Definitivamente, tal vez

Parte II


La siguiente vez que Makoto vio a Sousuke ya no estaban en un pub repleto de gente, sino en una cafetería tranquila cuya melodía se dejaba oír a volumen moderado. Para ambos, un sitio mucho más agradable que el de su último encuentro.

—¿Todo bien? —comenzó preguntando el moreno.

—S-sí, eso creo —respondió Makoto, con la mirada clavada en la taza de café con generosas cantidades de crema que tenía justo delante.

Sousuke se quedó observándolo un momento antes de disparar:

—¿Cuándo lo harás?

No hacía falta preguntar a qué se refería.

—Supongo que… apenas tenga la oportunidad —susurró Makoto, notoriamente inseguro. Sousuke se percató de ello.

—No pensarás en retractarte, ¿o sí? Rin te dejó el camino libre.

El castaño hizo una pausa en la que bebió un poco de su café cremoso.

—Sousuke, me he estado preguntando… —Levantó la vista hacia él—. ¿No deberías estar de lado de Rin?

—Estoy de lado de Rin —confirmó Sousuke.

—¿Ah? Pero tú también crees que a él le gusta Haru.

—Sí, lo creo.

—Entonces, ¿por qué…?

Dejó la pregunta suspendida.

Sousuke acababa de bajar la mirada con una expresión que, de pronto, rebosaba melancolía y resignación. En silencio, Makoto lo vio apoyar el rostro en una de sus manos, mientras contemplaba a los transeúntes pasar a través del cristal de la ventana. Sostenía su expreso a medio llenar con la punta de los dedos, haciéndolo girar sobre la superficie con suavidad.

—Porque si tú te declaras, solo hay dos posibilidades —explicó sin mirarlo.

—¿Posibilidades? —repitió Makoto.

—La primera es que algo cambie entre nosotros. —Sousuke hizo una pausa en la que se terminaba su café—. Y la segunda, que todo esto acabe de una vez.

Y había algo muy pesado al referirse a esto, porque no solamente competía a Haru y a Makoto. También estaba hablando de Rin… Y de él mismo.

Makoto lo sabía.

—Sousuke…

—Pase lo que pase, no perderás nada —lo tranquilizó rápidamente—. Es tal y como dijo Rin.

—¿Qué hay de ti?

El castaño entonaba preocupación. No hacía falta especificar.

Una sonrisa cargada de ironía escapó de los labios de Yamazaki.

—Lo mismo me pregunto yo.


Habían transcurrido dos semanas desde esa extraña conversación en el pub, pero Rin no podía quitársela de la cabeza. Quizá se debiera a la abochornada expresión que tenía Makoto en el rostro, o a la intimidante elocuencia de Sousuke, que hablaba como si todo lo supiera. "No vengas a llorar después", había dicho.

Qué rayos.

Él no sabía lo que pasaba por su mente y corazón, por mucho que fueran mejores amigos desde la infancia. Ellos no eran como Haru y Makoto: no estaban destinados a estar juntos por una fuerza que superaba cualquier lógica natural, ni se interpretaban como libros abiertos el uno al otro.

Chasqueó la lengua, irritado.

Se concentró nuevamente en sus amenazadoras brazadas que cortaban el agua a cada impulso. No tenía tiempo para tonterías. Volvería a Sídney en menos de un mes y quería competir contra Haru en óptimas condiciones antes de que eso sucediera. "Le demostraré cuánto he mejorado este año", se repetía constantemente, obligándose a olvidar las palabras de Sousuke.

Los líos amorosos nada tenían que ver con sus objetivos. El delfín y él solo eran rivales. Y los rivales estaban hechos de sueños en común, un romanticismo que podía permitirse al comprender que ninguno se pertenecía. Después de todo, la libertad que tanto amaban era la base de su vínculo. Daba igual si los demás lo malinterpretaban.

Convencido de esto, encontró al implicado en la salida del complejo deportivo, tal y como habían acordado esa mañana.

—¡Qué agotador! Mikhail sí que se excedió hoy —comentó Rin después de saludarlo, estirándose con aparente naturalidad mientras caminaba a su lado. Haru permaneció en silencio—. ¿Qué tal estuvo el entrenamiento?

—Normal —respondió su inexpresivo amigo.

Pero Rin notó algo diferente en él. Sus ojos claros, tan profundos y directos como solían ser, lo evadían.

—¿Sucede algo? —preguntó con extrañeza.

Haru hizo una pausa. Su incomodidad era palpable y Rin, en una milésima de segundo, supuso lo que se venía.

—Rin… Makoto y yo estamos saliendo —soltó sin rodeos, mirándolo al fin.

El pelirrojo sintió claramente cómo sus entrañas daban una voltereta violenta, involuntaria, como si aspiraran alcanzarle la garganta. Reconoció un imperceptible rubor en las mejillas ajenas, gesto que delataba los primeros atisbos de un paisaje nunca antes visto. Un Haru tímido, avergonzado. Enamorado, quizá.

Vale, tal vez eso último era ir demasiado lejos… "¿O no?"

Se esforzó en lucir compuesto, a pesar de que la sensación acababa de abrumarlo por completo. No lograba identificar si aquello se debía a la noticia o a la imagen que Haru le mostraba de sí mismo, disparando su imaginación siempre productiva. Enarcó ambas cejas y separó los labios, solo para inmediatamente volverlos a juntar.

Él estaba expectante a su reacción. No era momento para quedarse pasmado como un bobo.

—Va-vaya… Qué sorpresa… —balbuceó con nerviosismo, llevándose una mano hasta la nuca—. No sabía que él… te gustara de esa manera.

—Me dijo que ya lo sabías —cortó Haru, sin apartarle la mirada de encima.

¿Acaso eso importaba ahora?

Rin suspiró.

—Makoto lo único que hizo fue comentarme de sus sentimientos por ti. No creí que esto sucedería —aclaró con sinceridad—. ¿Desde hace cuánto…?

—Un poco más de una semana.

—¿Soy el único que no estaba al tanto? —Haru asintió—. Maldición. —Rin cruzó sus brazos y desvió la vista, haciéndose el ofendido para disimular un poco el huracán de emociones que era su interior—. Bueno… Felicidades, supongo.

Nanase arrugó levemente el ceño. No parecía ser la respuesta que esperaba.

—Gracias, supongo —respondió, empleando un tono seco e impersonal.

Y siguieron caminando uno junto al otro, acompañados de la luz de la tarde y el bullicio citadino a su alrededor in crescendo.

Se suponía que Haru mostraría a Rin algunos buenos lugares en Tokio, algo que el pelirrojo venía exigiendo desde antes de su llegada. No obstante, el tiburón cambió de parecer a último minuto, argumentando cansancio, y sus pasos tomaron un rumbo diferente. Haru no protestó y lo siguió, cumpliendo al menos con acompañarlo hasta el hotel donde se estaba hospedando junto al equipo australiano. Ninguno se dirigió la palabra durante el regreso.

Claro, hasta que Rin no pudo soportar más esa extraña y silenciosa tensión.

—Oye —lo llamó, dispuesto a formular la pregunta que había querido hacer desde que salieron de las instalaciones deportivas. Haru volteó hacia él—. ¿Makoto te gusta?

Ambos se detuvieron.

Más tensión. Más silencio.

—Claro que sí. Estamos saliendo —respondió, después de dudarlo un poco.

—Pe-pero ustedes han sido amigos desde… siempre —balbuceó Rin, sintiendo cómo los colores le subían al rostro—. ¿Acaso no era suficiente continuar así?

—Para mí estaba bien, pero no para él. Makoto quería que tuviéramos una relación como la de Rei y Nagisa.

—¿Y tú simplemente aceptaste? —Haru parpadeó con perplejidad. Sin saber qué más responder, inclinó la cabeza, para indignación de Rin—: Eso no está bien. No puedes estar con alguien solo para darle en el gusto o para satisfacer tu curiosidad, ¡eso es jugar con sus sentimientos!

—Claro que no —se defendió Haru—. Si estuviera jugando con él, no me tomaría en serio sus palabras. Y lo hago. Makoto me quiere de verdad y me entiende más que nadie, es una certeza que tengo desde niño. Si pensamos en una pareja para mí, solo puede ser Makoto, ¿no crees?

Rin sabía todo eso y coincidía sinceramente con sus palabras, es más, parecía como si Haru estuviera parafraseando lo mismo que él dijo a Makoto esa noche en el pub.

Aun así, escucharlo de su boca dolía como acero clavado sobre la piel.

Haru acostumbraba a expresarse en escuetos monosílabos, una forma de comunicación que Rin consideraba mezquina, pues siempre lo dejaba en ascuas. Ahora era diferente. Hablaba fuerte y sin dudar; formulaba oraciones enteras y compuestas para referirse a su inquebrantable relación con Makoto. Escucharlo así resultaba novedoso y hasta placentero, a pesar de las extrañas circunstancias que los envolvían.

"Definitivamente, Haru ha crecido mucho. Quizá más que yo."

—Tienes razón —afirmó, sin disimular su abatimiento—. Es lo que tiene que ser.

Su respuesta, sin embargo, lo único que hizo fue alterar aún más a Haruka:

—No pareces conforme —soltó con los puños apretados, a la defensiva.

—¿Ah?

—¿Tanto te desagrada que esté con un chico?

—¡Claro que no! —aclaró rápidamente Rin—. Lo único que me desagrada es ser el último en enterarme de estas cosas.

—No fue a propósito, Makoto le contó a Kisumi y él desembuchó todo. ¿Tan importante es para ti? —Haru avanzó un paso hacia él, abrasándolo con un fuego que Rin no sabía que guardaba en su interior. El pelirrojo se sintió acorralado—. ¿Qué hubieras ganado con saberlo antes?

Haru no gritaba, no era necesario. Solo hablaba con firmeza y claridad. Y Rin no poseía ninguna de las dos.

—¡Nada! ¡Ya déjame en paz! —explotó al fin, sin querer referirse más al tema.

Se marchó agresivamente hacia el hotel, dejando a Haru en medio de la acera, solo y lleno de preguntas.


Mientras todo eso sucedía, Makoto llamaba a Sousuke por teléfono para contarle las buenas nuevas. Hubiese preferido reunirse con él en la cafetería habitual, pero ya había pasado más de una semana desde su confesión y las respectivas ocupaciones de ambos les impedían concretar un encuentro.

Por culpa y gracia de Kisumi todos sus amigos estaban al tanto de su relación, solo faltaba informar a Sousuke y a Rin. Y Makoto definitivamente no quería que su principal confidente se enterara por terceros.

—Así que todo salió bien, ¿eh? —se alegró el moreno después de escuchar la noticia. Él se encontraba sentado en el escritorio de su habitación, observando el cielo que anochecía a través de la ventana.

—Sí, ¡aún no me lo creo! —exclamó Makoto con el celular apegado a la oreja, mientras iba de un lado a otro ordenando su departamento. La emoción podía palparse aun desde el otro lado del auricular.

Sousuke sonrió, pensativo.

—¿Cómo exactamente fue que le pediste salir? —preguntó con curiosidad.

—No lo hice.

—¿Eh?

—Le confesé mis sentimientos y Haru solo dijo: "Entonces, ¿deberíamos salir?" —recordó Makoto, un tanto divertido—. Yo respondí que solo si él lo deseaba, a lo que me dijo que "si era yo, estaba bien".

En la soledad de su habitación, Sousuke enarcó una ceja.

—¿En ningún momento dijo que también le gustabas? —indagó.

—No, pero, ¿es necesario realmente? Al salir juntos se infiere que nos queremos de la misma forma —argumentó el castaño con tranquilidad—. Además, conozco a Haru. No es muy bueno con las palabras, pero sé que no aceptaría esto si no lo deseara.

—Si tú lo dices —murmuró Sousuke, no tan seguro como él, para entonces sonreír desde el fondo de su corazón y decir—: Felicidades, Makoto.

—¡No lo habría conseguido sin ti! —Con una gran sonrisa en el rostro, Makoto revisó la hora en su reloj pulsera—. Vaya, ¡qué tarde es! Tengo que preparar todo para mañana. Haru y yo tendremos una cita... Ah, ¡se siente tan bien decirlo! Hablamos después, Sousuke.

—Sí, hablamos.

La llamada se cortó y la expresión de Yamazaki ensombreció. Tal y como le había dicho a Makoto en su último encuentro, esperaba que algo cambiara entre ellos si las cosas acababan así, como siempre debieron ser. Y cuando se refería a algo, más bien quería referirse a alguien. A Rin.

"Me pregunto cómo se lo tomará", pensó, no sin cierto resquemor asomado en sus ojos aguamarina, fijos en la pantalla del móvil. El nombre de Makoto aún estaba ahí.


NOTAS DE LA AUTORA:

Con la salida de la película "The Final Stroke" pensé que el Freedom iba a revivir, pero nada.

No los culpo en todo caso, la tercera temporada estuvo pésima.

Y casi no tuvo RinHaru/HaruRin, lo que para mí es sinónimo de fiasco total.

Bueno, ¿y por qué estoy ambientando este fic en la tercera temporada? Porque universitarios.