Los personajes de She-ra and the Princesses of Power son propiedad de Noelle Stevenson y Dreamworks Animation y las razas y ubicaciones son propiedad de Games WorkShop.


(En colaboración con davidomega59)

— ¿Lo escuchas? —. Pregunta Ithrant a Midna quien yace a su lado en el lecho.

— ¿Qué cosa? —. Pregunta pícara Midna.

— Hay algo en el viento. Una sensación que me llama, que me atrae. La hora de que nos den lo que nos prometieron se acerca. Lo sé, ¿no puedes sentirlo? —. Dice la espadachina hipnotizada.

— No, ahora solo siento otra cosa —. Dice mientras le dedica una mirada lasciva.

— Que insaciable te has vuelto.

— Siempre fui así, al parecer. Me sorprende que contengas tus deseos de lucha.

— Lo hago porque sé que la recompensa será grande.

— ¿Y quiénes serán los primeros? ¿Nuestra querida y amada reina o los despreciables hordeanos?

— Los hordeanos no me ataron las manos y me quitaron aquello para lo que sé que nací. Ellos vendrán después. El Príncipe Oscuro me habla, sé lo que debo hacer y cuándo… y tú estarás conmigo —. Toma la contorneada mano de Midna y la besa suavemente.

— Siempre —, Midna sonríe de lado, — Casi siento pena por la reina. Casi todo su reino está en su contra ahora y no se da cuenta —. Midna ríe con un deje de desprecio.

— Un mundo perfecto a nuestro alcance —, musita Ithrant con anhelo, — Ya casi es nuestro.


My War:

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la

Let's start a new life from the darkness

Until the light reveals the end

Sinister faces, growing curses

This is my last war

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (squeezing out their wisdom)

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (with devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling on to their)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (very last coins)

Destruction and regeneration

You are the real enemy (Rastis! Rastis! Rastis!)

War!

(My) War!

(My) War!

Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!


— ¡No podemos darnos abasto! ¡Son demasiadas personas! —, exclama Glimmer, — A este paso las provisiones no durarán dos meses.

— Estamos haciendo lo que podemos para traer las provisiones desde Plumeria, pero ¡con esas ratas corriendo por ahí hay que ser demasiado precavidos! —, replica una alterada Perfuma que tenía las manos temblorosas desde que regresaron de su primer encuentro con los hombres rata, — ¡También tengo que ver por mi pueblo, Glimmer!

Hace unas semanas que pueblos enteros desaparecieron y ahora de golpe llegaban refugiados por docenas a Luna Brillante, las villas aledañas al castillo y los valles cercanos estaban atiborrados de tiendas de campaña y fogatas mientras los refugiados se agolpaban buscando refugio; una salvación.

Todos contaban diferentes historias acerca de monstruos deformes que los atacaban a ellos y a los hordeanos por igual. Seres mutados que elevaban gritos de guerra y letanías al cielo, de las cuales lograban sacar solo una cosa en limpio Dioses Oscuros.

— ¡¿Crees que no lo sé?! —, la reina alza la voz, — ¡Aún tenemos que planear una forma de rescatar a los que podamos de Las Salinas!

— Si es que aún queda alguien a quien salvar.

— ¡Mermista! —. Reprocha Glimmer con desesperación a la abatida princesa del mar.

— Tu viste esas cosas. Si pudieron aniquilar a los hordeanos ¿qué nos espera a nosotros? —. La actitud de Mermista en los últimos días solo empeoraba el ya irritable humor de Glimmer.

— ¿Dónde está Adora? ¿Por qué desaparece en un momento así? —. Pregunta Perfuma.

— Dijo que averiguaría lo que pudiera de un arma de la que hablaba Mara. Un arma de Los Primeros —. Explica Glimmer.

— Ah, sí. Vayamos a visitar ruinas mientras el mundo arde, que gran plan —, Escupe Mermista, — ¿Por qué no le pides ayuda a tu tía y acabamos con esto?

— ¡Ya lo hice! No he recibido ninguna respuesta y no puedo ir a verla, no con todo lo que hay que hacer aquí —. Responde Glimmer.

— ¿Entonces solo nos quedaremos aquí a esperar que las cosas empeoren? UUUUUUUGH —. La princesa se levanta y se marcha con pesado caminar.

— ¡Mermista! ¡No me ignores! —. Los gritos de Glimmer caen en oídos sordos y se voltea a ver a Sea Hawk quien se mantenía en silencio.

— Iré a ver que puedo hacer —. Sale siguiendo los pasos de Mermista.

— Enviaré a alguien contigo para que apoyen a los que vengan de Plumeria, buscaremos una forma de que todos estén aquí. Sanos y salvos —. Le ordena a Perfuma que se retira cabizbaja.

Glimmer se deja caer sobre la silla soltando un suspiro, sintiendo pesadez sobre sus hombros. La falta de sueño le estaba haciendo mella haciéndole creer que en cualquier momento se quedaría dormida, pero no descansaría hasta que toda esa crisis se solventara.

— Glimmer —, había olvidado por completo que Frosta también estaba ahí, — Si me lo permites, yo podría escoltar a las personas hacia mi reino, — Glimmer se queda sorprendida por la petición, — El camino es sinuoso y estrecho, podemos defenderlo bien. Las fronteras naturales serían nuestro mejor escudo y en unas semanas llegará el invierno. Podremos darles refugio, la comida podría ser un problema pero… estarían a salvo.

— Frosta, yo…

— Por favor, — súplica la menor de las princesas, — Déjame ayudar.

Es solo una niña, piensa Glimmer, pero ella también era una niña cuando se involucró en la guerra. A diferencia de ella, Frosta no tuvo unos padres que la mantuviera alejada de todo aquello, tuvo que madurar y hacerse cargo de todo un reino, manejándolo con estoicismo, justicia y seriedad, siendo valiente cuando tenía que serlo, y aún así, seguía siendo una niña.

No lo será para siempre. Este mundo ya no es lo que era.

— ¿Cuántos miembros de la Guardia necesitas? —. Pregunta Glimmer.

— Ninguno. Enviaré un mensaje para que mi guardia personal venga y nos proporcione escolta.

— ¿Cuánto tardará?

— Si lo mando ahora para el anochecer estarán aquí —. Glimmer siente un pequeño alivio y como sus ojos se humedecen un poco.

— Muy bien, adelante —, Frosta sonríe y se levanta de un salto de su asiento y se dirige hacia la salida, — Y Frosta —, la mencionada se gira, — Ten cuidado, y… gracias.

Frosta solo le dedica una sonrisa confiada y sale, dejando sola a Glimmer deseando que Adora regrese con buenas noticias.


— ¡Tengan cuidado con eso! —, ordena Lila, — Si arruinan esto los mataré yo misma.

— Las amenazas vacías no valen nada, Lila —. Dice Adrey.

— No son amenazas vacías. Estoy alcanzando el sueño de mi vida y no voy a permitir que lo arruinen —. Lila aprieta los dientes mientras ve como colocan los Espejos Lunares en una columna que formaba parte de unas viejas ruinas de Los Primeros.

— Olvídate ya de ella, Lila —. Aconseja Adrey con voz neutra.

— Ya lo hice. Se irá junto con la vieja Etheria y yo me quedaré para ver la nueva.

— Que ferrea ambición tan admirable —. Una voz metálica asusta a Lila quien se voltea, topándose de frente con aquel ser que Adrey ya le había mencionado. Era mucho más aterrador de lo que pensó.

— ¿Cómo van con los preparativos? —. Le pregunta a Adrey.

— Todo va según los planes de Lila. Estará todo listo a tiempo —. Responde Adrey sin inmutarse.

— Traigo algo que les va a beneficiar —. Con un movimiento de sus manos, Lilith hace parecer restos de rocas con tallados encima.

— ¿Cómo la basura va a ayudarnos? —. Pregunta Lila con un deje de altanería.

— Son restos de la Puerta del Mar de Las Salinas. Aún les queda magia que pueden usar para traer a sus mejores armas —. Explica Liltih.

— ¿Sus mejores armas? Oye, yo no…

— ¡Lila! —, alerta Adrey, — Deja que yo me encargue de esto.

— ¿Quieres un nuevo mundo con magia rebosante, verdad? Cumple con la parte que el Gran Arquitecto te ha encargado. Harías bien en escucharme, pues yo soy sus ojos, su voz, su lanza y su armadura —. Lilith se acerca a Lila, que baja la mirada, asiente con la cabeza y se retira.

— He cumplido con mi parte, ¿está complacido? —. Pregunta Adrey.

— No te debo respuestas —. Responde Lilith con severidad.

— ¿Y qué hay de los otros? ¿Cuándo será? —. Lilith pone la punta de su lanza en el cuello.

— ¿Acaso debo repetir lo que le dije a tu protegida? —, Adrey contra los dedos de sus manos mientras ve con desprecio a aquel ser alado, — Yo no lo haría si fuera tú. No tendrías tiempo de terminar el hechizo —, baja su lanza, — Usa lo que queda la Puerta del Mar y hagan lo que tenga que hacer. Tú instruye a tus hechiceros, yo me encargaré de que La Horda y La Rebelión caigan.

— ¿Ya encendimos el fuego?

— Las llamas se elevan —. Lilith extiende sus alas y monta en vuelo.


(Suena Morr's Garden - Total War: Warhammer Soundtrack)

Una pequeña capa de niebla se arremolinaba a los pies de Catra al caminar por aquel páramo lúgubre cubierto por nubes grises en el que parece que el sol nunca se ha asomado pero brillaba con aura espectral. Un espacio que se extendía allá hasta donde alcanzaba la vista y que de vez en cuando soplaba una ligera y gélida brisa que no la hacia estremecerse por algunas razón, tal vez la misma por la que a pesar de tal vista se sintiera un ambiente de calma y paz.

Ya había pasado por eso y estaba lista para enfrentar aquello que saliera de entre la niebla o debajo del suelo árido y negro, deambuló por lo que pudieron haber sido horas o bien solo unos minutos; el tiempo se estiraba o encogía y podía sentirlo en su cuerpo.

No muy lejos de ella ve una figura alta y pálida. Un hombre de porte aristocrático y con expresión estoica y pensativa viendo hacia al oriente… o el occidente, no sabría decirlo.

El hombre se percató de su presencia y, lento pero seguro, se acercó a Catra quien no sintió miedo, enojo u otro sentimiento, solo aquella calma que rodeaba el lugar.

— He pasado por esto muchas veces —, dice Catra con voz clara pero algo quebrada, — Creía que solo pasaba en mi mente pero… es real, todo ¿cierto?

— Puede que solo esté pasando en tu mente y eso no significa que no es real —. Afirma el hombre con voz serena.

— ¿Quién eres? —. Pregunta Catra con más firmeza.

— Soy el guardián de los muertos y los soñadores. Algunos me llaman… Morr.

— ¿Y cómo debería llamarte?

— Eso depende en lo que creas.

— ¿Estoy muerta?

— No… pero estás en un estado que se le asemeja.

— ¿Cómo pasó? No tengo recuerdos de nada, estaba en la sala de vigilancia y solo…

— No es lo que piensas.

— Solo estoy durmiendo, ¿verdad?

— Debe ser grato poder hacerlo sin ver aquellos horrores que desfilan frente a ti.

— ¿Cómo lo…?

— Mi deber es proteger a los muertos y a los soñadores. Los sueños muchas veces traen augurios ocultos ¿sabes?

— ¿Todo eso… fueron solo visiones? —. El hombre hace una expresión que Catra no pudo identificar como buena o mala.

— Realmente eres un caso particular.

— ¿Fue mi culpa, verdad? —, es lo único que atina a decir Catra, — Cuando abrí el portal los dejé entrar y ahora están por toda Etheria.

— El pasado es lo que es, no tiene sentido darle vueltas y ya has dado el primer paso admitiendo lo que hiciste.

— ¿Qué son?

— Seres poderosos que no ambicionan más que corromper todo aquello en su alcance, con vastos ejércitos capaces de cubrir kilómetros de tierra y sus vástagos son inacabables así como su poder. Entidades caóticas. Dioses. Algo que la mente de ningún mortal podrá entender jamás —. Explica el hombre con sombría seguridad en su voz.

— ¿Eres uno de ellos?

— No, no como ellos. Yo le tiendo la mano a aquellos que me necesitan.

— ¡Yo te necesito! ¡Ayúdame, por favor!

Mientras Catra le suplicaba la figura de una dama de piel pálida con cabello castaño aparece desde atrás, su expresión era de pena y temor mientras su mirada estaba perdida, cuando aquel hombre la toma de la mano la atrae hacia sí y la toma de los hombros y juntos empiezan a alejarse

— Lo lamento, aquellos que me necesitan son aquellos que ya no pueden defenderse.

— ¿Y qué debo hacer ahora?

— Lo mismo.

La dureza del suelo hizo que sus huesos se sintieran rígidos, las articulaciones y vértebras de su cuello crepitaron cuando empezó a levantarse, estaba dolorida y sus ojos le ardían. Cuando se puso de pie se acercó a la ventana de la sala de comunicaciones y ve a un par de soldados arrastrando a un compañero mientras los sostenían de los hombros.

Había perdido comunicación con Hordak y ya no recibía ninguna señal de las tropas de tierra. Entre ellos y Luna Brillante hay varios kilómetros de bosque que deben de estar atestados de esos monstruos que ella dejó entrar, y aunque no podría sacarlos, los frenaría y no podría hacerlo sola.

Necesitaba a todos los que pudiera.


Cuando refugiados de todos lados empezaron a llegar Ithrant supo que debía sacar ventaja de aquello, envió a Midna a esparcir un pequeño rumor entre la gente para que se vieran en un pequeño punto fuera del castillo para después guiarlos hacia la villa en la parte posterior de la montaña donde se encontraba el castillo de Luna Brillante.

Hasta que no estuviera todo listo, debían mantener la discreción.

Obviamente hubo quienes rechazaron la oferta y para evitar que se les descubriera tuvieron que hacer lo que debían, y aquellos que en su temor creyeron no tener más salida ahora se entregaban en cuerpo y alma a las bajezas artísticas o hedonistas que Slaanesh ofrecía.

Ya no había miedo de pronunciar su nombre pero todavía no llegaba la hora de proclamarlo a los cuatro vientos. Los dulces aromas y suaves telas se complementaban con una música hipnótica mientras los recatados etherianos se desdibujan entre las sedas y tacto de sus congéneres. Todo bajo la mirada de la regia Ithrant que su nueva apariencia ya no le satisfacía.

Quería infligir dolor sobre sus enemigos, hacerlos sufrir, solo eso la haría sentir plena y que alcanzaría su cénit. Toda su vida se tuvo que conformar y aunque disfrutara cada rincón del cuerpo de Midna y cada uno de sus roces, no era la razón por la que renegó de sus votos. Sus ojos estaban puestos en otro premio.

— Estás distraída —. Dice Midna.

— No, solo estoy regocijándome con la vista —. Responde con tono neutro.

— Al Maestro no le complacería verte así.

— Pues obtendrá todo lo que quiere una vez que yo obtenga lo que quiero.

— Saben dar lo que ellos quieren —, el eco metálico de una voz interrumpe en seco aquella infame faena, — Pero respeto es algo que les falta a todos ustedes, mortales.

— Eres tú ¿verdad? —, pregunta Ithrant con extasiada sorpresa, — Muchas veces imaginé como serías pero ahora que te tengo delante…

— Guarda tus palabras carentes de significado para mí —, le arroja un pedazo de la Puerta del Mar a los pies, — Tenla a mano, cuando comience les será necesaria.

— ¿Por qué no vas y derribas sus puertas por tu cuenta? —, exclama Midna, — Si tanto es el poder que te han concedido.

— Al igual que ustedes, yo solo sigo su voluntad con la diferencia de que yo sé lo que viene y sé esperar —, se da la vuelta para marcharse, — La recompensa será grande, y todos tendrán una parte.

Cuando Lilith se marchó Ithrant se gira en seco y toma una botella de bebida especial y sirve dos copas, de las cuales una se la entrega a Midna para después derramar el resto sobre guardias reales y ciudadanos por igual.

— Entonces hagamos esta espera más agradable —. Un grito aprobatorio se elevó mientras Ithrant volvía a ocupar su lugar como si fuera una reina y empezó a afilar su espada.

Sería un problema que no tuviera filo llegado el momento.


El Valle de los Perdidos cayó en menos de un día, para el medio día ya estaba por completo bajo el control de Tung Lashor, Las Dagas Carmesí y miembros de bandas menores que Tung creyó que eran dignos.

Cuando los gritos de guerra cesaron, la sangre se hubo derramado y los fuegos de los incendios se hubieron apagado Tung les ofreció un ultimátum a los sobrevivientes y aquellos que se negaron fueron pasados por la espada. Mientras más sangre derramada, mejor.

Observaba con orgullo su gran logro desde las alturas, desde el mismo punto donde su sola presencia fue reto suficiente para que Huntara le diera cacería. Finalmente recuperó lo que le fue arrebatado, tal y como Lilith había prometido, todo a través de la fuerza y la paciencia necesaria. Volvió a escalar y estaba incluso más arriba de lo que alguna vez creyó estar.

Y aun así, se le hacía poco.

El gran desierto que se extendía por millas y millas se le hacía pequeño después de haber visto lo que Khorne, el Dios de la Sangre, podría llegar a darle. Anhelaba lo que había más allá e iba a tomarlo por la fuerza, como siempre hacía.

— ¡Oroshk! —. Brama Tung.

— ¿A dónde iremos ahora? —. Pregunta con oscura ansiedad el reptil.

— Te has vuelto insaciable.

— No, muchacho, siempre he sido así —. Tung tenía fresco como las armas de Oroshk cortaban y mutilaban a aquellos inútiles que intentaron oponerse y cuando estás se le hacían poco, mordían y arrancaban piel y músculo y dejaba la sangre correr tanto por dentro como por fuera de su garganta.

— Un agujero en el suelo lleno de sabandijas sin valor ni coraje es muy poco para seres como nosotros —, una sonrisa roja y torcida se forma en el rostro de Oroshk, — Se nos han prometido cosas y las tomaremos. ¡Acabaremos con todo aquel indigno frente a sus ojos!

(Suena Paris Burning - Alan Menken)

— ¡Añadiremos más cráneos a su trono y nos recompensará con su fuerza, con su inmisericordia! —. empieza a decir Oroshk mientras se enardecía como si fuese a entrar en un nuevo frenesí de sangre.

— ¡Escúchenme! —, exclama Tung, su voz hace eco por todo el valle, — ¡Tomen sus armas y levántense! ¡Vengan conmigo y haremos que este mundo se doblegue bajo nuestros pies! —, alza su mandoble al aire, — ¡La sangre cubrirá los valles, correrá por las laderas de las montañas y teñirá los ríos! ¡Y solo aquellos que prueben su fuerza prevalecerán! —, alaridos desaforados impulsados por la furia que las palabras de Tung despertaban en ellos, — ¡Sangre para el Dios de la Sangre!

¡Cráneos para el trono de cráneos!

Fue el aullido multitudinario que se levantó desde todo los rincones del valle.

— ¡A la guerra! —, el aullido se alzó a una sola voz —, Aun tengo que zanjar un asunto —. Le dice a Oroshk.

Un par de ojos de diferente color y una risa burlona viene a su mente.


(Suena Lapis Philosophorum piano solo - Akira Senju)

La mirada de Catra se encontraba perdida, pensando en todo y en nada, mientras el tiempo se movía a su alrededor y el planeta seguía su curso natural mientras se quemaba desde adentro.

Después de qué despertó fue inmediatamente a la habitación de Scorpia y tomó la chaqueta que le entregó en el Desierto Carmesí, tenía una aroma tan característico que la única forma en la que podía describirlo era que olía a Scorpia y ya eso tenía una serie de implicaciones que la hacían sentirse culpable.

Recordaba las palabras que le dijo el último día que la vio a la cara, recordaba la mirada que tenía y las palabras que le dijo. Si algo le hubiera pasado, ese sería uno de sus mayores pesares que arrastraría por lo que le quedara de vida. Si Morr se encargaba de darles cobijo, esperaba verla en aquel sombrío pero tranquilo paraje donde no habría más aflicción.

Pero hasta que ese día llegara tenía que hacer algo.

Todo sus conspiraciones, todos sus planes y ambiciones giraron entorno a hacer que Adora regresara, y cuando eso no funcionó intentó destruirla, todo con la esperanza de que sus emociones y recuerdos se fueran con ella. Imposible. Pero es ahora, en el peor momento que pudiera imaginar, que se dio cuenta de que ya no tenía sentido seguir con eso.

Todos en la Zona del Terror estaban solo de un modo u otro, pero a partir de ahora tocaba hacer un esfuerzo.

— Habla la Capitana de la Fuerza Catra —, su voz resonó por todos los altavoces dispersos por todos lados, — No voy a mentirles ni a negarles aquello que ustedes ya saben, pero tampoco voy a explicarlo porque siendo completamente sincera ni siquiera yo lo entiendo, — se toma un momento para pensar sus palabras. Toda su vida las había usado para lastimar o manipular, así que esto era nuevo para ella, — Lo que sí, y lo que puedo decirles es que probablemente seamos todo lo que queda de La Horda.

Perdimos todo contacto con las tropas de tierra y no sabemos del paradero de Lord Hordak o los demás capitanes de la fuerza. Estamos rodeados. Así que la única opción que nos queda es reforzar todas las defensas en las fronteras de todos los frentes… Y si alguien logra regresar, déjenlos entrar.

Tengan listas sus armas, que no haya un solo guardia por turno y… Cuídense entre ustedes, nada malo pasará si permanecen juntos.

A lo largo y ancho de la Zona del Terror los soldados se vieron entre sí con gestos de preocupación, a algunos les temblaron las manos y a otros sus piernas les fallaron. Otros tuvieron que aguantar el nudo que se les formó en la garganta y asentir con resentimiento.

En los últimos días todos habían perdido a un buen amigo, colega o pareja en Las Salinas o los Bosques Susurrantes, si era de verdad que lo único que quedaba de su causa eran todos aquellos que se quedaron en la Zona del Terror ¿realmente la unión podría hacer la fuerza? Si realmente podrían resistir ahí, en medio del humo negro y el cielo rojo que así fuera.

¿Realmente estaban dispuestos a hacerlo por voluntad o porque no tenían otro lugar a donde ir? ¿Sería esa su tumba?


This is War:

A warning to the people

The good and the evil

This is war

To the soldier, the civilian

The martyr, the victim

This is war

It's the moment of truth and the moment to lie

The moment to live and the moment to die

The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world from the last to the first

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the Earth

It's a brave new world, it's a brave new world, it's a brave new world

A brave new world

The war is won

The war is won

A brave new world