Capítulo 4
El sonido insistente del teléfono lo despertó. Se frotó los ojos mientras cogía el aparato de la mesa.
-Hotchner -respondió con voz dormida.
-Hotch, soy Morgan. Estás en altavoz.
-¿Habéis averiguado algo más?
-La policía de Arlington lleva detrás de un violador unas tres semanas. Ha habido ya unas cinco denuncias -contó Prentiss.
-Y acabo de recibir el informe que faltaba del hospital -dijo JJ a continuación.
-De acuerdo. Reid y Prentiss, ¿habéis ido ya a hablar con Mark Strauss?
-Vamos a hacerlo ahora -contestó el joven agente.
-¿Cómo está Strauss? -preguntó Rossi.
-Creo que fue un error llevarla a su casa. Ha sufrido un trauma demasiado grande, y quedarse allí no ayudaría a que se recupere.
-¿Y dónde estáis ahora? -quiso saber JJ.
-En mi casa. Ahora mismo está descansando. O intentándolo, supongo -respondió frotándose la frente, cansado.
-La verdad es que yo había pensado en eso. Volver a esa casa en estos momentos es revivir el momento una y otra vez. Por eso, voy a alquilar una habitación en un hotel para ella. Allí podrá recuperarse -dijo Rossi a través del altavoz.
Hotch iba a contestar, cuando un fuerte ruido proveniente de la habitación lo alertó. Se levantó del sofá y caminó hacia allí.
-Bien. Ahora tengo que colgar.
-Ya te envío los datos de la reserva cuando la tenga -contestó Rossi antes de colgar.
Hotch abrió la puerta de la habitación, y vio a Erin sentada en la cama, llorando. El vaso de agua estaba echo pedazos en el suelo.
-Lo siento… Lo fui a coger y se me resbaló -dijo cuando se dio cuenta que Hotch estaba allí.
Él se acercó a la cama y se arrodilló a su lado. Posó las manos sobre la cama, a cada lado de ella pero sin tocarla.
-No te preocupes por eso, es un simple vaso. Lo que me importa es que tú estés bien. Que poco a poco te vayas encontrando mejor. Eso es lo único importante.
-Ahora mismo me siento como ese vaso. Rota en mil pedazos -susurró desviando la mirada al suelo.
-Es normal. Pero no siempre va a ser así, Erin. Sólo necesitas tiempo.
-¿Lo prometes? -lo miró fijamente con los ojos brillantes por las lágrimas.
Hotch no solía (ni quería), prometer cosas así, porque cada persona era diferente y no todos se recuperaban igual, pero cuando la mirada tan triste y vacía de Erin se clavó en él, no pudo negarle un poco de esperanza.
-Lo prometo, Erin. No te voy a negar que va a ser difícil, pero con el tiempo, conseguirás volver a hacer una vida normal, y esto quedará como un mal sueño.
-No sé qué hacer ahora. Cuando cierro los ojos lo veo y lo siento encima de mi y yo… -comenzó a respirar agitadamente. Hotch se levantó y se sentó a su lado para intentar controlar su ataque de ansiedad.
-Intenta respirar conmigo Erin, despacio. Así, muy bien -al cabo de unos minutos, se había tranquilizado.
Había escuchado el móvil con la llegada de un mensaje, y supuso que sería de Rossi. Lo comprobó y se giró a ella.
-Rossi ha reservado una habitación de hotel para ti, donde estarás más cómoda. Te conseguiré un terapeuta que te ayudará a superar esto ¿de acuerdo?
-Debería llamar a Mark. Necesito decirle… los niños…-habló con aire ausente de nuevo.
-Prentiss y Reid deben estar en este momento con él y lo informarán. No te preocupes por eso ahora. Luego llámalo si quieres y hablas con él.
Ella asintió pero no dijo nada. Hotch suspiró y se puso de pie, con intención de irse y dejarla sola. Erin lo cogió de la muñeca y tiró de él, haciendo que se sentara otra vez.
-No te vayas, por favor. No quiero estar sola ahora…
-Vamos a hacer una cosa. Nos vamos al salón y preparo unas tortitas, ¡no puedes decir que no a unas tortitas!. Y después te llevo al hotel para que te instales allí. Rossi ya me ha enviado los datos de la reserva -pareció pensarlo un momento, pero finalmente asintió.
El señor Strauss colgó el teléfono extrañado cuando su secretaria le informó que dos agentes federales querían verlo. Los hizo pasar enseguida, aunque no encontraba razón alguna para que el FBI quisiera hablar con él. Pensó en su ex mujer, y se preguntó si tendría algo que ver con ella.
Llamaron a la puerta y se levantó para recibir a sus invitados. Isabella, su secretaria, cerró la puerta con suavidad cuando estaban ya estaban dentro. Los agentes, un hombre alto, joven y desgarbado y una mujer morena, un poco más mayor que su compañero, se acercaron a él, que esperaba en mitad del despacho.
-Señor Strauss, somos la agente Prentiss y el Doctor Reid, nos gustaría hacerle unas preguntas, por favor -dijo la mujer enseñando su placa y señalando con la cabeza ligeramente a su compañero.
-Por supuesto. Siéntense por favor -dio media vuelta, rodeó la mesa y se sentó en su cómoda silla. Los agentes lo imitaron sentándose frente a él-. Aunque sigo sin entender porqué el FBI quiere hablar conmigo. ¿Tiene que ver con alguno de mis casos recientes?
No le pasó desapercibida la mirada que se dirigieron los dos agentes entre sí.
-Estamos aquí por su ex mujer, Erin Strauss -habló el Doctor Reid.
-¿Por Erin? ¿Se encuentra bien? -de repente sintió que le faltaba el aire. A pesar del divorcio, habían conseguido llevarse medianamente bien, y podía decir que le seguía teniendo cariño-. ¿Le ha pasado algo?
-Anoche la señora Strauss sufrió una agresión en su casa -informó Prentiss con suavidad-. Y tenemos entendido que se pasó por allí sobre las 19:30. ¿Es correcto?
Tuvo que hacer un esfuerzo para concentrarse en lo que le estaban preguntando.
-Si, me pasé sobre esa hora porque Erin me dijo que ya estaría en casa. Necesitaba un libro para Nora y las zapatillas de ballet de Olivia, pero no me abrió la puerta, aunque llamé cómo tres veces. Supongo que al final no abría llegado todavía. ¿Qué le ha pasado exactamente? ¿Qué tipo de agresión dice que ha sufrido? -en realidad, no estaba seguro de querer saberlo.
-Fue agredida sexualmente -el doctor Reid carraspeó nervioso.
El color abandonó la cara del abogado cuando cayó en la cuenta de porqué estaban allí hablando con él.
-Estaba allí ¿verdad? En ese momento, cuando yo llamé al timbre, estaba allí con ella y…-se pasó una mano por la cara, en un gesto nervioso-. Yo pude hacer algo. Pude haberla salvado de ese cabrón.
-¿Escuchó algo que le llamara la atención mientras esperaba que le abriera la puerta? -preguntó Prentiss.
-No. Estaba todo muy silencioso. Y tampoco se veía ninguna luz, por eso supuse que no estaba.
-Está bien. Eso es todo por el momento. Gracias por recibirnos, señor Strauss -el joven agente se levantó, seguido de su compañera. Él se levantó también, pero siguió detrás de la mesa.
Cuando los agentes abandonaron el despacho, Mark se sentó pesadamente en la silla y pasó sus manos por el pelo varias veces. Se sintió culpable, mucho, porque si él hubiera insistido un poco más, tal vez hubiera podido evitar que le hicieran daño a Erin.
Necesitaba saber cómo estaba, así que se tranquilizó un poco y sacó el móvil del bolsillo.
Continuará…
