(en colaboración con davidomega59)
— No es chatarra, ni hojalata —, examinaba Oroshk el arma que Tung Lashor había traído consigo, — No fue hecha con partes que encontraste por ahí ¿verdad? — Tung da una sombría sonrisa — ¿Quién dices que te dio esto?
— Ya lo conocerás —. responde el reptil.
— Sea quien sea, tiene manos muy habilidosas para la forja —. Oroshk pasa su dedo por la hoja, su filo crea una herida en su dedo —. Un poco más afilada y cortará a alguien con solo mirarla —. dice con una risa rasposa. — Deberías decirle que me haga una a mí también.
— Los Verdaderos Poderes solo conceden tales instrumentos a aquellos que se los han ganado —. el eco metálico de una siniestra voz hace que Oroshk se sobresalte, era tal y como Tung lo había descrito y aún así, no dejaba de ser una vista inquietante, ya fuera por las alas o ya fuera por la máscara o por el hecho de que tal ser se apareciera de la nada sin hacer el más mínimo ruido.
— ¿Has estado ocupado? — pregunta Tung al ser como si se tratase de un viejo amigo.
— Cumplir su voluntad es un honor que conlleva una serie de dificultades —. responde. — Debo asegurarme que todos cumplan con el papel se les ha sido dado, lo quieran o no, y me preocupa que te estés atrasando.
— No hay razones por las que debas preocuparte —. dice Tung, intentando sonar confiado.
— ¿Entonces por qué estoy aquí? — cuestiona el desconocido.
— Alguien necesitaba pruebas de que lo que digo es cierto, para asegurar que atraeremos a más personas a todo este… entramado —. asegura Tung.
— ¿Es acaso que no puedes por tu cuenta? — el desconocido parece estarse irritando. — ¿Debo acaso recordarte quién está viéndote desde el primer momento en el que te encontré? No tolerará flaquezas, solo te demanda ¡una cosa y eres incapaz de…!
— ¡La tendrá! Toda la que quiera y la que le haga falta — Tung no iba a dejarse intimidar por tal criatura.
— No blasfemes, nunca es suficiente. No cometas el error de conformarte.
— Nunca me he conformado con nada. Tu presencia es más que suficiente para que cambie de opinión —. ambos voltean a ver a Oroshk que se había mantenido al margen de tal conversación —. Creo que él y yo seremos capaces de lograr lo que necesitas.
— Puedo sentir su deseo —. el desconocido se acerca a Oroshk quien también da un paso adelante, aún si tuviera miedo, no le daría el placer de hacérselo saber. — Está reprimido, deseoso. Tomará cualquier oportunidad que se le presente, ciertamente e irá más allá de ser necesario.
— ¿Y qué es eso, supuestamente? ¿Si puedo preguntar? — Oroshk encara al desconocido viendo al abismo que emerge de las aberturas de aquella máscara, podía escuchar su respiración chocando contra la superficie de la misma.
— El deseo, no, la necesidad del combate. De enfrentar y someter a tus oponentes, de hacer su sangre correr sobre la arena y aun si llegases a fracasar, intentarlo una vez más, pero más fuerte —. exclama el ser alado.
— ¿Qué dices, Lilith? ¿Crees que él le dará sus dones también? — inquiere Tung.
— Se los dará a todo aquel que le rinda culto de la forma que él demanda —. responde Lilith.
— ¿Quién es él? — pregunta Oroshk, Lilith voltea a ver a Tung quien asiente con la cabeza en seña de complicidad.
A pesar de que era de noche y en el Desierto Carmesí podían llegar a ser muy frías, pudo sentir el calor del día a su alrededor mientras las cuencas vacías de la máscara de Lilith brillaban como flameantes hogueras en la oscuridad de la noche y todo a su alrededor se volvía rojo.
My War:
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la
Let's start a new life from the darkness
Until the light reveals the end
Sinister faces, growing curses
This is my last war
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (with devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (squeezing out their wisdom)
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (with devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling on to their)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (very last coins)
Destruction and regeneration
You are the real enemy (Rastis! Rastis! Rastis!)War!
(My) War!
(My) War!
Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!
La Guardia Real de Luna Brillante era uno de los más altos honores que cualquiera dentro de los dominios del reino podía llegar a aspirar. El portar los yelmos blancos y vestir con las capas blancas y moradas era otro símbolo de la majestuosidad y brillo que el reino de la Piedra Lunar tenía para ofrecer… o al menos eso parecía desde afuera.
Habían pasado ya seis años desde que Ithrant Lightnight había ingresado en las filas de la guardia, siete si contaba el año que tuvo de entrenamiento, pero podía contar con los dedos de una mano las veces en que sus servicios y habilidades fueron requeridos más allá de los pasillos y salones del palacio, cosa que le frustraba.
Un día había terminado su guarida y al siguiente se entera que la hechicera que estuvo trabajando con La Horda durante años se había colado en el castillo. Cada día que pasaba se planteaba seriamente que todos esos ideales y juramentos que tuvo que hacer el día que terminó su formación eran meras pantomimas que debían hacer solo para sentirse importantes y llevar tales vestimentas, poco prácticas en combate, era una heráldica carente de significado real.
No se había unido para cuidar puertas y caminar por impolutos pasillos mientras otros iban allá fuera y hacían su trabajo. El punto en el que su desencantó con tal profesión se hizo presente fue el día en que La Horda estuvo a las puertas de Luna Brillante. La reina de ese entonces y un trío de adolescentes junto a un caballo volador eran la vanguardia, la retaguardia y la reserva mientras todas las guardias se quedaban en el castillo. No fuera que una puerta se azotará muy fuerte.
Tal humillación y despliegue magistral de ineptitud no se comparaban con el disgusto que sentía al ver que una arma sin igual era blandida como una cachiporra cualquiera por la que se suponía que era su salvadora.
La guerra es un arte, le fue dicho una vez, y las armas son los instrumentos que le dan forma. En secreto, Ithrant se dedicó a coleccionar armas de todo tipo, desde las usadas en distancia corta hasta dominar el arco con una técnica que ninguna de las guardias en todo el castillo podría igualar jamás. Llamaban a Bow un maestro arquero, pero para sus ojos, era solo un aficionado con buena suerte. Había creado su propia técnica de combate de la que se sentía orgullosa y de presentarse la oportunidad estaba convencida, que ni siquiera She-ra podría plantarle cara.
La técnica siempre superaría a la fuerza bruta.
En la penumbra de un establo en la aldea aledaña al castillo de Luna Brillante sobresalía la piel blanca de Ithrant quien grácilmente cortaba el aire con el filo de una espada corta. Movimientos rápidos y certeros apuñalaban el silencio del lugar, dibujaba arcos en el aire mientras las espada danzaba en sus manos, alternando su agarre para que cada estocada, cada corte, no pudiera ser anticipado y que ella fuera la única que supiera qué iba a hacer a continuación.
Estaba tan ensimismada en su danza que no escuchó el sonido de la puerta abrirse y levantando el arma en el aire y dando un tajo su concentración se rompe cuando el acero choca contra el acero y sonido agudo llena el lugar. Sorprendida y molesta por la interrupción, ve a una joven de no más de 18 años con su espada desenfundada con una expresión de asombro. Era menuda, de piel morena y cabello largo y negro como el suyo.
— Y-yo lo s-siento muchísimo, no quería… — intenta disculparse la joven mientras la mayor se da la vuelta para envainar su arma —. No sabía que había alguien aquí, yo solo… lo lamento, de verdad.
— Ya, de acuerdo, está bien —. responde Ithrant un tanto exasperada.
— Eso fue impresionante —. dice fascinada la chica. — ¿Dónde lo aprendiste? No lo enseñan durante el entrenamiento.
— Ciertamente no lo hacen, ¿eres nueva, no? No recuerdo haberte visto antes —. señala Ithrant.
— Sí, lo soy. Me llamo Midna, empecé hace muy poco y tú supongo que llevas bastante tiempo en esto, digo, no cualquiera hace eso… que… haces —. dice la joven entusiasmada.
— Sí, llevo tiempo en esto —. responde sin ganas.
— Vaya, pero ¿cómo aprendiste a hacerlo?
— Con tiempo y esfuerzo. Aunque lo parezca, el combate no es una mera vulgaridad en la que solo… tomas una espada y la blandes mientras gritas como una maniática. Si te cansas rápidamente es porque estás haciéndolo todo mal —. dice ella mientras junta sus cosas para irse.
— Me sorprende no haber escuchado de ti antes, digo, con esa habilidad sería muy popular —. la joven ríe nerviosamente. — Ni siquiera sé como te llamas.
— Ithrant —. dice la mayor. — Y no vas a oír nada de mí ni de ninguna otra que destaque en algo. Tanto entrenamiento solo para cuidar entradas —. dice con amargura.
— Vaya, parece que son bastantes las que piensan como Slina —. dice Midna.
— ¿Slina? — Ithrant no había escuchado ese nombre antes, Midna parece apenarse, como si hubiera cometido un error.
— Oh no, no debí… olvida lo que dije, yo solo… — se dirige hacia la salida pero es detenida por la mayor.
— ¿De qué hablas? ¿Quién es Slina?
— Vaya, de verdad que no se conocen por aquí —. Midna se nota claramente incómoda. — Dice que lleva años en la guardia y que, bueno, está ya cansada de no hacer nada. Supo que era nueva y me dijo que la viera —. Ithrant estaba claramente sorprendida, no solo porque no conocía a esta Slina, sino porque tal vez habían conspiradoras entre la Guardia Real.
— ¿Dónde la verás? — pregunta Ithrant.
— N-no lo sé, dijo que ella me llamaría —. Midna desvía la vista. — No iba a ir, si te lo preguntas.
— ¿Y le ibas a decir a alguien de estás conspiradoras? — Ithrant estaba molesta. — Vas a ir cuando te llame y tú vas a llevarme, ¿de acuerdo?
— Si, si, de acuerdo —. responde Midna asustada. Estas novatas piensa Ithrant, ve como Midna se disponía a salir del establo. — ¿No venías a buscar algo?
— ¿Eh? ¡oh! La paja para los caballos.
Tras la derrota de los Altos Elfos en la Guerra de la Barba, estos abandonaron sus colonias del Viejo Mundo. La mayoría de los elfos regresaron a Ulthuan, pero algunos decidieron quedarse. Al igual que sus parientes de Athel Loren, algunos Elfos que residían en las colonias de lo que posteriormente sería el Imperio decidieron quedarse a defender su amado Bosque de Laurelorn, evitando que se profanase su corazón por la mano de Enanos, Pieles Verdes, Hombres Bestia y cualquier otro potencial enemigo.
Estos elfos se llaman a sí mismos los Eonir, y son considerados como los herederos culturales de los colonos Asur del Viejo Mundo. A diferencia de sus parientes de Athel Loren, los Elfos Silvanos del Bosque de Laurelorn no llevan políticas aislacionistas tan extremas. Saben que son muy pocos y que necesitan de la protección del Imperio y de su numeroso colectivo de guerreros.
A diferencia de los Asrai, que forman lazos de interés común con los elfos de todo Athel Loren, los Elfos del Bosque Dorado limitan el parentesco vocacional al nivel local. as bandas de amigos son agrupaciones sociales más pequeñas que se unen para perseguir un interés o una agenda común, de otra forma no recibirían a Millhadris y sus compañeros de la Guardia Eterna.
Era un bosque, pero no su bosque. Podía sentirlo con solo respirar su aire, ver sus árboles y sentir su suelo. Ahora estaba en dominios humanos , y aunque no le gustará, tendría que seguir temporalmente las leyes y tratados que atañan a sus semejantes de Laurelorn.
— Es un honor el recibirlos, por fin —. una comitiva de eornirs los recibe una vez que salen de las Raíces del Mundo en uno de los escasos claros del bosque, la tenue luz del sol se cuela por el cielo nublado. — La Reina Marrisith lamenta no poder recibirlos personalmente, pero hay asuntos que debe atender. Me llamo Eadril.
— Millhadris —. se presenta la Asrai haciendo una leve reverencia. — El honor es nuestro. No es habitual estos encuentros, pero parece que las circunstancias lo ameritan —. empezando su camino a través de los senderos del mal llamado Bosque de la Bruja por los humanos Millhadris intenta ponerse al corriente con el emisario reprimiendo la inusual curiosidad que la incitaba a preguntar sobre quienes eran y el estilo de vida tan diferente al que se tiene en Athel Loren.
— Fue ciertamente una sorpresa que nuestra reina haya entablado diálogo con la Reina Ariel teniendo en cuenta su ascendencia —. comenta Eadril.
— Los Asur le dieron la espalda al mundo y tienen el descaro de hacerse llamar sus protectores, aunque eso solo contemple su amada isla —. responde Millhadris, sus asuntos poco y nada tenían que ver con los Altos Elfos Ulthuan y desearía no tener que lidiar con ellos de alguna forma.
— Estoy de acuerdo. Pero no estamos hablando de este mundo en particular, ¿o sí? — inquiere Eadril.
— Ciertamente no —. rectifica la Asrai. — ¿Saben algo al respecto?
— Nada que nuestra reina, en su sabiduría, haya considerado indispensable que sepamos, cosa, si me lo preguntas, es mejor así. No queremos que tal conocimiento se sepa a lo largo del continente —. dice Eadril. — Nuestra reina había previsto una incursión de los Poderes Ruinosos en los próximos diez años, pero le sorprendió que fuera de esta forma.
— Si me permites decirlo, yo también estoy consternada y preocupada. ¿Cómo un mundo distante pudo conectar con este y el Panteón del Caos? — cuestiona Millhadris.
— Lo desconozco totalmente. Tal vez lo averigüen estando allá —. Luego de caminar por un rato llegan finalmente a unas instancias hechas de madera que se integran con el bosque sutilmente.
Las miradas recelosas y un poco antipáticas se hicieron presentes. Tanto Millhadris como sus compañeros intentaron hacer caso omiso pero cada paso que daban se le dificultaba más no dar miradas fugaces a aquellos que, en términos prácticos, son sus primos.
Ingresando a una humilde construcción de madera desfilaron frente a ella lanzas, espadas cortas y largas, dagas, arcos y flechas, escudos y vulgares hachas que usan a una sola mano.
— Tomen lo que necesiten. No sé mucho sobre el lugar al que irán, pero puedo decir que sus habitantes son feroces guerreros —. advierte Eadril. — No sé qué tanto tendrán que adentrarse en las tierras de Norsca, por lo que considero prudente advertirles la mayor de las precauciones. Las energías de la disformidad rondan por el aire y las tribus bárbaras adoradoras de los Poderes Ruinosos campan a sus anchas por la tundra.
— Tengo entendido que ustedes colaboran de manera cercana con los humanos para mantener limpias sus costas de estos saqueadores —. dice Millhadris.
— No podemos acompañarlos, si eso es lo que sugieres, no somos tan numerosos como ustedes. Toda ayuda aquí en Laurelorn es necesaria, pero podremos acompañarlos hasta la costa —. responde Eadril.
— ¿Hasta la costa? — pregunta uno de los compañeros de Millhadris.
— Es la forma más rápida de llegar. De ir por tierra tendrían que pasar por algunas provincias imperiales y por las tierras de Kislev. Y pasar por el territorio de los imperiales requeriría algo de lenta burocracia, además de levantar sospechas —. explica Eadril. — No queremos que esto se sepa más allá de nosotros, de lo contrario tendrán a la mitad del continente pisándoles los talones.
— Es sensato —. responde Millhadris.
— Pues no estoy de acuerdo —. replica el Asrai.
— Elthros, se nos ha encomendado esto, no vamos a arriesgarlo —. Elthros no responde ante la negativa de Millhadris. — Necesitaremos también comida.
— Por supuesto —. Ealdril sale del lugar y es cuando Millhadris se adelanta a hablar.
— Sé lo que están pensando, puedo imaginar como se están sintiendo, pero estás ya no son nuestras fronteras, es una realidad que me está costando asimilar y pensar que nos adentraremos en las fauces del Caos no lo mejora —. se yergue en donde está parada. — Así que más que nunca cualquier desacuerdo deberá ser socavado cuanto antes —. voltea a ver a Elthros quien no baja la mirada pero tampoco responde.
No entiendo a los dioses como lo haría nuestra reina o la de ellos. No sé porque nos involucrarían en tales acontecimientos, pero no voy a acobardarme e irme, ¿puedo contar en que harán lo mismo?
No hay respuesta, solo miradas de determinación.
Catra sabía que no tardaría en recibir los primeros informes de ataques de los rebeldes en el perímetro norte. La línea de suministro al Reino de las Nieves llevaba meses bloqueada y aprovecharían la oportunidad para habilitarla y eso los motivaría por lo que el siguiente paso sería hacerles creer que Dryll era un objetivo vulnerable también.
El regaño de Hordak no se haría esperar y había contemplado la idea de que las tropas no estarían muy a gusto que se les dejara tan desprotegidas, sin embargo, debía compartimentar la información y asegurarse que se comunicara lo necesario a los oficiales indicados. Por esa misma razón fue en persona para asegurarse de que la tarada de Octavia tuviera las naves de la flota hordeana en condiciones.
— Los destructores están más que listos para volver a operaciones —, indica Octavia, — los acorazados, por otro lado, necesitan un poco más de tiempo.
— ¿Cuánto? — pregunta Catra.
— Tal vez un par de días más —. Catra gruñe por lo bajo, no era la respuesta que quería escuchar, pero debía admitir que no era tan malo.
— Entonces pónganse a trabajar. Necesitamos que cada remache esté en su lugar para cuando llegue el momento —. ordena Catra.
— Claro… el momento —. afirma Octavia. — ¿Qué momento? — Catra voltea a ver a su igual con el ceño fruncido. — No me mires así. Vienes y me dices que me ponga a trabajar sin saber por que estoy redoblando esfuerzos.
— Lo haré de tu conocimiento cuando yo lo considere necesario —. afirma Catra. — Lo único que te concierne de momento es que estos pedazos de chatarra sean funcionales cuando yo lo requiera ¿entendiste?
Catra esperó otro alegato por parte de la capitana de la fuerza pero en cambio obtuvo una sonrisa que la dejó confusa.
— ¿Quién iba a decirme que la irrespetuosa y holgazana Catra un día iba a venir a darme órdenes? — dice Octavia.
— ¿Qué? ¿Tienes algún problema?
— No, simplemente es curioso —. Catra no sabía qué expresión poner, esperaba que no una muy tonta, no frente a la que le había arrancado un ojo de su cuenca cuando tenía seis años, la híbrida empieza a alejarse con una ligera risa. — Le informaré de cualquier inconveniente, Capitana de la Fuerza Catra.
Catra hace un movimiento con las orejas y agita un poco su cola para darse la vuelta e irse. Eso es lo que falta por aquí, tantos años de anhelos se habían materializado en una sola frase, no eran las palabras exactas que quería escuchar pero era un comienzo. Ya fantaseaba como serían las cosas cuando su gran plan se completara, todo lo que supuestamente haría Adora lo conseguiría ella. Si quieres algo tienes que pelear para tomarlo, arrebatárselo a alguien más si hacía falta, eso había aprendido.
Únelos. Ese susurro aparece en su mente y lo consideraba una reverenda estupidez, los estaba separando y llegado el momento, los iba a despedazar.
Ahora había algo más que debía atender. Pasando por los pasillos y balcones de la Zona del Terror donde se podía escuchar el sonido de las ensambladoras y el humo de las fábricas que desde que tomó la resolución absoluta de conquistar Etheria a toda costa no habían parado. Llegando a uno de los patios exteriores encontró a quienes estaba buscando.
— ¡Lonnie! —. tomó desprevenidos a los tres miembros de su unidad personal quienes se pusieron firmes al escuchar su llamado. — ¿Qué están haciendo? — la morena se toma un momento para responder.
— Revisión de rutina… capitana —. responde ella.
— Olvida eso. Quiero que vayan a los asentamientos del perímetro norte y traigan todas las armas que puedan, dejen solo las necesarias para quienes se queden allá. — le ordena la felina.
— ¿"Quiénes se queden allá"? — repite Lonnie con molestia.
— ¿Vas a desabastecer todo ese perímetro? — compartimentar información traía sus problemas.
— No puedes hacer eso, ¿qué va a…? — replica Lonnie.
— Puedo y lo haré. Y ustedes van hacer lo que yo digo porque ese es su trabajo ¿entendido? — reitera Catra.
— ¡Pero no…! — Lonnie intenta responder pero Catra la vuelve a interrumpir.
— ¿ENTENDIDO? — Lonnie no responde, es Rogelio quien masculla unos gruñidos mientras asiente. — Tomaré eso como un sí.
Antes de escuchar cualquier otra queja, se aleja de ahí y decide que debe de hacer algunos cálculos para saber la cantidad exacta de tropas, bots y armas van a necesitar cada escuadrón. Tal vez reorganizar el número de unidades por cada batallón. Nada debía quedar al azar.
El sonido de algo cayéndose llama su atención, se gira para ver que una caja de herramientas con llaves y destornilladores tirada en el suelo. No iba a recogerlo, ya lo podría hacer otro, pero hay algo rondando en las tuberías sobre ella. No iba a tolerar que eso pasara, no esta vez, está muy ocupada para esas cosas.
Toma una de las llaves que cayeron al suelo y la arroja hacia donde están las tuberías, el choque del metal hace un eco y de arriba cae un gato algo robusto. Un gato negro con un collar y un adorno en la cola dorados, sus ojos son amarillos y su pelaje es frondoso. Catra no entiende nada.
Nunca antes un animal había entrado en la Zona del Terror, alguien lo había traído e iba descubrir quien había sido, por lo que se acerca al gato y el pelaje de este se eriza y le bufa, ella le bufa de vuelta. Los colmillos del gato son anormalmente grande, da un zarpazo y de un segundo a otro el pelaje del gato se convierten en escamas verdes y brillantes, su robusta figura se transforma en una delgada y ágil forma sus colmillos se hacen más delgados y de ellos brota un veneno que roza el pie de Catra.
Ella se sobresalta y la serpiente rápidamente huye de ella, siente un dolor punzante en su brazo derecho como si la hubiera mordido, Catra la persigue y llegando a una esquina un viento cálido sopla y alborota un poco su cabello. Era anormal, no había ninguna corriente de aire que pasara por ahí y menos una tan cálida. Su rostro se siente raro y pasa su mano desde la frente hasta la barbilla. Arena.
— ¿Y ahora qué pretendes, Shadow Weaver? — el dolor en su brazo se vuelve más punzante que antes, se las arregla para sacar su brazo de la manga, la marca con forma de cráneo con una corona alada pareciera estar hinchada.
Catra piensa que es solo una reacción normal de sus heridas y lo demás obra de Shadow Weaver. Ya era un truco viejo y no iba a seguir cayendo en él.
Las puertas de madera blanca se abren de par en par mientras Cait Sutr entraba seguida de Lila.
— ¡No puedo creer esto! ¿Cuándo fue que dejaste de medir tus palabras? — clamaba Cait mientras se acercaba a Adrey. — ¿Tuviste en consideración lo que podría llegar a pasar?
— Preví cada escenario posible y contrario a lo que crees todas mis palabras fueron cuidadosamente seleccionadas —. responde de forma calmada el hechicero.
— Adrey, por favor, esto es serio —. interviene Lila. — El Gremio ya ha deliberado.
— Van a quitarte todos tus rangos y van negarte cualquier uso de magia que no sea la básica y tendrás accesos limitado a muchas de las zonas del reino —. dice Cait.
Cait y Adrey había estudiado juntos, fueron buenos amigos durante su formación y a medida que iban avanzando en su aprendizaje Adrey se notó bastante austero en lo que a títulos se refería, había acumulados varios de renombre pero rehusó en unirse al Gremio cuando se le fue ofrecido.
— Rebajarme a un simple ilusionista mientras ellos drenan conocimientos como sanguijuelas y no hacer uso de él —. escupe Adrey.
— No sé qué fue lo que te pasó para que te comportes de repente de esta forma pero sí sigues así vas hacer que la decisión sea irrevocable —. advierte Cait.
— No han emitido un veredicto concreto entonces —. adivina Adrey.
— No —. responde Lila. — Cait logró que se retrasara al decisión.
— Entonces te escuchan —. Adey mira a Cait.
— Por supuesto que lo hacen, soy una de ellos.
— Pero aún así, una sola voz no es suficiente —. dice Adrey con suspicacia. — ¿Quiénes fueron los otros?
— Groloth Piedraelemental y Umi Lunarlake —. responde Lila.
— ¡Lila! — reprende Cait quien voltea hacia la puerta. — Nadie debe enterarse que sabes todo eso.
— Lo siento, pero no me gusta ser una espectadora pasiva —. replica la hechicera. — Tiene que saber que hay personas que lo respaldan.
— ¿Qué pasa con Uldrog? — pregunta Adrey. Uldrgo Landrath es un hechicero callado y reservado, su larga y frondosa barba con sus cejas pobladas desprenden ese aire de sabiduría que se atribuía a los eruditos de la magia.
— Nada, es difícil saber en qué piensa —. dice Cait. — Aun tienes una oportunidad, solo tienes que retirar todas tus acusaciones.
— Jamás —. sentencia Adrey.
— Te pido que seas sensato —. súplica Cait.
— Y yo te pido que no seas tan débil. Míranos, mira a tu alrededor, mírala —, señala a Lila, — tanto saber mágico, tanto potencial y nos aislamos del mundo.
— El mundo está en guerra.
— Con más razón aún, ¿acaso no pertenecemos a él? —. argumenta el hechicero, Lila podría jurar que el símbolo en su túnica brilló levemente por un momento. — En nuestra arrogancia y presuntuosidad dejamos el mundo a su suerte ignorando el hecho que si todos los demás reinos caen, Mystacor también.
— ¿Crees qué no lo sé? — alega Cait.
—¿Y por qué no haces nada? ¿Vale más tu puesto en el Gremio? — Cait se tuvo que tragar la respuesta que iba dar, ya fuera porque tal vez era cierto o porque no quería estar más tiempo en esa sala del necesario para estar en problemas ella también. — Castaspella cree representar a Mystacor en su totalidad, y tú sabes que no es así, sabes que somos más, pero tienes que ayudarme a que todos los demás lo vean.
— ¿Para qué? ¿Para que después todos estén descontentos y la remuevan de su puesto? — Adrey solo hace un gesto con la cabeza. — No puede ser ¿Y quién quedará a cargo? ¿Tú?
— O… tú —. interrumpe Lila. — No van a escuchar lo que él tenga que decir, pero a tí sí.
— Eso es traición —. acusa Cait.
— ¿Es poder lo que quieres? — pregunta Adrey.
— No —. responde tajantemente Cait. — No, yo solo quiero que este reino no se caiga a pedazos.
— Caerá si no se hace algo contra La Horda. Yo quiero lo mismo que tú, quiero que Mystacor prevalezca, quiero ver cómo el mundo se renueva para nuevos propósitos, unos muy grandes pero con Castaspella a la cabeza me temo que no podrá concretarse.
— Yo… veré que puedo hacer —. antes de que hubiera una respuesta la hechicera se da la vuelta y sale del lugar.
— Debo agradecer el riesgo que tomas al involucrarte demasiado en todo este problema —. agradece Adrey a Lila.
— Es como dijiste, sí nos quedamos aquí sin hacer nada, La Horda nos acabará tarde o temprano. Además, no voy a dejarte pasar por todo esto solo después de todo lo que has hecho por mí —. Lila le da una cálida sonrisa. — Pero tengo curiosidad ¿Qué significa ese símbolo? — apunta a la túnica del hechicero.
— Lo entenderás a su tiempo.
Entre las rocas afiladas de un valle, el fondo de un pozo de círculos concéntricos con una roca blanca en el centro apuntando hacia el cielo el rey funerario Kafele observa al monolito en silencio mientras las lunas que se cernían sobre cielo cada noche sin falta.
Tres lunas durante el día, tres lunas durante la noche y ninguna era de Neru, la diosa lunar, y ninguna brillaba con la misma fuerza que el sol del dios Ptra, aquel que les había concedido las tierras donde se fundó Nehekhara. Una era que el mundo e incluso ellos mismos habían olvidado.
Mientras vagaba por los salones de su pirámide empezó a seguir un susurro muy tenue y empezó a buscar su origen creyendo que más ladrones se habían metido, grande fue su sorpresa cuando en el umbral que daba a la entrada de la estructura ve la figura de una mujer alta y grácil, de piel leonada, cabello castaño emplumado y con unos verdes ojos de gata.
Sabiendo de qué se trataba intentó acercarse pero la mujer fue en dirección opuesta. Levantando una gran nube de arena mientras montaba en su carruaje tirado por esqueléticos caballos la siguió allá dónde iba bajo el abrasador calor del desierto guiándolo hasta ahí donde ya no encontró más rastro de ella: la diosa Basth.
Primero Asaph, la diosa áspid, les revela la existencia de alguien marcado por ella para luchar contra los poderes oscuros que invadieron su tierra natal antes de que se volviera el imperio que alguna vez fue y ahora la diosa Basth hacia acto de presencia de forma tan directa e impropia de la deidad que usaba a los felinos como guardianes y espías.
— Venganza y bondad —. dice por lo bajo sin dejar de ver el pálido monolito. Venganza era lo que representa Asaph y Bestha, la bondad, cualidad que muy poco inusual en el olvidado desierto de Nehekhara. — ¿Qué futuro tan contradictorio e incierto nos espera en este desierto?
— ¡Padre! — el grito de Tung Lashor hace que todos en el lugar haciéndolos voltear y lo ven con Oroshk Fuegonegro a su lado, un guardia de rasgos caninos se le acerca.
— ¡No puedes entrar esa cosa aquí! — señala el arma que llevaba en la mano.
Como si no pesara nada, Tung hace un movimiento y atraviesa el abdomen del bandido, la carne hace un sonido desagradable cuando la hoja afilada hace su camino fuera de las entrañas del incauto. La figura abotargada de la Víbora Roja se pone pie como puede para encontrarse un charco de sangre a los pies de su hijo y su mano derecha mientras todos a su alrededor se habían hecho ya con sus armas.
— ¡¿Qué significa esto?! — exige Throsh a los dos reptiles. — ¿Qué crees que haces, Oroshk?
— Lo que mejor sé hacer. Tu tiempo se acabó, viejo amigo. — responde Oroshk con un fuego avivado que Throsh conocía muy bien.
— ¡Traición! — sentencia con voz gruesa. — ¡Acábenlos! Y dejen sus cuerpos en lanzas bajo el sol.
— ¡Hablas como un verdadero servidor del Dios de la Sangre! — clama Tung Lashor. — ¡Pero he de ofrecerte como ofrenda!
— La locura finalmente te ha consumido, muchacho. — reprende Throsh. — Y has arrastrado al mejor de mis servidores contigo.
— A partir de ahora solo le serviré a uno —. responde Oroshk.
— Es lo único que has sabido hacer durante toda tu vida. — dice despectivamente Throsh.
(Suena Warrior's Truth - God of War: Ascension OST)
El rugido de Oroshk resuena y avanza mientras uno de los bandidos intenta atacarlo con su cuchillo, Oroshk lo toma del brazo y lo hace soltar el arma para tomarla y cortarle el cuello de lado a lado para luego arrojarlo al ojo de un otro reptil con rasgos reptiles. Una bandida gatuna desenfunda una simitarra y hace un arco sobre la cabeza de Tung Lashor quien en un rápido movimiento le cercena el brazo, la felina no tiene tiempo de gritar de horror pues Tung la toma del cuello para lanzarla contra otros dos bandidos quienes caen de lleno contra el suelo.
Oroshk había enroscado su cola alrededor de un malviviente emplumado que pretendía apuñalarlo por detrás mientras molía a golpes a otro bandido con cuernos toro. El cuello del emplumado cruje mientras sus piernas ceden y Oroshk lo deja tendido en el suelo mientras se ensaña más con su otro adversario. Tal es su fuerza y brutalidad que uno de los cuernos se rompe y lo usa para apuñalarlo.
El sonido de la madera astillándose llama su atención, se gira para ver como un inepto tritón intenta defenderse con una lanza partida por la mitad, el arma de Tung lo atraviesa por un costado y la punta sale por el otro y al sacarla dibuja un arco sobre la cabeza de Tung y la deja caer sobre otro canino quien intenta parar el golpe con una espada que se parte ante el choque de metal contra metal y corta a su portador desde el hombre hasta el estómago.
La sangre salpicó manchando a las consortes y concubinas de los bandidos quienes se horrorizan ante tales vistas
Oroshk corre y sube hasta donde está su otrora líder y compañero quien intenta dispararle con dardos envenenados desde una cerbatana. Este los esquiva y con un golpe certero de su puño le hace cerrar la mandíbula haciendo que se pinche con la punta del dardo. A pesar de su desmejorado aspecto, la fuerza de la Víbora Roja no menguó ni siquiera un poco, pues lo tomó con sus regordetas por el cuello y empezó a estrangularlo y usa su mórbido peso para inmobilizarlo.
Oroshk clave una y otra vez sus garras en la lánguida piel del reptil quien hace su agarre sobre su garganta más férreo. Ve como un par de manos enrollan una soga sobre el cuello de Throsh y jalan de él hacia atrás, soltando a Fuegonegro, Throsh ataca con su cola a Tung Lashor quien recibe el golpe de lleno tirándola contra la cama donde le gustaba yacer a Throsh. Oroshk se recompone y continúa con la labor de Tung y tira con fuerza de la soga con tal fiereza que empezaba a lastimar la piel de su víctima.
Forcejean y Throsh intenta deshacerse de Oroshk estámpandolo contra la pared, pero este no cedía, Oroshk ve como Tung se apresura a tomar su arma y con rapidez y precisión da un tajo y como si de un corcho de una botella se tratase, la cabeza del padre de Tung es arrancada de sus hombros y rueda hasta los pies del reptil de escamas rojas quien, en un despliegue de fuerza pasmosa y antinatural, toma los resto de su padre y los arroja hacia la hoguera que tienen en el centro del lugar.
La madera cruje, las llamas crepitan y chisporrotean mientras un fuego sobrenatural empieza a consumir el obeso cuerpo de su Throsh.
— ¡¿Es así como planean seguir con el resto de sus vidas?! — acusa Tung Lashor. — ¡¿Entregados a placeres banales?! Hubo un tiempo en el que el nombre de las Cuchillas Carmesís inspiraba respeto y temor. Ahora somos considerados unos conformistas lujuriosos mientras otros se apropian de nuestros triunfos. Devolvamos al Desierto Carmesí a sus viejos días y seremos bendecidos, ¡Pues él nos estará observando! — vocifera con vigor y furia Tung Lashor mientras alza la cabeza de su odiado padre.
Oroshk lo secunda elevando un grito al cielo, seguido de dos, cuatro, seis; docenas de bandidos que pronto se aseguraría de volverlos guerreros dignos. Hasta las consortes se alzan en desenfrenado júbilo.
Sabía que debía retomar el desierto pero su premio no estaba allí, pues según le había dicho Lilith, las forasteras que lo humillaron se encontraban al este en un lugar conocido como: La Zona del Terror.
Ríe internamente ante tal nombre, pues sería él, y solo él, quien los haría conocer el verdadero terror.
This is War:
A warning to the people
The good and the evil
This is war
To the soldier, the civilian
The martyr, the victim
This is war
It's the moment of truth and the moment to lie
The moment to live and the moment to die
The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the Earth
It's a brave new world from the last to the first
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the Earth
It's a brave new world, it's a brave new world, it's a brave new world
A brave new world
The war is won
The war is won
A brave new world
