CAPÍTULO 17: Un toque de atención

26 de octubre, sábado

Harry sonrió viendo los planos que le presentaban los constructores para reparar sus propiedades.

—La casa en Godric's Hollow está en muy mal estado. Recomendamos derribar lo que queda en pie y empezar de nuevo en el terreno. Sin embargo, como es una propiedad pequeña el plazo de construcción sería de apenas un mes, quizás un par de meses dependiendo del diseño que pida.

—Prefiero derribarla, siendo sinceros —dijo Harry, mirando las fotografías de la casa. No recordaba la explosión pero debió haber sido tremenda—. Además, me gustaría que la nueva casa no se pareciera en nada a la anterior, salvo quizás por la distribución.

—Entonces la distribución de 2 plantas, con la planta baja cocina-comedor, lavandería, salón con chimenea y baño, y la planta superior con una habitación de matrimonio con baño y otra habitación de tamaño medio sin baño, ¿le parece bien?

—Así es. Me gustaría también alzar un poco más la casa para hacer un ático con acceso desde el pasillo de la planta superior.

—Se puede hacer fácilmente. ¿Y el patio trasero y delantero?

—Que se queden igual pero me gustaría alzar también el muro que rodea la propiedad hasta los 2 metros y añadir una puerta de entrada metálica.

El contratista apuntó sus peticiones y modificó los planos. Cuando por fin acabaron de modificar los planos se los enseñó y tanto Sirius y Remus, y su abogado, estuvieron de acuerdo así que dio el visto bueno para que firmar el contrato de construcción por unos 20.000 galeones.

—La Mansión Potter es algo más complicada. No podemos derrumbar la propiedad ni es necesario pero requiere de muchas reparaciones —le señaló las zonas prácticamente inhabitables—. Las reparaciones prioritarias son las relacionadas con la estructura en sí.

Tardaron casi una hora y media en ponerse de acuerdo, en hablar de todas las reparaciones necesarias y en apuntas las modificaciones que quería Harry que, ya que estaba, pensaba añadir unas cuantas cosas a la Mansión Potter. Al final, acabó por firmar también el contrato, esta vez por 110.000 galeones.

—Le mandaremos noticias semanalmente. Si tiene alguna pregunta no dude en enviarnos una lechuza.

—Preferiría que le mandara los informes a mi padrino, si es posible.

Anthony Thomson mostró algo de sorpresa, pero accedió. No quería tener que decirle que alguien podía interceptar su correo, como había sucedido con Umbridge. Se despidieron de los contratistas y de su abogado y se quedaron los 3 solos en Grimmauld Place, donde habían hecho la reunión una vez Sirius le fue a buscar a Hogsmeade.

—No puedo creer que la Mansión Potter vaya a ser renovada —suspiró con algo de tristeza Sirius.

—Aunque no vaya a vivir permanentemente en ella es la Mansión de mi familia.

—Lo sé Harry. No te imaginas la cantidad de memorias que tengo en esa casa.

Harry no dijo nada. Sentía una mezcla entre enfado, envidia y resentimiento de que le recordaran que él no tenía ninguna memoria de la casa ancestral de su familia mientras que otros habían disfrutado de ella durante años. Remus pareció notarlo así que cambió de tema.

—¿Cómo va con Umbridge en la escuela?

—Sigo haciéndole la vida imposible.

Les explicó todas las humillaciones de Umbridge. Desde las varitas de mentira que hacían gritar de ira, los zumos sabor a vómito que, irónicamente, la habían hecho vomitar, las chapas personalizadas que se habían repartido por todo el castillo con el rostro horrorizado y escandalizado de la profesora al ver los pósters de mujeres en bikini en lugar de sus odiosos gatos maullando en las paredes, pociones laxantes en plena clase de séptimo curso y otra para pedorrearse, administrada durante la comida para más inri.

Lo mejor de todo era que Umbridge no parecía entender cómo alguien conseguía seguir atacándola cuando había empezado a analizar cada comida y bebida que tomaba. La muy idiota se había olvidado de los elfos domésticos pero bueno, mejor para Harry. De hecho, Dobby empezaba a tener una colección impresionante de los mejores momentos. Fotografías que pensaba colgar agrandadas en las paredes del castillo a finales de mes.

—Había pensado algo muy grande para mañana pero necesito vuestra ayuda —empezó a reír Harry de solo pensarlo—. Necesito que compréis una tonelada de mierda de vaca. Cuanto más fresca mejor.

Sirius empezó a sonreír mientras Remus sacudía la cabeza con una risa. —¿Qué vas a hacer con tanta mierda?

—Ponerla encima de su mesa durante la clase, invisible. Dobby hará que se le caiga encima cuando esté justamente debajo.

Sirius y Remus empezaron a reír a carcajadas, llorando de la risa. —Demonios Harry, ojalá te hubiéramos tenido en Hogwarts con nosotros.

—Lo mejor de todo es que pienso hacerlo en la hora de clase de los de séptimo curso, mientras yo tenga clase también. Así no podrá pensar que he sido yo y los de séptimo se echarán unas risas.

—Y tendrás una coartada.

—A menos que piense que estaba todo preparado de antemano.

—Tendrás la mierda mañana mismo, te lo prometo —le juró Sirius.

—Por cierto, tenemos un regalo anticipado de Navidad para ti —le informó Remus.

Harry, confundido, cogió el pequeño cofre y lo abrió. Dentro había lo que parecía ser un par de ingredientes de pociones, un vial vacío y un libro finísimo. En cuanto leyó el título se le disparó el corazón.

Cómo convertirse en un animago: secretos y misterios.

—Podríamos contratar a un maestro de pociones para que prepare la poción ya que, aunque requiere que tengas una hoja de mandrágora en la boca durante un mes, la poción no la tienes que preparar necesariamente tú.

—Pero hemos creído que preferirías mantener en secreto tu forma, como hice con tu padre. Si contratamos a alguien estaríamos obligados a registrarte en el ministerio y, viendo cómo está el ambiente, creemos que es mejor que tengas un as en la manga.

—Por suerte, a pesar de su juicio, Sirius conserva todavía su forma en secreto.

—Léete el libro pero verás que es relativamente fácil de entender. Deberás llevar esta hoja en la boca durante 30 días seguidos y luego, solo entonces, podremos hacer la poción.

—Y, aun así, una vez esté hecha, deberás esperar a una tormenta eléctrica. Si todo está correcto podrás transformarte. Luego deberás practicar la transformación para que sea lo más natural posible pero, llegados a ese punto, yo te enseñaré lo que necesites.

—Habíamos pensado que podrías empezar con la hoja para noviembre, de este modo Sirius y yo podríamos hacer la poción antes de las vacaciones de invierno y, con un poco de suerte, habrá una tormenta eléctrica antes de que vuelvas a Hogwarts el día 13 de enero.

Harry, que había estado callado, sobrepasado por la emoción y el interés, asintió. De repente, deseó que llegara ya el 1 de noviembre para ponerse la hoja en la boca. Entonces se dio cuenta de que el día 2 era el partido de quidditch y soltó un gemido.

—Tendré que empezar el día 2 de noviembre. Tengo un partido ese sábado.

—Sí, mejor no jugar con la hoja en la boca —asintió Remus—. Igualmente, tienes tiempo suficiente antes de vacaciones.

—Por cierto… —empezó algo nervioso—. ¿Podríais conseguir más hojas para Hermione, Neville y Luna?

Sirius y Remus sonrieron, aceptando comprar más ingredientes sin problemas. Se fue de vuelta al colegio con Sirius. Tardó poco en encontrar a sus amigos gracias al mapa merodeador así que fue a verlos a la biblioteca.

—¡Harry! Hace rato que te esperábamos —saludó Hermione—. ¿Cómo ha ido todo?

Harry sonrió. —Genial. Van a empezar las construcciones dentro de un par de días. Espero que para vacaciones al menos la casa de Godric's Hollow esté lista.

Hermione asintió. Habían discutido largo y tendido si era mejor vender la propiedad antes que reconstruirla, sobre todo por lo que pasó allí, pero Harry no quería ni imaginar qué harían con la casa de venderla. No. Era mejor quedársela y echarla abajo. Construir una casa desde cero sería la opción más "sana" que podía tomar. Mucha gente había muerto en las casas ancestrales de su familia y no por eso se deshacían de las casas. Sin embargo… hasta que Voldemort no muriera le quedaría una espina clavada en el corazón cada vez que pisara Godric's Hollow.

—Tengo algo que deciros. No es de vida o muerte, pero os gustará.

Fueron de camino a la sala de los menesteres, a pesar de que Umbridge a veces pululaba por los pasillos en busca de gente a la que castigar. Cada vez lo hacía menos, prefiriendo recluirse en su habitación, la única zona que no había tocado con sus bromas aun justamente para darle un lugar seguro al que huir. Si Umbridge prefería estar en sus aposentos mejor para todos.

Harry les contó todo lo que le habían dicho Sirius y Remus del proceso de animago y les ofreció la oportunidad de seguir los pasos con él, si querían. Luna aceptó de inmediato y Neville tardó poco tiempo en decir que sí, después de todo, la mejorada confianza de Neville le hacía salir cada vez más de su caparazón. Hermione fue la más reticente. No solamente estaban infringiendo las normas al pensar en no registrarse sino que llevar una hoja durante un mes académico era complicado, sobre todo para ella que le encantaba alzar la mano en clase como la empollona que era.

—Piénsalo Hermione —le instó Neville calmadamente—. No solamente es una rama de transformaciones que mucha gente no practica, sino que puede salvarte la vida. ¿En serio vas a pasar esta oportunidad solo porque durante un mes tengas que evitar hablar tanto en clase? Y qué si no te registras, ¿en serio crees que la mayoría de gente lo hace? ¡Pues claro que no! Como ya he dicho, puede salvarte la vida tener una habilidad así.

—Además, es tradición en la familia y los amigos de familia de Harry. Prácticamente estás obligada a hacerlo —sonrió Luna, mirando al techo.

Hermione rodó los ojos pero se dejó convencer. Sabía que quería hacerlo pero no quería hacerlo justamente ahora. Harry la entendía pero también sabía que una forma animal podía ser muy valiosa para escapar en una situación entre la vida o la muerte y solo por eso no estaba dispuesto a esperar hasta el verano.

—¡Está bien! Por el amor de Merlín, dejadlo ya. Está bien.

Harry evitó sonreír muy ampliamente cuando Hermione le miró.

2 de noviembre, sábado

Harry respiró profundamente sobre el banquillo. Estaba sudado, tenía calor y frío a la vez y quería acostarse en su cama.

—¡Menudo ánimo tienes Harry! —le dijo Katie cuando le vio salir de las duchas vestido con ropa limpia—. ¡No te olvides de la fiesta en la sala común!

Harry alzó una mano, asintiendo, y se encontró con Hermione, Neville y Luna. Luna, la que menos esperaba que fuera fanática del quidditch, le abrazó.

—¡Enhorabuena, Harry!

Vestida con los colores de Gryffindor y una especie de sombrero con forma de león, Luna subió la colina felicitándole por la última finta del partido. Hermione y Neville, menos fanáticos, los seguían detrás. Cenaron en el gran salón y luego festejaron en un rincón de la sala común de Gryffindor, ninguno de ellos con ganas de meterse en el gentío que bebía, gritaba y bailaba en medio de la sala común. Unos pocos habían ojeado a Luna, que era de Ravenclaw, pero estaban todos tan contentos que la pasaron por alto, como si la vieran como una más. Con su vestimenta era muy probable.

—Acordaos de la hoja a media noche —les dijo Luna, cuando se disponía a marcharse a su dormitorio.

Asintieron y se sentaron para hablar en una de las butacas. Harry estaba nervioso, mirando de tanto en tanto su reloj de pulsera. Cuando faltó solo media hora para media noche se fueron a ponerse el pijama y a hacer su rutina nocturna antes de dormir. Por suerte, su padre había descubierto que podían usar un hechizo para pegar la hoja al paladar, evitando que se moviera y disminuyendo las molestias de tenerla en la boca 30 días seguidos.

—Es r-raro —dijo Neville, haciendo rodar de más las erres en su lengua—, pero se puede soportar.

—Pronto nos acostumbraremos. Por lo menos no sabe a nada.

Se acostó en la cama y meditó para potenciar sus barreras mágicas, como cada noche. La habitación inicial se había convertido en una mansión inventada con todo tipo de barreras y trampas. Cada vez era más fácil construir barreras de forma más eficaz y rápida. Aun así, cuando dejó de meditar una hora después, se encontró despierto.

Su mente empezó a divagar sobre los acontecimientos de las últimas semanas y empezó a reír de nuevo cuando vio las fotografías polaroid de Umbridge. Dio gracias por tener las cortinas permanentemente hechizadas en silencio cuando volvía a romper a reír de nuevo al recordar la montaña de mierda que le había caído encima. En la fotografía podía verse como Umbridge "desaparecía" entre la mierda y cómo luego salía como un gusano de entre la tierra, gritando horrorizada para luego vomitarse encima acto seguido.

Al parecer los dos días sin bromas la habían hecho susceptible a más trampas porque no solo no había notado la caja de mierda sobre su cabeza invisible sino que tampoco había visto como Dobby volvía a cambiar su varita por enésima vez con una varita falsa de Zonko, o la poción de cabeza de calabaza que le transformó la cabeza en, sorpresa, una calabaza. Sí, Harry estaba a tope. Con la ayuda de Dobby, quien parecía cada vez más contento de ayudarle a acabar con Umbridge, y eso que ya empezó eufórico, nadie podía pararle; tampoco nadie parecía dispuesto a hacerlo. Ni siquiera estaba usando las lechuzas de la escuela para comprar más artículos, ni merodeaba por las noches para llevar a cabo sus bromas, así que nadie sospechaba de él.

Tenía otra gran idea para el despacho de Umbridge pero, cerrando los ojos para dormir, se daría unos días para que volviera a bajar la guardia. Que supiera, ya llevaba 2 ataques de histeria en menos de un mes. A ver si batía su récord yendo a por el tercero.

11 de noviembre, lunes

Harry estaba de repente muy ocupado. No solamente tenía que leer los informes de las reformas sino también los informes de Gringotts y los de su apoderado del Wizenmagot, las cartas de su padrino sobre la investigación de Voldemort que, definitivamente, había puesto algún tipo de protección en la Mansión Riddle y en la chabola Gaunt, y, por si fuera poco, tenía que estudiar por su cuenta 3 años de defensa si quería hacer ambos exámenes en junio. Hasta ahora nunca había coincidido todo el mismo día así que se encontró casi sobrepasado por todo lo que tenía que hacer. Tardó casi todo el día en leerse los 3 informes y ni siquiera pudo contestar la carta de Sirius.

—Estoy exhausto —suspiró él, apoyando la cabeza a la mesa.

—No me extraña —le dijo Neville, viendo la carpeta con los informes y demás cosas que tenía que leer—. Se supone que uno no está en Hogwarts cuando asume todas esas responsabilidades.

—Es lo que hay.

Se hizo un silencio triste antes de que Harry alzara la cabeza. Cogió el informe de las reformas, el que menos le importaba que vieran si alguien le estaba espiando, y leyó. Estaban haciendo grandes progresos. Sobre todo, en Godric's Hollow. Al parecer era más fácil construir algo desde la nada que intentar reparar algo a medias.

Vio las imágenes que le enviaba el contratista, Thomson, y supo que era el momento de decidir los suelos y ese tipo de cosas.

—Mirad chicos, tengo que elegir los suelos, la cocina y todo eso. ¿Queréis ayudarme? —preguntó él, que no era el más exquisito con el estilismo.

Sus amigos asintieron y dejaron lo que estaban haciendo durante unos minutos. Al final eligió un suelo de parqué de arce, de color claro para darle más luz a una casa pequeña en una zona donde ya de por sí había poca luz de día. Los azulejos del baño de arriba, de estilo piedra, las eligieron de color beige con suelos de cerámica algo más claros que las paredes. El baño de abajo, como era más pequeño que el baño privado, eligieron un suelo gris perla con azulejos blancos. Acabaron eligiendo también la chimenea, de color marrón oscuro a juego con el parqué y los muebles de la cocina abierta, y la encima de la isla de la cocina y de la cocina en sí, de mármol blanco con vetas grises. Tardaron más de lo esperado, pero incluso Hermione se olvidó de los deberes durante un rato.

Esa noche envió la carta de respuesta a Sirius, mucho más corta de lo que le hubiera gustado, y también la carta al contratista junto con el catálogo marcado. El día 23 tenía una visita a Godric's Hollow y a la Mansión Potter. Se moría de ganas de verlo en persona. Antes de dormir leyó el informe de Gringotts, que era el mismo de siempre diciéndole que sus inversiones iban viendo en popa, y luego acabó por dejar para el día siguiente el informe de su abogado.

Estaba tan cansado que ni siquiera tuvo ganas de pensar en las últimas bromas contra Umbridge. No le dio tiempo ni a meditar esa noche. Se durmió con la ropa puesta.

17 de noviembre, domingo

—¡Harry! ¡No te lo vas a creer! ¡Ha vuelto Hagrid! —le dijo Hermione con una sonrisa.

Harry se sorprendió. Ni siquiera sabía dónde había estado pero, a juzgar por la fuerza con la que Hermione tiraba de su manga, iba a averiguarlo. Cuando llegaron, no obstante, Hagrid tenía un aspecto terrible. Era como si hubiera peleado con alguien, y hubiera perdido.

—¿Dónde has estado? —preguntó Harry.

—He visitado a los gigantes estos últimos meses a órdenes de Dumbledore.

—¿Y qué ha pasado?

Hagrid suspiró con cansancio. —Al parecer no era el único que estaba intentando convencerlos de que se unieran a la causa.

Harry desconectó momentáneamente al tener noticias tangibles relacionadas con Voldemort. El diario apenas publicaba información nueva de Voldemort, y con razón, ya que nadie sabía que había regresado. Incluso lo de Cedric al final quedó todo en un caso de ataque de un antiguo mortífago insatisfecho. Ahora entendía lo que debía estar haciendo Voldemort sin llamar la atención. ¡Estaba reuniendo a su ejército de nuevo! Dio gracias por haber eliminado a la mayoría de mortífagos importantes de Azkaban porque estaba al 200% seguro de que tarde o temprano habría atacado la prisión para liberarlos.

—Tarde o temprano tendrá lo que desea —les dijo él a sus amigos esa tarde—. Está reuniendo a sus antiguos aliados de nuevo.

—Al menos ahora no tiene poder en el Wizenmagot.

—Eso es peor aún —casi gimió del desconsuelo Harry—. Estará desesperado por hacerse con el ministerio a la fuerza ya que prácticamente no tiene a nadie adentro en posiciones de poder.

—No te olvides de los trabajadores que no están en el Wizenmagot —le recordó Neville, con el rostro muy serio—. Esa gente es la que realmente importa ya que, al menos, en el Wizenmagot sabíamos quién trabajaba para Voldemort.

Harry se dio cuenta de que Neville tenía razón. Había estado tan ocupando evitando y humillando a Umbridge, buscando el último horrocrux, estudiando y reparando las 3 propiedades que casi había olvidado a Voldemort. Ahora se dio cuenta del peligro de la desinformación pero aun así no pensaba que haberle negado Grimmauld Place a Dumbledore para su orden hubiera sido un error.

Esa noche llamó a Sirius con el espejo y le contó lo que había descubierto. Remus suspiró con cansancio.

—Es justo lo que pasó la otra vez —le dijo Sirius—. Sinceramente, viendo cómo están las cosas ahora, sería muy fácil para Voldemort hacerse con el ministerio e incluso evitar una guerra suplantando a todos en el poder.

—¿Y qué hacemos? —preguntó con algo de ansiedad Harry—. ¡No podemos dejar que haga lo que le dé la gana!

—Ya, pero… el caso es que ahora mismo nadie sabe que ha regresado. El dinero que entra en el departamento de defensa es muy poco gracias al inútil de Fudge.

—Y no creo que aumente la cantidad de dinero ni aunque sepa la verdad.

—¿Y el contrato? —preguntó finalmente Harry—. Podríamos hacer que fuera obligatorio a todos los miembros y trabajadores del ministerio.

Sirius y Remus lo meditaron en silencio. —Hablaremos con tu abuelo y con los abogados pero creo que algo podemos hacer. Solo que tendremos que hacerlo antes de lo previsto.

Harry se fue a dormir descontento. Sabía que la burocracia era lenta pero al ser una cuestión de vida o muerte le parecía que podrían hacer una excepción. Claro está, nadie sabía el peligro que se les venía encima, se dijo. Dio vueltas y más vueltas. Meditó y aumentó sus barreras y finalmente se dio por vencido. Bueno, pensó, si no podía dormir al menos podía seguir tomándole el pelo a Umbridge. Transfiguró una silla en un barril grande y luego lo hechizó para que no tuviera fondo.

—Esto de hacer bromas es muy útil para aprender nuevos hechizos —sonrió para sí mismo—. Con razón Fred y George sacan tan buenas notas en encantamientos.

Por suerte todos los demás estaban dormidos así que nadie le escuchó murmurar para sí mismo como un loco. Llamó a Dobby y le dio instrucciones sobre su nueva broma. Solo cuando Dobby, una hora más tarde, regresó con una sonrisa casi maníaca se fue a dormir tranquilo. Suprimió una risa y cerró los ojos al imaginar la cara de Umbridge cuando abriera la puerta de su aula y le cayeran miles y miles de litros de agua del lago encima.

23 de noviembre, sábado

Harry miró la casa prácticamente acabada de Godric's Hollow. Faltaban a penas las runas mágicas por las que había pagado para los baños, la chimenea, la lavandería, la cocina y el tejado, etc. Había comprado el pack completo cosa que costaba bastante más que una reparación normal pero, a la larga, era mucho más cómodo no tener que preocuparse de un incendio, goteras, limpiar las ventanas, plagas indeseadas, tener tuberías o electricidad, entre otras cosas. De hecho, ver la oferta de Thomson le había dado ideas para su nueva casa en Londres.

—¿Cuándo estará acabada para entrar a vivir? —preguntó él, a pesar de que no tenía la intención de vivir en ella permanentemente.

—Dentro de unos 5 días, como mucho. Puede ir amueblando la casa mientras tanto.

Harry asintió y Remus le prometió que le ayudaría a montar las cosas que comprara mientras él estuviera en Hogwarts. Se paseó por la casa, viendo los acabados nuevos y modernos, con los grandes ventanales que había pedido y puertas de cristal que dejaban entrar mucha luz. Como pensaba poner el fidelus en la casa, no le preocupaba que le espiaran. Si algún día quería deshacer el hechizo nadie podría espiarle con un muro rodeando la propiedad de 2 metros de altura, y cortinas.

La casa en sí era más pequeña que la casa de Londres pero le aliviaba poder reparar la casa de sus padres. El día que tuviera hijos podría regarles la casa cuando dejaran la escuela, si la querían. No es que le faltara el dinero. Al final, viendo el reloj, prefirió no visitar la Mansión Potter. No quería darse prisa en ver por primera vez la casa ancestral de su familia así que quedaron con el contratista para el día 20 de diciembre, el último día de curso antes de vacaciones de invierno.

Regresó a Hogsmeade y se reencontró con Hermione y los demás en las Tres Escobas.

—Este verano os invitaré para que veáis las casas —les dijo él, tomando cerveza de mantequilla que le había pedido Luna—. ¿Vais a venir unos días a Grimmauld Place estas vacaciones?

—Este año mis padres y yo no vamos a ningún lado. De hecho, tienen unas conferencias en diciembre así que voy a quedarme sola prácticamente todos los días —les informó Hermione.

—¿Y por qué no vienes conmigo el día 20 a Grimmauld Place? —le preguntó Harry. De haberlo sabido antes la habría invitado hacía tiempo.

—Si no es una molestia, iré contigo encantada. Solo tengo que decírselo a mis padres. Creo que les aliviará saber que estoy con alguien.

—¡Pues claro que no es una molestia! —dijo exasperado Harry—. Y vosotros, ¿Luna, Neville?

—Mi abuela tiene planeadas algunas cosas hasta el 1 de enero pero imagino que luego me dejará visitaros unos días. Le preguntaré.

—Mi padre y yo nos vamos de viaje a Tanzania —sonrió Luna—. Vamos a ir en busca de los Dabberblimps. Estaremos todas las vacaciones fuera así que nos volveremos a ver el día 13 de enero.

Hermione, Harry y Neville intercambiaron miradas confundidas, pero asintieron. Estaban acostumbrados de escuchar hablar a Luna de nargles, snorkacks y más criaturas misteriosas. Siguieron hablando de las vacaciones, de lo que querían hacer y los deberes que seguramente les iban a poner, cuando Harry se fijó en el reflejo de la ventana. Un hombre de aspecto corriente los miraba atentamente de vez en cuando y parecía estar anotando algo en un trozo de pergamino. Sacó la varita y se dio cuenta de que no habían usado el muffliato para silenciar su conversación así que ese hombre debía estar escuchándolo todo.

Cuando llegó la hora de irse, se levantó para ir al baño. Hizo una señal a Hermione para que se fueran sin él y usó la capa de invisibilidad para salir del bar sin que nadie le viera. El hombre estaba poniéndose la chaqueta y había enrollado el pergamino con un pequeño lazo. Vio como lo cogía y salía del bar. Lo siguió hasta una calle desierta a las afueras de la aldea. Allí le esperaba una lechuza en un árbol. Enfadado porque tenía la sospecha de lo que estaba sucediendo, sacó la varita por un agujero de la capa y lo dejó inconsciente con un golpe en la cabeza usando una rama del suelo para hacer ver que había sido un accidente. El hombre cayó y el pergamino rebotó a sus pies.

Su anillo de Lord Potter y unos cuantos hechizos para detectar magia en el pergamino, le informaron de que estaba limpio. Miró al hombre en el suelo. O bien era un incompetente o bien estaba confiado de que nadie se habría dado cuenta de sus acciones, seguramente porque llevaba espiándole hace tiempo. ¿Sería este hombre el que atacó a Hedwig a órdenes de Umbridge? Abrió el pergamino y leyó.

Potter ha desaparecido de Hogsmeade esta mañana, acompañado de Black. Sus amigos han recorrido Hogsmeade y luego se han reunido con Potter en las Tres Escobas. Han hablado de lo siguiente:

- Granger pasará las vacaciones con Potter en una casa bajo el Fidelus (no logro recordar el nombre de la casa a pesar de que estoy seguro de que lo han mencionado). Longbottom tiene asuntos con su abuela hasta el 1 de enero, luego seguramente visitará a Potter y a Granger. Lovegood pasará las vacaciones enteras con su padre en Tanzania.

- Potter al parecer ha comprado varias casas. Ha invitado a sus amigos a visitarlas este verano.

- Potter y los demás han mencionado brevemente clases extraoficiales de defensa en el colegio.

Espero órdenes.

—Dobby —llamó Harry, escondiéndose detrás de un árbol para quitarse la capucha de la capa.

—¿Qué puede hacer Dobby por el señor Potter?

—Podrías seguir a esa lechuza —apuntó Harry con el dedo—. Quiero saber quién recibe la correspondencia.

Dobby asintió con entusiasmo y Harry le entregó el pergamino a la lechuza. Salió volando, como pensaba, en dirección al castillo. Dobby desapareció con un chasquido de dedos y él volvió al pueblo, metiéndose entre el gentío una vez guardó su capa de invisibilidad. Hermione y Neville le estaban esperando en la puerta.

—¿A qué ha venido eso? —preguntó Hermione, sospechando que algo había pasado.

—Luego os cuento.

Comieron rápidamente y luego fueron a la torre de Gryffindor. En el dormitorio les esperaba Dobby.

—Pinky recibió la carta, señor Potter —le dijo con el rostro solemne.

Él asintió y le dio las gracias. Hermione y Neville siguieron esperando, cada vez más impacientes.

—Umbridge nos ha estado espiando.

—¿¡Cómo!?

—He visto a un hombre hoy en las Tres Escobas. Le he seguido y le he quitado el pergamino luego de dejarle inconsciente con una rama de un árbol. En el pergamino ponía de forma resumida lo que hemos estado haciendo: vuestro paseo por la aldea, mi desaparición con Sirius, los planes de vacaciones…

—¿Y quién es Pinky? —preguntó Neville, confuso.

Hermione, furiosa, respondió rápidamente. —Solo puede ser Umbridge.

—Así es.

—Desde el principio de curso la tiene tomada contigo pero espiarte.

—¡Debió ser ella la que atacó a Hedwig! —exclamó Neville, que sabía que alguien había atacado a su lechuza pero no de las sospechas de Harry.

—Es cierto. Lo supe desde el principio. En cuanto vi a Hedwig y la carta lo supe. Los Black tienen hechizos de privacidad. El que usó Sirius era uno de los menos peligrosos. Lo único que le pasó a Umbridge fue 3 días de jaquecas y sangrados de nariz. Por suerte no pudo leer la carta.

—Ahora lo entiendo todo. Te dije que era extraño. En la biblioteca no había ninguna enfermedad con esos síntomas.

—Así que damos por hecho de que todo lo que hemos enviado por carta lo ha leído. Salvo la correspondencia de Harry —suspiró preocupado Neville—. Por suerte, ahora que pienso, solo he escrito un par de cartas a mi abuela y no contenían nada importante.

—¡Sigue siendo un delito! —casi gritó Hermione. Entonces se calmó forzosamente—. No puede estar leyendo todas las cartas de todos los alumnos. No tiene tiempo.

—O alguien la ayuda o bien tiene algún tipo de filtro que le permite saber qué escribe cada alumno.

—Vamos a comprobarlo.

Así fue como hechizaron un pergamino para que quien lo tocara se volviera de color amarillo fluorescente durante al menos 2 días. Neville incluso escribió con la mano izquierda, con la que apenas tenía coordinación, para que pareciera la letra de un alumno de primero que se quejaba de Umbridge, de las clases de defensa y de los castigos. Harry hizo que Dobby la enviara con una lechuza de la escuela, para que nadie los descubriera.