CAPÍTULO 13: Vacaciones movidas
31 de Junio, lunes
Harry cogió la carta de Hogwarts con sus cualificaciones. Nunca antes había recibido las notas tan pronto aunque suponía que el hecho de haber tomado solo 4 exámenes tendría algo que ver. Su nota más baja era un Supera Expectativas en Historia, aunque estaba orgulloso de esa nota después de lo horrible que era estudiar la teoría. En Encantamientos y Adivinación había sacado un Extraordinario, sorprendentemente, y en Estudios Muggles incluso había recibido un plus, resultando su cualificación en un 105%.
—Estoy orgulloso, Harry —le sonrió Remus, al ver sus cualificaciones—. Tus padres también lo estarían.
—Sobre todo Lily —rio Sirius, dándole un abrazo corto—. Yo también estoy orgulloso. Te mereces esta tarta.
Harry bufó una risa, sabedor que la tarta era suya de antemano ya que la había hecho él, pero tomó un trozo de suculento pastel de chocolate. Se sintió extrañamente orgulloso también de él mismo. Había conseguido lo que se había propuesto y con buena nota, aunque claro, la ayuda de sus amigos y estudiar para el torneo había hecho bastante. Ahora lo que se proponía era estudiar para examinarse el 1 de Setiembre en el Ministerio de sus TIMOs de Astronomía y Cuidado de Criaturas Mágicas y, sintiéndose valiente, de sus ÉXTASIS de Encantamientos y Estudios Muggle. Si lo conseguía significaría que no tendría que cursarlas en Hogwarts ya que no había pensado continuarlas, a no ser que fueran por su propia cuenta. Eso le dejaría solo con 5 asignaturas ese siguiente curso, la mitad de lo normal, para examinarse en los TIMO: Defensa, Herbología, Pociones, Runas y Transfiguración. Guardó la carta con sus notas y dejó de pensar en los estudios.
—¿A qué hora llegan tus amigos? —le preguntó Sirius.
—Dentro de unas horas. ¿Por qué?
—Tengo una reunión con Amelia Bones esta mañana pero estaba a punto de decirle que no.
Harry le miró con sorpresa. Llevaba casi 6 días encerrado en Grimmauld Place, solo visitado por Andrómeda y su hija Tonks. Ni siquiera sus amigos o alguien de la escuela se había presentado a verle. Sabía que era cosa de Sirius, y Remus, que habían negado la entrada a visitantes hasta que se aclarara todo el desastre del torneo que, a pesar de la rueda de prensa del día 25, todavía seguía en marcha desde las sombras. Amelia Bones había dado la rueda de prensa en persona así que había sido ella misma la que había impedido que el regreso de Voldemort saliera a la luz.
—Dumbledore ha estado husmeando en busca de información —le comentó Remus—. A pesar de que estaba allí cuando descubrieron a Diggory encerrado en una de las aulas no sabe exactamente qué ha pasado.
—Solo con eso ya imagino qué debe estar pensando… —dijo él.
—Una cosa es imaginar y otra cosa tener pruebas —cortó Sirius con firmeza—. Dumbledore puede entrometerse cuanto quiera, pero ahora mismo no tiene permiso para leer ningún informe de los aurores.
—Además, con Moody retirado, y apartado del Ministerio después del fiasco de tu secuestro y del torneo, y todos los aurores al tanto bajo las órdenes de Bones no creo que le sea posible enterarse de nada durante un tiempo.
Harry lo dudaba bastante. Tenía el presentimiento de que Dumbledore estaba involucrado también en el departamento de los aurores. Suponía que si no se había enterado ya era porque Bones había activado alguna orden mágica o algo parecido al secreto de sumario. Dio gracias a Merlín, a Morgana o a quien fuera, que Sirius hubiera tenido la brillante idea de llamarla durante la tercera prueba. De lo contrario no sabía dónde estaría ahora mismo. Crouch le había asegurado a Pettigrew que le secuestraría él mismo de Hogwarts, pensándose que Harry había tirado la toalla en el torneo desde el principio y que debería estar en el castillo.
Sinceramente, sabía que si no había muerto mientras estaba disfrazado de la campeona de Beauxbatons era porque Fleur Delacour no era una súbdita del país y podría ocasionarles muchos problemas diplomáticos, o peores, al Reino Unido de haber aparecido muerta junto a la copa. Si no, ¿por qué habría usado Crouch el stupefy primero y luego la maldición mortal cuando vio que se escapaba con el traslador que debía ser para Harry Potter? De hecho, esa era la razón por la que había elegido a Fleur. Estaba entre Delacour o Krum, y Viktor Krum era demasiado famoso como para intentarlo, además de que había pensado que seguramente sabría más magia oscura que Delacour, siendo alumno de Durmstrang, y hubiera sido más difícil de aturdir.
En realidad, su plan había funcionado, se dijo. No había sabido cómo iba a pasar, pero sabía que alguien estaría buscando a Harry Potter así que había pensado, ¿por qué no cambiar de rostro? Después de todo, tenía a otros 3 campeones donde elegir. Por suerte no lo intentó con Crouch disfrazado a su vez de Cedric, o no quería saber qué hubiera pasado. Solamente cuando meditó y practicó los siguientes días su oclumancia se dio cuenta de lo que realmente había pasado en el laberinto. No sabía cuándo había incapacitado Crouch a Cedric pero sabía que el Cedric que le deseó buena suerte no era el verdadero Cedric Diggory, de lo contrario ahora mismo no sería un squib. Eso significaba que el Cedric que vio merodeando el laberinto no estaba huyendo de la sphinx o buscando la copa sino a él. Sí. Su plan había funcionado, mejor incluso de lo que había imaginado, se dijo estremeciéndose.
—Dile que sí, Sirius —dijo finalmente él, saliendo de sus memorias—. Ahora mismo necesitamos información más que celebrar mi victoria en el torneo.
—Además, solo serían un par de horas —contestó Remus, mirando a Sirius por encima del diario profético—. El problema es que a Sirius le da pereza reunirse con el Ministerio.
Sirius masculló por lo bajo. —Políticos corruptos, aurores ineficaces… el Ministerio es un chiste.
Harry evitó comentar nada, en parte porque ambos tenían razón. Al final, Sirius accedió y se desapareció. Harry subió a su habitación y siguió haciendo sus tareas de Hogwarts, dispuesto a acabarlas cuanto antes. De hecho, era lo único que hacía desde que recuperó la consciencia hacía 6 días. Eso, estudiar oclumancia y seguir con su rutina de entrenamiento físico. Justo cuando acababa de firmar la redacción de Transfiguración apareció Remus por la puerta.
—¿Te importa si hablamos un momento? —preguntó Remus con el rostro serio—. Charlus también quiere hablar contigo.
Harry se sorprendió. Hacía días que no hablaba con su abuelo. El retrato les había pedido tiempo para comprender todo lo que le había pasado y luego Harry había estado demasiado ocupado con el torneo como para visitarle. Se encaminaron hacia la biblioteca donde habían colgado el retrato, ya que estaba protegida con barreras mágicas de sangre y no había otros retratos, y se sentaron en las butacas frente al cuadro de su abuelo.
—¡Harry! Ya me han puesto al día de tus últimas… aventuras —le dijo su abuelo con una media sonrisa—. Felicidades por ganar el torneo. ¡Y casi 4 años más joven que tus competidores! ¡Increíble!
—Gracias —contestó él, evitando pensar por todo lo que había pasado para ganar y vivir.
Remus se aclaró la garganta. —El caso es que estamos aquí porque queremos hablarte del "plan B" que pediste.
—El torneo te ha ayudado a emanciparte y a salir del control de Dumbledore y del yugo de los Dursley, como ya sabes —empezó su abuelo—. Por otro lado, desde que te pusiste el anillo eres Lord Potter. El último Potter de la familia, para ser exactos, a pesar de todos los lazos de sangre que tenemos. Aun así, solo tienes 15 años, en un mes al menos, nadie te tomaría en serio en el Wizenmagot aunque técnicamente puedes sentarte en el asiento de los Potter en la cámara del Ministerio. Bueno, eso sería lo normal a no ser que te llames Harry Potter.
El rostro de Harry se contrajo en una mezcla de enfado, burla e irritación.
—El caso es que no creo que quieras tomar posesión ahora de tu asiento, ¿no es así? —le preguntó retóricamente Remus y él negó—. Entonces debemos buscarte un apoderado que se siente en el Wizenmagot y vote en tu nombre.
—Para ello necesitas a alguien de confianza o puedes contratar a alguien en un bufete de abogados que, por un módico precio, será tu apoderado y firmará un contrato. Así evitaremos que vote otra cosa que no sea lo que le pidas.
Harry asintió, comprendiendo lo que le estaban diciendo. Realmente prefería a alguien contratado antes que confiar ciegamente en alguien con los votos de su familia. Además, pensándolo bien, así también evitaba que Dumbledore pudiera, de alguna forma rocambolesca e improbable, intentar manipular sus votos.
—De hecho, esto mismo se está planteando hacer Sirius —dijo Remus, para la sorpresa de todos—. Desde que tiene que sentarse en su asiento en el Wizenmagot no tiene tiempo para casi nada. Incluso desistió temporalmente de buscar el horrocrux desconocido de Voldemort ya que este año ha sido especialmente… movido.
—Ahora que has ganado el torneo y que tienes como mínimo uno de tus TIMO aprobado eso significa que estás casi totalmente emancipado —le informó Charlus—. Lo estarás del todo cuando cumplas la edad mínima a los 15 años. Lo que significa que necesitarás sentarte en el Wizenmagot en la siguiente sesión a no ser que encuentres a alguien.
—Sirius ha hablado con el bufete de abogados que ha contratado contra tus tíos, y al parecer ofertan también este servicio —le comentó Remus—. Si quieres podemos entrevistarlos.
—¿Cuándo puedo reunirme con el bufete para decidirme por alguien?
—Mañana mismo si quieres. Hemos pensado en comentarte todo esto hoy y darte tiempo a meditar sobre ello.
Harry asintió, pensativo. Lo cierto es que, aunque sentía curiosidad, no quería pisar el Wizenmagot y ver a Lucius Malfoy y a toda la gentuza que lamía los pies voluntariamente a Voldemort. Sabía que podría acabar muy mal si perdía los estribos.
—Y, relacionado con todo esto, ya sabes que los TIMO es lo mínimo que necesitas para dejar Hogwarts. Sin embargo, te encuentras en una situación algo extraordinaria. Tienes 4 TIMO aprobados, pero desde el 23 de Junio estás apuntado en las listas de Hogwarts para quinto curso ya que no tenías los 15 años…
—¿Qué es eso de los 15 años? —preguntó finalmente con exasperación.
—Es la edad mínima para emanciparse y sentarse en el Wizenmagot. También es la edad a la que se cursan los TIMOs que son lo mínimo requerido para dejar Hogwarts.
Harry suspiró. —Así que por un solo mes tengo que seguir en Hogwarts al menos un curso más, ¿no es así? Bueno, esa era la idea.
—Lo cierto es que, aunque pudiéramos legalmente sacarte de Hogwarts, que podemos, tardaríamos bastante tiempo siendo quién eres. Quizás ni siquiera nos dejaran avanzar las acciones legales y eso te obligaría de igual forma a volver a Hogwarts.
Apretó la mandíbula al darse cuenta de porqué. No querían dejarle ir siendo un icono y el chivo expiatorio perfecto, si fuera necesario. Alargarían el papeleo lo máximo posible hasta que desistiera. Al final, con un ligero dolor de cabeza, tuvo que admitir derrota. Después de todo, solo perdería el tiempo intentando buscar una solución para algo que ni siquiera se había planteado hacía meses, y que seguramente era poco probable.
—Una vez que tenga todos mis TIMO y cumpla 15 años no tendré porqué volver a Hogwarts, ¿no es así?
—Así es. Aunque esto supone otro problema… —Harry suspiró con resignación y cansancio—. Por mucho que dejes Hogwarts si te quedas en el país, tarde o temprano, tendrás algún problema con el Ministerio ya que no creo que quieras trabajar para éste y tampoco puedes ignorar quién eres… Lo mínimo que puede sucederte es que no paren de incordiarte tanto el Ministerio y otras entidades como el Diario Profético.
—Por no hablar de que Voldemort te estará buscando.
—Entonces, ¿qué hago? —preguntó él—. ¿Me voy del país?
Remus y Charlus intercambiaron miradas durante un par de segundos.
—Como mínimo necesitarías una segunda nacionalidad o de lo contrario podrían repatriarte a la fuerza.
Harry se levantó, incapaz de seguir escuchando una palabra más, y se fue. ¿Por qué era tan difícil ser un adolescente normal? Se mordió la lengua y evitó gritar de la ira.
4 de Julio, viernes
—¿Te acuerdas de aquellos papeles que le entregamos a Bones y de los que no supimos nada?
Harry alzó la cabeza rápidamente, mirando con una ceja alzada a Sirius. Llevaba toda la semana viéndose con Bones y con el Ministerio. Había estado tan ocupado que fue Remus el que le acompañó al bufete para entrevistarse y contratar a un apoderado, que finalmente fue Wilas Moon, el padre de Lily Moon su compañera de curso en Ravenclaw. Tendría casi un mes en trabajar con él para que votara según sus acuerdos, pero estaba confiado en que harían un buen trabajo.
—Al parecer ella, junto con aurores de confianza, han estado investigando extraoficialmente las acusaciones. Durante todo este tiempo han estado verificando los papeles y ahora que el torneo ha acabado piensan empezar a llevar a juicio a algunas personas.
Harry quedó gratamente sorprendido. —¿¡En serio!?
—Y tan en serio —rio Sirius con una sonrisa—. Tu voto será de gran ayuda en las próximas sesiones del Wizenmagot.
—Sinceramente, casi no lo puedo creer.
—Yo tampoco, la verdad —le dijo su abuelo cuando se lo comentó—. El Wizenmagot siempre ha sido lento de cambio, seguramente porque a nadie le gusta tocar el status quo para no perder poder. Además, mucha de la gente que representaba el cambio ha muerto o han sido asesinados por la facción oscura. Hablando de eso, Sirius, yo le recordaría a Amelia Bones lo que pasó con su hermano hace años puesto que puede volverle a pasar a ella, y ahora mismo es la cabeza de este nuevo movimiento.
Se hizo un silencio tenso y luego Sirius asintió, pensativo. —Tienes toda la razón. Le recomendaré que mejore sus protecciones en cuanto la vea.
Después de eso no volvió a saber nada de los papeles. Sabía que Bones estaba intentando mantenerlo en secreto lo máximo posible, según Sirius, hasta que no contara con el apoyo de su voto puesto que, aunque era menor de edad, su nombre tenía cierto peso.
Esa misma tarde, Sirius le había comentado que intentarían darle una segunda nacionalidad, una francesa, con tal de que pudiera salir del país legalmente. Según le había dicho su abuelo, Francia tenía estrictas políticas contra el terrorismo debido a lo que sufrió bajo los constantes ataques de Grindelwald. Esas políticas podrían beneficiarle, sobre todo cuando todos supieran que Voldemort había regresado en carne y hueso, aunque por suerte sin usar su sangre.
Y meditando sobre eso… Harry seguía sin poder comprender que Cedric, Cedric, finalmente había sido el mayor perjudicado del torneo, y pensar que normalmente la víctima era él… La sensación de ser, por primera vez en años, la persona normal mientras otro recibe las miradas de todos era totalmente exhilarante. ¿Era así como se sentía alguien del montón? ¿Seguro de sí mismo debido a que nadie le prestaba la más mínima pizca de atención? ¿Confiado en que sus asuntos eran realmente privados, en que nadie iba a decir nada de cómo vestía, sobre lo que hacía o pensaba porque a nadie le interesaba? Siendo honestos, ¿a quién le gustaba ser famoso? A veces le daban ganas de cambiarse de nombre y de apariencia, pero le daba rabia pensar que la gente, el rebaño de idiotas que eran, fuera capaz de llevarlo a dichos extremos y hacer que dejara su nombre y su sangre de lado para poder vivir en paz.
Pensar que realmente el Cedric del laberinto era Crouch… Había sido un buen intento. Nunca lo habría imaginado, sobre todo porque había visto a Cedric esa misma tarde en el mapa con sus amigos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al darse cuenta de que Crouch debía estar en el castillo o en los alrededores, acechando. Había sido capaz de hacerse pasar tan bien por Cedric que incluso se había presentado ante los padres de su víctima como su propio hijo. Sintió algo de nauseas al pensarlo. El hecho, además, de que Krum estuviera bajo el Imperius le hizo pensar que había un mortífago en el laberinto, y tenía razón, pero al final no fue quién creía. No sabía si reírse o llorar al darse cuenta de que Voldemort y él habían pensado esencialmente en el mismo plan, la única diferencia era el motivo y los escrúpulos que tenía Harry: Voldemort había usado el multijugos para secuestrarlo, sin importar qué le pasaba a Cedric, mientras que él había usado la poción para sobrevivir, esperando que Fleur entrara al laberinto para que contara como un intento de participación.
Cogió el diario profético, que ahora leía con diligencia a pesar de odiarlo en su fuero interno, y escaneó con detalle todas las noticias. Si algo había aprendido de Hermione era investigar y organizar la información. Era por eso que había comprado una carpeta en la cual ponía los recortes que le interesaban, todos ellos conectados con actividades sospechosas que seguramente eran obra de Voldemort, con el Wizenmagot y, en definitiva, todo aquello que le interesaba. Poco a poco se estaba haciendo la idea de lo que estaba pasando. Por ejemplo, había una noticia sobre un incendio en uno de los invernaderos de la familia Greengrass donde cultivaban algunas plantas mágicas bastante caras para pociones. Paralelamente, por lo que decía Sirius que tenía acceso todavía a la información de Blacks como Narcisa Malfoy, los Malfoy estaban a punto de finalizar un contrato matrimonial entre Draco y Astoria Greengrass. Días más tarde, los Greengrass movieron su voto neutral del Wizenmagot a la sección oscura. Sin contexto solo parecían una serie de sucesos normales, un fuego accidental, un cambio político como otro cualquiera, un contrato entre dos grandes familias como se había hecho siempre…
Sin embargo, Harry sabía que Voldemort estaba en casa de los Malfoy y que los Greengrass en la anterior guerra se habían mantenido neutrales, cosa que les valió para sobrevivir la mayoría de sus miembros y para seguir creciendo económicamente. En comparación con otras familias que siguieron a Voldemort, los Greengrass eran mucho más ricos mientras que otros como los Lestrange, que habían perdido casi todo su poder, y prácticamente a todos sus integrantes. Visto así quizás el fuego no era tan accidental sino una amenaza, quizás el contrato no era un acuerdo para bien entre familias sino una orden y quizás el cambio político no era más que una suplantación del derecho de voto de los Greengrass.
Cuanto más investigaba más se daba cuenta de que Voldemort estaba haciendo algo, al contrario de lo que muchos hubieran pensado. Ahora mismo debía estar reuniendo nuevos siervos, buscando gente rica que pudiera fundar su guerra, tanto si lo querían como si no. Después de todo, la mayoría de familias que le habían apoyado antes ahora estaban muertas o a punto de desaparecer gracias a la matanza de Azkaban. La fortuna de muchas de esas familias se había repartido entre familiares que se habían ido del país hacía años o habían caído en manos de otras familias con fuertes lazos de sangre, poco dispuestas a darle dinero a un loco, y encima mestizo. El ejemplo perfecto era Sirius, a quién le habían dado toda la fortuna de los Lestrange debido a que era el pariente más cercano de la antigua familia de Bellatrix Lestrange, pasando incluso por encima de Narcisa que ahora era una Malfoy gracias a la falta de testamento.
Aun así, a pesar de estar investigando lo que sucedía fuera de las paredes de Grimmauld Place, poco tenía por hacer además de estudiar, ejercitarse y practicar la magia aunque, siendo sinceros, prefería estudiar todo el día entero que estar encerrado en el segundo cuarto de Dudley.
11 de Julio, viernes
Harry vio como pasaba página Hermione, leyendo detenidamente la carpeta de recortes y demás información.
—Tienes razón. Voldemort parece planear pasar desapercibido —comentó al final con un suspiro profundo—. De no haber muerto por enfermedad la mayoría de prisioneros hubiera apostado que uno de sus objetivos habría sido liberarlos de Azkaban tarde o temprano.
Neville asintió y Luna, tumbada en su cama, movió las manos como si fuera a coger algo. Harry llevaba invitando a sus amigos un par de tardes cada semana aunque solo le habían podido visitar Neville y Luna ya que Hermione se había ido de viaje con sus padres. Esa tarde era el primer día de vuelta al país y Harry no había tardado ni 5 minutos en enviarle a Hedwig con la dirección del parque más cercano puesto que Grimmauld Place volvía a estar bajo el Fidelus.
—Desde la desaparición de Skeeter el diario es mucho más riguroso —afirmó con entusiasmo Neville y luego ojeó las páginas—. La mayoría de estos artículos no habrían visto la luz con ella allí.
—Habrían quedado sepultados bajo tu periodismo sensacionalista —Luna pareció extrañamente seria, a pesar de actuar como una lunática al mismo tiempo—. Sin sus artículos llenando de torposoplos los cerebros de la gente ahora el pueblo es más consciente de la verdad.
Hermione rodó los ojos, pero no hizo más comentarios. Neville, en cambio, parecía confundido.
—¿Qué es un torposoplo?
—Es un animal mágico invisible que flota y entra por los oídos de las personas hasta llegar al cerebro, embotándolo —informó Luna, totalmente seria, haciendo un ademán con la cabeza a los oídos de Neville, que ahora parecía nervioso.
Harry cerró la boca de golpe cuando se dio cuenta que la tenía entreabierta de la incredulidad. Se aclaró la garganta.
—Bueno, dejando de lado al diario… —empezó él, encarrilando de nuevo la conversación—. A parte de intentar seguir sus acciones no puedo hacer gran cosa salvo estudiar, practicar y pensar dónde puede haber puesto el horrocrux desconocido.
—¿Sabes si Nagini ha muerto? —preguntó rápidamente Hermione.
Harry hizo un sonido pensativo. —Sinceramente, lo dudo. Se supone que solo veneno de basilisco, la maldición mortal u otros métodos realmente poderosos son capaces de destruirlos.
—Quizás podrías enviar a Dobby a la Mansión Malfoy a comprobarlo —dijo Neville y cuando todos le miraron sorprendido se sonrojó—. ¿No era Dobby un elfo de los Malfoy? Seguramente sabrá ir y venir sin ser descubierto.
—La última vez no pude llamarlo —negó él con la cabeza.
Hermione, mientras tanto, tenía los ojos entrecerrados mientras pensaba una idea como tantas veces antes.
—Podrías probarlo —se encogió de hombros—. Quizás las barreras mágicas contra los elfos domésticos estaban solo en el sótano. Después de todo, cualquiera esperaría que su prisionero no pudiera escapar de una celda. ¿Para qué querrías usar esas barreras en toda la casa?
Harry se quedó estupefacto. Cuando intentó escapar llamando a Dobby y a Kreacher pensó que el hecho de que no pudieran llegar a él era porque toda la casa estaba bajo las protecciones contra elfos pero Hermione tenía razón. Si fuera así, ¿cómo llamaban los Malfoys a sus sirvientes? Aunque claro… también cabía la posibilidad de que esa barrera mágica fuera algo excepcional para evitar que se escapara como la otra vez, si es que habían resuelto cómo lo había hecho. Si realmente hubiera sido una barrera única en el sótano podría haberse ahorrado el enfrentamiento y el envenenamiento, se dijo con algo de vergüenza.
—¡Dobby! —llamó sin más.
El elfo se apareció como siempre, al instante, con una gran sonrisa.
—¡Señor Harry Potter! ¿En qué puedo servirle?
—¿Podrías intentar aparecer en la Mansión Malfoy sin que te descubran e investigar si Nagini, la serpiente de Voldemort, está muerta?
—¡Por supuesto! ¡Dobby sabe todos los escondites de la Mansión y cómo pasar desapercibido!
—Dobby, si ves que corres peligro regresa —le pidió Hermione con rostro preocupado.
Dobby asintió y se desapareció. Se hizo un silencio tenso mientras esperaban noticias del elfo doméstico. Harry no sabía si quería saber si estaba viva o no. Realmente tenía la certeza de que un par de rayos no la habían matado, más siendo una serpiente mágica y un horrocrux. Esperaron casi en silencio, solo escuchando el sonido de las hojas de los libros y el garabato de Hermione, cuando de repente regresó Dobby, y no estaba solo.
El grito de Hermione hizo que levantara la cabeza y vio como en las pequeñas manos del elfo doméstico se movía Nagini casi enroscada dentro de unas ataduras mágicas. A pesar de ellas, como Nagini también era una criatura mágica, tardó solo un par de segundos en zafarse de las cuerdas, contorsionando su cuerpo, y luego cayó al suelo. Saltaron a la cama y se hizo el caos al instante. Harry no supo de quién provenían los gritos ni las voces alzadas que intentaban dar con la serpiente que se había escurrido y escondido, camuflada en algún rincón.
—¿¡Dónde está!? —preguntó casi histérico Neville y todos se quedaron quietos intentando escuchar algún siseo.
Entonces escuchó el chillido de Hermione y vio como Nagini se abalanzaba sobre ella, clavándole los colmillos en un brazo. Hermione dejó caer la varita no sin antes enviar una maldición a Nagini que salió volando por los aires, desgarrándole el brazo.
—¡Avada kedavra!
La luz verde de la maldición mortal impactó de lleno con Nagini y Harry y compañía se giraron de golpe. En el marco de la puerta se encontraba Sirius, jadeando con el rostro pálido, con la varita aun alzada y apuntando en dirección a Nagini. De repente, la serpiente empezó a convulsionar a pesar de estar muerta y de su boca todavía desencajada y llena de sangre, salió un vapor negro que se condensó en una gran nube. Harry alzó la varita cuando vio que se abalanzaba sobre ellos, dispuestos a poseerlos.
—¡Protego horribilis!
El alma negra y corrupta de Voldemort se chocó con un gran estruendo con su barrera mágica que, curiosamente, era más sólida de lo normal y brillaba con una luz dorada. Después de unos segundos intentando buscar alguna debilidad se escapó por la ventana abierta a gran velocidad, como con consciencia propia.
—¡Dobby, un bezoar rápido!
Dobby apareció lo más rápido posible con la piedra en mano y Harry vio como Sirius se la hacía tragar a Hermione, que ahora se encontraba tan pálida como el yeso y seguía sangrando por la herida del brazo.
—Voy a llevarla a San Mungo —le informó Sirius y luego la cogió en volandas—. Luego hablamos de esto.
Harry se sentó, mareado, en su cama mientras se preguntaba cómo se habían torcido tan rápido las cosas en menos de 5 minutos. Neville y Luna se sentaron a su lado, recuperando el aliento, aunque Luna parecía tan serena como siempre. Los 3 miraron el cadáver de la serpiente sin mediar palabra.
—No puedo creer lo que acaba de pasar —dijo Neville, un rato más tarde—. ¿Creéis que Hermione está bien?
—Seguro que sí —contestó firmemente Luna y Harry sintió algo dentro de sí calmarse—. Sirius ha actuado muy rápido.
—¿Qué hacemos con la serpiente? ¿Nos deshacemos de ella?
—La guardaré en algún lugar seguro —aseguró Harry, pensando en que quizás Voldemort podría seguir el rastro de su serpiente de alguna forma—. Dobby.
El elfo se apareció de nuevo y no tuvo que explicarle prácticamente nada, seguramente porque estaba escuchándolos en silencio, solo chasqueó los dedos y desapareció con el cuerpo de Nagini hacia algún lugar desconocido. Sirius volvió con Hermione casi una hora más tarde pero, gracias a Merlín, Hermione se mantenía en pie por si sola y su herida en el brazo ya había sido curada.
—¿¡En qué estabais pensando!? —les gritó Sirius como nunca antes, cuando todos se sentaron en su cama con la cabeza gacha.
—Solo le preguntamos a Dobby si podía confirmar si Nagini estaba o no muerta —contestó él, intentando defenderse pero sin culpar al elfo doméstico—. ¿Cómo íbamos a saber que iba a pasar todo esto?
Sirius se giró a mirar a Dobby, que miraba al suelo retorciéndose la túnica blanca con las manos, y cuando vio que era cierto suspiró profundamente. Conjuró una silla y se sentó como si no pudiera aguantar más con el peso de su preocupación.
—Por suerte solo le mordió una vez y con el bezoar el veneno ha remitido rápidamente —les informó Sirius, con el rostro, valga la redundancia, serio— pero no podéis hacer este tipo de cosas sin pensarlo bien, ¿me entendéis? En cuanto he escuchado los gritos casi me da un infarto pensando que os estaban atacando.
Ellos asintieron, sintiéndose extrañamente como los adolescentes inmaduros que eran, y luego le explicaron todo lo que habían estado hablando esa tarde a Sirius. Al final, Hermione se quedó a dormir en una habitación de invitados con el consentimiento preocupado y angustiado de sus padres por si tenía que volver al hospital, y Neville y Luna se despidieron. Sirius hizo que Dobby volviera con el cadáver de la serpiente para poder quemarlo.
—Con un poco de suerte tardará en darse cuenta de que está muerta —dijo Remus cuando se lo contaron, sacudiendo la cabeza de la exasperación—. Además, como no tenemos ni idea de dónde podría estar el otro horrocrux da igual que lo cambie de lugar ahora mismo.
—¿En qué lugares habéis investigado? —preguntó Hermione, que no estaba muy enterada de cómo lo estaban buscando.
Sirius y Remus intercambiaron miradas. —Hemos investigado su pasado así que hicimos una lista con los lugares que podrían significar algo para él y en los que no había otro horrocrux: el orfanato donde vivía, la Mansión Riddle donde vivía su padre y dónde mató a su familia paterna y una cueva en un acantilado donde supuestamente practicaba artes oscuras.
—¿Y la casa de su madre? —preguntó Hermione.
—¿Su madre? Merope Gaunt abandonó a su familia por la Mansión Riddle. Ella no tenía casa propia.
—¿Y su familia no tenía ninguna propiedad? —preguntó Harry.
Remus se encogió de hombros. —Una cabaña, si es que se puede llamar así, que se derrumbó hace años.
—Era más bien una choza —bufó Sirius—. Supusimos que estando en tan mal estado y siendo una evidencia de la pobreza de la familia de los Gaunt, la rama mágica de su herencia, no habría nada allí. Sobre todo, porque está alcance de cualquier niño muggle.
Harry, no obstante, tuvo la sensación de que allí había algo. Justamente porque los Gaunt eran la familia que le había dado la magia a Tom Riddle le parecía lógico que aquel lugar tuviera algo, sino especial, diferente a la Mansión Riddle que era totalmente muggle.
—Creo que deberíamos mirar allí abajo…
18 de Julio, viernes
Harry suspiró nuevamente. Por fin había llegado el día del juicio de los Dursley, a los que no pensaba llamar nunca más como "tíos". Esos últimos días había estado tan nervioso que había acabado todas sus tareas y se había pasado estudiando Encantamientos, Astronomía y Cuidados de Criaturas prácticamente todo el día, salvo en los ratos que practicaba duelo con Sirius y Remus, con tal de no pensar en ello. Para colmo, todavía no tenía noticias de su petición sobre su segunda nacionalidad ni tampoco sabía nada más del último horrocrux de Voldemort a pesar de que Remus había vuelto a empezar a investigar su paradero.
—Solo limítate a responder calmadamente a las preguntas —le dijo su abogado minutos antes de que tuviera que sentarse a declarar—. Ellos querrán hacerte pasar por un niño atormentado y violento, pero si te muestras sereno su defensa caerá por si sola.
Harry asintió e inspiró profundamente. Vio a los Dursley nada más sentar, sobre todo porque Vernon era la persona más grande de toda la sala seguido peligrosamente por Dudley. Petunia parecía más delgada que nunca a pesar de que solo vio sus espaldas y luego evitó mirarlos a la cara cuando se sentó en el sitio indicado. Escuchó con el corazón acelerado cómo seguían los procedimientos en voz alta para que fuera anotado por los secretarios. Al final le llegó su turno.
—Señor Potter, ¿podría describir su vida con la Vernon, Petunia y Dudley Dursley? —le preguntó su abogado, a pesar de que días antes ya habían revisado las pruebas sin él.
—Llegué a la casa de los Dursley cuando tenía poco más de un año y medio de vida. Mi primer dormitorio, que yo recuerde, fue la alacena bajo la escalera. Allí adentro pasé mucho tiempo ya que solían castigarme por cualquier cosa.
—¿Puede especificar qué comportaba un castigo para los Durlsey?
—Literalmente cualquier cosa: desde no acabar una lista interminable de tareas, cocinar la comida mal, sacar mejor nota en la escuela que Dudley… Incluso me castigaban por cosas que hacía Dudley como romper la televisión o coger dinero del monedero de Petunia.
—¿Cocinaba usted la comida de los Dursley? ¿El desayuno? ¿La comida? ¿La cena? ¿Y desde cuándo?
—Empecé a cocinar cuando pude llegar a la encimera, no sé si era a lo años. Cocinaba prácticamente todo.
—¿Y esa comida que preparaba, se la comía usted también?
—No. Petunia me daba un sándwich con una sola loncha de queso y un vaso de agua o algo similar.
Se hizo un silencio tenso pero curiosamente el sector de los Dursley no interrumpió su declaración a pesar de que tenían pinta de querer hacerlo a juzgar por la silla casi vibrante de Vernon, su rostro amoratado y la cara rancia de Petunia que apretaba los puños frunciendo su vestido. Sabía que luego tendría que contestar las preguntas del abogado de los Durlsey así que se centró en contestar lo más honesta y brutalmente posible.
—Háblame de las tareas de casa, ¿en qué consistían? Sea lo más detallado posible.
—Bueno, hacía prácticamente de todo. Cocinaba —volvió a relcacar—, limpiaba los suelos, los baños, lavaba la ropa, atendía el jardín, lavaba los platos… Las únicas cosas que no hacía era la compra ya que ni Petunia ni Vernon querían darme un solo penique, ni limpiaba el coche y tampoco entraba en el cuarto de Vernon y Petunia.
—¿Y el dormitorio de Dudley?
—Yo limpiaba sus 2 dormitorios siempre. Él nunca hacía ninguna tarea.
—Como aclaración, ¿Dudley Dursley tenía 2 habitaciones para él y le hicieron dormir en un cuarto de la limpieza bajo las escaleras?
—Así es. Yo dormía en una alacena a pesar de que la casa tenía 2 habitaciones vacías.
—Volvamos a los castigos, señor Potter. ¿Cuál era el castigo para su… mal comportamiento?
—Encerrarme en la alacena sin comer durante días. Una vez Petunia me pegó en la cabeza con una sartén por haber quemado la comida sin querer.
—¿Alguna vez Vernon o Petunia Dursley le pegó?
—Alguna vez me empujaron y me dieron una cachetada en la cabeza, sí.
—¿Y alguna vez le pegaron con algún objeto?
—A parte de la vez con la sartén, no.
—¿Dudley Dursley le pegaba?
—Sí, continuamente. Él y su banda de amigos tenían un juego llamado "Cazar a Harry" que consistía en perseguirme por el barrio y en la escuela y, si me atrapaban, pegarme.
—¿No es cierto que una vez en la escuela se escondió en la azotea escapando de Dudley y de sus amigos y fue castigado por ello?
—Así es. Se avisó a sus padres y ellos me castigaron en la alacena sin comer durante días.
Harry no supo cuánto tiempo pasó declarando, sintiendo los ojillos cargados de odio de los Dursley en su nuca. Cuando llegó el momento de responder las preguntas del abogado de los Dursley tuvo la grata sensación de haber hecho y dicho todo lo posible, con total sinceridad además, para presentar su caso. Parecía que no era el único que lo pensaba puesto que el abogado defensor estaba algo pálido, nervioso y parecía exhausto antes de empezar.
—Señor Potter, ¿es cierto que sus padres murieron en un accidente de coche estando ebrios?
—Eso es falso. Fueron asesinados.
Harry y su equipo vieron como las cejas del otro abogado se alzaban de la sorpresa antes de recuperar su cara de póker. ¿Acaso los Dursley no le habían dicho la verdad ni a su propio abogado? Harry no sabía qué pensar.
—Declara que fueron asesinados, ¿por quién?
—¡Objeción! Esa información es clasificada, ya lo sabe —cortó su abogado mirando al juez y éste asintió.
El abogado de los Dursley parecía nuevamente incrédulo.
—¿Puedo acercarme al estrado, su señoría? —preguntó finalmente.
El juez asintió y los 2 abogados se acercaron a hablar con él. No supo qué se estaba diciendo pero cuando regresaron a sus posiciones el abogado de los Dursley, John Finchley, desistió de seguir cuestionándole sobre el tema.
—¿Es cierto que su padrino, quien debería haberse hecho cargo de usted, fue condenado a presión de por vida después de matar a casi una docena de personas, una de ellas uno de sus mejores amigos?
—Eso es falso —volvió a contestar él y evitó sonreír ya que los Dursley ni siquiera se habían enterado de la exoneración de su padrino—. Mi padrino, Sirius Black, es inocente. De hecho, quien asesinó a esas personas fue el amigo al que todos creían que había matado, Peter Pettigrew, y que resultó ser un psicópata que vendió a mis padres a su suerte y que luego huyó para salvar su pellejo, matando a esas personas que se cruzaron en su camino e inculpando a mi padrino al mismo tiempo.
—Su señoría, Sirius Black fue exonerado por falsos cargos hace más de un año —cortó su abogado—. Peter Pettigrew, quien supuestamente estaba muerto, sigue vivo.
Finchley reordenó sus papeles mientras sacudía cabizbajo los papeles. Finalmente, desistió de preguntarle por su familia.
—Su señoría, pido un receso de unos 15 minutos.
El juez, un squibb de la familia Abbott, le miró por encima de las gafas un segundo y lo concedió. Pasó esos minutos en silencio, pensando qué podrían preguntarle pero cuando volvió a reanudarse el juicio sus miedos fueron para nada. El abogado de los Dursley claramente no había sabido puntos clave de su familia y tampoco tenía algo con lo que defender a sus clientes, no solamente porque eran claramente culpables, sino por su testimonio, por las fotos, las analíticas de su malnutrición, los testigos, etc. Para más inri, los Dursley habían contratado a un abogado muggle al que no podían informarle de la mitad de lo ocurrido debido a su juramento con Amelia Bones, ignorando el consejo de contratar aunque fuera un abogado squibb, así que el juicio era claramente un circo de "información clasificada" que parecía estar sorprendiendo cada vez más a Finchley.
Salió de allí casi 3 horas más tarde y, a pesar de que todavía no habían sido condenados formalmente, supo que era solo cuestión de días. Lo que más le hizo feliz fue ver las caras de los Dursley cuando se dieron cuenta de lo mismo, por muy idiotas que fueran. Nunca iba a olvidar el miedo en sus ojos, el rostro pálido y el aire de desesperanza que se había afianzado en ellos cuando, por fin, fueron golpeados con la dura realidad de darse cuenta que eran unos criminales, que además iban a ir a prisión, tal y como habían predicado durante años de sus padres y de su padrino. Al fin se estaba haciendo justicia.
