- Cameron. – Dijo House a su espalda antes de que pudiese salir de la sala de diagnóstico.
Se paró. No quería girarse, su mente se negaba a hacerlo. No quería dar la cara frente a él. No quería hablar con él, en ese momento no. Pero su cuerpo no obedeció y se dio la vuelta para mirar a su jefe que parecía mirar a través de ella con sus ojos azules. Sabía que estaba pensando en algo, que su mente tramaba algo.
- Si es por lo de
esta mañana – comenzó Cameron – ya está olvidado. No me gusta que me
engañes para pasar consulta pero no voy a estar eternamente enfadada
contigo por eso. Así que tranquilo y…
- No es eso. – Dijo House tajante.
Cameron se quedó helada. Se decía así misma que ese no era el momento, si llegase el momento en que tendría que contarle a House toda la historia, no debía ser ahora. No se sentía ni con fuerzas ni con el suficiente ánimo como para contarle por qué realmente se sintió tan mal y afectada por aquel caso, por qué odió a aquel hombre que abandonó a su mujer cuando había estado a punto de morir… Aquella mujer que hubiese muerto antes de reconocer una infidelidad. House creía saberlo todo pero aquello era un secreto que llevaba dentro durante mucho tiempo y no podía dejarlo salir tan fácilmente.
- ¿Qué? – Preguntó por fin armándose de valor.
- Si hay algo que no te permite estar centrada en este caso, puedes dejarlo. – Dijo House tratando de ser amable.
- No… - Comenzó aliviada. – No hay nada que no me deje hacer mi trabajo.
-¿Estás segura? – Insistió House.
- Sí. – Confirmó antes de salir por la puerta.
Fue hacia su despacho y se sentó frente a su mesa. Abrió la historia que le había dejado Chase sobre aquel niño Jaime y empezó a leer. Él también debía centrarse en su trabajo. Apoyo la cabeza en su mano derecha mientras pasaba ligeramente los dedos por su frente. Había algo que no cuadraba y esperaba que los nuevos test esclareciesen un poco las cosas. Cogió la carpeta que le había dejado Chase con la historia y fue hacia la sala de diagnóstico, colocándose frente a la pizarra. Comenzó a girar su bastón como solía hacerlo, a golpear con él el suelo. Le ayudaba a pensar. Se sentó en frente de esa pizarra llena de síntomas y posibles enfermedades, llenas de las letras de Cameron, de sus g. No parecía que todo aquello le dijese mucho o una brillante idea le viniese a la cabeza como solía ocurrir.
Mientras Chase y Cameron repetían algunas de las pruebas que le habían realizado a Jaime en las últimas horas, sus padres esperaban junto a su habitación con Foreman.
- ¿Por qué tienen que
hacer las mismas pruebas otra vez? – Preguntó la madre que tenía los
ojos rojos por llorar y no dormir y apretaba un pañuelo entre sus manos
temblorosas.
- Porque los resultados no son concluyentes.
Necesitamos estar seguros antes de decidir que tratamiento le damos a
su hijo. – Contestó con una mirada de serenidad, tratando de transmitir
tranquilidad a los padres.
Chase miraba fijamente la pantalla en busca de algo, un indicio, una sola pista que les dijese lo que tenía Jaime. Cameron le observaba por el rabillo del ojo mientras tecleaba en el ordenador y miraba la pantalla que había frente a ella. Podía notar como le miraba furtivamente.
- ¿Qué? – Preguntó sin quitar la vista de la pantalla.
- Nada, es solo que¿cómo aguantas tanto las burlas de House? – Preguntó mirándole fijamente.
- Lo mismo que todos. – Contestó con sequedad.
- Pero contigo es más… cruel. – No sabía si era la palabra adecuada.
-
Llegó un día en que me dejaron de importar todas sus bromas. – Contestó
tranquilo. – Me gusta este trabajo y me gusta trabajar con House.
- Así que trabajar con House compensa sus bromas… - Dijo Cameron.
- ¿No lo crees tú? – Y la miró.
No era una pregunta, era una afirmación. A todos les compensaba trabajar con él, aguantar sus comentarios sarcásticos y todas las bromas que podía hacer de ellos al cabo del día. Llevaban demasiado tiempo junto a él como para que les siguiese importando. Y tanto Chase como Foreman eran conocedores de los sentimientos de Cameron hacia su jefe, algo que nunca había intentado ocultar.
- Nada. Aquí no hay nada. – Dijo descansando la espalda en el respaldo de la silla.
- Estamos como al principio. – Sentenció Cameron.
En el laboratorio volvieron a repetir las mismas pruebas, tenían que encontrar algo porque no podía ser que todos esos síntomas no tuviese una explicación, nada que uniese las piezas del puzzle que sabían House había formado en su mente y que debían ayudar a concluir y cuanto antes mejor. Chase parecía desesperado y enfadado por la poca suerte que estaban teniendo con los análisis, la misma mala suerte que con el análisis. De pronto su busca sonó, y el de Cameron segundos después. Los dos lo leyeron y se miraron preocupados antes de salir corriendo hacia la habitación de Jaime.
Al llegar encontraron a House esperando fuera y mirando a través del cristal como Foreman había devuelto tras casi un minuto a Jaime a la vida. Foreman comprobaba sus constantes vitales.
- ¿Habéis encontrado algo? – Preguntó House mirando a sus dos subordinados.
- No. – Dijo Cameron casi rendida.
- Si no encontramos algo rápidamente, este niño se nos muere. – Y volvió a mirar hacia el niño.
Cameron reconoció esa mirada en House. No era compasión, era la preocupación que en el fondo tenía y que a muy poco gente le pasaba inadvertida. Esa mirada tratando de encontrar la solución, la pieza que encajase y que se transformaría en una cura. El tiempo corría en su contra y tal como había dicho House, si no encontraban la causa y daban con el tratamiento adecuado, aquel niño moriría sin ellos poder hacer nada. Foreman les miró. Los cuatro se sentían frustrados, desesperados, buscando en sus mentes una aguja en un pajar. House comenzó a caminar. Chase y Cameron no sabían si seguirle.
- ¿Dónde vas? – Preguntó Cameron.
- A pensar. Y vosotros beberíais hacer lo mismo. – Contestó sin darse la vuelta y alejándose.
Los tres se quedaron parados, mirándose los unos a los otros sin saber bien qué hacer. ¿Debían seguirle¿Volvían al laboratorio¿Qué demonios tenían que pensar? Foreman levantó la ceja derecha y por dijo:
- Los tres aquí parados no haremos nada. Vamos.
Caminaron hacia el despacho de House que es a donde su jefe había ido. Lo encontraron sentado y jugando con su pelota totalmente concentrado.
- ¿Qué se nos escapa? – Preguntó.
- Hemos repetido todas las pruebas y estamos como al principio. – Dijo Chase.
- Repite los síntomas Cameron. – Ordenó.
- Entró con convulsiones.
- No es epilepsia, eso se descartó. – Apuntó Foreman.
- Sus padres han dicho que desde hace tiempo le notan distraído…
- Que un niño de ocho años no se comunique con sus padres no quiere decir que esté distraído. – Interrumpió fastidiado House.
- La parada cardiaca. – Dijo Foreman.
- Y está ciego desde que ingresó. – Concluyo Chase.
- Joder¿eso es todo? – Preguntó indignado.
- ¿Qué más quieres? – Preguntó Cameron pensando que ya era demasiado para un niño tan pequeño.
- Hay que apretarle las tuercas. – Contestó.
Era un niño de ocho años y lo único que se le ocurría era apretarle las tuercas… Cameron le miró sorprendida y a la vez decepcionada. Había asumido que era un misántropo y que se comportaba como un desgraciado con los pacientes, pero un niño de ocho años no era un hombre de treinta al que se pudiese llevar hasta el máximo para averiguar qué le estaba matando. Foreman se llevó la mano a la frente mientras su rostro refleja lo perplejo que aún le podía dejar su jefe después de llevar tanto tiempo. Sonó el teléfono. Chase miró y vio que House no parecía tener la intención de contestar. Estaba de espaldas a ellos, mirando a través de las cortinas de la ventana. Parecía que iba a llover.
- Dr. Chase. – Contestó. – Em… sí, ahora mismo. – Levantó el auricular hacia Cameron. – Es para ti, un tal Joe.
El primer segundo quiso decirle que no contestaría, que colgase. No quería recibir esa llamada delante de sus compañeros de trabajo y mucho menos de House. Él que todavía se mantenía de espaldas notó un ligero escalofrío que recorrió toda su espalda. Los segundos se hacían eternos y pesados. Chase estaba extrañado ante la situación y miró a Foreman en busca de un gesto que le hiciese ver que no era el único que se sentía así. House se giró.
- ¿Vas a contestar? – Preguntó encarando a Cameron.
