Capítulo 3

Apenas llevaba unos pocos minutos fuera de la habitación, cuando JJ escuchó gritar a su jefa. Inmediatamente, volvió a entrar. Erin estaba llorando, con las rodillas encogidas, y los brazos rodeándolas. Estaba claro que había tenido una pesadilla. JJ se acercó despacio a la cama, hablando con voz suave para no asustarla.

-Erin, no pasa nada ¿vale? Sólo ha sido una pesadilla. Estás en el hospital, y nadie puede hacerte daño -iba acercándose poco a poco. Le resultaba totalmente extraño llamarla por su nombre de pila, pero era lo mejor en este caso si quería tranquilizarla.

La rubia temblaba y sollozaba, y miró con desconfianza a la agente.

-Voy a acercarme, no voy a hacerte daño Erin. Vas a estar bien.

Cuando finalmente se acercó a ella, Erin se relajó un poco, viendo que la agente sonreía cálidamente. Pero cuando JJ frotó su espalda suavemente, rompió a llorar de nuevo, así que JJ la abrazó, torpemente al principio, pero sintiendo como la mujer se aferraba a ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras la consolaba.

Un rato después, cuando ya estaba recuperada, entró en la habitación la doctora Coleman, seguida de Hotch. La mujer les sonrió amablemente.

-Le traigo el informe médico -se dirigió a JJ, extendiéndole una carpeta-. Mañana le enviaremos el resto. Pueden irse cuando quieran. Buenas noches.

Hotch y JJ respondieron a la despedida, Erin estaba sentada en la cama, con la mirada perdida. Los dos agentes intercambiaron una mirada. Hotch le hizo un gesto a JJ para que salieran al pasillo.

-¿Cómo está?

-Hace un rato tuvo una pesadilla, y me costó calmarla. Pero apenas habla, y está como ausente. Le dieron un calmante y se quedó dormida un rato, pero no creo que lo haga mucho a partir de ahora -respondió la rubia aguantando un bostezo.

-Es bastante tarde, vete a casa JJ. Mañana lleva el informe a la oficina, y seguiremos investigando.

-¿Y Erin? -preguntó frunciendo el ceño.

-Yo me ocupo. La llevaré a casa y me quedaré con ella esta noche.

-De acuerdo. Buenas noches Hotch.

Cuando vio a JJ girar la esquina, volvió a entrar. Erin apenas se había movido de su posición, con la cabeza apoyada en la almohada y los brazos cruzados sobre el pecho, en señal de protección. Se fijó en el golpe en la mejilla izquierda, que tenía muy hinchada, y que ya estaba cambiando a un color morado oscuro. Tenía una pequeña tirita en el cuello, donde el cuchillo había cortado su piel.

Hotch sintió cómo la ira le hervía la sangre al ver a la mujer así, tan frágil y rota por culpa de un desalmado. Juró que no iba a parar hasta encontrarlo y hacerlo pagar por lo que había hecho.

-¿Aaron? -llamó en voz baja. Él salió de su aturdimiento y se acercó a la cama.

-Podemos irnos a casa, Erin. ¿Estás lista?

Ella asintió lentamente, mientras se levantaba de la cama. Caminó despacio hasta la puerta, donde Aaron había vuelto a posicionarse.

-¿Puedo darme una ducha ahora? -preguntó mordiéndose el labio para evitar llorar de nuevo.

Hotch no se fiaba de su voz en ese momento, así que simplemente asintió. Volvió a sentir cómo una bola de ira se formaba en su estómago. Abrió la puerta y dejó que ella saliera primero.


El sol se asomaba tímidamente entre las nubes cuando llegaron a la casa. Hotch notó cómo Erin se tensaba en cuanto aparcó.

-No tenemos porqué estar aquí, Erin. Puedes esperar aquí y yo cogeré algo de ropa para ti. Te llevaré a mi casa.

-No. Yo…quiero hacerlo -respondió abriendo la puerta y saliendo del coche.

Hacía menos de una hora que la científica se había ido, y en el aire todavía flotaba el olor a polvo de huellas. Erin respiró hondo al pararse al pie de las escaleras. Hotch esperó a su lado. Luego subió lentamente, pero se frenó a mitad de pasillo, cerca de su habitación. Comenzó a respirar agitadamente, incapaz de dar un paso más. Sabía que a partir de ahí, no podía continuar.

-¿Por qué no te duchas aquí? Yo te llevaré ropa limpia -Hotch la guio delicadamente al baño de invitados. Ella asintió, sin resistirse. Cerró la puerta del baño detrás de ella.

Se quedó unos segundos junto a la puerta, luego avanzó despacio hacia la bañera. Abrió el grifo, esperando que el agua saliera caliente. Se acercó al espejo, y se le escapó un sollozo al verse. La cara hinchada y amoratada, ojeras oscuras y ojos rojos e hinchados. Pero eso no era lo peor, porque las heridas físicas sanaban, pero ese hombre la había destrozado por dentro. Se sentía rota en mil pedazos, y no creía que algún día fuera a recuperarse. Y mucho menos, a volver a ser la de antes.

Se desnudó rápidamente y se metió bajo el agua. Cuando le estaban haciendo el examen médico, descubrieron que tenía también los brazos y la cara interna de los muslos llenos de moratones. Había luchado, peleado incansablemente, pero había perdido.

Frotó su cuerpo compulsivamente, tratando de borrar cada rastro de ese hombre, mientras lloraba incontrolablemente. Finalmente, y cuando su piel estaba tan irritada por el agua caliente y por su obsesión de frotarla, se dejó caer en la bañera, mientras el agua seguía cayendo sobre ella.

Escuchó a Aaron entrar sigilosamente y salir rápidamente. Cuando el agua dejó de salir caliente y comenzó a tiritar, decidió salir. Se vistió lentamente con la ropa que Aaron le había dejado: pantalones cómodos y un jersey largo de punto. Se cepilló el pelo pero no lo secó.

Cuando salió, giró rápidamente hacia las escaleras, evitando mirar a su dormitorio. El olor que llegaba de la cocina, a café recién hecho, le revolvió el estómago, a pesar de que llevaba horas sin comer. Hotch la recibió con una leve sonrisa, que ella devolvió.

-He preparado algo de comer. Te sentará bien -le dijo él sentándose frente a ella.

-No tengo hambre -murmuró fijando la mirada en algún punto por encima de su hombro.

-No voy a obligarte Erin, pero deberías hacerlo. Un poco de café y una tostada estaría bien -instó él.

-Está bien…-aceptó finalmente.

Hotch se levantó y preparó un plato para cada uno. Lo puso frente a ella, que hizo una mueca en cuanto lo vio. Bebió un poco de café, y mordió muy despacio la tostada. Unos minutos después, corrió al fregadero a vomitar. Hotch se acercó a ella y aunque quería consolarla, no se atrevió a tocarla. Sabía que no iba a conseguir nada si seguían allí.

-Vamos a salir de aquí ¿de acuerdo? Espérame en el coche, cogeré algunas de tus cosas -le dijo cuando sus ojos volvieron a encontrarse.

Quince minutos después, Hotch conducía camino a su casa. Había sido un error haberla llevado de nuevo a la suya, y no estaba seguro de si en algún momento en el futuro, volvería a sentirse cómoda allí.

Erin no se cuestionó que Aaron la llevara a su casa, simplemente se dejó guiar. La acompañó directamente a la habitación, pero no llegó a entrar con ella, se quedó en el umbral.

-Necesitas descansar, estaré en el salón si necesitas algo ¿de acuerdo?.

-¿Puedes traerme un poco de agua, por favor? -preguntó con voz plana.

-Por supuesto.

Erin miró a su alrededor, a la habitación impersonal, apenas decorada con lo imprescindible. Pensó que la seriedad en la vida de Aaron también la llevaba en el resto de cosas. Un momento después, el agente volvió con un vaso de agua.

-Intenta dormir algo. Te sentirás algo mejor después.

Ella asintió, aunque dudaba que fuera así. Decidió hacerle caso y acostarse un rato. Cerró los ojos, aunque no tenía intención de dormir, sólo quería dejar de pensar y sentir. Los abrió sobresaltada un instante después, porque cada vez que los cerraba, volvía a revivirlo todo. Sentía a ese hombre sobre ella, su peso, su olor, hasta el sabor de su boca cuando la besó. La bilis le subió hasta la garganta. Se acostó en posición fetal, y sin poder remediarlo, las lágrimas volvieron a sus ojos.

Continuará…