Día 7

Estaba embelesada mirando detenidamente una hermosa pintura de Degas. Gráciles bailarinas, rostros con la sombra de una sonrisa y cuerpos que daban la sensación de movimientos coreografiados.

-De verás que no sé que hacemos viendo todas estas pinturas aburridas. –

Miré a John; tenía cara de tedio. Yo moví mi rostro de lado a lado, él era un caso perdido.

-Fue muy amable de la señorita Grey traernos al Museo Metropolitano; nos será de gran ayuda para nuestra tarea de arte. –

-Estúpida tarea. – lo escuché protestar.

-¿Para qué entonces te anotaste en el curso si es tan aburrido? –

-Pensé que vendrían modelos desnudas a las clases para nosotros dibujarlas. –

-¡Ugh! – e hice una mueca de desagrado, - Eres tan depravado. –

-¿Tienes hambre? – fue lo único que dijo ante mi comentario.

Sin esperar a recibir alguna respuesta de mi parte, tomó mi mano entre la suya y me guió por el museo, prácticamente arrastrándome. Estaba andando con enormes pasos, presentí que quería huir del lugar. La brillante luz del sol me cegó momentáneamente al salir del museo.

-Perfecto. –

Lo miré y seguí la dirección de esa mirada aguamarina que por extraña razón parecía acelerar los latidos de mi corazón. Un puesto de perros calientes. Volvió a halarme, mi mano en la suya. Como siempre, tenía mis guantes y a pesar de ello podía sentir el calor de esa mano singularmente fuerte y firme. Nos detuvimos frente al puesto y él ordenó para ambos. Perros calientes y refrescos en manos, nos encaminamos a un pequeño parque que había cerca. Y comenzamos a devorar nuestros perros calientes luego de sentarnos bajo la sombra de un árbol.

Era extraño para mí como le había tomado cariño al chico problemático de la escuela. Antes, cuando asistía a la escuela en Meridian, me mantenía alejados de ellos. Solo podían causarte dolor y sinsabores. Como toda chica inteligente, a los únicos que le permitía que tomaran de mí tiempo eran a los chicos buenos… como Bobby. Una leve punzada traspasó mi corazón. Era irónico. Bobby, el chico bueno, el chico honrado y honesto, con el que debías formalizar una relación y llevar a tu casa para que tus padres conocieran, resultó ser quien me dio una puñalada a mis espaldas. No tan solo a mí; también a su mejor amigo.

Podía sentir el calor de John a mi lado; tan contrario a la constante frialdad de Bobby. John debía estar sintiendo la misma angustia que yo sentía, solo que por ser hombre, pensaba yo, no se permitía el lujo de demostrar su dolor ante la perdida de Kitty. Después de todo, tenía que admitir que era muy bonita y una persona muy alegre aunque anduviera con mi ex – novio. Tal vez debía hablar con él. No recuerdo en donde leí que las personas necesitaban hablar de sus sentimientos dolorosos si deseaban dejarlos atrás. Sí, hablaría con él.

-¿John? –

-¿Mm? – solo me dijo él entre un mordisco a su perro caliente.

-¿No has… - yo titubee por unos segundos, - …podido olvidar a Kitty? –

Todo el cuerpo de John se tensó y creí que pronto escupiría el bocado que había tomado de su perro caliente. Pero lo tragó con algo de dificultad. ¡Rayos! De seguro todavía la quería.

-No quiero hablar del tema. – me dijo él con aspereza.

-Deberías de hacerlo si deseas olvidarla. Quizás yo te pueda ayudar. – y de improviso se me ocurrió una gran idea, - O podríamos ayudarnos mutuamente. –

John me miró. ¡Wow! Nunca me había percatado de que los ojos de John podían cambiar de color. Su mirada se había tornado en azul grisáceo… y un involuntario escalofrío recorrió mi ser. Algo me decía que esa mirada significaba que estaba furioso.

-Yo hablar de Kitty y tú hablarme de lo que sufres por el helado ambulante. – yo escuché su voz tan suave, pero tan peligrosamente suave, que temí que tomaría su encendedor y me convertiría en un chicharrón humano en ese preciso momento, - Eres una imbécil si aun sigues pensando en él. –

Ese último comentario lo sentí físicamente, como si me hubiese golpeado en el rostro. Solo pensé en una cosa, atacarlo de la misma manera.

-¿Y qué si sigo pensando en él? Estoy segura de que haces lo mismo con Kitty. De la misma manera en que cada vez que los veo juntos y quisiera estar en el lugar de Kitty, me atrevería a apostar que tú también deseas estar en el lugar de Bobby. –

Para mi total y horrorosa sorpresa, tiró al suelo su perro caliente y me tomó por los brazos con fiereza para colocarme al nivel de su mirada. Jamás había visto a John tan furioso.

-No te atrevas a apostar porque te saldrá muy caro. -

-John, me lastimas. – le dije, a través del material de mi chaqueta podía sentir sus dedos clavándose en mi piel.

Me dejó en libertad abruptamente y creí haber distinguido en sus ojos un brillo de vergüenza. Se paró, dio media vuelta y comenzó a caminar. Arrepentida de haberle hecho sentir tan mal y por recordarle su perdida le dije a su espalda mientras se retiraba:

-Lo siento, John. –

No dijo nada, solo continuó su camino. Comencé a sentir una insólita sensación, envidié a Kitty no solo por tener mi ex – novio, también lo hice por tener el amor incondicional de John. Ella no tenía idea de ser una gatita con gran suerte. Sentí un vacío en mi interior entremezclado con la sensación de haber sido derrotada.

----xoxo----

-Bueno, solo nos resta cuatro personas en la lista. –

Yo asentí con mi rostro al escuchar a Jubilee. En realidad no le prestaba mucha atención. Mis pensamientos eran solo para lo sucedido en ese día. Cuando regresé al museo, hallé a una preocupada señorita Grey porque no me encontraba y recibí una leve reprimenda mientras caminábamos al auto estilo mini van. El resto de los estudiantes se encontraban en el interior esperando mi llegada. John estaba sentado, su rostro volteado hacia un lado, mirando por una de las ventanas. Durante todo el trayecto no me dirigió la palabra, ni tan siquiera me miró. Tan pronto llegamos, bajó del auto, en ningún momento mirando hacia atrás.

-¿Me estas escuchando? – me reprendió Jubilee.

-Sí, nos quedan cuatro posibles chicos y uno de ellos podría ser mi admirador secreto. –

Ella me miró con algo parecido a la duda pero prosiguió de todas maneras:

-Tenemos a Angelo… -

-Lindo pero no mi tipo. –le interrumpí solo para recibir una mirada asesina de parte de mi amiga.

-Jonothon…-

-Ese si sería mi tipo. El no puede besar, yo no puedo besar. –

-Demonios, Rogue. Eso fue cruel e insensible de tu parte.-

-Tienes razón. Lo siento. – al parecer esa era una palabra que diría mucho en ese día.

Pero Jubilee tenía razón; Jonothon Starsmore había perdido toda la parte inferior de su rostro y gran parte de su pecho la primera vez que sus poderes mutantes se manifestaron. Fue atroz de mi parte decir algo así. Jubilee carraspeó, esta vez esperando que yo no le volviera a interrumpir.

-Everett. – y me miró en espera de algún comentario innecesario de mi boca.

Hice un gesto con mi mano para que continuara.

-St John. –

Yo miré atónita a Jubilee:

-¿Joh…Johnny? – le tartamudee.

-Sí. Pero es muy improbable que así sea. No puedo visualizarlo de esa manera. –

-El no puede ser uno de mis probables admiradores. El todavía continúa enamorado de Kitty. – le informé y luché contra la pena que sentí.

Una interesada Jubilee se acercó a mí.

-¿Te ha dicho algo al respecto? –

-No, simplemente lo deduje.-

Jubilee hizo un mohín con sus labios; pensó que tal vez le tendría nuevas noticias. Ella opinaba que era nuestro deber mantener informada a todas nuestras compañeras. Yo lo llamaba por su nombre, chisme.

-¿Y no podrías averiguar algo al respecto? – Jubilee me miró algo esperanzada.

-No creo que pueda, - y dejándome caer hacia atrás en la cama, añadí, - No quiere hablarme. –

-¿Qué John no quiere hablarte? No lo creo, últimamente ustedes dos son inseparables. Juraría que se estaban lamiendo las heridas uno al otro. –

-Ja. Ja. – le dije con burla, - Eso no fue nada divertido… Pero ese fue el problema. Traté de hablar con John sobre sus sentimientos hacia Kitty y perdió los estribos. –

Escuché a Jubilee silbar por lo bajo.

-Tienes razón, toda esta situación entre Bobby y Kitty debió haberle golpeado con fuerza. Lo disimula muy bien. –

-Eso mismo me dije. –

-¿Y tú? – Jubilee me miró al rostro, -¿Cómo te sientes al respecto con todo? –

-A veces es coraje y rabia lo que siento, nada más. Es humillante que jueguen a tus espaldas con otra mujer… pero no lo culpo, mi piel siendo como es… -

-No te atrevas a culparte. Lo que hizo Bobby es inexcusable. – y Jubilee me miró con esta única expresión, de esas que pocas veces ella adoptaba; me preparé mentalmente para lo que venía, - ¿Sabes? A veces llego a dudar si Bobby de verás te quiso y si solo no fuiste un juego para él al igual que Kitty. –

-¿Juego? – yo me apoyé en mis codos para mirarla fijamente¿de qué hablaba ella?

-De esos estúpidos de competencia que tienen los chicos entre sí. –

-No me gusta el camino que están tomando tus pensamientos, Jubes. –

-Pero es cierto. John comenzó a cortejarte y llegó Bobby a fastidiarlo todo. John comenzó a cortejar a Kitty y también Bobby lo fastidió todo. –

Ella me miró con un brillo inquisitivo en sus ojos. Una intranquilidad pareció presionar mi corazón. Era cierto. La primera vez, quien trató de llamar mi atención fue John formando una lengua de fuego en su mano durante una de las tantas clases. Yo estaba asustada y desasosegada pues sentía que me habían arrebatado a mi ancla en este mundo, Logan. De improviso apareció ante mis ojos esa lengua de fuego y de una manera peculiar su calor pareció alejar en mí la frialdad del vacío. Para entonces ser destruido inmediatamente por Bobby. ¡Dios mío¿Cómo no lo vi antes?

-Tonta, tonta, tonta. – murmuré en voz baja, volteándome para quedar bocabajo en la cama.

-¿Qué es? –

-Tienes razón y fui una ciega al no verlo. – le dije a mi amiga con el rostro escondido entre mis brazos.

-Nunca es tarde para abrir los ojos. –

-Quizás sí. – le dije mientras pensaba en unos ojos aguamarina.

Me sentía como la joven más idiota sobre la faz del mundo; hasta la amistad de John había perdido. Sentí una extraña congoja. No podía permitir algo así.

-----xoxo-----

Esa noche, luego de estudiar en la biblioteca con Jubilee y Syrin, dirigí mis apesadumbrados pasos hacia mi habitación. Estaba cansada, triste y sin ningún tipo de voluntad. Me sentía tan deprimida que ni tan siquiera me animó el pequeño paquete que encontré sobre mi cama al entrar a mi habitación. La envoltura era rosa con un bonito lazo lila. Lo cogí como si fuera una bomba de tiempo, ni tan siquiera tenía interés en conocer cual era su contenido. Como toda una niña obediente, salí a llevarlo donde Jubilee quien me había dado estricta instrucciones de informarle cualquier acción de mi admirador tan pronto como ocurriera.

-Otro regalo. – le dije sin emoción alguna a Jubilee tan pronto como me abrió la puerta.

-¿Y qué esperas para abrirlo? –

-Si tanto te interesa. – y con desgana comencé a abrir la envoltura.

-¡Rogue, es hermosa! –

Tuve que darle la razón a Jubilee. Era una copia de una de las famosas esculturas de Degas, una bailarina mirando hacia el frente, la pierna derecha en un paso hacia delante y sus manos hacia atrás, entrelazadas. Jubilee tomó una pequeña nota que estaba adherida al exterior de la caja y la leyó en voz alta:

-A pesar de lo hermosa de la figura, nunca podría compararse con la belleza de mi dulce y bella sureña. -

-Pequeña Bailarina. – musité recordando el nombre de la obra y miré a Jubilee, - Es una escultura de Degas, el artista que me asignaron para hacer mi trabajo de investigación. –

Los ojos de Jubilee se iluminaron y la vi entrar corriendo al interior de su cuarto para regresar con una libreta y lápiz en mano.

-Busquemos a Syrin.- me dijo, - No debemos perder tiempo. –

Como una autómata las seguí a ambas. Jubilee y Syrin comenzaron a estudiar cual fue la posible hora que pudo haberme dejado el regalo. Cuando al fin acordaron una hora definida, entrevistaron a la populación de la escuela… Bueno, no tanto. Pero a mí me pareció así. A pesar de lo bonito del detalle de mi admirador, no podía evitar pensar en mi dilema con John. No lo había visto el resto del día. Quería hablar con él para tratar de corregir lo que fuera que causó la discrepancia entre ambos.

-Bueno. Si no me equivoco, a esa hora vi a John cerca de la habitación de Rogue. –

Yo miré abruptamente al entrevistado número… ¡Qué importaba el número! Lo que me importaba era que John estaba buscándome. ¿Querría también hablar conmigo? Le dimos las gracias a Steven. Yo casi corrí como una desquiciada al cuarto que John compartía con Bobby. Tocamos la puerta y quien nos abrió fue Bobby.

-¿Está John? – pregunté sin poder contener mi entusiasmo.

Bobby me miró y luego vio el regalo entre mis manos. Su expresión pareció transformarse a una de molestia y no me contestó.

-Creo que la dama te hizo una pregunta, Drake. –

Me sentí tan feliz cuando lo vi aparecer detrás de Bobby. Bobby se alejó sin decir palabra alguna para sentarse junto a Kitty. Me enfurecí¿acaso Bobby era tan insensible de estar con Kitty frente a John? Sin esperar a ser invitadas, Jubilee y Syrin entraron al cuarto.

-Por favor, John¿podrías decirnos a quién viste cerca del cuarto de Rogue hace aproximadamente como una hora atrás? –

John comenzó a abrir y cerrar su encendedor. Traté de buscar su mirada con la mía pero sus ojos solo miraban el paquete en mis manos.

-Pude ver entrar y salir a alguien del cuarto de Rogue. –

-¿Quién? – gritaron mis dos amigas emocionadas.

En realidad no me importaba quien entró o dejó de entrar a mi cuarto. Solo quería que John dejara de evadir mis ojos.

-A Simmons. – y entonces alzo su mirada para enviarme una sonrisa burlona.

-¿Qué? – esta vez exclamaron disgustadas mis dos compañeras y Jubilee añadió, -Eso es simplemente… desagradable. –

Yo dejé escapar una carcajada; conocía tan bien a John que sabía que solo les estaba jugando una broma. El señor Simmons era quien mantenía el lugar recogido y si algo necesitaba arreglo, él se hacía cargo de ello. Era un hombre algo avanzado en edad y nada agradable a la vista.

-No sé Jubes, creo que el señor Simmons tiene sus encantos. – decidí seguirle su broma.

Los ojos de Syrin saltaron fuera de su rostro. John le hizo una mueca prepotente. Fue entonces que Jubilee captó que solo les estaba tomando el pelo.

-Ja. Ja. – no escuché ningún humor en Jubilee, -¿Estás pensando en ser el próximo comediante de la escuela? –

-Tal vez. –

-Pues muy bien, futuro comediante¿qué hacías a esa hora rondando el cuarto de Rogue?-

John le lanzó una ojeada a Bobby y Kitty, quienes lo miraban con curiosidad no disimulada.

-Quería hablar con Rogue. –

-¡Oh sí! Sobre la discusión… -

-Eso es entre Rogue y yo, cabeza hueca. – le interrumpió John.

-¡Hey! – protestó Jubilee.

Amaba a Jubilee, pero en ocasiones solía hablar sin pensar, como si su lengua fuera un órgano independiente de su cuerpo.

-¿Podría hablar contigo? – él me miro con fijeza, -¿A solas? –

Yo asentí con mi rostro. El me tomó de un brazo y me guió fuera de su habitación. Continuamos nuestro camino hasta llegar a la cocina. El abrió la nevera para sacar dos refrescos y los colocó en la mesa.

-John, quería pedirte disculpas… - comencé a decirle luego de sentarme, refresco en mano para ser interrumpida.

-No. Soy yo quien debo disculparme. –mirando su botella, casi me dijo con voz implorante, - Solo te pido un favor… No hablemos ni de Bobby y ni de Kitty. –

-De acuerdo. – de nuevo mi corazón se contrajo con una indescriptible pena, John me acababa de confirmar que aún amaba a Kitty.

-¿Adivina que? – me dijo él, cambiando por completo el tema de nuestra conversación, - Tengo entradas para el concierto de Linkin Park. ¿Quieres ir? –

-¡Por supuesto! - exclamé entusiasmada. Amaba la banda.

Continuamos conversando como si nada hubiese ocurrido en la mañana de ese día. Como siempre, John hacía sus bromas irreverentes y yo le replicaba con mis repuestas sagaces. Al percatarme de que ya era muy tarde en la noche, salí de mi silla, parándome frente a él para despedirme pues quería retirarme a dormir. John hizo lo mismo.

-¿Qué te regaló tu admirador secreto? – me preguntó imprevistamente John.

-¡Oh! Solo una bonita figura de una bailarina. –

-Mm. –solo me llegó a comentar.

Lo abrasé con desmedida fiereza. Por un momento él pareció sorprendido pero con cautela correspondió a mi abrazo. Sabía que no era por temor a mi piel, era más bien que John no era muy efusivo y expresivo.

-Nunca volvamos a pelearnos¿sí? – le pedí.

El contestó abrazándome con fuerza.

-Pase lo que pase, siempre seremos amigos¿verdad? –

Yo tuve una cierta premonición, como si John supiera de algo de lo que yo desconocía y que pronto descubriría.

-Prométemelo, por favor, Rogue. – escuché su voz ronca por la emoción.

-Lo prometo, John. – y eso pareció tranquilizarlo porque sentí que toda la tensión abandonó su cuerpo.

¿Qué estaría ocultándome John?