CAPÍTULO 19: La reconciliación

2 de enero, jueves

—No me puedo creer que me haya perdido tanto —negó con la cabeza Ron, suspirando—. Vamos a necesitar mucho más que 10 días sin clase para ponerme al día.

Harry y Hermione le habían contado todo lo que habían estudiado el año pasado, los exámenes que había tomado Harry durante el verano que le habían permitido avanzar materia y dejar algunas asignaturas. Su nueva amistad con Neville y Luna, lo que realmente pasó durante el torneo, la situación con Dumbledore y sobre los horrocruxes. Decir que Ron estaba horrorizado era quedarse corto. Por suerte, al asegurarle varias veces que ya no tenía uno de esos en su cicatriz, se calmó.

—¿Y dices que solo queda una cosa de esas? —preguntó, tumbado sobre su cama con Hermione sentada de piernas cruzadas y él sentado en la silla de escritorio.

—Así es. Dumbledore no lo sabe y, sinceramente, ahora mismo no siento las ganas de decírselo.

Ron frunció el ceño como solía hacer cuando algo le molestaba. Las orejas se le pusieron rojas de la ira y Harry supo que iba a estallar pronto. Hermione sonrió al ver la escena familiar de cada año.

—No me extraña. No hubiera pensado nunca que fuera así. ¿¡Qué pensaba!? ¿¡Dejarte morir sin más!? ¡Cómo se atreve! ¡Eso es peor que Umbridge!

—Hablando de Umbridge… Tengo algo que deciros —empezó a carcajearse él. Había decidido ser sincero y sabía que Hermione podía cuidarse solita. A Ron le pondrían al día con defensa rápidamente.

—Creo que ya sé qué vas a decir —suprimió la sonrisa que quería asomar Hermione—. Has estado gastándole bromas y humillándola todo el curso, ¿verdad?

—¡NO JODAS! —gritó Ron, poniéndose recto de golpe con cara incrédula—. No es posible… ¿¡has sido tú!? ¿¡Todo este tiempo!?

—¡Intentó leer mi correspondencia y le rompió un ala a Hedwig! —se defendió riendo—. Por no hablar de que es el perro faldero de Fudge y además una fanática anti criaturas.

Ron empezó a descojonarse de la risa, agarrándose las costillas. Hermione finalmente empezó a reír al ver las polaroid mágicas que había recopilado gracias a Dobby. Pronto los 3 no podían mantenerse rectos sin reír, llorando al ver el horror en la cara de Umbridge.

—Pero, ¿cómo es posible? —preguntó con cara llena de admiración Ron.

—Tenía la ayuda de Dobby. Cuando no quiere matarme es sorprendentemente eficaz.

Escuchó los pasos apresurados de alguien escalera arriba. La puerta se abrió de golpe y allí apareció Sirius sonriendo de oreja a oreja.

—No me vais a creer. ¡SE HA COMPLETADO! —sacó unos viales de color rojo sangre y a Harry se le descolgó la mandíbula.

—¡Creía que era un proceso largo!

—Al parecer en fin de año hubo varias tormentas eléctricas. ¡Hola Ron!

Hermione y Harry se miraron. —¿Esperamos a regresar a Hogwarts?

—Preferiría no practicar todos a la vez sin alguien experimentado —apuntó Hermione—. Además, tardaríamos bastante tiempo en estar juntos de nuevo y tener la ayuda de Sirius.

Ambos alargaron a la vez las manos, pidiendo sus respectivos viales.

—¿De qué habláis? —preguntó divertido y curioso Ron—. ¿Qué es esa poción?

—La poción para convertirse en animago —contestó Harry, antes de que Hermione se girara a verle para preguntarle silenciosamente si pensaba decirle a Ron la verdad.

Ron jadeó de la sorpresa, mirando el vial. —¿Lo habéis conseguido? ¡Increíble!

Durante un segundo Ron miró el vial con anhelo y Hermione sonrió. —Podemos ayudarte con el proceso si quieres.

—¿¡En serio!? ¡Pues claro que quiero! ¿Puedo ver cómo os tomáis la poción?

Ambos asintieron. —¿Quieres empezar tú, Harry?

—Damas primero.

Hermione bufó pero asintió. Ambos escucharon los consejos de Sirius de no perder la calma, de estudiar su cuerpo y los movimientos, los sentidos, y cómo regresar a forma humana.

—La primera vez siempre se regresa sin la ropa ya que no estamos acostumbrados —le advirtió—. Yo te guiaré desde el otro lado de la puerta del baño cuando quieras volver a ser humana, ¿vale? Así que te gusta mucho la ropa que llevas yo me pondría un pijama o algo viejo. ¡Ah, por cierto, vayamos al patio trasero! Necesitaremos una bañera con agua por si acaso y espacio suficiente.

Harry le dio una camiseta y un pantalón de pijama que se le habían quedados pequeños. Él se puso ropa algo rasgada que había usado para trabajar en su nueva casa de Londres. Dejó la varita encima de la mesa del patio, dentro de la funda, y luego miró el vial con una mezcla entre excitación y nerviosismo. Se lo tragó de un golpe. Hermione encogió y encogió y encogió hasta convertirse en un castor. A Harry le vino a la cabeza el incidente con Malfoy y los dientes de Hermione y suprimió una risa.

Sirius tomó una foto con la polaroid y luego ayudó a Hermione a caminar a 4 patas, a levantarse sobre las patas traseras, a oler el jardín y luego a nadar en la bañera que había llenado al ver su forma. Tardó casi una hora en hacer que Hermione dejara de jugar en el jardín y unos 20 minutos más en que volviera a ser humana, metida en el baño. Cuando regresaron, Hermione tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Ha sido increíble, Harry! ¡Gracias por haberme convencido de hacerlo!

—Ahora que tienes la memoria reciente, intenta convertirte en animal tú sola. Mira, así eres.

Sirius le enseñó la fotografía y Hermione se rio de sí misma al verse rodar por el suelo como un perro con una pelota. Sirius se giró en su dirección y Hermione guardó la foto momentáneamente. Harry se sintió de repente nervioso y excitado. Al igual que hizo su amiga, se bebió la poción de un trago para no perder el coraje. Sintió como su cuerpo se encogía hasta que quedó postrado en 2 patas y, de repente, sintió la extraña sensación de no tener brazos hasta que se dio cuenta de que tenía alas.

Sirius, Hermione y Ron rieron al verle. —Era de esperar. Eres algún tipo de halcón Harry.

—No cualquier tipo —les dijo Hermione—. El gerifalte es el halcón más grande que existe en el mundo. Se consideraba que era el ave real de muchas familias nobles en Europa.

Ron rodó los ojos, ignorando a Hermione. —Intenta volar Harry.

Le costó un poco coordinar sus alas, abrir y batirlas, pero cuando dio un par de saltos y se mantuvo en el aire unos segundos comprendió qué debía hacer. Era como jugar al quidditch. Necesitaba usar su cuerpo para utilizar las corrientes de aire y no perder energía, planear, y luego batir las alas. Aun así, le costó bastante tiempo emprender el vuelo. Finalmente, consiguió volar hasta el alfeizar de una ventana. Se posó allí y tuvo la seguridad que sus garras no le iban a soltar. Se dejó caer en picado y gritó de alegría, pero sonó un chillido que le sorprendió. Aterrizó suavemente, usando las alas abiertas para frenar su caída. No podía creerlo. Había sido increíble.

Sirius sopló una risa. —Debí habérmelo imaginado. Ven, vamos a cambiar de forma.

13 de enero, lunes

Harry miró por la ventana del tren. Estaba acompañado por Hermione, Ron y Neville. Habían pasado la última semana juntos en Grimmauld Place, practicando sus nuevas formas animales para poder enseñarle a Luna en Hogwarts. Neville había resultado ser una tortuga terrestre pero, para la sorpresa de todos, parecía estar encantado.

—No sé qué hubiera hecho de ser un pájaro, sin ofender —rio Neville— pero no me gustan las alturas, y tampoco soy muy fan del mar abierto.

—Creo que las formas os vienen como anillo al dedo —aseguró Ron—. Según el libro que nos dio Remus de tótems animales, el castor posee gran determinación, es de voluntad fuerte, constructor y también capataz de los demás castores, soñador, protector, siente la necesidad de estar haciendo algo. Como Hermione. Los halcones representan nuevos comienzos, aventura, pasión, liderazgo, superar retos, intuición, victoria, nobleza, poder visionario, profecía y protector. Prácticamente es una descripción de Harry.

Hermione le cogió el libro y lo ojeó. —Las tortugas son cuidadores natos, tímidos, protectores, pacientes, fuertes pero inocentes, longevas y resistentes. ¿Qué creéis que podría ser Luna, y Ron?

—Yo tengo la impresión de que Ron será un perro —les comentó Harry, que prácticamente no podía ver a Ron sin pensar en ello.

Ron alzó una ceja con gracia. —¿En serio?

—Sí. De hecho, es como un presentimiento.

Hermione pasó las páginas. —Los perros son nobles, leales, fieles, protectores, aportan dirección, son obedientes y sus sentidos y percepciones son elevadas.

—No sé si me transformaré en algo así, Harry —suspiró con rostro algo triste.

Harry clavó los ojos en los de Ron. —Hazme caso.

—Eso espero. No estaría mal ser un perro.

Escucharon un golpe en la puerta y vieron a Luna, bronceada. La dejaron entrar y volvieron a hechizar el compartimento con el muffliato.

—Hola Ron. Siento mucho lo de tu padre —le dijo Luna, con rostro serio como pocas veces—. Era una gran persona.

Ron intentó sonreír pero, tal y como pasaba cada vez que se acordaba de su padre, los ojos se le volvieron relucientes de las lágrimas.

—Gracias Luna. ¿Te han dicho ya estos 3 que han conseguido transformarse? ¡Y Harry cree que seré un perro!

Luna le miró, miró a Harry, y luego asintió. —Harry tiene razón.

Estuvieron hablando lo que quedaba de trayecto de la forma de Luna, de cuándo iban a practicar y de los exámenes de final de curso. Habían estado ayudando los últimos 10 días a Ron para que pudiera ponerse al día en defensa. El intensivo le había servido para mejorar muchísimo y a Hermione y a Harry para repasar el temario de quinto curso.

Hablaron también de los regalos que habían intercambiado. Harry le regaló a Hermione un diario mágico con páginas infinitas para que tuviera todos los apuntes en un solo libro. A Neville le regaló un wiggentree, un árbol mágico parecido al serbal, mientras que a Luna le regaló una bandolera personalizada. A Ron, que había sido una incorporación de último momento, le había comprado un búho real junto con la jaula y suficiente comida para durarle unos meses. No sabía cual de ellos estaba más encantado con el regalo. Harry había recibido libros, un set de cartas para estudiar Aritmancia y una snitch de entrenamiento.

Cuando llegaron a Hogwarts hacía un frío terrible y estaba todo nevado. Por suerte, el carruaje estaba claramente encantado.

—No me puedo creer que estemos de vuelta. Cada vez pasan más rápido las vacaciones.

—Y más este año, con todos los exámenes que tenemos —suspiró Neville.

—Hablad por vosotros —sonrió Harry, que solo tendría 6 exámenes en junio—. Nunca me he sentido tan liberado.

Hermione le fulminó con la mirada y se volvió a poner la bufanda cuando bajaron del carruaje. Sonrió de nuevo. Cuando llegaron al gran comedor vieron que no estaba Umbridge. Ron le miró de reojo con una ceja alzada y él negó con la cabeza. Ni idea.

—Me temo que la profesora Umbridge ha tenido que tomar unas semanas de descanso. Le sustituirá el auror Kingsley Shacklebolt hasta que se recupere.

—¡Por mí como si se queda hasta junio!

—¡Eso, eso!

—¡Le suplicamos que se quede!

Se escucharon risas y luego de una breve pausa aparecieron los platos. Seamus y Dean, sentados al lado de Ron, hablaron él de las vacaciones de invierno pero a Harry no le apetecía participar. A Ron le estaba constando explicar a ambos por qué los había dejado de lado en el tren y por qué, y cómo, se había conciliado con él.

15 de enero, miércoles

—Creo que me estoy acostumbrando a la hoja por fin —les dijo Ron, tragando fuertemente.

—¡Aleluya! —exclamó de forma sarcástica Harry.

—Pensaba que ibas a tardar un par de semanas más —contestó Hermione, también sarcástica.

—¡Eso es prácticamente todo el mes! ¡Menuda confianza!

Neville le dio unas palmaditas en la espalda. —No pasa nada, Ron, pronto se acabará.

Harry desayunó y vio como aparecía Hedwig para darle su habitual saludo mañanero. Otra lechuza se acercó a él con el diario y le pagó el importe como de costumbre. Abrió el periódico y leyó con desinterés la mayoría de artículos. Hasta que uno le llamó la atención.

Muere un hombre en San Mungo estrangulado por error —Harry alzó una ceja y leyó el artículo entero—. El paciente Broderick Bode murió estrangulado en su cama ayer por la noche a causa de un lazo de la muerte. La planta, que fue enviada como regalo hace 2 días para desear una pronta recuperación al señor Bode, fue confundida trágicamente por una inofensiva flitterbloom por la Sanadora Strout. Al contrario de lo que dicta el reglamento de San Mungo, la Sanadora Miriam Strout dejó que el señor Bode cuidara de la planta él solo como recompensa por una mejora casi milagrosa de su estado de salud. El señor Bode se recuperaba del coma causado por un grave accidente que sufrió en su puesto de trabajo en el departamento de misterios, donde el señor Bode fue un reputado inefable desde hacía años.

Los sanadores de San Mungo, al encontrarse con su cuerpo horas más tarde del ataque, intentaron reanimarlo sin éxito. Su muerte ha sido calificada como una negligencia médica por parte de la Sanadora Strout, que ya ha sido suspendida sin sueldo de forma.

Harry no daba crédito. ¿Quién confundiría ambas plantas cuando una era claramente agresiva y la otra no? Además, acaso a los aurores y al hospital no les interesaba saber, o se preguntaban si quiera, ¿quién mandó una planta como el lazo del diablo como regalo? ¿Qué esperaban que pasara? ¿Qué le diera un tierno abrazo? Solo había dos posibilidades: o era un accidente o un asesinato premeditado. Y, suponiendo que no hubiera nadie tan imbécil como para creer un lazo del diablo es inofensivo para un enfermo con problemas motores, estaba claro que la segunda opción era más probable. Aun así, o Strout era incompetente o cómplice.

—-rry! —dio un pequeño bote cuando notó como Hermione le sacudía el brazo—. ¿Estás bien?

—Leed esto.

Les pasó el diario abierto por la página correcta y sus amigos lo leyeron posándolo encima del plato de tostadas. A los pocos minutos, todos levantaron la cabeza frunciendo el ceño. Neville parecía indignado y enfadado.

—Pero, ¿¡quién regalaría algo así a un enfermo encamado!? —preguntó Neville, que sabía mejor que nadie qué podía llegar a hacer una planta como esa.

Harry levantó un muffliato como ya era de costumbre. —Leedlo bien. Dice que Bode era un inefable y que trabajaba en el departamento de misterios. De hecho, estaba en el hospital debido a un accidente en el ministerio. ¿Casualidad?

El rostro de Ron estaba pálido como la nieve, seguramente recordando la muerte de su padre hacía menos de un mes. Neville comprendió la gravedad de la situación al instante.

—Piensas que no fue un accidente —afirmó Hermione, con rostro severo.

—¿Y crees que alguien lo ha… asesinado?

—Sinceramente, creo que tiene algo que ver —se encogió de hombros Harry—. Para empezar, tuvo un accidente allí abajo, pero vivió y, según el diario, ha estado recuperándose por completo a pesar de que al principio pensaban que no iba a recuperarse del coma.

—Pero se recuperó —dijo Ron, cogiendo el periódico con manos temblorosas—. Alguien quiso cerrarle la boca.

—Está claro que han estado pasando cosas en el departamento de misterios. Quiero mirar todos los antiguos diarios y los artículos que estén relacionados con el departamento.

—Así sabremos cuándo empezó todo —asintió Hermione.

—Lo que más me preocupa no es eso —contestó Harry—. Está claro que, sea quien sea el que haya atacado a Bode y… al señor Weasley, tiene acceso al departamento. No buscan entrar.

—¿Por qué atacar a alguien, llamando la atención de que algo pasa allí abajo, si de igual forma tienen acceso total al departamento de misterios? —preguntó confundido Neville.

—Parece que buscan información —dijo suavemente Hermione, mirando de reojo a Ron—. Bode tiene pinta de que conocía bien el departamento al parecer.

El día pasó muy rápido. Estuvieron consolando a Ron que parecía haber vuelto a recordar la trágica muerte de su padre con el artículo del periódico. Cuando menos lo esperaban se ponía a llorar o desaparecía en uno de los baños de Hogwarts para serenarse. Como tenía un periodo antes de la cena libre, fue directo al dormitorio y llamó a Dobby para que le trajera todos los diarios que guardaba.

—¿Todos? —preguntó Dobby y él negó con la cabeza.

—Desde el 24 de junio del año pasado, por favor.

Harry sabía que no tenía sentido buscar en los diarios antes del regreso de Voldemort. Aun así, esperaba tener muchos periódicos que leer. Dobby le trajo una caja empequeñecida y él suspiró. Le dejó solo y, en su escritorio del dormitorio, empezó a leer. Había artículos que hablaban de presupuestos del departamento, de hechizos nuevos, de un nuevos prototipos de aparatos mágicos que tardarían años en ser realidad… No fue sino hasta el diario profético del día 1 de setiembre que encontró lo que buscaba.

Era un artículo sobre Sturgis Podmore, un hombre que fue sorprendido intentando entrar en el departamento de misterios durante la madrugada del 31 de agosto. Fue condenado a 6 meses de prisión, pero ni siquiera habló en su defensa. No le sonaba el nombre Podmore en la lista de mortífagos o colaboradores de Voldemort de Dobby. Al final, viendo la fecha de nacimiento de Podmore, decidió hablar con Sirius.

—¿Podmore? ¿Estás seguro?

—Sí. Lo dice aquí bien clarito. Sturgis Podmore.

—Claro que le conozco. Formaba parte de la orden del fénix y, que yo sepa, sigue siendo parte.

Harry se sorprendió. ¿Por qué iba a querer Podmore entrar a la fuerza al departamento si con la ayuda de Croacker y otros inefables tenían acceso fácilmente? Obviamente se estaba perdiendo algo muy importante. Lo único claro era que Dumbledore había estado merodeando con los de la orden del fénix el departamento de ministerios desde tan temprano como el 1 de setiembre.

—Sirius, ¿te importa volver a decirme todo lo que te dijo Tonks? —le preguntó, incapaz de dejarlo estar.

Su padrino alzó una ceja. —Al parecer Dumbledore pidió voluntarios entre los miembros de la orden del fénix que trabajaran o que conocieran el ministerio. La misión era proteger algo en el departamento de misterios, evitar que entraran desconocidos y este tipo de cosas.

—¿Proteger el qué de quién? —preguntó de nuevo.

—El qué, no lo sé. Pero de quién… de los mortífagos, por supuesto. O al menos eso creía Tonks.

—¿Y qué hay ahí abajo? ¿Qué es lo que… hacen los inefables? —preguntó con interés.

Sirius se encogió de hombros. —Por lo que me han dicho existen diferentes salas dentro del departamento de misterios. Hay una sala para estudiar el amor, otra para el tiempo, una sala donde se guardan todas las profecías que se han realizado a lo largo de los años, una sala donde se estudia la muerte… Cualquier cosa que te imagines seguramente se estudiará allí abajo.

—¿Estas salas las ha visto Tonks?

—Al parecer solo ha visto las puertas con los nombres de cada sala. No creo que los miembros de la orden del fénix se dedicaran a patrullar todos los recovecos del departamento.

Harry desconectó la llamada poco tiempo después.

—¿Dónde estabas? —apareció por la puerta Neville—. Te hemos estado buscando por todos sitios como locos.

Harry dio un bote y guardó los periódicos en la caja. Luego seguiría buscando donde había quedado por si se dejaba algo importante hasta la fecha. Cogió el periódico del 1 de setiembre y lo dobló, dispuesto a enseñárselo a sus amigos.

—Mirad lo que he encontrado —les dijo, sentándose en uno de los sofás conjurados en la Sala de los Menesteres—. He estado revisando los diarios que tenía guardados.

Sus amigos, ahora con la ayuda de Luna, leyeron el artículo.

—¿Quién es Sturgis Podmore? —preguntó Hermione.

—Es un miembro de la orden del fénix.

—No me suena su nombre y eso que Fred y George les espiaban cuando se reunían en casa de vez en cuando —frunció el ceño Ron, mirando la fotografía del hombre.

—Seguramente no te suene porque el 1 de setiembre fue condenado a 6 meses de Azkaban —le informó Hermione, señalando con el dedo al último párrafo del artículo.

Les explicó lo que le había dicho Tonks a Sirius sobre lo que había allí abajo con la esperanza de que a alguno se le ocurriera algo sobre lo que estaban buscando y protegiendo. Al final, mientras todos pensaban en silencio, Luna cogió el pergamino de la muerte de Bode, con el rostro pensativo.

—¿Sabíais que mi madre era una inefable antes de morir? Trabajaba en la cámara del tiempo. Un día se llevó a casa su trabajo con tan mala suerte que el prototipo de gira tiempos en el que estaba trabajando se desestabilizó y explotó, matándola —les explicó, con voz calmada—. Yo solo tenía 9 años pero a mi madre le gustaba contarme lo que podía de su trabajo. Al parecer, los inefables tienen rangos. Las nuevas incorporaciones al departamento son asignados a una cámara y allí trabajan como aprendiz durante años hasta que se considera que han adquirido conocimiento suficiente como para valerse solos. Luego se los traspasa a otra cámara, y así sucesivamente.

—Eso quiere decir que cuantos más años lleve trabajando alguien allí dentro más sabe de todas las cámaras, y del departamento en sí —murmuró para sí misma Hermione pero Luna le asintió de igual forma.

Eso quiere decir que Bode, que llevaba alrededor de 20 años trabajando en el departamento de misterios, debía poseer mucha información valiosa —suspiró exasperado Ron.

—Sinceramente… —empezó Luna, todavía pensativa—. Creo que lo están buscando allí abajo es una profecía.

—¿Una profecía? —chasqueó la lengua Hermione, irritada.

—Pues claro. Tiene sentido. Mi bisabuela paterna fue Caliope Trelawney, la sobrina de Cassandra Trelawney, la famosa vidente. No es la primera vez que escucho hablar de la cámara de las profecías.

Harry se sorprendió al escucharlo. Ron también parecía sorprendido mientras que Neville parecía estar recordando alguna información obscura, seguramente impartida por su intimidante abuela. Hermione, al contrario, parecía exasperada ante la mención de videntes.

—¿Cassandra Trelawney, la tatarabuela de la profesora de adivinación? —preguntó Hermione, que recordaba haberlo leído.

—Así es. Al contrario que Cassandra, Caliope era otro tipo de vidente pero realizó una única profecía en su vida que, irónicamente, hablaba de su propia muerte. Mi bisabuela murió sin poder remediarlo y su familia materna, los Moon, intentaron hacerse con el orbe de la profecía del departamento de misterios.

—No me extraña —bufó una risa Neville—. Uno de esos orbes puede dar mucho prestigio a una familia. Son muy raros y más raros que alguien saque uno del departamento de misterios.

—¿De qué orbe estáis hablando? —preguntó confundida Hermione.

—Los orbes de profecías son justamente eso, una especie de bola de cristal que contiene dentro una copia automática de cada profecía real que los profetas recitan —le contestó Neville, complacido de saber algo que Hermione no supiera—. El conocimiento que se tiene de ellas, fuera del departamento de misterios, es muy escaso. Mi abuela me comentó una vez que hace unos años alguien intentó robar una, pero fue capturado. Como nadie sabe lo que dice cada profecía, cada orbe despierta mucho interés y expectación. Debe haber millones de orbes allí dentro, considerando que se registran todas las profecías en todas partes.

—¿Y si hay tantos orbes, por qué crees que es muy raro que alguien no consiga robar uno y tenerlo en su casa? —preguntó confundido Ron a Neville, y luego a Luna—. ¿Y por qué crees que eso es lo que buscan en el departamento de misterios?

—Porque los orbes solo pueden cogerlos aquellas personas a las que se refiere la profecía que contiene —les informó Luna—. Por eso los Moon no pudieron hacerse con la profecía de mi bisabuela, solo ella podría haberla sacado de allí y murió antes de poder hacerlo.

—Neville… según tu abuela, ¿cuándo fue ese intento de robo de hace años? —preguntó con rostro serio Ron, antes de mirar a Harry—. ¿No sería hace más de 15 años, no?

Entonces Harry sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. No. No era posible. No, NO, se negaba a creerlo. Vio como sus amigos se giraban a mirarle con una mezcla de compasión, tristeza, lástima y preocupación, y no pudo aguantarlo. Cogió sus cosas y se dio media vuelta. No podía quedarse allí o se derrumbaría, y no sabía si podría volver a levantarse.