House cogió la carpeta que antes le había impedido Cuddy no sin antes mirarla con una mueca en la cara. Entró en la consulta. Había una niña pequeña con una madre. Podía imaginar lo que se avecinaba. La típica madre preocupada hasta la saciedad. No le gustaban.

- Tiene un sarpullido en el brazo. – Dijo preocupada antes de que House preguntase.
- ¡Eh! No tan rápido. – La frenó House. Se sentó frente a la niña. - ¿Qué decía?
- Que tiene un sarpullido en el brazo. – Contestó aturdida.
- ¿En qué brazo señora? – Preguntó House mirándola indulgente.
- Oh, en el izquierdo. – Mientras House examinaba a la niña la madre seguía hablando. - A mi marido le suelen salir sarpullidos¿cree usted que puede ser hereditario? Dios no lo quiera, mi pobre Anna.

De pronto House dejó de examinar a la niña y miró fijamente a la madre. Ella frunció el cejo. No entendía que pasaba y se había callado ante la mirada de House.

- Doctor¿ocurre algo? – Preguntó la madre.

House se levantó y dejó a la mujer con la palabra en la boca y mirando estupefacta como las había dejado tiradas en la consulta.

No podía correr por aquellos pasillos. Era imposible. Su pierna le estaba matando de dolor. Paró en seco y tomó un par de Vicodinas. ¿Cómo pudo pasársele algo así? Corría. Caminaba todo lo deprisa que podía.

Chase había vuelto a la habitación de Jaime para volver a sacarle una muestra de sangre. Sus padres ya no se molestaban en preguntar para qué eran necesarias tantas pruebas. Para ellos era suficiente el dolor a los pies de la cama de su hijo. Soportar que su hijo moría les dejaba sin fuerzas para articular palabra. No podía mirarles. Era superior a todo lo que podía aguantar en el hospital. Como médicos eran capaces de realizar pruebas dolorosas, cortar con sus bisturís sin pudor alguno. Sin embargo, aquellos padres de miradas desconsoladas le partían el corazón. Salió silenciosamente de la habitación.

- Doctor Chase. – De pronto parecía que la madre había despertado de su letargo.
- ¿Sí? – Se giró preocupado.
- Puedo¿puedo hablar con usted un momento? – Le costaba pronunciar las palabras.
- Por supuesto. – La dirigió hacía una de las estancias de espera para familiares.
- No sé como decirle esto… - Sus ojos vidriosos advertían de que iba a llorar.
- Tranquilícese Señora Curtis. Tómese su tiempo. – Intentó tranquilizarla.
- Es posible, - sollozó – es posible que mi hijo esté muriendo por mi culpa.
- No, no…
- Déjeme hablar por favor, porque no sé si podré continuar… Jaime, su padre no es mi marido. – Las lágrimas brotaban de sus ojos descontroladamente.

El camino hasta su despacho se le hizo eterno. Tan solo encontró a Foreman y Cameron releyendo todos los resultados de las pruebas y tratando de encontrar algo entre los dos.

- Ir pensando en buscar otro trabajo porque como doctores somos mierda. – Dijo House irrumpiendo bruscamente.
- ¿Perdón? – Dijo Foreman extrañado.
- Solo hay una prueba que no hicimos, y porque la historia que hizo Cameron no inducía a ello. – Señaló.
- ¿Qué prueba? – Preguntó Cameron.
- Una prueba de ADN. – Sentenció.
- Joder, claro que no la hemos hecho porque no hay nada que podamos sacar de ahí. – Dijo Foreman. – La historia de los padres está limpia.
- La historia de la madre sí. – Dijo Chase interrumpiéndoles.
- ¿Qué coño dices Chase? – Preguntó House entrecerrando los ojos y sabiendo que Chase sabía algo.
- Acabo de hablar con la madre.- Se tocó ligeramente la mano con la frente mientras la otra la apoyaba en la cadera. – Me acaba de decir que el Señor Curtis no es el padre biológico.
- No se puede ser más estúpida. – House estaba enfadado. – Así que ha esperado todo este tiempo para abrir la boca. Joder¿ahora quiere que hagamos un puto milagro con su hijo?
- House…- Fue lo único que pronunció Cameron para que se calmase.
- Está bien. Hacer la prueba y avisarme cuando tengáis los resultados. – Dijo aún incrédulo y bastante enfadado saliendo de la sala.

Buscó a Wilson en su despacho. ¿Dónde demonios se había metido? Bajó a la central de las enfermeras y le encontró con aquella mujer de Contabilidad. Siempre detrás de alguna mujer. Observó durante unos segundos.

- ¡Eso te va a costar más de veinte dólares! – Gritó desde el otro lado a su amigo.

Wilson le miró como quien trata de corregir a un niño por su mal comportamiento. Que pena que aquello fuese algo que House ignoraba siempre. Se disculpó con su acompañante femenina y se dirigió hacia su amigo que le sonreía con una pequeña mueca en su cara.

- No estaba ligando.
- Y yo no estoy cojo, solo que el bastón me hace parecer más sexy. – Contestó a un indignado Wilson.
- ¿Qué quieres ahora? – Trató de llevar la conversación a lo que realmente importaba.
- No lo vas a creer. El niño es hijo de mama pero no de papa.
- ¿Qué coño dices? – Preguntó.
- El niño moribundo tiene dos papas. El que puso la semillita en mamá y el que le dio los biberones y le cambió los pañales cuando era un querubín.
- Joder… - Wilson no salía de su asombro.
- Mira, eso mismo he dicho yo. – Apuntó. – Así que hemos hecho la única prueba que descartamos.
- ADN.
- Premio. – Le dedicó una amplia sonrisa.

Se encontraron en la puerta del despacho de Wilson sin darse cuenta.

- Por cierto, ya sé quién es el tal Joe. – Dijo House triunfante. – Me indigna que hayas estado todo este tiempo sabiéndolo y no me lo hayas contado. Pensé que entre amigos no hay secretos. – Puso cara de cordero degollado.
- Digamos que yo no te conté eso del mismo modo que tú no me quieres hablar de Cameron.
- ¿Cameron? Morena, escuálida, oposita para Madre Teresa de Calcuta…
- House. – El tono de su voz era grave.

Justo en ese momento sonó el busca de House. Una campana que le salvaba de una conversación que no le apetecía tener. Wilson sonrió asintiendo con la cabeza y House le devolvió la sonrisa.

Por la cara que tenían los tres cuando entró en el laboratorio las noticias no pintaban buenas precisamente.

- ¿Qué tenéis para mí? – Preguntó temiendo cualquier cosa.
- Enfermedad de Batten. – Dijo Foreman mientras le pasaba los resultados.
- El padre es el portador. – Apuntó Chase fastidiado.
- Joder. Decírselo a la madre y al padrastro. – Dijo House.
- ¿Vamos a decirles la verdad? – Preguntó Cameron afectada. House le sostuvo la mirada.
- Todo el mundo miente, alguna vez, supongo. – Dijo House tratando de contestar a su respuesta.

No iba a ser nada fácil enfrentarse a eso. Pidieron a los padres que les acompañasen a una de las salas de espera para familiares y se sentaron frente a ellos. Sus ojeras eran el reflejo del cansancio, de las horas sin dormir, sin comer. Lo hacían todo mucho más complicado. Cameron que estaba sentada entre sus dos compañeros rompió el hielo.

- Verán, por fin hemos descubierto que es lo que tiene su hijo. – Dijo pausadamente. – Se trata de la enfermedad de Batten. Es una enfermedad hereditaria, pero que en muy pocos casos se da sin relación alguna con sus progenitores. – Les mintió. Trato de mantenerse firme, de que sus palabras solo portasen una realidad creada para engañarles.
- ¿Qué quiere decir¿Cuándo empezarán a tratarle? – Preguntaba el padre mientras cogía con fuerza las manos de su esposa.
- No, no tiene tratamiento. – Chase pronunció aquellas palabras como quien condena a muerte a un inocente en un juicio.
- Es una enfermedad degenerativa. Su hijo ha empezado a sufrir los síntomas ahora. Y aunque no hay tratamiento su esperanza de vida se alarga hasta principios de los veinte años, incluso los treinta. – Foreman trataba de sonar alentador.
- Están diciendo que no va a recuperar la vista... – La madre no podía evitar llorar mientras pronunciaba con dificultad.

Foreman negó con la cabeza. Aquello era insoportable. Como si todo el dolor de aquellos padres atravesase sus cuerpos. Esa era la peor parte de su trabajo con diferencia.

- Los ataques que pueda tener se pueden controlar con varios medicamentos y existe la terapia física que puede ayudarle a mantener una calidad de vida mejor y prolongarla… - Cameron sentía como a medida que las palabras salían de su boca se sentía más débil.
- Existe una terapia experimental. Su hijo no va a morir hoy y aún pueden luchar por él. – Dijo Chase tratando de ser convincente.
- Pero¿y su corazón? – Preguntó el padre que estaba más calmado que la madre.
- El transplante se llevará a cabo. – Afirmó Foreman.
- Gracias.

No podían evitar sentirse miserables. Aquellos padres les daban las gracias por diagnosticar una enfermedad mortal a su hijo. Su vida iba a ser un martirio a partir de ahora, todo cambiaría, y ellos les daban las gracias. Se levantaron y les dejaron solos.

House jugaba con su pelota en su despacho. La tiraba contra la pared y la mantenía de vuelta en su bastón. Chase y Foreman interrumpieron su momento de ocio y despreocupación.

- Ya está. – Dijo Chase sentándose abatido.
- ¿Hablaras con Cuddy para lo del transplante? – Preguntó Foreman.
- La he llamado mientras estabais con los padres. Está el primero en la lista. – Dijo House volviendo a su juego.
- Bien. – Se sentó junto a su compañero.
- ¿Y Cameron? – Preguntó House viendo que no estaba con ellos.
- Estaba un poco afectada así que habrá ido a tomar aire supongo. – Dijo Chase.

Miró hacia Foreman y Chase y después al suelo. Tan típico de Cameron. Lanzó la pelota hacia Chase que tuvo los reflejos suficientes como para cogerla en el aire y salió del despacho.