Capítulo 10
Los siguientes tres días, Erin no salió de la cama. Se permitió llorar, ser vulnerable y dejar salir todo el dolor que le oprimía el pecho. Se dijo a si misma que sería el primer paso para empezar a sanar.
Hotch la llamaba por lo menos dos veces al día, y al salir del trabajo, le llevaba algo de comer. Él sabía que por mucho que le insistiera, y que ella dijera que sí lo haría, no iba a comer a no ser que él estuviera allí con algo de comida caliente.
Se quedaba un rato con ella, hablaban de cosas triviales y luego él se iba a casa.
El Jueves por la tarde, la llamada era para decirle que tenían que viajar a Nuevo México por un caso, pero que podía llamarlo o escribirle en cualquier momento. Al colgar, rompió a llorar. De repente, se sintió totalmente abandonada.
El Viernes sobre las cinco de la tarde, se levantó. Comió las sobras frías del chino que muy amablemente Hotch le había enviado la noche anterior (después de que el repartidor estuviera cerca de diez minutos llamando a la puerta, él la bombardeó con algunos mensajes para que le abriera).
Se dio una ducha larga y reconfortante, que le hizo sentirse un poco mejor. Se vistió con ropa cómoda y limpia, y se puso algo de colorete y rímel en las pestañas. Quería estar presentable para los niños, que llegarían en un par de horas. No eran los mejores días para que se quedaran con ella, pero quería sobre todo normalidad para ellos, y que nunca se enteraran lo que le había pasado y lo que estaba sufriendo.
Mark le había escrito un mensaje al principio de la semana, cuando había salido a la luz la detención de su atacante, aunque lo había ignorado. Sabía que se preocupaba por ella, pero no tenía ganas de seguir siendo fuerte delante de todo el mundo. ¿Por qué no podía simplemente decir que estaba completamente jodida y seguir adelante? Pero siempre tendía a decir que estaba bien cuando en realidad no lo estaba, y en algún momento, todo iba a estallar.
Cuando estuvo lista, y con todo recogido, se sentó en el sofá a esperar. Inhaló profundamente varias veces cuando sintió que el corazón comenzaba a latirle más rápido, y se levantó incapaz de seguir sentada. Se paseó nerviosa por la estancia, hasta que alguien llamó a la puerta. Respiró hondo un par de veces y fue a abrir. Puso una sonrisa en su cara en cuanto vio a sus hijos. Los tres se abalanzaron hacia ella.
-¡Mamá! -dijeron al mismo tiempo mientras la abrazaban.
Tuvo que aguantar las lágrimas mientras abrazaba y besaba a sus niños.
-Id a instalaros mientras hablo con vuestra madre un momento -ordenó Mark.
Los tres se despidieron de su padre y corrieron dentro de la suite. Erin sintió cómo su corazón se llenaba de energía tan sólo con escucharlos.
-¿Cómo estás Erin? -preguntó su ex marido cuando ya estaban solos.
-Mejor, gracias por preguntar -respondió apartando la mirada.
-Puedes contarme la verdad. Todavía sé cuando me estás mintiendo -extendió la mano hacia su cara, y ella se apartó rápidamente. Mark frunció el ceño.
-No me siento cómoda con el contacto, no es nada personal -murmuró.
-No soy un desconocido Erin, hemos estado casados casi veinte años.
-Lo sé, es sólo…-cerró los ojos un instante y se cruzó de brazos.
-¿Y si te aviso antes? Me gustaría darte un abrazo.
Levantó la cabeza hacia él y lo vio sonreír con cariño, esperando su respuesta. A pesar de todo los problemas que habían tenido antes y durante el divorcio, ahora se tenían aprecio. Asintió despacio y se dejó envolver por sus brazos. Apoyó la cabeza en su pecho y se relajó, mientras a su cabeza volvían recuerdos de tiempos felices junto a él. Se separó cuando el sentimiento de nostalgia comenzó a embargarla.
-Recogeré a los niños el Domingo a las siete. Llámame si necesitas algo o quieres que los recoja antes por lo que sea ¿de acuerdo?
-Está bien. Gracias Mark.
Cuando se marchó, la angustia volvió. Escuchaba la voz de los chicos en la habitación, y aunque antes le habían dado fuerzas, ahora le angustiaba estar a solas con ellos y que se dieran cuenta que le ocurría algo.
No obstante, quería y necesitaba algo de normalidad, así que forzó una sonrisa y fue a su encuentro cuando escuchó que la llamaban.
Antes de acostarse, entre los cuatro habían hecho planes para todo el fin de semana, y eso implicaba salir de esa habitación de hotel. Haría un gran esfuerzo por sus hijos.
Nora y Jasper compartirían la habitación de invitados, aunque el chico protestó al principio por tener que dormir con su hermana; cambió de idea cuando probó la cama y comprobó lo cómoda que era. Olivia dormiría con ella.
La niña estaba casi en los brazos de Morfeo cuando ella se metió en la cama, pero protestó porque su madre no apagaba la luz. Erin esperaba poder dejar al menos una lámpara encendida, pero su hija pequeña necesitaba oscuridad para dormir.
Así que se abrazó a Olivia cuando su corazón comenzó a latir fuertemente contra su pecho, y tarareó una canción para tranquilizarse. Pareció funcionar, porque poco a poco, consiguió quedarse dormida.
Unas horas más tarde, un grito rompió el silencio. Se sentó en la cama, sudando y con la cara húmeda.
-¿Mamá? -preguntó una Olivia asustada a su lado. Nora y Jasper entraron corriendo.
-Siento haberos asustado, he tenido una pesadilla, pero estoy bien -intentó sonreír mientras abrazaba a Olivia contra su pecho.
-Estás llorando mamá -señaló Jasper.
-No es nada, en serio -se limpió la cara y volvió a sonreír-. Vamos, volved a la cama, hay que descansar para mañana. No quiero oír que estáis cansados.
Los dos la miraron serios, sin creerse realmente que estuviera bien, pero finalmente la abrazaron de nuevo y se fueron a la cama. Olivia se acurrucó contra ella cuando apagó la luz. Ella disfrutó de la sensación de abrazar a su pequeña.
-¿Mamá?
-Hum.
-¿Quieres hablar de tu pesadilla? Te sentirás mejor después -ella soltó una risita-. Es lo que tú me decías cuando era más pequeña.
-No te preocupes cariño, ya estoy mejor. Y ni siquiera lo recuerdo ya -tal vez si lo repetía lo suficiente, llegara a creérselo.
-Vale -susurró la niña ya medio dormida de nuevo.
No se sentía bien mintiendo a sus hijos, pero era necesario si quería protegerlos. Apretó un poco más a la niña contra ella y cerró los ojos, sin embargo esta vez, el sueño no llegó.
Nora esperó pacientemente a que su madre saliera de la ducha. Escuchaba las voces y risas de sus hermanos en la otra habitación, y esperaba que pudiera hablar tranquilamente con su madre sin ninguna interrupción.
Golpeaba nerviosa el móvil en la palma de la mano, sin estar segura del todo de cómo abordar la conversación.
Se sentó recta en la cama cuando escuchó la puerta abrirse.
-¡Por dios Nora, qué susto me has dado! -se llevó la mano al pecho para enfatizar lo dicho.
-Lo siento, no era mi intención. ¿Podemos hablar un momento, mamá? -se fijó en que había salido vestida del baño, cuando normalmente, se vestía en la habitación.
-Claro hija, dime -Erin se sentó frente al tocador para arreglarse el pelo.
-Deja eso y siéntate aquí conmigo mamá -el tono serio en la voz de la chica puso en alerta a la rubia. Soltó despacio el cepillo y se sentó junto a ella.
-De acuerdo, dime de qué quieres hablar.
Nora respiró hondo, dejó el móvil en la cama detrás de ella y miró a su madre a los ojos.
-Mamá, he visto las noticias. Bueno, en realidad, Vanesa me envió un enlace con una noticia y…-Nora cogió a su madre de las dos manos y le dio un fuerte apretón-. ¿Eres tú la agente federal de la que hablan en las noticias que fue violada la semana pasada?
Quería mentir, necesitaba desesperadamente mentir y decirle a su dulce hija que se había equivocado, que había hecho falsas conjeturas al escuchar la noticia…pero no podía hacerlo. La mirada en los ojos de Nora le decía que necesitaba la verdad, aunque Erin sabía que en el fondo, su hija ya sabía la verdad.
Así que sin apartar los ojos de los suyos, asintió muy despacio, no confiando en su propia voz en ese momento.
-Oh mamá…-la chica soltó sus manos y la abrazó.
-Estoy bien Nora, no te preocupes por mí -contestó separándose de su hija.
-No me lo creo. Te has pasado el día en tensión mamá, mirando a un lado y a otro como si alguien nos siguiera; saltando asustada con cualquier ruido o toque; por no hablar de la pesadilla de ayer, que estoy segura que no ha sido ni será la única.
-Está bien, puede que ahora no esté bien del todo, pero lo estaré ¿de acuerdo? No quiero que te preocupes por mi, cariño -posó una mano en su mejilla y besó dulcemente su frente.
-¿Papá lo sabe? -preguntó en voz baja.
-Sí, pero por supuesto, no tengo que decirte que no quiero que se enteren tus hermanos ¿verdad?
-¿Y por qué estás aquí? Supongo que lo de la avería en casa es una mentira…-Nora sonrió pícara.
-Me es…un poco complicado estar en casa en este momento -confesó estoy trabajando en ello.
-¿Quieres que me quede contigo, mamá? Estoy segura que a papá no le importará…
-No, cariño. Quiero que hagas como si todo estuviera bien, como si no supieras nada ¿de acuerdo? Quiero normalidad, para mí y para vosotros.
-Pero no quiero que pases esto sola…-a pesar de que hasta ahora había mantenido la compostura, la chica soltó un sollozo, que hizo que Erin la volviera a abrazar y se le partiera el corazón por ella.
-No estoy realmente sola, cariño. Sé que cuento con vosotros, aunque no vivamos juntos, y tengo un amigo que me está ayudando bastante -dijo mientras acariciaba el pelo de Nora.
-¿Me dirás si necesitas algo? -preguntó limpiándose las lágrimas.
-Por supuesto que sí, cariño. Y ahora vamos a ver que hacen tus hermanos y qué prefieren cenar ¿sí?
Nora se separó de ella y sonrió, aunque tenía una mirada de tristeza en la cara. Era lo que Erin quería evitar, hacer sufrir a sus hijos, y sobretodo, por algo que la incumbía a ella.
Suspiró profundamente y se levantó también. Aunque Nora sabía la verdad, sus hermanos no, así que tenía que seguir fingiendo. Era bueno que vivieran con Mark, porque no estaba segura de poder mentir y mentirse a si misma a todas horas.
Continuará…
