llevaría al Roble Eterno, Millhadris seguía los pasos de su reina mientras discretamente daba pequeñas y furtivas caricias a las hojas de la vegetación que crecían alrededor. Con rápidas miradas dadas a sus compañeros pudo vislumbrar atisbos de pesar en sus miradas al tener que abandonar el lugar en el que han nacido, crecido y que han defendido durante mucho tiempo. Los Elfos son sutiles por naturaleza, y perciben detalles y acciones que criaturas inferiores raramente notan y estaba segura de que ellos habían notado su propia aflicción y dudas.

Ahora es el momento para darse tal lujo pues afuera ya no habría lugar para eso.

(Suena "Ariel - Total War: Warhammer Soundtrack")

El Roble Eterno es el corazón espiritual de Athel Loren. Es aquí, bajo las ramas más antiguas del roble donde innumerables generaciones de Cantores de los Árboles de Athel Loren han aprendido el arte de la hechicería. La magia es muy fuerte en el Roble Eterno, y su aspecto cambia sutilmente según la fuerza con la que soplan los Vientos de la Magia.

Una vez divisaron las grandes raíces y el grueso tronco del Roble Eterno sabía que ya debían estar listos para adentrarse en la Raíces del Mundo. Las Raíces del Mundo son extensiones del Roble Eterno que se encuentran dentro del corazón de Athel Loren. En la época de la Estación del Olvido, se habían extendido por muchas tierras, creando una red que los espíritus del bosque podían atravesar para alcanzar lugares remotos en un instante.

En la actualidad, las raíces del mundo se han restaurado en unos pocos puntos, esencialmente a los bosques mágicos más relevantes y a otros pocos lugares de especial importancia para los Asrai.

Una abertura en medio de dos raíces se abre y Millhadris siente la mirada de Ariel, su rostro era sereno y su mirada la exalta a dar el primer paso, arrepentirse y darse la vuelta sería deshonroso y dando una última mirada a los árboles del bosque escucha a su reina hablarles por últimas vez.

— Vayan ahora, que los dioses los acompañen —. Armándose de valor e inhalando profundamente se adentra en aquel pasaje donde volvería a ver la luz del sol y el sonido del viento entre los árboles pero ahora en territorios que los humanos consideraban de su propiedad.


La condescendencia hace enojar a cualquiera y entre sus compañeros le produce rechazo. Lila Faithlight era de las mejores hechiceras que alguna vez estudió en Mystacor, o al menos eso le habían dicho, Al menos hasta que Oderon Shibloft, mano derecha de la Hechicera Líder, expresó "sus preocupaciones" con Castaspella quien dio el visto bueno para refrenar su proyecto de estudio para mejorar y combinar la magia ethereana.

Todo con la excusa de que buscaba de manera desmedida poder, llevado de la mano con la mala experiencia que tuvo con aquellos con los que trabajaba por no hacer las cosas como ella quería. Era un proyecto ambicioso que precisaba compromiso y no veía que le pusieran mucho interés, cosa que le molestaba y terminaba en discusiones.

Ahora estaba a la espera de que se le permitiera seguir con sus estudios avanzados o de continuar con su proyecto mientras tanto, su uso de la magia estaba restringido a lo más básico de lo más básico, cosa que le parecía insultante, y para más remate, la dejaron bajo la vigilancia de un tutor que se encargaría de vigilar para que cumpliera con su castigo.

A pesar de todo, Adrey ha sido más de ayuda para ella que cualquiera de sus maestros por lo que abandonara Mystacor sin razón alguna le pareció desconcertante y se negaba a creer que esa grabación que había traído un emisario de La Rebelión de un puesto de avanzada de La Horda donde veía que su tutor machacaba con su magia a los hordeanos.

Nunca fue alguien colérico, la paciencia era su más grande virtud y desbordaba comprensión. Era imposible que fuera él, algo estaba mal. En una de las fuentes de un pequeño jardín público veía su reflejo mientras intentaba encontrarle sentido a lo que había visto. Sus ojos amatista estaban algo rojos, parecía haberle afectado más de lo que creía, pues ese actuar de esa forma y de manera clandestina iba en contra de los preceptos de la magia establecidos y que debían regirse a raja tabla.

Acomodo su corto cabello celeste con mechones rosa pálido, su piel es tersa y su piel agua marina. Se levanta y se dirige hacia los bordes de la ciudadela donde las nubes chocaban contra la roca como olas de mar en calma, mientras su lento caminar dejaba huellas en la arena logra ver al causante de su preocupación. Su pelaje café y sus pequeños pero puntiagudos cuernos son fáciles de distinguir para ella, pero ahora sus ropajes largos y blancos fueron reemplazados por una ostentosa túnica azul con lo que cree que es una runa extraña.

— ¡Adrey! —. grita la hechicera al ver a su tutor que se convirtió en alguien muy cercano. — ¡Estaba muy preocupada! ¿Qué pasó? ¿ A dónde fuiste? — Su rostro serio apenas y forma una expresión al verla.

— Tuve que atender unos asuntos fuera —. dice con calma, no entendía el porqué de su actitud.

— ¿Por qué lo hiciste? — pregunta sin dilaciones.

—¿De qué hablas? — pregunta él.

— Nunca demostraste interés en lo que pasara afuera, ¿por qué de repente atacar a los hordeanos? — necesitaba una respuesta.

— ¿Cómo te enteraste?

— Miembros de la Rebelión encontraron una grabación entre las ruinas del lugar y se la mostraron a la reina de Luna Brillante, enviaron a un emisario —. el hechicero desvía la mirada hacia la ciudadela.

— Supongo que ahora Draulon Nightfate debe estar organizándose para buscarme —. Lila solo asiente. — Bien, no debo hacerlo esperar.

— ¡No! — exclama ella. — Te despojarán de tu rango en el mejor de los casos, no puedes arriesgarte.

— Mi querida Lila —. por un momento pudo reconocer a su amigo. — ¿Quieres retomar tu proyecto sobre la magia?

— ¿Qué? Eso no….

— ¿Quieres o no?

— Me encantaría pero…

— Ven conmigo entonces, debo hablar con Castaspella.


Ya sea que hayan cruzado el Gran Océano que separa al Viejo y el Nuevo Mundo o bien que el Imperio Subterráneo se haya expandido hasta debajo de las raíces de Lustria, los skavens han estado en conflicto con la antiquísima raza de los hombres lagarto, y aunque los hombres rata hayan causado graves daños a los seres de sangre fría, estos no han cedido ni cederán.

Alguna vez la Ciudad-Templo de Quetza fue invadida y gobernada por el Clan Pestilens desde las cuevas debajo del lugar y la convirtieron en su bastión en una guerra que ambas razas libraron. Guerra que los reptiles humanoides ganaron y expulsaron a los invasores.

Esto era bien sabido en la sociedad subterránea y ahora un clan menor camina por las frondosas y peligrosas selvas del continente del Nuevo Mundo con la intención de retomar el lugar para su inmunda raza. Los túneles subterráneos habían colapsado por lo que tenían que ir por la superficie.

Aún entre la espesa maleza que cubre casi todo el continente, el brillo de sus armas es fácilmente reconocible pues que requieren La Piedra Bruja, un material brillante de color verde con la cual se pueden hacer infinidad de cosas, desde la creación de armas hasta levantar a los muertos, con el precio de horribles mutaciones y la perdidad de la cordura. Los hombres rata no son inmunes a estos efectos, pero son más resistentes.

Entre chasquidos y rechinar de dientes la escuadra que no cuenta con un vidente gris, cosa inusual, avanza evitando caer en las trampas naturales del entorno. Los sonidos de aves a la distancia y la creencia de haber escuchado un gorgoteo gutural entre los árboles y la tierra sacudirse bajo sus pieles hacia que hasta el más obstinado flaqueara y le hiciera sentir lo más cercano al miedo que alguna vez hayan podido.

— Lejos no debemos estar, no-no —. Dice uno de ellos con un par de visores refinados con la piedra de disformidad para ver mejor a través de la selva.

Un quejido ahogado proveniente de la retaguardia hace voltear a los más próximos quienes ven a uno de los suyos tirado en el suelo inerte con un dardo clavado en el cuello, otros dos dardos salen de entre los árboles, llegando hasta otros dos roedores.

— ¡Cosas lagarto nos atacan! ¡Atacar también, ya-ya! — rondas de proyectiles resplandecientes de color verde empiezan a destruir troncos, lianas y roca mientras los skaven gritan freneticamente. Ametralladoras con múltiples cañones y tan pesadas que debían ser cargadas a dos manos demuestran su gran cadencia de disparo.

Rifles de largo alcance que se sostienen sobre escudos de madera llevados por esclavos skaven buscan y rebuscando en las alturas para encontrar a sus atacantes, pero todo intento es en vano, la selva es su territorio y son uno con el.

Una vez que el fuego de la armas cesaron y esa sección se habían convertido en un claro rodeado de plantas incinerados y troncos humeantes escuchan un gruñir desde el flanco izquierdo y dispuesto a plantar cara a lo que apareciera, todos dan un respingo cuando desde el flanco derecho un par de mandíbulas se cierran sobre uno de los hombres rata, quien entre gritos agobiantes, siente las vértebras de su cuello romperse cuando el guerrero saurio muerde con más fuerza para arrojar su cadáver a un lado.

Un coro de rugidos se elevan de entre los ancestrales árboles mientras de ellos brotan docenas de guerreros saurios blandiendo sus garrote con puntas de piedra, machacando y destrozando los huesos de los skaven quienes contraatacan con sus armas cuyos proyectiles impactan en los escudos de los saurios o en sus duras escamas.

A pesar de la defensa que las escamas, la constancia de las armas más grandes de los hombre rata hace caer a varios de la casta guerrera de los Hombres Lagarto y los portadores de tales armas ríen mientras lo hacen y es su último acto pues los eslizones bajo el refugio de la maleza atacan con su dardos envenenados mientras los saurios destruyen sus armas con la fuerza de sus patas o sus colas.

La ya de por sí pequeña escuadra ve sus números mermados e intentan emprender la huida, al menos lo que pueden evitar ser golpeados por las poderosas colas de los saurios quienes dejan que su furia los guíe durante el combate. Aquellos skaven que logran regresar a la selva ven su escape rápidamente frustrado al ser varios de ellos aplastado con toda la fuerza de las patas de un par bastiodones.

Este gigantesco cuadrúpedo es, tal vez, la mayor bestia blindada de Lustria. Es una fortaleza andante, un bastión vivo cubierto de piel dura como la piedra y una armadura natural de placas de una sustancia parecida al hierro tan densa que puede llegar a frustrar el mordisco de un Carnosaurio. Y si la mordida de un Carnosaurio no hacen mella en ellos mucho menos las armas skaven, cuyos portadores eran atacados desde todos los frentes.

Sus cráneos aplastados por las pesadas masas de los guerreros saurios, sus entrañas esparcidas en el suelo por las pisadas de los bastiodones o los golpes de las colas que son un bola enorme de hueso y sus cuerpos cayendo al suelo por los dardos envenenados disparados desde cerbatanas por los escurridizos eslizones. Y como súbitamente empezó, súbitamente los rugidos y gritos cesaron y sus ecos se perdieron en las selvas primigenias.

Los Hombres Lagarto no toleran a los invasores y aunque Quetza sea una Ciudad-Templo en ruinas, no muy lejos de ella se encuentra Axlotl, La Ciudad de las Estrellas. Cada templo pirámide de la Ciudad-Templo en ruinas de Axlotl está rematado con una columna altísima tallada con la obsinita más dura. En lo alto de cada columna se sienta un único Slann concentrado en la meditación y con la vista fija en una estrella distante.

Estos Slann no interactúan entre ellos ni tampoco con otros Hombres Lagarto, hasta ahora.

Un par de chamanes eslizón escucharon el llamado de estos Slann en sus mentes y congregaron una fuerza considerable para defender esta ciudad y a los Magos Sacerdotes. Si bien pueden protegerse a sí mismos con su magia, es deber de todas las castas de Hombres Lagarto proteger a los Slann que quedan desde la era de los Ancestrales.

Los chamanes eslizón escuchan e interpretan lo que los Slann dicen después de haber pasado años e incluso siglos en meditación, hasta los más simples balbuceos pueden deben ser interpretados correctamente para la consecución del Gran Plan de los Ancestrales, pero ahora no fueron simples balbuceos que le tomaría tiempo dar un orden y un sentido, y era más importante ahora pues estos Slann están aislados del resto de su raza.

— ¿Qué han dicho? — pregunta un eslizón menor a uno de los chamanes mientras baja de lo alto de la columna de obsinita.

— Demasiado claros han sido —. responde el chamán entre siseos. — Una anomalía en la red geomántica ha sido detectada. La fuente yace muy lejos de nosotros, con los nuestros al otro lado del océano.

— ¿Qué debemos hacer? — vuelve a preguntar el eslizón.

— Movernos cuanto antes, parece que es más importante de lo que creemos —. si la situación lo ameritaba entonces deberían ir con los suyos en las colonias en el Viejo Mundo con los que llevan incomunicados demasiado tiempo.


— Definitivamente no —. dice Adora tajantemente.

— Dime una buena razón para no ir —. replica Glimmer con tono molesto.

— Porque eres la reina, debes estar aquí donde realmente te necesitan —. responde la rubia.

— ¿Estás diciendo que no soy apta para pelear?

— No, para nada, pero no podemos dejar que salgas y arriesgarte a…

— ¿Salir lastimada? Sé cuidarme sola, muchas gracias. Lo que debería preocuparte es que mientras hablamos los suministros del Reino de las Nieves se están acabando y su línea sigue bloqueada y no hay nadie más disponible. Soy la reina, y como tal, ordeno que vayamos ahora y liberemos la línea de suministros del reino de Frosta —. Glimmer se levanta de su silla y se dirige hacia la salida mientras Adora suspira con cansancio y resignación.

Desde que Shadow Weaver empezó a ser su "maestra" en cuestión de magia ha estado mucho más inquieta y actuando de forma mucho más imprudente pero razón no podía faltarle. Perfuma y Mermista no habían regresado de su misión para deshabilitar un puesto de avanzada y el incidente con el hechicero parecía haber envalentonado a su amiga. La situación era cada vez más tensa con relación al avance hordeano y cada error que cometieran podría ser fatal.

Y a todo eso se le sumaba el hecho de que cada día que pasaba una abrumadora sensación la recorría por completo y la dejaba obnubilada y que se acrecentaba cuando se transformaba en She-ra o cuando estaba cerca de Shadow Weaver. Llegó a barajar la opción de que tal vez la había hechizado pero la descartó al pensar que no tenía sentido que favoreciera a los hordeanos de un modo u otro pues no la aceptarían de vuelta.

Aldeas vacías y personas que desaparecen sin dejar rastro, La Horda ganando terreno con cada día que pasaba, un hechicero renegado y Glimmer cada vez más distante. Debía encontrar una forma de arreglar esto o sino esa burbuja seguiría creciendo.


— Esto es nada menos que inaceptable —. la voz de Castaspella resuena en el salón donde conjuran las protecciones mágicas de Mystacor rodeada por el Gran Consejo. Lila miraba desde la entrada como su tutor se encontraba en el centro del salón frente a la Hechicera Líder. — Has roto uno de los principios más importantes bajo el que se guía la enseñanza de magia en este reino.

— La magia se estudia para su comprensión y se usa para la guía y la protección —. recita Adrey ante la mirada de Castaspella. — Noble pero obsoleto en estos tiempos turbulentos. Tiempos en los que es mejor actuar cuando se tiene la oportunidad en vez de esperar como suele hacerse por aquí.

— Las intervenciones de Mystacor siempre han sido de carácter diplomático, servimos como guías para aquellos que lo soliciten —. dice Castaspella.

— Cuando dice "servimos" suena muy convencida de sus palabras, aun cuando usted es la única que participa en la diplomacia fuera del reino — dice Adrey. — ¿Cuándo fue la última vez que alguien más en este consejo participó en algún acto importante que no fuera mejorar las defensas mágicas de Mystacor?

— Nuestro deber más importante reside en aquellos que viven dentro de estas paredes y bajo estos techos. Su formación mágica es nuestra prioridad —. argumenta Akhai Zamsa, miembro importante del consejo solo por debajo de Oderon Shibloft, un hombre de piel morena y cabello corto azulado vistiendo una camisa aqua marina que no cubre ombligo y unos pantalones morados.

— Y tú deber es orientar a aquellos que se desvían de los caminos, no incitar a la guerra —. habla Draulon Nightfate, un hechicero alto de hombros anchos y rostro tosco y piel gris con cabello largo y blanco.

— Arriesgarse de esta manera pudo traer consecuencias tan graves que no termino de dimensionarlas —. interviene Oshaera Talelight, una mujer mayor de piel clara ojos verdes y un cabello largo que es una mezcla entre blanco y un leve tono morado. — Es obvio que no estaba pensando en su integridad personal y hacerlo en nombre de Mystacor, como dices, lo hace incluso peor.

— Claro, júzguenme por hacer lo que ustedes no se atreven —. alza la voz Adrey. — Por tener el valor de actuar, por la seguridad de Mystacor. Mientras ustedes aquí se encierran con sus libros, allá fuera ya saben que existimos y donde estamos —. esa noticia cayó como un balde de agua fría para todos los miembros del consejo.

Muchos años eludieron a La Horda, muchos años a salvo y centrándose en la magia y ahora todo parecía verse amenazado. La inquietud se hizo presente en todos los miembros del consejo y, aunque no lo dijeran en voz alta, algunas dudas empezaban a germinar.

— Castaspella, debió saber que algo así iba a pasar y que alguien iba a hacer algo al respecto —. Lila no podía evitar sentirse anonadada por la forma en la que Adrey hablaba, es como si fuera una persona completamente diferente, o tal vez al Adrey que conoció era solo una fachada y tenían enfrente al verdadero.

— Propongo que se delibere a puerta cerrada el destino del acusado, dadas las declaraciones hechas, si la seguridad del reino ha sido comprometida de algún modo es probable que sea un tema que debemos de considerar —. interviene Cait Sutr, una joven hechicera de piel cobriza y cabellos morados y largos semi ondulados.

— No hay nada que deliberar con respecto a Adrey —. sentencia Draulon.

— Para mí sí —. replica Cait. — Tal vez la forma de actuar no ha sido la apropiada pero en mi caso no puedo evitar preocuparme las razones por las que lo hizo. No cometamos el error de asumir que estamos completamente libres de peligro.

Castaspella observa a cada uno de los presentes rápidamente mientras medita todo lo que han dicho, esta clase de situaciones son muy irregulares, y por lo tanto, le es difícil saber como actuar.

— Casta —. escucha la voz de Oderon susurrándole al oído. —Tal vez deberíamos considerar la opción de Cait. Creo que la seguridad de todos aquí es más importante que unos hordeanos.

— Los hordeanos fueron entrenados desde niños, no conocen nada más, son personas también —. de no ser por Adora no sabría eso, lo que le hizo replantearse un par de cosas pero había razón y sensatez en las palabras de Oderon. — Draulon, escolta a Adrey a sus aposentos y asegúrate que no salga de ahí sin el permiso de alguien del consejo.

Lila respira con un poco más de calma pero su preocupación no había mermado, pues ahora tiene que esperar para saber que pasará con su amigo y tutor.


This is War:

A warning to the people

The good and the evil

This is war

To the soldier, the civilian

The martyr, the victim

This is war

It's the moment of truth and the moment to lie

The moment to live and the moment to die

The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world from the last to the first

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world, it's a brave new world, it's a brave new world

A brave new world

The war is won

The war is won

A brave new world