Los personajes de She-ra and the Princesses of Power son propiedad de Noelle Stevenson y Dreamworks Animation y las razas y ubicaciones son propiedad de Games WorkShop.
(En colaboración con davidomega59)
— Deberías dormir —. Aconseja Castaspella a Izmali.
— No hasta que estemos en un lugar seguro —. Reniega la hechicera.
— Hice un hechizo de ocultamiento, no podrán encontrarnos.
— Esas cosas no, ¿pero qué hay de los seguidores de Adrey? —. Casta entendía las preocupaciones de la joven pero habían pasado ya tiempo desde que dejaron Mystacor, sin los materiales apropiados no podrían solo aparecer en Luna Brillante.
El viaje había sido turbulento, se había topado con gentes de miradas crueles y armas afiladas junto con seres con horribles deformidades que alguna vez fueron personas también. Pinzas, tentáculos, cuernos, extremidades de más. No entendía de dónde habían salido ni siquiera que seres así tuvieran lugar en Etheria. A lo mejor Adrey tenía razón.
— Estaremos en Luna Brillante antes de medio día, trata de dormir un poco —. Insiste Casta, Izmali ve una pequeña sonrisa en el rostro de la hechicera tenuemente alumbrado por un pequeño orbe de luz. No podían arriesgarse a encender una fogata.
— ¿Cree que es cierto? ¿Lo que decía Adrey? —. Pregunta Izmali.
— Yo… no lo sé. Ya no estoy segura de muchas cosas después de lo que hemos visto —. Casta se frota el puente entre sus ojos con cansancio.
— ¿De verdad cree que los dioses existen? —. Hay una clara preocupación en la voz de Izmali.
— Se restringía cierto conocimiento por una razón. No sé si los poderes que usa Adrey ahora son obra de un dios o no y sinceramente no quiero saberlo. Hay cosas que es mejor no entender —. Responde Casta.
— Pero… eso es lo que inspira a buscarlo ¿o no?
— Prohibirlo, ocultarlo o solo advertirlo. Siempre habrá quien busque saber más de lo que debería. En Mystacor lo sabíamos, por eso siempre tratábamos de encaminar a quienes descubrían los caminos peligrosos de la magia sabiendo que podían elegir de todas formas ese camino peligroso —. Dice Casta con pesar en su voz.
— ¿Cree que hay forma de ayudarlos aún?
— No lo sé. Habrá quienes sigan adelante hasta las últimas consecuencias, como Light Spinner o la Princesa de Fuego.
— ¿La Princesa de Fuego? ¿Del Reino de Candia? —, pregunta Izmali confundida, — Creí que era un mito.
— Hasta hace no mucho yo también —. Las horas pasaron y con las primeras luces de la mañana ambas hechiceras retomaron su camino.
Llegando a donde los Bosques Susurrantes eran menos densos, Casta sabía que Luna Brillante estaba cerca. Un aura densa se sentía dentro del follaje del bosque, como si mil ojos estuvieran vigilando en todo momento, siguiéndoles los pasos. Saliendo de unos matorrales llegaron a una zona donde docenas de personas cargaban con sus posesiones, ancianos, heridos y enfermos yendo en dirección norte mientras guardias del Reino de las Nieves vigilaban y daban indicaciones.
Pudo ver como grandes raíces creaban un paso hacia el Reino de los Nieves y los refugiados lo seguían. Parecían haber llegado en medio de una evacuación masiva.
— Esto está mal —, dice Casta, — Hay que encontrar a Glimmer. — Abriéndose paso entre la muchedumbre logran llegar hasta al pueblo que yace a los pies del castillo donde encuentran a la General Juliet —, General, ¿qué está pasando?
— Estamos evacuando a los refugiados hacia el Reino de las Nieves donde estarán más seguros —. Explica con sequedad.
— ¿Refugiados? ¿Seguros? —, Casta está claramente confundida, estar tan aislados del resto de Etheria ya no le parecía lo mejor, — Debo hablar con la reina, ¿dónde está?
— No la he visto desde la mañana, lo último que supe es que iba hablar con la Princesa Scorpia.
— ¿Princesa Scorpia? No importa, tengo que hablar con ella, algo terrible ha pasado en Mystacor, necesitamos apoyo de Luna Brillante.
— Con todo respeto, ya tenemos suficientes problemas —. Dice la general.
— ¡No lo entiende! —, interviene Izmali, — Todos se han vuelto seguidores de un hechicero renegado que dice seguir los designios de un dios transformador o algo así. — La expresión seria de la general cambia a una de preocupación.
— ¿Todos en Mystacor?
— Por favor, tienen que ayudarnos.
— Vayan a los jardínes, tal vez la reina esté allí yo iré a la sala del trono —. Casta e Izmali asienten y van a hacia los jardínes mientras la general corre presurosa hasta la sala del trono.
— ¡Majestad! ¿Majestad? —, la sala del trono se halla en penumbras, logra distinguir la figura de alguien sentado en el trono. Las puertas se azotan detrás de la general.
— General Juliet —, habla quien está sentado en el trono, — Siempre he admirado su tenacidad y valor, además de su lealtad aun cuando la causa está más que perdida —, la general se acerca lentamente poniendo la mano en el pomo de la espada, — Por eso me pareció adecuado ofrecerle pedirle yo misma en persona que se nos una. Sería una pena que tal gracia marcial y belleza se pierda en la Renovación de Etheria.
— ¿Quién eres? —. Encara la general sin un atisbo de miedo en su voz.
— Me ofende que no puede ni siquiera reconocer mi voz —, la alta y contorneada figura se pone de pie, — Mi nombre es Ithrant, anteriormente serví a la Guardia Real de Luna Brillante, ahora soy la Espada Juramentada del Príncipe Oscuro del Caos —, a pesar de que el pánico la llenó no se inmutó ante la traidora, — Sinceramente no la esperaba, creí que la reina entraría para que lo viera ella con sus ojos pero tampoco hay que desaprovechar las oportunidades.
— Es una suerte entonces. Así yo misma puedo entregarte ante la reina para que se decida tu destino —. Declara desafiante la general.
— Nuestro destino, general, nuestro destino —, el lugar se ilumina con una luz púrpura y rosada revelando a varias guardias rodeando a la general, todas despojadas de sus armaduras, cubiertas solo con petos lilas y sedas de la cintura para abajo. Fuertes y bellas con armas desenfundadas listas para atacar. La general desenfunda la espada y la apunta hacia Ithrant, — No tiene porqué ser así, general, siempre hay lugar para una más. Slaanesh recibe a quién sea con los brazos abiertos.
— Esta traición no quedará impune, aun si tengo que enfrentarlas a todas una por una —. El coraje y rabia resonaban en su voz.
— Oh, mi querida general, aún no ha sentido el verdadero peso de su fracaso —. Ithrant desenfunda su espada también y se abalanza sobre la general.
"Cuando las estrellas empezaron a caer, cuando los mares hirvieron, la tierra ardió y mis ojos perdieron la vista, fue entonces cuando comencé a creer. Dios existe. Y nos odia". - Cyrene Valantion
— No te preocupes, soy experta en andar sin ser vista por… —. Scorpia no puede terminar su frase al ver las columnas de humo y escuchar los sonidos de lucha por toda la Zona del Terror.
Glimmer las había transportado a unos callejones cerca por donde se iba a la zona de ensamblaje, al no recibir una respuesta por parte de Double Trouble decidió que no podía esperar más. Los cañonazos de plasma y los gritos de júbilo como si se estuviera celebrando algo se elevan al ennegrecido cielo del otrora reino de sus ancestros.
— Scorpia, rápido, hay que ir a la cámara de la Black Garnet —. Apresura Glimmer.
— ¿Q-qué pasó aquí? —. Pregunta Scorpia al viento sin saber como reaccionar.
— Lo averiguaremos luego. Recuerda a lo que vinimos. Con el Corazón de Etheria activado, podremos salvar a todos, y cuando digo a todos es a todos —. Glimmer la jala de su pinza para que retomen el camino.
— T-tienes razón. ¡Hay que moverse! —. Scorpia abre una puerta y se adentran en un pasillo.
Solo espero que esté bien.
Tung arrastraba su arma por el suelo mientras apretaba los dientes y arrastraba su mirada de aquí a allá buscando a su presa. Sabía que sangraba, podía oler su sangre, escuchar sus latidos acelerados y sentir el miedo que le infundía. Sus garras eran largas y afiladas, en otro momento le habrían hecho sentir gran dolor pero ahora solo son molestias menores.
— ¡Me estoy empezando a cansar de tus juegos, gatita! —, exclama impaciente Tung, — ¡¿Dónde está esa gran bocota que tenías hace unos meses?! —. Un brillo verde lo golpea con fuerza por la espalda derribándolo mientras el sonido de un motor acelera.
Tung logra tomar su espada y salta sobre el tanque que se disponía a arrollarlo, corta el cañón de un tajo y de la cabina se asoma Catra con un arma eléctrica y la inserta en el panel de mando. Los sistemas del tanque se empiezan a sobrecargar, ella salta del vehículo justo antes de explote.
Catra cae de cuclillas esperando haber terminado con aquello pero de entre el humo sale Tung Lashor más enojado que antes solo que ahora sin su arma.
Ahora o nunca.
Catra corre a cuatro patas esquivando el puño del reptil y se trepa a su espalda donde se aferra a sus músculos con sus garras y empieza a golpear la parte posterior de la cabeza de Tung con su puño y su codo esperando que en algún momento tuviera suficiente y cayera noqueado. Tung salta y cae de espaldas aplastando a Catra.
En el suelo le propina dos puñetazos para después tomarla del cuello y hacer que se ponga de pie.
— ¡Vamos! Tenerte contra el suelo no es como quiero derrotarte —, Catra intenta correr pero él la detiene, — Y no vas a correr más. Quiero ver como tu cuerpo se estrella contra el suelo cuando mueras.
Catra se limpia la sangre que brota de su nariz y vuelve a correr hacia Tung, este lanza un golpe que esquiva, usando el brazo de Tung se impulsa dando un salto y le da una patada en la cara. Catra lo golpea en el abdomen y el pecho pero solo se hace daño a sí misma por lo fuerte que se había vuelto.
Tung hace un barrido con su pierna, Catra logra poner las manos antes de caer e impulsarse. El reptil lanza un golpe tras otro que Catra logra evitar por mera suerte. El sudor se mezcla con la sangre de sus heridas y siente como el corazón se le sale del pecho del agotamiento.
En un momento, Catra da un giro entre las piernas de Tung y vuelve a emprender la huída, saltando por una ventana y agarrándose de una tubería que pasaba por el exterior para impulsarse con las piernas y dar un giro en el aire y caer en la azotea de otro edificio y empezar a bajar por el mismo en el interior hasta llegar a la planta baja.
Ocultándose en una esquina sabe que la mejor opción es llegar hasta el centro de la Zona del Terror y esperar que no todos los vehículos hubieran salido ya o hubieran sido destruidos.
— No voy a morir aquí —. Se dice a sí misma para levantarse. Su vida empezó en la Zona del Terror y no iba a terminar ahí de ninguna manera.
— ¡Ahí está! —. Gritaron tres bandidos que seguían a Tung.
Con dagas ensangrentadas corrieron contra Catra y esta sacó también las garras hasta que uno por uno los bandidos cayeron inertes por los disparos de las armas eléctricas de la Horda.
— ¡Capitana! —. Soldados a los que desconocía por completo montados en un deslizador le hacen señas para que se suba.
— ¿Qué pasó con los demás? —. Pregunta Catra.
— Algunos vehículos fueron destruídos pero parece que la mayoría lograron escapar —. Informa uno de ellos.
— Nos dimos a la retirada muy pronto. Pero ese monstruo de escamas negras es… —, se detiene pues al parecer un escalofrío le recorre la espalda al segundo soldado, — Lo sentimos, capitana.
— Hicieron lo más sensato. ¡Vámonos! —, el motor echa a andar y avanzan por callejuelas cerradas con toda la velocidad que el espacio les permite, — ¿Todas las salidas están obstruidas?
— No, todos los invasores están por las áreas centrales de la Zona del Terror —. Dice el piloto.
— ¿Y qué estaban haciendo por ahí entonces?
— La estábamos buscando —. Catra siente una leve presión en el pecho al escuchar aquello.
— Salgamos de este maldito lugar —. Ordena Catra.
La luz del día no había llegado al Desierto Carmesí. Las secas arenas están cubiertas por extrañas nubes negras congregadas desde todos los puntos cardinales. Kafele ya había visto algo similar hace muchos siglos ya, cuando Nagash destruyó su tierra natal desde el Pico Tullido, pero aquí era algo más.
— Esta afluencia de magia es… densa y oscura. No es como ninguna que hayamos estudiado —. Comenta Akbhendred, el sacerdote funerario de su ciudad.
— Es magia en su estado más puro e incontrolable —. Aclara Kafele.
— Algo está por pasar.
— Si no es que está pasando ya —, los dioses les mostraron a los primeros de sus civilización la tierra para que la trabajaran, Ptra en persona hizo correr las aguas y los dioses los habían traído ahí por una razón desconocida y hasta no descubrirla asegurarían su supervivencia, — Lleva contigo a todos los sacerdotes que puedas y trae contigo a todos los que puedas.
— ¿Mi señor?
— Este desierto debe tener cientos de huesos bajo sus arenas. Estamos en desventaja numérica. Ha habido conflicto por todo el desierto en los últimos días, puedo sentirlo. Me atrevería a decir que les haríamos un favor, algunos se habrán llevado sus ansias de venganza al otro lado.
— Como ordene, mi señor —. Akbhendred hace una reverencia y se marcha.
Por su parte Kafele sale de la pirámide y, en contra de cualquier edicto, se deja imbuir por la magia de que siente en el aire. Tan descontrolado está el flujo que incluso alguien con conocimientos tan básicos como él puede manejarla. Juntando sus manos se agacha hasta tocar la arena y un poderoso viento empieza a soplar levantando arena por montones.
Obeliscos y estructuras cuadradas erosionadas por el tiempo con estatuas con caras de chacales y cocodrilos son desenterrados. De las entradas con forma de arco legiones de esqueletos empiezan a marchar dispuestos a seguir las órdenes de su regente. Las dunas son dispersadas dejando al descubierto grandes arcos tallados en roca que rodean la pequeña.
Makeph, fiel aliado de Lybaras, se erguía de entre el desierto y sus legiones enfrentarían a aquello que les supusiera una amenaza. No tanto por los ideales que compartían con la reina Khalida y no tanto por los dioses, sino más por un deseo extraño que crecía en el cuerpo momificado de Khafele.
El deseo de prevalecer, pues dudaba seriamente que Usirian pudieran reclamar el alma de alguno de ellos aquel desierto extraño y llevarlas al inframundo. Era casi como si estuviera vivo de nuevo.
Cuando dejaron la nave de Mara en tierra montaron en Swfit Wind para llegar rápido al castillo de Luna Brillante. Los refugiados casi habían sido evacuados por completo.
— Llamaremos a los hechiceros de Mystacor para ayudar a defender el castillo, su majestad —. Le dice Adora a Micah quién fue herido por un Pucca durante la huída de Isla Bestia.
— Eso no sucederá —, dice Shadow Weaver, — ¿Micah, en verdad eres tú? —. Micah responde lanzándole un ataque mágico que la hechicera rechaza con facilidad.
— ¡¿Micah?! —, Castaspella aparece detrás de Shadow Weaver y corre a abrazar a su hermano, — Creí que habías muerto, creí —. Casta se limita a recibir el abrazo de su hermano quien tampoco tiene palabras que decir en ese momento.
— ¿A qué te refieres con que no sucederá? —. Adora encara a Shadow Weaver.
— Los hechiceros de Mystacor se han sublevado. Ahora siguen a un renegado que dice servir al Señor del Cambio —. Explica Izmali a Adora.
— No puede ser —, exclama Bow, — ¿Ahora Mystacor también? ¿Acaso ya no tenemos aliados? —. Dice desesperado mientras sacude a una confundida Entrapta.
— Parece que Luna Brillante y el Reino de las Nieves son los únicos reinos que quedan —. Dice Shadow Weaver. Adora siente una punzada en la cabeza cuando pronunció aquellas palabras desalentadoras.
— ¿Dónde está Glimmer? —. Exige Adora.
— Se ha ido —. Dice con sequedad Shadow Weaver.
— Y se ha llevado a la Princesa Scorpia —. Señala Izmali.
Una expresión de pánico aparece en el rostro de Adora, ahora solo le queda una opción.
— ¡Quédense aquí y asegurense que los refugiados se vayan a salvo! —. Se transforma en She-ra y empieza a correr.
— ¡Adora! ¡¿A dónde vas?! —. Clama Bow.
— A evitar que Light Hope active el Corazón de Etheria.
— ¡Yo iré contigo! —. Se ofrece Swift Wind.
— ¡No! Tú, Bow y Entrapta vayan a la Zona del Terror y saquen a Glimmer y Scorpia de ahí —. Con la velocidad de She-ra, Adora correr con premura hasta entrar en los bosques.
— ¡Rápido, Swift Wind! —. El arquero y la científica montan al corcel y emprenden vuelo.
— ¡Bow! ¡Cuidado! —. La voz de Frosta hace voltear al arquero y ve una lanza yendo hacia al costado de Swift Wind.
Bow jala de la crin del caballo para que evite el golpe. Una docena de arcos disparan sus flechas también hacia Swift Wind que se estrella sobre una casa.
— ¡Swift Wind! —, Bow se acerca a él, — ¿Estás bien?
— Sí, pero qué fue lo que… —. De las casas y techos empiezan a caer docenas de personas armadas vistiendo telas finas de colores lilas y rosas. Algunos mutilados, otros con máscaras grotescas con sonrisas talladas.
Vainas y raíces golpean a los atacantes mientras una ola barre a los que se asoman por los techos. La ola se convierte en picas de hielo que llueven sobre los atacantes hiriéndolos o matándolos al caer sobre sus cabezas.
Frosta, Mermista y Perfuma aparecen para ayudar a sus amigos a levantarse.
— Tenemos un nuevo problema —. Dice Mermista mientras más cultistas empiezan a aparecer por toda la villa en tropel.
Una joven portando el yelmo de la Guardia Real de Luna Brillante aparece en la cima de las escaleras que llevan al palacio.
— ¡Mi nombre es Midna! ¡Y reclamamos Luna Brillante en nombre del Príncipe del Placer y el Dolor, Slaanesh! —. Alza sus brazos con júbilo mientras porta espadas bastardas en cada mano y muestra su contorneado y fustigado cuerpo.
— Si llegamos a la salida sur estaremos a salvo. Buscaremos a los sobrevivientes y organizaremos una defensa adecuada. Con suerte alguien de las tropas de tierra en los Bosques Susurrantes sigue con vida —. Empieza a planificar uno de los soldados que rescató a Catra.
— Oye —, lo llama Catra, — ¿Cómo te llamas?
— Roy, capitana —. Responde.
— ¿Por qué volvieron? Y quiero la verdad —. Pide con calma Catra. Roy parece dudar pero responde con firmeza.
— Ha sido la mejor Capitana de la Fuerza que he conocido. Casi ganamos con usted al mando. Repito lo que dije antes: la necesitamos —. Únelos aquellas voces susurraban en su mente.
¿Era aquello a lo que se referían?
Algo vibra en las orejas de Catra, sus vellos se erizan y en un rápido movimiento toma el timón del deslizador para moverlo bruscamente hacia la izquierda. Ve un manchón rojo golpear con fuerza el piso.
(Suena "Sanctuary - Alan Menken")
— ¡No puedes seguir huyendo! ¡No puedes eludir tu destino y menos cuando los dioses lo han preparado para tí! —. Catra les arrebata las armas a los soldados y salta del deslizador.
— ¡Capitana!
— ¡Lárguense de aquí! —. Ordena Catra reacia.
— ¡Pero…!
— ¡AHORA! —. El piloto al ver la sed de sangre en los ojos de Tung Lashor arranca nuevamente y se marchan dejando a Roy con hilo de voz perdiéndose con los sonidos del magma de la zona de fundición.
— Muy bien, lagartón, estoy harta. ¡Acércate! —. Tanto Catra como Tung gritan con fiereza mientras corren el uno contra el otro.
Catra salta mientras lanza ráfagas eléctricas contra el reptil que las resiste, este trata de empalarla con su arma más no pudo llegar hasta la altura a la que la felina había saltado. Al llegar al suelo, Catra logra dar otro salto hacia adelante hacia la hoja afilada de Tung de donde logra sostenerse e impulsarse hacia adelante para golpearle la cara.
Aferrándose a su espalda lo electrocuta con las tres armas, una en cada mano y la última con la cola. Ahí Catra ataca sin piedad a Tung Lashor atacando su espalda, su cuello, su cara, sus ojos y demás. Este grita con rabia y se sacude para quitársela de encima. Tung logra atraparla con su zarpa y la jala pero Catra se aferra a las escamas de Tung.
Tras este forcejeo ambos caen por encima de un barandal y atraviesan un techo derruido de metal. Hay un par de bultos extras al caer, dándose cuenta que cayeron sobre un trío de bandidos, el único que aún vivía quiso atacar a Catra con una lanza de hierro hasta que la espada de Tung lo mató antes.
— Nadie va a negarme mi venganza —. Catra atrapa la lanza a media caída y aunque dolorida se recompone.
— Parloteas mucho sobre tu "vEngAnZa" pero aún sigo aquí, torpe —. Tung deja caer su espada hacia la cabeza de Catra.
Ella los esquiva, calculó mal y no pudo golpearlo con la punta afilada pero logró golpearle en las costillas, este reacciona intentando cortarle la cabeza, Catra logra agacharse. Destellos plateados resplandecían en la penumbra del lugar mientras ambos enemigos intentaban dar el golpe de gracia al otro mientras el oscuro acero de la espada chocaba con el frío hierro de la lanza.
El combate se extendió hasta llegar a las fraguas y ninguno tenía intenciones de ceder, Catra estaba tan agotada que se preguntaba como era que aún seguía viva mientras Tung ni se inmutaba ni siquiera sudaba.
Catra saltó a la cima de una escaleras y se colocó al lado de un panel de control, Tung corrió hasta ella y con un zarpaso destruyó el panel y una garra de levantamiento cae desde el techo sobre la lava haciéndola salpicar, escondiéndose lo más rápido que pudo pero no pudo evitar quemarse un poco el brazo y la pierna derecha.
— Siempre usando trucos sucios. ¡Careces de honor! —. Recrimina Tung.
— ¡¿Tú vas a hablarme de honor?! —, replica Catra, — ¡Eres un bandido! ¡Un paria! ¡Escoria a la que nunca le fueron leal!
Tung se le abalanza hecho una furia, Catra también va hacia adelante y la lanza atraviesa el muslo del reptil con un crujido. El hierro mordió las escamas y Tung se la arrancó como si de una astilla de madera se tratase.
No le causó dolor pero si le hizo daño.
— ¿Por qué no te mueres ya? —. Brama Catra harta.
Tung le devuelve la lanza y una vez más Catra se ve forzada a usar fuerza que ya no poseía.
— ¡Cuidado! —, advierte Scorpia mientras toma a un bandido por el cuello y lo pica para arrojarlo por unas escaleras mientras Glimmer atacaba con todo lo que tenía a sus atacantes, — La cámara de la Black Garnet está por aquí.
La Black Garnet se alzaba varios metros sobre la cabeza de Scorpia. Scorpia la mira con fascinación y angustia. El legado de su familia, de su reino yacía frente a ella. Le temía a lo que podía pasar si de verdad lograba conectarse a la Piedra Rúnica y también le asustaba si no lo hacía y aún más si no le era posible hacerlo.
Las paredes de la cámara habían sido derribadas, lucía como una daga de piedra ensangrentada que apuñalaba el cielo rojizo de la Zona del Terror. Scorpia se acercó con cautela al granate, vio las máquinas que Entrapta usó aquella vez y ya teniéndolo delante los nervios le empezaban a ganar al no saber qué hacer.
— Hola… Soy la Princesa Scorpia, se supone que… ¿conectemos? —, trata de sonar amistosa mientras le habla a la roca, pronto se da cuenta de lo que está haciendo y se siente avergonzada y la pinza que había acercado para tocar la superficie de la roca la baja con desánimo —, Agh, no soy princesa… no de verdad.
— Oye, estamos juntas en esto —, Glimmer reconforta a Scorpia poniendo la mano sobre su hombro, — Eres una de nosotras y todas creemos en tí.
Unas palabras tan simples pero necesarias para ella en aquel momento era lo único que necesitaba. Su hogar había sido invadido por indeseables dos veces y en ese momento estaba siendo devastado. Se le había negado su derecho de nacimiento, le hicieron creer que era menos, que nunca encajaría y estaba harta. Iba a demostrar que era fuerte más allá de sus músculos.
Scorpia toma la Piedra Rúnica con ambas pinzas y…
No pasa nada. Scorpia mira a Glimmer con curiosidad esperando algún indicio de algún cambio. Scorpia empezó a apretar sus pinzas y concentrarse sobre la Piedra Rúnica. Su concentración no iba dirigida a nada en específico, solo veía la piedra esperando una reacción, un cambio.
Por un momento sigue sin pasar nada hasta que siente algo. Un cosquilleo que viene desde su pecho, un cosquilleo que se convierte en una sensación extraña que pasa a ser abrasadora como un fuego incandescente que crecía y crecía pero no se sentía desagradable.
Pronto se ve envuelta en un resplandor rosa que la hace sentir completa, plena y con fuerzas renovadas.
— Wow —, dice incrédula Scorpia, — Es como…
— Conectar —. Glimmer completa la oración.
Aquella sensación desaparece y no queda nada, solo vacío. Vacío y la negrura de la Black Garnet.
Una negrura que se extendió al corazón y mente de Scorpia, lo puede sentir. De pronto una chispa chisporrotea en aquella negrura, el cosquilleo regresa y ahora la sensación que la rodea no es como llamas sino electricidad. Un choque eléctrico que la recorre desde la cabeza hasta los pies. La Black Garnet ya no es solo una gran roca negra sino un rubí de brillo carmesí que desprendía energía mágica única y sin igual. Tal como cada Piedra Rúnica en Etheria.
Scorpia sentía a la Black Garnet y la Black Garnet la sentía a ella. No era como dos mentes unidas pero había una conexión, entendimiento.
Scorpia se eleva un par de metros en el aire y un estallido de rayos rojos resplandecen por lo que queda de la cámara mientras Scorpia grita a los cielos, no con dolor sino como una forma de conjunción con su legado y su herencia.
(Suena "Dame tu Tormento - Blasphemous OST")
Un panel brilla. Light Hope mueve el ícono de la Black Garnet a su lugar mientras los datos toman su lugar en su antigua base de datos, se ordenan y empiezan a ejecutar sus funciones.
— Planeta equilibrado. Funcionalidad completa restaurada —. Dice Light Hope.
Adora gruñe y golpea con su espada a los cultistas, de repente siente a Glimmer… y a Mermista, a Frosta, a Perfuma y a Scorpia al mismo tiempo. Su fuerza y conocimiento, sus sensaciones y experiencias. Todo en una fracción de segundo mientras un poder fluye a través de ella. Un poder que sintió durante la batalla de Luna Brillante.
— Ay no —. Lamenta para sí misma.
Con irritación y pesar tiene que usar esa nueva fuerza para barrer a varios atacantes de su camino para seguir su camino hacia al Castillo de Cristal. No iba a dejar que el sacrificio de Mara fuera en vano.
El Corazón de Etheria no iba a ser usado ese día ni ningún otro.
— ¡AHORA! ¡ESTE ES EL MOMENTO QUE SE LES FUE PROMETIDO! ¡ELEVEN SUS VOCES Y CREEN UN NUEVO MUNDO! —. Incita Lilith y todos los consagrados a los Dioses escucharon su voz aullando desde lo más profundo de sus mentes.
A lo largo de las diferentes villas de los Bosques Susurrantes, zonas cercanas a Luna Brillante, Plumeria y a los pies de las montañas, a las orillas de los ríos y a lo largo de los valles y campos. Todos aquellos lugares donde Lilith portó la palabra de los Verdaderos Poderes sus habitantes alzaron sus brazos al aire y en un solo coro gutural hicieron sonar sus voces al viento.
Para los oidos mortales, eran palabras que los hubieran hecho gritar de agonía y que ni mil años de blasfemias y maldiciones juntas podrían alcanzar, pero para los seguidores de los verdaderos dioses no era más que el arrullo de una canción de cuna, trayendoles un sentimiento de comodidad y paz.
Vientos gélidos empezaron a soplar y cúmulos de nubes púrpuras y negras cubrieron los cielos de Etheria. Silvy y sus amigos Nurgletes cantan y brincan con felicidad. Mientras ella danzaba al sonido de los cantos vagos de los nurgletes, las moscas a su alrededor hacen una grotesca parodia de una melodía mientras algunas se centran en los cuerpos de la gente a su alrededor y sobre su piel podrida llena de gusanos y llagas abiertas y pus, los gusanos levantan levemente sus cabezas mientras se movían como silvy en una danza macabra que complació a lo silenciosos seres que la miran del otro lado
Lila sabe que era su momento y uniéndose al canto junto a Adrey y los miembros del gremio para que la magia fluya a través de los monolitos de los Primeros reflejándose en los espejos lunares donde se habían grabado runas y símbolos extraños en las paredes y altares, estos se estaban esparciendo en las superficies como heridas en la realidad mientras varios seguidores fieles empezaban a sentir como el señor del cambio los recompensaba con el don de la mutación. Ojos, lenguas, brazos, alas, no importaba pues eran los regalos de su dios y odian sentir su magia fortaleciéndose cada vez más. Y pudieron ver como algunos infieles fueron "liberados" de sus falsas creencias con los más grandes dones y volvieron amalgamas de carne llenas de ojos, dientes y cuchillas por brazos, Engendros del Caos..
En la Zona del Terror los seguidores de Tung rugen al cielo con furia Jubilosa mientras en las entrañas del lugar Scorpia y Glimmer se abren paso a base de magia y relámpagos rojos que brotan de las pinzas de Scorpia lo que la hacía sentir miedo pero al mismo tiempo le parecía divertido.
La potenciación de la magia llegó hasta Mermista, Perfuma y Frosta y los miembros del culto del placer que los habían rodeado ahora estaban siendo apaleados y retrocedían para frustración de Midna que le aterraba la reacción de su querida Ithrant cuando se enterara de su fracaso.
Midna logra ver como flujos de magia multicolor empiezan a elevarse en varios puntos de Luna Brillante donde se libra la batalla, escucha un quejido de dolor y ve a la beligerante Mermista arrodillándose con rostro aquejado mientras se acerca el palurdo de Sea Hawk a ayudarla.
Más hileras de magia se elevan hasta donde alcanza su vista mientras de las nubes negras manos negras las toman y empiezan a tirar de las mismas, todo parece distorsionarse. La tierra tiembla y pareciera que todo el planeta está yendo por un turbulento vórtice. Luces brillantes a la distancia cambian de color y forma mientras los endemoniados vientos arrastran las voces de los fieles.
Toda una vorágine de locura y desconcierto pasando al tiempo que Adora usa todas sus fuerzas para evitar que Light Hope complete la secuencia de disparo.
Llevarás a los Primeros a la gloria le dijo.
Ahí de rodillas en el Castillo de Cristal frente a ese holograma que finalmente reveló que fue ella quien la robó del lugar entre las estrellas donde nació. Que le arrebató a sus padres, su posible vida lejos de los horrores de la guerra, de las presiones del soldado. De ese caos.
Y más allá del cielo, las nubes negras y la realidad misma cuatro voces ríen con malicia y complacencia.
Créditos:
jonathan mayer - the defeat theam all(epic action orchestal)
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— Este parece ser un buen lugar, ¿tú qué opinas, muchacho? —, pregunta Luthor Harkon al soldado de la Horda convertido en zombi, — Se verá mejor una vez que eliminemos a todos los indeseables —. Dice pateando los restos de una diablilla de Slaanesh.
Un par de cañones hacen estallar los restos de la casa de algún habitante de Las Salinas, solo para asegurarse que no había alguna "sorpresa" ahí dentro.
— El clima se puso horrible, ¿no crees? —. Dice Luthor mirando las nubes negras.
De pronto siente la tierra temblar y ve los flujos de magia viniendo desde más allá que le dejaba ver embravecido mar. El viento arrastraba voces siniestras diciendo cosas que no lograba entender.
El vampiro escucha el sonido de algo desgarrándose, como si fuera una tela rompiéndose con violencia por un par de manos poderosas y enojadas. Un brillo le ciega y con la tierra temblando bajo sus pies logra escuchar algo que hizo callar los cantos en el aire y aplacar la furia del mar.
¡WAAAAAAAAAAAAAAAGGGHHH!
