Disclaimer: No me pertenece nada, ni Michael, ni Sara… triste pero cierto.
Nota: Spoilers para la primera temporada.
Dedicado a cualquiera que se tome la molestia de leerlo, se que he tardado en publicar un capitulo nuevo, pero espero que aun le interese a alguien.
Gracias.
Título: Algunas noches IV
By Lylou
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Sara tenía frío, mucho frío.
Podía sentir sus extremidades enfriándose por segundos, solamente era capaz de sentir eso y una especie de dolor sordo en algún lugar de su cuerpo.
No sintió las manos cálidas y temblorosas de Michael sobre su pelo primero, y sobre la herida de su costado después, tratando inútilmente de taparla.
No vio como su propia sangre se escapaba mortalmente de su cuerpo entre los dedos de él.
No pudo escuchar cómo Michael decía su nombre desesperado, sobre la acera nevada de su edificio, ni oyó el sonido de las ruedas de un coche derrapando a toda velocidad sobre el hielo mientras se alejaba de ahí.
Simplemente las cosas empezaron a fundirse a su alrededor, hasta que todo se convirtió en un zumbido lejano y más oscuro cada vez.
Lo primero que sintió fue el frío.
Frío intenso extendiéndose dolorosamente por su cuerpo.
Abrió los ojos despacio, no recordaba la última vez que le había costado tanto abrir lo ojos, sentía los párpados pesados y doloridos, cómo si llevara muchos horas, o incluso días, durmiendo.
Sintió la luz artificial de una bombilla colándose sin piedad a través de su retina, sólo era un maldita bombilla amarillenta y vulgar, pero a ella le pareció que brillaba cómo el jodido sol de mediodía.
Veía un montón de líneas borrosas y oscuras, cómo si acabara de colocarse, igual que en los viejos tiempos, pero su vista empezó a aclararse, despacio, y entonces pudo ver un techo que le era completamente desconocido, con manchas de humedad y pintura blanca que había conocido tiempos mejores.
Sara no conocía aquel lugar, y eso la asustó.
La asustó tanto, que se olvidó del frío y del dolor intenso, e intentó levantarse de aquella cama extraña para echar a correr y esconderse en algún lugar donde no hiciera tanto frío… Sabía que había alguno, Sara sabía que había un lugar dónde siempre hacía calor, pero era cómo si su mente hubiera borrado cualquier recuerdo anterior al Frío, cómo si lo hubiera recubierto todo de una fina capa de escarcha transparente que lo difuminaba todo.
Intentó moverse otra vez, levantarse de la cama, y esta vez casi lo consiguió, habría jurado que se había levantado unos centímetros del colchón, pero algo se lo impidió.
Escuchó su propia voz, y le sonó extraña y enfermizamente débil, cómo si fuera una niña asustada, y a pesar del miedo y del dolor intenso, se odió a si misma por su debilidad.
Sara odiaba sentirse débil.
-No….
Ni siquiera estaba segura haberlo dicho en voz alta hasta que sintió el tacto de algo cálido sobre su pelo y sobre su cara.
Podría reconocer aquello en cualquier.
Michael.
Sus manos familiares y tibias sobre su piel… se había despertado muchas madrugadas sintiéndolas sobre la piel desnuda de su espalda.
Sara intentó moverse, pero el dolor sordo de su costado se transformó en un millón de cristales afilados corriendo por su torrente sanguíneo.
Y entonces escuchó la voz de él, suave pero cansada, cómo si llevara muchas horas sin dormir… Aunque ella supo que había algo más, cualquier otra persona no se habría dado cuenta, era sólo una nota más en su voz suave, pero ella lo conocía muy bien, quizá no sabía cosas pequeñas y cotidianas sobre él, pero a estas alturas, ella conocía todos los secretos y miedos de Michael Scofield.
-…Todo saldrá bien.
Estoy aquí.
Y a pesar de que estaba confusa y medio inconsciente, supo que mentía, supo que Michael sólo estaba hablando en voz alta, que seguramente ni siquiera sabía realmente que ella se había despertado.
Sara quiso moverse otra vez, quiso girar la cabeza y verle ahí sentado, con los círculos oscuros debajo de los ojos, que siempre tenía él cuando no había dormido bien, ella los había visto infinidad de noches…
Quería moverse, despertar completamente y decirle que ya no hacía falta que siguiera mintiendo, por que ella ya estaba bien, pero cuando intentó moverse de nuevo sintió otra vez aquél dolor en el costado, cómo si su piel estuviera ardiendo y toda su sangre se estuviese coagulando en la herida, era horrible, mucho peor que la mañana después de haberse colocado por primera vez, cuando se despertó acompañada en una casa desconocida y a treinta jodidos kilómetros de su coche.
Sara dejó escapar un quejido entre sus labios resecos y pálidos, y escuchó la voz de Michael otra vez, esta vez mucho más lejana, cómo si estuvieran hablando por teléfono y él estuviera de nuevo a millones de kilómetros de ella.
Sonaba excepcionalmente triste, incluso para se él.
-Todo irá bien Sara…
"No, todo está mal" le hubiera gustado responder a ella, pero sólo imaginar el dolor de intentar hablar le persuadió.
Volvía a dudar de que estuviera realmente despierta, de que aquello no fuera algún sueño culpable y doloroso de los que acostumbraba a tener cada vez que dormía con Jack… pero no.
Sara estuvo segura de que no era un sueño por que aquello se parecía demasiado a la vida real, no era que le hubieran disparado antes, pero todo era tan jodidamente doloroso y triste, que tenía que ser verdad.
En un momento Michael se despedía de ella para siempre en el hall de su casa, y al minuto siguiente estaba sentado con ella en una cama extraña intentando mantenerla con vida.
Estaba segura de que aquello era la vida real, o al menos, todo lo real que pudiera ser la vida de ellos a estas alturas
Algún rincón profesional y entrometido de su mente le preguntó "¿Por qué coño no te ha llevado a un hospital?"
No estaba muy segura de la respuesta en su estado actual, pero decidió que tendría que preguntárselo después, aunque no importaba, si Michael no podía salvarla, ningún medico del mundo podría hacerlo.
Y no es que entre los muchos talentos ocultos Michael hubiera una licenciatura de medicina, pero ella pensaba con razón, que no había nada en el mundo que ese hombre no pudiera hacer por ella.
"Pero lo estoy intentando"
Sara recordaba muy bien aquél momento, podía recordar cómo se sintió aquella mañana, muerta de miedo sobre las tuberías polvorientas de la lejana Fox River….
Recordaba su voz y su presencia junto a ella, cómo si ellos hubieran sido las únicas personas cuerdas de todo aquél infiero
"Inténtalo un poco más Michael…Haz cómo si pudieras salvarme de nuevo."
Entonces lo poco que podía ver volvió a mezclarse en su mente, cómo si fuera un garabato infantil, y después, nada, sólo… oscuridad.
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Michael volvió a sentir el agua helada sobre su cara.
Le dolía la cabeza, no le había dolido así desde su primera fiesta en la facultad, miró hacía el techo mohoso y suspiró una vez, podía escuchar el viento al otro lado de la fina pared de aquél anodino y cochambroso motel, Michael nunca pensó que pudiera extrañar esas pequeñas cosas, desde aquella celda no tan lejana, no se oía le viento.
Habían pasado más de diez meses desde la última noche que había pasado en Fox River, pero a veces, durante un segundo antes de despertar, a Michael siempre le parecía que estaba en aquella litera roñosa y extraña, y sospechaba que daba igual, que no importaba que pasaran diez meses o diez años, por que él ya nunca volvería a ser el mismo.
Aunque hubieran logrado escapar de aquellos muros, Fox River estaba en él, dentro de el, cómo si fuera un parásito alimentándose despacio de su huésped, absorbiéndole todo rastro de perdón… y Michael sabía que nunca podría dejar eso atrás.
Golpeó el espejo sucio en la pared, una vez, dos… cómo si aquello fuera a solucionar algo a estas alturas, cómo si fuera a servirle de algo a ella ya, pero el cálido y culpable dolor en su mano hizo que se sintiera centrado otra vez, por que Michael odiaba estar asustado.
La falta total de control que provocaba el miedo era lo que más le asustaba… Se desabrochó la camisa, casi furioso, y revisó todos sus tatuajes otra vez.
Con la luz mortecina y oscilante del espejo del pequeño cuarto de baño, parecían aun más oscuros y…permanentes, cómo si fuera un monstruo extraño sobre su cuerpo, cómo si ellos le poseyeran a él y no al contrario.
Todos los detalles de su plan, todos aquellos tatuajes sobre su piel y ninguno hablaba de ella.
Ni uno sólo de aquellos dibujos encriptados y pistas disimuladas tenían que ver con Sara, y sin embargo, ahí estaba ella, en cada curva de aquél laberinto, en cada pared y en cada contingencia dibujada a fuego sobre su piel.
Michael miró su reflejo otra vez, vio cómo las pequeñas y transparentes gotas de agua fría se deslizaban sobre su piel bajo el resplandor inequívoco de los fluorescentes…
Quizá si lo había hecho, tal vez ella SI había sólo una pieza más de su desesperado plan, tal vez cada línea y cada cuerva de tinta sobre su cuerpo hablaban de la traición y el perdón… tal vez por eso ella estaba ahí, entre todas las demás pistas y pasadizos sobre su piel.
Entonces Michael escuchó un ruido en la habitación principal y salió del baño poniéndose la camisa.
-Sara….
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Continuará…
Comentarios, amenazas, opiniones… lo que sea, nada me inspira tanto como eso.
