- Tenías que hacerlo otra vez… - Wilson ya no sabía como hacerle reaccionar. – Incluso en esto tienes que ser más que los demás, más infeliz. House, la vida es un cúmulo de oportunidades, de ser feliz o infeliz, de elegir lo que uno quiere. Tú siempre eliges la segunda opción. Me preocupa que llegue el día en que te encuentres solo y te des cuenta de que has tirado tu vida a la basura. Te has negado demasiadas cosas. Deja de ser un miserable.

No solo sus palabras decían lo que pensaba, también sus ojos. Le había advertido sobre aquello cientos de veces. No tenía respuesta. Wilson ya no podía enfadarse con él. Era él quien decidía. Ya no podía hacer más, se había rendido. Se quedó solo en aquella azotea pensando. Pensando en cómo había vuelto a fastidiarlo todo. Al menos en eso sí era brillante. En echarlo todo a perder nadie era mejor que él. Sin embargo pensó en ella, en el hecho de que se había ido afectada. Tal vez no le odiase. Al menos no tanto como debería después de todo lo que había hecho. De todos modos tampoco era la primera vez que alguien lloraba por su culpa. Tal vez Cameron había dejado de llorar por él para llorar por su culpa como todos.

Si alguien le pidiese que describiese la impotencia que sentía en ese justo momento sería incapaz. ¿Cómo explicar lo que se siente cuando ves que la vida de alguien que está empezando se está apagando tan pronto¿Cómo explicar que te sientes tan miserable y culpable que gritarías hasta perder la voz? Percibió la presencia de Chase a su lado. Sentían lo mismo. Frustración. Ira. Ahí estaban los dos, frente al cristal que les separaba de aquel niño y de su familia.

- ¿Crees de verdad que no va a haber transplante? – Preguntó sin dejar de observarlos.
- Ojala fuese posible. – Tenía la voz quebrada.
- Cameron, no has descansado nada en estos días. Deberías descansar. – Aconsejó a su amiga.
- No puedo.

Miró a Chase. Sonrió levemente agradeciéndole su preocupación y él respondió del mismo modo. Foreman estaba apoyado a la pared.

- Deberíamos estar buscando algo. Si sigo un minuto más aquí mirando como se muere, reventaré. – Dijo por fin. Los dos se dieron la vuelta bruscamente.
- ¿Pero qué hacemos? Hemos hecho todas las pruebas posibles, las hemos repetido y no hay nada que pueda darnos una pista. – Dijo Chase cansado.
- Pensemos. Yo al menos no quiero estar parado mientras muere. No me hice médico para dejar morir a la gente. – Dijo Foreman con decisión.

Chase y Cameron estaban de acuerdo con él. Se habían rendido, habían sentido la angustia de no encontrar una respuesta. Debían luchar un poco más. Se lo debían a Jaime y a ellos mismos. Foreman volvió al laboratorio para revisar todas las pruebas que habían realizado. Chase estudiaba todas las radiografías milímetro a milímetro. Cameron volvió a la sala de diagnóstico. De pie frente a la pizarra trataba de conectar los síntomas. Trataba de juntar las piezas.

Mientras House en el pasillo la miraba absorto. Se dirigía a su despacho y la vio allí parada, ladeando la cabeza varias veces, cruzándose de brazos, dejándoles caer. Sus subordinados eran tres personas completamente diferentes, pero si alguien le preguntase por qué trabajaban para él hubiese contestado sencillamente "son brillantes y nunca descansan". Y en admiraba la perseverancia y dedicación de Cameron a su trabajo y los pacientes. Como se volcaba en cada caso como si nada más existiese. Ella sí sabía tratar con la gente. Caminó hacia su despacho y cuando abrió la puerta Cameron lo oyó y se giró para ver quién era. Se paró en seco y mantuvieron la mirada durante unos segundos, hasta que House bajó la cabeza y siguió hacia su silla. Era incomodo la manera en que ella le miraba. Se sentó en su silla y abrió su correo. No pudo más que sonreír cuando vio que Cameron había revisado su correo. Jamás cambiaría. Se sorprendió cuando la vio entrar.

- No voy a renunciar. Me gusta este trabajo. Me gusta trabajar aquí. Me gustan mis compañeros. – Dijo informándole.
- ¿Tus compañeros me incluye a mí? – Preguntó con una mueca de niño bueno.
- Tú eres mi jefe. – Contestó tajante.

House sintió un pinchazo en el pecho. Angustia. De todos modos le valía con que no renunciase. Miró hacia todos lados, como intentando que alguien la diese fuerzas. Le encaró de nuevo.

- Joe no se está muriendo. – House la miró incrédulo. No sabía que pensar. - Era el mejor amigo de mi marido. Pasábamos tantas horas en el hospital que nos apoyamos el uno al otro. – La costaba decirlo, reconocerlo ante House. – Me enamoré de él. – House la miró profundamente. – No ocurrió nada pero no estoy orgullosa de ello.
- Y ahora que ha vuelto a tu vida… - House interrumpió.
- No es de tu incumbencia, pero es parte del pasado y no quiero volver a hablar de ello.- Cortó Cameron. – Te lo he contado para que dejes el tema, para que no me acoses más con esto y dejes de dar por hecho que voy a actuar de una manera u otra. No quiero que mi vida personal interfiera en mi trabajo.

No podía ser más clara. No tuvo más remedio que asentir con la cabeza, un poco intimidado ante la actitud decidida de Cameron. Le había dicho lo que quería saber porque sabía que hasta que no supiese lo que pasaba no dejaría el tema y ella no estaría tranquila. Ahora que ya estaba todo resulto podía seguir trabajando sin tener que discutir cada dos por tres con él. Se fue aliviada. ¿Qué tenía que pensar ahora? Su curiosidad estaba saciada pero tenía esa angustia presente en el pecho. Le presionaba. La forma en que le miraba, en que le hablaba. Era como si ya no importase que fuese él. Se levantó y se dirigió a la clínica.

Se acercó a la central de las enfermeras. Brenda tenía varias carpetas en su mesa. House cogió una cuando una mano le frenó en seco.

- Te digo que no pases consulta y lo haces¿debes de estar de broma? – Dijo Cuddy tan sorprendida como complacida en el fondo.
- Lo echaba de menos. – Dijo guiñándole.
- Ocúpate de ese niño y luego pasarás todas las horas de consulta que quieras, me encargaré de que así sea, créeme. – Sonrió.
- No sé de qué vale que me ocupe en un niño que ya está condenado a muerte. – Dijo House intentando pincharle por la negativa del transplante.
- House, si salvas a ese niño tendrás el transplante. – Le miró a los ojos.
- Ya, pero mientras me aburro. Así que por una vez que se me ocurre pasar consulta voluntariamente no desaproveches la oportunidad. Ya sabes, es como el cometa Halley, una vez cada cien años. – Dijo sarcástico.
- Pues no te estrelles. – Contestó Cuddy.

House cogió la carpeta que antes le había impedido Cuddy no sin antes mirarla con una mueca en la cara. Entró en la consulta. Había una niña pequeña con una madre. Podía imaginar lo que se avecinaba. La típica madre preocupada hasta la saciedad. No le gustaban.

- Tiene un sarpullido en el brazo. – Dijo preocupada antes de que House preguntase.
- ¡Eh! No tan rápido. – La frenó House. Se sentó frente a la niña. - ¿Qué decía?
- Que tiene un sarpullido en el brazo. – Contestó aturdida.
- ¿En qué brazo señora? – Preguntó House mirándola indulgente.
- Oh, en el izquierdo. – Mientras House examinaba a la niña la madre seguía hablando. - A mi marido le suelen salir sarpullidos¿cree usted que puede ser hereditario? Dios no lo quiera, mi pobre Anna.

De pronto House dejó de examinar a la niña y miró fijamente a la madre. Ella frunció el cejo. No entendía que pasaba y se había callado ante la mirada de House.

- Doctor¿ocurre algo? – Preguntó la madre.

House se levantó y dejó a la mujer con la palabra en la boca y mirando estupefacta como las había dejado tiradas en la consulta.